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Criminal - [Ereri] por L_inverse

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Notas del capitulo:

¡Holaaa! Qué gusto que estén de nuevo por aquí. Les traigo la continuación (sé que me tardé un poquito, pero espero me puedan perdonar).

¡Disfruten!

Levi todavía tenía serias dudas sobre ese viaje con el mocoso. A veces sentía que era una mala idea ya que podría estarle dando una idea equivocada al chico de lo que se suponía que era su relación o lo que opinaba respecto a la situación del Espectro; sin embargo, otras veces, tenía la impresión de que podía ser una experiencia provechosa, donde aprovecharía de intentar comprender mejor el pensamiento de Eren y tratar de hacerle entender que su supuesto trabajo como el Espectro no lo llevaría a ningún lado.

En ese momento, el mocoso se encontraba sentado en el asiento del copiloto del SUV que el cuartel le había facilitado para el viaje – porque Levi le había dejado claro a su rubio compañero de trabajo que no viajaría en uno de los vehículos de policía fuera de mantenimiento, rezando por no quedarse botado en la carretera –, completamente relajado, tarareando una canción, con los ánimos por las nubes pese a que eran recién las ocho treinta de la mañana de ese sábado.

Su reacción al ofrecerle acompañarlo en este improvisado viaje había llamado demasiado su atención, si casi parecía un niño en navidad recibiendo el juguete que había pedido durante todo el año. Levi tenía una idea de cómo era el mocoso y, de alguna forma, esperaba poder terminar de armar completamente su personalidad durante ese viaje.

– ¿Te han dicho que cantas muy mal? – le soltó de pronto Levi. El silencio entre ellos no era incómodo, pero si quería aprovechar bien ese viaje, tendría que usar todos los momentos que pasaba con el moreno para sacarle información.

– No estoy realmente cantando. – se defendió el chico mostrándose ofendido.

– Entonces no quiero imaginar si lo hicieras. – replicó él, manejando con total tranquilidad por la vacía carrera que los llevaría hasta la capital.

– ¿Así piensas partir nuestro primer viaje juntos? – mencionó Eren, haciendo que Levi le diera un corto vistazo para percibir su sonrisa ladina.

– Esta es mi manera amable. – señaló él bajándole a la calefacción ahora que la temperatura del vehículo ya estaba más agradable.

– Bueno, Levi. – comenzó a decir el mocoso. – Ahora que ya estamos en la carretera y el vehículo andando; y, sabiendo que ya no te puedes retractar de haberme invitado a este viaje, me gustaría saber el propósito para hacerlo. –

– En primer lugar, que el vehículo esté andando no significa que no pueda echarte de él. – señaló el hombre, dándole un corto vistazo al moreno quién lanzó una sutil carcajada. – En segundo lugar, ¿aceptaste venir sin saber por qué te estaba trayendo conmigo? –

– Tengo un par de ideas; pero, como te he dicho antes, prefiero escucharlo de ti. –

– ¿No quieres compartir tus ideas? – sugirió él, robándose otra carcajada del moreno. Al parecer, estaba de buen humor nuevamente y no como el día anterior cuando había llegado llorando hasta su propio departamento.

Esa escena, esa simple escena del moreno llorando con tanto dolor contenido, había despertado una creciente preocupación por él, sobre todo cuando mencionó que el motivo de su llanto tenía nombre y apellido: Grisha Jaeger. Desde que comenzó a hablar con Eren, había tenido la certeza de que el moreno no se llevaba bien con su familia, sobre todo con su progenitor. Ese afán de independencia que tenía sólo podía deberse a una tóxica relación con quienes debieron cuidarlo durante las edades más vulnerables… que al parecer no fue efectivo.

Además, de alguna forma, Levi tenía la impresión de que Eren, si bien trataba de mostrarse independiente y autosuficiente, así como también seguro y confiado, en realidad era una persona sensible y solitaria, que gritaba silenciosamente por atención, porque merecía tener esa atención; no pudo dejar de pensar en cuántas veces el chico estuvo enfermo y tuvo que pasarla él solo en su departamento.

– Por favor, Levi. Me está matando la curiosidad. – expresó el moreno inquietándose en su asiento. Levi suspiró y lo miró de reojo unos momentos antes de hablar.

– La verdad es que tengo varios motivos. – comenzó a decir. – El primero es alejarte de Stohess mientras no estoy, para que no andes haciendo de las tuyas tan libremente. –

– Oh, es una buena estrategia. – comentó el chico. El azabache aún podía detectar cierta burla en su tono de voz. – ¿Qué otros motivos tienes? – sabía que no era exactamente una razón de peso para sacarlo de la ciudad. Siete días fuera de Stohess no significaba que, tras su regreso, el moreno no llevara a cabo un ataque.

– Francamente, el segundo motivo es porque tenías razón en decir que no hemos estado en contacto; con mi trabajo es difícil tener tiempo libre, así que aún estoy intentando encontrar la manera de convencerte de dejar esto de los robos. –

– ¿Y este viaje puede cambiar eso? – preguntó, cada vez mostrando más curiosidad.

– En Mitras estaremos lejos de la mirada constante de las personas que buscan sacar algo de información. Es una buena oportunidad para conversar sin tener miedo de que nos escuchen o lancen rumores extraños sobre nosotros. – agregó el hombre con seguridad. Esto sí era real, porque una parte de Levi todavía no se sentía seguro sobre las especulaciones que hacían sobre los encuentros entre él y Eren, considerando que era de conocimiento público que el moreno estaba comprometido con la hija de los Reiss.

– ¿Te molesta que supongan que tenemos una relación? – si bien la pregunta de Eren todavía tenía cierto tono de diversión, lo cierto era que, tras esa faceta desinteresada y confiada, Levi detectó una curiosidad suplicante; incluso, sintió que esto había desanimado ligeramente al mocoso.

– Estas comprometido, Eren. – señaló con seriedad. – ¿No crees que a tu pareja le haría sentir mal si le comentan que un hombre frecuenta tu departamento? – por un momento, el azabache creyó ver por el rabillo del ojo que su acompañante fruncía el ceño y se tensaba; tanto así que disminuyó sutilmente la velocidad para darle un vistazo más prolongado, corroborando que algo le había afectado.

– Historia no es mi pareja. – afirmó entonces con una sonrisa tranquila. Esto sorprendió al detective. – Estamos comprometidos de palabra por un acuerdo de nuestros padres, pero no tengo intenciones de casarme con ella, como tampoco tenemos una relación más allá de una simple amistad. – añadió. Levi se quedó sin palabras tras la explicación de su acompañante. – ¿Estabas preocupado de ser mi amante, Levi? – bromeó el chico, recuperando su ánimo.

– Tch, no tienes tanta suerte, Jaeger. – dijo el azabache, confusamente tranquilo por la revelación de que… Eren estaba soltero.

– ¿Hay algún otro motivo para esta invitación, entonces? – cuestionó el chico, manteniendo sus ojos fijos en el detective.

– Supongo que lo iré evaluando conforme pasen los días. – mencionó el hombre, enfocando su vista hacia la carretera para no tener que dirigirle la mirada al chiquillo junto a él.

La risa de Eren reverberó en el automóvil y le hizo sentir muy extraño. Debía ser honesto al admitir que el chico lo ponía nervioso a veces, con sus comentarios subidos de tono y ese desplante que tenía para acercarse; pero ahora, conversando con él, el azabache tenía una necesidad de preguntarle por más cosas, como, por ejemplo, si ese extraño acuerdo con los Reiss sobre un compromiso era algo que le afectaba o si simplemente planeaba seguir las reglas impuestas por su familia para contraer matrimonio.

Levi no tenía las tradiciones ni obligaciones que tenía Eren sólo por portar el apellido de los Jaeger, tampoco comprendía todas las influencias que podía tener el padre del mocoso para forzarlo a hacer algunas cosas; de cierta manera, estuvo tentado de preguntarle si quizá el mocoso aún tenía una necesidad de aprobación por parte de su progenitor que lo hacía mantener esa farsa del compromiso, o si realmente él lo consideraba a futuro, aun cuando no tenía sentimientos por Historia.

– Tengo una pregunta para ti, Levi. – dijo de pronto el moreno, llamando nuevamente la atención del conductor. – ¿por qué estás tan empeñado en hacerme cambiar de opinión sobre los robos y no sencillamente mandarme a prisión? Sé que podrías haber hecho mucho más si realmente me quisieras detener. – lo que decía Eren había sido uno de sus constantes debates mentales desde que descubrió que el ladrón herido que encontró en un edificio abandonado era hijo de un multimillonario y, además, su famoso Espectro. Por supuesto que podría haber hecho más que simplemente tener encuentros con el mocoso y tratar de convencerlo de dejar su trabajo como ladrón; pero los motivos para dicha decisión aun parecían difusos en su mente.

– La cárcel no es para ti, Eren. – respondió tras un instante de silencio bajo la mirada constante de esos ojos verdes.

– ¿Qué significa eso? – preguntó el chico con tono de confusión.

– Si vas a prisión, sólo te ayudará a volverte un peor criminal. Terminarás odiando más a tu familia, a la sociedad, a la policía… y a mí. – comentó con seriedad el detective, sin dejar de mirar la carretera.

– Jamás podría odiarte. – afirmó el moreno, poniendo su mano sobre el hombro del azabache.

– Eso dices ahora. – el policía se aclaró la garganta y le dio un corto vistazo a Eren para que apartara su mano. Extrañamente, esos gestos que hacía el chico no le incomodaban, pero tampoco quería que el mocoso se acostumbrara a tratarlo tan familiarmente. – En fin. A diferencia de lo que piensa mucha gente, estoy convencido de que no todos los criminales son iguales. –

– Tiene sentido… – murmuró el chico a su lado. – ¿Qué te llevó a pensar de esa manera? – el policía suspiró con fuerza antes de volver a darle un vistazo al chico y proseguir.

– Hay gente que roba por diversión, otros por maldad, otros por una patología psicológica… como hay otros que roban por necesidad. – explicó. – Robar es un crimen en sí; pero eso no significa que sea tan simple. Los motivos son distintos, las personas son distintas, el propósito es distinto… Con el paso de los años he aprendido a diferenciar a los distintos criminales de la ciudad, muchos de ellos son simplemente víctimas de un sistema que nunca los consideró y los arrinconó hasta sacar lo peor de ellos. –

– ¿Eso significa que robar está bien cuando se hace por necesidad? – cuestionó el moreno.

– No. – afirmó con severidad el detective. – Robar nunca está bien. Sólo que es difícil ejercer tu labor como mano derecha de la ley cuando el criminal en cuestión es un padre que roba un medicamento para su hija enferma, el cual no puede costear. –

Por unos momentos, el auto se encontró en completo silencio. Llevaban las ventanas cerradas debido al frío de principios de febrero que se cernía sobre ellos con cielos nublados y un viento gélido; de ese modo, el ronroneo del motor funcionando mientras el azabache conducía era lo único que cortaba el silencio entre el universitario y el policía.

Levi tomó un poco de valor para darle un vistazo al moreno callado que estaba a su lado, para sorprenderse de encontrarlo sonriendo nostálgicamente. Eren parecía estar recordando algo con sumo cariño mientras su vista descansaba sobre su regazo, proyectando imágenes que el azabache no podía visualizar.

Y entonces, su verdeazulada mirada se alza hacia él, manteniendo ese semblante tan apacible y cálido.

– ¿Alguna vez has dejado pasar un crimen, Levi? – el detective se quedó en silencio, apartando su vista de él, hasta que el chico lanzó otra carcajada.– ¿Debo interpretar tu silencio como un sí? –

– Estoy dejando pasar los tuyos por ahora, ¿no? –

– Sí, pero me refiero a antes. – cuestionó Eren con curiosidad. Su actitud sospechosa le hizo dudar.

– Hace unos… siete años, creo. Me llamaron para cubrir el caso de un hombre que había entrado a robar a una farmacia en una clínica. El hombre lloraba explicando que necesitaba los medicamentos para su hija que estaba convaleciente de una enfermedad, pero no podía pagarlos. – comenzó a explicar, recordando los hechos de manera muy vívida. – Fue la primera vez que sentí que estábamos haciendo las cosas mal en condenar a ese hombre. – su estómago se apretó de recordar la escena, de recordar a Isabel, de recordar a los niños que vivían en la casa de acogida… – En ese tiempo era capitán de la policía y solicité que me dejaran interrogarlo. Y… bueno, terminé por dejarlo ir, aludiendo a que había escapado. – el azabache lanzó una carcajada al recordar lo furioso que había estado su jefe por eso e incluso los regaños de Erwin.

– Debo decir que me apena saber que no soy tu primera vez encariñándote con un criminal. – comentó de pronto el chiquillo, haciendo que el pusiera los ojos en blanco. – Entonces, según tú, ¿Qué clase de criminal soy, Levi? –

– Eso es lo que estoy intentado averiguar. – respondió con seguridad. – Estar contigo es lo más cerca que tengo de atrapar al Espectro y cerrar el caso para concentrarme en otros. – sentenció.

– Entonces, ¿sólo pasas el tiempo conmigo por eso? – la pregunta de Eren venía con segundas intenciones y, por alguna razón, el azabache sospechó que esa pregunta estaba lejos de ser una broma; el chico de verdad quería saber si el único motivo para estrechar su relación era por el Espectro o si Eren, siendo sólo Eren, tenía algo que ver; sin embargo, Levi todavía no podía definir su sentir respecto al mocoso, no era tan sencillo.

– ¿Por qué más lo haría? – preguntó después de unos segundos evitando la mirada contraria.

– Podría darte un par de razones. – comentó el chico. De cierta forma, Levi agradecía estar conduciendo y no conversando frente a frente con él, porque tuvo la impresión de que evitaría la mirada de Eren constantemente, de sólo sentir el peso de esas esferas verde profundo ponerle atención exclusivamente a él.

 

~*~~~*~~~*~

 

Para cuando estacionaron en el subterráneo del hotel, Eren se sentía completamente adolorido de tanto tiempo que había pasado en el vehículo. Como el viaje había durado aproximadamente nueve horas, se habían turnado el volante cada tres, para así tomar descansos y comer en el camino.

Hacía mucho frío ese sábado y el moreno estaba seguro de que se podría venir otra nevada; pero, al parecer, a las personas de esa ciudad no les importaba el clima. Las calles estaban llenas de gente moviéndose en agrupadas conglomeraciones, existiendo múltiples puntos de encuentro y lugares por recorrer; después de todo, Mitras era la capital de Eldia, y un destino turístico frecuente por la gran arquitectura que tenía la urbe.

El muchacho jamás había ido hasta la ciudad, pese a que su padre la visitaba algunas veces al año, asistiendo a conferencias médicas y fiestas de grandes amistades de sus círculos más cercanos; y, hasta ahora, no la había encontrado tan diferente a Stohess, sólo podía decirse que parecía más alegre y menos lúgubre.

Levi estacionó en el lugar que le indicaron al entrar y comenzó a sacar las maletas mientras el chico comprobaba su celular para revisar los mensajes de Armin e Historia, preguntándole si ya había llegado a destino; y, al menos de parte del rubio, saber cómo estaban yendo las cosas con el azabache.

Su mejor amigo todavía estaba ligeramente receloso de la relación que estaba manteniendo con el detective; él creía que no era buena idea dejarlo entrar tanto a su vida y brindarle libertades para capturarlo; sin embargo, también comprendía sus sentimientos por el hombre, así que, comportándose más como su amigo y no como su cómplice de los robos, le ponía atención cuando se trataba de Levi, intentando aconsejarlo lo mejor posible.

– Oi, mocoso. No soy tu empleado para andar acarreando tu equipaje. – le dijo de pronto Levi, entregándole la maleta que había traído ese día y que había sacado de la cajuela del auto.

– Lo siento, no era mi intención. – le dijo el chico con una sonrisa culpable mientras tomaba su equipaje.

– Hay que ir a la recepción a ver lo de las habitaciones. – sentenció el hombre caminando hasta el ascensor para llegar hasta el lobby.

– Supongo que dormiremos en la misma cama. – insinuó el chico alcanzando al detective que ya estaba entrando en el elevador. Le respondió una sonrisa ladina cuando Levi lo fulminó con la mirada.

– Oi, no lo voy a repetir. No tienes tanta suerte. – sentenció este mientras ascendían hasta el primer piso. Caminaron hacia donde estaba el mostrador y un hombre vestido formalmente los recibió. Eren notó que el azabache mostraba su placa de policía junto a su identificación, lo cual lo sorprendió bastante.

– Detective Levi Ackerman, de Stohess. – dijo el hombre tras el mostrador. – ¿Viene con compañía? –

– Sí, desgraciadamente. – respondió Levi dándole una mirada de burla al chico, quien se sonrojó un poco y frunció el ceño en su dirección.

– ¿Necesita una habitación con cama compartida o …? –

– Con camas separadas, por favor. – indicó rápidamente el azabache antes de que Eren pudiese decir nada. El hombre de la recepción ingresó un par de datos más antes de entregarle la llave de la habitación al policía y permitirlos entrar al hotel.

Claramente, el edificio no era un hotel cinco estrellas de los que solía usar su padre cuando viajaban. El moreno siempre consideró que algunas de las habitaciones en donde le tocó hospedarse eran demasiado ostentosas, si incluso muchas de ellas eran más grandes que el pent-house donde vivía actualmente. Este hotel, en cambio, se notaba más pequeño aunque no por eso menos acogedor.

Ambos abordaron nuevamente el elevador hasta llegar al quinto piso, donde el cuarto que había pedido el azabache los esperaba.

– ¿Por qué tuviste que enseñar tu placa al entrar? – preguntó Eren con curiosidad.

– El cuerpo de policía es el que nos paga el hospedaje. El resto tenemos que verlo nosotros, así que tendrás que adaptarte. –

– No me preocupa dónde nos quedemos. – señaló el chico, esperando que Levi no pensara que por ser un hotel menos elegante, a él no le gustaría.

– Me refiero al espacio. Las habitaciones no son tan grandes, así que si necesitas una para ti solo, avísame y pedimos cuartos separados. – sentenció el azabache cuando llegaron hasta la puerta de su cuarto y se dispuso a abrir la puerta; hasta que el chiquillo toma el pomo de acabados dorados y, con ello, también la mano de Levi, frenando su acción de abrir la habitación.

– ¿Qué mejor para mí que dormir en la misma habitación que tú? – le dijo tratando de ponerlo nervioso; pero también para hacerle ver que preocuparse por esos detalles era innecesario, a él no le importaba realmente donde estar, mientras tuviese un techo donde dormir y algo con qué taparse para no morir de frío.

– Vamos a tener que establecer ciertas reglas entre nosotros mientras estemos aquí. – señaló el hombre, apartando la mano del muchacho y procediendo a abrir la habitación; sin embargo, antes de siquiera entrar, el azabache lo miró seriamente y con esa determinación que le recordó al día en que despertó tras haber sido apuñalado, como si le fuese a dar un sermón. – La primera regla es que no quiero que estés hurgando en la documentación que he traído para avanzar con mi trabajo. Me pediste que confiara en ti y eso estoy intentando hacer. –

– Por supuesto. – dijo el chico, adoptando la misma seriedad que su interlocutor.

– La segunda regla es que no puedes andarte apareciendo en los seminarios ni conferencias. Aparte de eso, puedes hacer lo que te dé la gana mientras estemos aquí; tampoco es necesario que me esperes en la habitación ni nada por el estilo. Pero. – acentuó antes de que el moreno dijera algo. – Esto me lleva a la tercera regla y es que debes llegar aquí todas las noches. –

– Levi, no vine a hacer del Espectro en esta ciudad. – mencionó el chico ligeramente ofendido por la última regla mencionada.

– No es por eso, idiota. – soltó el hombre, logrando sacarle un sobresalto debido a la brusquedad que utilizó en su tono de voz. – No conocemos la ciudad y Mitras es tan grande como Stohess, así que puedo asumir que los índices de delincuencia son parecidos. – Levi iba a decir algo, pero cerró la boca abruptamente y respiró profundo antes de continuar. – No quiero que te pase nada malo, ¿de acuerdo? – sus palabras mantuvieron a Eren en un estado de shock por unos segundos, antes de sentir que sus mejillas se teñían de rojo.

– ¿Estás… preocupado por mí? – se atrevió a preguntar, con más sinceridad de la que planeó.

– Serás idiota. – masculló Levi. – Te he cuidado en dos oportunidades, ¿no? Además, estoy seguro de que no le avisaste a tu familia que venías para acá; si algo te ocurre, no tengo las influencias de tu padre en la ciudad para ayudarte. –

– No pasará nada, lo prometo. – dijo el chico, tratando de recuperarse del repentino ataque de vergüenza que había sentido. – ¿Alguna regla más? – Levi lo miró entre cerrando los ojos por unos instantes, haciendo que el moreno se percatara de que sus pómulos volvían a adquirir un tono rosado tan pálido que pensó haberlo imaginado.

– Tienes prohibido acercarte a mi cama, ¿oíste? – dijo entonces, para luego abrir la puerta y comenzar a entrar a la habitación. El chico no pudo evitar lanzar una carcajada ante esa petición.

– Aunque no lo creas, será la regla que más me cueste seguir. –

El universitario se adentró a la habitación para descubrir dos camas gemelas ubicadas paralelamente la una con la otra. Un armario estaba utilizando la pared que estaba anexa a la puerta y el ancho ventanal que estaba al otro lado del cuarto mostraba a la ciudad de Mitras bañada por la noche, que combatía su oscuridad contra las luces de los faroles de las calles, los anuncios y los vehículos que circulaban todavía por ella; después de todo, era sábado por la noche, así que la ciudad parecía tan viva como debía verse durante el día.

Levi dejó su maleta junto a la cama que estaba más cerca de la ventana y procedió a abrir dicha ventana para dejar entrar un poco del viento frío que circulaba a esas horas; el chico, por su parte, dejó su maleta junto a la cama libre y se acercó al azabache para mirar hacia la nueva ciudad que estaba por descubrir en ese viaje.

– No te he preguntado si habías estado en esta ciudad anteriormente. – comentó el moreno tras unos instantes de agradable silencio entre ambos.

– No. – respondió el detective. – Odio asistir a estos eventos. Siempre es Erwin el que viene. –

– ¿Qué cambió esta vez? – cuestionó con curiosidad, a lo que Levi simplemente se encogió de hombros.

– Supongo que estas cosas son tan aburridas que pueden hartar hasta a alguien como Erwin. – mencionó con indiferencia, manteniendo su mirada hacia la ciudad.

– O sea que no querías venir. – concluyó Eren, mirando nuevamente al policía junto a él.

– Claro que no. – comentó, devolviéndole la mirada al chico y mostrando ese ceño fruncido tan característico de él.

– Así que, otro motivo por el que me trajiste fue para compartir tu miseria. –

– Es muy posible. Pero te lo advertí, mocoso. No esperes que sea un viaje divertido. – dijo con una media sonrisa y Eren se la devolvió.

– Entonces hay que hacerlo divertido. – mencionó él. – Vamos a caminar. Es temprano todavía. – propuso el chico, lleno de entusiasmo.

– Olvídalo. Tengo trabajo pendiente por hacer. – respondió el hombre, apartándose de la ventana y caminando hasta su equipaje; el chiquillo lo siguió y evitó que abriera su maleta.

– Vamos, Levi. Nos vinimos antes para aprovechar el fin de semana. – pidió el chico, tratando de mostrarse completamente entusiasmado. – Me di el tiempo de buscar lugares cerca del hotel que pudiesen ser tranquilos y vistosos. Ideales para turistas. Por ejemplo, ahora podemos ir al parque que está a unas manzanas de aquí. Hay una laguna preciosa. – comentó el moreno. – Mañana iremos al planetario usando el tren. –

– ¿Al planetario? ¿Crees que somos unos mocosos de excursión escolar? – inquirió el hombre, aparentemente ofendido por la proposición.

– Es un museo muy completo y totalmente apto para adultos. – replicó él; y, entonces, estiró su mano en dirección al azabache, invitándolo a seguirlo en sus planes de excursión por Mitras. – ¿Qué dices? –

Por unos momentos, el detective volvió a poner ese gesto lleno de dudas sobre sus planes. No era algo del otro mundo lo que el chico le proponía; sin embargo, también comprendía que, para Levi, este asunto de conocerlo como Eren simplemente, manteniendo al margen ese conocimiento sobre su identidad como el Espectro, era complicado y difícil de llevar, porque seguramente sus mayores instintos lo llevaban a desconfiar de él.

Por otro lado, algo que mantenía viva la llama de la ilusión dentro del chico, era ver esa duda que oscilaba entre la curiosidad y la tentación de dejarse llevar y finalmente entender aquello que todavía no daba cabida en su cabeza. Eren podía comprender todos esos pensamientos con tan solo mirar sus ojos grises dirigidos a la mano que todavía extendía en dirección al detective.

Y entonces, su acerada mirada se alza hacia él nuevamente; más determinada que antes, aunque con un poco de frustración y resignación.

– Sólo si contestas algunas preguntas. – condicionó.

– Es un parque muy grande. Podría contestar muchas. – sugirió él.

 

~*~~~*~~~*~

 

El catálogo que había estudiado para ese viaje no había mentido respecto a la maravilla de parque que había en medio de la ciudad. Ocupaba al menos diez manzanas completas y se notaba la preocupación que ejercía la alcaldía por cuidar los pastos, las flores, los árboles y también la bella laguna que había en medio de él, ahora rodeada de pequeños faroles que formaban sutiles reflejos de luz anaranjada sobre la superficie del agua – la cual parecía congelada debido a la temperatura –, además los senderos se encontraban nivelados para evitar accidentes y libres de basura debido a los múltiples contenedores que se ubicaban estratégicamente cada ciertos metros.

Levi y él llevaban caminando por el lugar al menos diez minutos. Habían comprado café para evitar que sus manos se congelaran durante su paseo, pero este ya se había enfriado lo suficiente; a su alrededor, la gente circulaba por el lugar con tranquilidad, acostumbrados a la vista de ese paisaje tan diferente a la de los rascacielos y el asfalto de las avenidas; sin embargo, para ellos era toda una novedad tener un lugar así, en medio de la urbe, para cambiar de panorámica… bueno, en Stohess probablemente un parque así jamás sería tan cuidado como en Mitras y, por lo demás, terminaría siendo un punto de encuentro para transacciones ilegales y robos a mano armada.

Mientras transitaban a un ritmo constante y bastante lento por el sector, Levi le había preguntado varias cosas al muchacho. La primera fue la historia completa de esa noche en que lo encontró en el edificio, para luego preguntarle por los motivos que lo llevaron a ir hasta ese lugar en vez de un centro asistencial. Eren le había comentado que fue un impulso, a sabiendas que estaba con la máscara y vestido todo de negro, algo poco usual en él, así que en su delirio pensó que podía cuidar de su propia herida.

El detective se había dedicado a asentir ante sus respuestas, evocando una que otra pregunta que entraba más en detalles; pero jamás le preguntó por el atraco en sí, dónde había guardado los bienes robados y cómo es que realizaba los ataques y salir «volando», como decían en la prensa.

– Siguiente pregunta. – dijo entonces el chico, animado con la idea de que Levi tomara más confianza en esa conversación. Tras un par de pasos en silencio, el detective alzó la vista hacia él y luego volvió a dirigirlo hacia el camino que seguían.

– ¿Qué haces con lo que robas? – preguntó. Eren admitió que esa pregunta lo tomó por sorpresa, sobre todo al notar que Levi se veía indeciso por plantearla.

– Ya te lo había dicho. Se lo doy a personas que lo necesitan. – respondió él con una sonrisa.

– ¿Cómo decides a quién dárselo? – esta vez, los ojos grises del detective había dirigido su atención hacia él.

– Hasta el momento, lo he donado de manera anónima a distintos programas de los sectores públicos. – confesó, bajando su mirada hacia sus pies que recorrían el sendero. – Rehabilitación de niños y adolescentes drogadictos, programas de ayuda para niños con enfermedades como el cáncer, otras atenciones médicas que requieren tratamientos costos; incluso uno de los mayores atracos que efectué lo doné a un centro asistencial que trabaja con personas con diversas discapacidades. –

– ¿Y cómo haces esas donaciones? Porque me imagino que van asociadas a una cuenta. Por lo demás, también has robado posesiones como joyas, entre otros bienes de gran valor. – el tono de voz de Levi era muy neutral, casi como si le estuviese haciendo un interrogatorio por formulario; y, particularmente esa pregunta, no sabía si era prudente responderla. Había todo un trabajo detrás de los robos del Espectro que él no se sentía seguro de compartir… al menos no todavía.

– Los bienes se venden bien en el mercado negro, y, por lo demás, tengo un sistema para enviar cheques sin que se vinculen a mí. – respondió tratando de ser conciso, aunque vago. Entonces, el detective junto a él detuvo su andar y se concentró en observarlo detenidamente mientras el aire frío de la noche lograba que sus alientos se volvieran vapor etéreo al respirar; la nariz del azabache, pese a estar ligeramente tapada por una bufanda oscura, se notaba sutilmente roja, al igual que sus pómulos.

– ¿Hay más personas involucradas en esto? –

Sabía que, en algún momento, el policía le haría esa pregunta y, de alguna forma, esperó que no fuera tan pronto, porque todavía no sabía qué responder. Armin era su cómplice, el que le ayudaba con las investigaciones, con los datos, con la planificación y estrategia según la información recopilada sobre sus objetivos; pero no sólo estaba el rubio metido en eso. 

Eren tenía otras personas que lo ayudaban en las conexiones del mercado negro y con el tema de las donaciones anónimas; sin ellos, probablemente lo hubiesen capturado hace mucho tiempo, porque, honestamente, el moreno jamás fue un buen estratega y existieron muchos aspectos y aristas cortantes que él no había considerado en sus primeros planes; terminando por ser ayudado por esas personas para concretizar de la mejor manera sus crímenes y salir airoso como lo había hecho hasta ese momento.

– Por tu silencio, puedo apostar a que sí. – sentenció Levi antes de que el chiquillo pudiese decir cualquier cosa; suavizando un poco su semblante, pero manteniendo el ceño fruncido en su dirección. – ¿Estas personas te están obligando a seguir con los robos? –

– No. – se apresuró a decir el chico. – De hecho, soy yo el que mantiene la convicción de seguir con esto. Ellos simplemente me apoyan. –

– ¿Historia Reiss está involucrada? – la pregunta del detective lo hizo relajarse lo suficiente para soltar una carcajada, a la vez que negaba con la cabeza.

– Historia me mataría si supiera que estoy haciendo esto. Jamás me dejaría participar en algo tan peligroso. – respondió con total honestidad y pensando en el cariño que se tenía con la pequeña rubia; y en el miedo que le daba cuando esta se enojaba.

Levi lo observó por unos segundos más antes de evocar un suspiro y continuar caminando por el parque. Eren le dedicó una sonrisa y le siguió el paso en silencio. Estaba secretamente agradecido de que el azabache no le preguntara por los nombres de las personas que lo ayudaban; en cierta parte, entendía que esto podía cambiar un poco las cosas respecto a su percepción del caso como detective, llevándolo a armar una nueva red de hechos relacionados a los robos; por ejemplo, buscar los programas que le mencionó hace unos instantes para averiguar cuál de ellos había recibido una importante donación anónima durante los últimos dos años y comenzar, bajo esa premisa, a relacionar las series de los cheques para buscar un primer sospechoso.

Honestamente, conociendo el perfil del detective junto a él, estaba seguro de que tarde o temprano podría dar con el nombre de alguno de sus compañeros y esto lo asustaba horrores; pero también confiaba en el excelente trabajo que ellos realizaban para cubrir sus rastros y esperaba que el policía… bueno, esperaba que Levi no siguiera esa línea de investigación todavía.

– Eren. – lo llamó de pronto, haciendo que él lo mirara con curiosidad y un poco asustado. – No voy a usar esta información. No te preocupes. – dijo Levi, haciendo que el chico detuviera su avance debido a la sorpresa.

– ¿Por qué no? – preguntó preocupado.

– No tengo argumentos para justificar esta línea de investigación. Sólo levantaría sospechas de que tengo un informante y no quiero que lo asocien contigo. – argumentó el policía. – Pero tengo un par de ideas para que crean que sigo con la investigación. –

– ¿Se supone que no planeas seguir con ella? – lo que le estaba diciendo Levi se salía completamente de lo que esperaba Eren.

– Ya sé quién es el Espectro. Ya sé lo que hace con el dinero… lo único que me queda es hacer que paren sus crímenes. – sentenció el hombre, mirándolo con esos ojos acerados deslumbrantes. Había duda, expectación, frustración y también indecisión en esos ojos grises que ahora estaban fijos en los verdeazulados del moreno, lo cual lo hacía sentir inquieto; la verdad era que entendía perfectamente la posición en la que dejaba a Levi, pidiéndole la oportunidad de conocerse antes de lo que enjuiciara.

– ¿Por qué estás haciendo esto, Levi? ¿Por qué…? – el chico tragó con fuerza para tratar de disolver el nudo de su garganta. – ¿Por qué me sigues este juego? –

El silencio volvió a reinar sepulcral entre ellos. El chico no sabía si el viento llegaba a ser tan frío como la mirada que ahora le dedicaba el hombre frente a él. Bajo esos ojos glaciares, el moreno se sintió como niño nuevamente, a punto de ser castigado por su padre, llevándose un sermón por haber sido caprichoso y desobediente.

Sin embargo, de pronto, el semblante de su acompañante se suaviza lentamente, mientras se acerca hasta a él para quedar a un paso de distancia. Sus cejas no se fruncían, ni tampoco parecían afligidas, sino que mantenían un semblante sereno, como tratando de encontrar las palabras correctas… ¿para apoyarlo?

– Me volví policía porque creí que así podría salvar a las personas. Que podría asegurar la seguridad del resto y llevar ante la justicia a quienes trasgredían los derechos de los demás. – comenzó a decir el azabache con un tono nostálgico. – Y lo cierto es que no he podido hacer nada por remediar las cosas. Hay miles de factores que no puedo controlar y que están totalmente fuera de mi alcance… De hecho, lo único que he logrado durante mi carrera ha sido desbaratar un par de bandas de narcotráfico, resolver algunos casos de asesinatos seriales y encontrar personas desaparecidas. – el relato que expresaba el detective venía cargado con odio… y Eren se dio cuenta de que era un odio hacia sí mismo. – Pero he sido incapaz de tocar a la élite y frenar la corrupción de los políticos y gobernantes. He sido una marioneta más para ellos. – esas palabras dolieron en lo más profundo de su corazón. Saber que esa era la imagen que tenía Levi sobre sí mismo le causaba una tristeza terrible, porque él creía todo lo contrario sobre el hombre que ahora estaba frente a él. Ante esto, y quizá más para calmar su propio sentir que el contrario, estiró su mano y tomó la del otro, sosteniéndola entre ellos con suavidad. – Eren. – lo llamó entonces, obligándolo a mirarlo nuevamente y desviar su atención de sus manos sujetas. – Tú has hecho más por otras personas que yo. Puede que no sea la manera correcta ni la que yo hubiese elegido, pero, a tu manera, estas intentado ayudar a otros, desafiando a los círculos poderosos de la ciudad. – la mano de Levi sostuvo con más fuerza la del moreno antes de seguir. – Para mí no eres un criminal…. Lo cual no quita que esté en desacuerdo con tu método. –

– ¿Y eso dónde nos deja, Levi? – cuestionó el chico, aún cargado con la tristeza que las palabras del azabache habían dejado en él.

– En algún punto esto tiene que terminar, Eren. – sentenció el azabache. – No sé qué esperas de mí para ese entonces. ¿que te proteja de tus enemigos? ¿de un juicio? –

– No. – dijo él, sintiéndose fuera de lugar debido al rumbo que había tomado la conversación. – No quiero que tu trabajo ni tu vida se vea afectada por lo que hago. –

– Me dijiste que, eventualmente, ibas a necesitar mi ayuda. –

– Pero no es como tú crees. Necesito que confíes en mí. – sentenció el chico, apretando un poco más la mano del azabache entre la suya.

– Estoy trabajando en eso. – dijo el detective y, luego de un largo suspiró, añadió. – Por eso he decidido creerte todo lo que me has dicho esta noche. –

– Gracias. – susurró, dibujando una sonrisa para su acompañante.

Esas palabras terminaron de aliviar la tempestad que se estaba formando en su mente, manifestándose al apretar su estómago y ahogarlo con un nudo en su garganta cuyo amargor llegaba a doler. Todavía sentía miedo de que Levi lo mandara a la mierda con este trato de conocerse, que se hartara de él y se diera cuenta de que no valía la pena conocerlo, entendiendo que Eren era un ladrón y Levi era una policía; que su deber y juramento a la institución eran más importantes para su conciencia que dejar libre a un mocoso, hijo de un millonario que quería ayudar a otros, robándole el dinero a alguien más en vez de usar su propia riqueza para obras de caridad.

No quería que Levi pensara así de él y, por lo mismo, que el admitiera que le creía sobre lo que habían hablado durante ese paseo y, tal vez, también durante el tiempo que llevaban conociéndose, le daba una paz provisoria para todo lo que aún tenían que enfrentar.

– No me agradezcas todavía, mocoso. – comentó el hombre, soltando la mano del moreno. – Estoy intentando conocer a la persona detrás del ladrón. Puedo ver que tus intenciones son buenas; sin embargo, todavía estoy determinado en hacer que dejes esto lo más pronto posible… ya sabes mis razones. Podemos buscar juntos otra manera de ayudar a las personas. – el azabache comenzó a moverse nuevamente y Eren sintió que su corazón se llenaba de calidez nuevamente. Levi podría intimidar con su mirada, congelando sus movimientos completamente, así como derretir su corazón y hacerle sentir un calor aflorar desde su pecho hasta manifestarse como un sonrojo en sus mejillas.

– Me gusta cuando dices que podemos hacer cosas «juntos». – mencionó, entrelazando su brazo con el contrario para permanecer más cerca del hombre.

– Oi, no te he dado el permiso para acercarte tanto. – señaló el azabache mirándolo con molestia fingida, pues se mostraba más avergonzado que molesto.

– Oh, es que tengo frío. – dijo el chico, apegándose más al hombre.

– Me importa una mierda. Quítate. –

– No seas vergonzoso, Levi. –

El resto del paseo y la vuelta hacia el hotel, lo pasaron entre risas del mocoso y advertencias del mayor por sus bromas. Eren sentía que había dado otro pequeño paso en su relación con el azabache tras esos momentos de sinceridad entre ambos.

La duda en el hombre seguía presente en sus palabras y por supuesto que su confianza aún no era plena; sin embargo, el chico se sentía esperanzado de que, si seguía siéndole sincero al detective, podría ver con más claridad las cosas desde su punto de vista.

Por lo demás, otro objetivo se plantó en la mente del universitario mientras iba caminando tomado del brazo del policía – muy a regañadientes del otro – y es que quería cambiar esa horrible percepción que tenía Levi sobre sí mismo y su trabajo, porque el mismo chico se había sentido inspirado por la manera de actuar del policía y de su pensamiento respecto a las conductas de la sociedad donde vivían.

 

Sin duda, era un viaje que iba a aprovechar completamente. 

Notas finales:

¡Ay, muchas gracias por haber leído este capítulo! Espero de todo corazón que les haya gustado (:

Nuevamente, pido disculpas por la demora en actualizar; prometo ser más constante. Y, además, quería aprovechar de agradecer también a la gente que está leyendo mi historia, comentando, votando y también agregándola a sus listas de lectura <3 Me hace muy feliz que le den un oportunidad y que pueda entretenerles. 

Nos vemos en el próximo.


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