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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola nuevamente! Espero que se encuentren muy bien (: 
No me demoré tanto como esperaba para esta actualización, así que, sabiendo que es domingo de Shingeki (jijiji) aprovecho de actualizar mi historia.

¡Disfruten!

Al entrar en el departamento esa noche, Eren sintió una extraña mezcla de emociones entre la paz y la incertidumbre. Eran alrededor de las nueve de la noche, el cielo estaba totalmente oscurecido y cubierto en su totalidad por unas horribles nubes de lluvia, ni parecido al cielo despejado que había tenido Mitras los días posteriores a la nevada del martes. Pero ya era viernes, los seminarios de Levi se habían acabado el día anterior y esta mañana habían partido nuevamente, retornando a la sucia ciudad de Stohess.

Tras lo ocurrido la tarde del martes, el azabache y él habían estado manteniendo una relación mucho más natural; claro, en lo que se podía decir así, puesto que Levi tenía una personalidad tosca y su afilada lengua a veces lo sacaba un poco de lugar, pero no por ello dejaba de robarle una sonrisa por su sinceridad; además, pese a que por culpa del clima no pudo recorrer la ciudad en su totalidad, al menos, el día de ayer, tras la llegada del detective una vez que terminaron sus eventos, salieron nuevamente al parque a bañarse de una paz que nunca había experimentado en Stohess.

La laguna estaba siendo usada como pista de patinaje, donde niños y adultos gozaban de una entretenida actividad – de la cual Levi se negó rotundamente a participar pese a todos sus ruegos y suplicas, incluso un poco de fuerza, porque, por más que lo jaló hacia la laguna, el azabache mostró toda su superioridad en cuanto a fuerza y no fue capaz de moverlo ni un centímetro –, por lo demás, se sentaron con un café a soportar el frío de la tarde que les cayó encima más luego de lo que esperaron, mientras se burlaban de las caídas en la pista de hielo y disfrutaban de la tranquilidad en silencios agradables entre ellos.

Sin embargo, cuando la salida de la carretera, que indicaba la entrada a la ciudad de Stohess, apareció en su camino y tuvieron que volver a las calles ajetreadas y húmedas de su ciudad natal, el silencio entre ellos se volvió más tenso; aunque, honestamente, Eren no sentía que su ansiedad se debía a Levi, sino que volver significaba enfrentar de nuevo todo lo que había intentado dejar atrás por unos días al decidir marcharse junto al mayor.

Ahora, tras haber ordenado las cosas que había llevado a Mitras y cambiarse de ropa para estar más cómodo, Eren se recostó sobre el sofá, agotado un poco del largo viaje de regreso y añorando la compañía de Levi, a la cual se había acostumbrado en esos pocos días que compartieron fuera de la ciudad; hasta que el sonido del timbre del departamento anunciando un visitante llama rápidamente su atención.

Por un momento, pensó que podía ser el detective y entre la emoción y los nervios, se apresuró hasta la puerta; no obstante, el cabello rubio y los ojos claros de su mejor amigo aparecieron frente a él, sonriéndole con cariño.

– Pensé que volverías más temprano hoy, Eren. Vine durante la tarde y el conserje me avisó que aún no llegabas. – mencionó el rubio enarcando una ceja, haciendo que su amigo lanzara una carcajada y se hiciera a un lado para dejarlo pasar.

– Nada nos apuraba, así que nos tomamos nuestro tiempo para regresar. – dijo el moreno dirigiéndose a la cocina para poner a hervir agua. – ¿Cómo estás, Armin? ¿Qué tal estuvo la universidad estos días? –

– Tienes un par de trabajos que entregar para la próxima semana. Te traje el material para que lo hagas durante el fin de semana y, si necesitas ayuda, no tengo problemas en venir. – anunció el rubio, sacando algunos papeles del bolso que traía colgado al hombro y dejándolos sobre la isleta.

– Eres el mejor. – declaró el chico acomodando los tazones para cada uno sobre la superficie, dejando a disposición de su amigo la variedad de té de la que disponía. Para cuando terminó de ordenar todo y notar que su amigo había permanecido en silencio por un buen rato, le dedicó su atención, encontrándose con sus ojos azules clavados sobre él, escrutándolo totalmente y tratando, en vano, de contener una sonrisa. – ¿Qué ocurre? – preguntó extrañado.

– No lo sé, creo que te ves muy contento. – mencionó, eligiendo una bolsa de té y acomodándola en su propio tazón. – ¿Pasó algo durante el viaje que te tenga así? – ante la pregunta de su amigo, Eren se sintió extrañamente avergonzado. Armin hubiese sido un detective genial, porque, al igual que el azabache, podía reconocer perfectamente ciertos comportamientos en las personas, especialmente con el moreno.

– Nada en especial. Sólo que ahora nos llevamos mejor. – decretó, volviéndose para buscar el hervidor con el agua ya caliente y vaciando el contenido sobre los respectivos tazones.

– ¿Nada que quieras contarme como amigos? – siguió preguntando el rubio, todavía reusándose a dejar de mirarlo.

– No, sólo lo pasé muy bien. Estar con Levi fue fantástico, aunque sólo fuese como amigos. – respondió, recordando las conversaciones más profundas entre ellos y esos pequeños gestos más íntimos que había logrado establecer con el otro, ya sea tomando sus manos o simplemente abrazándolo.

– Me alegro mucho. – sentenció el más bajo, sonriéndole calmadamente hasta pasar a tomar una actitud más seria. – ¿Y hay algo que quieras contarme como tu cómplice? –

Su pregunta venía cargada de preocupación, incluso cuando se mostraba totalmente tranquilo sentado en el taburete junto a la isleta. Armin había estado convencido de que, durante ese viaje, Levi intentaría sacarle información sobre el Espectro y, de cierta forma, había tenido razón. El primer día que salieron a caminar, Levi había estado interrogándolo tranquilamente, buscando las respuestas a preguntas muy específicas que, seguramente, le bastaban para armar la panorámica completa de la situación que lo involucraba como el famoso ladrón de Stohess.

– Le comenté a Levi sobre lo que hacía con el dinero que recaudaba en los atracos. – admitió, sentándose junto a él.

– ¿Le dijiste, específicamente, a dónde había ido el dinero? – quiso saber el rubio. De igual forma que él lo pensó, seguramente su mejor amigo sabía que se podrían hacer las averiguaciones correspondientes para determinar qué institución había recibido donaciones en el periodo de tiempo que llevaba vivo el Espectro y tratar de encontrar la fuente de los cheques.

– Algo así. – mencionó con culpabilidad; a su lado, su compañero de universidad lanzó un suspiro lleno de frustración.

– ¿Qué más le dijiste? – quiso saber. 

– Que no trabajo solo. – respondió firmemente, sabiendo que su amigo se alteraría.

Y lo hizo.

– Demonios, Eren. ¿Que no te das cuenta de que nosotros también corremos peligro si se llega a resolver el caso? – soltó Armin, completamente molesto. Su amigo no era de los que solía perder mucho la paciencia, pero, en esta situación tan delicada, Eren podía comprender completamente su inseguridad respecto a la relación que estaba estableciendo él con el policía. – Puede que el detective te tenga en consideración por muchos motivos, pero no significa que sea tan benevolente conmigo o con el resto. –

– Lo sé… pero, francamente, temo que Levi ya lo sabía, Armin. – cuando Levi le hizo la pregunta, estuvo bastante seguro de que sólo quería confirmar sus sospechas; de hecho, muchas de las dudas que le planteó esa noche el detective daban a entender que él nada más estaba confirmando si sus intuiciones eran acertadas.

Sin embargo, no era una certeza. El hecho de que el moreno revelara tal información era sumamente grave, y era esta razón que lo había puesto tan nervioso cuando caminaban por el parque; pero Levi, nuevamente, se había anticipado a sus inseguridades, asegurándole de que no usaría la información revelada.

– Sí, pero también sabe que tú realizas los robos y puede tratar de establecer conexiones con las personas que conoces y llegar a atar los cabos sueltos. Partiendo por mí, por ejemplo. – Armin tenía razón, que Levi no usara la información no significaba que no hiciera a andar su mente tratando de atacar cabos sueltos. 

– Levi me prometió que no usaría esa información, no tienes que preocuparte. – trató de calmar a su amigo; él quería confiar en el azabache, quería hacerlo con todo su corazón porque sabía que se había expuesto lo suficiente para demostrar que no tenía malas intenciones con él; quería que viera que detrás del Espectro, había una persona con ganas de cambiar el inmundo sistema gobernado por los ricos de la ciudad. 

– ¡Eren, despierta! Levi es un detective, su trabajo es capturarnos. –

– ¡No lo hará! Confío en su palabra y, si confías en mí, sabrás que te digo la verdad. – estableció el chico, comenzando a molestarse un poco por la situación. Demonios, volver a la ciudad, separarse de Levi y regresar a su hogar lo había vuelto a ahogar en dudas y ahora no sabía cómo probarle a su amigo que tenía una corazonada respecto al mayor, que sabía que podía confiar en él.

"Pero... ¿es totalmente cierto o sólo una ilusión...? "

– No confío en ti cuando se trata de Levi. – declaró el rubio con firmeza, mirando fijamente al moreno y haciendo que él se sorprendiera. Era como si hubiese escuchado el ruido de las dudas aparecer en su mente y estaba por verbalizar esos pensamientos que, muchas veces, él se negaba a decir. – Eren, te dejas llevar demasiado por la idea que tienes de él en tu cabeza. Dices conocerlo, pero puedes apostar a que toda la información que has recolectado sobre el detective ni siquiera se acerca a su manera de pensar o a su intuición; tampoco a sus acciones. –

– Y para eso me fui de viaje con él, Armin. – replicó el más alto, tratando de rebatirse esa amarga sensación de saberse inseguro con respecto a Levi. – Estoy seguro de que no me traicionará. Levi está intentando ayudarme también. –

– Tengo que decirle esto al resto. – declaró el rubio, ligeramente inseguro mientras miraba su taza de té; con esto, la inquietud del moreno sólo aumentó.

– ¡No! Me dirán que me aleje de Levi. – reclamó, ahora mostrándose más alterado que su amigo.

– Y deberías. – sentenció el otro. – Sé lo sientes por el detective Ackerman, pero no puedes ser amigo de él y también ser el Espectro. Tendrás que elegir. –

– No puedes hacerme esto, Armin. – Eren comenzaba a sentirse sutilmente desesperado. No es que jamás se hubiese planteado la posibilidad de que Levi le mintiera y todos esos días hubiese actuado frente a él para que bajara la guardia, confiara en el detective y, finalmente, revelara información importante sobre el caso; sin embargo, él tenía la confianza en que su instinto no le mentía sobre el azabache… al menos, quería tenerla.

– El Espectro no eres solamente tú, también es el equipo que ha trabajado contigo durante estos tres años. – le recordó Armin, haciendo que el moreno se quedara en blanco por unos momentos. – Deberías pensar un poco más en nosotros. –

– Armin… –

– Pensé que sabrías controlarte estando con Levi en Mitras; pero, al parecer, me equivoqué. Hablaré con el resto y nos reuniremos en estos días. – el rubio comenzó a ponerse el abrigo y se encaminó hasta la puerta.

– Tienen que confiar en mí. – sentenció el más alto, mirando a su amigo hasta que él alzó la vista en su dirección. – No me equivoco con Levi. –

– Te juro que es lo que más espero, Eren. – comentó el más bajo. – Porque si te equivocas, arruinarás la vida de todos nosotros. –

La puerta se cerró cuando su mejor amigo se marchó del departamento. Eren sintió una sensación de vacío terrible al encontrarse en el silencio de su hogar, con el peso de las decisiones que había tomado respecto a Levi y lo inconsciente que había sido de no sopesar la gravedad de la situación.

Armin tenía razón. Si algo salía mal, ya sea porque el detective usara la información que le había otorgado durante la estadía en Mitras, o porque, de alguna manera, esta salía a la luz en medio de su investigación y tuviesen nuevas pistas para, finalmente, atraparlo, significaba que también pondría en peligro a sus compañeros, a su pequeño grupo que lo ayudaba con el trabajo del Espectro.

En lo segundo que tenía razón su amigo, era que el Espectro no era solamente él; cada uno de los integrantes de su grupo habían dado forma al ladrón de Stohess y ya no era simplemente un trabajo propio, sino que también tenía la responsabilidad de seguir con el plan que habían ideado juntos.

Sin embargo, quería creer que con todas sus fuerzas que había una cosa en la que no tenía razón su sabio amigo, y es que Levi no lo traicionaría.

 

~*~~~*~~~*~

 

– ¡Enanín, qué bueno que volviste! – exclamó la loca de su amiga, entrando a su oficina sin quiera tocar la puerta y sobresaltando hasta al mismo Erwin que estaba sentado frente al escritorio. Hange entró al lugar y tuvo la decencia, según Levi, de cerrar la puerta una vez que estuvo dentro.

– Hay niños de preescolar que tienen mejores modales que tú, cuatro ojos. – comentó el azabache, sin molestarse siquiera en ponerse de pie para saludar a su amiga. Erwin lanzó una carcajada muy sutil y permaneció con la sonrisa mientras la mujer llegaba a sentarse junto a él.

– No seas tan gruñón, Levi. – rio la mujer. – ¿Qué tal los seminarios? ¿Y Mitras? ¡Oh, y la nevada! –

– Aburrido, aburrido y jodidamente frío. Al menos, el hotel en que nos registró el cuartel era decente con la calefacción. – respondió el detective. – ¿Qué tal las cosas por acá? – su pregunta era más bien retórica ya que, al encender su computadora esa mañana y acceder a su correo institucional, se encontró con casi quinientos correos sin leer; por lo demás, había una nueva pila de papeles sobre su escritorio que estaba seguro de que no había estado ahí cuando se marchó; todo esto indicaba que Stohess no descansó mientras él estaba afuera.

– El trabajo nunca se acaba. – contestó el rubio, mirándolo con culpabilidad, sabiendo que había sido idea suya que el más bajo saliera de la ciudad por tantos días. – Lamento haberte pedido que fueras. –

– Da igual a estas alturas. – sentenció el azabache. – No estuvo tan mal, después de todo… –

No sabía por qué había hecho ese comentario; sin embargo, el rostro de Eren sonriente en la nieve apareció de pronto en sus recuerdos al mirar su celular sobre el escritorio, sin noticias del moreno desde que llegaron el viernes recién pasado.

Durante todo el fin de semana no se habían comunicado; ni llamadas, ni mensajes, ni visitas extrañas. Estaba consciente de que el mocoso había faltado dos semanas completas a sus clases en la universidad, la primera por culpa de su resfrío y la segunda por… bueno, por su culpa, básicamente; así que asumía que debía estarse poniendo al día con los trabajos pendientes, sobre todo porque Levi se había dado cuenta de que el jodido chico había estudiado casi nada durante los días que estuvieron en Mitras.

Sin embargo, de alguna u otra forma, Levi estaba preocupado por Eren. Los últimos días en Mitras el moreno había estado evitando las llamadas de su padre y casi no tomaba en cuenta su teléfono; se había dedicado a conversar con él, preguntarle por su trabajo, por sus viajes en representación del cuartel central y de por qué, según el chico, era tan adicto al trabajo.

No pudo evitar sonreír débilmente al recordar anécdotas divertidas junto al moreno, como cuando salieron al parque y se había mostrado abatido en su derrota contra él por ir hasta la pista de patinaje improvisada, que se había formado en la laguna congelada; o las películas extrañas que le hizo ver el martes mientras estaban atrapados en el hotel por el mal tiempo.

– ¿Levi? – escuchó de pronto, haciendo que volviera al presente y mirara a Erwin, quien tenía un gesto confundido y a la endemoniada pelirroja, cuya expresión era sospechosa junto a mirada lasciva.

– ¿Hay algo que quieras comentarnos, detective? – preguntó la mujer, sorprendiendo al rubio y poniéndolo nervioso a él.

– No. – soltó abruptamente.

– ¿Conociste a alguien o tal vez llevaste a alguien? –

Ahí estaba de nuevo. Hange era una persona con un instinto agudísimo, su capacidad para armar rompecabezas mentalmente y formular todo tipo de escenarios había sido realmente útil en los casos más complicados que ha tenido durante su carrera; sin embargo, cuando esos talentos y habilidades únicas de la mujer las utilizaba en su contra… la odiaba demasiado.

– Si no respondes no me cuesta nada llamar al hotel donde te quedaste y sacar mis propias conclusiones. – decretó la pelirroja, enarcando una ceja y cruzándose de brazos, completamente segura de sí misma.

– Haz lo que quieras, no tengo nada que ocultar. – respondió, sabiendo que, en parte, era mentira, porque le avergonzaba un poco admitir que Eren y él habían viajado juntos.

– ¿Quizá tenga que ver con un moreno guapo de ojos verdes? – Levi soltó un suspiro resignado cuando la mirada de Hange cantaba victoria, a la vez que la del rubio miraba confundido, y totalmente sacado de lugar, la escena.

– ¿Eren te siguió a Mitras? – concluyó Erwin, haciendo que su estómago doliera. Podía mentir y decir que la situación fue de esa manera, pero… El azabache no quería que así fuera. Lo que sea que estaba pasando entre Eren y él, sólo como Eren y sólo como Levi, no tenía por qué ser un secreto, ni mucho menos ser algo malo ¿no?

– La verdad es que yo lo invité a venir conmigo. – admitió, tratando de fingir tranquilidad e ignorando el emergente nerviosismo que se había manifestado en él, apretando su estómago y haciendo que desviara la mirada para esconderse de los ojos de sus amigos.

– Vaya, entonces, ¿su relación es algo serio? – preguntó la pelirroja, más calmada, pero no por ello menos emocionada. Su sonrisa sincera y entusiasta le hizo sonreír ladinamente, incapaz de negar que le gustaba el apoyo que sus amigos le brindaban.

– No, sólo somos… amigos. – confesó. Era extraño decirlo en voz alta, porque, por más que se esforzó por ignorar que Eren era el Espectro, finalmente no podía separar ambas partes del moreno y esto dificultaba enormemente el poder relacionarse normalmente con él; sin embargo, había ocasiones en que podía olvidarse de este hecho y, por qué no, dejarse sorprender por ese mocoso de preciosos ojos verdes.

– Bueno, sea lo que sea, me alegro de que te haya hecho mitigar el terrible viaje a Mitras. – comentó Erwin con una sonrisa cálida. – Por cierto, ¿irás este viernes a inaugurar el departamento de Hange? – preguntó, cambiando de tema, pues Levi sabía que su amigo se complicaba mucho con este asunto de las relaciones.

– Claro. ¿hay que ayudarte a llevar cosas? – dijo el azabache, mirando a su amiga con curiosidad.

– No, para nada. Durante esta semana el equipo de mudanzas se está encargando de llevar los muebles y yo iré durante las tardes a dejar todo listo para el viernes. – anunció ella, completamente entusiasmada por el evento. – Será una reunión formal, así que los quiero ver elegantes ese día. –

– ¿Por qué tenemos que ir elegantes? – cuestionó Levi, incómodo con la idea de arreglarse tanto para una reunión.

– Porque es un evento especial. Inauguramos el nuevo departamento, mi nueva vida de independiente y es San Valentín. – añadió la mujer con convicción, haciendo que tanto Erwin como Levi perdieran un poco el ánimo por ese evento. – Oh, por cierto, son libres de invitar a alguien más si quieren. Yo ya le avisé a Farlan y dijo que iría, así que, Levi, puedes invitar a Eren si quieres. – propuso la mujer, levantando sus cejas con picardía.

– Te das cuenta de que Eren tiene como diez años menos que nosotros, ¿verdad? Se va a sentir amenazado por la tanda de viejos de mierda quejarse de la vida durante una fecha comercial. – se quejó el detective.

– El único viejo de mierda en esa fiesta serás tú, enano. – replicó la mujer, señalándolo con un dedo acusatorio. – No entiendo qué te ve el hijo de Grisha. – comentó ella, haciendo que el azabache entrara en razón.

Por un momento, mientras Hange conversaba, la idea de invitar al chico a la fiesta le pareció tentadora; haber estado con Eren tantos días seguidos lo hizo acostumbrarse a su constante presencia y a la calidez de su compañía, tanto así que podía decir que lo extrañaba un poco – sólo un poco –, así que una fiesta tranquila y privada parecía una buena idea para sociabilizar con él y, por lo demás, que conociera al resto de sus amigos, mostrándole que cumpliría su palabra cuando le mencionó que intentaría incluirlo más en su vida…

Pero la mención del padre del mocoso lo hizo entrar en razón, haciéndole sentir una amarga sensación al recordar ese día que lo encontró llorando tras hablar telefónicamente con el doctor. Si salía con Eren durante un día tan romántico para la gente como lo era San Valentín, no tardaría en aparecer la figura de Grisha amenazando al mocoso y logrando desestabilizarlo como lo hacía usualmente, según Eren. Además, quizá invitarlo a conocer a sus amigos – que, por cierto, formaban parte del escuadrón que investigaba al Espectro – era completamente una locura. 

Tenía que aterrizar pronto la idea de Eren y lograr que bajara su convicción de seguir con los crímenes, encontrando una manera legal y sana de ayudar a las personas que lo necesitaban, sin arriesgar su integridad.

– ¿Y tú, llevarás a alguien, Erwin? – preguntó el azabache, tratando de desviar la atención hacia el rubio, quien se puso incómodo por la pregunta.

– No lo creo. – dijo él con una sonrisa. – Bueno, es momento de volver a trabajar. – sentenció mientras se ponía de pie, robándole una carcajada al azabache y a su amiga. – Me alegra que hayas vuelto, debo admitir que te extrañamos. –

– No puedo decir lo mismo. – mencionó el detective con un suspiro fingido.

– ¡Claro! Si tenía tan buena compañía, es obvio que no pensó en nosotros. – añadió la pelirroja, haciendo que se sonrojara levemente y, con ello, provocando la explosión de risa de la mujer; bastó una mirada de advertencia de parte del azabache para que Erwin comenzara a empujar sutilmente a Hange y salir, finalmente, de su oficina.

Levi se encontró a sí mismo dibujando una sonrisa, porque estaba tan acostumbrado a frecuentar a sus compañeros de trabajo y darse esos mini descansos durante la jornada para hablar de estupideces o simplemente almorzar – cuando se podía –, que estar lejos de la ciudad siempre suponía un desafío para alguien acostumbrado a la rutina. Tal vez por ese motivo, entre tantos otros, había llevado papeleo para trabajar mientras estuviera en Mitras; quizá, también tenía que ver con evitar de vez en cuando al chico cuando hiciera falta, excusándose con que tenía que trabajar… tal vez porque, simplemente, como decía el mocoso, era adicto al trabajo.

No odiaba su vida actual, aunque tal vez se arrepentía de haber sido tan inocente cuando pensó que, por entrar en la policía, podría cambiar a la ciudad, pero estar en la policía también le daba cierta autoridad y también información; quizá no había ayudado tan derechamente a gente con dinero como lo ha estado haciendo el Espectro desde hace un par de años, sin embargo, había logrado atrapar a asesinos seriales y también encontrado personas desaparecidas, finalizando etapas y procesos para muchas personas.

Era extraño compararse con un ladrón, sobre todo, creerle. Una parte de él tenía el infantil deseo que Eren realmente no fuera el Espectro, porque sería mucho más fácil odiar a este ladrón y simplemente poner todas sus energías para atraparlo; pero que el ladrón fuese una persona como el mocoso, radiante de alegría y simpleza, lleno de buenas intenciones y una personalidad muy particular… hacía todo más jodidamente complicado.

No obstante, si Eren no fuese el Espectro… nunca lo hubiera conocido, al menos, no como lo hacía ahora, porque parte de su trabajo es saber de la existencia de los hijos de un hombre como Grisha Jaeger, sólo para no cometer un error en algún momento, como pasó tantas veces con Zeke – el hermano mayor de Eren – quién era muy adepto a la participación de peleas clandestinas y en más de una ocasión se lo encontró muerto de borracho protagonizando combates en bares; todos esos incidentes, por cierto, quedaron impunes por una buena suma de dinero al cuartel y manteniendo inmaculado el expediente del hijo mayor de Grisha.

Chasqueó la lengua al darse cuenta de lo diferente que era el mocoso del resto de su familia, al menos, de lo que podía conocer el azabache; porque otra de las cosas que le había enseñado el moreno en el poco tiempo que llevaban frecuentando, era que no debía ser prejuicioso con las personas y que debía darles la oportunidad de conocerlas totalmente; para cualquier policía, esto era ridículo. Si atrapabas a un asesino no le dedicabas tiempo a saber si hacía obras de caridad o adoptaba perros callejeros; no, para un oficial, sólo esperabas una confesión y el futuro juicio para el criminal; y ahí estaba Levi, tratando de entender al famoso ladrón de Stohess y, lo peor de todo, entablando una extraña amistad con él.

Demonios. Tenía que admitir que no había podido de dejar pensar en Eren y, lo que más le molestaba de eso, era que sus pensamientos eran sólo en Eren, no en su ladrón fantasma, como debía ser. La manera tan sencilla y sincera de querer llamar su atención y hacerle ver que le gustaba su compañía lo sacaba mucho de lugar y le hacía sentir curiosidad del motivo oculto tras dichas acciones; el mocoso era descarado y se le insinuaba con frecuencia, pero todo eso era una actuación y sólo lo hacía en broma, no es que realmente quisiera conquistarlo ¿no?

“Prefiero el trabajo en vez de pensar en estupideces” suspiró agotado, para retomar sus labores en el cuartel.

 

~*~~~*~~~*~

 

Ese miércoles había dejado de llover a eso del medio día, Stohess se volvía una ciudad húmeda y oscura, tal como la catalogaban en la mayoría de las descripciones turísticas, pese a que Levi consideraba que era ridículo que alguien fuera de paseo simplemente a esa ciudad, ya que todo Eldia consideraba que Stohess era la peor ciudad para vivir por sus índices de delincuencia, exuberantes precios en bienes raíces, clima lluvioso en invierno y apestoso calor en el verano; lo único bueno de vivir en esta ciudad era que cualquier otro lugar parecía un destino idóneo para conocer… cualquiera.

Ya siendo cerca de las diez de la noche, el detective había tomado una ducha más larga de lo usual para sacarse el olor a lluvia de su cabello azabache y estaba recostado en el viejo sillón de su pequeño departamento.

Cuando decidió arrendar ese lugar, lo hizo más que nada porque quedaba muy cerca del cuartel y el dueño era un antiguo profesor de su instituto, quién estaba muy orgulloso de su decisión al incorporarse al cuerpo de policía, por lo que le dejó ese lugar casi a mitad de precio; la verdad es que no lo valía tanto, era apenas un departamento con una cocina equipada con las electrodomésticos básicos y pocos muebles; tenía una mesa redonda de madera anexada a la cocina y luego un par de sillones que conformaban una mini sala de estar, todo en no más de veinticinco metros cuadrados; luego estaba el pequeño baño y el dormitorio donde casi no dormía, pues usualmente se quedaba dormido en el sillón mientras leía. El lujo más grande que podía tener ahí era su set de preparación de té, con las múltiples variedades según lo requería y también unas cuantas repisas que había instalado en las paredes de concreto donde ordenaba sus libros.

Pese a que pasaba muy poco tiempo ahí, el lugar estaba impecable, tal como había aprendido de niño; Kenny era muy organizado con el hogar y era otra de las tantas enseñanzas que había adquirido del mayor, por lo que sus rutinas de limpieza se volvieron cada vez más sofisticadas, tanto así que ahora podía decir que conocía las mejores marcas de limpiadores y detergentes que ofrecía el mercado; otro gusto que se daba.

Esa noche en particular, saliendo de todas sus rutinas, no había llegado a recostarse en el sillón a leer o escuchar una emisora con música relajante, sino que estaba sentado derechamente en la sala, con el teléfono en la mano, mirando la pantalla llena de notificaciones con mensajes de Farlan, algunos de los mocosos de la casa de acogida que le mandaban imágenes graciosas – las cuales usualmente no comprendía – , también algunos correos en su bandeja de entrada personal… pero nada del moreno de ojos verdes.

Desde el viernes que no conversaban y Levi comenzaba a presentir que algo estaba mal. Una parte de él esperaba que sólo fuese un berrinche del mocoso que esperaba que fuera el detective quién tomara la iniciativa de entablar comunicación nuevamente entre ellos; sin embargo, intuía que era algo más. Tanto así, que ese día no había podido dejar de pensar en eso y temió que algo le hubiera pasado a Eren, tal vez por su padre o incluso por el grupo de personas que lo ayudaba con el oficio del Espectro, debido a su viaje a Mitras juntos.

Lanzó un gruñido cuando por fin tomó el valor de salir de sus dudas y marcar el número de Eren. Tras ponerse el teléfono contra la oreja tuvo que esperar un par de tonos antes de que, finalmente y casi cuando estaba a punto de cortar, le respondieran de la otra línea.

– ¿Levi? – escuchó. La voz del mocoso sonaba completamente sorprendida.

– ¿Estás ocupado, mocoso? – preguntó, demasiado nervioso para ser una simple llamada. ¿Qué preguntaría? ¿si acaso ya no quería hablarle o si había pasado algo? Se sentía absurdamente ridículo.

– La verdad es que sí. – confesó el muchacho con un suspiro, haciendo que le doliera un poco el estómago al detective, hasta que escuchó la carcajada del chico al otro lado de la línea. – Pero ya te había dicho que, para ti, tengo todo el tiempo del mundo. – sostuvo el puente de su nariz con fuerza, intentando que el sutil dolor de ese gesto borrara la sonrisa que se había dibujado en su rostro.

– Vaya, dices eso, pero no he tenido noticias tuyas durante estos días… – mencionó, tratando de mostrarse desinteresado.

– ¿Me extrañaste, Levi? Voy a empezar a ilusionarme. – la risa del chico calmó un poco sus nervios y también su preocupación.

– Pues no lo hagas, sólo me preocupaba que hubieras tenido problemas por haberte ido de la ciudad por tantos días. –

– La verdad es que he estado poniéndome al día con mis pendientes de la universidad después de tu secuestro. – el detective puso los ojos en blanco, tratando de ignorar la vergüenza que le producía saber que fue él quien invitó a Eren al viaje.

– Tch, no me culpes por tener tareas atrasadas. Fuiste tú el que holgazaneó toda una semana con la excusa de una gripe, que por cierto, se te olvidó apenas viste la nieve. Además de evitar tus estudios durante todo el viaje. – reclamó el hombre con calma, recostando la cabeza en el brazo del sillón. Nuevamente, la risa de Eren llenó sus oídos y le hizo sentir una calma extraña y desconocida.

– Bueno, pese a que dices no haberme extrañado, lo cierto es que yo sí lo hice y lo hago ahora mismo. – comentó el moreno. – Acabas de alegrar mi día, Levi. –

– Oh, al menos alguien tendrá un buen día. – mintió, pues la verdad es que esta llamada con Eren le había hecho olvidar el horrible día laboral que había tenido.

– ¿Llamabas por algún motivo en especial o simplemente querías escuchar mi dulce voz? –

El detective se quedó en silencio por unos instantes porque, sinceramente, tenía varias razones para hablar con Eren; la primera, y tal vez la más urgente, era saber si estaba bien. Conociendo el efecto que provocaba Grisha Jaeger sobre su hijo menor, temía que hubiese existido alguna represalia tras el viaje a Mitras.

La segunda, y no menos importante, era mostrarle a Eren que mantendría su palabra de no volver a sus rutinas incomunicadas, ya que el chico se había mostrado bastante afectado al considerar que todo su acercamiento durante el viaje sólo habría sido una farsa o un engaño. Levi tenía que admitir que podría ser así, que, simplemente, tras conocer cosas tan importantes como las que le reveló el mocoso sobre la existencia de sus cómplices y el destino de su botín tras cada robo, el detective podría haber planeado una nueva estrategia de investigación. Sin embargo, volviendo a lo mismo, le había prometido al chico que no usaría la información y no quería faltar a su palabra.

Por último, y lo que más lo tenía nervioso, es que, tras considerarlo seriamente durante esos días – y, claramente, por la presión de la loca cuatro ojos – quería invitar a Eren a la fiesta del viernes.

Era absurdo, pero quizá era la forma de hacerle ver al jodido mocoso de que confiaba en él, o al menos, lo estaba intentado. Además, ya no podía negarse a sí mismo el hecho de que disfrutaba de la compañía de Eren, muy por encima de lo que pensaba de su trabajo como el Espectro.

Por supuesto que todo esto era contradictorio y rebuscado; acercarse más a Eren significaba tener la oportunidad de conocerlo más y entablar una sana amistad, así como también implicaba tener la confianza del chico y comenzar a convencerlo poco a poco de dejar de lado los robos que – aunque a veces parecía desviarse – era el objetivo principal de todo este asunto de ser más cercano al moreno.

Pero, acercarse más Eren era un arma de doble filo; primero, porque implicaba que Eren también se acercara más a él y tuviera una idea clara del proceder como detective y, con esa información, ayudar a su grupo a cometer los crímenes de manera más expedita; y, por el otro lado, porque si se encariñaba lo suficiente con el chico… las cosas podían volverse mucho más complicadas de lo que ya estaban.

– ¿Hola? ¿Sigues ahí? – preguntó el mocoso tras su silencio.

– Tch, sí, aquí estoy. – dijo de mala gana, reuniendo valor para lo que vendría acontinuación. – Oi, Eren… ¿tienes algo que hacer el viernes? –

– ¿En San Valentín? – exclamó el chico, claramente emocionado, haciendo que Levi se sonrojara.

– Sí, mocoso, en San Valentín. – respondió bruscamente. – Hange hará una pequeña fiesta en su nuevo departamento y me sugirió que te invitara. Así que eso estoy haciendo. –

– Si esta es tu forma de invitarme a una cita el Día de los Enamorados, debo decirte que lo hiciste terrible. – mencionó el otro con una carcajada.

– Jodido mocoso, me importa una mierda ese día, sólo voy porque es algo importante para Hange y pensé que no era mala idea invitarte. – reclamó, avergonzado por estar haciendo esa invitación.

– Levi, me encantaría estar contigo y tus amigos el viernes. – comenzó a decir el mocoso, hasta soltar un suspiro resignado que alertó levemente al detective. – Pero tengo un evento en casa de los Reiss… tú entiendes. –

Claro que lo entendía. El mocoso estaba públicamente comprometido con Historia y, obviamente, Eren tendría que asistir a ver a su prometida el Día de los Enamorados; se sintió tonto de no haberlo pensado antes porque, incluso si Eren decía que no tenían una relación de pareja con la hija de los Reiss, él mismo había visto su cálida familiaridad e intimidad que compartían durante la fiesta del padre de la rubia, semanas atrás; por lo que no era raro que ya tuvieran un acuerdo de celebrar esas fechas juntos, aprovechando de complacer a sus familias que sólo pensaban en el inminente matrimonio de ambos.

– Lo siento, Levi. – se apresuró a decir el menor, haciéndolo sentir extrañamente culpable.

– Tch, no pidas disculpas por algo así, Eren. Sólo cumplía con hacerte la invitación. – comentó, tratando de restarle importancia al tema. – Te dejaré seguir en lo tuyo, hablamos otro día. –

– De acuerdo. Gracias por llamar, por cierto. En serio me ha hecho muy feliz escuchar tu voz. – admitió el otro, haciendo que Levi imaginara su sonrisa cálida y esos ojos que se volvían más claros que el agua del mar.

– El teléfono funciona para los dos lados, mocoso. Si quieres hablar, sólo tienes que llamarme. –

– No te quejes después si es que me tienes al teléfono todo el día. – advirtió el moreno, logrando sacarle una carcajada ronca.

– ¿Eren? – no podía evitarlo, quería sacarse la preocupación del pecho. – ¿Estás bien? – cuando finalmente le preguntó, sintió que podía botar el aire que había retenido en sus pulmones. Sabía que el chiquillo le costaba hablar sobre el tema de su padre y, por lo demás, no quería ser el causante de que recordara sus problemas; sin embargo, al otro lado de la línea, la carcajada del mocoso le llamó la atención.

– En serio eres un detective brillante, Levi. – comentó, resurgiendo en el mayor toda la preocupación que se había despejado en él. – ¿Te parece si hablamos otro día? –

– Cuando quieras. – señaló, esperando que el mocoso se diera cuenta de que podía hablar con él de las cosas que parecían acongojarlo.

– De acuerdo, te llamaré. – dijo el otro con una risita casi fingida. – Buenas noches, Levi. –

– Buenas noches, Eren. –

Seguido de esto, ambos cortaron la llamada. El detective volvió a sentir el pecho apretado debido a la preocupación por el estado del moreno; sabía que había algo extraño sucediendo y no podía determinar con exactitud qué era. Sólo le quedaba esperar a que el chico confiara en él – como siempre proclamaba – para decirle la verdad y permitirle… ayudarlo.

 

~*~~~*~~~*~

 

Cuando Eren colgó la llamada, volvió a bajar por las escaleras que daban al sótano de la casa. Tenía una sensación muy cálida en el pecho, la misma que aparecía siempre que percibía la preocupación de Levi por su bienestar, así como también la manera tan acertada que tenía de descubrir cuando estaba mal; por lo demás, y algo que realmente lo había alegrado tanto que casi dejaba todo tirado por ir a encontrarse con él, fue la invitación a la fiesta del viernes de su compañera de trabajo. Si no fuera por los problemas que había tenido con su padre por su escapada a Mitras y también por cumplirle a Historia, habría dejado plantado a su progenitor en la fiesta y se habría ido hasta donde estaría Levi.

Al bajar los últimos peldaños, notó que sus amigos seguían sentados alrededor de la mesa que se ubicaba justo al centro de la estancia: su centro de operaciones. Se acercó a su propia silla junto a Armin, quién lo miró con sospechas tras su repentina excusa para ir a atender la llamada en el primer piso.

– Todavía falta por descifrar algunos de los códigos de acceso de Merey, no creo que esté todo preparado para este fin de semana, debemos esperar una semana más. – sentenció la rubia de ojos azules que se sentaba junto a su mejor amigo: Annie Leonhart, la novia de Armin. Habían estado revelando la información que tenían sobre el nuevo objetivo de sus atracos y parecía faltar mucho por hacer.

– Hay que tomarnos esto con calma, si nos apresuramos podríamos poner en peligro a Eren. – sentenció la azabache junto al moreno: Mikasa Azumabito, otra de sus queridas amigas de la infancia.

– Eren se pone en peligro a sí mismo relacionándose con el detective Ackerman. – sentenció el mayor del grupo: Reiner Braun, el alto rubio de cuerpo fornido que ahora miraba a Eren como si lo despreciara.

– Ya tuvimos esta discusión, Reiner. Déjalo de una vez. – soltó con brusquedad el moreno; hastiado de los comentarios desagradables que hacía el otro respecto a Levi.

– En fin, deberíamos dejarlo para el último lunes de febrero. – propuso la rubia como si estuviese aburrida de estar ahí. Su actitud siempre parecía tranquila y calculadora, por lo que entendía muy bien que no llegarían a nada durante estos días.

– El domingo deberíamos juntarnos para tener más avances. Tal vez podríamos llevar a cabo el robo antes si nos organizamos bien. – Mikasa se cruzó de brazos y miró a Eren con calma, recibiendo un asentimiento por parte del moreno.

- Aceptémoslo, cada vez es más complicado acceder a la información. Los elitistas están protegiéndose ya que la policía es incapaz de dar señales de atrapar al Espectro. – Bertolt Hoover era el último integrante de su grupo, el más alto, el más tranquilo, tal vez el más disciplinado, y… también el más pesimista.

– Tal vez podríamos ocupar al policía favorito de Eren para que mitigue este miedo, dándole un poco de información que los despiste y que haga bajar la guardia a los mercaderes y políticos. – sugirió Reiner mirando de reojo al moreno, provocando su ira. El chico golpeó la mesa con fuerza mientras miraba a su amigo, iracundo.

– No involucraremos a Levi. – dictaminó bruscamente, haciendo que su tono de voz bajara considerablemente.

– Todavía. – enfatizó Armin con firmeza, sorprendiéndolo. – ¿Recuerdas el motivo principal que tuvimos para permitirte acercarte como si nada a Levi después de que se enteró que eras el Espectro y, además, te reconoció como un Jaeger? – las palabras de su amigo lo dejaron congelado por unos instantes, los suficientes para poder proceder. – No olvides que necesitaremos la ayuda del detective eventualmente. –

– Lo sé. – se apresuró a decir el Jaeger. – Pero, claramente, todavía falta mucho para eso. – señaló, mostrando que sus investigaciones eran cada vez más lentas.

– Creo que es importante pensar con más calma un cambio de estrategia. Así como nosotros vamos adaptándonos a los comportamientos de la élite, ellos también lo harán con el Espectro. – comentó Annie, mirando con preocupación a su novio.

– Secundo. – dijo Armin. – Prometo pensar en algo durante estos días. –

– Nosotros seguiremos con nuestras labores. – indicó el pelinegro mirando a Reiner, quién asintió de vuelta.

– Entonces, nos vemos el domingo. – decretó la rubia tras ponerse de pie, siendo imitada por el resto.

Bertolt subió junto a Reiner sin siquiera dirigirle la palabra al moreno. Estaban utilizando la casa que la abuela del alto rubio le había dejado como herencia hace cuatro años y, pese a que Reiner y el pelinegro vivían solos, siempre preferían hacer esas reuniones en el sótano, sólo como medida de seguridad.

Annie le dijo unas cortas palabras a Armin, quién se había quedado junto a Eren antes de marcharse también y, tanto Mikasa como el rubio, esperaron a que el resto se fuera para poder conversar tranquilos.

De la misma forma en que había conocido a Armin, también lo había hecho con Mikasa, a quién quería casi como a una hermana y, claro está, su padre también le tenía mucho aprecio, pues la chica siempre lo estaba cuidando desde que eran más niños. Ahora, la mujer estaba estudiando leyes en una buena universidad fuera de Eldia, por lo que viajaba pocas veces al mes para verse con sus amigos. Así que, usualmente, aprovechaban esos días para planear los robos del Espectro y, por supuesto, ponerse al día y compartir momentos agradables juntos.

Particularmente desde el sábado, cuando se reunieron por última vez los seis, las cosas habían estado tensas en su grupo porque Armin había revelado lo que le comentó sobre su viaje a Mitras y la información que cedió al detective Ackerman. Por supuesto que todos se alteraron muchísimo, incluso se llevó a los puños entre Reiner y él, teniendo que interceder las dos mujeres del grupo – quienes eran las más fuertes de ellos –.

Tras mucha discusión, Eren terminó por sentenciar que no dejaría de estar en contacto con Levi, que estaba seguro de que su relación con el azabache no afectaría a los robos del Espectro y que tenían que confiar en él; evidentemente, todavía no estaban tan convencidos, pero si había logrado que un detective como Levi Ackerman accediera a conocerlo antes de juzgarlo como un ladrón, entonces podría hacer que sus amigos confiaran en él ¿no?

– ¿Quién te llamó? – preguntó el rubio con seriedad. Armin todavía parecía dolido con él por lo sucedido en Mitras.

– Levi. – admitió con sinceridad. – Sólo para charlar. –

– Eren, tienes que cuidarte. Ese enano parece tener todo el poder del mundo para acabar con nosotros. – dijo Mikasa mostrando su preocupación por la relación con Levi.

– Yo sé que no lo hará. Confío en él… – sentía que su discurso estaba desgastado, sin embargo, era lo único que podía decir en esas circunstancias.

- Me gustaría dejar en claro lo que puedes y no puedes decirle al detective, Eren. – comenzó a decir el rubio firmemente, mirándolo con esos ojos azules analíticos. – No puedes decirle cómo se llevan a cabo los atracos, ni cómo se eligen las víctimas ni menos dónde nos reunimos. –

– Ya lo sé, Armin. – dijo el moreno malhumorado.

– De hecho, no me gustaría que hablaras tanto del tema con Levi. – siguió diciendo, casi ignorando el comentario reciente de su amigo.

– Bueno, entonces grabaré todas nuestras conversaciones para que sepas qué le digo y qué no, así no me estás molestando todo el tiempo. – exclamó Eren, totalmente molesto por la situación. No quería que nadie se involucrara en su relación con el azabache.

– Entiende que también hago esto por ti. – pidió el rubio, ahora con un gesto más culpable.

– No peleen. – exclamó con firmeza la azabache. – Estoy segura de que Eren sabrá manejar la situación. – Mikasa siempre apostaba por él y eso lo hacía sentir muy capaz de hacer cualquier cosa. – ¿Les parece si mejor vamos a beber algo y dejamos de hablar sobre el tema? – sugirió ella con una sonrisa.

El moreno sabía que tenían muy poco tiempo con la azabache para estarlo desperdiciando en peleas, además, odiaba estar peleando con Armin y con ella, se sentía casi antinatural estar en desacuerdo con ambos porque nunca habían dejado que sus diferencias de opinión los alejara. Por lo mismo, extender tanto esta discusión sobre lo que había pasado en Mitras y dejar que afectara no sólo al tema del Espectro, sino también a su amistad, le parecía una mala decisión.

Una de las tantas promesas que se hicieron cuando accedieron a llevar a cabo este plan, fue que no interferiría con su amistad y el cariño que se tenían.

– Tú ganas. – le dijo Eren tras soltar un suspiro, pellizcando sutilmente la mejilla de su amiga.

– Sí, tienes razón, Mikasa… hemos estado mucho tiempo discutiendo esto. – añadió el rubio, calmando sus emociones y mirando más tranquilo a sus amigos. – Lo siento, Eren. –

– Lo sé. – el moreno suspiró, liberando con ello la frustración que sentía cuando entendía la delicada situación que suponía su relación con Levi, sabiendo que no eran solamente ellos dos, sino que había un detective y un ladrón de por medio. – Vamos, yo invito la primera ronda. –

Sus amigos rieron y comenzaron a marcharse junto a él. A veces, llevar esta doble vida de ladrón y universitario común y corriente parecía agotadora, incluso para sus amigos; tanto así que no podían separar las cosas la mayoría del tiempo y los roces que surgían mientras trabajaban se llevaban a su vida normal, terminando en discusiones y peleas hirientes.

Sabía que tanto Armin como Mikasa intentaban – con mucho esfuerzo – entender su relación con Levi, como sus amigos; pero, de la misma forma en que el rubio le había dicho, también eran sus cómplices y, para ellos, tener tan cerca un detective como el Ackerman, asustaba horrores.

Pero era la decisión que él había tomado. Parte de ser el Espectro había sido debido a Levi y, por ello, alejarse de él no tenía ningún sentido; por esta razón, debía ser fiel a sus convicciones y seguir con sus propósitos, sabiendo que todo podía salir absolutamente bien o absolutamente mal.

Notas finales:

Muchas gracias por haber leído otro capítulo más de esta historia, que, por cierto, adoro escribir; tal vez por eso algunos capítulos se me hacen super largos y eternos de revisar. Así que espero que no hayan tantos errores de redacción – perdón –.

Por otro lado, el título de esta entrega "Sensaciones amargas" calzó de muchas formas hoy. El capítulo trata un poco sobre estas inseguridades que aún mantienen a los protagonistas en un tira y afloja constante de emociones; sin embargo, también tiene que ver con lo que está pasando actualmente con la serie original de SnK, ya sea para los que van al día con el manga o no. (No haré spoileers, no teman).

Pero lo cierto es que ambos están a punto de finalizar y, si bien uno quiere saber qué pasara, también deja ese regusto amargo porque, bueno, porque no queremos que se termine :(  Además, la manera en que se están desarrollando las cosas, nos deja con los nervios a flor de piel (Bendito y maldito Isayama)

En fin, quería hacer este mini descargado, sabiendo que el título de este capítulo tiene que ver, quizá, un poco más con mi sentir este domingo que con el capítulo en sí, pero espero haya tenido sentido para ustedes.

Un abrazo gigante, que tengan una excelente semana y espero tener una actualización lo más pronto posible.

¡Nos vemos!


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