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¿Quién eres? por Bloomx

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Notas del capitulo:

YU-GI-OH no me pertenece, yo solo utilizo sus personajes para crear nuevas historias.

 

En la noche del domingo, Joey festejaba en su habitación el conseguir pasar la tercera misión, ya estaba a un paso de su entrada al evento. La barra de energía de su avatar estaba agotada, así que fue a una tienda en la selva ubicada en la copa de un árbol de secuoya inmenso, era en ese mapa donde encontró la misión. Ya llevaba una en el bosque y en el Himalaya, asumía que la próxima estaba en Egipto.

Intercambió esmeraldas por un par de frascos de medicina que cargarían su barra de energía más rápido. Siguió el camino que lo llevaba a Egipto después de eso.

“¿Acabas de pasar la tercera misión?” Joey sonrió cuando el Sacerdote apareció en su campo de visión y en su chat.

“Sí, me queda una y una semana para realizarla, estoy seguro de que lo lograré”.

“Estaba preocupado de que no pudieras con la parte de Dados de Monstruos del Calabozo, no era exactamente fácil. ¿Hiciste trampa?”

-¿Otra vez? –bufó Joey.

“¿Por qué cada vez que hago algo bien te sorprendes y me acusas de tramposo? ¿No te cansas de subestimarme?”

“Está bien, me pasé y lo lamento. Pero de verdad, ¿dónde está el chico que conocí y que apestaba en ese juego?”

“Esa era la sorpresa de la que te quería hablar, pero como en las últimas dos semanas apenas te has conectado, no te lo he podido mostrar. Ahora soy bueno en el juego, un muy buen amigo me ayudó a mejorar y de verdad lo aprecio o no podría haber pasado la misión de hoy. Y la mejor parte: ¡gané a Jinzo en el primer enfrentamiento que tuve! De verdad hubiera deseado que lo vieras”.

Quería contarle sobre cada una de las partidas que estaba teniendo, no estaría al nivel de Yugi o Duke nunca, pero podía defenderse bastante bien. Obviamente le diría al Sacerdote que era un experto, presumir siempre primero.

“¿Un muy buen amigo? ¿Esa es tu forma de llamarle a una relación?”

Se extrañó del cambio de tema y quedó completamente sorprendido. Además, ¿estaba insinuando que tenía novio? ¿Y qué con eso? ¿Por qué estaba interesado en saber si tenía novio? Admitía que el interés del Sacerdote en su vida amorosa de verdad lo emocionaba. Él mismo tenía un gran interés en su vida amorosa. Necesitaba saber lo que pensaba de eso.    

“¿Qué, ahora estás celoso?”

 “Un poco, sí”.   

“¿De verdad?” Joey se sorprendió y sintió como se le cortaba la respiración y le temblaban las manos al escribir el último mensaje.

“Sí”.  Acaso él estaba insinuando…

“No es mi novio, si te interesa saberlo”. No sabía por qué tenía la necesidad de aclararlo. Le volvió a la mente el rostro de Duke y las cosas que él y el Sacerdote tenían en común. “¿Te gustan los chicos? No lo sabía, ¿desde cuándo?”

“Me interesa saberlo y desde siempre, eso es obvio Senshi. Y supongo que tu pregunta es más si me gustas tú”.

“Puede ser…”.

“Bueno, puede que me gustes”.

Muy bien, Joey no podía respirar, su corazón bombeaba más rápido que nunca y él aun así no tenía oxígeno suficiente. Su estómago se apretó y sus ojos cosquilleaban. ¿Eso era una confesión? Era la primera vez que un chico le decía que le gustaba, y todavía era un chico que a él le gustaba.

¿Qué hacía ahora? Tomo dos grandes bocanadas de aire y se obligó a pensar con claridad, aunque no podía borrar la sonrisa enorme de su cara. Debía de contestar, no quería sonar desesperado, ni demostrar que estaba a punto de hacerse pis de la emoción. Debía aprovechar que había una pantalla que ocultaba las cosas bellas y feas de ser un Ser Humano, con manos temblorosas escribió con dificultad.

“Puede que tú también me gustes”.

Esa noche, por primera vez en dos semanas el Sacerdote no se fue temprano, jugaron una nueva misión en pareja y Joey no pudo evitar compararlo con una cita en las arenas de Kaiba Corp. entre dos amantes muy frikis. Luego de eso hablaron hasta tarde en la noche sobre juegos de caja que tenían de pequeños y que adoraban, curiosamente el Sacerdote estuvo más desprendido a la hora de charlar, tenía tantas ganas como él.

Aunque no lo estaba viendo ni escuchando, para Joey esto había sido una completa cita perfecta que debía de volver a reproducirse en el mundo real.

+ - + - + - + - + - +  

Joey yacía con su mejilla pegada a su pupitre mientras miraba por la ventana y le caía saliva por la boca. No estaba prestando atención a nada de lo que ocurría en su clase, su mente tenía cosas más importantes en las que enfocarse; por ejemplo el Sacerdote o que por primera vez le gustaba a un chico, o mejor aún, le gustaba al Sacerdote.

-Joey, hermano, estás más distraído de lo normal –le dijo Tristán acomodando su pupitre junto al suyo.

-¿Ya es hora del almuerzo? –se enderezó en su silla, ahora que lo pensaba, tenía un poco de hambre.

-De verdad debió de pasar algo increíble para que olvidaras la posibilidad de comer –dijo Tea acercándose también con Ryou, y sus amigos se rieron.

-Sí… lo siento –se lamentó mientras les sonreía suavemente.

Yugi se sentó a su otro lado y sacó su almuerzo, Joey se dirigió a él.

-Ayer te llamé por la tarde y no pude ubicarte, ¿en qué andabas?

Yugi se atoró con su comida y se sonrojó un poco, más allá de por la falta de aire. Y como siempre, cuando a Yugi se le sube el color rojo, el faraón no puede estar muy lejos.

-El cumpleaños de Atem es el domingo y quería regalarle algo. Pasé horas tratando de decidirme porque debía enviarlo ese mismo día o no llegaría a Egipto para entonces –le comentó emocionado-. Por suerte encontré el regalo perfecto y pude llegar al correo a tiempo.

-Qué bueno –le respondió, realmente podía imaginarlo sin esfuerzo alguno corriendo de un lado a otro buscando el regalo indicado-. Es una pena que no puedan verse ese día.

-Lo es –Joey vio como Yugi hacía un puchero inconsciente y sonrió-. No podré verlo este fin de semana, pero el próximo es el evento y su padre lo dejará venir antes. Lo cual es increíble. De verdad lo extraño, ahora que sé cómo es hablarle en persona las llamadas son insuficientes, aunque ahora hayamos escalado a las videollamadas.

-¿Ya conseguiste tu entrada?

-No, solo he pasado dos misiones, pero me tengo fe –dijo con confianza-. ¿Y tú?

-Ya logré pasar tres, me queda una. Estoy seguro que hoy en la noche lo conseguiré.

Joey se quedó reflexionando sobre Yugi y el faraón. Ellos estaban muy enamorados, no había tenido oportunidad de conocer a Atem mucho, pero tenía un claro interés por su amigo. Parecía irreal y hasta irónico que una pareja tan perfecta estuviese separada por más de un océano entero. Y aun así, ellos lo intentaban; preferían las videollamadas hasta tarde en la noche de Japón que no tener nada, y ambos sabían que solo una amistad por miedo a la distancia no les sería amena a ninguno.

¿Quién hubiera pensado que algo así sería posible? Encontrar a tu pareja ideal a través de un videojuego…

-Oye Yugi –le dijo por lo bajo para que los demás no los escucharan, igual estaban entretenidos en otra cosa-, ¿cómo supiste que estabas enamorado del faraón?

-No lo sé –Yugi pensó al respecto mientras miraba a Joey curioso, él no era el tipo de personas que hacían esa clase de preguntas-. Solo sé que un día me di cuenta de lo mal que me sentiría si dejara de hablarme y lo desesperado que estaba por entrar al juego para encontrarlo. Ya me había acostumbrado a recibir por lo menos un mail al día suyo, a pesar de que hubiésemos hablado durante horas por la noche.

-Eso es… tierno –concluyó Joey. Se sentía tan identificado con lo que Yugi decía, claramente su historia no era igual, pero reconocía que le dolería que el Sacerdote ya no le hablara y mucho.

-De todas formas, ¿por qué lo preguntas? –Yugi lo miró sospechosamente y no pudo hacer más que soltar una risa tonta.

Yugi le clavó una mirada seria que claramente decía “Escúpelo ya, Wheeler”. A Joey le tembló la voz al tratar de hablar, pero de veras tenía ganas de decírselo a alguien y poder hablar del Sacerdote. ¿Y quién mejor que Yugi? Estaba seguro de que lo entendería.

-Hay algo que no te he contado –le dijo bajando aún más la voz y escupió todo lo que se tenía guardado-. ¿Recuerdas al Sacerdote? Con quien hablaba en el juego de vez en cuando y solo sobre el juego. Es que… ya no es solo sobre el juego y si no fuera porque trabaja para Kaiba Corp. y todas las actualizaciones que ha habido, probablemente hablaríamos todos los días. No sé cómo pasó, pero me di cuenta de que me gusta y creo que yo también le gusto… bueno, él dijo que le gusto…

-¡¿Qué?! ¡Joey! ¿Hace cuánto te tenías esto guardado y no nos lo contaste? Sabes que yo no te hubiera juzgado jamás –Yugi se quejó y llamó la atención del resto que los miraron curiosos.

-¿Qué secreto te tienes guardado? –le preguntó Ryou, otro más que lo miraba con cara de sospecha, al menos podía confirmar que sus amigos eran buenos amigos: lo conocían.

-Dime que no te has conseguido un novio a través de un videojuego tú también –le rogó Tristán.

-Esto es incómodo…

-Sí te conseguiste un novio por internet, ¿verdad? –afirmó Tea, una gota gorda le caía de la frente.

+ - + - + - + - +  

Seto Kaiba se levantaba tranquilamente por la mañana del martes, después de más de dos estresantes semanas que lo habían dejado más que agotado. Las dos últimas noches había estado tratando de recuperar el sueño perdido.

Había estado a tres segundos de darle la razón al ladrón cuando dijo que todo había sido mala idea.

Fue una idea nefasta. Se arrepentía a más no poder de seguirle la corriente a su primo, él le debía un gran favor ahora y pensaba cobrarlo con intereses. No podía creer que había aceptado y todo por…

Bufó queriéndose golpear a sí mismo. Se miró en el espejo terminando de acomodar su uniforme escolar, prendiéndolo hasta el cuello. Volvió a contar los meses para terminar el año escolar y por fin graduarse. No lo malentiendan, le encantaba estudiar pero el ambiente no era lo suyo y últimamente su cabeza estaba ocupada más que nada en su empresa y en los futuros planes a desarrollar. La escuela le había quedado chica.

Tomó su maletín y bajó a desayunar con su hermano, quien tenía una computadora frente a él mientras comía galletas recién hechas. Era un desastre de migas, pero adoraba a su hermano.

-Buenos días, Seto –lo saludó alegremente y él le correspondió-. ¿Adivina qué? Hoy por la mañana nos informaron de la corporación que se llegó a los primeros quince jugadores que irán al nuevo evento. Tal y como lo planeamos, las misiones están permitiendo pasar solo a los mejores de los mejores.

-Eso espero, la última vez entró gente incompetente que no debía de estar allí –se sirvió café mientras recordaba a Wheeler en su evento, no lo despreciaba tanto como antes pero se negaba a creer que es un buen duelista hasta verlo él mismo en un duelo-. ¿Tienes ahí quienes pasaron?

Mokuba cambió de lugar la laptop para que ambos pudieran ver. En el rato que llevaban ahí, dos jugadores más consiguieron pasar al evento, sabían que la recta final sería decisiva. Contempló los avatares reconociéndolos a todos, no había ni uno que fuera malo, tal y como lo había planeado.

Muto con su avatar “Hikari” no estaba en la lista, a pesar de lo buen duelista que era, últimamente había analizado sus números y le sorprendía los resultados y estrategias que tenía. Sería tonto si no consideraba rival a ese chico, increíble para lo que le temblaban las piernas con solo mirarlo un par de segundos en la escuela. No se había decidido aún si le gustaba o no para su primo, pero deseó que se apurara en conseguir su entrada o él tendría que soportar a Atem lamentándose.

De todas formas, había alguien en la lista que sí le interesaba y las comisuras de sus labios se elevaron cuando se dio cuenta de que había sido el primer registrado para entrar al evento.

Pensó en eso durante todo su trayecto a la secundaria. Cada vez que tenía que atravesar a toda esa multitud de gente que no comprendía ni lo comprendía a él, deseaba poder volver a vivir en Egipto. Iba por el pasillo cuando su hermano lo llamó por teléfono, le extrañó. Esperaba que no sucediera nada malo.

-¿Qué sucede Mokuba?

-Hermano, olvidé de preguntarte, ¿le compraste un regalo a Atem? –Mokuba le preguntó sospechosamente. Seto se tragó una maldición y no respondió-. Te volviste a olvidar de su cumpleaños, ¿no es cierto?

-Por supuesto que no –afirmó,  ya era el tercer año que se olvidaba.

-Sí, claro… -la voz de Mokuba dejaba en claro que no le creía nada-. ¿Quieres volver a compartir mi regalo?

-No es necesario, ya te dije que no lo olvidé –volvió a insistir Seto. El año anterior había compartido regalo con su hermano y se convirtió en la burla del Guardián y el Ladrón.

-De verdad no tengo problema con compartir mi regalo contigo, hermano.

Seto entró entonces a su salón y le prestó atención a Muto y Wheeler, estaban hablando animadamente. Últimamente sabía más de Muto de lo que le gustaría, pero su primo no dejaba de mencionarlo como un tonto enamorado. Entre él y Marik iban a conseguir matarlo. Recordó que Atem había intentado que su padre lo dejara venir a Japón por su cumpleaños para ver a Muto, pero se negó. Y entonces se le ocurrió. Sería el regalo perfecto. El Guardián y el Ladrón serían los que quedarían en ridículo este año frente a Atem.

-Ya te dije que no será necesario Mokuba –vio como Muto se reía a carcajadas-. Es más, tengo el regalo perfecto.

Le cortó a su hermano y se dirigió a los dos amigos, Wheeler y Muto le dieron una mirada extrañada cuando se les acercó. Es más, el perro rubio puso un brazo frente a su amigo en forma de protección. Le daba gracia lo que causaba su sola presencia.        

-¿Tienes un momento Yugi? –le preguntó y Yugi le dio unos cuantos pestañeos confusos de incredulidad con sus extraños ojos amatistas.

-¿Qué es lo que quieres, Kaiba? –Seto miró mal a Joey, ese perro metiche siempre se estaba metiendo donde no lo llamaban, aunque admitía que no estuvo mal la vez que fue en su favor.

-No tiene nada que ver contigo, Wheeler –le respondió cortante y vio como estaba a punto de saltarle encima.

-Está bien, Joey –ante la aparente tranquilidad de Yugi, Joey se relajó-. ¿Qué necesitas?

A Seto le hubiese gustado poder hablar a solas, pero dudaba que pudiera, miró a Joey y este desvió la vista al piso en un intento inútil de darles privacidad.

-Supongo que sabes sobre el cumpleaños de Atem el domingo. Él quería venir a Japón pero como su padre se fue de viaje se tiene que quedar a cuidar algunas cosas –Yugi asintió afirmando que ya lo sabía, pero aún lo miraba confundido-. Entonces pensé que como no puede venir, tú podrías ir a Egipto conmigo y con mi hermano el viernes.

-¡¿Ir a Egipto?! –los ojos de Yugi se agrandaron y tanto él como el chusma de Wheeler quedaron con la boca abierta.

-Sí.

-Sería genial… –a Muto le brillaron los ojos-… pero no puedo, es muy poco tiempo de anticipación, no creo que me dejen y menos si no va nadie que conozca. Está al otro lado del mundo. ¿Cómo convencería a mi madre y al abuelito de que me dejaran tomarme un avión de la nada?

-El abuelito ama Egipto, siempre está diciendo que le gustaría que viajaras allí para conocer –colaboró Wheeler-. Quizá él esté más de acuerdo que tu madre.

-Sí, pero… sigue siendo viajar solo a un país muy lejano a este –Muto hizo ojitos de cachorro pateado y Seto rodó los suyos. Por todos los dioses de Egipto, hasta a él le hicieron sentir pena, era ridículo.

-¿No hay forma en que convenzas a tu madre? –la verdad es que recién ahora se figuraba que el resto de las personas no están acostumbras a viajar de un país al otro y que tienen padres que se preocupaban por ellos, una molestia-. ¿Qué tal si alguien de Kaiba Corp. se comunica con tu familia y acepta hacerse responsable de ti mientras estés en Egipto?

-¿Puedes hacer eso? –le preguntó Yugi, y tanto él como el perro lo miraron sorprendidos. Seto suspiró cansado, él era el dueño de Kaiba Corp., sus empleados harían lo que él les decía que hicieran. Era algo simplemente obvio.  

-Claro que él puede… -bufó Joey.

-Quizá eso funcione –pensó Yugi y se dirigió completamente a Joey-. Podría ver al faraón en su cumpleaños y ver su cara cuando reciba su regalo –Joey le sonrió poniéndose feliz por él, realmente esperaba que le autorizaran a ir, Yugi extrañaba mucho a Atem.

-También podemos intentar que lleves a alguien –intervino Kaiba y dio un ligero cabeceo sin ganas hacia Joey para dejar claro su punto, Yugi volvió a sonreírle con emoción y a asentir una y otra vez.

Joey miró hacia atrás para ver si Tea o Ryou habían aparecido de la nada a su espalda, pero no había nadie allí. Se señaló con un dedo a su pecho mientras fruncía el ceño. -¿Hablas de mí?

-Lamentablemente sí, perro –le miró con desagrado y Wheeler le devolvió la mirada. Seto admitía que le gustaba la forma en que nunca apartaba vista, se quedaba firme y decidido en su lugar aunque lo pusieran ante un ejército.

Estaba seguro de que en un duelo de miradas, Wheeler le ganaría. Fascinante.

-Pues no quiero ir, gracias –le respondió ofendido mientras se cruzaba de brazos y miraba hacia otro lado. Le estaba aplicando la “ley del hielo”, volvió a rodar los ojos, su hermano le hacía lo mismo cuando era pequeño y se enojaba con él.

-¡Oh, vamos Joey! Si tú vas, seguro que a mí me dejan ir. Ya sabes que mamá piensa que tú eres mi escudo humano. Por favor~… quiero ver a Atem… por favor~… -Yugi sacudía a Joey una y otra vez de adelante hacia atrás, tratando de convencerlo en medio del mareo.

-¿Quién dice que a mí me van a dejar ir, Yugi?

Yugi hinchó sus mofletes del enfado y la decepción, ambos sabían que seguramente a Joey sí lo dejarían ir, pero se había ofendido con Kaiba. Ahora él se puso a ignorar a Joey para hacerlo sentir mal y culpable. Seto sencillamente no podía creer el circo que estaba viendo, esos dos eran ridículos. Joey suspiró mirando a Yugi, sus grandes ojos amatistas brillaban con lágrimas al pensar que no podría ver a Atem el fin de semana.   

-Está bien, yo iré y tú irás, te lo prometo. Y podrás ver a tu propio faraón encantador –se rindió Joey y Yugi rompió su enojo para saltarle arriba con emoción.

Seto no podía creer el mal chiste de Wheeler al cambiar ‘príncipe encantador’ por ‘faraón encantador’. Iba a ser el fin de semana más largo y tedioso de su vida. Ya se estaba arrepintiendo de su propia idea, pero sabía que llevar a Yugi superaría cualquier regalo que Marik o Akefia pudieran hacerle al Faraón y también tenía que remediar los dos últimos años de ir con las manos vacías.

-Muto, digo Yugi, pásame tu número para que alguien en la tarde llame a tu familia –le pidió tratando de ser lo más amable posible, si Yugi y Atem duraban tiempo juntos (lo que parecía que sucedería), terminarían ellos también por pasar mucho tiempo juntos, aunque no le gustara.

Lo mejor que podía hacer ahora, era irse acostumbrando.

Anotó el número de Yugi en su teléfono y por si las dudas también el de Joey, quien dudó bastante en dárselo pero aceptó luego de que Yugi volviese a hacerle ojitos. Luego se fue a su propio asiento y envió un mail a Roland, su jefe de seguridad, con el número de celular y casa de Muto explicándole lo que debía de hacer por la tarde.

A su espalda escuchaba al grupito de ridículos parloteando alegremente sobre lo que había sucedido. Negó con la cabeza y se aprontó para asistir a clases y trabajar al mismo tiempo.

+

Tea, Tristán y Ryou se habían apretujado alrededor del pupitre de la chica mientras veían como Yugi y Joey charlaban con Kaiba. Había sido un fuerte impacto cuando entraron al salón y vieron al CEO hablando con sus amigos. Trataron de conservarse tranquilos mientras observaban, pero todo les parecía muy extraño.

Tristán había querido acercarse por si algo malo estaba sucediendo, pero Ryou le recordó que era Joey quien estaba con Yugi y si alguien era capaz de patear traseros en su grupo, ese era Joey. No necesitaban ayuda.

Aun así, la situación era chocante, se preguntaban qué era lo que Kaiba quería de sus amigos; después de todo Yugi y Joey se encontraban en sus pupitres, asumían entonces que fue Kaiba quien se les acercó.

-¿Qué era lo que quería? –preguntó Tristán apenas Kaiba se marchó, Joey saltó del susto sobre su asiento.

-¡Tú, pedazo de idiota! ¿Piensas matarme de un infarto? –le respondió Joey mientras le hacía una llave a la cabeza de Tristán.

Ryou se encargó de ser el árbitro entre ellos y separarlos.

-Entonces, ¿de que hablaban? –preguntó Tea muriéndose de curiosidad.

-Kaiba se ofreció a llevarnos a Joey y a mí a Egipto por el cumpleaños de Atem –les contó emocionado Yugi con una sonrisa que ni siquiera entraba en su cara, volaba brillantina a su alrededor y juraban que la habitación se había iluminado un poco más.

-¡¿Egipto?! –Tea, Tristán y Ryou los miraron con la boca abierta.

-Sí, Egipto, un montón de arena y sol ardiente. ¿Alguien sabe cuántos grados hay en Egipto durante el verano? –preguntó Joey desinteresadamente a sus amigos-. Apuesto a que será igual que caminar sobre la superficie del sol.

-¿Puedes dejar de quejarte? Viajarás completamente gratis a otro continente, imagina todo lo que verás, aprécialo –rezongó Tea.

-Yo solo voy a hacer de tercera rueda, de chaperón –se justificó Joey.

-Igual –le dijo la castaña.

-Tea tiene razón, ir a Egipto es algo grande –dijo Tristán, luego se dirigió completamente a Ryou-. Ves Ryou, si no hubieras querido ir al baño, quizá nos hubiéramos ganado un viaje gratis a Egipto.   

-Lo siento… –le respondió apenado Ryou y el resto se rio.

+ - + - + - + - + - +  

Al llegar del trabajo, Joey se encontró con que su padre llegó antes a casa y se preparaba un café. Era el momento perfecto para pedirle su autorización para salir de Japón.

Al señor Wheeler se le cayó el café de la boca al oír hablar a su hijo, Joey movía sus brazos hacia todos lados y parloteaba sin parar un montón de nombres que no identificaba y al final solo le quedó ‘viaje-Egipto-gratis’. Como siempre, esperar mucha explicación por parte de su hijo era una misión imposible.

-Pero espera, Joey –el señor Wheeler lo cortó en medio de la charla sobre el avión privado, volvió a dejar su taza sobre la mesa-. ¿Cómo que te irás a Egipto el viernes?

-En realidad yo estaba pidiendo tu permiso, pero ya que me dejas ir… -empezó Joey sonriendo, su padre negó con la cabeza, conocía bien la técnica de Joey para marearlo y así aceptar cosas-. ¿No puedo ir?

-Hijo, no es eso –Joey se acomodó en la silla y dejó de mover sus brazos pegándolos a sus costados, su padre quería una charla seria-. No entiendo el por qué o con quién, ni cómo. Ve más lento, ¿sí? Mi cabeza ya no piensa como la de un chico de tu edad.

-Está bien. Mi amigo Yugi, de quien siempre te hablo, tiene un novio –comenzó Joey, su padre lo miró con los ojos abiertos de sorpresa, conoció al chico Muto solo una vez y era… pequeñito-. Y pues resulta que este novio es de Egipto y su cumpleaños es el domingo y pues Yugi quiere ir a verlo a Egipto.

-No entiendo dónde es que tú entras en todo esto –le dijo confundido el señor Wheeler.

-Es que todo salió de la nada, el novio de Yugi tiene un primo que estudia con nosotros y es rico; tiene vuelos privados y esas cosas –Joey volvió a mover los brazos tratando de hacerse entender mejor-. Así que él irá a Egipto el viernes y le preguntó a Yugi si quería ir. La cuestión es que seguramente a Yugi no lo dejen ir, pero estoy seguro de que la señora Muto aceptará si sabe que yo iré y cuidaré de Yugi.

El señor Wheeler se conmovió al escuchar que su hijo transfería seguridad a sus amigos. –Joseph, de verdad me siento muy orgullo de ti.

-¿Ah? ¿Eso significa que puedo ir? –Joey miró a su padre con la cabeza inclinada en confusión.

-Sí, te estoy dejando ir –asintió con suavidad.

-¡Genial! Eres el mejor viejo del mundo –Joey se levantó bruscamente de la silla y con el impulso la mesa se movió, consiguiendo que la taza con café volcara y terminara el contenido caliente sobre su padre-. ¡Lo siento tanto! ¡De verdad lo siento!

El Señor Wheeler deseó que a donde fuera que su hijo vaya en Egipto, no se humille tanto a sí mismo.

+

Joey estaba emocionado esa noche mientras encendía su computadora, de verdad estaba teniendo unos días de locos. Primero un chico increíble admitía que le gustaba, al otro día de que esto pasase consiguió superar la última misión que le quedaba para entrar al evento de Kaiba Corp. y ahora al parecer iría a Egipto en un par de días completamente gratis.

Agarró un papel suelto que había en su escritorio y escribió un par de números, sería un tonto si con tanta suerte que estaba teniendo no jugase a una lotería. ¡Por favor!

Y Joey Wheeler no era un tonto. Solo apostaría un par de números entre muchos y esperaría a que salieran para ser rico. Ahora que lo pensaba, ¿quién fue el tonto que inventó la lotería?

Se puso a buscar en internet quién era el estafador mientras el juego cargaba. Aprovechando, buscó cuántos grados suele haber en Egipto durante el verano y si es cierto todo lo que muestran en las películas sobre ese país, quería evitar a toda costa despertar a un faraón milenario y creador de tormentas de arena del tamaño de un rascacielos.

Volvió al juego y de repente sintió a su corazón comenzar a latir rápido de nuevo, como hacía dos noches y la noche anterior. Estaba seguro de que ayer había actuado como un total torpe cuando se encontró con el Sacerdote por primera vez después de que ambos admitieran que se gustaban.

Había dicho un par de idioteces de las suyas y un chiste que le salió mal para no estar en silencio y al final el Sacerdote le pidió que parara por piedad a sus ojos. Tuvieron una charla amena por un rato, pero luego él se fue para dejarle con la búsqueda de la última misión. Después de todo, no estaba permitido que el Sacerdote esté presente, podrían acusarlo de trampa.

Al final, lo había conseguido, y esta mañana le llegó un mail con la invitación.

“Buenas noches, Senshi”. El Sacerdote le había encontrado como siempre y de nuevo el corazón de Joey saltó por la ventana y dio vuelta a la esquina en segundos.

“Buenas noches, Sacerdote”. No hacía mucho que el Sacerdote lo había empezado a llamarlo por el nombre de su avatar, le hubiese encantado que usara su verdadero nombre pero sabía que eso no era posible por ahora. “Creo que he descubierto algo sobre ti y no puedo creer que no lo haya pensado antes”.

“¿Sobre mí? ¿Qué cosa?” Joey se preguntó si al Sacerdote le asustaba pensar sobre la posibilidad de que sepa algo de él.

“Asumiendo que trabajas para Kaiba Corp., por más mínimo que sea, supongo que vives en ciudad Domino, después de todo ahí está la empresa. Por lo que investigué las sucursales son más bien centradas en las arenas, cartas y otras cosas, cosas que no te pondrían al nivel de tener la capacidad de entregarme mi invitación en persona. ¿Qué tan errado estoy?”

“¿En serio te has puesto a investigar en qué ciudad vivo?” Se sintió un poco como un acosador en ese momento.

“¡Deja de hacerte el ofendido! ¡Sé que tratas de cambiar de tema! Responde la pregunta”.

“Muy bien, sí vivo en Domino”. Joey festejó haber acertado y así como en el momento que lo había razonado, se emocionó de que viviesen en la misma ciudad, eso le daba posibilidades de estar juntos… ¿verdad? No sería una relación a distancia. Quizá se estaba adelantando. “Supongo que es lo justo. Sé que eres un chico rubio de 17 años de edad, y ahora  tú sabes que soy un chico de casi 18 años que vive en Domino. De todas formas, te veo con bastante interés en cuál es mi función en Kaiba Corp.”

“No puedo creer que acerté, punto para mí. Espero que no te ofenda que quiera saber sobre ti, pero sé que no me responderías si no lo consideras adecuado. Por cierto, ¿eres alguna clase de niño prodigio o algo así? Quienes trabajan en Kaiba Corp. parecen… de otro nivel”.

“Ni te digo lo que me haces reír últimamente”. Suspiró de alivio, le encantaba que él solo se riera de las estupideces que se le ocurrían decir. “Supongo que habrán personas que me consideran un prodigio, no lo sé realmente, no me gusta cuando la gente lo considera así. Soy más de confiar en que las cosas le salen a las personas que dan todo de sí”.

“Un prodigio no diría que no sabe algo, asumiré que no lo eres, si te hace sentir mejor”. Le dio la sensación de que había tocado un nervio en ese momento, como si la palabra ‘prodigio’ fuera un insulto. “Entonces, ¿me dirás que haces en Kaiba Corp.?”

“Un poco de esto, un poco de aquello”. Joey pegó los ojos al techo, esa respuesta era tan típica de él; dar vueltas como calesita esperando que la otra persona no se dé cuenta. ¡Pero Joey sí se daba cuenta! Gruñó de frustración, él sacerdote le estaba tomando el pelo. “Era broma, era broma. Tranquilo, juro que soy capaz de imaginarme como rechinas los dientes ahora mismo. Pero es la verdad, hago muchas cosas.”

“¡Pues imaginas bien! Odio cuando te pones de patán, pero estoy de acuerdo si no me quieres contar nada, es tu vida privada y no tengo derecho. Espero que al menos tu puesto en Kaiba Corp. te permita enterarte sobre mi increíble entrada al evento, tú me diste mi entrada la última vez y no dudo que estés al tanto de mi hazaña”.

“Tienes total razón, si estoy al tanto de tu hazaña. ¿Te digo un secreto como miembro de Kaiba Corp.?”. Joey enseguida picó el anzuelo.

“Claro, ¿qué es?”

“Fuiste la primer persona en entrar al torneo en todo el mundo”. A Joey se le cayó su propia mandíbula al suelo, era el mayor logro de su vida, tanto entrenamiento jugando “Magic & Wizards” sin parar lo había llevado a esto. Ahora sabía lo que sentían los actores al ganar un óscar. “Creo que puedes ir considerándote un experto en misiones”.

“¡No me lo puedo creer! ¡Soy un genio! ¡El número uno!” Podía imaginarse al chico del otro lado rodando los ojos y prácticamente ese fue el motivo que lo llevó a presumir.

“Baja los humos, no ganaste un torneo ni nada por el estilo. Y estuviste a dos minutos de que otro avatar te ganara”. Joey bufó, el hecho de que el Sacerdote pinchara su burbuja era otra cosa tan típico de él que ni le molestaba, más bien lo hizo reír.

Se lo imagina como una de esas personas que nunca se pueden enorgullecer de sus méritos por el miedo de que alguien mejor que ellos lo superasen si llegaban a bajar los muros. 

“Que te conste que soy muy humilde. Tanto que creo que deberíamos ponernos en contacto con Seto Kaiba y sus administradores para que me dediquen una escultura en medio del mapa del bosque”.

“Les informaré de tu pedido la próxima vez que los vea. Por cierto, creo que al ladrón no le caes muy bien, vio la cantidad de misiones cumplidas que tienes y no lo pudo creer, estaba bastante frustrado, él está semanas programando una misión y tú las pasas en menos de un día. Fascinante”.

“Pues tendrá que esforzarse más para ponerme un verdadero reto”. Joey estaba disfrutando de sus logros y de que lo consideraran fascinante cuando comenzó a razonar varias cosas que estaba ignorando.

-Oh no… no, no, no –Joey se agarró la cabeza mientras se daba cuenta de que el Sacerdote le había mentido hace tiempo. Que le haya mentido en realidad no le importaba, había sido hace mucho.

Era sobre lo que había mentido lo que le preocupaba.

Seto Kaiba era su jefe y al parecer tenía más contacto con los altos rangos de lo que pensó en un principio, y Joey había hablado muy mal de él, y múltiples veces.

Notas finales:

¿Les gustó?

Bueno al fin hay una confeción entre esos dos tontos y realmente amé por fin volver a escribir desde el punto de vista de Seto. No sé, es divertido saber algo que los personajes no saben, como si no fueran solo personajes. No se si me explico.

Viajarán a Egipto! Al fin volveremos con otro poco de puzzleshipping pero en otras tierras.

Gracias por leer!!

Nos vemos en el siguiente capítulo!! 

Aviso: les comento que tengo otra historia de yugioh ("El regreso") que llevaba tiempo sin actualizar, pero la semana pasada subi el cap 30, va en el la recta final. Así que los invito a leerla si lo desean.


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