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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo los personajes para crear nuevas hitorias.

Realmente odio subir capítulo cuando no es día de capítulo, pero peor es atrasarse y más sabiendo que el capítulo está más que escrito. Estas dos semanas y media he estado con remodelación de mi cuarto, eso significa que he dormido en el living de mi casa todo este tiempo y (spoiler pequeñito) no saben lo difícil que es escribir un lemmon cuando no te dejan sola ni por una hora para dejarme concentrar en ello! Finalmente el lunes estuve sola un ratito y le di con todo a esa parte que me falta, pero entonces mi creatividad se extendió y me propuse alargar el capítulo porque estoy extendiendo mucho la historia y no quiero agregar capítulos de más (¡mi imaginación no conoce de límites!).

En fin, es un cap largo, pero definitivamente lo que le agregué le dio la chispa que neesitaba. 

Disfruten!

Capítulo 24:

Joey se unió al minuto entero en silencio en nombre de un administrador caído y luego festejó la victoria de Yugi junto a casi todo el resto de los presentes. Gritó hasta quedarse sin voz la hazaña lograda de Yugi, quien saludaba al público en medio de una lluvia de papelitos dorados que caían del techo.

–Seto se ve furioso –comentó Mokuba parado a su lado.

–Si bueno, las personas tienen que aprender a perder de vez en cuando –dijo Joey elevándose de hombros como si nada.

–No lo entiendes, Joey. Creo que es la primera vez que mi hermano pierde en su propio juego –Mokuba saltó de un pie a otro con incomodidad–. Y todavía fue en público en medio del evento más grande que hemos hecho hasta ahora.

Joey miró hacia techo con impaciencia. –Pues ya era hora que sucediera. De verdad Mokuba, todos sabemos que Seto es increíble y por eso mismo no necesita seguir engordando ese gran ego que tiene.

Mokuba se rio dándole la razón, aunque seguía bastante preocupado por cómo se sentiría su hermano al perder.

Joey miró a Seto en su extremo del escenario, no estaba para nada contento con el resultado y hasta parecía que le costaba asumir que había perdido. Un papelito dorado le cayó en el hombro y este lo desechó con enojo maldiciendo en voz baja. Miró al piso unos cuantos segundos, Joey apostaba cualquier cosa a que era su forma de calmarse, cuando levantó la vista reunió su mazo completo y rebuscó en él una carta en específico; tal y como dictaban las reglas del torneo, caminó hacia Yugi y le entregó la carta poderosa prometida.

–Qué pena que no apostó una de sus cartas de dragones blancos –se lamentó Joey.

– ¿Estás loco? Seto jamás entregaría a Kisara a nadie –Mokuba se carcajeó.

Joey miró al chico con aturdimiento. ¿Había dicho Kisara? ¿Qué tenía que ver el Dragón Blanco con Kisara? Joey sintió como algo en su estómago se hundía y la garganta le dolía, no lo entendía, pero sabía que ninguna de las ideas que le llegaban a la cabeza le gustaba. ¿Mokuba hablaba de la misma Kisara que Malik? ¿A qué se refería con que Seto no podría soltarla jamás?

– ¡Vamos Sacerdote! ¡No te pongas así! –Marik había vuelto a tomar el micrófono y miraba a Seto con una sonrisa que dejaba en claro que disfrutaba su derrota–. El Faraón ya perdió contra Yugi y yo también. ¡Bienvenido al club!

– ¿Entonces soy el único que sigue en pie? –se escuchó por el micrófono a Akefia preguntar con más que un poco de orgullo por sí mismo.

–Solo porque todavía no te has enfrentado a él, Ladrón –se defendió Atem, su respuesta retumbó por todo el lugar también–. Apuesto a que también perderás.

–¡Cállense ustedes dos! –los rezongó Marik–. ¡Felicidades Yugi! ¡Acabas de ganar trecientos mil yenes y una de las cartas más extrañas del juego de la propia baraja del jefe! 

Con todavía el estómago dado vuelta, Joey se fijó en Seto retirándose con poco orgullo del escenario. Algo en sí se estaba preguntando si Seto de verdad lo quería como decía, o si solo era un sustituto a un amor perdido hace años. Se preguntó si Seto llamaba Kisara a las cartas por su antigua novia, quizá le recordaban tanto a ella que por eso no estaba dispuesto a perder ninguna de ellas.

–Guardián, tienes que empezar a cerrar el pico si quieres seguir respirando –amenazó Seto a Marik subiendo por fin al balcón, Marik levantó ambos brazos en rendición.

Joey se sintió increíblemente incómodo cuando Seto se acercó a él luciendo irritado pero tratando de fingirlo, por algún motivo tenía miedo de que pudiera leer su pensamiento, descubrir los miedos e incertidumbres que se encontraban en su interior. Hizo a un lado todo eso y le sonrió débilmente.

–Siento mucho que hayas perdido –al contrario que Seto hizo con él, no lo abrazó, más que nada porque este se había cruzado de brazos mientras observaba junto a la barandilla a su primo festejarle a Yugi en el escenario–. Juré que ganarías, es una pena.

Seto lo observó seriamente. – ¿A sí? Estaba seguro que alguien gritaba deseando que perdiera y su voz sonaba como la tuya.

Joey fingió sorpresa. – ¡Oh! ¿Me escuchaste? –Joey le sonrió ampliamente y se rió cuando Seto le devolvió la sonrisa sin molestia–. ¿Qué te puedo decir? Me encanta ver cómo te ponen en tu lugar. Una pena no haberlo podido hacer yo mismo.

Seto pasó un brazo sobre sus hombros y besó su sien. –Eso sí que no va a suceder nunca, Senshi.

–Yo creo que deberías ir haciéndote la idea, así no sufres mucho cuando suceda.

–Yo no estoy sufriendo –se quejó, aunque parecía tratar de convencerse a sí mismo.

–Claro, claro. No tienes que fingir conmigo, Seto. Te conozco, ya sabes –le susurró al oído–. ¿Qué tal un par de partidas mata zombis en tu mansión?

–No es una mala idea.

Esa noche Atem y Yugi salieron a festejar solos, aprovechando el tiempo que podrían pasar juntos, Atem solo se quedaría durante una semana más. Malik estaba tan contento de saber que Akefia y Ryou estaban en algo, que insistió hasta el cansancio para salir en una cita doble a un pub. Eso les dejaba la mansión entera para Joey y Seto, aunque por supuesto que estaba Mokuba en la mezcla.

– ¡Realmente estuviste genial, Joey! Pensé que ganarías cuando vi aparecer a tu Dragón Negro. ¡Tienes cartas realmente poderosas, y más ahora! Es fantástico que ganaras ‘El pescador Legendario’, es una de mis favoritas –Mokuba farfullaba con ganas.

–Ves, él si creía que iba a ganar –le recriminó Joey al castaño a su lado.

–Te enfrentabas al mejor jugador, no podía decir que fueras a ganar con seguridad –se quejó Seto sin entender por qué a Joey le molestaba tanto el tema.

–Tú en serio no entiendes nada –Joey rodó los ojos con impaciencia.

Mokuba se carcajeó al ver la cara de perdido de Seto, a su hermano le hacía falta juntarse más con gente que no estaba acostumbrada a su falta de empatía y muestras de apoyo, gente que al contrario que sus mejores amigos, no podían leer su mente. Dejó de reírse cuando seto le miró mal, pero fue todo el camino aguantándose la risa.

No estaba de más decir que el primer juego que jugaron fue ‘Biohazard’, por el bienestar mental de Seto. Joey se apretujó contra el CEO en el sofá con el joystick entre manos y se dispuso a jugar la mejor partida mata zombis del mundo mientras Mokuba estaba en la cocina pidiendo que les prepararan algo para cenar. Siempre que el juego lo permitía Seto pasaba un brazo sobre sus hombros y a veces acariciaba su mejilla o su cuello sin ni siquiera darse cuenta de que lo hacía y Joey, completamente engatusado, se apoyaba en su hombro.

–Traje bebidas mientras tanto –Mokuba apareció entonces–. Hermano, ¿ya mataste suficientes zombis? ¿Podemos jugar otra cosa?

–Todavía me falta imaginármelos con la cara de los de Recursos Humanos que siempre contratan gente inútil –Seto se elevó de hombros como si lo que había dicho tenía completo sentido–, pero puedo dejarlo para mañana.

La siguiente hora la pasaron jugando los tres juntos a ‘Trine’, Seto y Joey compartiendo un sofá y Mokuba tirado en un puf en el suelo. Seto observó a las dos personas a su lado que se reían a toda voz, había esperado este momento lo que parecían siglos. Jamás había podido perdonarse no haber estado esa noche en la que Joey vino a la mansión para poder jugar con él y su hermano, este día estaba recuperando ese momento perdido. A la mierda como se había sentido hacía solo unas horas atrás (molesto y humillado), las dos personas más importantes de su vida estaban a su lado y le sonreían felices de la emoción.

–Creo que este juego no es lo mío –aseguró Joey metiendo la pata por décima vez consecutiva, pero aun así riendo a lágrima suelta.

–Eres terriblemente malo, creo que nunca vi a alguien tan malo en este juego –se burló el CEO, pero a Joey no le molestó porque Seto también se estaba riendo de su error.

No habían terminado de reír cuando el celular de Seto sonó, había escuchado como mensajes no dejaban de llegarle aunque ni siquiera los mirara, cuando enseguida respondió el llamado supuso que esa era la forma de saber que era importante. Mokuba dio pausa al juego y se quedaron viendo a su hermano hablar por teléfono, intercambiaron miradas cuando el ceño de Seto se frunció y se levantó para continuar la llamada en otra habitación.

– ¿Esto sucede seguido?

–A veces. Después de un evento, seguro –afirmó Mokuba.

–Está bien, lo tendré en cuenta.

–Oye, Joey. De verdad me alegra de que tú y mi hermano estén saliendo –la cara que le mostró Mokuba lo hizo incapaz de aclarar que no eran nada aun–. Me pone feliz que tenga a otra persona más en su vida además de mí y de los chicos, principalmente porque ellos pasan más tiempo en Egipto que aquí. De verdad haces feliz a Seto, nunca lo he visto sonreír tanto y menos por estas fechas.

Joey se acomodó en el sillón sentándose en el borde para estar más cerca de Mokuba, quien lo miraba con ojos brillosos. Se exprimió los sesos tratando de pensar sobre algún comentario que Seto haya dicho en cuanto a la fecha en la que estaban.

– ¿A qué te refieres con esta fecha? ¿Hay algo en especial?  

Mokuba se revolvió incómodo evitando su mirada. –Tanto nuestra madre como nuestro padre fallecieron por esta época. Sé que mi hermano los extraña más lo que dice, aunque no quiera admitirlo, sé que extraña tener una familia…

–Mokuba, tú hermano sí tiene una familia, quizá no es la típica familia que todos esperan que tenga, pero es una muy buena y tú estás en ella. También los chicos y tu tío, y ahora yo también –el chico lo miró con ojos lagrimosos.

–Es que Seto no confía en la palabra familia y sé que yo tengo la culpa de eso –Mokuba apartó la vista de Joey y este notó cómo el chico se perdía en un recuerdo lastimoso de su pasado–. Quería tanto tener una familia que… que… fui ingenuo y  dejé que se aprovecharan de mí. Por eso Seto odia la palabra familia aunque sé que extraña tener una y sé que eso es culpa mía porque deseaba tener una familia. Al igual que es culpa mía que él y Kisara terminaran y por eso a mi hermano le cuesta tanto dejar entrar a personas a nuestra vida. Al final siempre por mi causa Seto termina estando solo, o para protegerme, o para hacerse el fuerte…

Joey quería seguir prestándole atención a todo lo que Mokuba estaba diciendo, pero nuevamente se encontró perdido en las palabras del chico. Otra vez había mencionado a Kisara y esta vez estaba seguro de que se estaba refiriendo a la misma chica que Malik, hasta estaba confirmando que ella había estado en una relación con Seto. Su estómago se apretó con disgusto, Mokuba lo había dicho como si la ruptura hubiese roto el corazón de Seto y lo hubiese cerrado a toda posibilidad de relación, pero entonces, ¿qué era él?

Vio unas lagrimillas caer de los hermosos ojos azules de Mokuba y se dio cuenta de que ese no era el momento de sentir lástima por sí  mismo. Se paró y se acuclilló en el suelo a su lado.

–Te aseguro, te prometo Moki, que Seto no te culpabiliza de nada de lo que haya pasado en su vida. Lo veo incapaz de hacer algo así –detuvo una lágrima en su camino con el pulgar–. Y si tienes dudas de eso, siempre puedes hablar con Seto, es tu hermano y vive preocupado por ti, pero porque le encanta preocuparse. Saber qué cosas te preocupan más bien van aliviarlo.

–Es un controlador –Mokuba le sonrió mientras se frotaba los ojos.

–Pues sí, eso mismo –ambos se rieron. 

–Gracias, Joey.  

Mokuba se apoyó en su hombro y Joey se tensó por un segundo antes de relajarse y acariciarle el pelo. Mokuba encendía todos sus instintos de hermano mayor, le recordaba tanto a Serenity que quería encerrarlo en una torre para que ya no sufriera por nada. Para cuando Seto había regresado, Mokuba y él estaban de vuelta sonriendo y riendo mientras hablaban del nuevo proyecto que Mokuba quería darle a su mapa.  

– ¿Sabes que está prohibido contar secretos de la empresa a desconocidos, verdad? –Seto volvió a sentarse en el sofá, echando en falta tener a Joey junto a él.

Mokuba rodó los ojos. –No veo el problema, Joey vendrá a trabajar con nosotros.

Joey miró seriamente a Mokuba, que no parecía arrepentirse para nada de lo que dijo. –No he aceptado el trabajo y realmente no sé si voy a hacerlo.

–Lo harás –dijo el chico como si nada mientras daba un manotazo al aire mientras volvía a tomar el joystick. 

Joey miró a Seto. –Esto es tú culpa, le estás pegando tu egocentrismo y manipulación.

Seto se elevó de hombros. –Puede que el ego sí, pero la manipulación le vino en la sangre. Te recomiendo que no lo mires a los ojos cuando quieras decirle que no –Joey se volteó a ver a Mokuba ante el consejo, este le dio una gran sonrisa que pintaba ser cualquier cosa menos inocente de la acusación–. Él sabe muy bien lo que hace. Ahora, vuelve aquí.

Seto palmeó el lugar a su lado y antes de siquiera pensar en lo que hacía, se paró del piso y voló de un salto junto a su chico. Seto le cedió un control y luego pasó un brazo por su cintura y tomó su propio control. Así siguieron jugando otro rato más, con Joey envuelto en los brazos de Seto.

+ - + - + - + - + - + 

El pasillo estaba oscuro, apenas entraba luz por los grandes ventanales. Los techos altos permitían que las risas bajas y el sonido de los besos retumbaran, así como los golpes que se iban dando contra las paredes y las puertas.

Las piernas de Joey temblaban apenas pudiendo sostenerlo en pie, estaba seguro que se caería si lo soltaban. Un gemido jamás escuchado abandonó sus labios cuando una boca húmeda dejó un recorrido de besos por su cuello y clavó los dedos con deseo en los hombros ajenos.  Se afirmó al cuello de Seto mientras daban giros hacia la habitación de este, no estaba seguro de si estaban siguiendo la dirección correcta, no quería separar sus labios de los suyos para mirar.

–Auh… –se quejó al golpearse contra la manija de la puerta. Aun así se rio entre besos y Seto también.

–Ya llegamos –pasó una mano por su espalda y abrió la puerta, cayendo los dos dentro.

Joey nunca se había considerado alguien fácil de manejar, no tenía la altura de Seto, pero podía arreglárselas para derribar a un búnker si era necesario y eso lo sabía todo el mundo, así que nadie intentaba saber que tanto podían aprovecharse de él. Así que estaba más que sorprendido al verse a sí mismo ceder con disposición cuando Seto lo movía a su gusto; lo levantaba un par de centímetros para quitarle los zapatos con los pies, retiraba su chaqueta de sus hombros hasta caer al piso, lo llevaba a la cama entre besos en su cuello que se movía de un lado a otro con letargo cediendo tanto terreno como podía a los carnosos labios. ¿Por qué nadie le había dicho lo cautivadores que eran los besos en el cuello?

Cayó en un suave acolchado como si se tratara de una gran nube, entonces recibió la vista merecida de Seto quitándose la polera por la cabeza y arrojándola a un lado con desinterés. A la mierda lo negado que estaba a parecer frágil.

Seto podía hacer lo que quisiera con él.

Una sonrisa engreída se dibujó en el rostro del castaño y Joey se preguntó si tanto se notaba que estaba babeando al mirar su pecho y estómago al desnudo.  Aun así, Seto no se burló de él, parecía estar disfrutando de la mirada hambrienta a su persona. Por fin cedió a dejarse arrastrar sobre Joey y ambos suspiraron de placer cuando sus cuerpos se frotaron en busca de sus bocas nuevamente.

–Dime una cosa, ¿cómo un nerd como tú, que se la pasa frente a un computador, puede tener un cuerpo así? –Joey apretó el bíceps ajeno y se tomó la libertad de bajar por el costado de Seto y acariciar su estómago entre el poco espacio que había entre ellos, todo en él era duro, todo. Se tragó un gemido cuando sus entrepiernas se frotaron nuevamente.

–Tienes que salir con uno de tus chistes siempre, ¿verdad? –la mano de Seto acarició desde su rodilla hasta su cadera, después apretó su muslo con satisfacción.

La mano de Seto se cerró sobre la suya en su propio estómago y la llevó al colchón sobre su cabeza. Poco a poco perdía más control sobre su cuerpo, y a Joey no podía importarle menos, se sentía bien. Y mejoró aún más cuando Seto se frotó otra vez contra él, esta vez completamente a propósito. Joey gimió mientras miraba directamente ese par de lagunas frías, al parecer la mirada de Seto solo se congelaba más al estar excitado.

–No puedo contenerme y de todas formas la pregunta era en serio. ¿Acaso inventaste una forma de ser sexy entre esas horas que pasas encerrado creando cosas?

Se retorció un poco buscando un poco de libertad, pero solo consiguió que Seto tomara su otra mano y la llevara junta a la otra para aprisionarla juntas. En ese momento solo pudo pensar en el dicho de ‘manos y pies grandes…’, se preguntó si sería verdad. Sintió un frescor en el estómago, la palma de Seto lo estaba acariciando a la vez que levantaba lentamente su remera; lo soltó por unos segundos para retirar la prenda, apenas salió sus muñecas fueron tomadas nuevamente.

–Lo de ser sexy es algo natural, pero sí hago ejercicio, no me la paso frente a mi computador como tú piensas.

Joey se retorció para liberarse y poder tocarlo, no le importaba que Seto quisiera controlarlo, solo quería poder tocar a ese chico que lo volvía loco con su manía de controlar y su gran ego. Su plan no funcionó, no pudo zafarse y terminó boca abajo sacudiendo las caderas frente al castaño sin intención. Su trasero no pasó para nada desapercibido por Seto, que no dudó en dejarse caer sobre él y frotarse mientras se inclinaba a besar la parte posterior del cuello de Joey, olía curiosamente a miel. Le estaba costando admitirse a sí mismo lo mucho que le estaba gustando esto, lo mucho que quería esto, que Seto se frotara contra él… sin ropa… era casi prohibido para un chico, pero demonios que lo quería.

–Tú y tu ego –dejó escapar con un gemido, no podía dejarle ganar, debía de tener la última palabra.

Con las muñecas frente sobre su cabeza, que se escondía en el acolchado para que su sonrojo no se notara, y las caderas elevadas con sus rodillas, Seto le desabrochó el pantalón y comenzó a quitarlo con desesperación. Un minuto después ambos reían en la cama mientras trataban de quitarle la ropa al otro con los nervios de la primera vez.

–No parecía tan difícil en mi cabeza –Seto se rió. Se había parado con rendición y encendido una de las lámparas junto a la cama, ahora estaba sacando finalmente su pantalón y las medias por sí mismo.

–En la tele te lo suelen mostrar como algo súper romántico, pero te juro que casi me da un calambre hace unos segundos –sentado en el borde de la cama frente a Seto, Joey también se había quitado su propio pantalón y se quitaba las medias con molestia.

–Creo que será mejor si lo hacemos a nuestra manera –Seto tomó sus mejillas y se inclinó para besarlo lentamente.

Las risas desaparecieron en cuanto la lengua de Seto contorneó los labios de Joey para luego introducirse en su boca. El deseo muerto hacía un segundo tras el nudo de miembros que intentaban desnudarse, volvió a encenderse como si nada hubiera pasado. Sus lenguas jugueteaban y Joey no podía evitar morder de vez en cuando el labio inferior de Seto, era carnoso y lleno, lo llamaba a tirar de él. Sus manos picaron con las ganas de tocar, se rindió ante ellas y las condujo a las caderas del otro, donde sus dedos se encontraron con el elástico del bóxer.

Los nervios lo volvieron a atacar mientras se metía sobre los bordes y comenzaba a bajarlos lentamente, ya no había marcha atrás, no quería dar marcha atrás. Seto le dio un último beso y Joey se concentró en lo que estaba haciendo. Una línea de cabello castaño se asomó y supo que sus mejillas ardieron cuando el miembro saltó y le dio en los labios, se había colocado demasiado cerca. No dejó que eso lo distrajera y lamiéndose el presemen del labio superior miró a Seto, quien lo miraba con absoluta satisfacción mientras le acariciaba el pelo.

– ¿Todo bien, cachorro?

Asintió, sintiendo curiosidad ante el nuevo apodo, quizá ya no sería más perro.

Bajó el bóxer hasta las rodillas de Seto y se lamió los labios otra vez preparándose para lo que venía. Jamás creyó que tendría tantas ganas hacerlo, de devorarlo. El miembro de Seto era más largo y grueso que el suyo, lo tomó en la mano acariciando suavemente, sintiendo su peso y disfrutando de los suspiros de placer que hacía el castaño alentándolo a continuar.

Abrió la boca y metió la punta contorneando el glande con la lengua, degustando como lo inundaba el sabor salado y fuerte, tragó eso de inmediato dejando solo el sabor de la carne. Llegó a una conclusión enseguida: no estaba mal, no estaba para nada mal. Los dedos de Seto se enredaron en su pelo. Se zambulló más profundo, sosteniéndose de las caderas ajenas, y lamió hacia la punta mientras salía. Repitió lo mismo varias veces, chupando la cabeza al salir porque sabía que a Seto le gustaba, o al menos lo suponía porque tiraba de su cabello cada vez que lo hacía.      

–Ven, quiero intentar algo diferente.

Dulcemente Seto le limpió con el pulgar la saliva que escurría por su labio y acarició con delicia sus mejillas arrebatadas con el calor del momento. Joey tomaba respiraciones profundas para recuperarse y se secó con rapidez algunas lagrimillas. Seto tomó su mano para que se levantara y rodeó su cintura acercándolo a él, Joey sonrió cuando comenzó a llenar de besos pequeños su rostro mientras bajaba sus calzoncillos. Y en ese momento solo pudo pensar en que fue buena idea ponerse los más nuevos que tenía.

Se volvió a dejar llevar por Seto confiando en que este sabría cómo hacerle sentir bien, y no se equivocó. Cuando quiso acordar cada fibra de su cuerpo temblaba por el placer. Seto estaba extendido de lado a lado de la cama y él estaba colocado en cima, pero no hacia el mismo lado, sino para el contrario en un perfecto 69. Gimió desesperadamente y cuando pudo controlarse volvió a su tarea entre las piernas de Seto, estaba orgulloso de que cada vez podía abarcar más y más en su boca; chupó fuerte al salir y los dedos de Seto se clavaron en sus muslos. Tenía sus rodillas a cada lado de la cabeza de Seto y su propio miembro no hacía nada más que entrar y salir de la cavidad del castaño.

En su cabeza se rio al descubrir la forma perfecta de callarlo de una vez por todas.

Cada vez que le proporcionaba placer a Seto, este apretaba sus muslos con desesperación y le devolvía el favor, y a cambio Joey succionaba más fuerte y le acariciaba las bolas con sutileza. Era un círculo infinito y adictivo de placer. De un segundo a otro notó la pérdida de calor en su miembro y le llamó la atención el ruido de un ‘pop’, antes de entenderlo un dedo húmedo siguió la línea entre sus nalgas y fue a parar al punto más oscuro de sí. Soltó con desganas el miembro en su boca para preguntar lo que estaba planeando, pero Seto se le adelantó.

–¿Puedo? –preguntó acariciando en círculos su entrada y haciendo que sus piernas temblaran con anticipación.

El hecho de que preguntara hizo que sus ganas se multiplicaran por veinte, porque de verdad quería experimentar como se sentía, quería los dedos y todo lo que Seto quisiera ofrecerle allí. Asintió sin poder hablar, no estaba seguro de si Seto lo había llegado a ver, pero un segundo después se acomodó en el colchón; sus piernas ahora estaban a cada lado de su pecho. Pensó que lo siguiente que sentiría serían sus dedos húmedos, pero algo aún más húmedo fue lo que se hundió allí. No trató de ahogar el gemido, este escapó fuerte de sus labios cuando la lengua de Seto rodeó su apertura para luego hundirse en ese lugar mientras su mano le acariciaba el miembro a un ritmo lento.

Sus brazos temblaron ante un nuevo placer desbloqueado y cayó en la cadera de Seto, junto a su miembro erecto. Sonrió al ver más líquido salir de la punta, significaba que Seto estaba disfrutando dándole el gusto. Se levantó sobre sus codos y decidió que ya era hora de volver a compartir placer; lamió de la base a la punta donde chupó y entonces lo tragó lo más que pudo. Seto se turnaba para darle placer con su boca, llevándola a su entrada y luego a su miembro mientras jugueteaba con sus dedos, no metiéndolos muy profundo pero procurando que Joey tenga algo dentro de sí con lo que divertirse.

Los siguientes quince minutos fueron los más felices y placenteros de la vida de ambos. Terminaron bocarriba en la cama junto al otro, con las bocas hinchadas y rojas y varias partes del cuerpo manchadas con sustancias blancas y pegajosas.

– ¿Nos limpiamos?  -Seto ofreció y Joey no dudó en aceptar.

El castaño lo guió al baño donde se limpiaron el uno al otro con toallas mojadas previamente antes de que el semen se secara y fuera mucho más difícil de quitar. Seto sacó un cepillo de dientes sin uso para Joey y se colocaron junto al otro para lavarse mientras se miraban de reojo por el espejo. Una vez limpios se besaron a más no poder hasta llegar a la cama una vez más.         

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Seto despertó por la alarma en la cómoda junto a su cama, le dio un manotazo cansado y volvió a acomodarse de la misma forma en que estaba antes. El agotamiento y la comodidad hicieron que le llevara tiempo darse cuenta de qué, o más bien quién, era su almohada. La noche anterior se había dormido abrazando a Joey en medio de la cama, se alivió al saber que no debía de preocuparse más por su costumbre de dominar la cama y hasta tenía ganas de despertarse con el otro pegado a su lado. Para su sorpresa sí seguía abrazado a Joey, pero estaba acostado en su pecho mientras este dormía con cada miembro de su cuerpo apuntando en una dirección diferente, era patético hasta cuando dormía.

Acomodó a Joey para que no le doliera nada cuando despertase y volvió a arroparlo como la noche anterior entre sus brazos. Cayó nuevamente en un sueño por varias horas. Al despertar sintió cómo Joey acariciaba su cabello lentamente.

–Por lo general yo duermo como tronco, pero esta vez tú me ganaste –le dijo cuándo lo miró, se veía terrible por la mañana, aunque sus ojos estaban hermosamente brillosos y sus labios deliciosamente hinchados–. Me desperté hace tres horas y tú has estado durmiendo todo este tiempo. No es que me queje, estar todo el día en la cama es el primer punto en mi plan de un día perfecto.

Seto se enderezó y bostezó, se sentía como si hubiese dormido medio día y al parecer lo había hecho. –Casi no he dormido los últimos tres días, o más bien toda la semana. Siempre pasa cuando hay un evento, una actualización importante o sale un nuevo juego al mercado; no duermo nada y luego tengo que hibernar por un día entero.

–Entonces fue un sueño más que merecido –Joey se inclinó y lo besó a la vez que alborotaba su pelo. Su cuerpo desnudo se pegó al suyo, ahora se cuestionaba si fue una buena idea acostarse así anoche.

–Me dejarás el pelo hecho un desastre –le reclamó tratando de peinarlo con los dedos.

–A mí me gusta cómo te queda así –admitió sin pena–. ¿Te digo un secreto? Me he estado muriendo de ganas de volver a verte con el pelo así, te hace más sexy de lo que eres.

–A mí no me lo parece y no creo que los viejos con los que trato lo aprecien –Joey hizo un gracioso puchero de indignación–. Pero puedo hacer una excepción por ti cuando estemos en la cama.

–Me parece una oferta aceptable, la tomo.

Esta vez fue Joey quien se acostó sobre su pecho, llenándolo de gratitud y desahogo. Joey estaba disfrutando esa mañana más que ninguna otra, el simple hecho de que Seto haya estado durmiendo por horas a su lado lo hacía sentir bien, pero compartir arrumacos en la cama luego de una noche como la anterior, sencillamente no tenía comparación. Pero… porque siempre hay un pero… esas tres horas habían sido demasiado tiempo libre, el suficiente para que su cabeza comenzara a dar vueltas en lugares donde no era sano estar.

– ¿Habías hecho esto con alguien antes? Tener sexo, me refiero.

–No, nunca –Seto tenía los ojos cerrados y acariciaba la espalda de Joey–. ¿Y tú?

–Tampoco ­­–Joey notó que algo en sí no estaba conforme con la respuesta–. ¿En serio nunca lo has hecho con alguien?

Seto volvió a abrir los ojos y mirarle. –Sabes que nunca he salido con alguien y arrojarme sobre todos esos extraños acosadores no está dentro de mis planes. En cambio tú si has tenido novia, es más probable que tú hayas hecho algo así.

–Bueno pues nunca he hecho algo parecido más allá de los besos –Joey se moría por sacar algo de Kisara–. Sé que no nunca tuviste novia, o novio, pero dijiste que tuviste un casi con una chica, quizá habías tenido algo con ella.

Seto lo miró sin ninguna expresión, luego miró hacia otro lado y Joey estaba seguro de que estaba cuestionándose si debía realmente contestarle algo a Joey. Por un segundo se vio bastante impasible a contestarle algo.

–Nunca llegué a nada con ella.

A Joey le costaba creerlo, por más que era la segunda vez que afirmaba eso. – ¿De verdad?

–Sí –Seto lo miró con curiosidad, con el ceño fruncido y de forma sospechosa, y Joey se asustó de que estuviese sospechando algo–. ¿Por qué preguntas?

Joey se puso nervioso. –No sé, es solo que parecía algo más serio… –Seto frunció más el ceño, si era posible, y lentamente se levantó un poco apoyándose en el codo evitando que Joey siguiera acostado sobre él. Joey estaba seguro de que empezaría a sudar la gota gorda en cualquier momento, no sabía cómo arreglarla y así, metió la pata–. Es que dijeron que era como si hubiese sido…

Eso fue suficiente para que Seto se sentara de verdad en la cama y lo mirase de forma acusadora y hasta… decepcionada. Joey se levantó un poco también, Seto lo estaba mirando de forma casi amenazante.

-¿Dijeron? ¿Quiénes dijeron? –Joey se dio cuenta de que había sido un idiota, era obvio que a Seto no se le iba a escapar ningún detalle de su discurso, por más insignificante que este fuera. Los ojos de Seto habían vuelto a mirarlo con frialdad–. ¿Qué sabes? ¿Qué es lo que has estado averiguando?

– ¡No he estado tratando de averiguar nada! Sí he tratado de entender, pero… es decir… no fue a propósito, solo quería saber y entender lo de Kisara…

Ante solo la mención del nombre Seto bufó con frustración, corrió las sabanas con brusquedad y abandonó la cama sin más, buscando su ropa en el piso. A Joey no le importó su desnudez, que en otro momento hubiera disfrutado, estaba demasiado ocupado preocupándose por su error; estaba claro que saber el nombre de la chica misteriosa ya no era algo que pudo haber averiguado en algunas de las charlas que tuvo con el Sacerdote todos estos meses, conocer su nombre suponía saber más al respecto.

– ¿Por qué sabes su nombre?

El tono de voz que usó hizo apretar el corazón de Joey, sentía que Seto le estaba reclamando como si no tuviese el derecho a pronunciar el nombre de la chica. Volvió a pensar en su teoría de ayer en la que Seto llamaba a sus preciados dragones como ofrenda a la chica que tanto había amado.

–Me lo contaron –admitió con vergüenza.

– ¿Quién? –exigió abrochándose el pantalón y luego el cinto que Joey no había podido sacar de su lugar la noche anterior. Joey no respondió, no podía decir que Malik se lo había contado, no después de que este le confesara la vez en que Seto lo había amenazado, y sobretodo, él no era chivata, moriría a cambio de guardar un secreto y Seto lo sabía–. ¿Fue Atem o el Guardián? Uno tiene la costumbre de meterse en mi vida y el otro es un bocaza.

– ¿Acaso importa? –Joey se paró al fin, un poco molesto también, y buscó su ropa mientras veía a Seto dar largas zancadas de enojo hacia la puerta del armario.

Estaba yendo hacia el armario cuando Seto ya salía completamente listo para irse, incluso tomó el maletín que le había dado a uno de los empleados al llegar la noche anterior. ¿Acaso pretendía irse? ¿Un tema que no le gustaba había salido a la luz y entonces se marchaba?

– ¿A dónde vas?

–Tengo trabajo, debo irme –le habló como si la respuesta fuera obvia y la pregunta estúpida.

–No parecías tan ansioso por irte hace cinco minutos –recordó su rostro ceñido sobre su pecho más tranquilo de lo que lo había visto nunca.

–Sí, bueno, era diferente hace cinco minutos –le reclamó abriendo el maletín, se aseguró que todo estuviese en su lugar y lo volvió a cerrar con un golpe.

–No entiendo por qué te enojas –aunque si lo entendía, más o menos–, ni por qué te estás marchando cuando estamos hablando –algo en esta situación le recordaba a las peleas de sus padres hace tantos años que hacían llorar a su hermana, realmente no le gustaba la sensación que le producía.

–Es que ya no quiero hablar más –Seto llegó a la puerta de la habitación y tomó el pomo. A su vez Joey agarró con desesperación el brazo donde llevaba el maletín.

– ¿Del tema o conmigo? –Joey sabía que su voz sonaba enojada, se sentía un poco crispado por dentro, pero su cuerpo solo estaba angustiado y ansioso de que no se fuera.

Seto miró el piso tanteando la respuesta, finalmente lo miró firmemente y respondió. –Ambas cosas.    

Su respuesta fue suficiente para que Joey lo soltara con rendición. Seto lo miró  fijo un par de segundos más, parecía sopesar la idea de quedarse, pero al final apartó la vista y abrió la puerta.

–Puedes quedarte todo lo que quieras, pero no sé a qué hora voy a llegar.

No esperó a que Joey dijera absolutamente nada más, solo se marchó y Joey se quedó mirando cómo se alejaba por el pasillo. No era idiota, entendía completamente lo que había querido decir: puedes quedarte pero mientras sepa que estás aquí, no pienso volver del trabajo. No era tan malo como para evitar que alguien volviera a casa, y de todas formas sabía que Seto no volvería estando él ahí. Se preparó para marcharse lo antes posible.

+ - + - + - +

– ¿Qué demonios fue lo que hiciste ahora?

Era lunes por la tarde y Atem estaba aprovechando para trabajar en la empresa igual que cada vez que tenía la oportunidad de visitar Japón. Como esa semana no tenía clase con sus múltiples profesores privados, se dedicaba la mañana a hacer la mayor cantidad posible de trabajo antes de que Seto viniera. Hasta donde había entendido, su primo y Joey finalmente andaban en algo, por lo que con justificadas razones esperaba que este último acompañara a Seto al trabajo después de estudiar.

Pero simplemente no fue así. Su primo llegó al mediodía, antes de lo previsto, cosa que solo se permitía en caso de una emergencia o estaba demasiado aburrido con sus clases. Lo que no entendía es cómo podía aburrirse a veces; si tuviera la oportunidad de compartir una clase con Yugi jamás se aburriría, pasaría todo el tiempo disfrutando de ver su rostro y luego lo obligaría a pasar tiempo juntos después de clase. Por lo tanto, ¿dónde estaba Joey?

Persiguió a Seto a su oficina, caminaba a pasos pesados y cuando le preguntó por su chico rubio dijo cortantemente: “No sé, supongo que en su casa, si es que ya llegó”. Eso fue suficiente para encender todas las alarmas rojas en la mente de Atem. En fin…

– ¿Por qué estás asumiendo que yo hice algo malo? –el Sacerdote se quejó mientras se sentaba tras su escritorio y encendía su computadora.

–A Joey no lo conozco tanto, pero a ti sí. ¿Te soy sincero? –no esperó una respuesta–. Tienes la mala costumbre de meter la pata cuando entras en pánico.

– ¿Yo entro en pánico? –Seto lo miró con burla, como si hablara con un loco.

–Sí, cada vez que sucede el extraño evento de tú queriéndole caer bien a alguien –Atem vio como Seto volteaba los ojos y trataba de ignorarlo fingiendo que hacía algo en su computador–. Ya dime. ¿Por qué estás aquí tan temprano y solo cuando acabas de empezar una relación, o lo que sea, y tienes la suerte de vivir a quince minutos de distancia?

 Seto suspiró sabiendo que no iba a zafarse de esta conversación de ningún modo. Se paró y fue hacia los sofás, en la mesa de enfrente estaba el café que su secretaria le había entregado al llegar, así que lo tomó y dio un par de tragos. Atem se sentó en el asiento por frente.

–Él sabía sobre Kisara –dijo sin más.

Las cejas de Atem se elevaron con sorpresa genuina, dificultando a Seto saber si él era el culpable del chisme. – ¿Saber? ¿Saber qué?

–No lo sé, Joey sabía su nombre y estaba insistente en saber cosas sobre ella y yo –seguía claramente enojado por el asunto­–. Más te vale que no hayas sido tú quien le contó sobre ella.

El egipcio elevó los brazos en rendición. –Yo no tengo nada que ver –analizó a su primo con cuidado–. De todas formas, ¿cuál es el problema? Tiene curiosidad sobre tu pasada ‘no relación’. ¿Y qué? Supongo que es normal, más suponiendo que es sorprendente de que hayas tenido ese casi.

–El asunto es que no me gusta hablar de Kisara, la mencioné un par de veces pero nunca dije su nombre y estoy más que seguro de que nunca afirmé que teníamos una relación –dejó el vaso de cartón en la mesa con brusquedad­–. ¿De dónde sacó su nombre y por qué cree que es tan importante? Quería saber de ella como si fuera importante.

Atem miró el piso decidiendo si debía o no decir lo que estaba pensando, podría poner furioso a Seto. –Mira, no sé cómo averiguó lo de Kisara, pero Joey no es tonto y aunque antes no sabía por qué lo hacía, él solía observarte. Cuando estuvo en Egipto, no te sacaba los ojos de encima y tú tampoco lo hacías con él, era como si se hubiesen conocido por primera vez en pleno desierto. En poco tiempo pasaste de ser un conocido, a un amigo y luego a algo más, pero por más que hablan de todo un poco por mensajes en el juego, hay cosas con las que eres muy cerrado, Seto. Todavía me sorprende que te hayas abierto tanto con él hace meses, pero cuando se trata de familia y amor te cierras completamente.

Seto lo miró fijo por varios segundos. –Ya lo sé, estoy trabajando en eso. Pero aun así no explica por qué tiene tanto interés al respecto de una chica que no he visto en años.  

– ¿No has pensado en que quizá él se siente un poco inseguro? –pensó en ese chico que Yugi aseguraba era el más valiente–. Todos tenemos nuestras dudas sobre nosotros mismos cuando estamos en una relación, y más si sales con alguien que se cierra ante ciertos temas, que es conocido a nivel nacional… en otras palabras, alguien que está en otra liga.

–Eso es una estupidez  –Seto bufó–. Joey no tiene nada que envidiarle a Kisara.

–Sí, ¿pero él lo sabe? –Atem dejó la pregunta en el aire por un par de segundos. Seto tomó aire masajeándose la barbilla recién afeitada y cambió de posición en el sofá–. Quizá por eso es que está tan interesado en ella. Además, vaya a saber qué sabe; quizá se ha estado haciendo ideas erróneas en su cabeza que empeoran la situación para él.

Seto sintió una punzada en el estómago. Joey era… la persona con más confianza en sí mismo que conocía. Estos días en los que estuvo dándole vueltas al asunto de por qué sabía sobre Kisara y por qué, nunca se le había ocurrido que quizá él estaba sintiendo celos por ella y dudas sobre lo que Seto sentía por él. Recordó la cara de Joey la mañana anterior en su cama, parecía incómodo al hacer esas preguntas; las hacía porque de verdad estaba necesitando una respuesta.

Perro tonto, era increíble que todavía no entendiese cuánto lo amaba.

–Tengo que hablar con él –se paró del sofá con decisión, Atem lo imitó.

–Eso estaba más que claro. Bueno, mi misión está cumplida, volveré al trabajo.

Apenas Atem se fue, Seto se dirigió a su computadora y empezó a cargar la cuenta del Sacerdote. El sábado por la noche Joey había dicho que, como no tenía trabajo, pasaría el rato jugando ‘Magic & Wizard’ durante las tardes, aprovechando antes de volver a tener trabajo. Sabía que no estaba mintiendo, estaba seguro que en ese preciso momento estaba jugando y más si tenía en cuenta que le había hecho pasar un día terrible y lo único que querría hacer era  relajarse.

Uso la función de su avatar vigilante para ubicar a los jugadores, sabía el código de Senshi de memoria desde hacía meses. Lo encontró vagando por el mapa del pantano y decidió abusar de otra función más: la de teletransportarse; si Joey comenzaba una misión antes de dar con él, no podría contactarlo hasta que finalizara. Apareció cerca de él y vio cómo su avatar se detenía, había notada su presencia. Cliqueó sobre su avatar y dio a la opción de comenzar chat, que enviaría una solicitud a Joey, solo esperaba que este aceptara.

Para su bienestar mental, sí lo hizo. La parte mala es que le pidió prender los micrófonos y Senshi cortantemente le dijo que no.

“¿Qué tal si paso por tu casa, te invito a tomar algo y hablamos?”

“No, gracias. No me apetece salir y además tengo tarea”. Seto suspiró, se dio cuenta de que Joey se haría el difícil si estaba interponiendo los deberes, que nunca hacía, entre ellos.

“Podría pasarte mis resultados, por primera vez sacarías la máxima nota”.

Joey demoró en responder. Estaba seguro de que si su chico seguía ahí, ahora mismo estaba ahogando una sonrisa y no se equivocó. “¿Puedes dejarme estar enojado en paz?”

“Depende de cuánto tiempo te tengo que dejar de hablar. Si es demasiado te voy a empezar a llamar solo para escuchar tu voz y asegurarme de que estés sano y salvo”.

Joey volvió a demorar. “De verdad no puedes dejar de ser tú. Ojalá la gente supiera cómo eres conmigo, apuesto a que les daría un infarto. Pero no, no quiero hablarte, aunque me llames no contestaré”.

“Vamos, cachorro. Quiero que hablemos, no me gustó como dejamos las cosas ayer”.

“¿Y tú crees que a mí sí? Me echaste de tu casa y luego me ignoraste por todo un día”.

“Lo lamento, cachorro. Déjame aclarar las cosas”.

“No, no quiero hablar más contigo”.

Su estómago se volcó con una mala sensación cuando el chat se cerró, y no solo eso sino que le llegó un aviso de que Senshi y él ya no eran más amigos. Cuando cliqueó su avatar no aparecía ninguna opción, eso solo podía significar una cosa, Senshi lo había bloqueado.

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El sábado por la tarde Ryou tomó su computadora y la apoyó en medio de la cama, él se sentó en frente y envió la invitación para una video llamada mientras se peinaba su largo cabello blanco con tranquilidad. No tuvo que esperar mucho tiempo, en menos de dos minutos la cara dormida de Akefia apareció frente a él.

– ¿Sigues en la cama? Por favor dime que no te desperté –se sintió culpable al ver el cabello platinado descansar sobre una almohada blanca–. Pensé que ya estarías despierto a esta hora, quizá calculé más la diferencia horaria.

–En realidad la calculaste muy bien, acá son las nueve –Akefia le dio una sonrisa blanca matadora a pesar de su cara de recién despierto. Ryou casi deja caer su cepillo–. Es solo que aún estoy un poco cansado.

 Ryou lo vio bostezar y se le encresparon los cabellitos de la nuca. – ¿Tuviste una mala noche?

–Podría decirse. Tuve muchas pesadillas. Es más, ahí hay un par –Akefia alejó un poco la cámara de su rostro y el plano amplio le permitió ver un par de niños que se escondían y reían por debajo de las frazadas, uno a cada lado–. Y ahí hay otro par… –la cámara se volteó y enfocó a una niña y un niño que jugaban a pelearse en los pies de la cama, en los pies de Akefia, bajo una cobija de patitos–… y oh, mira, vinieron otro par de pesadillas más…

Detrás de los niños se pudo ver cómo abrían la puerta y por ella entraban dos niños idénticos que llevaban a una pequeña tomada de la mano, los tres sonreían felices y enseguida saltaron a la cama junto al resto. De repente el celular cayó y todo lo que vio fue la frazada, pero escuchaba cómo todos los niños daban besos ruidosos (y probablemente abrazos también) a Akefia mientras gritaban con voces chillonas “¡Feliz cumpleaños!”.

Ryou no pudo más que reírse mientras escuchaba a Akefia quejarse de tantas muestras de afecto y tratar de que los ‘mocosos escandalosos’ lo dejaran en paz para volver a hablar con Ryou.

–La mejor forma de cumplir los 19 años –le dijo carcajeándose a penas Akefia volvió a tomar el teléfono, pero aun así seguía teniendo un par de chamacos colgados de su cuello, por su cara seria asumía que él no estaba de acuerdo con lo anteriormente dicho.

– ¡Te hicimos un desayuno sorpresa! –la niña más pequeña dijo emocionada.

– ¡Se lo dijiste! ¡Ahora ya no es sorpresa, tonta! –un niño le respondió, la niña parecía querer ponerse a llorar ahora mismo.

– ¡No la llames tonta! –la otra niña, mayor, apareció en la pantalla y Ryou vio clarito cómo le dio un almohadazo en la cara al niño hasta tirarlo al piso. El resto de los niños se comenzaron a reír.

–A ver, se calman o los voy a echar de mi habitación –Akefia los amenazó–. Y espero que hayan lavado las cosas que ensuciaron… –todos los niños se miraron entre ellos y pusieron caritas culpables. Él suspiró y miró a Ryou con expresión agotada­–. ¿Te das cuenta? Me hacen un desayuno por mi cumpleaños y yo tengo que limpiar todo. Felicidades para mí.

Ryou volvió a reírse a carcajadas sin poder evitarlo. Jamás habría creído que Akefia sería un hombre a quien los niños adorarían y que él adoraría de regreso, porque sabía que todas esas caras de fastidio no eran más que falsas mentiras, Akefia adoraba a todos sus mocosos. Es cierto que a veces lo superaban y necesitaba escaparse a Japón o a la casa de Atem para poder dormir bien por lo menos una noche, pero su rutina rodeado de chiquillos era su día a día desde siempre. O al menos eso suponía, Akefia todavía no le había hablado sobre su vida antes del orfanato, si es que hubo algo más antes del orfanato; Ryou esperaba pacientemente a que este se lo contara algún día, así como él esperaba el momento preciso para explicar por qué era huérfano también.

Al final Akefia persuasivamente se deshizo de todos los niños, prometiéndoles que se cambiaría el pijama y enseguida bajaba a comer con ellos el desayuno. Apenas el último niño salió por la puerta Akefia volvió a aliviado a sentarse en la cama, queriendo aprovechar lo más posible hablar con Ryou.

–Ellos son adorables y se notan que te quieren, debe de ser difícil para ellos que ya no vivas allí.

–A los que más les importaba ya están grandes y en su etapa adolescente, se niegan a aceptar que les importa alguien –Akefia se rio–. Además, tengo grandes motivos para quedarme en Japón, por ejemplo escuché que los chicos son muy lindos por ahí.

Ryou se sintió arder al ver cómo le guiñaba un ojo y le sonreía.   

–Qué bueno que vayas a vivir aquí entonces… –se animó a responder.

–Cierto. Por cierto, te ves muy bien, ¿vas a salir a  algún lado? Ten cuidado de que no te echen el ojo, olvidé escribir mi nombre en tu frente antes de marcharme.

–Muy gracioso… –aunque era infantil, Ryou le enseñó la lengua. Pensó que sería divertido, pero más bien parecía haber encendido algo más en los ojos de Akefia que lo miraba con un curioso deseo. Se aclaró la garganta sin poder seguir mirándolo–. Malik me invitó a la fiesta de cumpleaños que van a hacer para Seto en la mansión, la que también era para ti.

Akefia ya llevaba dos meses viviendo en Japón, una decisión que había tomado de la noche a la mañana y por un motivo que le costó bastante entender. Al fin realmente tenía un por qué para irse de Egipto y dejar el orfanato en buenas manos, aunque se negaba a desaparecer por completo, siempre estaría allí para lo que necesitaran.  Sin embargo, mudarse de un país a otro no es cosa de un día, pensaba volver luego de su cumpleaños y encargarse de que todo estuviese pronto: avisarle a los niños, contratar personal nuevo, arreglar papeles, decidir qué hacer con sus pocas pertenencias…

Pero todo su plan se fue por la borda porque tuvo que volver de emergencia a Egipto por un problema de inundación en el orfanato, y justo para su cumpleaños. Festejarían los cumpleaños de Seto y él juntos, pero al final esta vez todos estarían en Japón excepto él, incluso Malik y Marik que habían conseguido viajar por segundo fin de semana consecutivo.

–Me sorprende que haya aceptado hacer algo, supuse que no querría hacer nada por lo de Joey. ¿Acaso ya se arreglaron?

–Hasta donde yo sé, no. Joey ha estado muy molesto y hasta parece dolido, aunque no nos ha dicho que fue lo que pasó. Es bastante incómodo en clase, ¿sabes? Se nota que ambos quieren hablar con el otro, pero…

–… algo los detiene siempre –terminó Akefia por él, parecía esperar eso–. Eso he escuchado. Por lo que sé, creo que todo esto no es más que un mal entendido. Lo que pasa es que esos dos son unos tercos como mulas, realmente no sé quién se va a rendir primero, pero espero que uno de los dos lo hagan pronto.

–Ojalá sea hoy. Al menos para pasar el cumpleaños de Seto juntos.  

–Yo también. ¿Qué mejor forma de cumplir años que teniendo a la persona que más quieres a tu lado? –Akefia le dio una sonrisa triste a través de la pantalla y Ryou la imitó–. Te extraño, Ryou.

Notas finales:

¿Les gustó?

Amooo cuando al fin escribo cosas que me moría por escribir: Seto, Joey y Mokuba jugando juntos en la mansión con nuestros dos tortolitos en casi una relación formal, un pocucho de lemmon para satisfacer a tan buenos lectores, Joey finalmente encarando a Seto por lo de Kisara y es escena que hace tanto me imaginé sobre Ryou y Akefia (no tengo una súper historia sobre ellos en este fic, pero sí varias escenitas específícas de las que ya les he hablado.

Si se lo preguntan: sí, habrá más lemmon puppy y sí, en el próximo pienso hablar sobre Kisara, es que me pongo a escribir y cuando quiero acordar nunca me entra (me enoja y me entristece a la vez. 

Me encantó el Seto de este capítulo, fue muy Kaiba, muy Kaiba enamorado...

Espero poder subir capítulo nuevo pronto, mientras tanto me estoy dejando la espalda para volver a tener un buen lugar donde escribir, nunca había notado lo necesaria que es mi habitación para sentirme inspirada.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el próximo capítulo!!


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