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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola, nuevamente! Me encanta encontrar el tiempo para volver a actualizar (: Lamento si me demoré un poco más de una semana, pero tenía que terminar unas cosas de la universidad.
En fin, no les quiero aburrir con mis dramas, así que pasemos al capítulo, que después podremos charlar (:
¡Disfruten!

San Valentín comenzó siendo un día totalmente normal. Cielos cubiertos de nubes amenazantes y el caos en las calles con los vendedores ambulantes repletos de flores, globos de helio y peluches con la temática del día; claro, y cómo iba a faltar, los usuales robos a las personas más entusiastas que se olvidaban de que, pese a ser un día de lo más romántico, Stohess no era una ciudad llena de amor, sino todo lo contrario.

Levi estaba llegando al cuartel a eso de las nueve de la mañana, como era usual. Vivir cerca de su trabajo le permitía tener tiempo en las mañanas para dejar limpio el departamento, regar las plantas que había cultivado en pequeños maceteros sobre la ventana de la sala, hacer un poco de ejercicio y desayunar tranquilamente antes de comenzar sus labores como detective.

Al entrar en el edificio de la policía, notó de inmediato que los oficiales se habían contagiado del ambiente festivo de ese día del año, evidenciado por algunos globos en forma de corazón en varios escritorios y el aroma a chocolate que se sentía desde la entrada. El azabache suspiró, porque él poco sentido le encontraba a la celebración, así que, saludando a sus colegas, se encaminó hasta su oficina como cualquier otro día.

Sin embargo, al pasar por el mesón de atención, el cabo que estaba de turno en ese momento lo detuvo rápidamente tras saludarlo.

– Detective Ackerman, espere, llegó un paquete para usted. – anunció de lo más emocionando, haciendo que Levi enarcara una ceja, confundido con su comportamiento. El chico registró algo debajo del mesón y le entregó una bolsa de cartulina pequeña color verde agua, decorada con un pequeño moño monocromático. El azabache tomó la bolsa y miró confundido al cabo que estaba ahí, quien trataba de disimular una sonrisa burlona.

– ¿Qué es? – preguntó extrañado.

– No lo sé. – respondió el oficial con un encogimiento de hombros. – Lo trajeron temprano en la mañana y traía su nombre en la ficha de entrega. –

– De acuerdo, gracias. –

Tras mostrarse desinteresado por el paquete, prosiguió su camino hasta su oficina, sin darse cuenta de que había caminado más rápido de lo usual. La verdad era que, después de ver los colores del envoltorio, no pudo evitar pensar que era obra del mocoso y temió por lo que fuera que fuese a encontrarse dentro de la bolsa.

Así que, una vez que entró en su oficina y cerró la puerta tras de sí, se sacó rápidamente el abrigo, dejándolo colgado en el perchero junto a la entrada y se dirigió hasta su escritorio para examinar el paquete.

Al abrir la bolsa, lo primero que se encontró fue una tarjeta blanca portando un mensaje para él.

“Pese a no poder vernos hoy, no significa que no serás mío este día, así que,

¿me haría el honor de ser mi San Valentín, detective Ackerman?

– E”

Levi soltó un par de maldiciones, releyendo una y otra vez el jodido mensaje de la tarjeta de regalo. Sabía que estaba completamente sonrojado por ese atrevimiento del mocoso de mandarle un regalo por San Valentín y, por lo demás, por sus descaradas palabras.

Suspiró con fuerza cuando sacó la cajita que había al fondo de la bolsa donde se encontró un fantasma caricaturizado de chocolate blanco, cuyos ojos negros eran pequeños discos de chocolate oscuro.

“Jodido mocoso. «»de Espectro y de Eren ¿no?”

Eren podía ser el único que encontraba gracioso bromear con algo así. Si cualquiera en el cuartel veía el chocolate y la tarjeta, con esa firma tan ambigua, podría levantar sospechas sobre el tema del Espectro, pensando que el ladrón estaba intentando amenazarlo o algo parecido. ¿Qué no entendía lo grave de la situación?

Lo peor, ¿por qué si todo parecía jodidamente alarmante… se sentía tan feliz con ese pequeño regalo? Por más que buscaba estar molesto y encontrar las palabras para mandar a la mierda al mocoso, lo cierto es que, aparte del sonrojo que sentía en las mejillas, no podía dejar de sonreír en una mueca oscilante, porque al tiempo que intentaba mostrarse serio, las comisuras de sus labios insistían en levantarse.

Movió ligeramente su cabeza de un lado a otro con rapidez, tratando de despejar su mente y volver a concentrarse en sus responsabilidades. Volvió a meter tanto la cajita con el chocolate y la tarjeta dentro de la bolsa, para luego guardarla en el cajón de su escritorio.

En el preciso instante en que cierra su cajón, el sonido aberrante – según él – del teléfono de su oficina comenzó a alegar por ser atendido. El azabache tuvo miedo de que fuera el mocoso para preguntarle sobre el regalo y, sinceramente, aún no sabía qué decirle al respecto, si ni siquiera había pensado en comprarle algo; sin embargo, para calmar sus nervios, notó que el número que le llamaba provenía del mesón de atención, así que procedió a contestar rápidamente.

– ¿Diga? –

– Detective, el señor Farlan está aquí. – anunció el oficial, logrando que Levi relajara sus tensos músculos y soltara un suspiro.

– Que pase, por favor. –

Levi ordenó un poco el escritorio para que a su amigo no se infartara con todo el trabajo que tenía acumulado y también aprovechó de abrir sutilmente la ventana para ventilar la habitación; siempre agradecía mucho al personal de aseo que pasaba los fines de semana a limpiar las oficinas, porque, usualmente, él no tenía tanto tiempo durante los días laborales para hacer una limpieza como le gustaría.

Pronto, el llamado a la puerta lo alerta de la llegada de su amigo y lo invita a entrar de inmediato. El hombre venía portando un maletín en su mano derecha, el que usualmente portaba para ir a hacer los trámites que tenían que ver con la casa de acogida, ya que, con el clima tan húmedo de la ciudad y el ajetreado movimiento de personas por el centro, prefería tener toda la documentación bien protegida de cualquier accidente.

Sin embargo, en su otra mano traía una pequeña bolsa de regalo, parecida a la que había recibido del mocoso esa mañana, sólo que esta era de un color rojo muy bonito.

– ¿Cómo estás, Levi? – saludó su hermano con cariño al mismo tiempo que le sonreía, acercándose hacia el escritorio junto al que estaba de pie.

– Acabo de llegar, ¿tan temprano tienes que salir a hacer trámites? – preguntó extrañado.

– Sí, tengo una reunión con la gente del Servicio de Protección de Menores. Esperemos que las cosas salgan mejor que la vez pasada. – comentó el otro, mostrándose nervioso.

– Si estás teniendo problemas financieros, no me molestaría ayudarte más. Tendrías que habérmelo dicho. – se quejó el azabache, un poco molesto por la falta de confianza de su amigo para pedirle dinero.

– No se trata de eso, Levi. – comenzó a decir. – La verdad es que el dinero no nos falta, pero tampoco nos sobra. Trabajo muy duro en la revista para sacar adelante a los chicos y las chicas que viven ahí; sin embargo, no tengo las influencias que tenía Kenny en sus tiempos con el Servicio, ni tampoco tengo su personalidad avasalladora para negociar. – explicó su amigo con mucha seriedad. – No es un problema de dinero, sino de exigir lo que ellos se merecen. Nos están disminuyendo la subvención con la excusa de que ya están más grandes y podrían trabajar para ayudar con la casa. – Farlan se tomó unos segundos mientras controlaba su creciente molestia. – Es horrible pedirles que dejen de disfrutar su juventud por trabajar, siendo que estos enfermos de poder no les exigen eso a sus propios hijos. – claramente, el rubio estaba molesto y frustrado. Seguramente le había dado muchas vueltas al asunto y, por fin, se había atrevido a hablar más firmemente con los dirigentes del servicio.

– Estoy de acuerdo contigo. – dijo Levi, tratando de mostrar su apoyo. – Sin embargo, mientras no recibes lo que te deben pagar por cuidar de ellos, no dudes en pedírmelo. Llegamos al acuerdo de que esa seguía siendo mi casa también. –

– Siempre serás bienvenido ahí, Levi. – señaló su amigo. – Pero no es realmente tu hogar. Tienes tu propio departamento y, como siempre te he dicho, deberías aspirar a más. Seguir el ejemplo de Hange y comprarte algo propio o, incluso, irte de la ciudad y vivir tranquilo, lejos de este caos. –

– Oi, no me vengas con esa mierda. Escapar de los problemas no significa que ellos dejen de existir. No podré vivir en paz en otro lugar, sabiendo que podría hacer mucho en esta basura de ciudad para ayudar a las personas. Esa fue nuestra convicción para quedarnos y apoyar a Kenny, ¿se te olvida? –

El azabache había subido su volumen de voz, evidenciando ese enojo que le producía cuando Farlan lo instaba a salir de Stohess y buscar la felicidad y la paz en otro lado. Pero ¿cómo podría irse y dejarlo ahí con la casa? Incluso si pudiese irse con quién consideraba su hermano, ¿qué pasaría con esos niños que no podrían llegar a una casa como la que su mejor amigo dirigía?

Entre todas las cosas malas que le pudo pasar en la vida, ser acogido por Kenny y vivir en ese lugar no era una de ellas; vivir allí le enseñó sobre las personas y sus personalidades tan variadas como la gama de colores, también le permitió crecer y desarrollar sus talentos, así como pasar maravillosos momentos junto a maravillosas personas que iban y venían a ese hogar.

Esa casa de acogida era una de las principales razones por la cual aún no mandaba a la mierda a toda la ciudad, porque ese lugar le enseñó que siempre había esperanza, amor y calidez, incluso cuando alrededor parecía que todo era un caos.

Y entonces, un par de ojos verdes pasó por su mente, recordándole que el chiquillo le había estado enseñando otras lecciones; teniendo una diferencia de edad considerable, fue el mocoso quién le había hecho ver que no todos los ricos eran malos; que había humildad en los corazones de las personas que menos lo esperabas y que, detrás de algunos actos que parecían egoístas y malintencionados, podía existir un motivo especial, como querer ayudar al resto.

– Si aún no pierdo la cabeza con todo este asunto y las discusiones constantes con los de la subvención, es porque tengo a Jean, Sasha, Connie, Isabel y a ti. Y, bueno, también a Hange y a Erwin, con quienes suelo conversar de vez en cuando. – Farlan rio cortamente mientras lo miraba con cariño. – ¡Oh! Y, hablando de Hange, ¿irás esta noche? – preguntó, cambiando de tema.

– Tch, ¿crees que esa cuatro ojos me dejaría tranquilo si no fuera? – se quejó.

– Entonces, nos veremos allá. – la carcajada del rubio le fue contagiosa, tanto así que ambos terminaron riendo un poco. – Una cosa más. – su hermano le extendió la bolsa de regalo que anteriormente había llamado su atención. – Los chicos hicieron chocolates y me pidieron que te regalara estos. Por favor, no seas tan duro con el sabor. – Levi tomó la bolsa, impresionado, y algo parecido al orgullo afloró en su pecho, porque, sin ser muy frecuente en la vida de ellos, incluso viviendo en lugares distintos, esos malditos mocosos le tenían un cariño muy grande y siempre pensaban en él… y, claramente, ese sentimiento era recíproco.

– Dales las gracias de mi parte y que les enviaré la factura del hospital después de que me recupere de la gastritis que me darán estos chocolates. – su amigo volvió a soltar una carcajada y se acercó hasta él para abrazarlo cortamente. Nunca acostumbraban a eso, pero Levi sabía que, cuando su hermano necesitaba tomar fuerzas y valor para hacer algo, recurría a esos gestos; así que, como siempre, se lo permitió por los cortos segundos que duró dicha acción.

– Feliz San Valentín, por cierto. No sólo es el día del amor, también el de la amistad. – aclaró, curvando una sonrisa burlona.

– No esperes que lo diga de vuelta. – avisó, dejando la bolsa sobre la mesa. – Éxito con esas basuras asquerosas. –

– Espero que no estés hablando de Sasha, Jean y Connie. – bromeó su amigo mientras se marchaba, robándole otra carcajada.

Cuando la oficina volvió a quedar en silencio tras la marcha de Farlan, el azabache volvió a su escritorio, sentándose en su silla y mirando los chocolates que le habían enviado los chicos del hogar; se suponía que debían tener formas de corazón, pero no les habían quedado tan regularmente, así que miró, enarcado una ceja, uno de los pedazos antes de comerlo, sorprendiéndose porque estaban demasiado dulces para su gusto; y, aun así, se halló disfrutándolo enormemente.

Suspiró, ahora sí completamente dispuesto a empezar con su jornada laboral y sin dejar de pensar en que su hermano tenía razón; San Valentín no se trataba solamente de un amor de pareja, sino también de ese cariño que se le tienen a los amigos y también a la familia. 

Para él, Farlan es y siempre será su hermano y los niños de la casa de acogida son su familia, porque siempre apostaría todo por cuidarlos; por otro lado, pensando en Hange y en su fiesta programada justo para esta fecha, se dio cuenta de que tenía que ver con este significado que Farlan había intentado darle a la festividad, al amor detrás de las amistades más asombrosas que podría tener junto a Erwin y la pelirroja y, tal vez, era la forma que tenía la mujer para expresar su cariño por ellos.

Supuso que, si lo pensaba detenidamente, San Valentín no estaba nada mal.

 

~*~~~*~~~*~

 

Apenas entró en la mansión de los Reiss se sintió acogido por el agradable calor que hacía en el interior y el exquisito olor a comida que se estaba sirviendo para esa noche. La cena sería un evento privado y bastante íntimo, donde los Jaeger y los Reiss compartirían y brindarían por la excelente relación que había entre ambas familias.

Una vez que Eren se sacó el abrigo y se lo entregó al mayordomo, se encaminó hasta el comedor, donde fue recibido por la elegante hermana mayor de Historia – Frieda – quién se emocionó mucho de verlo, acercándose rápidamente a él.

Frieda e Historia no se parecían mucho, tal vez su gran parecido era que ambas eran hermosas e inteligentes mujeres, pero Frieda tenía el cabello oscuro y una piel de porcelana, además de ser mucho más alta que su hermana menor.

– Eren, qué alegría verte. – dijo la mujer estrechándolo entre sus brazos. Iba vestida con un vestido largo de color turquesa que resaltaba su figura.

– Lo mismo digo. Pensé que aún estabas en el extranjero. – mencionó el moreno, devolviéndole el gesto a la pelinegra. Cuando ambos se separaron, ella lo miró con una sonrisa.

– Me escapé. – le dijo, guiñándole un ojo. Frieda tenía un carácter fuerte, quizá otra característica que compartía con Historia.

El chico rio y aprovechó de darle un vistazo al comedor. Su padre estaba conversando con Zeke y Rod cerca del minibar que había en una esquina, junto a los ventanales que daban hacia el patio trasero de la vivienda, desde los cuales apenas se podía dilucidar la bodega donde hace semanas había conversado con Levi de manera más privada.

Pensar en el azabache le hacía sentir un nudo en el estómago. Realmente quería ir a la fiesta de Hange y pasar esa noche con él, compartiendo tanto con el detective como con sus amigos; en cambio, tenía que venir a estas cenas aburridas, a hablar de cosas que no le interesaban y recibir órdenes de su padre para que se relacionara de mejor forma.

Entonces, su mirada encuentra la de Mikasa, quién conversaba animadamente con Historia en el rincón opuesto a dónde estaban sus padres. La chica le sonrió cálidamente y lo invitó a acercarse para conversar con ellas; la azabache iba vestida con un elegante vestido azul marino que caía hasta sus rodillas y se ajustaba a su delgada cintura, dejando a la vista parte de sus largas piernas y calzando unos zapatos de taco alto que combinaban con su cabello; por su lado, la rubia, como era usual en ella, usaba un vestido de colores pasteles que la hacían ver casi como un ángel con su cabello tomando en un moño alto.

Ambas mujeres sonrieron anchamente al verlo acercarse.

– Pensé que no vendrías. – soltó la rubia enarcando una ceja.

– Me matarías si no lo hiciera. – reclamó el más alto, llevándose un sutil golpe en su hombro por parte de la chica. – Me alegra que estés aquí, Mikasa. – dijo después, dirigiendo su atención a la más alta.

– Quise pasar esta fiesta en Stohess con ustedes. El padre de Historia me aceptó sin problemas. – comentó la azabache tras beber un poco de su copa de vino blanco.

– Qué benevolente. – dijo con sarcasmo el chico, recordando que había sido él quien había contactado a su padre por el tema de Levi.

– ¡Eren! – regañó Historia, mostrando su ceño fruncido por el comentario.

– Lo siento, sé que es tu padre, pero ¿sabías que me anda espiando? – el moreno todavía se sentía incomodo pensando en el tema del matrimonio y las mudas amenazas que efectuaba su padre al respecto.

– Mi padre espía hasta a su sombra, no es personal. – comentó su amiga poniendo los ojos en blanco.

– Está bien, no vine a discutir contigo. No tienes la culpa de esto. – dijo Eren con un suspiro y se acercó para besar la frente de la pequeña rubia.

Cuando eran niños, Rod Reiss era una persona genial para Eren. Los llevaba de viaje a la playa y también a los campos de equitación; sin embargo, conforme fue creciendo y su mentalidad se diferenció de la del padre de su amiga, las cosas entre ellos se volvieron más tensas; sobre todo porque, en su adolescencia, Eren solía ser más rebelde y explosivo, discutía recurrentemente con su padre y, por supuesto, con Rod, por lo que pronto dejó de encontrar divertido ir hasta su casa y pasar festividades juntos.

No obstante, había ocasiones donde no podía negarse. Su padre todavía ejercía ese poder sobre él para obligarlo a asistir a los eventos que organizaba el líder mercader y político más influyente en Stohess.

Durante la cena de esa noche, el moreno se sentía sumamente desconectado de las personas que comían alrededor de él, sentados en la larga mesa de madera de caoba, cubierta por el mantel de tonos pasteles y repleta de la más variada y sofisticada comida. Frieda había hablado sobre sus negocios en el extranjero, así como Mikasa se había unido a la conversación comentando detalles de los países donde estaban viviendo actualmente, ya sea por trabajo – como el caso de la hermana de Historia –, así como por estudios, como era el caso de la azabache.

Debería sentirse feliz de compartir con ellas, porque, honestamente, siempre extrañaba a Mikasa. Tenía valiosos recuerdos de su adolescencia junto a ella y Armin; de la misma forma, siempre había tenido la impresión de que la hermana de la rubia también era como su hermana mayor, porque era quien los cubría cuando sacaban los pasteles que eran para las fiestas o cuando dejaban un desastre en el patio siendo apenas unos niños.

Pero ahí estaba, apenas tocando la comida de su plato, respondiendo con monosílabos a las preguntas dirigidas exclusivamente para él y añorando estar en cualquier otro lado; bueno, no en cualquier otro lado, sino donde un apuesto detective debía estar celebrando el nuevo departamento de su mejor amiga y también San Valentín.

Para cuando había finalizado la cena y los mayores se retiraron al salón a beber y conversar de negocios, Eren salió al patio a embriagarse del aire con olor a humedad de esa noche. El cielo estaba sutilmente despejado, pero corría un viento gélido que le hizo arrepentirse de no ponerse la bufanda.

Siempre se había considerado una persona romántica, tal vez porque terminaba leyendo las novelas que Historia le recomendaba y se llenaba de los clichés que ellas contenían; sin embargo, en ese momento, quería fantasear con que el azabache estaría mirando el mismo cielo cubierto que él, tratando de conectar sus pensamientos de alguna manera, para hacerle saber al otro que se pensaban, aunque no estuviesen cerca.

Lanzó una carcajada de los ridículos pensamientos que tenía a veces. El hecho de que Levi aceptara su amistad y comenzaran a relacionarse como dos personas normales, ignorando que uno era un policía y el otro un ladrón, no significaba que pensara en él constantemente, así como tampoco implicaba que lo extrañara en ese momento, celebrando con sus amigos, ajeno al amargo sentimiento de añoranza que tenía Eren; quizá, también, porque quería escapar de esa velada.

En eso, el sonido del húmedo césped siendo pisado logra distraerlo para mirar hacia atrás y encontrarse con Historia, que venía caminando hacia él con una sonrisa y envuelta en un abrigo que debía ser de su padre, porque le quedaba demasiado grande.

– Aquí te estabas escondiendo. – mencionó ella deteniéndose junto a él.

– Te vas a congelar con ese vestido aquí afuera. – le dijo el chico, sorprendido de que la rubia estuviera con unos zapados tan finos sobre el césped y, por lo demás, con ese vestido tan poco abrigador.

– Adentro ya estaba haciendo demasiado calor. – respondió ella, restándole importancia al asunto.

– ¿No me digas que ya se te subió el vino a la cabeza? – bromeó el moreno con una sonrisa ladina, recibiendo un empujón por parte de la chica.

– Y yo que estaba preocupada por ti. – se quejó, frunciendo el ceño y mostrándose ofendida.

– Ya te he dicho que no es necesario. Estoy bien. – señaló divertido; sin embargo, la pequeña rubia lo miró de reojo con sospecha, haciendo que el chico se pusiera ligeramente nervioso.

– Estoy preocupada porque sé que me ocultas algo. – dictaminó, sorprendiendo al moreno totalmente. Sabía que su amiga era inteligente, de hecho, era totalmente consciente de que estaba rodeado de gente muy perspicaz; sin embargo, no podía revelarle a Historia lo del Espectro, por más que confiara en ella. Esto lo hacía para no involucrar a más personas en el asunto, si es que todo salía mal.

– No sé de qué hablas. – fingió demencia muy ineficazmente, porque su amiga resopló al tiempo que ponía los ojos en blanco y, luego, le dedicaba una mirada cargada de recelo.

– Seré más específica. –  aclaró. – Sé que me ocultas a alguien. – nuevamente, el moreno se quedó sin palabras, pero rápidamente recuperó la compostura y miró firmemente a su amiga: esto se trataba de Levi.

– Supongo que tu padre te ha hecho comentarios. – mencionó, tratando de mostrarse serio en el asunto. No le gustaba que se metieran en su relación con el azabache.

– ¿De qué hablas? – soltó ella enojada. – Has estado suspirando como bobo toda la noche y ahora te encuentro mirando el cielo como una princesa de cuento de hadas esperando que el príncipe la vaya a rescatar a su torre. – ante las palabras de la chica, Eren no pudo evitar sonrojarse, después de todo, fue culpa de ella por hacerle leer tantas novelas. – ¿Vas a decirme qué pasa? – el chico suspiró resignado, al menos, esto era algo que sí podía conversar con ella.

– Hay… un hombre. – comenzó a decir demasiado nervioso; tanto, que se aborrecía por eso. – No pasa nada entre nosotros, pero… –

– Tú estás enamoradísimo, ¿no? – adivinó ella, logrando, si era posible, que su sonrojo se acentuara más.

– Si lo dices así, me hace sentir estúpido. – mencionó, desviando la mirada.

– ¿Por qué? No tiene nada de malo estar enamorado de alguien. A menos que esta persona no merezca esos sentimientos tan bonitos que tienes por él. – sus palabras le hicieron sonreír ligeramente, dándole el valor para mirarla y encontrarla con la misma sonrisa. – ¿Me dirás cómo se llama? –

– Bueno… ¿recuerdas al detective…? –

– ¡Levi Ackerman! – interrumpió ella, casi gritando el nombre por la sorpresa, tanto así que Eren tuvo que ponerle rápidamente una mano en la boca para callarla. – Eren, no me digas que esa noche, en el cumpleaños de papá, los interrumpí. – cuestionó, apartando la mano del moreno.

– No, para nada. Recién nos estábamos conociendo para ese entonces. – tranquilizó el más alto.

– Debo admitir que no me sorprende. Mientras íbamos al instituto no dejabas de seguir sus casos y todo eso. – recordó la rubia, logrando que, nuevamente, el chico se sintiera avergonzado.

– Ya, basta. Lo estás haciendo a propósito. – dijo él, jalándole un mechón de cabello rubio que caía a un costado de su rostro.

– De acuerdo, lo siento. – dijo ella con una risita, apartando la mano de su amigo. – Lo que no entiendo todavía es… ¿qué haces aquí? Deberías estar con él en San Valentín. – Eren suspiró con fuerza y luego miró a su amiga con gesto afligido.

– Mi padre me obligó a venir. Cuando te dije que Rod había estado espiándome fue porque descubrió que he estado frecuentando a Levi y le pidió a mi papá que interviniera. Así que ha estado amenazándome, o algo así, para que deje mi relación con él… todo esto por respeto al compromiso que tenemos, Historia. –

Por un momento, la chica se quedó totalmente callada, mirándolo con esos ojos azules muy abiertos debido a la impresión. Claramente, el líder de la familia Reiss no le había dicho a su hija menor que su prometido andaba saliendo con otro hombre, porque Rod era un padre sumamente sobreprotector con Historia.

Y, en seguida, se sintió un poco mal de habérselo mencionado a Historia. El cariño que ella le tenía a su progenitor era muy grande y siempre parecía idolatrarlo, porque era cierto, Rod Reiss era un excelente padre con Historia y, por supuesto, que quería lo mejor para ella. Antes, ese alguien mejor para ella debió ser Eren, por lo respetuoso que siempre fue con la rubia y el gran cariño que había entre ambos; pero, ahora, probablemente Rod estaba dudando seriamente si el moreno seguía siendo la persona ideal para estar con su querida hija menor.

– Eren… sobre el matrimonio… – la rubia estaba cabizbaja y muy dubitativa, tanto así que había abrazado su propio cuerpo y no sólo para protegerse del frío. Eren comprendía por lo que estaba pasando, así que se acercó y la abrazó, acunándola en su pecho y siendo correspondido por ella.

– No te puedo pedir que enfrentes a tu padre si yo todavía no tengo el valor para enfrentar al mío, Historia. – comenzó a decirle, sabiendo que ella entendía perfectamente a qué se refería. – Pero tú y yo sabemos que este compromiso tiene fecha de caducidad. No soy yo con quién te debes casar. –

– Eren. – comenzó a decir ella, apartándose un poco para verlo a los ojos. Sin embargo, Eren la detuvo, mirándola con una sonrisa paciente.

– Tranquila, no te estoy presionando. Seguiré apoyándote todo el tiempo que lo necesites, pero, por favor… considera que, tarde o temprano, tendrás que hablar con tu padre sobre eso. – señaló el más alto, depositando un beso en la frente de su amiga y apartándose un poco para mirarla mejor.

– Gracias por comprender. – dijo ella, volviendo a sonreír. – Así que, ahora, me toca a mí comprender. – sentenció, recuperando su ánimo y logrando que Eren la mirara confundido. – Vete. – dijo con firmeza, haciendo que el chico se sintiera completamente fuera de lugar. – Hay otro lugar en donde debes estar ahora, ¿no? –

 

~*~~~*~~~*~

 

Hange ya había abierto la tercera botella de vino esa noche. Todos estaban muy contentos conversando del bonito departamento de su amiga, que se ubicaba un poco alejado del centro de la ciudad; pero, por esa razón, se sentía menos ruido en la calle y parecía estar en un barrio bastante tranquilo. Por lo demás, la mujer se había esmerado con los muebles y la decoración para hacer de su nuevo hogar un lugar completamente acogedor.

Moblit estaba sentado junto a Farlan y Hange en el espacioso sillón de tres cuerpos color negro que había en la sala, mientras Erwin y el azabache ocupaban los sillones individuales que hacían juego con el resto de la decoración. Había una mesa de centro donde la pelirroja había dispuesto una gran variedad de comida y había aún más en la mesa redonda que estaba junto a la entrada del departamento, que servía de comedor.

Si bien el lugar no era tan espacioso, se sentía realmente agradable estar ahí, compartiendo con sus amigos, olvidándose del trabajo mientras Farlan les comentaba de las tonterías que hacían los chicos de la casa de acogida y Moblit les hablaba sobre las locuras que se le ocurrían a Hange en la oficina.

Pero no todo podía ser perfecto… porque Eren no estaba ahí. Se sentía absurdo al pensar en eso y debería dejarlo pasar simplemente; el mocoso seguramente estaba bien acompañado de su prometida y disfrutando de una cena en una noche tan festiva como esa; sin embargo, siendo totalmente sincero consigo mismo, le hubiese gustado que el chico estuviera ahí.

Al parecer, se había acostumbrado demasiado a su compañía durante esa semana que compartieron en Mitras, incluso se había mostrado entusiasmado – aunque se lo negara a sí mismo – con el pequeño regalo que le había enviado esa mañana para celebrar San Valentín. Quería creer que esto de estarse haciendo viejo lo ponía más sentimental, por lo menos para tener una excusa para el extraño sentimiento que lo estaba invadiendo en ese momento.

Mientras la mujer contaba anécdotas de su adolescencia, haciendo reír al resto de sus amigos, el sonido de su teléfono lo saca de lugar y decide dejar la copa de vino medio vacía sobre la mesa de centro, para corroborar que no lo estuviesen llamando del cuartel precisamente en ese momento.

Supuso que su cara de sorpresa fue tal que incluso sus amigos detuvieron lo que hacían para prestarle atención, porque su celular había recibido un mensaje del mocoso… diciéndole que estaba afuera del edificio donde vivía la pelirroja. 

La impresión que esas palabras habían dejado en él lo llevaron a leer una y otra vez el mensaje, tratando de darle sentido en su cabeza: ¿Eren había dejado todo… por ir a verlo?

– ¿Estás bien, Levi? – preguntó la mujer, con ese gesto de preocupación que le hizo darse cuenta de que todos sus amigos lo veían de igual forma.

– Sí. – contestó tras chasquear la lengua. – El estúpido mocoso decidió venir y no recuerda el número de tu departamento. Bajaré a buscarlo. – sentenció, completamente nervioso por eso. Sus amigos lo miraron asombrado mientras él se ponía torpemente el abrigo y salía del departamento.

Por más que buscó calmarse, lo cierto es que no podía hacerlo tan fácilmente. Había llegado rápidamente al ascensor y la impaciencia por su demora le hizo soltar un par de maldiciones antes de respirar profundamente e intentar serenarse.

No entendía por qué estaba tan nervioso hasta que comprendió que «nervios» no era exactamente la palabra correcta para definir cómo se sentía; pues, en realidad, estaba emocionado. El chiquillo no paraba de sorprenderlo con sus acciones, tal vez con algo tan simple como un chocolate o con algo tan importante como dejar a su prometida y a su familia en esta fecha e ir a verlo a él; porque realmente no importa si estaba de paso o si, simplemente, se estaba escapando de todo y él era solamente la excusa, sino que el sólo hecho de verlo lo había entusiasmado de manera indescriptible.

De verdad estaba muy jodido.

Cuando llegó a la recepción, Eren estaba sentado en uno de los sillones de cuero negro que había junto al ventanal que daba a la calle, mirando distraídamente su celular. Traía el abrigo en la mano y usaba un traje oscuro que hacía resaltar su piel morena, mientras que la corbata azul claro seguramente la usaba para combinar con el vestido de su prometida.

Soltó el aire de sus pulmones, notando que estaba un poco agitado mientras caminaba hacia el chiquillo, hasta que sus ojos verdes se alzan en su dirección y le sonríen de inmediato al reconocerlo.

Eren se puso de pie y caminó hacia su encuentro, deteniéndose ambos cuando estaban a un poco más de metro de distancia el uno del otro; y, por unos instantes, sólo se miraron en silencio, con el chico manteniendo esa sonrisa que le agitaba el corazón y Levi enarcando una ceja para disimular la emoción que guardaba en su pecho.

– ¿Nadie te dijo que es de mala educación aparecer donde no te han invitado? – le soltó entonces, rompiendo la atmósfera entre ellos. Como era usual, el moreno soltó una carcajada, mostrando lo poco que le intimidaban sus comentarios.

– Sí fui invitado, ¿lo recuerdas? – la voz de Eren tenía un tono de diversión que le hizo sentir más nervios.

– También recuerdo que la rechazaste. – señaló, cruzándose de brazos. – ¿No tenías planes para hoy? –

– Bueno, estaba ahí, pretendiendo que sabía lo que estaba comiendo… – comenzó a decir a modo de broma, hasta que lo vuelve a mirar, con esa mirada tan sincera que sus ojos verdeazulados resplandecían más que los focos de la recepción. – Hasta que me di cuenta de que realmente no quería estar ahí, sino que quería verte. – confesó.

– ¿Y se puede saber cómo supiste dónde vive Hange? – preguntó, tratando de desviar la conversación para que no le preguntara si él lo extrañaba. Eren volvió a soltar una carcajada y se acercó otro paso hasta el mayor, evidenciando más esa diferencia de altura que hacía que su sombra lo cubriera y el único haz de luz que deslumbraba eran sus ojos.

– Yo también soy un buen detective. – señaló, guiñándole un ojo. – Si soy una molestia, no tengo problemas en irme. Me basta con haberte visto aunque sea unos minutos. – añadió, ahora mostrando un poco de esa inseguridad que lo hacía verse más joven.

– Tch. Ya estás aquí ¿no? Será mejor que no digas nada estúpido delante de ellos. Por si no lo sabes, tanto Hange como Erwin también buscan al Espectro. – mencionó un poco ansioso al darse cuenta de que todo eso era real. Eren estaba ahí, a punto de conocer a sus mejores amigos y parte del equipo que buscaba a su alter ego como el ladrón de Stohess.

– Lo sé, lo sé. Prometo comportarme. – dijo el chico, levantando las manos en señal de inocencia. Luego, volvió a sonreír y le ofreció su brazo para que Levi lo tomara. – ¿Vamos? –

– Ni de broma. – manifestó él, avergonzado de ese gesto y comenzando a caminar hacia el ascensor nuevamente.

– Oh, puedo sostener el tuyo, si lo prefieres. – sugirió el moreno, alcanzando su paso y caminando junto a él.

– No. – declaró, sumamente avergonzando por cómo lo estaba tratando un chiquillo; peor, cómo lo hacía sentir ese chiquillo.

Ya había descubierto eso en el mocoso, que sus ojos se aclaraban cuando era abiertamente sincero, cuando decía algo sin segundas intenciones ni tramando nada más que manifestar su sentir y su opinión. Lo había visto muchas veces mientras estuvieron en Mitras, incluso lo vio es día que lo descubrió malherido en el edificio abandonado, cuando le pidió que lo salvara; así que cuando le confesó que quería verlo… supo que decía la verdad.

Y, demonios, cómo lo alteraba eso. ¿Era posible que ambos estuviesen pensando lo mismo? Levi no era de esos que creían que las personas estaban conectadas o algo por el estilo; sin embargo, estar cerca de Eren le hacía recurrir a ese pensamiento continuamente y le frustraba mucho darse cuenta de que no podía comprenderse a sí mismo.

Mientras subían en el ascensor, en silencio, el mocoso no había borrado esa entusiasta sonrisa, como un niño que consiguió el dulce que quería, completamente auto satisfecho de sus actos; y cómo no, si bastó con entrar al elevador y mirarse en el espejo que había en la pared opuesta, para darse cuenta de que su usual pálido rostro estaba ligeramente sonrojado por culpa del jodido chico que ahora estaba a su lado.

Para cuando llegaron al octavo piso, frente a la puerta que daba al departamento de su amiga – desde donde se escuchaba la vozarrona risa de la dueña de casa junto a la de Farlan y Erwin –, Levi tuvo un repentino ataque de nervios al darse cuenta de lo que pasaría en ese momento y sostuvo la posibilidad de arrepentirse, de que podía ser una mala idea llevarlo hasta ellos… hasta que la mano de Eren sostuvo la suya y lo obligó a mirarlo.

– No es necesario si no quieres, Levi. Ya te dije, me basta con haberte visto aunque sea unos minutos. –

– No es lo que tú crees… – respondió él, sorprendiéndose de sostener la mano del chico de vuelta. – Sabes que todo este tema del Espectro… –

– Por eso mismo lo digo. – interrumpió el mocoso, haciendo que él enarcara una ceja. – Cuando te confié lo de mis cómplices y lo que hacía con el dinero, tú me prometiste que no usarías esa información. Ahora, yo te prometo que, pase lo que pase aquí, no lo usaré a beneficio del Espectro. – los ojos de Eren se mantuvieron fijos en él, mostrándose serio por primera vez desde que se encontraron en el recibidor. Era su manera de mostrarle que se tomaba en serio la situación y que no quería perjudicarlo. – ¿Podrás confiar en mí? –

– Eso creo. – admitió él, desviando la mirada al darse cuenta de que verdaderamente lo hacía.

– Gracias. – dijo él.

En seguida, el mocoso elevó sus manos unidas y besó el dorso de la mano del detective, sobresaltándolo tanto que dio un paso hacia atrás, sabiéndose sonrojado hasta las orejas; hasta que se dio cuenta de que el chico había presionado rápidamente el timbre para que les abrieran, cortando toda posibilidad de que él armara un escándalo por su osadía, ya que la puerta se abrió casi inmediatamente, mostrando a la pelirroja radiante y muy entusiasmada.

– ¡Eren! Me encanta que hayas decidido venir. – soltó ella, tomando las manos del mocoso y acercándose a él como una loca fanática.

– Estoy muy contento de haber sido invitado. – añadió el chico con una cálida sonrisa y usando toda su elocuencia.

– Adelante. Bienvenido a mi nuevo hogar. – invitó la mujer, haciendo un espacio para que tanto el azabache como su acompañante pudieran entrar. – No nos hemos presentado formalmente. – dijo su amiga tras cerrar la puerta. – Hange Zoe, compañera de Levi. – se presentó, estrechando la mano del moreno.

– Un placer conocerte. – saludó él, manteniendo su cordialidad.

– Sé que Levi no dirá nada porque está todo avergonzado, así que déjame presentarte al resto. – comentó la mujer, robándole un par de maldiciones al más bajo y empujando al chico hacia donde el resto estaba mirándolos muy animados. – Erwin y Moblit trabajan junto a Levi y a mí en el cuartel de policía y Farlan es el hermano de Levi. – presentó Hange señalando a cada uno de los nombrados.

– No sabía que tenías un hermano. – mencionó Eren con sorpresa mirando al azabache. En eso, Farlan suelta una carcajada y se pone de pie para estrechar la mano del moreno.

– No de sangre, pero sí nos criamos juntos así que solemos presentarnos como hermanos. – dijo mientras apretaba la mano del mocoso. – Un gusto, Eren. –

– Igualmente. Es un placer conocerlos a todos. – el chico mostraba un buen desplante frente a sus amigos, tanto así que Levi se permitió relajarse un poco.

– Toma asiento, chico. ¿quieres vino o prefieres otra cosa? – sugirió la mujer, evidenciando lo complacida que se sentía de ser la anfitriona de la noche.

– Vino está bien, muchas gracias. – el mocoso se sentó donde antes había estado el azabache, mientras que este trajo una silla del comedor y se sentó cerca de él. – Así que… ¿todos trabajan en la policía? – preguntó con calma, haciendo que Levi lo mirara de reojo; pero, al parecer él lo ignoró completamente.

– No, yo sólo soy editor en una revista pequeña. – mencionó Farlan con humildad.

– Tú estudias medicina, ¿verdad, Eren? – preguntó Moblit, haciendo que el chico se sorprendiera y el resto lanzara una carcajada culpable. – Lo siento, trabajar en la policía hace que sepamos cosas sobre algunas personas. – se excusó el rubio.

– ¿Por qué? ¿Acaso soy una persona de interés o sospechoso de algún crimen? – sus amigos rieron, pero Levi no le encontraba gracia a la forma que tenía Eren de manejar eso. Aunque debía admitir que se veía bastante natural conversando del tema; supuso que el chico estaba haciendo el intento de olvidarse de que era el Espectro y simplemente estaba siendo Eren.

– Bueno, yo no trabajo en la policía, pero, si no me equivoco, tu apellido es Jaeger, ¿no? ¿Como el dueño de la Clínica Jaeger? – preguntó Farlan con curiosidad. El mocoso asintió y se mostró, por primera vez, nervioso de estar ahí.

– Así es, es mi padre. – admitió, mirando al piso por unos momentos.

– ¿Y te está gustando tu carrera? ¿Te gustaría trabajar en la clínica o piensas hacer investigación en otro lado? – Farlan hacía preguntas muy paternales, seguramente acostumbrado a ver este tipo de asuntos con los chicos de la casa de acogida, en especial con Jean, que ya estaba por salir del instituto.

– La verdad es que me encanta la medicina, pero no quiero trabajar con mi padre una vez que consiga mi título. Me llama más la atención el sector público. – comentó Eren con calma. – Sé que es mucho más trabajo, pero también se puede ayudar a muchas más personas. – esa afirmación logró que Levi se relajara completamente, incluso que sonriera de manera sutil.

– Oi, ya basta de interrogarlo. No vino aquí para que un par de policías de mierda estuviesen llenando un formulario con sus datos. – sentenció el hombre, tratando de que se cambiara el tema sobre Eren y su padre.

– Oh, vamos, Levi. Sólo queríamos saber un poco más de él. No estés tan tenso. – le aconsejó Erwin quien parecía estar un poco más bebido que el resto.

– Quiere hacer de policía bueno. – bromeó Hange con una carcajada, contagiando a sus amigos con su risa.

– Entonces, mejor comentémosle a Eren algunas cosas sobre Levi. Así será más justo, ¿no? – sugirió Moblit haciendo que el resto se entusiasmara con la idea.

– Me parece una idea genial. – comentó Eren, mirando con una sonrisa ladina a Levi, quién estiró la mano y pellizcó la mejilla del moreno para borrar la petulancia que tenía grabada en el rostro.

– Esto me pasa por defenderte, mocoso de mierda. – pese al quejido del chico, el resto de sus amigos rio tranquilamente, dándose cuenta de que aquel encuentro era mucho más natural de lo que pensaba.

 

~*~~~*~~~*~

 

Habían pasado cerca de dos horas compartiendo entre risas, que cada vez se hacían más ruidosas por el consumo de alcohol, e historias importantes que comentaban entre todos. Eren había logrado congeniar de maravillas con el resto de los presentes, dejando totalmente de lado el hecho de que era un universitario todavía, que había más de diez años de diferencia entre ellos y que, por qué no decirlo, eran de clases sociales bastantes diferentes.

Pero en ningún momento pareció importarle. Levi lo vio disfrutando del vino que Hange intentaba darle cada diez minutos y comiendo con naturalidad de la preparación que la mujer había dispuesto para ellos. La verdad era que no le sorprendía, el azabache sabía que el mocoso era muy sencillo en sus gustos y no parecía importarle que esa fiesta estuviera muy lejos de las que usualmente frecuentaba con su padre, por ejemplo.

El moreno parecía realmente contento de estar ahí; de vez cuando, le daba unos cortos vistazos sonrientes para luego seguir participando de la conversación e interactuar con sus amigos que ya se estaban pasando de copas.

De pronto, Eren le hace una seña para que se acerque más y decirle algo al oído. Levi lo miró de reojo y desconfiado, esperando que no se le ocurriera nada extraño; pero, finalmente, accedió y el chico le preguntó si lo acompañaba al balcón a tomar un poco de aire.

Ambos salieron tranquilamente por el ventanal corredizo que daba hacia al pequeño balcón de la sala. Levi se aseguró de cerrar un poco la cortina para que sus amigos no estuvieran pendientes de lo que hacían, sólo por si acaso; y, cuando cerró el ventanal para conservar la temperatura del interior, se arrepintió un poco de no haber llevado su abrigo, porque, al ser pasado las once de la noche, a la altura de un octavo piso y en pleno febrero, el viento golpeaba fuerte y frío, como una ventisca.

Sin embargo, el mocoso estaba como si nada apoyado en el barandal, mirando la ciudad que se extendía frente a él.

– La habitación se estaba poniendo un poco calurosa. Supongo que ya bebí suficiente vino. – comentó con una sonrisa culpable. – En mi defensa, Hange no dejaba de rellenar mi copa. – se excusó.

– Nadie te obligó a beber. – respondió el azabache acercándose y parándose junto a él, mientras metía sus manos en los bolsillos de su pantalón.

– Es de mala educación rechazar a la anfitriona. – señaló, robándole una carcajada. – Hange es encantadora. Me he sentido muy acogido por ella y por tus amigos. – empezó a decir, mostrando una sonrisa avergonzada. – De hecho, ahora que la conozco, siento que es una fuerte rival para competir por ti, Levi. –

– Tch, no podrías ganarle a Hange, mocoso. – le siguió la broma, recibiendo una mueca ofendida por parte del más alto.

– No me menosprecies. Te recuerdo que me invitaste a mí para ir a Mitras y no a ella. – señaló como argumento.

– ¿Qué te hace pensar que no fuiste mi segunda opción? – cuestionó, mirándolo con una sonrisa ladina y una ceja enarcada.

– Acabas de herir mi corazón. – soltó de mala gana, llevando su mano al pecho como si le dolieran físicamente sus palabras.

– Siempre tan dramático, mocoso. – señaló el azabache con una sonrisa. – ¿Por qué dices que tendrías que competir con ella? – quiso saber.

– No lo sé. ¿No debería considerarla una rival? – sus palabras le hicieron poner los ojos en blanco.

– Tch, serás ridículo. Hange es sólo una amiga y, por si no lo notaste, tiene un buen pretendiente ahí adentro. – mencionó, dándole un corto vistazo a la sala, que apenas se podía ver desde el ángulo en el que estaban.

– ¿Te refieres a Moblit? – preguntó con sorpresa el moreno. A veces, se le olvidaba que Eren también podía ser muy perspicaz. Así que le dio un corto vistazo antes de responderle.

– Ahí tienes tu respuesta. – soltó, volteando nuevamente para mirar la ciudad. Y, por un momento, ambos se quedaron en silencio admirando el paisaje, notando que sus hombros apenas se rozaban en ese balcón, apoyados en el barandal.

– Oh, por cierto, ¿recibiste mi regalo? – preguntó entusiasmado, haciendo que recordara el chocolate con forma de fantasma que había guardado en el refrigerador de su departamento.

– Lo había olvidado. –  murmuró, frunciendo el ceño. – ¿Acaso estás loco? ¿Qué pasa con esa firma y el descaro con la forma del chocolate? – le reclamó, recordando lo incómodo que se puso de pensar que alguien pudiera malinterpretar su significado.

– ¿Entonces te gustó? – preguntó, incapaz de contener la risa burlona que curvaba en sus labios.

– Estás demente, Eren. – soltó, poniendo los ojos en blanco. – Además, yo no te regalé nada… – no entendía cómo funcionaban esos gestos en días como San Valentín y, honestamente, estuvo pensando durante la tarde la idea de enviarle algo como respuesta por el obsequio que había recibido. Pero, finalmente, había terminado desistiendo de la idea y no había comprado nada ni mucho menos preparado algo.

– Me invitaste a venir aquí, es mucho mejor regalo que un chocolate. – respondió e, inmediatamente, volteó para mirarlo más de cerca. – Aunque, podría pensar en algunos regalos mejores… – sugirió, alzando sus cejas de manera lasciva y curvando una sonrisa ladina.

– Conténtate con lo que hay. – sentenció, dándole un corto empujón para apartarlo y logrando, con eso, que el muchacho estallara en risas. En seguida, el chico tomó la mano que antes había empujado su hombro y se quedó mirando al detective, provocando que se le revolviera el estómago.

– Ahora que lo recuerdo, no respondiste la pregunta que venía con el regalo. – mencionó, mirando distraídamente sus manos sujetas. – ¿Serás mi Valentín? – preguntó.

– Ni siquiera sé qué significa eso. – era cierto, el detective no tenía idea a qué se refería el mocoso, pero algo dentro de su interior se estaba haciendo a la idea de lo que el chico le estaba pidiendo.

– Bueno, significa que me entregarás tu corazón por hoy. – expresó con tranquilidad, mirándolo de reojo.

– Tch, no sirve de mucho ahora. Son casi las doce. – anunció el detective, tratando de sacarse la pregunta de encima, porque realmente se estaba poniendo nervioso con la cercanía de Eren y el rumbo que estaba tomando esa conversación.

– Un par de minutos me bastan. – Eren volvió a sonreír, acercándose más al detective. – ¿Qué dices? –

– No. – respondió tajantemente, antes de darle más espacio al mocoso para que lo convenciera. Sin embargo, él volvió a reír y se acercó todavía más hacia el azabache, jalando de él por medio de la mano que sujetaba; y, en esta ocasión, sus dedos se entrelazaron con los del mayor.

– Dices que no, pero estoy seguro de que no lo dices en serio. – la sonrisa de Eren comenzó a borrarse lentamente mientras se acercaba de forma casi imperceptible al más bajo. Levi se sintió completamente atrapado por el momento, tanto así que no atinó a moverse o apartar su mano de la de Eren. – Sólo quedan unos minutos, no es tan grave. – mencionó, cuando su aliento ya estaba lo suficientemente cerca para sentir el vino y el perfume del chiquillo. Sus cuerpos estaban muy cerca el uno del otro, de forma que el chico tenía que inclinar su cabeza hacia abajo para observarlo fijamente con esos ojos verdes cuales esmeraldas, de la misma manera que Levi tenía que alzar sutilmente su barbilla para seguirle la mirada.

– Ya estás ebrio, Eren. – se atrevió a decir el detective, intentando que, con eso, su parte racional despertara y lo sacara de esa situación; pero no sucedió. El chico se acercó más y más, su nariz rozando la contraria y la mano libre del moreno acariciando suavemente su mejilla.

– Era mentira, sólo quería estar a solas contigo antes de que se acabara el día. – murmuró bajo, tan bajo que apenas logró escucharlo; aunque lo más probable es que no se debiera a su volumen de voz si no a los hipnotizantes labios que se acercaban a los suyos tortuosamente lento, casi tentándolo a que fuera el mayor quien terminara por romper la distancia y se atreviera a besarlo.

Todo comenzó a pasar demasiado lento a su alrededor. La nariz de Eren rozaba la suya, el calor de sus mejillas rompía el frío entre ambos y sus manos unidas que se apretaban firmemente debido a los nervios; todo se sentía jodidamente real y, a la vez, como si estuviese soñando. La mano del mocoso se había detenido justo en la línea de su mandíbula y había extendido los dedos para afirmar el rostro del detective con una suavidad cálida y delicada, como si temiese romperlo.

Y, entonces, los labios del menor rozaron suavemente los suyos mientras murmuraba su nombre, haciéndole soltar un suspiro ansioso por concretar ese acto tan prohibido entre un detective y un ladrón.

Sólo cuando estaba perdiendo la objetividad, cuando la propia mano libre del policía se había afirmado de la cintura del mocoso buscando estabilidad para sus piernas que le parecían ajenas de tan temblorosas que las sentía; sólo cuando ya estaba al límite de su cordura y los labios de Eren estaban casi encima de los suyos, siente el ventanal abrirse de golpe, con un ruido fuerte y acompañado de la risa de Hange y de Erwin.

Fue como si se hubiese roto la burbuja en la que estaba sumergido. Abrió los ojos rápidamente y le dio un corto empujón al chico para separarlo, soltando la mano contraria de golpe y volteando a ver el espectáculo de risas que traían sus cuatro amigos, claramente muy borrachos.

– Hace mucho calor adentro. – exclamó la pelirroja con una carcajada.

– Tch. No deberías estar en el balcón en este estado, cuatro ojos de mierda. – dijo el azabache iracundo, tratando de volver a la normalidad, mientras le daba la espalda a Eren. – Vamos adentro o podría haber un accidente. –

– Yo ya me voy. – anunció Farlan, apareciendo junto al ventanal. Parecía el más sobrio de los cuatro.

– ¿Tan pronto? – preguntó Erwin con impresión, apenas modulando de tan borracho que estaba.

– Son las doce. – respondió el castaño extrañado. – No me gusta que los chicos se queden solos tan de noche. – Levi suspiró y se encaminó para empujar a sus amigos de vuelta a la sala.

– Oh, Levi, mi auto está en el estacionamiento. – trató de decir Hange, aunque algunas sílabas le salieron mezcladas, robándose otro estallido de risas para Erwin y ella. – Para que nos lleves a todos. – exclamó ella.

– En primer lugar, Hange, vives aquí. – soltó el detective, dejando al rubio y a la pelirroja en el sillón junto a un Moblit que parecía ya haberse quedado dormido. – Y, en segundo lugar, no puedo conducir. Creo que también estoy borracho. – añadió, mirando de reojo cuando Eren volvió a la sala,  quien le dedicó una sonrisa carente de alegría.

– Yo ya pedí un taxi, me está esperando abajo. – anunció Farlan ya con su abrigo puesto y listo para marcharse. – Me divertí mucho. Espero que lleguen bien a sus casas. – dijo mientras abría la puerta. Los tres borrachos del sillón exclamaron una despedida inentendible cuando su hermano finalmente se marchó.

– Pueden quedarse aquí si quieren. – comentó la pelirroja poniéndose de pie, apenas caminando con normalidad.

– Creo que te dejaré a Erwin y Moblit. – sentenció Levi, mirando que el rubio detective también se había quedado dormido en el sillón.

– ¡Eren! – exclamó de pronto la mujer, lanzándose a los brazos del moreno, casi recargándose en él. – Me encantó que vinieras. Eres fantástico, Levi tiene mucha suerte de tenerte. –

– Gracias, Hange. – respondió el chico con una sonrisa, sosteniendo a la mujer. El azabache se acercó y la tomó por la cintura para alejarla del universitario.

– Tch, déjalo ya, Hange. Te va a demandar por acoso. – mencionó disgustado y no sabía realmente la razón. – Déjame llevarte a la habitación. –

Por suerte para Levi, su amiga ya estaba lo suficientemente dormida para dejarla sobre su cama y arroparla con las mantas sin que hiciera un espectáculo; además, por si acaso, dejó el basurero del baño junto a la cama en caso de que decidiera devolver algo – o la totalidad – del licor que había bebido durante esa noche.

Se sentía avergonzado de que el moreno viera esa faceta de sus amigos… pero no era solamente eso. Se sentía avergonzado de haberlo apartado como si nada cuando estos aparecieron, para luego ignorarlo mientras trataba de ordenar el caos que había dejado la borrachera de sus compañeros.

Pero es que… ¿qué habría pasado si ellos no hubieran interrumpido el momento? ¿Realmente habría besado al mocoso? ¿Era algo así como un hechizo de San Valentín?

Se sentía realmente mal por todo. Aún no entendía sus sentimientos por el chico y le permitía tener estas situaciones, que tal vez lo confundían y también confundían al detective.

Suspiró, frustrado por no comprender lo que había pasado esa noche… porque ¿era normal estar molesto por no haberse decidido a besarlo?

 

~*~~~*~~~*~

 

Desde la ventanilla de su lado en el taxi, Eren ya podía dilucidar el edificio donde vivía, sabiendo que tarde o temprano tendría que bajarse del auto y despedirse del azabache que venía sentado junto a él, en el asiento trasero del vehículo.

«Junto a él» era sólo una expresión, porque Levi estaba en el extremo opuesto del asiento trasero, casi pegado a la ventana de su lado del auto, con una expresión totalmente neutra y los brazos cruzados sobre el pecho; todo el camino había estado en silencio y ni siquiera le había dirigido la mirada.

Eren se sentía horrible por la situación, porque sabía que se había extralimitado al intentar besar a Levi en el balcón de su amiga. No tenía claro si era producto del vino o del ambiente, o quizá la emoción que le provocaba estar finalmente con el detective en un día como San Valentín; pero, estando junto a él, con la ciudad brillando a lo lejos, ignorante de todos los sentimientos que quería gritar por el policía, Levi se veía fascinante, misterioso y, obviamente, apuesto.

Sí, se había dejado llevar. Lo cierto es que se tomó su tiempo para acercase a él lentamente, dándole espacio para que fuera Levi quien decidiera apartarlo o no; y, francamente, no podía evitar sentir su estómago bailar al darse cuenta de que el azabache no se había querido separar, sino que se había mantenido junto a él, estrechando su mano, sujetando su cintura, rozando sus labios…

Trató de quitarse esa imagen de la mente, avergonzado totalmente porque, claro estaba, que Levi se había arrepentido de esa situación, de lo contrario, no estaría tan distante como en ese momento, bajo un silencio sepulcral y una tensión palpable entre ambos, sabiendo que estuvieron a punto de besarse y, probablemente, cambiar todo entre ellos.

Cuando el taxi se detuvo frente a su edificio, escuchó el suspiro de Levi llenar al vehículo y sólo entonces se decidió a mirarlo. Sus ojos grises apuntaban en su dirección, con el ceño fruncido y la incomodidad manifestada en su postura, casi escrita en su mirada.

Tenía que arreglar la situación, porque tenía el presentimiento que esto afectaría negativamente a sus intentos por estrechar su relación con el detective.

– Levi. – dijo con firmeza, su volumen de voz pareció subir unos cuantos decibeles, sorprendiendo a su interlocutor. – ¿Quieres pasar un rato? Quisiera conversar contigo. –

– No creo que sea buena idea, Eren. – respondió casi de inmediato el azabache, desviando su mirada.

– Sólo será un momento, lo prometo. –

Ante su mirada suplicante, el detective se quedó meditando por unos instantes antes de llevar su mano hacia el puente de su nariz, apretando esa zona en un gesto frustrado, tal vez consigo mismo. Eren fue paciente y, para cuando ya estaba considerando la opción de desistir de su petición, el policía lanza un suspiro exasperado y le devuelve la mirada.

– Sólo iré a dejarte hasta la puerta. – sentenció con un tono de voz grave. El chico le sonrió y le pagó al taxista para luego bajarse del automóvil.

Ambos caminaron en silencio por la recepción del edificio hacia los ascensores; el azabache seguía manteniendo cierta distancia de él, desconfiado como cuando recién se conocieron y esto no hacía más que herir al chiquillo, dándole a entender que se había equivocado completamente esa noche y que, tal vez, le costaría mucho arreglar la situación.

Al subirse al ascensor, el detective seguía en silencio, con las manos hundidas en los bolsillos de su abrigo negro y con la mirada distante, esquivando los ojos del más alto.

– Te queda poco tiempo para hablar, así que, yo que tú, empiezo de una vez. – soltó bruscamente el detective, robándole un sobresalto cuando se rompió el silencio entre ambos.

– Bueno… – el chico se aclaró la garganta y comenzó a hablar. – Quería partir por pedirte disculpas por lo que pasó en el balcón de Hange. – dijo con firmeza, pero negándose a mirar al contrario, incluso pese a que lo sintió voltearse para observarlo tras su disculpa. – Nunca ha sido mi intención incomodarte, ni mucho menos faltarte el respeto. Así que te pido disculpas si es que te sentiste de esa forma. – añadió, dándose cuenta de que dolía pensar que pudo lastimar a Levi con sus acciones.

El ascensor se abrió y ambos comenzaron a caminar por el pasillo hacia la puerta de la casa de Eren. El chico tenía la impresión de que le pesaban las piernas mientras más se acercaban a su departamento, como presintiendo que Levi intentaría cortar su relación debido a este error y que atrasar la llegada hasta su hogar podría retrasar el inminente momento en que lo mandara a la mierda.

– No pasó nada. No es necesaria una disculpa. – dijo de pronto el policía, logrando que, finalmente, Eren tuviera el valor para mirarlo, encontrándose con una expresión más suavizada en el rostro pálido de su acompañante. El moreno le dedicó una sonrisa tras botar el aire que tenía retenido en sus pulmones y destensar los músculos de su espalda.

– Entonces, quiero pasar al siguiente punto y es que… – en ese momento, llegaron hasta la puerta de su departamento y el chico se volteó para quedar frente al detective. – Quería agradecerte por todo lo de esta noche. Sé que te avergonzó un poco que tus amigos se pasaran de copas, pero yo me sentí muy feliz de que ellos se dejasen llevar en mi presencia y se divirtieran en mi compañía. Fue genial pasar el rato con ellos y, por supuesto, contigo. Así que muchas gracias por invitarme. – manifestó, mostrando su contento por todas las risas y anécdotas contadas durante la noche. Levi sonrió débilmente ante sus palabras, dándole esperanza de que no estaba todo perdido entre ellos.

– Gracias por comportarte… y por finalmente aparecer. – mencionó el detective tras un suspiro agotado. – ¿Algo más que quieras decirme? – preguntó, volviendo a dirigir esas esferas grises en su dirección.

– La verdad es que sí. – dijo el chico, ahora un poco más nervioso. – Sé que dije que estaba agradecido contigo y que también sentía lo que había pasado al final de la velada… sin embargo, quiero que sepas que no me arrepiento de nada. – afirmó con más seguridad. – No me arrepiento de haberme ido de la casa de Historia para ir donde estabas tú, así como tampoco me arrepiento de lo que pasó en el balcón. – Levi lo miró con sorpresa, incluso tiñendo sus mejillas sutilmente de rosado. – Nunca me arrepiento de elegir pasar el rato contigo, sea de la manera que sea. Y lo digo para que no te hagas la idea equivocada porque... – Eren soltó una carcajada nerviosa por lo que diría a continuación. – Francamente, si vuelvo a tener otra oportunidad como la que se dio en el balcón, en esa ocasión, tendré más determinación para, finalmente, besarte. – confesó, dedicándole una sonrisa a un muy sonrojado Levi que parecía casi de piedra de tan rígido que se había puesto.

– No tienes tanta suerte, jodido mocoso. – le soltó, casi atragantándose con las palabras de tan apresurado que estaba por decirlas.

– Lo sé. – admitió encogiéndose se hombros. – Pero no estoy apostando a la suerte. – le dijo mientras le guiñaba un ojo.

– Tch, no tienes vergüenza. – se quejó el mayor, haciendo que Eren finalmente se pudiera relajar, sabiendo que este no le guardaba recelo por lo que había pasado. – Si no tienes nada más que decir, entonces me voy. – anunció.

– De hecho, tengo una cosa más que decir. – el moreno ensanchó su sonrisa al notar los intentos de Levi por escapar. – Quería proponerte que almorzáramos juntos el domingo. –

– ¿No tienes tareas que hacer? – cuestionó el mayor, mirándolo con una ceja enarcada.

– Aunque no lo creas, soy una persona muy responsable y ya entregué todos los trabajos que debía. – señaló el chico con orgullo, siendo enjuiciado por esos ojos grises entrecerrados que parecían dudar de sus palabras.

– De acuerdo. – aceptó finalmente, provocando una risita de Eren que vino acompañada por un sutil golpe en su hombro por parte del detective.

– ¿Prefieres comer afuera o que te cocine algo? – preguntó el chico. En seguida, vio que Levi meditaba su respuesta cortamente, hasta simplemente soltar un par de maldiciones y darse la vuelta para comenzar a marcharse.

– Sorpréndeme. – respondió finalmente, haciendo que el corazón del moreno se llenara de alegría.

– ¡Llámame! – le gritó con un tono más agudo, sólo para molestarlo y, por supuesto, logrando su cometido, ya que sin siquiera darse vuelta para mirarlo, el azabache le enseñó el dedo del medio en respuesta a su exclamación.

El chico se quedó observando la marcha del detective hasta que finalmente entró en el ascensor y se despidió con un corto movimiento de mano; suspiró, lleno de felicidad y tranquilidad de saber que Levi no estaba molesto con él por su atrevimiento, así como tampoco había arruinado la noche con eso.

Apresurarse con el detective no era buena idea porque todavía tenían un motivo muy fuerte para desconfiar el uno del otro y que podía romper cualquiera fuese la relación que tenían, y era el tema del Espectro.

Había mucho de qué conversar antes de si quiera establecer más intimidad entre ellos, como para hablar de ciertas cosas importantes en sus vidas, cosas que Eren quería contarle a Levi y que podrían alterar su relación; y, no menos importante, es que nada lo apuraba con el detective… y eso lo hacía aún más entretenido y satisfactorio. 

Se tomaría todo el tiempo necesario para ganarse su corazón, así como Levi se había ganado el suyo.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por haber leído este capítulo! ¿Les gustó?

Voy a tomarme el atrevimiento de divagar un poco en este espacio para charlar con ustedes, partiendo por comentarles que este capítulo – además de disfrutar mucho escribiéndolo – no lo hice para San Valentín específicamente, de hecho, lo tenía semi estructurado mucho antes de febrero; sin embargo, cuando comencé con la idea de esta historia, quería sumergir a los personajes en este día, bajo distintos contextos: como la inauguración del departamento de Hange. 

Por otra parte, quería comentar que, en mi caso, tampoco soy muy adepta a esta festividad, porque – al igual que Navidad – creo que son fechas netamente comerciales; así que intenté reflejar esto en Levi, quien no parece comprender del todo el entusiasmo que siente el resto por la festividad, pero que, finalmente, se deja hechizar por ella al ver los significados que le dan sus cercanos a la celebración. De esta forma, debo admitir que he aprendido que ciertos detalles, incluso cuando para uno mismo no tienen sentido, pueden significar mucho para otras personas, así que no deberíamos cegarnos tanto y tratar de entender a nuestros cercanos.

Por lo demás, ya estaba un poco ansiosa por mostrar más proximidad entre Eren y Levi – ¿ustedes no? – así que aquí mostré una escenita que, si bien no concreta nada, sí da un precedente para lo que vendrá después – ya, admitámoslo, es un Ereri, es claro que habrá una relación entre ellos, de alguna forma. –

Bueno, no quiero seguir quitándoles el tiempo – si es que leyeron esto –, así que, por ahora, me despido. 

Espero de todo corazón que les haya gustado; perdón a quienes lo encontraron muy largo y perdón a quienes lo encontraron muy corto... y también perdón por lo errores que puedan ver. 

Muchas gracias por darle la oportunidad a mi historia, por sus comentarios y votos que me han motivado mucho a seguir escribiendo (: Que tengan una excelente semana y espero volver pronto con el siguiente capítulo.

Recuerden que pueden seguirla también en Wattpad, por si les acomoda más esa plataforma. Está bajo el mismo autor y nombre (:

¡Un abrazo! 

 


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