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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

Buenas! Me siento super mal de ver como hay tantas personas que entran los lunes para ver si actualicé o no. Lo siento, pero al fin estoy aquí!

Los parciales me llevaron una semana más de lo que pensé, y cuando al fin me puse a terminar el capítulo, caí enferma la semana pasada y no soporta ni la computadora. Lo bueno es que no fue COVID, en estos tiempos te sale un moco y ya entrás en pánico. No fue más que una gripe por el frío del invierno, salgo dos días porque no tengo más opción y me resfrío... increíble...

Lo dejo por aquí. Disfruten!

Capítulo 19:

Mokuba se encontraba en uno de los pisos más altos de Kaiba Corp. en la oficina de su hermano mayor. Lamentablemente las vacaciones de verano llegaban a su fin, eso significaba que su primo y amigos volverían a Egipto y que la escuela estaba a la vuelta de la esquina.  

Y hablando de escuela, ahora se encontraba sentado en el piso frente a una mesa para té y rodeado de cuadernos, tratando de hacer en dos días las tareas que no realizó en las últimas tres semanas. En su mente había parecido una buena idea. Por suerte era un chico listo. Esperaba poder terminar ese mismo día viernes, Seto le había prometido hacer algo todos juntos el último fin de semana. Contra antes terminara, mejor.

-No entiendo para qué tanta tarea…

Leyó la pregunta que tenía para el deber de su clase de historia. No había traído ningún libro así que le confiaría su nota a su buena amiga, la internet. Se paró y fue a la computadora sobre el escritorio de Seto, él no estaba pero sabía que no habría problema en usarla siempre y cuando no borre nada importante o la haga estallar. Se sentó en la silla alta. Con solo mover el mouse la pantalla se prendió y su mandíbula cayó al suelo cuando entró en sesión y contempló lo último que su hermano había estado haciendo antes de irse a otro piso de la compañía.

Una carpeta estaba abierta y podía ver fácilmente la gran cantidad de fotografías en vista de miniatura. No demoró ni dos segundos en identificar esa maraña de cabello rubio, los ojos amielados y la sonrisa sincera. Un estremecimiento de miedo le recorrió todo el cuerpo.

¡¿Qué demonios era eso?! Seto, el hermano mayor al que tanto admiraba, era un completo acosador.

Cliqueó sobre una foto y las fue pasando. Sus instintos eran ciertos, Seto le había mentido cuando dijo que no le gustaba Joey. No pudo evitar soltar una sonrisa salvaje. Esto era perfecto; le agradaba Joey y le gustaba que Seto tuviese a alguien en su vida.

La puerta de la oficina se abrió y por ella pasó Seto, quien estaba demasiado tranquilo para lo que estaba a punto de pasar. Su sonrisa se extendió aún más y mejoró su postura en la silla.

-Seto, que bueno que viniste, hay algo que quiero hablar contigo.

Apoyó los codos sobre el escritorio y juntó malvadamente sus dedos. Seto lo contempló con una ceja alzada mientras se quitaba su gabardina y la dejaba en un sofá; realmente no tenía idea de que era lo que sucedía y ver a su hermano tomando SU posición le hacía querer reír. Se cruzó de brazos acercándose al escritorio y decidió seguirle el juego.

-¿Para qué quería verme, señor vicepresidente?

El reconocimiento de su posición elevó el ego de Mokuba y lo incentivó a seguir. Seto lo notó y tragó la risa de ver a su pequeño hermanito tras su escritorio fingiendo ser él, era un típico juego que Mokuba hacía cuando era niño.

-Tú me mentiste –Mokuba fue directo al punto.

Seto elevó las cejas con sorpresa. -¿Lo hice? ¿Cuándo?

-Sí, lo hiciste. Y quiero que sepas que estoy muy decepcionado de ti por mentirme –Mokuba tomó la laptop y la volteó para que Seto pudiera ver las fotos de Joey-. Sí estas saliendo con Joey.

Seto abrió los ojos de par en par al ver la pantalla, sentía la vergüenza invadiendo su cuerpo por primera vez en su vida. Esta era una de las consecuencias de tener a Joey en mente todo el tiempo; había estado disfrutando de ver las fotos antes de salir de su oficina y se había olvidado de cerrar la carpeta antes de irse, a pesar de que su hermano estaba allí y a sabiendas de que podría tomar su computadora.

Igual se negaba a parecer un idiota frente a su hermano. -No te mentí. No es mi novio.

-¡Pero te gusta! ¡Y me habías dicho que no! No trates de negarlo porque claramente es bastante obvio –Mokuba lo miró con cara seria señalando la pantalla-. Por cierto, Seto, esto es bastante aterrador…

Seto gruñó con frustración mientras Mokuba se carcajeaba, se acercó y arrancó la computadora de sus manos. Cerró la carpeta y luego la computadora con un golpe que hizo saltar a Mokuba.

-Si te parece aterrador, entonces no mires las cosas privadas de otros.

-¿Tanto te cuesta admitir que Joey te gusta? –Mokuba apoyó la barbilla en su mano y le sonrió.

-No es eso.

-¡Entonces admítelo! Joey es genial, no deberías de tener vergüenza de admitir que te gusta o de que simplemente estás enamorado –Moki se elevó de hombros con indiferencia, como si lo que decía fuera lo más obvio del mundo.

Seto se sorprendió. Eso era lo más maduro e inteligente que su hermano había dicho alguna  vez. Por primera vez notó que Mokuba de verdad estaba creciendo y que no se trataba del deseo de este por crecer. Era increíble lo fácil que era para su hermano asumir lo que era estar enamorado de un chico.

-Bien. Sí me gusta, pero no estamos saliendo y tampoco puedes decírselo –Mokuba abrió la boca para decir algo, sabía que se quejaría sobre lo último-. Yo se lo diré cuando quiera.

-Está bien… 

Mokuba suspiró con decepción. Si tenía que esperar hasta que Seto se dignara a dar por fin el paso definitivo, calculaba por lo menos medio año hasta que Joey al fin sea su cuñado oficial, porque obviamente este aceptaría.

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Horas más tarde, y bajo la promesa de que solo quería aprovechar el tiempo que tenían juntos en Japón, Atem los llevó a un restaurante en la ciudad. Terminó siendo el restaurante donde Joey trabajaba, por supuesto que sin segundas intenciones.

-¿Este no es el restaurante donde trabaja Joey? –Mokuba recordó el día que lo conoció.

-Oh, es cierto. Ya lo había olvidado –Atem se hizo el tonto mientras los guiaban a todos a una mesa.

Prácticamente habían armado un pequeño alboroto en el lugar porque ya no había mesas libres pero aun así el dueño insistió en que les dieran una mesa. Una mesera joven sacó el cartel de reservado de una de las mesas y los invitó a sentarse. Casi se sentían mal por arruinarle la cena a alguien, casi.

-Muy bien, creo que ya es bastante obvio lo que pasa –dijo Malik.

Todos lo miraron y luego miraron a Seto, esperando para ver si este se molestaba porque Malik supiera sobre su enamoramiento. Al final solo dijo: -Si no hay de otra. Pero no te atrevas a meter tus narices.

Malik se llevó una mano al pecho. -¿Yo? Jamás –prometió.

-Él no meterá sus narices en esto –Marik prometió en nombre de su novio, quien lo miró ofendido.

-De todas formas, ¿dónde está Joey? –Akefia miró alrededor en busca de una cabellera rubia.

Con poca disimulación los seis miraron hacia cada rincón del restaurante tratando de encontrarlo entre los diferentes meseros.  No dieron con él.

-No debe de trabajar los viernes –concluyó Seto-. Mejor así, podríamos haberlo molestado.

-Pero bien que no te negaste a entrar –se burló Atem-. Ha puesto a que te mueres por verlo, ya pasaron dos semanas.

-Y hablando de eso nos debes una, conseguimos que Joey fuera a la mansión –le reclamó Marik revisando el menú.

-Claro que no, yo no estaba ahí, así que no cuenta.

-Conseguiste dormir con él, así que sí cuenta.

-No te debo nada –Seto lo ignoró dejando en claro que no les daría nada a cambio.

Atem era el que más se quejaba al respecto, pero podía seguir haciéndolo porque para él su plan había fracasado al fin y al cabo. Además quería seguir teniendo ese favor de Atem guardado; debía de reunirse con Zigfried y otros tontos insoportables cada cierto tiempo y si Atem podía tomar su lugar, no pensaba perder la oportunidad.

-El verano ya está por terminar y todavía no hemos ido a un Matsuri. Dijeron que haríamos algo juntos este fin de semana, deberíamos ir mañana -propuso Mokuba engullendo sushi.

-A mí me gustaría. Quiero ponerme un kimono que vi en una tienda -Malik apoyó la idea imaginándose con la prenda puesta. Seguro que a su novio le gustaba.

-Lo que viste era para chicas –Marik le pinchó su globo. Malik lo miró enojado.

-¿Y qué? Apuesto a que se me vería tan bien como a cualquier mujer –Marik levantó las manos en rendición porque probablemente Malik tenía razón, todo le quedaba bien.

-Invitaré a Yugi, ¿quieres que le diga que traiga a Joey también? -Atem ofreció.

Seto estaba por responder cuando Malik soltó una carcajada interrumpiéndolo.

-¿Qué Seto no puede hacerlo por sí mismo? Está bien que lo quieras ayudar, pero no puedes planear sus encuentros todo el tiempo. Además, Seto, estás quedando como un cobarde. ¿Acaso te da miedo pedírselo tú mismo? No tienes que decirle que sea una cita, solo invítalo.

Los cinco juraron que pudieron escuchar como Seto rechinaba con fastidio los dientes. Llamarlo cobarde no era una buena elección de palabras. No muchas personas se animaban a dirigirse así al CEO más importante de la ciudad.

-No soy un cobarde, y no necesito la ayuda de nadie. Yo mismo lo haré.

Sacó su celular para dejar claro su punto. Invitaría a Joey al Matsuri en ese preciso momento. Buscó el número en los contactos y se dispuso a escribirle un mensaje, luego se detuvo porque  no estaba muy seguro sobre qué escribirle. No podía hacer que sonara como una cita y no sabía si era normal invitarlo cuando claramente no eran súper amigos.

“Con los chicos iremos al Matsuri mañana. ¿Quieres venir?” Simple, concreto, sin ningún significado.  Pensó en que quizá era demasiado frío así que lo borró y volvió a escribir. “Con los chicos iremos al Matsuri mañana. Me gustaría que vinieras”.  Le gustaba de esa forma, pero sentía como si se notase demasiado sus ganas de verlo, él podría darse cuenta, era bastante perspicaz. Eso de verdad lo asustaba. “Con los chicos iremos al Matsuri mañana. Me preguntaba si quisieras venir, a Mokuba le gustaría”.

Le dio enviar y trató de fingir que no estaba ansioso por la respuesta mientras que todos sus amigos lo contemplaban. Ya era bastante estúpido el utilizar a su hermano como excusa, otra vez.

-Ya lo hice. Solo hay que esperar a ver qué responde –ni por todo el dinero del mundo mostraría el mensaje que envió.

Malik lo miró con sonrisa satisfecha. No era tonto, sabía que había picado el anzuelo que Malik había tirado para que tomara la decisión de invitar a Joey. Daba igual.

Cuando terminaron de cenar recibió la respuesta de Joey. “Claro, me encantaría”.   

 

+ - + - + - + - + 

La ropa japonesa tradicional no era para nada su estilo, se sentía como tonto al usarla a pesar de que probablemente todo el mundo se vería igual que él. Y por supuesto, como siempre que no quería hacer algo, todos sus amigos se ponían de acuerdo para hacerlo. Al final todos ellos vestían yukatas.

Seto bajó hasta la entrada de la mansión para reunirse con los demás. Vio que Malik estaba siendo abrazado por su novio mientras hacía pucheros, vestía una yukata oscura como el resto.

-¿Qué tú no ibas a vestir un kimono rojo?

Los ojos de Malik lagrimearon mientras lo miraban. -No me lo quisieron vender porque era de chica. Así que tuve que comprar este feo.

-¡Oye! Yo fui quien lo elegí –Marik se quejó a pesar de que acariciaba su espalda con cariño.

-¡Pero el otro era más lindo!

-Está bien. ¿Qué te parece si mañana vuelvo a la tienda y lo compro sin decirles que es para ti? Podrás usarlo en Egipto siempre que quieras –Malik miró a su novio y le sonrió aceptando.

A Seto esos dos de verdad le daban dolor de cabeza, eran mucha azúcar y le daban mucha envidia a la vez. Se fijó en que Akefia no estaba con ellos.

-¿Y el ladrón?

-Dijo que se iría antes –contestó Atem sacando la vista de celular, por donde probablemente estaba hablando con Yugi.

Le extrañó que decidiera salir por los alrededores solo. Quizá ya le estaba gustando Japón y eso haría que fuera más fácil decidirse sobre mudarse y abandonar Egipto definitivamente.

Se subieron todos a la limusina para ir juntos al Matsuri, a los diez minutos ya estaban allí y el sol empezaba a esconderse para dar paso a la noche. Mokuba rebotaba queriendo probar cada cosa que veía: juegos, comidas, chuches tontos que no usaría más de una vez. Trataban de estar atentos para poder encontrar al resto, tardaron pero finalmente Atem ubicó una cara conocida.

-¿Ese no es Ryou?

Señaló a un chico que estaba parado al borde de un camino, también vestía una yukata y llevaba dos peluches, de los que ganabas en los juegos, en brazos. Se mordía el pulgar con nerviosismo.

-Hola Ryou. ¿Has visto a Akefia?

Ryou asintió con ganas y señaló hacia atrás donde había una carpa blanca una cruz roja a un lado, se suponía que allí habrían médicos por si alguien lo necesitaba. Todos se miraron entre sí sin entender, ¿qué le había pasado al ladrón?

-Akefia estaba jugando un juego de lanzamiento –les mostró el peluche de jirafa que seguro había conseguido ganar para Ryou-, entonces empezó a decir que se sentía mal, así que lo traje aquí. Me pidió que esperara afuera, pero hace mucho que entró y no sé si está bien.

-No te preocupes, nosotros iremos a ver –Marik le prometió.

Mokuba y Marik se quedaron con Ryou que estaba un poco pálido de la preocupación, los otros tres entraron a la carpa para buscar a su amigo. Esperaban encontrarlo medio muerto y afiebrado en una camilla, pero lo vieron sentado al fondo de la carpa arrancándose enojado un tensiómetro del brazo y tirándolo a un lado en la camilla.

-¡¿Cómo que no tengo nada?! ¡Claramente tengo algo!

Frente a él había un chico y una chica jóvenes que vestían túnicas blancas. Se veían asustados y con miedo a responderle.

-Ladrón, tranquilízate. Ellos solo están haciendo su trabajo y tratando de ayudarte.

Atem fue el primero en hacerse notar y además le dio un golpe en la cabeza, él siempre era el que los mantenía controlados frente al mundo. Akefia le mostró los dientes como un perro mientras se frotaba la cabeza.

-¡Pues no están ayudando! –señaló a los de la bata y estos saltaron del susto.

-Pareces un loco ahora mismo –Marik se burló.

-¡Cállate! –se dirigió a los médicos-. ¿Qué no pueden hacer nada más?

La chica se animó a hablar. -Ya hemos tomado todos sus signos vitales, no hay nada que parezca indicar el motivo de sus síntomas. Quizá debería de ir a un hospital para que le hagan más pruebas. Podemos llamar una ambulancia si usted quiere.

-De todas formas, ¿qué es lo que te pasa? Te aviso que Ryou está afuera y muy preocupado –Seto decidió intervenir, para él Akefia se veía completamente bien-, ya deja de quejarte y vámonos de aquí.

-¡Es que algo me pasa! –Akefia insistió-. Estaba con Ryou pasándola bien en esos juegos tontos y recuerdo mirarle para darle un peluche, él me sonrió entonces empecé a sentirme mal: me faltaba el aire y mi pulso estaba rápido, también me sentía ardiendo, seguro que tenía fiebre.

Ninguno dijo nada ante los síntomas, no eran doctores después de todo, pero eso sonaba a algunas experiencias que ellos mismos habían tenido, sonaba familiar. Miraron a los jóvenes de túnica esperando a ver qué decían ellos.

El chico se llevó el índice a la mejilla mientras pensaba. -¿Quién es Ryou?

-¿Ah? ¿Y eso qué importa? –a Akefia le molestó que un extraño preguntara por Ryou.

-Podría ser importante –el chico insistió y luego se miró a Seto-. ¿Es el chico que está afuera? 

Seto asintió sin más y Akefia lo miró mal, como si revelara algo prohibido. El chico de bata sonrió complacido y fue hasta la entrada de la carpa, asomó la cabeza para echar un vistazo a quienes esperaban allí. Había un chico rubio y otro peliblanco, este último llevaba peluches con él así que asumió que ese era el tal Ryou. Era un chico muy bonito.

Volvió sonriente por estar seguro del diagnóstico de su paciente. Todo estaba claro ahora.

-Ya sé que es lo que tienes –todos lo miraron desconfiados, incluso su compañera-. ¡Estás enamorado!

Se hizo un silencio sepulcral. Los cuatro chicos miraron al médico como si este estuviese loco o algo parecido. Marik fue el primero en soltar una carcajada, Seto y Atem se le unieron. Pero por supuesto que estaba enamorado, era tan obvio que hasta un médico se dio cuenta.

Akefia se paró molesto de la camilla, esos dos médicos no hacían más que tomarle el pelo desde que ingresó en esa estúpida carpa. Se dirigió a la salida sin más.

-Te equivocas. Son unos inútiles. ¿Acaso les dieron su diploma por teléfono?

Fue todo el camino hacia la salida con sus amigos pisándole los talones y riéndose de él. Ese día estaba entre los más humillantes de su vida. ¿Quién demonios iba al médico por síntomas de enamoramiento? Por supuesto que él no, así que no estaba enamorado. Apenas salió de la carpa Ryou lo ubicó y le dio una de sus grandes sonrisas, notó el alivio en sus ojos mientras abrazaba contra su pecho los peluches que había ganado para él.

Su corazón saltó. Su piel ardió. Su respiración se cortó. Su mente hizo cortocircuito.

Demonios. Sí estaba enamorado de Ryou.

+ - + - + - + - +  

Joey iba junto a sus amigos hacia el Matsuri, todos los años solían ir juntos y vestir yukatas, era de sus actividades favoritas para hacer durante las vacaciones de verano. Aunque este año sería diferente: Duke se había unido al grupo y se iban a juntar con Atem y compañía. Todavía no le había dicho a nadie que Seto lo había invitado, se suponía que iría de cualquier forma así que no era realmente importante, ¿verdad?

Había estado sintiéndose extraño durante toda la semana, el solo pensar sobre lo que había sucedido en la mansión Kaiba le ponía los pelos de punta. Mokuba lo había despertado emocionado y cuando se sentó en la cama se dio cuenta de que no era la que le habían dado, además el lugar junto al suyo estaba revuelto y todavía caliente.

Dos más dos es cuatro y él había vuelto a dormir con Seto.

No quería pensar en la costumbre de Seto por acaparar la cama. ¿Habría vuelto a abrazarle durante la noche? Ni tampoco pensar en la escena de él por la mañana luciendo increíblemente imperfecto con solo un pantalón de pijama y trayéndole su ropa mientras le hablaba suave. Por suerte Mokuba estaba ahí para arruinar el ambiente que su mente había estado creando.

-¿Dónde está Ryou? –preguntó Tea, ella se veía preciosa con su yukata.

-Akefia lo invitó, así que fue antes –explicó Yugi.

-¿El amigo de Atem? ¿El que se ve intimidante? –Yugi asintió y Tea saltó emocionada-. ¿Era una cita? ¡Quedan tan bien juntos! –Tea se acercó a él y enganchó su brazo con el suyo-. Ahora nosotros somos los únicos solteros.

Joey se rio mientras que la chica hacía un puchero. Es cierto que tanto romance alrededor lo estaba haciendo sentir un poquito de envidia y soledad. Y pensar que hace un par de semanas el amor había llamado a su puerta, si no fuera porque ya no hablaba con el Sacerdote…

-Seguro que ya encontrarás a alguien.

El parque estaba lleno de personas y los niños corrían entre sus piernas con dulces y peluches en las manos. Joey amaba ese ambiente, esos niños eran él y su hermana de pequeños cuando todo estaba bien. Daría lo que fuera para volver a ir a un Matsuri con Serenity. O para poder ir con alguien como el Sacerdote, como sus amigos y sus parejas.

Últimamente pensaba mucho en el Sacerdote. Se preguntaba si tenía que ver con el millón de mariposas que aparecieron en su estómago cuando vio el mensaje de Seto ayer. Se sentía confuso.

Encontraron a los demás junto a un puesto de dulces. Joey sonrió al ver a Mokuba ya con toda la boca teñida de rojo por la manzana acaramelada que tenía en la mano. Como siempre Atem y Yugi se lanzaron a abrazarse, a pesar de que se habían visto todos los días durante las últimas tres semanas. Tea se perdió junto con Duke y Tristán, Marik y Malik corrieron por otro lado para disfrutar lo que les quedaba de vacaciones, Yugi y Atem caminaban tomados de la mano y mirando los stands metidos en su burbuja privada.

Y eso lo dejaba solo con Seto, y un Mokuba que caminaba varios pasos por delante. Parecía extrañamente calculado.

-Ho-hola –su voz salió cortada cuando se dirigió a Seto. Se quiso golpear a sí mismo.

Seto le asintió seriamente como siempre y ambos empezaron a caminar junto al otro siguiendo a Mokuba en silencio. Juraba que la incomodidad era palpable en el aire. Por algún motivo que no entendía estaba nervioso, cómo si no quisiera meter la pata.

-¿Has venido antes? –Seto fue el primero en romper el hielo.

-Vengo todos los años, siempre me ha gustado. Comida, juegos y gente agradable, ¿dónde más estaría un chico como yo durante el verano?

-Eres igual que un perro, perro -Joey puso cara de ofendido a pesar de que ya no le importaba tanto cuando lo llamaba por ese apodo-. Supongo que al final fue estúpido invitarte, hubieras venido de todas formas con tus amigos.

-¡No! ¡Digo sí! –sintió sus mejillas arder y se concentró en mirar hacia el frente-. Me refiero a que me gustó que me invitaras.

-Me alegro –volvieron a un silencio ya no incómodo-. Es bueno volver a verte.

Joey no pudo aguantarse la sonrisa, pero miró hacia otro lado para que él no la viese. Por algún motivo sus palmas sudaban y su pulso se aceleró ligeramente. Las últimas semanas Seto lo estaba haciendo sentir de la misma forma que el Sacerdote, y de nuevo, él no quería pensar en eso.     

-Igualmente, más ahora que sé que no eres tan desagradable todo el tiempo -Seto se rió ligeramente y se sintió bien por eso.

Iba a decir algo más cuando Yugi apareció corriendo emocionado y cinchando a un pobre Atem de la mano. Yugi se metió entre él y Seto para contarle emocionado sobre un stand, soltó a su novio para tomarlo a él y arrástralo hacia allí.

-¡Mira los premios! ¡Son increíbles! –Joey tenía que admitir que Yugi tenía razón cuando vio los premios, algunos eran de Duelo de Monstruos-. ¡Quiero ese! ¿Puedes conseguirlo para mí? ¡Por favor! ¡Por favor~! 

Joey se rió ante los ruegos de Yugi. Por supuesto que Yugi le pediría que ganara un premio para él, todos sus amigos sabían que era el mejor en juegos de puntería como ese. A veces los años en la pandilla sacaban sus frutos en cosas buenas. Miró el peluche que Yugi quería, un gran Kuribo colgaba como premio mayor de una racha perfecta.

-Claro, Yugi –aceptó de inmediato porque sabía que iba a ganar.

-Yo podría haberlo conseguido para ti… –Atem dijo de fondo, aunque Yugi no le prestó atención porque estaba muy ocupado comprando jugadas para que Joey consiguiera el preciado peluche.

Atem se sentía inservible mientras miraba junto a sus dos primos. Quería ser como Akefia y ganar premios para el bonito chico que le gustaba, y admitía que se sentía un poco mal de que Yugi no haya considerado pedirle ayuda a él para conseguir el premio. ¿Acaso se veía como alguien que no podría hacerlo? ¿Acaso su altura le estaba jugando en contra como tantas veces? ¿Se veía como alguien débil o poco atlético? ¡¿Eso era algo malo?!

-Te ignoró completamente… -Mokuba se burló dándole el último mordisco a su manzana. Atem lo miró mal.

-Velo de esta forma: cuando Joey falle, tú podrás aparecer como un héroe y ganar el mísero peluche –reflexión Seto observando cómo Joey tomaba las tres pelotas-. Se necesitan tres tiros perfectos, es poco probable que Joey lo consiga.

Vieron como Joey se colocaba en posición para lanzar, se veía muy tranquilo y confiado en sí mismo. Yugi también, y también estaba emocionado, como si ya supiese que ese peluche sería suyo en cuestión de tres tiros.

Los tres quedaron como tontos cuando Joey lanzó la primera bola y todos los objetivos cayeron con facilidad ante la fuerza del lanzamiento. Seto maldijo hacia adentro, ¿Cuándo iba a aprender a dejar de dudar de las capacidades de Joey? La segunda y tercer pelota volvió a derrumbar todos los objetivos.

-Aquí tienes… -el dueño del local estiró de mala gana el Kuribo hacia los brazos ansiosos de Yugi.

-¡Gracias, Joey, eres genial! –Yugi se abrazó al costado de Joey.

Atem se quejó en voz baja. ¡Ahí se iba su plan maestro para quedar como un chico genial frente a su novio! Lo peor era que ahora dudaba de sus propias capacidades, ¿y si trataba de hacer lo mismo y no podía? Joey había hecho tres lanzamientos perfectos, una racha difícil de alcanzar. Quizá era mejor alejarse de los juegos de lanzamiento por lo que quedaba de la noche.

Ryou apareció junto a Akefia cargando varios juguetes y peluches, cuando vio el de Yugi se sorprendió por el tamaño y entendió de inmediato cómo lo obtuvo. -¡Joey, yo también quiero! ¡Quiero el conejo! ¡El conejo!

Akefia se unió a sus otros dos tontos amigos a observar cómo Joey sorprendía a sus chicos. Nuevamente los objetivos cayeron y podían elegir cualquier premio. Ryou le dio a Akefia todos los peluches que había ganado para él ese día y así sus manos quedaron libres para tomar el gran conejo blanco de orejas caídas. Akefia sumó su mal humor al de Atem.

Como si no fuera suficiente Marik y Malik también hicieron aparición y Malik quedó tan sorprendido de las capacidades de Joey que él mismo quería probarlo. Cinco minutos después descubrieron que Malik tenía una fuerza y puntería envidiable; terminó con un gran gato entre manos. Por último Joey no se quedó con las ganas y se ganó para sí mismo un peluche.

-Me siento inesperadamente humillado –Marik se lamentó y sus amigos asintieron.

Volvieron a dispersarse y pronto Joey se encontró a solas con Seto de nuevo, Mokuba prefirió irse con su primo. A Joey le seguía pareciendo raro que todos trataran de dejarlo solo con Seto, no parecía coincidencia.

-¿Te gusta? Me inspiré en tu apodo -Joey le enseñó a Seto su gran perro amarillo con manchas marrones y collar rojo.

-Un perro para otro perro –Seto se burló y entonces un peluche mediano fue arrojado a su cara y cayó en sus manos-. ¿Qué es esto?

-Es para ti –Joey se tragó la risa de ver a Seto admirar el peluche de un dragón blanco de ojos azules-. Lo gané mientras todos veían el recién descubierto talento de Malik. ¿Te gusta?

-Me encanta –no pudo contenerse de decir la verdad.

-Qué bueno –Joey sentía como su pecho se calentaba-. No esperaba que hubiera una tienda donde te pudieras ganas peluches con forma de Monstruos de Duelo.

-Fue idea de Atem, quería sorprender a Yugi –Seto de verdad admiraba la creatividad de su primo para poner siempre una sonrisa en la cara del enano-. Así que puede que demore un poco en perdonarte por robarle la atención… puede que Akefia también.

Joey lo miró sin entender por un segundo hasta que le cayó la ficha y se sonrojó. -Oh… creo que arruiné el plan de Atem. Lo siento, es que por lo generar soy yo quien gana los peluches.

Seto realmente estaba sorprendido de las habilidades de Joey, a pesar de que ya conocía sus antepasados en la pandilla y por lo que era obvio que sería óptimo. Pero bueno, toda la cháchara de sus amigos sobre conseguir premios para sus chicos probablemente ya le había afectado la cabeza. Ahora le parecía estúpido, le gustaba que Joey hubiese ganado un premio para él y no al revés, lo admitía.

-Seguro que te perdona rápido.

-Eso espero, no me gusta estar mal con la gente.

Seto pensó en las tres semanas que llevaba sin hablar con Joey por medio del juego. El Sacerdote entraba todos los días con la esperanza de que finalmente Joey se le acercara y le dijera que lo perdonara, pero ese día no sucedía y empezaba a temer que nunca sucediera. Necesitaba de vuelta esas charlas nocturnas hasta tarde con Joey, tanto como respirar.

-¿Sueles perdonar fácil a las personas?

A Joey le sorprendió la pregunta y pensó al respecto. -No lo sé, supongo que sí si merecen ser perdonados. Además prefiero evitar el lamento de estar mal con alguien. Pero si me hacen enojar, tardo un poco más –no pudo evitar pensar en el Sacerdote-. Depende también lo que hace la otra persona para que yo decida perdonarlos.     

-Debe ser difícil para algunas personas obtener tu perdón –Joey lo miró frunciendo el ceño sin entender-. Digo, a veces es difícil demostrar que quieres el perdón de alguien por más que sea lo que más deseas y no es fácil si la otra persona se cierra a no aceptar disculpas.

-Supongo que sí –otra vez pensó en el Sacerdote y murmuró-. Quizá fue demasiado…

Siguieron caminando y a pesar de que Seto hablaba, Joey se sentía un poco desconectado.

En estas tres semanas había visto al Sacerdote un millón de veces en el juego, aparecía a la misma hora de siempre pero se desconectaba rápido, generalmente lo encontraba entrando al palacio de Tebas en el mapa de Egipto. Cada vez que lo veía le invadían las ganas de hablarle, pero recordaba lo idiota que había sido con él y entonces solo se iba hacia el otro lado.  

Lo extrañaba, tanto que lo sorprendía. Extrañaba su humor seco y sus palabras concisas, extrañaba sacarle cosas de su vida con esfuerzo y jugar con él hasta altas horas de la noche. Extrañaba la confianza que tenían en la baraja del otro, la confianza que tenían en el otro y ya. Extrañaba la sensación en su estómago cada vez que hablaba con él y el pensar que alguien allí afuera también suspiraba por su persona.

Quizá ya era hora de hablar con él, juntarse, perdonarse y si tenía suerte besarse también. Porque no había nadie en el mundo al que amara más que a ese idiota, ni siquiera el idiota que  caminaba al lado suyo y que le hacía temblar las piernas cuando le hablaba. Seto Kaiba solo era un amor platónico y muchas coincidencias juntas, el Sacerdote era una posibilidad y un amor verdaderamente exasperante y emocionante a la vez.

-¿Quieres probar? Toma –una bolita de takoyaki apareció frente a sus ojos sacándolo de su ensoñación.

Pestañó varias veces hasta que al fin pudo ver claramente a Seto delante a solo un paso, estaba muy cerca y no parecía darse cuenta de que estaba invadiendo su espacio. Casi quería reírse de sí mismo porque amaba al Sacerdote, pero el chico frente a él lograba intoxicarlo con el olor de su colonia y con solo clavar sus ojos azules en los suyos.

Se dio cuenta de que estaba demorando y sin pensarlo mordió la bolita. Los dedos de Seto acariciaron su labio inferior y lo hicieron estremecer. ¿Por qué estaba tan cerca? -Está rico.

Estaba seguro de que sus palabras no habían significado más de lo que eran, pero Seto lo tomó como una invitación a seguir ofreciéndole takoyaki que no podía rechazar. Tampoco pudo evitar sonrojarse ante el pensamiento de que Seto lo estaba alimentando y no parecía molesto por eso, es más, parecía bastante complacido por este hecho.

-¿Has estado jugando mi juego? –Seto le dio otra bolita en la boca y luego se llevó una a la suya.

Masticó con cuidado sintiéndose aún estupefacto, también se sentía cómodo y eso hacía peor todo. -Sí, como siempre. Y sigo sin ver al Emperador moverse. Deberías de jugar más tu propio juego o será un desperdicio, y aprovechar las vacaciones también.

-No creo que lo empieces a ver seguido. A los chicos les gusta la sensación de ser superiores a los demás, pero por mi parte considero que nunca tendrás la experiencia completa si solo eres un administrador. Por eso la mayoría de las veces juego con otro avatar.

Eso sorprendió a Joey. Y pensar que todo este tiempo había estado recriminándole lo estúpido que era por no jugar su propio juego. -¿Otro avatar? ¿Cómo los vigilantes? Duke me habló de ellos y de lo que hacen.

-Mi avatar vigila, principalmente aquella vez que tuvimos problemas de intrusos, pero en realidad él está desde el principio. Siempre juego con ese avatar, es más divertido.

-Pues me alegro de saber que no eres tan tonto y disfrutas de tu propio juego. Ya me estaba preocupando por ti –bromeó mordiendo la última pelotita de takoyaki que Seto le ofrecía. Se dio cuenta de que este estaba casi pegado a él-. ¿Y cómo se llama tu avatar? Quizá podríamos jugar juntos alguna vez. Veamos si eres tan bueno como dices serlo.

Seto miró al suelo, pero estaba tan cerca y era tan alto que podía notar que estaba sonriendo ligeramente. Joey no entendió qué era tan gracioso. Seto lo miró y estaba a punto de decir algo cuando Yugi apareció con Atem y Mokuba, les hizo señas para que se acercaran.

Enseguida fueron hacia ellos y Joey demoró en notar que una mano estaba apoyada en su cintura mientras lo guiaban entre la gente, se seguía sintiendo cómodo con la cercanía de Seto  y no entendía por qué. Él estaba muy cerca, no solo su mano, podía sentir su calor al caminar junto a él.

-Ya casi es hora de los fuegos artificiales. Será mejor que nos juntemos con los demás para buscar una mejor vista –Yugi recomendó.

Terminaron todos juntos bajo un árbol con luces, prontos para ver el cielo brillar en medio de la ciudad. Mokuba estaba sentado en el césped y el resto estaban relajados y abrazados en pareja. Otra vez se había quedado solo con Seto de alguna forma, y ahora estaba más cerca que nunca y a pesar de que parecía queja, ni siquiera él podía encontrar la voluntad para alejarse y construir un espacio entre ellos.

Pronto se escuchó el primer estallido y la multitud de personas estalló en aplausos y admiración mientras las luces se reflejaban en sus rostros. Frente a él vio a sus amigos abrazar a sus parejas y besarse con ganas, incluso Yugi no dudó en dejar caer su preciado Kuribo al suelo y envolver sus brazos en el cuello de Atem para besarse apasionadamente. Su estómago se retorció con envidia.

Pensaba en eso cuando Seto nuevamente tomó su cintura y hasta se puso frente a él. No sabía por qué ninguna alarma se prendió en su cabeza cuando Seto tomó su mejilla en su palma o cuando su rostro se acercaba al suyo y lo vio cerrar sus ojos. Joey también cerró los ojos y hasta separó los labios esperando el momento en que encontraran los suyos. El beso fue suave y tentativo al principio. La mente de Joey se inundó del aroma a colonia cara y la sensación de que sus labios picaban con urgencia.

Un segundo estaba ahí disfrutando de un beso suave y al otro se encontraba en puntas de pie con sus manos hechas puños tomando la yukata del otro y profundizando el beso como si fuera a morir si no lo hacía. Seto lamió sus labios y los separó haciendo que dejara salir un suspiro. Sus lenguas se encontraron y la sensación lo hizo estremecer y darse cuenta al fin de lo que sucedía.

Estaba besando a Seto. Seto lo estaba besando. Era el mejor maldito beso que había recibido en su vida. Es más, era el primero que se daba con un chico, pero no era el chico que quería. No era justo suplantar algo que quería con algo que podía tener.            

-¡Espera! –con todo el esfuerzo del mundo colocó su manos en el pecho de Seto y lo apartó de sí un poco.

-¿Algo está mal? –Seto le acarició la mejilla y no se veía molesto porque lo haya apartado. Eso lo hacía sentir peor porque él no entendía, no entendía por qué debían de contenerse y no zambullirse en el mejor beso de sus vidas nuevamente.   

-No puedo hacer esto. No es justo para ti –Joey sentía su cara enrojecer y estaba empezando a dudar de su capacidad de voluntad cuando Seto tomó una de sus manos en su pecho y besó suavemente su muñeca. Se estremeció.

-¿Por qué? Yo quiero hacer esto -volvió a acercarse a él y sus labios se rozaron cuando zafó su  mano y volvió a entablar una separación entre ellos.

-Es que… ya estoy enamorado de alguien más, por eso… esto no está bien –Seto finalmente se apartó a pesar de que no quitaba su mano de su mejilla. Al final Joey apartó la mano de sí-. Lo siento.

Seto asintió suavemente en comprensión. No se veía molesto y por eso cruzó por su mente que quizá para Seto no era más que un beso sin ningún objetivo a futuro. Pero a la vez… la forma en que había tomado su mejilla y su mano en su cintura… decían algo diferente.

-Está bien, lo entiendo.

Supuso que la situación era lo suficientemente humillante y que por eso Seto decidió irse con su hermano que emocionado señalaba los fuegos artificiales sobre sus cabezas. No estaba seguro de si había hecho lo correcto, jamás había pensado en Seto como una posibilidad, siempre había sido el chico demasiado sexy y demasiado listo para él al que admirar de lejos.

Además después de esto realmente podía confirmar que seguía estúpidamente enamorado del Sacerdote, no quería ni pensar en besar a alguien más que no fuera él. A pesar de que fuera el chico más feo del mundo, a pesar de la baja probabilidad de que sea más atractivo que Seto. No quería renunciar al Sacerdote, no ahora y por algo tan poco probable como Seto Kaiba.

-Joey, ¿estás bien? –Tea apareció a su lado y le acarició el brazo, supo de inmediato que ella lo sabía-. Los vi, no era mi intensión. Lo siento, debes de sentirte muy confundido ahora.

-Solo un poco. Estoy bien, no te preocupes –Tea lo miró como si no le creyera y se abrazó a su lado en forma de apoyo. Le daba vergüenza admitir lo bien que le hacía.

Al poco tiempo cada uno tomó un camino dándole fin a la extraña noche. Joey no podía estar más agradecido de por fin poder irse, no podía estar ni un segundo más cerca de Seto con quien cruzaba miradas para nada accidentales para luego apartar la vista.

Ahora estaba más seguro que nunca de volver a hablarle al Sacerdote, antes de que su mente se confundiera mucho más que ahora.          

Notas finales:

¿Les gustó?

Finalemnte se acabaron las tres semanas de vacaciones para los chicos y ahora deben de volver a Egipto. Pensé en escribir algo más con ellos aquí pero se me hace muy largo todo lo de Joey y Seto que son la pareja principal, quiero más romance con estos chicos!

Me rei tanto al penar en Mokuba descubriendo a Seto, siempre fue una idea que tenía clara: Mokuba encontrando lo que no debía en la computadora. Y hablando de cosas claras, también tenía claro que Akefia no comprendería sus propios sentimientos. ¿Quién va a médico por síntomas de enamoramiento? Pues al parecer tú. No lo culpo, Ryou es adorable.

Me encanta como todos conspiran para dejar a Seto y Joey solos, auqnue fueron tan obvios que hasta Joey se dio cuenta, por suerte no le importó lo suficiente. Al fin Joey está planteándose volver a hablar con el Sacerdote, y cuando piensa que ya todo está ordenado en su cabeza, comparte el mejor beso de su vida con Seto. ¿Qué es lo que uno hace cuando tu amor platónico no es tan platónico? Además ahora mismo el Sacerdote pareciera ser más platónico que el mismísimo Seto Kaiba.

Ahora mismo no querría estar en la mente de Joey, pero soy la escritoria y tengo la obligación. Lamentable porque ni yo sé qué hacer. Lo dejaré fluir. 

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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