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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Hola! Un gusto que estemos de nuevo aquí jijij

 

Les traigo la continuación, espero que les guste mucho. ¡Disfruten!

 

 

Esa mañana había estado particularmente más agitada que el resto del último mes. Hubo un juicio a un mercader por violación a tratados de comercio en el cual salió victorioso, provocando una serie de protestas a las afueras de los tribunales; esto implicaba el accionar de la policía y la serie de procedimientos burocráticos que tenían que ejercer sobre los detenidos que ahora estaban en la celda de prisión preventiva.

 

Levi no tenía mucho que ver en esos casos; sin embargo, gran parte de los informes debían pasar por él y todavía tenía una pila de papeleo pendiente por revisar y despachar. Por este motivo, había estado sentado en el incómodo escritorio durante toda la mañana, recibiendo llamadas telefónicas, correos electrónicos y escribiendo en la computadora la documentación correspondiente.

 

El teléfono de su oficina vuelve a sonar por millonésima vez en la mañana y estuvo tentado de dejarlo así hasta que declinaran la llamada; pero su sentido del deber le hizo soltar un gruñido bajo antes de sentarse nuevamente en la silla y tomar el auricular para llevárselo hasta la oreja.

 

– Cuartel central. – dijo al responder. Se reprimió mentalmente al notar que su tono de voz había sido un poco agresivo y supuso que, si era necesario, se disculparía eventualmente.

 

– ¿Detective Ackerman? – escuchó al otro lado de la línea, provocando que cambiara completamente su actitud cabreada por un gesto sorprendido y confundido.

 

– ¿Qué mierda haces llamando a mi oficina, Eren? Estoy trabajando. – soltó de mala gana, recordándose que había logrado pasar la mañana sin pensar en él ni el caso del Espectro; ahora, de nuevo la preocupación por esa situación tensó sus músculos y acentuó el dolor de cabeza que ya tenía.

 

– Lo sé. Es que me has estado evitando toda la semana y quería hablar contigo. – dijo el mocoso, logrando que el azabache imaginara su sonrisa manipuladora.

 

– Oh, así que te diste cuenta. – le mintió. En realidad, no es lo que lo estuviese evitando, tenía mucho trabajo por hacer y había seguido con sus rutinas normales... las cuales claramente no incluían al moreno. – Estoy ocupado, mocoso. –

 

– Yo también estoy ocupado. Hoy vine a la universidad. – mencionó el chico. Levi soltó una carcajada mientras negaba con la cabeza.

 

– Así que por fin saliste de tu cama, holgazán. –

 

– Estaba enfermo. – replicó el chico, claramente un poco molesto por su comentario. – Por cierto, ni siquiera me has preguntado cómo me he sentido. Ese día desapareciste después de almorzar y no he tenido noticias tuyas. –

 

– Voy a detenerte ahí, mocoso. No tengo obligación de estar haciendo de niñera contigo. – Levi terminó de archivar unos papeles mientras sostenía el teléfono entre su hombro y su mejilla.

 

– No quiero que seas mi niñera, quiero otras cosas. – comentó Eren con ese típico tono provocativo, haciendo que Levi se sonroja sutilmente y lanzara un suspiro de frustración. El maldito mocoso seguía tomándose la libertad de coquetear con él descaradamente, sobre todo ahora que el mayor había accedido a su petición de conocerse mejor, sólo para comprender los motivos que tenía el chico de volverse un ladrón.

 

– Voy a colgar. Hablamos después. – sentenció y, antes de poder dejar el teléfono en su lugar, sintió el grito de Eren para que se detuviera.

 

– Espera, no me cuelgues así. ¿No quieres venir al departamento más tarde? – le preguntó apresuradamente. Levi sostuvo el puente de su nariz, controlando sus impulsos de mandarlo a la mierda... o aceptar su oferta.

 

– No. Y no vuelvas a llamarme a la oficina. Para eso tienes el jodido número de mi celular. – antes de que el chiquillo saliera con otro comentario, colgó el teléfono y se puso de pie para tratar de calmar sus nervios.

 

Tras el nuevo trato que habían establecido ese domingo, Levi tenía la impresión de estarse metiendo en un juego peligroso. Si descubrían a Eren como el Espectro, podían culparlo de complicidad y toda su carrera se vendría abajo, porque claramente las grandes fuerzas que gobernaban Stohess no iban a perdonar al criminal que sembraba el miedo entre ellos y les robaba sus preciados bienes; ni siquiera porque ese ladrón era hijo de un miembro importantísimo de la élite.

 

Por otro lado, todo este asunto de verse con Eren parecía un capricho. Personalmente, Levi sentía que el mocoso era una persona inteligente y risueña, aunque aparentaba ser un conquistador, se preguntaba si realmente era una actuación con él o un comportamiento frecuente con quienes buscaba convencer de algo; además, y algo más importante aún, es que en esa tarde de domingo charlando tranquilamente, sin sacar el tema del ladrón, se percató de que el mocoso tenía un fuerte desapego por su familia, pese a que aún no conversaban de ese tema; esto lo llevaba a imaginar un montón de ideas que podían justificar el actuar el universitario como el ladrón fantasma de los millonario, aunque ninguna fuera exclusivamente concluyente porque, tal como había mencionado el mocoso, no habían conversado desde ese domingo que se marchó del departamento del menor tras asegurarse de que se sentía mejor.

 

La verdad tras todo este asunto es que Levi se sentía... extrañamente conectado a Eren. No era algo que podía explicar con claridad o definirlo simplemente como una atracción o un enamoramiento, porque realmente no se sentía de esa forma. Sino que todavía le causaba curiosidad todos los esfuerzos que hacía el mocoso por agradarle y por ganarse esa confianza, incluso asumiendo su trabajo como ladrón a un policía. Había algo importante que los unía, probablemente este era uno de los motivos principales que mantenía al mocoso en su papel como el Espectro y sus ansias por hacerlo participe de esta situación.

 

La idea que tenía el mocoso era que se conocieran como Eren y Levi, tratando de desligar sus roles como el ladrón y el detective y, francamente, esto todavía parecía una mala idea para el azabache, incluso cuando fue él quién lo propuso al verse en una situación en la que jamás pensó estar; curioso e intrigando en los motivos para que un joven como el hijo de Grisha Jaeger llegara a ser el ladrón que causaba tanto revuelo en la ciudad.

 

Bueno, había sido esa curiosidad por detalles que no parecían trascendentales en la investigación o por hechos que simplemente jamás podrían llevarlo a resolver un caso, los que lo habían llevado, efectivamente, a resolver muchos casos en los que se vio envuelto a lo largo de su carrera; así que, tras haber tenido encuentros entre altos y bajos con el mocoso, finalmente había tomado la determinación de dejarse llevar por su instinto, permitiéndose - y permitiéndole al mocoso - conocerse como simples personas, dándole la oportunidad de ver tras la máscara del famoso ladrón de Stohess.

 

El llamado a la puerta de su oficina lo hizo levantar la cabeza de los papeles que leía, sólo para sentir cierto nerviosismo de que el chiquillo se apareciera de improviso por el cuartel y generara más rumores sobre ellos. Sin embargo, cuando dio la entrada, el cabello rubio de Erwin se asomó lentamente hasta entrar por completo en la estancia, cerrando la puerta tras de sí luego de haberle sonreído entusiasmado.

 

– El circo político de la mañana parece estar calmándose. Al parecer logramos despachar a sus casas a la mayoría de los protestantes arrestados en los disturbios. Di la orden de no presentar cargos. – comentó el rubio, sentándose frente a él al otro lado del escritorio.

 

– ¿No tendrás problemas con eso? – preguntó el azabache, dejando los papeles que leía a un lado y poniéndole atención a su amigo. Erwin simplemente se encogió de hombros y se acomodó en la silla.

 

– No me interesa meter presos a adolescentes y universitarios que protestan con razón. Hice mi trabajo controlando los disturbios, el resto es una decisión de la policía. – mencionó.

 

– Y me dices a mí que no me vuelva un blanco fácil. – comentó el más bajo, recibiendo una carcajada por parte de su compañero. – Supongo que no vienes a darme el informe sobre los hechos de la mañana. – señaló cuando vio que el rubio se tensaba levemente, poniéndose serio de un momento a otro.

 

– Habrá un ciclo de seminarios y prácticas organizado por la agrupación gubernamental de gendarmería. Estarán hablando de los protocolos nuevos para las instituciones y las actualizaciones a los códigos de comportamiento, entrenamiento, entre otros aspectos. – mencionó el hombre mirando los papeles en la carpeta que había traído con él.

 

– Ve al grano, Erwin. –

 

– Necesitan un representante por cada cuartel de las ciudades y les indiqué que irías en mi lugar. – declaró el rubio, mirando fijamente a su compañero.

 

– ¿Es una broma? Odio esos seminarios y, además, es tu deber asistir como líder de los escuadrones. – reclamó el azabache, completamente molesto con la noticia.

 

– No es obligación que asista el comandante de los cuarteles, puede hacerlo un delegado; y, siento mucho decir esto, Levi, pero... soy tu jefe, así que tienes que obedecer. – sentenció el hombre sonriendo anchamente hacia el otro detective.

 

– Si tanto lo sientes, ¿por qué tienes esa estúpida sonrisa arrogante pintada en tu cara? – señaló el más bajo, mirando con ojos entre cerrados a su jefe.

 

– Bueno, estos son los momentos en los que ejerzo mi posición para pedirte favores. Sabes que no pasa a menudo. – dijo Erwin con una carcajada. – La organización se encargará de los gastos de hospedaje. Sólo debes preocuparte por el transporte. –

 

– ¿Dónde será? – preguntó confundido Levi. Al principio, había supuesto que los seminarios se llevarían a cabo en Stohess.

 

– Mitras. – respondió el rubio fingiendo indiferencia, haciendo que el azabache soltara un par de maldiciones antes de volver a mirarlo.

 

– Me llevaré un vehículo del cuartel. – anunció, negándose completamente a tomar un bus o el tren para llegar a la ciudad.

 

– Claro, haré las gestiones de inmediato. – afirmó el rubio mientras se ponía de pie y comenzaba a marcharse de la oficina.

 

– Espera, ¿cuándo es esto? –

 

– El lunes será la primera charla, así que deberás estar allá para entonces. –

 

– Oi, ¡Erwin! –

 

Ya era tarde, su compañero se había marchado con una sonrisa llena de culpabilidad – no tanta como le hubiese gustado a Levi –, y lo había dejado solo con un montón de papeleo por hacer y un viaje que seguramente duraría un par de días.

 

Chasqueó la lengua, molesto por tener que asistir a ese tipo de actividades, sobre todo tener que viajar hasta otra ciudad y quedarse en hoteles de mierda por escuchar a unos burócratas hablar de protocolos, procedimientos y ridiculeces que podían enviar por correo; encima, tener que hacer actividades prácticas que eran ridículamente fáciles e inútiles.

 

Miró por la pequeña ventana que había tras su escritorio, observando el cielo nublado, igual que todos los días de esa semana, y esperaba que no le tocara lluvia o mal clima mientras conducía hasta la ciudad de Mitras; sin embargo, intentando verle el lado bueno al asunto, pensó que tal vez le haría bien alejarse de Stohess unos días, olvidarse de todo lo que estaba pasando en su trabajo y mirar nuevos paisajes, aunque fuese otra ciudad simplemente.

 

Y fue cuando una idea pasó por su cabeza, como un relámpago que lo hizo reaccionar rápidamente para incorporarse en la silla y volver a la realidad. Tal vez no era una idea tan descabellada el salir de la ciudad... lo que podía ser descabellado, era llevar compañía.

 

 

 

 

 

~*~~~*~~~*~

 

 

 

 

 

Tras colgar su llamada con Levi, Eren no había podido borrar la sonrisa del rostro. Era ridículo, porque el detective se había esforzado mucho en hacerle sentir que su llamada no era bien recibida, como tampoco el tener noticias del moreno; no obstante, ya el sólo hecho de conversar tan informalmente con el policía le subía los ánimos, sabiendo que él estaba intentando seguir el acuerdo que tenían de conocerse poco a poco y darle la oportunidad de probarle que era necesario lo que hacía como el Espectro.

 

Caminó por los jardines de la facultad después de terminar con los trámites que había ido a hacer y entregar unos libros en la biblioteca, aprovechando de llevarse otros para avanzar en sus materias; pese a que estaba haciendo mucho frío y se suponía que debería cuidarse más para no tener una recaída – aunque ya se sentía completamente sano y sólo quedaba un poco de congestión en su nariz –, andaba por todos lados de la facultad con total tranquilidad y calma, sabiendo que tenía el resto de la tarde libre y no le apuraba tanto llegar a su hogar, sobre todo porque cierto azabache había rechazado su invitación.

 

Desde hace mucho tiempo que no se sentía tan esperanzado como en esos momentos, teniendo la oportunidad de acercarse más a Levi y también avanzando en su plan para poder cumplir con el propósito que se había impuesto hace tres años; las cosas parecían estar mejorando poco a poco y no podía evitar sonreír de pensar que tal vez – y sólo tal vez – podría lograr tener algo más que una amistad con el detective.

 

Lanzó una carcajada como un estúpido adolescente enamorado mientras atravesaba el estacionamiento para poder llegar a la parada del autobús y volver a su hogar, cuando un automóvil llama su atención, reconociendo el modelo y la patente; al acercarse lo suficiente al vehículo, el conductor sale de él y se encuentra con su padre dibujando una sonrisa carismática a la vez que sus ojos verdes le ponían una falsa atención.

 

– ¿Papá? – era muy extraño ver a su padre ahí; en primer lugar, jamás iba hasta la universidad a buscarlo, si ni siquiera sabía sus horarios. Las veces que se reunían era el chico quién volvía a la mansión de los Jaeger; en segundo lugar, cuando acordaban algún encuentro, ya sea en un restaurante o cafetería, solía llamarlo con anticipación; y, por último, esa actitud de padre entusiasmado por verlo la conocía lo suficiente para saber que era una farsa y que le esperaba una charla desagradable.

 

– Eren, qué difícil es encontrarte, hijo. – le soltó el hombre cuando llegó hasta su lado y le dio unas palmadas en el hombro.

 

– Podrías haber llamado. – mencionó el chico ligeramente a la defensiva.

 

– Lo hice durante la semana, jamás me devolviste el llamado. – señaló el mayor de los Jaeger, manteniendo esa sonrisa falsa que seguramente muchos se tragaban.

 

– No pensé que fuese importante. – admitió el universitario encogiéndose de hombros.

 

– Bueno, lo es. ¿tienes planes ahora? – preguntó el hombre. Eren sintió frustración al no tener una buena excusa para zafarse de ese encuentro con su padre.

 

– Iba al departamento. – contestó, evocando un suspiro resignado.

 

– Vamos, iré a dejarte y conversamos en el camino. –

 

No hacía falta más palabras para seguir a su padre y subirse al vehículo. Todavía no estaba seguro de qué se trataría esa conversación que quería tener su progenitor, pero supuso que no eran cosas buenas para el chico. Lo cierto era que había perdido paulatinamente el contacto con su padre desde que tenía diecisiete años y, actualmente, conversaban unas pocas veces al mes, casi por costumbre.

 

Ahora, mientras el auto se movía por las calles de la ciudad, sentado en el asiento del copiloto junto a Grisha, el muchacho volvía a sentirse como un adolescente que era llevado al instituto por las mañanas.

 

– ¿Qué tal va la universidad? – preguntó el hombre, rompiendo el incómodo silencio que llevaban desde hace más de diez minutos.

 

– Bien, sólo agotadora. – comentó el chico mirando su celular sin verlo realmente.

 

– Disfruta estos años, Eren. Cuando se trabaja las cosas no son tan simples. – aconsejó su padre, haciendo que el moreno pusiera los ojos en blanco.

 

– ¿De qué querías hablar, papá? – se atrevió finalmente a preguntar, negándose a tener charlas superficiales con el hombre que ahora conducía el moderno sedán.

 

– Bueno, quería hablarte de algo importante. – comenzó a decir tomándose una pausa antes de proseguir. – Después de la fiesta en casa de los Reiss, he estado pensando en muchas cosas... y, sinceramente, creo que ya es tiempo de que tu compromiso con Historia se vuelva algo más serio. –

 

– ¿Qué? – exclamó apresuradamente el moreno, mirando incrédulo a su padre.

 

– Ya sabes cómo son estas cosas, Eren. Esperaba que te graduaras de la universidad para formalizar el compromiso con Historia, pero no veo motivos para esperar tanto. Los vi bailando en la fiesta de Rodd y, honestamente, siempre he creído que hacen una grandiosa pareja. – explicó el doctor.

 

– Lo que crees grandioso son los beneficios que implicarán la unión con los Reiss. – replicó el chico, mirando por la ventanilla de su lado del automóvil. Sabía que algún día volverían a tener esa conversación con respecto al compromiso que había adquirido con la rubia cuando apenas tenía quince años; siendo un simple adolescente que aún vivía cegado bajo la sombra de su progenitor. – Si no quisiera tanto a Historia, te diría que obligaras a Zeke a casarse con ella. –

 

– ¿Ves que la quieres? No veo motivos para no concretar todo este tema del compromiso. – el mayor dejó la pregunta al aire y Eren tuvo una muy mala espina. – A menos que haya alguien más que te impida casarte con Historia. –

 

– ¿Hay algo que quieras decirme, papá? – cuestionó agresivamente el menor de los Jaeger.

 

– Ya sabes que no hay secretos en Stohess. – esa frase logró que su estómago se apretara tanto que tuvo que llevar su mano hacia él, afirmándolo disimuladamente para que su padre no notara lo alterado que se puso. Claramente, su padre se refería a Levi; curioso, porque el mismo azabache le había dicho algo similar hace varios días atrás. – Piensa lo que te dije, hijo. Historia es una mujer fantástica en todos los aspectos. Estoy absolutamente seguro de que te hará muy feliz si le das la oportunidad. –

 

– Y supongo que ya tienes todo conversado con su padre. – mencionó Eren, mirando de reojo a su progenitor que había mantenido la calma durante la conversación, conduciendo el vehículo como todo un experto al volante.

 

– Por eso vine a hablar contigo. A Rodd no le gusta mucho la idea de que su hija esté comprometida con un muchacho que lleva hombres mayores a su departamento. –

 

Por supuesto que tenía que ver con Levi. Su padre tenía el mal hábito de vigilarlo en algunas ocasiones, sobre todo cuando se desaparecía mucho de su radar; esta era una de las tantas razones para tener periodos de tiempo en los que no realizaba atracos, planeando estratégicamente sus robos cuando su progenitor le quitaba de encima a sus informantes; sin embargo, en el caso particular del detective, supuso que no fue sólo una información de sus agentes sino que la especulación de algunos rumores sobre los encuentros que había mantenido en público – y en privado, aparentemente – con el policía.

 

Todo este asunto de apurar el matrimonio tenía que ver con el padre de Historia y lo poco que le agradaba la idea de que a Eren le gustaran los hombres. Un rumor similar se había esparcido hace unos años, poco antes de salir del instituto, cuando el moreno conoció a otro chico y tanto los Reiss como los Jaeger hicieron hasta lo imposible por separarlos; de hecho, el menor de los Jaeger creía que, de no ser porque Armin tenía novia – Annie –, seguramente su padre hubiese sospechado que tenían una relación también.

 

Ahora, particularmente con el caso de Levi y la relación extraña que implicaba también su rol como el Espectro, le hizo sentir a Eren un miedo terrible de perderlo todo. Había estado tan emocionado por su encuentro con el azabache y la manera en la que se habían desarrollado los acontecimientos con él para lograr si quiera la oportunidad de que el detective lo conociera como Eren, que había olvidado las conductas de su padre con respecto a su vida social, sobre todo con sus relaciones amorosas.

 

Tras varios minutos en silencio, Eren por fin logró divisar el edificio donde vivía y tardó otro par de minutos más para que su padre estacionara frente a él y le dirigiera la mirada. El semblante acogedor y carismático con el que lo había recogido de la universidad había sido reemplazado por un gesto serio y calculador. El hombre estaba estableciendo de manera indirecta la orden de que Eren dejara de verse con el detective.

 

Pero eso no iba a pasar.

 

– Gracias por traerme. – dijo entonces, tomando su bolso y abriendo la puerta.

 

– Eren, sé que estás en una etapa en donde te sientes mejor contigo mismo cuando desobedeces mis órdenes y no sigues mis consejos. Pero llegará el día en que te arrepientas de tus acciones y te darás cuenta de que quiero lo mejor para ti y tu futuro. –

 

– Y para tus bolsillos. – sentenció, bajando del auto y cerrando la puerta de un golpe, alejándose rápidamente del lugar.

 

No se detuvo hasta estar lejos de la vista de su padre. Había llegado hasta los ascensores del edificio, pero fue incapaz de moverse por unos minutos, enfocándose en controlar su respiración y calmar toda la rabia que estaba sintiendo. Odiaba que su padre se metiera en su vida y que lo tratara de esa forma; odiaba que intentara ser un hombre a quien pedirle consejo y apoyo, porque jamás lo apoyó en nada; odiaba que tuviese el poder de destruir a Levi si lo quería...

 

Hacía mucho que no sentía ese miedo de perder a alguien sólo porque a su padre no le parecía que fuese beneficioso en su vida; lo peor de todo, era darse cuenta de que ni siquiera existía esa relación con el azabache como para que su padre lo amenazara de esa forma y no sabía cómo iba afectar ahora su intento de relación con el detective, sabiendo que su progenitor estaba al tanto de sus encuentros.

 

Suspiró cuando por fin tuvo la fuerza de presionar el botón y llamar al ascensor, subiendo los pisos hasta llegar a su departamento y tratar de pensar mejor las cosas; porque ni siquiera sabía si era algo que podía compartir con Levi, aunque tal vez sí podría conversar con Historia y lograr que ella hiciera entrar en razón a su padre, aplazando todo este tema del compromiso.

 

Para cuando el ascensor se abrió y el pasillo hasta la puerta de su hogar se iluminó para guiarlo, la escena frente a él llamó completamente su atención, debido a que, de pie junto a la puerta, mirando despreocupadamente su teléfono y luciendo tan jodidamente apuesto, estaba el detective Ackerman con su usual ceño fruncido y el gesto cabreado.

 

Eren se quedó estático, mirándolo incrédulo pues definitivamente no esperaba encontrarlo en su casa nuevamente, ya que el mayor había denegado su invitación; además, eran apenas las tres de la tarde y se suponía que, siendo viernes, el hombre todavía estaba en su jornada laboral.

 

Y, nuevamente, su corazón se encogió tanto que las lágrimas querían emerger de sus ojos verdes; sabía que para Levi estos encuentros eran todo menos especiales, pero para el chico significaba mucho que el mayor le diera la oportunidad de conocerlo. Levi no tenía idea lo importante que era para Eren, tal vez ni siquiera se lo podía imaginar; y, pese a eso, el moreno se sentía feliz cada vez que lo veía o conversaba con él, aunque sólo llevaran unos pocos encuentros; sobre todo ahora, que todavía se resentía de ese dolor que le producía su estómago apretado cuando hablaba con su progenitor, más aún de la tensión de su cuerpo tras el comentario de este haciendo referencia al detective...

 

De pronto, la mirada afilada del azabache se alza en su dirección y se sorprende de verlo de pie, sin moverse al final del pasillo, saliendo del ascensor. Eren lanzó una carcajada, intentando disolver el nudo de su garganta tras las emociones que le dejó la conversación con su padre y este maravilloso regalo que le daba la vida de que el policía estuviese ahí, esperando verlo.

 

Se acercó tranquilamente hacia él, sin dejar de mirarlo y notando cómo su semblante se suavizaba poco a poco a la vez que guardaba su celular en el bolsillo y enarcaba una ceja.

 

– Esta sí es una agradable sorpresa. – soltó el moreno, incapaz de contener sus emociones. Sus ojos se nublaron nuevamente.

 

– Oi, ¿vas a llorar cada vez que nos vemos? – preguntó el detective, evidentemente incómodo por su arrebato.

 

– No, lo siento... es que... – "demonios", ahí estaba de nuevo ese molesto y amargo nudo en su garganta impidiéndole a hablar. – Lo siento. – sollozó y agachó el rostro para esconderse de la mirada del azabache.

 

– Eren, ¿qué ocurre? – el chico soltó otro sollozo al identificar la preocupación en el tono de voz de Levi, tanto así que enredó sus largos brazos alrededor del cuello contrario y dejó que las lágrimas salieran, intentando disolver la frustración y la tristeza que sentía por no ser capaz de tomar el control de su vida cuando de su padre se trataba.

 

Qué estúpido se sentía cuando sus palabras lo asustaban y paralizaban al momento de tomar decisiones; se suponía que ya era un adulto, que estaba en la universidad, vivía sólo y trataba de tomar su propio camino en base a los sueños que tenía; sin embargo, no hacía más que aparecer su padre para sentirse inútil y cobarde, incapaz de llevarle la contra lo suficiente para negarse a sus órdenes... porque hoy no fue capaz de decirle que no.

 

Se odiaba tanto por no haberle dicho que no iba a dejar de verse con Levi, que no se metiera en su vida y que no estaba interesado en el compromiso con Historia ni en los beneficios que podía suponer la unión de su familia con la de los Reiss. A veces simplemente quería dejar de ser Eren Jaeger y volverse simplemente Eren... tal vez, infantilmente, una de las tantas motivaciones que tenía para seguir siendo el Espectro era que este personaje no le tenía miedo a élite, sino que la atacaba donde más le dolía. El Espectro no le temía a Grisha Jaeger y sus influencias; El Espectro deambulaba sin ser visto y a nadie le importaba su vida personal...

 

– Eren. – la voz de Levi contra su pecho le hizo soltar un nuevo sollozo; este último cargado de vergüenza por dejar que lo viera así. Cuando se trataba del detective, Eren quería verse seguro y confiable, alguien con sus objetivos claros y determinación intachable para seguirlos; sin embargo, tras la noche en que lo cuidó cuando estaba enfermo y también cuando fue apuñalado, le hacía notar lo mucho que quería que alguien le pusiera esa atención sobreprotectora, esa necesidad de cuidarlo no importaba si fuese un simple resfrío o algo tan grave como una herida en su estómago; e, irónicamente, había sido el detective quién le había hecho sentir ese calor que se asociaba a la preocupación desinteresada.

 

– Lo siento. – murmuró de nuevo, todavía carente de fuerzas para soltarlo. Y entonces, la mano del mayor se apoya en su espalda y le da unas cortas caricias para confortarlo. Era absurdo pensarlo, pero desde su primer encuentro, el muchacho tenía la impresión de que Levi podía entenderlo sin necesidad de ser explícito.

 

– ¿Quieres contarme qué te pasa? – le preguntó el mayor, suavizando su tono de voz.

 

– Sí quiero... – confesó, aclarándose la garganta y negándose a soltar al azabache. – Pero lo que más quiero ahora es olvidarme de esto y pasar el rato contigo. – añadió, intentado darle a entender al otro que ya no quería darle más vueltas al asunto de su padre.

 

– Para eso debes dejar de llorar y soltarme. – señaló el azabache, bajando su mano y tratando de apartar al chico.

 

– No te enojes, por favor. No quiero hablar de mi padre ahora. – el moreno se sintió tonto de mencionar a Grisha, dándole más motivos a Levi para preguntarle por su estado. Ante esto, suspiró con resignación y se separó ligeramente de Levi, apresurándose en limpiar su rostro.

 

– No estoy molesto, idiota. – dijo el azabache. Enseguida, sintió la mano cálida de Levi sobre su cabeza, entrelazando suavemente sus dedos entre los mechones sueltos de su coleta. – Si sigues llorando te puede volver a dar fiebre. Aun debes estar delicado de tu gripe. – Eren sonrió, mirando con cariño al hombre frente a él y tomando la mano contraria que antes había estado enredada en su cabello marrón.

 

– Me hubieses dicho que venías. Habría preparado algo o... evitado mostrar esta escena. – mencionó con una carcajada.

 

– Sí, debí avisarte. Lo siento por eso. – dijo el detective con un suspiro y soltando su mano del agarre del moreno tras darle una mirada sutilmente avergonzada. – Pero vine a hablar contigo de algo. ¿Tienes tiempo? – preguntó, haciendo que el moreno volviera a reír mientras buscaba sus llaves.

 

– Para ti, tengo todo el tiempo del mundo. – afirmó, llenándose de ánimos nuevamente y dejando pasar al policía a su departamento.

 

Levi y él se adentraron en su hogar y el moreno se dirigió inmediatamente hasta el lavaplatos para lavar sus manos y luego dejar el bolso que traía consigo sobre la isleta de la cocina. Su acompañante le dio un corto vistazo al lugar y luego decidió finalmente sacarse el abrigo.

 

– ¿Quieres té? – preguntó el chico con una sonrisa. – Puedes ir a la sala, llevaré en seguida esto. – sentenció mientras llenaba el hervidor con agua.

 

– No te molestes tanto, sólo pasaba para hablarte de algo. – mencionó el hombre, tomando asiento en el banquillo que había frente a la isleta.

 

– ¿No te quedarás a cenar? – Eren lo miró extrañado. Pensó que el detective estaba ahí para pasar la tarde con él.

 

– No. Tengo planes. – respondió Levi, logrando que el muchacho se volviera a desanimar un poco y, por qué no, ponerse casi celoso.

 

– Levi Ackerman, ¿me estás siendo infiel? – le soltó a modo de broma, tratando de averiguar sobre los planes del hombre.

 

– No recuerdo que me hayas pedido salir. – el azabache lo miró con el ceño fruncido y Eren le devolvió una sonrisa ladina.

 

– Detective, ¿le gustaría ser mi no–

 

– No. – exclamó irritado el hombre, haciendo que el chiquillo simplemente riera ya que había adivinado cuál sería su reacción. Además, había un sutil sonrojo en las mejillas de Levi cada vez que les subía el tono a sus conversaciones.

 

– Déjame adivinar... ¿saldrás con Hange? – frente a él, a la vez que el universitario ponía las tazas y la variedad de té a disposición de Levi para que eligiera qué beber, el policía lo miró extrañado.

 

– ¿Por qué con Hange? –

 

– No lo sé... tuviste una cita con ella el otro día, ¿no? – con cada palabra, se arrepentía más de lo que estaba haciendo. Armin había averiguado muchas cosas sobre la mujer y lo cierto es que era completamente impresionante. Una carrera brillante, muchos admiradores, querida por todos en el cuerpo de policía... mejor amiga del hombre que le gustaba al moreno.

 

– Mocoso de mierda, no me vengas a decir que hiciste un atraco el sábado porque querías arruinar mi salida con Hange. – Levi parecía muy molesto y esto terminó por hacer que el chico se diera cuenta de que había llegado muy lejos con su broma.

 

– Claro que no, Levi. Ya estaba pensado para esa fecha... no soy tan errático. – se justificó. – Lamento haberte incomodado con la pregunta. –

 

– Tch. Más te vale hablar en serio. –

 

Eren le dio la espalda al hombre mientras fingía buscar cosas en los muebles de la cocina. No podía seguir engañándose con el hecho de que, pese a tener un nuevo acuerdo con Levi, en realidad no tenían ningún tipo de relación, ni siquiera amigos; debido a esto, tenía que entender que el azabache podía seguir con su vida social y tener citas... si es que no estaba ya con alguien más.

 

– Oi. – la voz del hombre llamándolo le hizo notar que nuevamente se había puesto a divagar sobre sus sentimientos por Levi y todo lo que estaba aconteciendo entre ambos. Era verdad lo que Armin e Historia siempre le decían sobre ser más paciente y no rendirse por cualquier cosa. – Oi, Eren. –

 

– Dime. – respondió, tomando el hervidor con el agua caliente y acercándose nuevamente a la isleta para servir el té para ambos.

 

– Tengo que salir de la ciudad por unos días. – esta confesión le hizo levantar la mirada y clavarla en esos ojos grises que mantenían su atención sobre el muchacho. Por un momento, ambos se quedaron en silencio mirándose fijamente. – Quería preguntarte si querías acompañarme. –

 

– ¡Sí! – respondió inmediatamente el chico, haciendo que el hombre se llegara a sobresaltar un poco debido a la anticipada respuesta.

 

– Oi, no te he dado ningún detalle del viaje. –

 

– No me importa. Iría a donde sea contigo. – afirmó el chico cada vez más emocionado, tanto que no le importaba ser abierto con sus deseos. El detective frente a él se mostró asombrado y, por qué no, un poco avergonzado por sus palabras; y, pese a tener la oportunidad de bromear con él, no lo hizo. Sólo quería disfrutar de esa extraña invitación que le había hecho el hombre.

 

– Eren. No te apresures. – comenzó a decir. – Será la próxima semana, ¿qué pasará con tus clases? –

 

– Llevaré mis libros. – respondió él, incapaz de cambiar de opinión, no importara lo que dijera ahora el hombre. Lo que más necesitaba en ese momento era alejarse de Stohess y todo lo que tenía que ver con esa ciudad; era una maravillosa oportunidad que, además, implicaba tener tiempo para estar con Levi.

 

– Tampoco es que sean vacaciones. Habrá unos seminarios y probablemente estaré ocupado todo el día. – siguió argumentando.

 

– Nos veremos por las tardes y noches. – Eren le dio la vuelta a la isleta para pararse junto al hombre que lo veía con un semblante cargado de confusión y dudas.

 

– Ni siquiera te he dicho donde es. – continuó con ese extraño intento de hacerlo desistir de su respuesta. Le extrañaba que lo invitara a algo así de manera repentina y por supuesto que sospechaba que este viaje tenía otras intenciones; aun así, le daba igual. Era una oportunidad fantástica para alejarse de Stohess y acercarse más a Levi.

 

– De acuerdo, dónde es. – le siguió el juego, apoyándose en la isleta, un poco más cerca del azabache.

 

– Mitras. – respondió él, enarcando una ceja al notar su proximidad.

 

– ¡Nunca he estado ahí! Me encanta la idea. – sentenció él con entusiasmo.

 

En ese momento, Levi le dirigió una mirada cargada de un sentimiento que el chico no supo identificar, pero que, adornada con una sutil sonrisa en su rostro de porcelana, le hacía recordar lo apuesto que era el detective. No es que nunca lo hubiese pensado o que se le olvidara con frecuencia; sin embargo, lo había visto sonreír así muy pocas veces y jamás esa sonrisa había sido dirigida hacia él; esa sonrisa sincera y cálida, como el sol en pleno invierno.

 

Honestamente, siempre había intentado mostrarse maduro frente a Levi, con un buen desplante y ser elocuente al conversar con él; tal vez porque sabía que había una diferencia bastante grande en cuanto a edad entre ambos y temía mucho que el detective lo viera como un simple... mocoso; pero ahora, mientras esos ojos grises se volvían azules de tan claros que se mostraban al sonreírle así, Eren lo miró con admiración, llevándolo a recordar la primera vez que lo había visto y el momento exacto en que había quedado completamente deslumbrado por el hombre.

 

– Ehh... ¿cuándo partimos? – preguntó, esta vez bajando un poco su euforia y teniendo que mirar hacia el piso por la repentina vergüenza que lo embargó.

 

– Debo estar el lunes en la mañana para la primera charla. Así que supongo que podemos partir el domingo en la tarde. – respondió Levi, volviendo su atención al té negro que le había servido.

 

– ¿Qué te parece si nos vamos mañana con más calma y aprovechamos de pasar tiempo juntos el fin de semana? Ya sabes, para cobrarte el hecho de que me ignoraste toda la semana. – el detective lo miró de reojo mientras apoyaba la mejilla sobre su mano derecha y, tras un instante de debate interno, finalmente volvió a suspirar para luego responderle.

 

– ¿Sabes conducir? - 

Notas finales:

¡Gracias por haber leído y llegar hasta aquí!

Espero que este capítulo haya sido de su grado y estén disfrutando esta historia, tanto como yo disfruto escribirla. 

Muchas gracias por leer y dejar sus votos, ¡Oh, y también por añadir la historia a sus listas de lectura! 

¡Nos veremos en un próximo capítulo!

 


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