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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YUGI-OH no me pertenece, yo solo utilizo los personajes para crear nuevas historias.

¿Pueden creer que en una semana el capítulo anterior pasó por lejos las 200 lecturas? Y además muchas personas me escribieron. Sigo sin creerlo. 

De verdad me alegran el día, últimamente mis únicos moemntos alegres son mientras escribo esta historia. Ando con un bajón increíble, pero con la inspiración al tope, así que disfruten el capítulo!

Atem estaba ansioso, las vacaciones de verano de Yugi por fin habían comenzado y eso significaba que podía tener a su novio para él solo y a cualquier hora que quisiera. Quizá se le estaba yendo la mano con lo posesivo. La cuestión era que debía invitar a Yugi a la mansión.

-¿Terminaste el papeleo?

Seto apareció de la nada en su propia oficina, no tenían una para cada uno en la mansión, en la empresa sí, por lo que se turnaban para tomarla cuando necesitaban hacer alguna videoconferencia u otra cosa importante.

-Le envié por fax lo que falta firmar a Zigfried von Schroeder. Quiero que tengas en cuenta que con esta me estas cobrando uno de los favores que te debía –se paró de su asiento y acomodó todos los papeles que estaban desparramados por el escritorio. Le dio algunos a su primo para que los observara-. Ese tipo es insoportable. Por cierto, te envió saludos.

Seto dejó salir un ruido de disgusto mientras revisaba el contrato, con personas como Zingfied no te podías confiar, pensaba mandar el contrato a ser minuciosamente inspeccionado por sus mejores abogados.

-De verdad no puedo ver ni su rostro, me exaspera –guardó los papeles en un maletín y salieron de la oficina-. Igual me queda un favor para reclamar y pienso aprovecharlo bien.

-No si consigo devolverte el favor por mi cuenta. No pienso asistir a otra reunión como esta, fue una pesadilla.

-Bienvenido a mi mundo –Seto se rio irónicamente-. Iré a la empresa a dejar esto y después tengo una reunión. No me esperen, puede que vaya a demorar.

Seto apuró el paso para no darle oportunidad a Atem de empezar con su “estas de vacaciones, deja de trabajar un poco y diviértete”. Su primo no entendía que contra antes se sacara estas cosas de encima, antes podría disfrutar de un verdadero tiempo libre. Atem estaba demasiado centrado en cumplir la misión que su padre le había encargado, no lo habían hablado, pero estaba seguro de eso.

-Es increíble que siempre haga lo mismo… –Atem se quedó viendo cómo su primo salía por la puerta de la mansión en dirección a la limusina.

Simplemente se dio la vuelta y subió las escaleras para ir a la sala de juegos a buscar al resto. No quería rendirse con eso de aliviar el trabajo de Seto y hacer que se divierta, pero por ahora solo venía bien con la primera parte. Hoy era sábado, estaban en verano y tenían vacaciones, deberían estar haciendo alguna locura de chicos de dieciocho.

Entró en la sala de juegos y se volteó rápidamente al ver la escena que Marik y Malik se estaban montando en el sofá donde todos solían sentarse. -¡Su habitación está a un par de pasos! ¡¿Por qué deben de comenzar esto en cada superficie que encuentran?!

Ellos al menos tuvieron la decencia de adquirir color mientras observaban con alarma la espalada de Atem que se negaba a contemplarlos. Se dieron un pico más y Malik se levantó de encima de su hombre para abrocharse su pantalón y volver a ponerse su top. Marik metió su miembro duro de vuelta en sus pantalones en contra de todas sus ganas de continuar y se prendió el pantalón también, se paró sintiéndose incómodo entre sus piernas.

Abrazó a su novio por la espalda y depositó un beso en su cuello. -Después seguimos.

-Claro. Espero que puedas aguantarte –Malik giró su rostro para alcanzar a su novio y besarlo.

-Oigan, estoy aquí… y puedo oírlos -Atem al fin había vuelto a voltearse y los miraba a ambos con clara repulsión. Ellos solo se rieron compartiendo un abrazo. El Faraón suspiró molesto rodando los ojos-. De verdad son increíbles.

-Gracias, Faraón –repitieron ambos.

-¡No era un alago! –Atem de verdad estaba hartándose de ellos-. Como sea. Estaba pensando en llamar a Yugi e invitarle a que viniera, puedo pedirle a los cocineros que preparen un par de pizzas y quedarnos jugando aquí hasta tarde. A Seto no le importará.

-Noche de chicos, seguro, suena bien –Marik aceptó mientras acomodaba el pantalón mal puesto de su novio y luego le daba una nalgada en el trasero, Malik se rió y le giñó el ojo.

-Bien, lo llamaré entonces.

Sacó el celular y salió buscando un motivo para alejarse de esos dos tontos enamorados y con las hormonas alteradas. Escuchó como ellos al fin se dignaban a tranquilizarse y lo seguían a la sala de estar. Buscó el número de Yugi y llamó, no contestó a la primera pero si la segunda vez.

“¡Hola! Siento no haber contestado. Vine con Ryou a las arenas a jugar un par de duelos y no escuché mi teléfono. ¿Cómo estás?” La voz de Yugi se escuchaba feliz.

-Muy bien, ¿y tú, cariño? ¿Cómo va ese duelo? ¿Sigues invencible como siempre? –Atem de verdad amaba que su novio no perdiese nunca en un juego que él mismo había creado.

“No lo sé. Ahora mismo hay un millón de ojos aterradores mirándome que me ponen nervioso. Si no vuelvo a contestarte es porque Ryou consiguió mandarme al mundo de las sombras”.

Ambos se rieron. El mundo de las sombras era un lugar donde tus monstruos podían llegar a ser enviados por otros monstruos de tipo Magia Oscura o Demonios controlados por avatares de altos niveles y con conocimientos de magia y alquimia. O en duelos con cartas de ocultismo.

-Espero que no, no te disfruté lo suficiente. Te llamé para preguntarte si querrías venir a la mansión y pasar el rato con los chicos, dile a Ryou también, estoy seguro de que le gustará.

“¡Claro!” Yugi hizo una pausa y escuchó como le preguntaba algo a alguien. “Ryou dice que también irá. Nos vemos en un rato”.

Pensó en que sería divertido, además si se hacía tarde Yugi podría quedarse a dormir y eso significaba algo muy excitante. En la mansión podrían hacer todo el ruido que quisieran, las paredes eran gruesas. Marik y Malik pasaron por su lado tomados de las manos y dándose arrumacos, eso le recordó a Seto y sus problemas amorosos, por lo que agregó algo más antes de cortar.

-Dile a Joey también, Mokuba ha estado preguntando por él –se sintió un poco mal por meter a Mokuba en esto, pero al final del día era cierto.

Yugi acordó avisarle a Joey y le prometió que los tres estarían allí en un par de horas, Yugi estaba seguro de que Joey también aceptaría. Atem festejó, si todo salía tal cual lo planeó, en un día podría deshacerse de los dos favores que le debía al Sacerdote y que no lo dejaban dormir en paz de la preocupación.

Bajaron a la sala de estar y se encontraron a Akefia tirado en el sofá aún en pijama a pesar de ser las cinco de la tarde. Tenía un almohadón en su cabeza donde descansaba un moño mal hecho, sus pies estaban subidos de una forma muy extraña al respaldo del sofá y en su estómago tenía una computadora donde escribía algo y frenaba para lanzar una pelota para el estrés al aire. En la mesa de café tenía varias tazas y un plato con migas de comida. Era un desastre total.

-¿A eso le llamas trabajar, Ladrón?

-Pienso mejor desde esta posición, Faraón –volvió a lanzar la pelota al aire y cuando la agarró escribió nuevamente algo en la computadora.

-¿Oler mal te ayuda a crear misiones? –Malik se tapó la nariz fingiendo que el olor lo molestaba.

Atem rodó lo ojos ante esos dos, no podían estar ni dos segundos sin pelearse. Akefia aseguraba que Malik le robó a su mejor amigo, y Malik insistía con que Akefia no compartía a Marik y que por eso se lo pensaba robar. Eran unos payasos. No podía esperar el día en que Akefia se consiguiera a alguien con quien gastar su tiempo y energía.

-Como sea, Yugi vendrá en un rato así que cámbiate y limpia este desastre. No me hagas quedar mal.

-Es tú novio, no el mío. No hay motivo por el cual yo tenga que lucir bien –Akefia respondió como si eso fuera obvio.

-El asunto es que nos humillas frente a todos –Malik se sentó en un sofá libre-, a Ryou, Joey y Yugi no les queda de otra que pasar por aquí, así que no es como si pudiéramos esconderte. Aunque quizá funcione tirarte una sábana por arriba.

Akefia prestó atención, así que no solo vendría Yugi... Ryou, con quien había estado hablando varias veces por el juego esa semana, también vendría. Tomó el suéter que llevaba puesto los últimos tres días y lo olió, frunció la nariz frente el olor desagradable. Si así olía su ropa, no quería ni pensar en cómo olería él mismo. Se rindió y cerró la computadora para levantarse de una vez, se la puso debajo del brazo y emprendió camino hacia su habitación y la ducha. No tenía ganas de que el pequeño chico inglés hullera.

Horas más tarde Yugi le había escrito para avisarles que ya estaban cerca y empezó a ponerse nervioso. No por Yugi, sino porque llevaba horas tratando de comunicarse con el Sacerdote y este no atendía su teléfono ni respondía sus mensajes. No era nuevo que Seto no le contestara para ignorarlo, pero si insistía él comprendía la indirecta de que era importante y atendía. ¡Y esto era muy importante! Había conseguido traer a Joey a la puerta de su casa y él ni siquiera contestaba el teléfono.

-¿Sigue sin contestarte? –Marik entendía cuál era el plan, pero no se lo habían contado a Malik porque Seto no quería que se enterara de nada.

-Sí, es raro. ¿Crees que deba llamar directamente a la oficina?

-Olvídalo. ¿Sabes qué? Qué se joda, él va ser quien se arrepienta después.

Mokuba se había reunido con ellos a penas le dijeron que los chicos vendrían. Salió disparado a abrir la puerta él mismo cuando escuchó a alguien tocar, realmente tenía una obsesión con Joey desde que este lo admiró por construir su mapa del pantano. Así que al primero que vieron fue a Joey siendo arrastrado por un pre-adolescente a la sala de juegos.

+ - + - +

Joey saludó a los chicos al pasar desde lejos. No lo parecía, pero Mokuba tenía fuerza. Y también una gran voluntad para mostrarle todos sus videojuegos. A penas abrió la inmensa puerta de la mansión le saltó encima. Admitía que le gustó porque era adorable y le hacía pensar en su propia hermana. Enseguida afirmó su intención de jugar con él y ahora hablaba todo un monólogo sobre cada juego que debían probar juntos.

La mandíbula se le fue al suelo cuando entraron a la ‘sala de juegos’. La casa de Atem era pequeña junto a la mansión y su colección de juegos también. Había varios sofás y almohadones cómodos en el suelo para sentarse, dos televisores enormes y toda clase de consolas para elegir. Entre ambos televisores, del piso al techo se extendía una repisa llena de juegos en sus empaques originales y bien cuidados. Era la mayor colección que había visto.

-A Seto le gusta coleccionarlos, los ha conseguido en los últimos dos años –le explicó Mokuba al verle contemplar la estantería-. Creo que es una buena cantidad teniendo en cuenta que Gozaburo no le dejaba tener ninguno.

-Es una pasada…

Mientras admiraba el sitio el resto de sus amigos habían llegado. Por suerte no fue el único que puso cara de tonto al ver el lugar. De verdad no entendía como Seto podía ir todos los días a la escuela teniendo este lugar para él en su propia casa.

-¿Qué quieres jugar? -Mokuba se había subido a una escalera y revolvía entre juegos-. ¿Puedo elegir?

-¡Mokuba! Son invitados, deja que ellos elijan –lo regañó Atem.

-Por mi está bien –Joey se elevó de hombros-, con tantos juegos en realidad no sé ni qué elegir, creo que me llevaría un buen rato el solo revisarlos. Chibi, ¿por qué no tomas uno para jugar varios?

Mokuba asintió y feliz se puso a buscar el indicado. Se sentaron en los sofás y Joey seguía sin poder dejar de contemplar la sala con estupefacción. Era increíble que pudieran estar allí.

-¿Seto no está? -no pudo aguantarse de preguntar.

-Está trabajando. Le llamé y escribí varias veces, pero no me ha contestado –Atem le explico y de paso revisó su teléfono para ver si tenía algo nuevo.

Mokuba regresó, les alcanzó joysticks y dio inicio a un juego en la PlayStation. Joey reconoció el primer juego de “Borderlands” de inmediato, había jugado la serie múltiples veces en su computadora, le gustaba.

Se podía jugar de a cuatro así que solo eran Mokuba, Yugi, Atem y él. Malik y Marik andaban curiosamente encaprichados con el otro en uno de los sofás, y él definitivamente no quería pensar mucho en eso. Por otro lado, Akefia y Ryou parecían estar muy entretenidos charlando apartados sobre unos almohadones en el suelo en una esquina. Joey se sorprendió al ver a Ryou desenvolverse tan tranquilamente con alguien como Akefia, se reía alegremente.

Atem tomó el personaje de Roland ‘el Soldado’, Yugi se quedó con Lilith ‘la Sirena’. Joey estaba por escoger a Brick como siempre hacía, pero en ese instante Mokuba lo miró con cara triste y con un ligero puchero. Entendió la indirecta de inmediato y suspiró tragándose la sonrisa.

-¿Quieres ese personaje? Tómalo si quieres -le ofreció.

El puchero se transformó en una sonrisa salvaje. -Joey, ¿te he dicho que me agradas?

-Esa es su forma de decirte que eres fácil de manipular -tradujo Atem mirando reprobatoriamente a su primo.

Mokuba lució avergonzado por un segundo, luego marcó a Brick como su jugador. Joey tomó por lo tanto a  Mordecai ‘el Cazador’. Diez minutos después Joey volvió a quedar boquiabierto al ver el talento que poseía Mokuba para jugar videojuegos, sus dedos aun en desarrollo se movían velozmente y no dejaba que ningún enemigo se escapara de su mira.

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Ryou había estado entrado a “Magic &Wizards” como siempre, pero a principio de esa semana el administrador del mapa al que pertenecía lo había contactado y se habían mantenido en contacto todos los días esa semana. Desde un principio utilizaron la opción del audio y compartían un montón de risas al tratar de hablar el idioma del otro y de las humillantes metidas de pata que se habían mandado al hablar con lugareños.

Ahora mismo se encontraban sobre almohadones y Ryou estaba repitiéndole varias palabras de su idioma natal, el inglés, que le había enseñado días atrás. Con una confianza que no sabía de dónde había salido, se estiró y con sus dedos trazó desde el bíceps desnudo de Akefia hasta su muñeca.

-Arm… -mencionó sin mirarle. Con su índice y pulgar envolvió su muñeca ligeramente-. Wrist… -soltó su muñeca y con todos sus dedos acarició su palma y siguió por los dedos de Akefia-. Palm and fingers.

Akefia juntó sus dedos enredándolos entre sí. Fue entonces cuando Ryou levantó la vista y al fin se rindió a hacer contacto visual. Algo saltó dentro de él y tuvo que tragar saliva cuando un par de profundos y serios ojos lavanda lo miraron con curiosidad. Él tenía una mirada penetrante y no sabía por qué, pero se sentía raro y a la vez muy cómodo.

-Creo que ya lo estoy memorizando –mencionó sin soltar su mano-. Quizá no pueda ser capaz de averiguar dónde hay un baño cerca antes de mearme encima, pero sé decirle al doctor lo que me duele.     

Ryou se rio. Akefia no tenía ningún tacto ni ninguna reserva al hablar, definitivamente no era como los japoneses a los que estaba acostumbrado.

-Hablas muy bien Japonés, no dudo que el inglés lo aprendas rápido. Es más fácil.

-Al menos si me pierdo, sé que puedo llamarte. Aunque no tengo tu número, ¿me lo darías? –Ryou le sonrió y asintió con humildad. Se dio golpecitos en la espalda de orgullo. Miró a Ryou y volvió a sentirse atraído por sus peculiaridades. Sin soltar su mano, utilizó su mano libre para tomar un mechón de cabello blanco-. Déjame repasar. Hair… -enredó el mechón alrededor de su dedo y lo soltó. Colocó el mechón detrás de su oreja y acarició con su pulgar debajo de los ojos chocolate para luego bajar por su mejilla-. Eye and cheek… -continuó bajando y trazó su labio inferior sintiendo su respiración golpear su piel-. Lips…

Ryou se sintió nervioso y estaba seguro de que estaba enrojeciendo en ese preciso momento. Akefia no apartaba los ojos de sus labios, y el pulgar sobre ellos lo estaba haciendo estremecer. Además se estaba volviendo consciente de que estaban tomados de la mano y sabía que cuando estaba nervioso sudaba, soltó su mano porque no quería que Akefia lo notara.

Que Ryou soltara su mano lo sacó de la ensoñación en la que se había metido al mirar los finos y carnosos labios que lo estaban haciendo pensar en cosas raras.  Se sintió mal por un segundo al pensar que era como un rechazo, pero se alivió de inmediato al ver que Ryou le sonreía y adquiría un precioso color carmesí en sus mejillas. Ryou quitó su cabello de sus orejas e inútilmente trató de tapar su rostro y desaparecer.

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Jugaron durante horas y Joey estaba que reventaba luego de unas deliciosas pizzas, que según Atem habían sido preparadas por la chef de la mansión. Ahora que sabía que en esa mansión se podía comer pizza se preguntaba qué tan seguido Seto comía comida chatarra.

Cuando ya era una hora decente para escaparse, Marik y Malik no dudaron en decir buenas noches y largarse a buscar el lugar privado que tanto querían. Atem y Yugi hicieron lo mismo tiempo después, aunque ellos al menos tuvieron la decencia de disimular y no arruinar sus mentes con el pensamientos de qué estarían haciendo en el cuarto de Atem. Al final quedaron solo cuatro y cuando a Mokuba se le empezaron a gastar las pilas, prefirieron dar por finalizada la velada. Por suerte Malik apareció y les prestó un par de pijamas a él y a Ryou, era el que tenía la contextura más parecida ellos. Luego Akefia los guió hasta algunas habitaciones vacías. Joey se sintió como en un hotel cuando entró a la suya y vio la cama de doble plaza con muchas almohadas y sábanas suaves.

Trató de dormir pero fue un fracaso total. Solía quedarse despierto y jugando hasta muy tarde en la madrugada los fines de semana, no estaba acostumbrado al concepto de dormirse temprano. Y tampoco quería entretenerse mucho con su celular porque tenía poca batería y no había traído un cargador. Estaba aburrido y como siempre que estaba aburrido le dio hambre también.

Se levantó de la cama y tomó su celular, salió al pasillo y encendió la linterna. Por lo que los chicos habían comentado, había una cocina a la que podías llegar por el comedor que estaba pasando la sala de estar en la que ya estuvo. Con cuidado de no romper nada que valiese una fortuna y de que ninguno de los empleados lo encontrase, se propuso buscar la cocina.

Después de perderse varias veces por fin dio con ella. La pena de todo eso era que la cocina era inmensa y él solo contaba con una pequeña linterna para encontrar las cosas. Por más que revisó no encontró ningún bol de galletas o algo que pudiese comer fácil y huir rápidamente a su habitación.

Estaba buscando en unas estanterías altas cuando la luz se prendió de la nada haciéndole saltar y mirar hacia la puerta donde había alguien mirándolo.

-¿Joey? -Seto estaba en la puerta mirándole aturdido, como si no pudiese creer lo que veía.

-¡¿Qué pasa contigo?! ¡Casi me matas de un infarto del susto!

Seto entró a la cocina sin apartar la vista de él y colocó su maletín sobre una de las mesadas. Siguió mirándolo con el ceño fruncido. -¿Qué… qué haces en mi casa?

-Atem me invitó -le dijo como si fuera obvio. Volvió a su trabajo de buscar comida en las estanterías más altas-. Me dijo que trató de avisarte pero no pudo.

Mientras tanto Seto miraba curioso como Joey en pijama y desclaso se movía por la cocina de su mansión. Se masajeó la mandíbula mientras pensaba, debería finalmente afeitarse un día de estos. Joey se puso de puntitas tratando de llegar más alto y su camiseta se subió dejando ver su vientre plano con una piel blanca con ligeras imperfecciones que ya había tenido el placer de ver.

Había pasado toda la semana pensando en alguna forma de acercarse Joey siendo él mismo sin que pareciera extraño o que sospechara de sus intenciones. Ninguna de sus ideas parecía buena y ahora al parecer su primo lo había conseguido sin ningún esfuerzo. Sacó su teléfono del bolsillo y lo encendió, lo había apagado porque el Faraón no dejaba de llamarle en medio de una reunión y luego se olvidó de volver a encenderlo. En la pantalla principal tenía diez llamadas perdidas y ocho mensajes. Abrió los mensajes y leyó el último: “Tu chico está en tu casa admirando tus videojuegos y preguntando por ti. Ahora mismo eres el mayor imbécil que existe”.

Maldijo hacia adentro sin apartar por un segundo la vista de Joey. El Faraón tenía razón, era un imbécil. ¿Cómo pudo dejar que una oportunidad así se le escapara? La presa había llegado hasta su guarida y él ni siquiera se encontraba allí.

-Por cierto, ¿qué haces en la cocina a esta hora? -Joey preguntó mirándole tranquilamente y abriendo acuclillado los gabinetes de abajo.

-Creo que yo debería de preguntar eso. No sé tú, pero yo no cené y tengo hambre –se acercó a él.

-Tienes razón, es tu casa después de todo –Joey se paró y cruzó de brazos, reflexionó sobre lo estúpido que había sido esa pregunta-. Comimos pizza hace unas horas, estaba deliciosa, pero ahora estoy aburrido y eso me da hambre. Espero que sepas donde encontrar algo para comer en este sitio porque mi estómago va a doler si no ingiero algo dentro de los próximos minutos –se lamentó mientras frotaba su vientre.

Seto pasó por su lado y Joey sonrió al ver que Seto trataba de esconder su propia sonrisa. Sabía que tenía un talento natural para alegrarle el día hasta a una piedra como él, se enorgulleció de sí mismo. Seto fue directo a uno de los estantes altos que ya había revisado, le pareció extraño porque allí solo había tarros con diferentes harinas y algunas semillas, pero él corrió todo eso a un lado y sacó un gran tarro de galletas que dejó en la mesada de abajo para luego sacar una bandeja con magdalenas.

-Los cocineros esconden las cosas aquí para que Mokuba no las encuentre –Seto le asintió con la cabeza para que se acercara.

-Me agrada Mokuba. Es tierno y es increíble en los videojuegos -Joey tomó una galleta de chispas que le estaban ofreciendo. Entonces se sentó tranquilamente sobre la mesada y balanceó sus pies.

Seto tomó una para sí mismo y apoyó el culo contra el borde cerca de él. Lo estaba mirando de forma rara, no sabía qué significaba pero no creía que lo estuviera juzgando, más bien parecía divertido por su actuar.

-Es porque se la pasa jugando desde niño, Gozaburo lo dejaba porque no tenía las mismas responsabilidades que yo. Además no logra hacer amigos aquí, por lo que pasa todo el tiempo poniéndose en contacto con sus amigos en Egipto a través de juegos -Joey le vio masajearse la frente con frustración, estaba seguro de que esa era una preocupación frecuente para el CEO.

-¿Crees que le guste más vivir en Egipto?

-No lo sé -lo escuchó suspirar-. A veces creo que sí y eso me hace sentir culpable de hacer que se quede en Japón. Cuando Gozaburo murió yo adquirí responsabilidades que me obligaban a quedarme aquí, pero Mokuba era libre de volver a Egipto si así lo quería. Sé que mi tío y Atem lo habrían recibido con los brazos abiertos a su familia, pero él quiso quedarse conmigo.

-Eres su hermano mayor, por más que lleguen más personas tú siempre serás el más importante -Seto lo miró y se sintió estremecer un poco siendo consciente de dónde estaba y con quien-. Además, Mokuba es un chico inteligente y se nota que te quiere, probablemente sabía que irse era igual que dejarte solo.

-No me importa estar solo.

-A mí tampoco me importaba estar solo. A veces hasta lo prefería porque creía que nadie me entendería nunca –reflexionó recordando las semanas enteras en las que no hablaba con nadie fuera de la pandilla cuando tenía quince años-. Pero sé que no me gustaría volver a eso, a no tener amigos que estén allí cuando los necesite. Tienes un hermano y amigos increíbles, Seto, y sé que no los cambiarías por nada a pesar de que no lo admitas.

-Puede ser –él apartó la vista y tomó una posición indiferente.

Joey soltó una carcajada. -No finjas conmigo, sabes que puedo entenderte.

Seto lo miró de nuevo y notó cómo lo estaba analizando. -Veo que sí puedes. Es curioso.

-¿Por qué?

-Creo que tú de verdad me entiendes, y hace unas semanas tú eras la última persona que creía que me entendería.

Seto se volteó a mirarlo de enfrente y hasta se acercó un poco. Dejó de balancear sus pies sintiéndose hipnotizado por ese par de ojos azules. Juró que podía sentir chispas entre ellos aunque no sabía de dónde habían salido. Se sentía como si algo estuviera ocurriendo entre ellos, algo que no entendía lo que era, como si se estuviera perdiendo de algo importante.  

-No hay que juzgar a un libro por su portada –murmuró y se estremeció cuando sus ojos cayeron en los labios de Seto sin motivo alguno.

-Definitivamente he aprendido esa lección contigo -él le sonrió ligeramente y en lo único que pudo pensar era en lo atractivo de su voz-. ¿Quieres hacer algo?

Eso lo sacó completamente de su ensoñación. ¿Se estaba refiriendo a…? -¿Qué cosa?

-Dijiste que estabas aburrido. Yo también, así que me preguntaba si querías hacer algo.

Joey se dio una bofetada mental, su mente pervertida le había jugado una broma sucia, valga la redundancia. Ya estaba pensando que él le estaba proponiendo hacer otro tipo de cosas. Se moría de la vergüenza, la cercanía del castaño lo estaba haciendo pensar cosas estúpidas. ¿Por qué alguien como Seto Kaiba querría besar a alguien como él? Era un idiota total. Ni siquiera sabía lo que le diría si fuera así. Aunque para qué pensarlo si nunca sucedería.

-Claro. ¿Qué se te ocurre?

Seto tomó un plato y colocó varias galletas y magdalenas en él. Fue a la heladera y sacó dos botellas selladas de jugo natural que le alcanzó. Él se encargó del plato y con su otra mano tomó su maletín. 

-Ven.

Salieron de la cocina apagando la luz detrás de ellos y ambos encendieron las linternas de sus celulares. Joey no entendía por qué no prendía las luces de su propia casa, pero viendo el tamaño de los corredores y de las lámparas que colgaban del techo, la verdad que se apreciaba que no hubiese tanta iluminación teniendo en cuenta que era casi medianoche, sería demasiado para cualquiera.

Se había perdido después de un par de vueltas, no sabía a dónde iban pero llegaron a una puerta doble y Seto le pidió que esperara. Entró y regresó sin su maletín, seguramente era una oficina. Volvió a pasearlo por la mansión que se veía extrañamente aterradora durante la noche, después de subir varias escaleras y dar vueltas en corredores, reconoció la puerta de su propia habitación. Seto siguió de largo hasta la puerta al final del pasillo, a un par de pasos de la suya.

-¿Es tu cuarto? –preguntó al entrar en la gran habitación.

El cuarto que le habían dado era grande y era solo un tercio del tamaño de este. Ni siquiera la habitación que habían compartido en Egipto era digna de comparación. ¡Hasta tenía una sala de estar en su propio cuarto! Era como un apartamento dentro de una mansión. No tenía ninguna clase de sentido para él, la gente rica era extraña.

-Lo es -Seto fue hacia una mesa pequeña en medio de un juego de sillones y dejó el plato-. Elige un juego, yo iré a ponerme algo más cómodo.

Lo vio desaparecer tras una puerta y tratando de no sentirse incómodo dejó las botellas junto al plato y fue al estante bajo un televisor de sesenta pulgadas a revisar los juegos. No había tantos como en la sala de juegos, pero era un gran número. Vio toda la colección de ‘Biohazard’ en un estante, supuso que allí se encontrarían todos sus juegos favoritos que más solía jugar.  Tomó  ‘Left 4 Dead 2 del estante y lo introdujo en la consola.

Sentado en el sofá no tuvo que esperar mucho hasta que Seto salió vistiendo solo un pantalón de pijama. Le dio un rápido reparo antes de apartar la vista al televisor, pero en su mente se seguía reproduciendo la imagen del sexy hombre y sus hermosos abdominales. Seto se sentó en el otro extremo del sofá con su propio joystick.

-Me gusta este juego.

-¿Todos esos son tus favoritos?

Aprovechó para mirarle. Había subido ambos pies al sofá y resultaba una imagen atractiva verle su perfil. El cabello castaño bien cortado y peinado, le daban ganas de meter sus dedos y revolverlo para hacer un desastre de él. Sus pómulos altos y mandíbula firme, los labios gruesos ligeramente separados. Se le cortaba la respiración de solo mirar su clavícula y su pecho firme donde descansaba el collar que compartía con su hermano. Era perfecto. ¿Acaso lo habían hecho en un laboratorio? Se removió sintiéndose incómodo en sus pantalones.

-Sí y algunos más. El otro día Mokuba se llevó algunos a la sala de juegos -eligieron sus personajes y le dieron inicio. Llevaban diez minutos de juego cuando volvió a hablar-. A Mokuba realmente le agradaste, te ha mencionado varias veces las últimas semanas. Quizá podrías venir de nuevo, creo que le gustaría.

Joey no pudo evitar sonreír mientras apuntaba con su arma y disparaba disfrutando de la sangre que saltaba. -Claro, a mí también me gustaría. Quizá la próxima podríamos jugar los tres.

Seto miró a Joey que estaba concentrado en la pantalla. Sonrió ante la respuesta, era una muy buena respuesta. No podía imaginar algo que quisiera hacer más que jugar con su hermano y Joey. Puso pausa al juego y tomó el celular de Joey que estaba en el sofá entre ellos, lo desbloqueó colocando el patrón correcto.

-Eso no es aterrador, en lo absoluto. ¿Cómo es que sabes mi patrón? –Joey dejó salir una risa que era más de miedo que de otra cosa.

-Te lo vi poner cuando encendías la linterna –explicó como si nada. Joey lo miró como si estuviera loco-. Ya tengo tu número, ahora tienes el mío.

Seto le devolvió el celular. Joey se sintió en el cielo por un segundo mientras observaba el número junto a su nombre. Estaba empezando a preocuparse por su encaprichamiento con Seto; todo lo que el chico hacía o decía le revolvía el estómago con mariposas. No estaba pensando correctamente. Sabía que el ser tratado amablemente por él no significaba nada, era solo porque ahora eran amigos y así era él con sus amigos.

Borró el nombre que él había puesto y en su lugar escribió “Ricachón”, volteó el teléfono para que él lo viese. Seto se rio libremente, tal y como lo vio hacer en Egipto.

-Te gusta ponerme ese apodo, ¿verdad?

-Yo creo que te queda muy bien -bloqueó el teléfono y lo tiró a un lado-. Eres el presidente de una gran firma, está hecho para ti.  

-Supongo que es de esas cosas malas que te ganas por ser un CEO –volvió a iniciar el juego.

-¿Está junto a ser un doble cara? –Joey le preguntó y Seto le miró seriamente sin dejar de jugar-. No es un insulto, en realidad me parece algo bueno, más o menos. Es solo que hace un par de semanas solo conocía al CEO que muestran en televisión, a pesar de que he compartido el salón con él por los últimos dos años. Ahora sé que hay otra parte de ti, aunque no muy diferente porque sigues siendo un ególatra y un idiota la mayor parte del tiempo.

-¿Pues gracias? –Seto soltó una risa sarcástica-. Pero lo entiendo. Soy una persona seria y firme, el trabajo hace que se empeore. Quizá no es algo que alguien de nuestra edad aprecie, pero es fácil manejarse así entre inversionistas.

-Nuestros compañeros de clase no son inversionistas, Seto. Quizá podrías sonreír de vez en cuando -mató un par de zombis más-. O quizá no, creerán que enloqueciste.

-Eso es porque lo haré solo el día que enloquezca. Simplemente no soy una persona agradable y no me gusta pretender serlo. Prefiero reservar mis buenos momentos para cuando estoy con ciertas personas -mató un zombi con un hacha y no se aguantó de agregar algo en un murmullo-, como contigo.

No estaba seguro de si Joey lo había escuchado pero entonces su personaje fue asesinado. Cuando miró a su lado Joey lo estaba observando fijamente y sorprendido. Pensó que había metido la pata y exagerado un poco a pesar de que era cierto, quizá Joey no lo entendería y lo creería extraño. Pero una sonrisa sincera de extendió en el rostro de Joey.

Tragó saliva al verle. Era hermoso.

-Un placer que me consideres digno de tratarme como un ser humano –Joey  bromeó sintiéndose de verdad halagado.

-De nada, el placer es todo tuyo.

-Eres un engreído –tomo un almohadón y se lo arrojó dándole de lleno en la cara.

Joey se carcajeó burlándose de él y de su cabello ya no tan bien peinado. El juego quedó en pausa desde entonces. Joey subió los pies al sofá y tomó una galleta. Disfrutó de la comida y de una gran charla durante tanto tiempo que ni siquiera le importaba, le gustaba.

Seto no dejaba de notar que las  igualdades entre Senshi y Joey ahora se le hacían obvias. La charla entre ellos fluía de forma natural y Joey no tenía ninguna dificultad para hacerlo reír al igual que todas las noches durante los últimos meses. Lo había extrañado durante la última semana y media, era una pena que aún no pudiera decirle la verdad a Joey. No podía esperar para que algún día Joey estuviese en su habitación sabiendo quién era el Sacerdote.

Estaba tentado a decírselo, pero sabía que si lo hacía ahora Joey lo patearía en las pelotas y luego no volvería a hablarle nunca más.

Se dio cuenta que a medida que pasara el tiempo el secreto se haría más grande y difícil de explicar. Aun así no quería que Joey dejara de hablarle y menos a Seto Kaiba. Tenía que aprovechar eso.

-Creo… creo que el profesor debería… ser menos exigente -Joey cabeceaba contra el respaldo del sillón, bostezó y se dio cuenta de que ya no podía mantener los ojos abiertos-, él no entiende la responsabilidad… de ser un gamer.

Seto vio el momento justo en que Joey se durmió. Él mismo quería dormirse, su celular marcaba las tres de la madrugada. Se paró y sacudió a Joey para tratar de despertarlo, pero este estaba profundamente dormido y le daba lástima sacarlo de su sueño después de haberlo mantenido despierto hasta tarde. Tampoco quería que durmiera sentado en su sofá como estaba ahora, ni sabía en qué habitación estaba.

Miró a Joey y luego a su propia cama. Quería verlo dormir en su cama, despertar otra vez junto a él. Seguro que a Joey no le importaría compartir. Fue hacia su cama y corrió las sábanas, luego volvió por Joey y lo tomó en sus brazos para cargarlo y meterlo con un poco de dificultad donde lo quería. Entró por el otro lado y disfrutó de los últimos minutos de lucidez contemplando a Joey dormir.

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Al otro fue el primero en despertarse y por primera vez no le importó su mala costumbre de apoderarse de todo el espacio. Joey nuevamente estaba durmiendo sobre él, con la cabeza apoyada en su pecho donde su corazón palpitaba a más no poder, la punta de sus cabellos rubios de hacía cosquillas en la nariz. Le acarició la espalda no queriendo levantarse aún y escuchó a Joey ronronear y frotar la mejilla en su pecho.

Podía fácilmente acostumbrarse a esto. Quería acostumbrarse a esto.

Despertarse abrazado a Joey con sus piernas enredadas entre sí se estaba volviendo el próximo gran objetivo de su vida. Tomó su celular de debajo de la almohada para saber la hora y aprovechó para sacarle con dificultad una foto a Joey mientras dormía. La sumaría luego al resto de las fotos que ya tenía, aunque esa era por lejos la mejor porque nadie más además de él la tendría nunca.

-¡Hermano! ¿Ya te despertaste?

Mokuba entró a su habitación sin tocar como siempre. Ni siquiera tuvo tiempo de apartarse de Joey, cuando llegó junto a su cama Joey seguía durmiendo tranquilamente sobre su pecho. Sabía que la imagen que su hermano estaba viendo no podía ser peor.

Su hermano los miraba con la boca abierta y entonces su expresión cambió a una sonrisa y estaba seguro de que ahora mismo su mente estaba imaginando cosas que no eran.

-¡No es lo que parece! Y ya te dije que toques antes de entrar.                

-¿¡Estás saliendo con Joey?! -Mokuba brincó emocionado.

Ojalá. Con cuidado se apartó de Joey que no parecía querer despertarse, es más frunció el ceño cuando su cuerpo cayó junto al colchón. Se sentó. -No estamos saliendo, Mokuba.

-¡Pero te gusta! -su hermano insistió convencido de este hecho.

-No, no me gusta -salió de la cama y se calzó las pantuflas-. Solo durmió en mi cama anoche, eso no significa nada.

-¿Y por qué durmió en tu cama? -Mokuba le habló con voz sospechosa mirando de Joey a él.

Maldijo hacia dentro por las cien preguntas. -Se hizo tarde y se quedó. Fin. ¿Sabes en que habitación se está quedando? Debería traerle su ropa.

-Akefia me dijo que junto a la tuya. Venía a avisarte justamente de que ellos estaban aquí, pero supongo que ya te enteraste.

Seto suspiró. Por supuesto que el Ladrón le había dado a Joey la habitación libre junto a la suya, probablemente esperaba que se cruzaran en la mañana. Si el plan hubiese salido tal como sus amigos lo planearon, ahora estaría debiendo favores. Agradecía que les saliera mal para ellos y bien para él.

Miró por última vez a Joey durmiendo boca abajo en su cama y abrazando una de sus almohadas. El lugar justo donde lo quería, donde debía estar.

-Despierta a Joey. Yo iré por su ropa.

 

     

Notas finales:

¿Les gustó?

EL plan de Seto viene por buen camino... bueno no, pero sí. Fue lo suficientemente idiota para dejar ir la oportunidad de pasar tiempo con sus amigos, su hermano y Joey, aunque por suerte el hambre del cachorro le dio otra oportunidad. Me gusta pensar que Joey y Seto son capaces ahora de hablar de temas tan personales con el otro, temas que incluso no hablan con sus amigos. Después de Egipto se dieron cuenta de que aunque no les gustara, el otro era quién más los entendería. 

Seguro que Seto piensa en esta noche como su primera cita con Joey, habrá otra cita-no-cita en el próximo cap.

Al fin incorporé nuevamente a Mokuba en la mezcla. Si leyeron mi otro fanfic saben que me encanta construir una amistad entre Joey y Mokuba independiente de la relación que Joey tenga con su hermano, y además me encanta darle un talento manipulador frente a su hermano y ahora frente a los amigos de este. Me resulta muy tierno, lo adoro. La cuestión es que Mokuba es el plan perfecto para atraer a la presa (Joey) sin que este se de cuenta.

Muchos me pidieron unir a Akefia y Ryou, me encantan de verdad, pero sigo pensando en ponerlos más como pareja tercearia, igual que Malik y Marik. Me gusta que se vaya construyendo todo con escenas pequeñas y un poco rápidas. Amo que Akefia no sepa que hacer con sus sentimientos encontrados, por alguna razón quiere agradarle a Ryou y siente cosas raras al estar o hablar con él. Para Akefia todo es tan confuso... bueno habrá más de ellos en el próximo cap, me reí muco cuando lo escribí. 

Espero poder actualizar en dos semanas.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!

     


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