Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Emboscada triunfal por 1827kratSN

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Le encantaba la libertad que respiraba en tierras frías, imaginaba que su vida podría ser así para siempre, e intentaba olvidar por instantes su labor primordial. Se levantaba muy temprano para caminar despacio por los jardines, tocar los pétalos de las flores, admirar las nubes, adivinar lo que preparaban las cocineras de ese palacio.

URSS le autorizó a explorar sin guía, con ciertos privilegios en ciertas secciones, y más feliz no podía estar. Aunque no lograse salir al pueblo por su cuenta, no importaba, porque nunca había sentido tanta libertad como en aquellos días.

Sin pláticas sobre su futuro, sin planes a concretarse y que él debería conocer a la perfección, sin estrategias para enfrentar guerras que ni existían, sin normas de etiqueta o extensos estudios de como ser sumiso ante otro. Sin la mirada triste de su padre y el fantasma ausente de su otro progenitor.

Y aunque tenía pesadillas de vez en cuando, ahora tenía a USA para que le diera consuelo y lo abrazara hasta que ambos se quedaran dormidos.

Tenía lo que siempre quiso, pero lamentaba que fuera temporal.

Porque el día de la boda llegaba, y con eso, debería regresar a su prisión personal.

Pero estaba tan alegre en esos días, y tal vez por eso dejó de lado ciertas cosas.

Y en un día cualquiera, se encontró de frente con sus cadenas.

—Te envenenaría si tuviera la oportunidad.

Canadá hablaba en serio, porque solo ese ser le producía tanto rencor e ira, y de tal forma que ni siquiera podía fingir cual sonrisa amable que lo caracterizaba.

Ni siquiera lo saludó. Soltó la primera amenaza que se le vino a la mente, lo miró con desprecio, apretó los puños, y soportó el ardor de su estómago cuando escuchó a ese idiota reír a viva voz.

Como si se divirtiera con su sola existencia.

O disfrutara de su rabia.

—Y yo me tomaría lo que me dieras, sin dudar —sonrisa que mostraba la dentadura casi completa, mirada serena y burlona.

Canadá suspiró para retomar un poquito de calma, porque siempre era así.

Aunque deseara que, en alguna ocasión, aquel idiota se hartara de su actitud, nunca pasaba.

México seguía sonriendo ante sus ataques, burlándose de su desdicha, acercándose sin respetar su espacio personal, diciendo cosas que solo lo molestaban más.

—No es agradable verte —casi escupió cada palabra.

—¡Así me gustan! Grandotes y bravos para que me peguen... —una risa más— y para amansarlos.

Vulgar, escandaloso, y despreocupado.

—Soy pacifista —Canadá respiró profundo—. No me enojo —apretó el libro que aún no terminaba de leer—. No me… enojo.

—¿Creíste que no te iba a encontrar?

—¿No te basta con saber que nos vamos a casar después de que mi hermano lo haga?

—Claro que no.

—¿Tanto te gusta torturarme?

—Claro que…

—México, no molestes a mi invitado.

URSS vio a su amigo desde la ventana opuesta al jardín, ventana que últimamente usaba para espiar a Canadá sin que este se fijara, y que rindió frutos. Apenas vio a México llegar y encontrarse con Canadá, apresuró sus pasos lo suficiente para que la interacción entre esos dos fuera mínima.

—¡Cuánto tiempo sin verlo, compadre!

—Bienvenido, Méx.

—Maldición —murmuró Canadá antes de darse media vuelta.

—¡No te vas a despedir de mí, dulzura! —el mexicano elevó su voz.

En otra ocasión, Canadá hubiese respondido con cualquier comentario seco, mirada furiosa, o algo más. Pero como invitado en esas tierras, y voz de su hermano mayor, solo apresuró su paso para alejarse de aquel individuo.

Iba a encerrarse junto a su hermano en el cuarto hasta que México abandonara el palacio.

Y rogaba porque a su prometido no se le ocurriera reclamar sus derechos y obligarlo a compartir tiempo como tantas otras veces ya había solicitado. Pedía que URSS se apiadara de él y no lo hiciera pasar por ese martirio.

Solo pudo respirar en paz cuando azotó la puerta de su hermano, colocó el seguro, y se sintió seguro en la privacidad de esa habitación.

Poca explicación debió dar para que USA entendiera todo, y se refugió en los brazos de su protector de casi toda la vida.

Se distrajo con problemas ajenos, como era común.

—¿Te quieres escapar de nuevo?

Canadá miró a su hermano con pena, porque deseaba tanto poder ayudar en eso…, y se sentía tan mal por no hacerlo.

—Ya no —USA suspiró—. Ya me da igual... —jugueteó con las cobijas mal colocadas—. Solo espero que el soviético sepa tratarme como merezco o habrá problemas.

Canadá rio bajito, USA le siguió, y así pasaron un momento.

Hasta que fue necesario tocar el tema.

—Hermano…, México está aquí —susurró.

—Para lo que nos debería importar —se fue hacia la ventana—. Tranquilo, Can... Ese asunto ya pasó.

Porque era un problema de los dos hermanos… Y a la vez no lo era.

—Ame...

—Sabes lo que dice papá.

—El amor destruye reinos —Canadá suspiró—. Por eso los matrimonios arreglados salvan a todos.

—Sí... —hizo una mueca—. Pero cuando tenga suficiente poder, la monarquía se va a terminar —sonrió con malicia.

—Aquí vamos de nuevo —rio bajito—. Por eso papá te comprometió con URSS, él no te va a permitir seguir con tus planes.

—No me interesa con quien me comprometan... Nadie me va a impedir cambiar todo este horrible sistema —miró a su hermano—. Y cuando eso pase, te libraré de ese absurdo castigo tuyo.

—Lo lamento.

—No lo lamentes ahora —sonrió—. Laméntalo si es que fallo, aunque eso no pasará.

—Quisiera tener tu seguridad.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).