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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos y todas! Me demoré un poquito - sólo un poquito - en actualizar, pero aquí tengo la continuación para ustedes. Espero que la disfruten (:

Volver a caminar por esos pasillos blanquecinos y con olor a desinfectante lo hacía poner sumamente nervioso. Se encontró con algunas enfermeras y técnicos que lo saludaron entusiasmados y felices de volver a verlo, después de todo, había dejado pasar cerca de dos meses sin ir a ver a Isabel al hospital.

Cada día se sentía peor por alejarse de ella, pero cada día le dolía más enterarse de que la lista de espera por un trasplante no avanzaba, que los cuidados se hacían más costosos debido a que su estado empeoraba, que su corazón algún día no podría resistir; porque una cosa es que se negara a ir a ver a Isabel por estúpidas y ridículas excusas, pero no por eso no llamaba frecuentemente al hospital para saber cómo estaba o hablaba con Farlan, quién iba al menos tres veces a la semana a verla, incluso, los mismos mocosos de la casa de acogida pasaban al hospital a visitarla después de la escuela.

Isabel era una chica absurdamente joven, casi de la misma edad que Eren, pero desde hace unos años había estado presentando problemas cardiacos y, en algún momento, se dieron cuenta de que su corazón era demasiado débil como para permitirle hacer actividades como una chica normal; así que la hospitalización en el área coronaria fue la opción más segura, con la esperanza de que pronto encontrarían un donante – ya que la única opción para ella era un trasplante –; sin embargo, habían pasado tres años desde que estaba en ese hospital, permitiéndole salidas cortas para algunas fechas importantes y bajo supervisión constante, en silla de ruedas y todo el aparataje para que su corazón no se agitara.

Pese a todo, la pelirroja de ojos verdes no solía desanimarse. Era muy querida en toda el área y siempre le subía el ánimo al resto de los pacientes cuando la llevaban a dar una vuelta en silla de rueda por los pasillos o por el jardín.

Cuando llegó hasta la puerta de su habitación, respiró profundamente para ganar valor y prepararse para lo que se venía, abriendo la puerta lentamente y dejándose ver por la dueña de aquel cuarto.

– ¡Hermano! – exclamó la chica con felicidad, abriendo esos ojos verdes tan ampliamente que parecían salirse de sus órbitas, de no ser porque sus mejillas los cubrían sutilmente al levantarse por la sonrisa ancha que le dedicaba. – ¡Por dios, hermano, qué emoción verte! – soltó ella al borde de las lágrimas, sentada en la camilla que le correspondía, conectada a los equipos que vigilaban su estado y rodeada de muchas flores y peluches.

– Lo mismo digo, Izzy. – Levi se acercó y la abrazó suavemente, dejando que ella apoyara su mejilla sobre el pecho del detective y él la rodeara con su brazo.

– Estaba muy molesta contigo por no haber venido a verme, pero ahora que te veo, no sé dónde quedó toda esa molestia, porque sólo siento alegría. – dijo entre risitas mientras se separaba de él. – ¿Cómo has estado, hermano? – le preguntó con cariño, sin dejar de mirarlo con emoción.

– Sobreviviendo. – dijo con un suspiro, sonriéndole débilmente a la chica. – Siento haberme alejado, Isabel. No fue sólo por el trabajo… – la frustración volvió a calar en su pecho, reprimiendo los deseos de ponerse a maldecir a viva voz. Miró los brazos de la chica, pálidos y conectados a un conducto trasparente que llevaba a las bolsas con medicamentos y suero. Odiaba verla así, pero ya no podía ser tan jodidamente cobarde.  – Me he sentido frustrado por no poder acelerar las cosas para ayudarte. – admitió, mientras se sentaba en el banquillo que estaba junto a la cama de su amiga.

– Levi, no sé cuántas veces tengo que decirte que esto no es tu culpa. – reclamó ella frunciendo el ceño. – Hacen suficiente por mí, el resto es cosa de suerte… o mala suerte, en realidad, porque alguien tiene que morir para darme su corazón. – bromeó ella. Siempre le había parecido que Isabel usaba ese humor para ocultar sus miedos e inseguridades con respecto a su estado, porque no el gustaba preocupar a las personas a su alrededor, restándole importancia a su sentir, escondiendo su dolor.

– De todas formas, lamento no haber estado tan presente estas últimas semanas. – añadió él acariciando la cabeza de la pelirroja como si fuese un cachorro. Sabía que a Isabel le gustaba que la consintieran, particularmente, le gustaba que Farlan y él la mimaran, por eso debía sentirse molesta con él por haberla dejado tanto tiempo sola. – Te traje una compensación. – le dijo, entregándole la bolsa blanca que traía consigo. La chica se entusiasmó y examinó el contenido para encontrarse con cuatro volúmenes de un manga que, según Farlan, era una de sus lecturas favoritas. – Farlan dijo que esos te faltaban en tu colección. – 

– ¡Hermano, eres el mejor! – soltó ella con gran alegría, ojeando las historietas. – Muchas gracias. – inmediatamente se contagió de la felicidad de su hermana, curvando una débil sonrisa. 

– Cuando quieras dejar esas cursilerías románticas, tengo un par de libros interesantes para prestarte. – soltó a modo de burla, haciendo que la chica pusiera los ojos en blanco.

– No me molestes. Esto es mejor que tus novelas policiales. – señaló enarcando una ceja. – Por cierto, ¿cómo están Hange y Erwin? – preguntó con curiosidad.

– Hange se compró un departamento y lo estrenamos hace una semana. – mencionó el azabache poniéndose de pie para cerrar ligeramente la ventana ya que comenzaba a entrar un aire frío. – Y Erwin… bueno, sigue siendo Erwin. – añadió, pensando que a su rubio amigo le faltaba más vida aparte de su trabajo.

– ¿Y tú sigues siendo sólo Levi? – quiso saber ella, mirándolo de reojo, como restándole importancia al tema. Pero el detective conocía ese tono de voz y esa mirada curiosa: su hermano había estado hablando de más.

– Oi, chismosa. Lo que sea que te contó Farlan, no es verdad. Así que deja de mirarme de esa forma. – le espetó, controlando la vergüenza cuando un par de ojos verdes se le vino a la mente.

– Mi hermano no me ha contado nada, no estés tan nervioso… ¿o acaso hay algo que contar? – preguntó con una sonrisa ladina.

– Esas porquerías de manga te están pudriendo el cerebro. – soltó de mala gana el detective, sutilmente avergonzado. La risita de Isabel le recordó a la del mocoso, cuando lo descubría en sus travesuras. – ¿Qué tal van las cosas aquí? ¿Te tratan bien? –

– Ay, hermano. Sabes que no tengo mucho que contar. – comenzó a decir ella un poco desanimada. – Los días aquí son rutinarios, excepto cuando viene Sasha o los chicos. Por lo demás, hay días aburridos y monótonos, como algunos más tristes cuando muere alguien que no alcanzó a recibir su trasplante a tiempo. – comentó bajando la mirada. – Pero el personal que trabaja aquí me trata excelente. Nunca dejan que me desanime y tienen mucha paciencia conmigo cuando quiero salir al jardín o simplemente a andar por los pasillos. – añadió con una carcajada, ahora dirigiendo sus ojos verdes hacia su hermano.

Levi sintió que el corazón se le encogía. Debía ser terriblemente doloroso y aterrador cuando alguien de la unidad fallecía, sobre todo porque todos los pacientes de esa área estaban en la misma encrucijada, buscando un donante que le permitiera tener una vida normal, y todos y cada uno de ellos podía ver reflejado su propio destino al enfrentarse a esa realidad tan desgarradora: no todos aguantaban el tiempo suficiente.

Ahora que observaba mejor a Isabel, podía notar lo delgada que estaba, seguramente porque había días en que su corazón estaba más débil y le impedía hacer cosas tan simples y necesarias como comer; también se mostraba pálida debido al poco sol que debía tomar a diario y, pese a todos los adornos que había en su habitación, los regalos que la gente que la quería le traía para hacer de ese cuarto un lugar más acogedor, lo cierto es que pasaba mucho tiempo sola ahí, casi esperando su muerte.

Soltó un par de maldiciones por haber sido tan egoísta de no haber ido a verla con más regularidad en el último tiempo; esto no se trataba de su frustración y su odio hacia la injusta vida, sino que se trataba de acompañar a Isabel en todo este proceso, en cada paso de él, en las buenas y en las malas; después de todo, era su hermano, de la misma forma que lo era Farlan, pues la chica había llegado hace casi diez años a la casa de acogida después de que su madre muriera bajo la misma enfermedad que ella padecía ahora; la pelirroja tenía once años en ese entonces y una personalidad fuerte y alegre y, por supuesto, no tardó en encariñarse tanto con el castaño como con él y terminó siendo una hermana mayor para Connie, Sasha y Jean.

Suspiró de recordar pequeñas anécdotas que protagonizó la pelirroja en el hogar y cómo siempre era quien les subía los ánimos y le daba vida a la casa de acogida con sus ideas locas y su personalidad extravagante; con este pensamiento, se sentó junto a ella en la cama, acomodándose contra la almohada y pasando su brazo por detrás de los hombros de la chica.

– ¿De qué se trata esta historia que tiene tan obsesionada? – le preguntó señalando los mangas que la chica sujetaba con tanto cariño.

Tenía un montón de trabajo pendiente, había estado sintiendo que lo llamaban a su celular varias veces durante esa tarde y no quiso contestar; se olvidó por un momento de sus responsabilidades y se quedó ahí junto a ella, abrazándola como cuando era más pequeña y le pedía ayuda con sus tareas de la escuela; después de todo, le debía una tarde completa de atención a la pelirroja que ahora le contaba entusiasmada la trama y le describía a los protagonistas de la historia.

Sabía que su pequeña hermana no le guardaba rencor por haberse alejado, su personalidad le impedía seguir molesta por tanto tiempo, porque ella poseía un alma alegre y una sonrisa encantadora que lo animaba constantemente, mostrando esa fortaleza que, a veces, le envidiaba; Isabel era joven y radiante, además de ser obstinada y muy determinada, pero también caprichosa y consentida – tal vez, porque Farlan y él siempre se lo permitieron –; pero jamás, jamás sería una persona rencorosa.

Curiosamente, verla sonreír de esa forma, avivando el brillo de su mirada verde, le hizo recordar a otro mocoso… de una manera de demasiado peculiar.

 

~*~~~*~~~*~

 

Eren salió de la ducha y se dirigía hacia el armario a buscar un pijama limpio, totalmente en calma ahora que había finalizado la primera tanda de exámenes en la universidad y comenzaba a tener un poco más de tiempo libre.

Últimamente se sentía más tranquilo y con mucha menos ansiedad tras entender que entre Levi y él había una especie de tregua que terminaba en el punto exacto en que el azabache se volvía un detective y en el que el chico se volvía el ladrón de Stohess.

Hacía varios días que no se sacaba el tema, pese a que a veces bromeaban sobre su alter ego; por lo demás, y considerando que hace unos días atrás casi se besaron el fiesta de Hange, su relación no se alteró en lo más mínimo; el único detalle que podía considerar “un avance” en su camino por conquistar el corazón de Levi, era que el hombre poco a poco le permitía más proximidad; es decir, sentarse más juntos cuando iba a su casa y se quedaban en el sillón conversando de sus intereses y desintereses; o que no se tensara tanto cuando al universitario se le subían demasiado los ánimos y lo abrazaba de improviso por la espalda para llamar su atención.

Por otra parte, su relación con Armin y el grupo que formaba al Espectro había mejorado sutilmente tras la discusión por sus revelaciones al detective; el plan para el próximo atraco estaba casi listo y, tal vez, este era el único punto que todavía lo hacía sentir ligeramente nervioso; no por el asalto en sí, sino porque, desde que había mejorado exponencialmente su relación con el policía, comenzando por el viaje a Mitras, no había llevado a cabo ningún robo y no sabía cómo esto podría alterar esta nueva relación de amistad que tenía con él.

Cuando todavía no encontraba el dichoso pijama, sintió su celular sonar desde el velador del dormitorio y cambió su atención para ir a ver quién lo llamaba. Una sonrisa apareció inmediatamente en su rostro moreno cuando leyó el nombre de Levi en la identificación de la llamada entrante y se apresuró en atender.

– ¿Te he dicho que me encanta que me llames? – le dijo apenas al contestar, recibiendo un par de maldiciones por parte de su interlocutor.

– Un simple saludo basta para atender, mocoso. ¿No te enseñan modales cuando eres millonario? – reclamó el otro, haciendo que el chiquillo simplemente riera. Levi solía avergonzarse mucho más que antes cuando Eren le hacía ese tipo de comentarios.

– Tus intentos por arruinar mi buen humor son inútiles, Levi. – indicó con calma mientras se ponía el teléfono contra el hombro y la mejilla y se dedicaba a buscar algo con qué vestirse.

– Tu buen humor es la última de mis preocupaciones, mocoso. – mencionó con un suspiro.

– Oh, ¿entonces tu llamada se debe a que estabas preocupado por mí? –

– Sólo cumplo con el trato de hacer mi llamada semanal, para que no andes llorando con todo el drama que siempre haces. –

– ¿Llamada semanal? No recuerdo haber hecho ese trato. Es demasiado malo para mí recibir sólo una llamada a la semana. – se quejó el chico cuando por fin encontró el pantalón de algodón y la camiseta de mangas largas que estaba buscando.

– ¿Para qué quieres más? Si estas constantemente llamándome y mandando mensajes. – señaló el azabache y Eren logró escuchar el sonido de la loza desde el otro lado de la línea, suponiendo que el detective se estaba preparando un té mientras conversaban.

– Tenemos que hablar seriamente de la bilateralidad de nuestra relación, Levi. – suspiró él esta vez. – Espera, te pondré en altavoz un momento. – comentó, presionando la tecla y dejando el teléfono sobre la cama para proceder a vestirse.

– ¿Estás ocupado? – preguntó el detective con un tono preocupado, provocando que el chico soltara una risita.

– No, sólo me estoy vistiendo. – mencionó con tono sugerente. – ¿Quieres unas fotos antes de que me ponga el pijama? – preguntó avergonzado y tratando de sonar sensual; evidentemente, había logrado que su interlocutor se pusiera nervioso, pues escuchó un golpe fuerte de platillos del otro lado de la línea, seguido de un par de maldiciones.

– Estás demente, mocoso de mierda. – el chico no pudo evitar reír fuertemente por la actitud del hombre, así como también por atreverse a hacerle ese tipo de comentarios. – Si te enfermas, te juro que no te iré a cuidar. – amenazó con ese tono cabreado, enmascarando la vergüenza y el nerviosismo que seguramente sentía.

– Ya, listo. Ya estoy vestido. – anunció volviendo a poner el teléfono contra la oreja y dejándose caer sobre la cama. – ¿Qué tal tu día, Levi? – quiso saber el chico, sonriendo quién sabe por qué.

– Acabo de llegar al departamento. – mencionó, permitiendo que Eren mirara la hora en su celular rápidamente.

– Es un poco temprano todavía. ¿Estás dejando poco a poco tu adicción al trabajo? – preguntó el chico con curiosidad.

– No trabajé en la tarde. Estaba en el hospital. –

– ¿Qué? ¿Por qué? ¿Estás bien? – se apresuró a preguntar, sentándose de golpe en la cama debido a la preocupación.

– Sí, sólo fui a visitar a alguien importante. – respondió el otro con calma y casi desinterés por comentarle aquello.

– Oh… ¿se puede saber a quién? – quiso saber, porque una parte de él sintió que el estómago se le apretaba de los nervios. Al otro lado de la línea, escuchó el choque de loza nuevamente y un suspiro agotado por parte del hombre.

– ¿Qué tan bien has hecho tus investigaciones respecto a mí? – cuestionó de pronto el detective, sobresaltando al chiquillo.

Honestamente, Eren conocía muy bien el pasado de Levi. Sabía que había llegado a los cinco años a la casa de acogida que dirigía su tío, donde creció junto a otros niños huérfanos, probablemente junto a Farlan quién se había presentado como su hermano; y, pese a tener esta información, una parte de él había esperado que el mismo detective se lo comentara en alguna ocasión, a sabiendas que era un tema delicado y que no quería incomodarlo admitiendo que sabía todo sobre él, al menos, lo que se puede sacar de un par de informes.

Así que esta pregunta lo puso incómodo y nervioso por provocar que Levi se sintiera expuesto ante sus conocimientos; sin embargo, también se negaba a mentirle al hombre.

– Considerando que no podemos vernos en este momento y no tienes posibilidad de ver si mis orejas se ponen rojas o no… – comenzó diciendo a modo de broma. – Te diré la verdad. – anunció luego de tomar una bocanada de aire. – Lo cierto es que he averiguado algunas cosas sobre ti… pero, también es importante que sepas que me gustaría que fueras tú quién me las contara. –

– Si quieres que te cuente estas cosas, ¿por qué las averiguas por tu cuenta? – preguntó el hombre, poniéndolo un poco más nervioso al detectar cierta molestia en su voz. Le hubiese gustado que esa conversación fuese en persona y no por teléfono.

– Parte de esta investigación la hice antes de conocernos… o toparnos, como quieras decirle. – se puso a explicar. – Pero, no es excusa. De verdad lamento haber invadido tu vida privada. Entiendo a la perfección si no quieres tocar este tema ahora, menos por teléfono. – se apresuró a decir, teniendo que aguardar unos momentos en silencio antes de que le respondieran del otro lado de la línea.

– Si ya lo sabes, no tengo mucho que contar. – comenzó a decir. – La persona que fui a ver al hospital es una chica que vive en la casa de acogida y que, por motivos graves de salud, se encuentra hospitalizada desde hace unos tres años. – explicó el mayor. – Su nombre es Isabel y también la considero como una hermana, al igual que a Farlan. – el estómago de Eren volvió a contraerse, teniendo que aguantar la respiración por unos segundos antes de responderle al detective.

– Levi… – tenía que decirle la verdad al azabache. Se suponía que ya se tenían confianza y podía revelarle esa información.

– Tranquilo, mocoso. – dijo de pronto el detective, frenando sus intentos por serle sincero. – No estoy molesto, si eso es lo que te preocupa. – afirmó. – Lo cierto es que yo también hice mis averiguaciones cuando me di cuenta de que eras el ladrón que había salvado en un edificio en ruinas. Es parte de todo este rito del detective y el ladrón… –

– Entiendo, pero… –

– Quiero que sepas que no me avergüenzo de mis orígenes. – volvió a interrumpirlo el hombre, haciendo que Eren se molestara un poco. – Si no te he hablado del lugar donde crecí es porque no se había dado la oportunidad. – aclaró.

– Gracias, Levi. – se apresuró a decir el chico, un poco contento por comprender que el hombre sí quería comentarle cosas más personales como su vida de huérfano en una casa de acogida para menores. – Pero podemos hablar de esto otro día… cuando nos veamos y me dejes conversarte sobre el tema. – añadió, teniendo el presentimiento de que, probablemente, ya era el momento de hablar sobre ese asunto con él.

– Lo sé, por eso te estoy diciendo que no te preocupes, idiota. – aunque sonara a un insulto, Eren supo que el detective estaba intentado tranquilizarlo a su forma; así que dejó salir una carcajada simplemente.

– Algún día espero que cambies esos sobrenombres con los que te refieres a mí, por unos más cariñosos. – comentó, tratando de desviar el tema.

– Tengo muchos sobrenombres cariñosos para ti. – mencionó el otro, a modo de burla. – Mi favorito es «mocoso de mierda». Te describe a la perfección. –

– Sí, he notado que le tienes especial afecto a ese, en particular. – dijo con sarcasmo el universitario, provocando en el mayor esa carcajada espontánea que a él tanto le gustaba y que, por cierto, se daba con más naturalidad cada vez que se veían o conversaban.

– Ya voy a colgar. – anunció el hombre, robándole un suspiro al moreno. – Hablamos otro día. –

– ¿Qué te parece si mejor nos vemos otro día? – sugirió el chico con entusiasmo. – No me malinterpretes, me encanta hablar por teléfono contigo, pero siempre es mejor tenerte a mi lado. –

– Te avisaré si algún día tengo tiempo para ti. – la manera tan particular que tenía el azabache de rechazarlo, sólo como un mecanismo de coquetear secretamente con él, le parecía… fascinante; pero, claro está, también le hacía sentir ridículo. Cualquiera que escuchara esas conversaciones pensaría que el universitario se arrastraba demasiado por la atención del detective, mientras el otro no parecía tener interés en él.

– Día a día te vuelves más romántico, Ackerman. – volvió a decir con sarcasmo, sintiendo esa calidez tan agradable de conversar con Levi llenar su pecho y manteniendo la sonrisa en su rostro. – ¿Mañana te parece bien? – preguntó ahora con más seriedad.

– Creo que tengo un tiempo durante el almuerzo… – mencionó el otro a modo de respuesta, ensanchando la sonrisa del moreno.

– Es una cita. – sentenció. – Gracias por llamar, cariño. – recalcó para poner nervioso al azabache mientras una risita nerviosa se escapaba de sus labios.

– Buenas noches, mocoso de mierda. –

El chico soltó un suspiro tras colgar la llamada, como todo un adolescente enamorado. Tener la confianza para llamarse con Levi – sobre todo para que fuera el detective quien tomara la iniciativa de llamarlo –, hace un par de meses se veía muy lejano y casi imposible; de cierta forma, tenía que admitir que el encuentro fortuito de esa noche tras ser apuñalado había cambiado todo en su vida y, probablemente, también en la de Levi; porque, si bien ahora podían hablar como dos personas comunes y corrientes, el tema del ladrón y del detective seguía presente entre ellos, como un fantasma en su relación de amistad…

Como un Espectro” pensó inmediatamente el chico, notando la ironía de la situación de que ser el famoso ladrón de Stohess, apodado como “el Espectro”, no sólo venía al caso de sus robos, sino también en su vida personal y sus relaciones, como con Levi.

Sin embargo, esta conversación con el azabache le hizo volver a un tema sumamente importante dentro de todo lo que tenía que ver con su conexión con Levi y, de igual forma, de su trabajo con el Espectro.

Y, todo eso, tenía que ver con Isabel…

 

:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

Eren tenía diecisiete años, a punto de salir del instituto y ya habiendo sido aceptado en la universidad junto a Armin para estudiar medicina desde el año siguiente.

Esa tarde había llegado temprano a su casa, lo cual no le apetecía para nada porque ese lugar le parecía enormemente solitario y aplastante; pero Armin había salido con su novia y Mikasa estaba fuera de la ciudad en una entrevista para una universidad en el extranjero; de esta forma, no le quedó mucha opción más que ir a encerrarse en su habitación y dedicarse a sus cosas, ignorando todo lo que pasaba en la mansión.

Sin embargo, cuando estaba entrando a su hogar, uno de los socios de su padre se baja de un vehículo y llama su atención. El hombre le entregó un sobre de papel el cual se suponía debía entregar a su padre y a nadie más, porque era un asunto muy delicado. Eren esperó a que el hombre se marchara, afirmando que seguiría sus indicaciones para tranquilizarlo y permitirle irse, debido a que el sujeto parecía tener mucha prisa.

En ese entonces, el chiquillo tenía una curiosidad insaciable y no tardó en abrir el sobre una vez que estuvo dentro de su casa, a salvo en su propia habitación. Al parecer, era una especie de investigación solicitada por su progenitor que investigaba a una chica; una adolescente que tenía un año menos que él simplemente.

Al ver la foto y el perfil de ella, algo llamó rápidamente su atención. Si bien su piel no era tan morena como la de Eren, tenían rasgos particularmente similares, sobre todo los ojos verdes que eran un gen dominante en los Jaeger; lo único más diferente en la chica era su cabello pelirrojo y el apellido que claramente no era de su familia.

Su intuición le hizo sentir preocupación por este hecho, porque ¿qué hacía su padre investigando a una adolescente? Sobre todo, a una chica que había caído hospitalizada hace pocos días atrás por una grave deficiencia cardiaca; ni siquiera estaba en una de las clínicas asociadas a Grisha Jaeger.

Siguiendo su instinto, se fue a la oficina de su padre y se puso a buscar más documentación sobre la chica… hasta que entendió lo inevitable. Su progenitor guardaba los registros de una mujer atendida hace muchos años por él debido a una deficiencia cardiaca; quien, hace dieciséis años, había tenido una pequeña hija: Isabel.

Lo cierto es que no había más registros guardados ni de la mujer ni de su hija desde la fecha del nacimiento de la menor, pero sí había unos cuantos documentos con informes de seguimiento sobre la pequeña, especialmente tras la muerte de su progenitora; y esto llevó a Eren a una inevitable conclusión: Isabel era su media hermana y su padre había engañado a su difunta madre cuando Eren era apenas un bebé recién nacido, tal vez mucho antes.

Esa noche, esperó a su padre para encararlo en la misma oficina donde había encontrado toda la documentación correspondiente. El hombre lo había mirado extrañado de encontrarlo en la casa, seguramente; así como también incómodo porque estaba esperándolo en su oficina, habiendo entrado sin permiso.

Pese a todo lo malo que opino de ti, nunca pensé que pudieras serle infiel a mi madre. – le había dicho apenas llegó y sus miradas igualmente verdes se encontraron; la del mayor venía cargada de frialdad, mientras que la de Eren quemaba.

¿Qué estupideces dices, Eren? – respondió su padre en esa ocasión.

Isabel está hospitalizada. – anunció el chico, lanzando el sobre de papel al piso, cerca de los pies de su padre. – Por la misma enfermedad que su madre. – el hombre se horrorizó al ver el sobre y las palabras que estaba diciendo su hijo.

Eren. – exclamó, mostrando el horror en sus ojos mientras se acercaba a su hijo.

¿Cómo no se te ocurrió decirnos que teníamos una media hermana? – cuestionó, lleno de indignación y frustración. – Encima su madre murió hace varios años y ella está viviendo en una casa de acogida. ¿Qué mierda pasa contigo? –

¡No me hables de esa manera, Eren Jaeger! – exclamó el hombre, iracundo, acercándose un paso hacia su hijo quien se quedó quieto frente a él.

¿Vas a negarlo? ¿Vas a negar que Isabel es tu hija? – el chico había estado preparándose toda la tarde para ese preciso momento de desafiar a su padre, pero sentía que comenzaba a perder el valor cuando lo veía poner esa expresión tan sombría.

No tiene absolutamente nada que ver contigo. – respondió tajante.

¿Cómo puedes decir eso? Yo estoy viviendo aquí en tu puta mansión mientras ella ha tenido que pasar por casas de acogida y encima ahora está hospitalizada por la misma enfermedad que su madre. –

En todos los aspectos legales, Isabel no es mi hija. – indicó, tratando de recuperar la calma. – No tengo ninguna obligación con ella. –

Sería una lástima que alguien presentara una prueba de ADN para relacionarla con tu preciado apellido. – amenazó el moreno, logrando que nuevamente su progenitor se exaltara y se acercara rápidamente hacia él para sujetar su muñeca con demasiada fuerza.

Cuida tus palabras y tus acciones, Eren. – dijo con voz gélida. – Eres un mocoso malcriado que no entiende las repercusiones de sus actos. –

Y tú eres un hombre inmoral que deja que una niña se quede en un hogar para huérfanos en vez de asumirla como tu hija y ayudarla con el tratamiento de su enfermedad. – replicó el chico, tratando de zafarse de la mano opresora que ya comenzaba a lastimar su muñeca y tratando de no mostrar el miedo que le estaba infringiendo su padre. ¿Tienes algún otro hijo bastardo por todo Eldia del que deba saber? – y entonces, el puño de su padre se estampó en su mejilla, logrando desestabilizarlo y apartarlo unos pasos del hombre que ahora lo miraba confundido y sumamente horrorizado.

Demonios, Eren… yo… lo… 

¡Se acabó! – gritó el chico, aguantando el dolor que le producía ese nudo en su garganta, amargo y afilado; el cual, curiosamente, dolía más que aquel primer golpe que le daba su padre. – No quiero seguir viviendo bajo el mismo techo que de la porquería de persona que eres. 

¡Cálmate! Lleguemos a un acuerdo con esto… pidió Grisha, esta vez, mostrando cierta culpabilidad en su expresión. ¿Quieres irte a vivir solo? No tengo problemas… el próximo año empezarás la universidad y necesitas tu independencia. Lo entiendo. – empezó a divagar, claramente afectado por lo que había pasado. – Con respecto a Isabel… hijo, tienes que entender que hay nada que pueda hacer. –

Se me ocurren muchas cosas que puedes hacer. Partiendo por pagar su tratamiento. – soltó con brusquedad, todavía conteniendo las ganas de llorar. Las lágrimas lastimaban sus ojos verdes por querer salir y bañar su rostro moreno, enrojecido ligeramente por la ira y también marcado por la mano del hombre que ahora estaba frente a él, luciendo menos aterrador y mucho más arrepentido… incluso vulnerable.

Es imposible, Eren. Estoy de manos atadas… comenzó a decir el hombre. – Verás… cuando nació Isabel, su madre pidió legalmente una prueba de paternidad y yo… – ante la duda del hombre y el horror, mezclado con la vergüenza de su semblante, Eren lo comprendió todo.

La alteraste. – concluyó el moreno, absolutamente desconcertado por todo lo que le comentaba. – Le pagaste a alguien para mentir y decir que no era tu hija. –

Si sale a la luz si quiera el tema, si alguien llegase a probar que ella es mi hija, me acusarán de fraude y podría ir a la cárcel. – el hombre se acercó nuevamente, pero el chico se apartó y se alejó más de él, completamente sacado de lugar con la situación.

¿Al menos quieres ayudarla? – la pregunta de Eren hizo que su progenitor cubriera su rostro con aquella mano que antes lo había golpeado. Lo escuchó soltar un suspiro antes de volver a mirarlo.

No hay mucho que pueda hacer por ella. – sentenció. – Si ya está hospitalizada, no le queda mucho tiempo. Lo siento, Eren. –

 

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Cada vez que el moreno recordaba ese acontecimiento, más tenía la certeza de que había sido un punto de inflexión en su vida. Fue el momento en que decidió irse de la mansión Jaeger y tratar de comenzar a armar un futuro lejos de la sombra de su padre; fue el momento en el que se dio cuenta de que la corrupción de la sociedad estaba más cerca de lo que creía y que podía destruir vidas de múltiples formas.

También fue el punto principal que lo llevó a pensar en que, tal vez, esta no era una situación aislada, que había muchos huérfanos siendo negados por sus padres debido a los estatus sociales y mentalidades egoístas; así como lo llevó a darse cuenta de que existían muchas personas que necesitaban ayuda… mientras que gente como él vivía lleno de lujos innecesarios y que personas como su padre se esforzaban por defender a como diera lugar.

Eren comprendió que todo ese resentimiento por las personas elitistas, clasistas y discriminadoras podía canalizarlo de una manera más… constructiva. Si quería ayudar en serio a otras personas, su mejor oportunidad era quitándole los excesos a los adinerados y entregándolo en organizaciones y a gente que realmente necesitaba apoyo.

El perfil del Espectro comenzó a formarse mucho antes de entrar a la universidad y no fue hasta varios meses después que todo empezó a sentirse real y tomar peso en su vida, convirtiéndose en parte de él cuando finalmente concretó su primer robo, ese robo que le permitió a Isabel costear carísimos exámenes para evaluar su condición de salud, aun cuando su padre le había dicho que le quedaba muy poco tiempo de vida.

De hecho, la víctima de aquel atraco había sido un colega de su padre; un reconocido médico que trabajaba con los laboratorios de una clínica asociada a su progenitor y que se ganaba coimas falsificando certificados y resultados de exámenes, sobre todo de paternidad. Fue el hombre que había firmado los resultados negativos de la paternidad de Grisha con respecto a Isabel.

Esta noche, Levi le había dicho que la chica llevaba cerca de tres años hospitalizada, así que, si ella no se rendía, Eren seguiría tratando de ayudarla; después de todo, parte del dinero que su padre solía darle lo usaba para ayudar con los gastos de Isabel, que, por cierto, cada día se volvían más elevados debido a su delicado estado.

Si bien era cierto que muchas veces estuvo en el hospital donde la pelirroja se hallaba en esos momentos, ya sea entregando el dinero o simplemente por querer verla, nunca se acercó a conversar con ella; le daba mucho miedo que no le creyera la historia sobre que eran medios hermanos y que, incluso, existieran repercusiones legales por admitirle que Grisha Jaeger era su padre.

Y esto lo llevaba a un pensamiento que terminaba por darle nauseas, porque, sinceramente, Eren tenía la impresión de que todavía estaba protegiendo a su padre con todo el tema del fraude por la falsificación de sus resultados de paternidad. Dentro de todo… había una parte de él que no podía ser completamente imparcial con respecto a los robos y su progenitor ya que, en el fondo, no quería lastimarlo… francamente, no quería lastimar a nadie, sólo quería equilibrar un poco la balanza para aquellos menos afortunados.

Cuando llegaba a este punto, volvía a tener miedo sobre la reacción de Levi al enterarse de que era medio hermano de Isabel y, con eso, darse cuenta de que Grisha era su padre. Tal vez porque entendía que el detective seguía odiando a la clase adinerada, al menos, a los millonarios que eran como su progenitor; quizá porque podría amenazar con revelar esta información y exigirle hacerse cargo de ella… tal vez porque lo odiaría por haber sabido todo esto desde hace tres años y no haberlo mencionado durante este tiempo.

Pero tenía que hacerlo… eventualmente. Era importante porque, de alguna manera, sentía que había muchos caminos que lo llevaban a Levi, demasiados acontecimientos que los marcaron incluso cuando no se conocían en persona y no tenían relación entre sí; Isabel era una de esas bifurcaciones en sus caminos que los conectaba y, por lo mismo, tenía que hacérselo saber al azabache.

 

Otro obstáculo en su relación con Levi, otra prueba para saber si él estaba tan dispuesto a seguir siendo cercanos como para afrontar todos los asuntos que los relacionaban… otro hecho que determinaría si ambos se podían comprender o simplemente tenían que ser el detective y el ladrón.

 

 

Notas finales:

¡Este ha sido el capítulo de hoy! ¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Sé que hubo poca emoción, pero es muy importante hablar del tema de Isabel, como lo dijo Eren, porque es uno de los caminos que, según él, lo enlazan a Levi. 

Siendo sincera, ya había mencionado que uno de los motivos por los que Eren se había vuelto al Espectro tenía que ver con ayudar a una persona, a una chica – lo puse como detalle en uno de los primeros capítulos, si es que alguien lo notó jiji – así que espero haber resuelto ese mini enigma. 

Espero que estén disfrutando de esta historia, como siempre digo, de la misma forma que yo disfruto escribirla; aunque a veces me gana la desesperación por no saber cómo redactar ciertas cosas que pasan por mi cabeza – creo que a muchos y muchas que escribimos historias nos pasa de vez en cuando – así que les pido paciencia, que poco a poco iré explicando más cosas en la historia, a medida que permito que este parcito vaya entrando en confianza. 

¡Spoiler! El Espectro está a punto de aparecer otra vez... ¿qué pasará entre ellos? 

Les deseo una excelente semana. Si pueden, también denle una oportunidad a la historia corta que subí hace unos días (: Es puro romance, sin lemon ni nada, pero espero les parezca, al menos, bonita. Sentía que necesitaba expresar cariño entre estos dos y fue la forma que encontré de hacerlo jiji 

Muchas gracias por leer, por comentar, por votar, por guardar en sus listas de lectura <3 Me hacen super mega feliz, no tienen idea cuánto. Así que prometo seguir esforzándome para cumplir (:

Sin más que decir, me despido.

¡Un abrazo y nos vemos en el próximo!


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