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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

¡Hola! ¿Cómo han estado? No saben cuanto me alegro de haber recibido tantos reviews en las últimas semanas. Estaba muy nerviosa sobre el recibimiento que tendría esta historia, yo amé escribirla, así que me alegro que les haya gustado.

Sin más, gracias por leer! Disfruten y gracias a todos los que se toman el tiempo de escribirme, me encanta saber qué piensan.    

Capítulo 6:

“¿Habían muchos rubios en el evento?”

“Sí, vi muchos y cada uno más raro que el anterior. ¿Estás seguro de  que no te equivocaste de color de cabello?”.

“Estoy seguro de que soy rubio cada mañana que me miro en el espejo. Lo siento, quizá te decepcione un poco conocerme”.

-Si es que algún día pasa -Joey no se sorprendía con lo que le decía el Sacerdote.

Se la veía venir. Por más que nunca se habían visto en persona, podía notar que era una persona un poco… ¿aburrida? Ya saben, de esas personas que no salen mucho, serias, cerradas y un poco amargadas.

Y luego estaba él con su personalidad salvaje e irrespetuosa. Al menos no aburría  nadie. Pero era consciente de que si hubiesen intentado ser amigos en el mundo real, probablemente no hubiese sucedido jamás.

“En realidad no lo creo”. Joey no estaba muy seguro de por qué leer eso le hacía sentir tan aliviado y ¿feliz? “Leerte ya me hace dar cuenta el tipo de personalidad que tienes”.

“¿Y eso está mal?”

“No. No eres igual a mí, pero no pienso que eso sea algo malo, me parece bien que no lo seas”.

“A mí también, seguro que mi vida sería muy aburrida si fuera un aburrido como tú”.

“Puede ser, probablemente”.

Joey rió, él no se había ofendido al decirle aburrido, prácticamente lo estaba aceptando. El deseo de haberlo conocido ayer volvió aparecer, le hubiese gustado hablar con ese aburrido y haberlo retado a un duelo.

Apostaba a que el Dragón Negro de Ojos Rojos y su Dragón Blanco de Ojos Azules se verían hermosos juntos en la arena con la nueva tecnología que había creado Kaiba.

“¿Obtuviste tu baraja? No vi ningún Dragón Blanco ayer. Ni siquiera los de Kaiba, que decepción”.

“Sí, la tengo, pero no tenía ganas de tener un duelo. Tampoco vi tus cartas, por lo tanto pude reducir mi lista de duelistas rubios que pueden ser tú”.

-¡¿Qué?! –Joey nunca había considerado eso.

No había jugado a ningún duelo porque pensaba que si lo hacía se dejaría ver claramente por el Sacerdote, pero lo que él decía era cierto; ya tenía una lista de duelistas con cabello rubio y probablemente tuvo la oportunidad de ver los duelos de muchos, por lo tanto ver sus cartas y afirmar que no eran las suyas.

De la forma que sea le estaba dando una ventaja para descubrirlo: si jugaba lo descubriría en menos tiempo que cualquiera, pero si no lo hacía le estaría ayudando a hacerlo, más difícilmente pero al fin y al cabo a hacerlo. Cavaba su propia tumba de un modo u otro.

“Entonces sí me estabas buscando”. Afirmó Joey y demoró más de lo normal en contestar.

“Quizá”.

Eso lo hizo explotar de emoción. Él no quería que lo reconociesen, pero si quería reconocerlo a él. Le había mentido, por más que había dicho que no tenía interés en conocerlo, si lo tenía.

“¿Cuántos candidatos hay que puedan ser yo?”

“Unos quince”.

“¿Solo eso?”

Joey se dio cuenta de que eran muy pocos, si llegase haber otro evento y él se tomaba el trabajo de buscarlo con seriedad, lo encontraría enseguida. Ya tenía suficientes pistas para hallarlo, mientras que él tenía una actitud que había visto en la mayoría de los duelistas: egocéntrica. Metería a medio mundo en la bolsa de posibilidades.

“Si me hubieses mentido y fueras mujer serían veintiocho”

“Soy mujer, te mentí”.

“Tarde, sé que no lo eres”.

“¿Cómo lo sabes? Pude estar engañándote todo el tiempo, las mujeres son unas maestras del engaño”. Bromeó.

“Estoy de acuerdo con eso. Pero sé que eres hombre y me alegro por eso”.

“¿Tuviste una mala experiencia con una chica? ¿Una novia? ¿Tienes una?”

Preguntó curioso. La verdad es que con esta pregunta quería más que nada saber si él tenía novia en ese momento, le daba vergüenza admitirlo, sentía que su corazón se aceleraba en espera de la respuesta.

“Jamás he tenido una novia”. Joey suspiró de alivio, esa respuesta lo tranquilizaba. “Pero si he tenido malas experiencias, con chicas que hicieron que me gustaran pero al final no querían lo mismo que yo. ¿Y tú?”

“No tengo novia”. Comenzó diciendo y sabía que era una manera de colocarse un cartel con la palabra ‘Libre’ en la frente. “Pero si he tenido y también he tenido malas experiencias. Mi última novia terminó conmigo hace menos de un año y enfrente de toda la escuela, dijo un par de cosas de mi que no quería que los demás se enteraran”.

“Que humillante. ¿La perdonaste?”

“Pues si… me vino a pedir disculpas una semana después. Pero el daño ya está hecho,  de todas formas ya nadie lo recuerda. Me dejó sin ganas de volver a hacerlo”.

“¿Volver a hacer qué?”

“A salir con una chica. Ya no más chicas en mi vida”.

“Entiendo”.

Joey sabía que con ese “entiendo”, estaba entendiendo la indirecta que le había tirado Joey: no era que no saldría nunca más con alguien, no lo haría con una chica pero si estaba dispuesto a salir con un chico.

“¿Pudiste conocer a alguno de los administradores?” Cambió el tema. Además tenía curiosidad de saber qué pensaba ahora de Seto Kaiba, le había parecido que lo admiraba por haber creado este juego.

“Me mantuve lejos, no me causan interés realmente. ¿Y tú? ¿Sigues pensando lo mismo de Seto Kaiba?”

“Hablé con un par, el Faraón me pareció muy agradable y Seto Kaiba me sigue pareciendo lo mismo. Miraba a todo el mundo como si fuera superior. Para ser el creador del juego, debería haber disfrutado más teniendo en cuenta que todos estaban ahí por a él”

“¿Dices que las personas fueron por él?”

“Claro, es decir, él y los otros fueron los que crearon el juego, por más que no lo soporte admiro su trabajo. Si él no lo hubiese creado nadie hubiese ido porque no existiría el juego. Es simple. Es una lástima que él no lo vea así”.

“No lo había visto de ese modo”.

“Bueno yo creo que debería disfrutar un poco más de su éxito y no lucir tan amargado cuando está rodeado de personas que lo admiran. Es un engreído”.

Joey seguía muy molesto por lo que le había dicho Kaiba. Él merecía estar en el evento y no le gustaba que alguien que no lo conocía dijera lo contrario y además que se burlara de sus cartas. El “Dado Grácil” es un Monstruo importante para él, ¿qué importaba si dependía o no de la suerte? ¿Para qué lo creaba si luego iba a menospreciarlo?

“Me tengo que ir”. Leyó Joey y pensó que en menos de un segundo el avatar frente a él desaparecería, pero le volvió a escribir. “Adiós”.

“Adiós”.                                                                             

Sabía que se estaba emocionando por una estupidez, pero era la primera vez que se despedía antes de irse.

+ - + - + - + - +   

Al otro día en pleno lunes, la gente estaba alborotada alrededor de Yugi. Joey y Tristán más que parecer sus amigos parecían sus guardaespaldas. Todo el mundo quería saber cómo había hecho para vencer al gran Duke y en cuanto a este, al contrario de lo que habían pensado que pasaría, seguía siendo tan popular como antes.

De todos, él era el que más alardeaba a Yugi contando sobre cómo lo había vencido.

-Sí que es raro…-comentó Joey al ver cómo contaba a viva voz y feliz sobre su derrota.

¿Quién hace eso? ¿No se supone que las derrotas son algo humillante?

Al menos hablar de su mala suerte con Yugi lo hizo parecer una persona más humilde y menos engreída, además su juego había tenido un éxito total. Así que se había vuelto aún más popular.

Era una pesadilla para Joey, ¿cómo diablos lo hacía?

Duke al verlo levantó una mano como saludo y se despidió de las personas con las que hablaba, trotó hacia donde estaban ellos.

-Hola, ¿cómo están? –les preguntó.

Pronto se dieron cuenta que pasar el tiempo con Duke no estaba nada mal, Joey podía hablar muchas cosas con él sobre juegos. Llegó a la conclusión de que tenía un no sé qué lo hacía llamativo y divertido. Ahora entendía su popularidad.

Sabían que terminarían siendo amigos.

Ese día Seto Kaiba tampoco había ido a estudiar, pero si lo hubiese hecho habría podido ver cómo la mitad de la escuela tenía su nombre entre labios y de una manera muy buena. Kaiba se había tornado una tendencia, una celebridad, no solo allí sino que en todos los medios de comunicación aparecía el tema de Kaiba Corp. y su éxito con su nueva tienda de juegos y su nuevo modo de jugar por medio de la mejor tecnología.

+ - + - + - + - +

Joey andaba como un loco en su bicicleta por las calles de la ciudad, se le había hecho tarde para llegar al trabajo y por más que se llevara bien con los dueños, no quería darles un motivo para que lo despidiesen. Necesitaba el trabajo.

Aparcó su “vehículo” en el callejón al lado del restaurante y entró por la puerta de atrás como siempre, con mochila en hombro donde tenía su uniforme.

-Hola –saludó al dueño y él le señaló el reloj que tenía en su muñeca con clara molestia en la cara-. Perdón, perdón.

Fue a los baños y se cambió lo más rápido que pudo; con un pantalón negro, camisa blanca y un chaleco gris. Los zapatos negros ya los traía puestos. Cuando salió se ató un delantal a la cintura, tomó una libreta y una lapicera y comenzó a atender a la gente.

Los hermanos Kaiba junto a su primo Atem bajaron del auto nuevo del CEO, deportivo y de lujo. Habían estado paseando por esa zona de la ciudad haciendo compras, era el barrio más caro de la ciudad y ahora querían cenar algo, pues tanta caminata los había dejado hambrientos.

-Me comentaron de este restaurante el otro día, tenía ganas de venir –dijo Kaiba.

Joey estaba parado junto a la barra como hacía usualmente cuando no había nadie a quien entender, la puerta del local se abrió y se congeló al ver quien entraba.

Seto Kaiba abrió la puerta para dejar pasar a su hermano pequeño y luego pasó él, detrás le siguió Atem. Joey vio cómo se sentaban justo en la sección donde él atendía, si hubiesen venido solo los hermanos Kaiba hubiese tratado de esconderse, pero al ver al faraón decidió atenderlos como correspondía.

Tomó tres cartas y se les acercó.

-Buen día. Bienvenidos –dijo Joey y se maravilló con la cara de sorpresa de Kaiba al reconocerlo, lo miró de arriba abajo, era muy consciente de que se veía muy diferente con su uniforme.

-¿Wheeler? ¿Trabajas aquí? –Le preguntó finalmente mientras aceptaba la carta que él le pasaba tranquilamente.

-Pues sí, hace bastante tiempo ya –le comentó sonriente, el carisma era algo que necesitaba en ese trabajo, fuera a Kaiba o a cualquier otro que atendiera.

-¿En la escuela saben que trabajas?

-No, así que te agradecería que no se lo contaras a nadie o estaré en problemas.

-¿Se conocen, Seto? –Joey notó como un chico de aproximadamente trece años le miraba, tenía el cabello negro y corto hasta los hombros y sus ojos eran hasta más azules que los de su hermano. Su mirada era de curiosidad mientras llamaba la atención de Kaiba tirando de su manga.

-Tú debes ser Mokuba, soy Joey, estudio con tu hermano –le sonrió y él también lo hizo de vuelta. Le pareció un chico muy tierno. Vio como el dueño lo estaba mirando fijo -… y me tengo que ir. Vendré en unos minutos por su pedido.

Cuando Joey se fue sintió en todo el camino la mirada de su jefe sobre si, sabía que no lo hacía de malo, sino porque era necesario para él. Primero porque no quería molestar a sus preciados clientes y segundo porque no era la primera vez que contrataba a alguien que solo quería trabajar ahí con el objetivo de conseguir una fortuna.

El restaurante era muy famoso entre las personas ricas, estaba ubicado en el barrio más selecto de la ciudad y era visitado por lo tanto por personas con mucho dinero, los fines de semana era imposible sentarse en una mesa sin tener una reservación y como era una locura de gente él prefería ni aparecerse por allí esos días.

-… debí haberle pedido su número a Yugi, ¿no crees? Así lo invitaba a salir correctamente, ¿crees que deba invitarlo a salir? –le decía Atem a un aburrido Kaiba cuando Joey volvió a su mesa.

Atem había pasado todo lo que quedó del día sábado, todo el día del domingo y lo que iba de ese lunes hablando de Yugi. A Seto ya se le crispaban los nervios de escuchar hablar a su primo. ¿Así actuaba una persona enamorada? Qué horror…

-Yo creo que sí deberías hacerlo. Estoy seguro de que le gustará –le dijo Joey y él le sonrió en respuesta.

-¿Cómo está Yugi? –preguntó.

-Bien y también quiere verte, así que hazlo. ¿Ya saben que van a pedir?

No pudo decir ni pio cuando les llevó su comida y luego volvió solo cuando Mokuba quería un postre. Joey le comentó sobre su propio postre favorito y él quiso elegir justo ese, se alegraba de verlo comer ansioso.

Pensó en Yugi y Atem, ambos querían verse y si no recordaba mal Yugi le había dicho que se iría en la tarde del miércoles por lo tanto solo tenían un día para poderse ver antes de que un océano entero los separara de nuevo. Quería hacer algo por ellos.

Sabía que lo estaban vigilando, así que agarró su libreta y anotó en una hoja en blanco el nombre y número de Yugi que tenía registrado en su celular, el cuál saco del bolsillo de su pantalón sin que nadie se diera cuenta. Arrancó la hoja y la colocó dentro de una servilleta de papel la cual mantuvo debajo de la libreta en la que llevaba la cuenta.

Mientras le pasaba la libreta a Kaiba con la mano izquierda, la derecha pasaba sobre la mesa disimuladamente la servilleta hacia Atem.

-Si saco mi teléfono creerán que quiero salir contigo, así que… -Atem le frunció el ceño  y miró dentro de la servilleta.

-Genial, gracias Joey. Así se escribe su nombre… –le dijo  mientras trataba de aguantarse la sonrisa mordiéndose el labio para no sonreír. Guardó rápidamente el papel en el bolsillo interior de su chaqueta y mirando hacia los lados de manera de asegurarse de que nadie los había visto.

Joey sabía que ellos solo se hablaban por mail y a decir verdad era muy fastidioso y demasiado formal, Yugi siempre decía que era como si se estuviesen mandando cartas. Pero hasta ahora compartir sus números de teléfono no era una opción para ellos.

-Bueno, ahora escúchame: no lo lleves a un lugar elegante porque se sentirá incómodo. A Yugi le encantan las hamburguesas y los postres dulces. Llévalo a ver una película, hay una que quiere ver hace tiempo, pero por nada del mundo lo hagas ver una de terror, no podrá dormir en días  -le recomendó rápidamente y él asentía a cada cosa que decía automáticamente.

Estaba anotando todo esto mentalmente entre las cosas más importantes. Era información necesaria y preciada.

Joey vio como Mokuba se reía de la situación, era seguro que él ya sabía de la relación que tenían su primo y Yugi. Y así era. También había pasado todo el día de ayer escuchando a Atem hablar sin parar sobre un desconocido, jamás lo había visto tan feliz.

Cuando volteó, Kaiba le devolvía la libreta y él la tomó. Ellos se pararon listos para marcharse. Cuando abrió la libreta vio una gran cantidad de billetes.

Kaiba había pagado con tarjeta.

-Oye, esto es demasiada propina  -le dijo Joey antes de que se fuera. Él volteó.

-Así está bien, insisto –le respondió y Joey le sonrió sin darse cuenta.

Se marchó y Joey tomó el dinero y lo guardó en el bolsillo de su delantal. Por un lado le agradaba el hecho de que Kaiba le hubiese dado tanta propina, sabía que era porque le gustó cómo le atendió porque si no fuera así estaba seguro que no le daría ni un centavo.

Pero por el otro lado le dejaba una mala picazón de boca. Dejaba claro que no le afectaba dar un montón de dinero a un simple mozo por su servicio. Se lo imaginó diciendo “Soy Seto Kaiba y me llueve el dinero”.

Negó con la cabeza apartando el pensamiento. A pesar de que lo odiaba, no lo había hecho con una mala intención y lo sabía.

+ - + - + - + - + - +

Yugi estaba haciendo su tarea esa noche cuando sonó su celular. Lo tomó distraídamente pensando que sería alguno de sus amigos tonteando como siempre. Cuando miró la pantalla leyó “número desconocido”. Frunció el ceño mientras habría el mensaje, quizá había sido alguien que envió mal el mensaje y no era para él.

Grande fue su sorpresa cuando vio que era para él y quien se lo había enviado.

Se le cortó la respiración al ver el nombre de Atem y además… ¡lo estaba invitando a salir! ¡A él! Le estaba proponiendo salir después de la escuela.

-Sí. ¡Sí! Claro que sí… -dijo Yugi girando en la silla con el celular entre manos y tecleando una respuesta.

Se preguntó si se estaba viendo desesperado, es decir no había pasado si quiera un minuto desde que le había llegado el mensaje  y ya había enviado una respuesta. Bueno ya era tarde para arrepentirse.

No tenía de qué preocuparse de todas formas. Atem estaba aullando de felicidad mientras Kaiba conducía de vuelta a su mansión. Mokuba le festejaba en el asiento de atrás a su primo.

-¡Me dijo que sí!

Yugi dejó su tarea de lado, no podía concentrarse en eso en un momento así. ¿Qué debía hacer ahora? ¿Esto era una cita, lo podía clasificar así? ¿Y si lo era, qué se suponía que debía hacer en una cita?

Se chocó contra el pensamiento de preguntarse qué debía hacer con su ropa y se sintió tonto. Pero no quería salir con él con el uniforme de la escuela y si lo pasaba a buscar no iba a tener tiempo de ir a cambiarse a su casa. Tomó una bolsa y guardó en ella ropa que consideraba linda. Ya saben, la que uno tiene guardada para cuando hay que salir. Estaba convencido de que estaba demasiado ansioso y emocionado, tanto que esa noche apenas pudo dormir.

Desayunó con toda la felicidad del mundo, su madre y su abuelito veían corazoncitos y flores rosas volar a su alrededor. Se preguntaron qué era lo que hacía tan feliz a su pequeño al verlo salir corriendo de la casa rumbo a estudiar.

Cuando Yugi vio a Joey le contó casi enseguida de sus planes con Atem y este festejó al ver que su plan había salido tal lo planeado. Cuando ya estaban todos Joey dejó salir el secreto.

-Agradéceme, porque yo fui quien le dio tu número –dijo Joey mirándose las uñas de manera engreída y superior.

-¿Ah? –preguntó Tea con una ceja alzada.

-Sí, yo mismo. Ayer fue con ese engreído de su primo al restaurante, así que le di tu número –chocó los cinco consigo mismo al ver los ojos brillantes de Yugi mirándolo. Eso solo elevó su ego.

-Eres increíble Joey –le agradeció Yugi y Joey asintió afirmando esto.

Hasta que por fin alguien se daba cuenta, lo suyo era un talento natural que nadie apreciaba.

-Así es, de ahora en adelante llámenme “cupido” –posó frente a sus amigos y Yugi y Ryou fueron los únicos que le aplaudieron.

-Sí te diste cuenta de que el Faraón tiene el mail de Yugi, ¿no es cierto? Si no hubieras interferido probablemente lo hubiera invitado a salir igual –Tea le explotó su burbuja a Joey con falsa cara de aburrimiento para molestarlo.

-Lo tuyo es envidia –le dijo Joey cruzado de brazos mirándola con superioridad-. Quizá deba conseguirte un novio a ti también.

-¡Yo no necesito un novio!-le respondió ofendida sacándole la lengua y él le hizo lo mismo.

-Ya que eres cupido, ¿por qué tú no tienes a alguien? –se unió a molestarle también Tristán.

Joey se sintió enrojecer. Era divertido jugar esa broma a alguien más pero no cuando se la jugaban a uno mismo.

-Porque no quiero –dijo simplemente.

Le daba vergüenza admitir que nunca estaba con nadie. Sus amigos y compañeros siempre salían en citas grupales, lo normal a los 18 años, pero él no se les unía. Por más que quisiera no estaba muy seguro de cómo conquistar a un chico, nunca lo había intentado. Y ni hablemos del hecho de que cada vez estaba un poco más convencido de estar enamorado de un extraño en internet.

Se preguntó si se había contagiado de Yugi de tanto que hablaba con él.

Maldijo a Kaiba por haber creado ese fantástico juego que había cambiado gran parte de su vida y se llevó un susto cuando en ese momento él mismo atravesó la puerta de la clase.

Era como si lo hubiese invocado, que miedo. Tomó asiento en su banco.

Las clases estuvieron llenas de halagos hacia Seto Kaiba que extrañamente para todos, él agradeció dejándolos a todos con la boca abiertos. Joey lo miraba extraño de arriba abajo, sus teorías eran: picadura mortal de mosquito, lavado de cerebro, golpe en la cabeza al despertarse o alguien lo había amenazado.

¿Por qué agradecía que a todos les gustase su juego?

 Apenas terminaron, Yugi acompañado de Ryou salió disparado hacia los baños con su mochila en un hombro y su bolso en otro. Dentro se encerró en un cubículo y se cambió metiendo la ropa que tenía puesta en el bolso.

-Tal para cual… -escuchó Joey decir a Kaiba mientras veía a Yugi salir corriendo-. Los dos son unos exagerados.

-Se nota que nunca te has enamorado –le dijo sin ganas Joey, mientras rodaba los ojos. Le fastidiaba que opinara eso sobre su amigo.

-Cierto –dijo simplemente y lo miró a los ojos.

Joey se sintió saltar al ver esas profundas lagunas azules enfocarse en él. Titubeó en el lugar, su mirada era intensa y se sentía caliente sobre sí. Admitía que le produjo miedo, se preguntó si se había ofendido.

Decidió huir con Yugi.

+

Atem aparcó el auto de su primo en la entrada de la secundaria de Dominó, había conseguido que Seto se lo prestara con la condición de que no le hiciese ni un solo rayón y pensaba cumplirlo porque necesitaba un coche para moverse por la ciudad. De todas formas Seto se iría directo a su oficina a trabajar en la limusina.

Y hablando de roma, su primo salía tranquilamente con maletín en mano. Vio como chicas y chicos se volteaban a mirarlo y susurraban. -Idiota… -dijo para sí.

Estaba convencido de que este país lo volvía un aburrido total. Que desperdicio, teniendo tantas personas detrás y él ni siquiera les daba la oportunidad.  

-Lo digo enserio, si arruinas mi auto no te dejaré entrar nunca más a mi casa –le volvió a advertir colocándose a su lado.

-Es solo para causar una buena impresión –dijo sonriente Atem, quería que la cita fuera diez de diez y quería causar en Yugi la misma impresión que en todas las personas que lo veían en este momento y quedaban boca abiertas.

-No sé si esto te va a funcionar –le dijo sin ganas y Atem decayó en alegría. ¿Por qué no solo podía apoyarlo y ya?- Muto no es alguien a quien le guste llamar la atención.

-Lo sé, es increíble. Es la persona más simple que he conocido, es perfecto –miró distraídamente la entrada esperando ver a su chico. Kaiba se frotó con frustración la cara.

¿Era él o  su primo era un idiota?

-Te das cuenta de que ese auto llama la atención, ¿verdad?

-Rayos, tienes razón - Atem miró preocupado el auto, ahora se estaba arrepintiendo.

Con un suspiró Kaiba se fue y se subió en su limusina, todo el camino fue pensando en lo estúpidos que se volvían sus amigos cuando se enamoraban. Ahora solo tenía a Akefia, su primo y Marik estaban perdidos en una burbuja de amor. Juró que nunca se enamoraría de alguien de esa manera.

+

-Buena suerte –le dijo Tea a Yugi abrazándolo.

-Gracias, nos vemos mañana –se despidió y comenzó a bajar las escaleras corriendo hacia la entrada.

Cruzando el portón comenzó a buscar a Atem, por mensaje habían acordado que se verían ahí y teniendo en cuenta que había demorado en salir porque se estaba cambiando, debía de ya estar allí. Vio una cabellera pinchuda como la suya que le hizo sonreír al instante. Se acercó a él sin apuro, la verdad es que no podría apurarse ni aunque quisiera, sus piernas simplemente sabían temblar.

Las chicas a los alrededores suspiraron al ver como el desconocido que había llegado en un súper auto y era súper guapo, tomaba con delicadeza la mano de Yugi y la besaba en forma de saludo dejando a Yugi sorprendido y ligeramente sonrojado.

Yugi entró en pánico cuando Atem le invitó a entrar en el auto, había olvidado por completo el hecho de que probablemente él era tan rico como Kaiba y eso lo puso incómodo al instante. Atem lo notó y quiso golpearse a sí mismo, su primo tenía razón. Por suerte Yugi entró de todas maneras y rápidamente se sintió cómodo junto a él.

-¿Cómo has estado? –le preguntó sacando brevemente la vista de la carretera y fijándola en él.

Atem decidió hacerle caso al chico que le había dado el número de Yugi, Joey, si no se equivocaba. Seto había dicho que ellos eran mejores amigos así que debía conocer bien lo que le gustaba a Yugi; fueron al cine a mirar una película y se sorprendieron al notar que les gustaban los mismos géneros y luego lo llevó a comer a un sitio de comida rápida.

Se dio cuenta que de esa forma se veía más cómodo, el estar rodeado de otras personas relajaba notablemente a Yugi. Él no solía comer en esos sitios, pero el ladrón solía hacerlo así que supo bien a donde llevarlo. Le era fácil hablar con él, tenían millones de temas en común, de intereses y gustos.

Todo fluía por sí solo de manera fácil, pero Atem quería estar a solas con Yugi, todo el tiempo habían estado rodeados de personas y se estaban cansando de esto.

-Oye, ¿te gustaría ir a mi hotel? –le preguntó al salir.

Yugi dudó antes de responder, sin nombrar que toda su sangre se heló. ¿Qué debía de responder? ¿Se sentía lo suficientemente cómodo como para estar a solas con él?

-Claro… -la respuesta fluyó libremente de sus labios.

Atem se había hospedado esas casi dos semanas en un hotel a pesar de que iba y venía a la mansión Kaiba. La verdad era que a pesar de que sabía que se podía quedar allí prefería tener otro lugar asegurado a la vez, por un lado para no estar molestando y por otro por si algo sucedía.

También admitía que le encantaba quedarse en hoteles, tanto en su casa como en la de su primo siempre estaba rodeado de personas, nunca estaba realmente solo, pero en un hotel tenía todo el espacio solamente para sí mismo. Además la mansión había estado realmente llena con Akefia, Marik y Malik que se habían ido ayer lunes por la mañana. Aun así esos días que se había quedado, tenían que aprovechar los pocos tiempos en los que estaban los cuatro juntos.

Al llegar al hotel Yugi tomó tanto su mochila como su bolso que había dejado en el asiento trasero, Atem tomó una de ellas ayudándole y luego entrelazó su mano con la suya guiándolo hasta el asesor.

-¿Cómo conociste a Joey? –preguntó Atem.

Ya era de noche, sin darse cuenta ninguno de los dos. Estaban mirando películas en una gran pantalla mientras estaban recostados en un sillón de cuero blanco marfil. Atem tenía mucha curiosidad sobre cada uno de los detalles de la vida de Yugi.

-Nos conocimos hace ya tres años, aunque hoy es mi mejor amigo no tuvimos un buen comienzo –dijo Yugi riéndose para sí mismo al recordar el pasado, todo era diferente ahora-. Lo siento, pero no te lo puedo contar, es algo privado de Joey.

-Entiendo, se nota que se quieren mucho –Yugi asintió con firmeza a esto.

-Sí, no sé qué haría sin él –dijo Yugi suspirando. A Atem se le apretó el estómago de la envidia, él quería que Yugi llegara a confiar en él como lo hacía con Joey-. Bueno sin todos mis amigos en realidad, no te mentí cuando dije que era tímido, si mi hubieses hablado hace tres años hubiese corrido hacia el otro lado y nunca me hubieras encontrado. Ellos me hacen más fuerte.

-Me alegro de que los conocieras entonces. Quizá estaba un poco desesperado por conocerte, no sé qué hubiera hecho si no me hubieses permitido acercarme a ti –admitió Atem mientras le sonreía, Yugi le correspondió la sonrisa mirando como jugaban sus dedos a enredarse entre sí en su regazo. Atem tomó su barbilla para que Yugi lo mirase a los ojos-. Lo digo enserio.

Yugi tragó saliva, gritaba internamente de la emoción. El chico más atractivo que había visto en su vida lo estaba tomando de la barbilla y sus rostros estaban tan cerca uno del otro que podía tomar grandes bocanadas de su aroma, que olía de maravilla. Atem soltó una pequeña risa al ver como Yugi se sonrojaba de inmediato.

Está bien, Yugi sí era tímido.

Pero el chico no se apartó y por más que quisiera no podía dejar de pensar en besarlo. Miró a Yugi a los ojos buscando alguna señal de si él quería apartarse, pero solo vio sus preciosos ojos amatistas brillar y sus tiernos labios se separaron con anticipación cuando empezó a acercarse a ellos.

Yugi cerró los ojos y se arrimó también. Atem colocó sus labios sobre los suyos de manera suave mientras su mano se apoyaba en su mejilla, movieron sus bocas en un ritmo lento, acostumbrándose al otro. Yugi se sostuvo del hombro de Atem teniendo unas ganas tremendas de envolver sus brazos detrás de su cuello, pero se contuvo, apenas sabía qué hacía.

Su celular vibró de repente con la llegada de un mensaje y saltó del susto. Atem se separó sin dejar de sonreírle y Yugi le dirigió una sonrisa avergonzada, tomó su celular para leer el mensaje.

-Es mi madre, quiere saber dónde estoy, ya es tarde –le comentó Yugi apenado. No quería irse, Atem partiría mañana a Egipto y no sabía cuándo lo volvería a ver.

-¿Quieres quedarte a pasar la noche? –Atem le preguntó sin reflexionar al respecto.

Yugi se lo quedó mirando sorprendido, después de todo apenas se conocían en persona, Atem pensó que la pregunta era tonta, él no diría que sí. Le sorprendió que Yugi pusiese su mano sobre la suya, que había dejado caer sobre el muslo de este, se preguntó si se estaba pasando de la raya aunque Yugi parecía cómodo hasta el momento.

-No lo sé –le respondió Yugi-, mañana hay escuela, no creo que me dejen.

-Trajiste tu uniforme y yo mismo te llevo a la escuela en la mañana antes de ir al aeropuerto –le prometió Atem tomando su mano entre las suyas y mirándolo directo a los ojos con ruego.

A Yugi se le cortó la respiración de la emoción.

-Preguntaré.

Notas finales:

¿Les gustó?

Gracias por leer!

Nos vemos en el próximo cap!


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