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Koi no Yokan por TsubasaHatsukoi

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Desde pequeño siempre supo que tenía un don especial. No fue muy difícil notarlo, sabía que nadie más podía ver lo que él veía. Al principio, cuando acababa de descubrirlo se lo contó a su hermano, pero como era aún un niño, Takahiro pensó que se trataría de algún juego suyo y no le tomó mucha importancia, con el tiempo decidió dejarlo de esa forma, tal vez lo mejor era que nadie se enterara.

¿Conocen la historia del "Akai Ito" o la leyenda del "Hilo Rojo"?

Bueno...

Misaki podía ver el hilo rojo de las personas.

Vio el de sus padres antes de que murieran, ellos estaban conectados, eran destinados. Vio el de su hermano. Incluso había visto el suyo. De pequeño solo veía como este se tensaba y se aflojaba, nunca supo cómo reaccionar, si emocionarse o preocuparse, después de todo aún era muy pequeño para pensar en el amor de su vida, pero eso no evitaba que sintiera curiosidad. No podía tocar los hilos, por lo que solo se limitaba a observarlos, los veía moverse y enredarse en ocasiones.

Un día mientras esperaba a que su hermano llegara de la escuela vio como su hilo comenzaba a moverse y se aflojaba y estiraba poco a poco, su pareja estaba cerca. Se quedó viéndolo por un tiempo, si estaba en lo correcto, el hilo se acortaba cada vez más, esa persona se estaba acercando, demasiado. Sin embargo, para cuando se dio cuenta su hermano ya había llegado.

Pero no estaba solo.

Venía acompañado de otra persona.

Su hermano se lo presentó como Usami Akihiko, era amigo y compañero de su hermano, al parecer un joven escritor que a pesar de su corta edad ya había publicado (con éxito) algunas novelas. No iba a mentir, la verdad es que quedó impresionado cuando lo vio, imponente y grande, con su brillante cabello color plata y sus ojos color violeta que hipnotizaban a quien lo viera, o al menos a Misaki le pasó, no podía dejar de mirar a ese hombre, tanto que ni siquiera reaccionó cuando su hermano lo llamaba. Luego de que saliera de su trance regresó su vista al hilo que yacía amarrado a su meñique y lo siguió con la mirada, hasta dar con el otro extremo y, en efecto...

Estaba enlazado al meñique de ese misterioso joven.

Usami Akihiko era su persona destinada.

Al principio no quiso que sus sentimientos fueran guiados sólo por el hecho de saber quien era su persona destinada, pensaba que se iba a sugestionar y que solo se sentiría atraído hacia él por eso. Sin embargo no se tardó mucho para caer enamorado por completo de aquel hombre. Ya no sabía si era el destino, la casualidad o todo el tiempo que lo admiró en secreto, pero definitivamente se había enamorado de Usami.

Pero nunca llegó a decírselo por dos razones.

Primero, era un niño aún y él estaba completamente consciente de eso, si lo hacía quería hacerlo cuando fuera lo suficientemente maduro como para confesarle sus sentimientos y que lo tomara con seriedad, que no pensara que era solo una ocurrencia de su niñez.

Y dos. No sólo podía ver los hilos rojos de las personas. Tenía una habilidad diferente, no sabía si estaba relacionada al hecho de poder ver los hilos, pero suponía que así era. Tenía una clase de poder extraño, con sólo mirar a la gente podía percibir sus emociones, sentía una conexión con ellas por un breve momento y podía saber que es lo que sienten y anhelan en ese instante. Y él había admirado a Akihiko en incontables ocasiones para no darse cuenta de lo que sentía.

Él estaba enamorado de su hermano Takahiro...

Y lo peor de todo es que no era correspondido, su hermano no estaba enterado de aquello, era muy despistado como para darse cuenta de que su mejor amigo estaba enamorado de él. Pero a pesar de eso, él sabía que Takahiro no sentía lo mismo, y muy probablemente Akihiko también lo sabía.

Y ahora, casi 10 años después, ahí estaban, en la casa de los Takahashi, presenciando como Takahiro rompía el corazón de Usami por completo y definitivamente. Takahiro había llevado a casa a su novia para anunciarles que le acababa de pedir matrimonio y se iban a casar pronto.

Y Misaki vio como la alegre mirada del escritor se despedazaba y sus ojos se abrían con sorpresa por un breve instante, para luego sonreír con tristeza -tristeza que solo el menor notó- felicitando a la pareja por su matrimonio.

Misaki de igual forma, los felicitó y sonrió falsamente, sintiendo como si se destrozara por dentro al sentir él mismo los sentimientos encontrados y el corazón roto del peliplata.

Luego del anuncio de la pareja, los cuatro se sentaron a disfrutar de la cena que el menor de los Takahashi había preparado.

- Creo que ya es hora de irme Takahiro. - Luego de terminar con la comida, pasaron solo un rato más charlando par que Usami anunciara su retirada.

- ¿Ya? Aún es temprano Usagi. - Takahiro vio fugazmente el reloj de pared que se encontraba en el cuarto.

- Olvidé que debo entregar un escrito mañana temprano. - Se excusó con una sonrisa al mayor de los castaños. Estaba mintiendo, Misaki lo sabía.

- Siempre olvidas tus fechas de entrega. - Soltó una leve risita burlona ante su propio comentario. - Está bien, nos vemos luego. - Para ese momento Usagi ya se había puesto de pie, y a Takahiro no le quedó de otra más que aceptar la despedida de Usami.

- Felicidades nuevamente Takahiro. - La voz del peliplata sonó entrecortada tras decir esa frase, Misaki se sorprendió ante eso, nunca había escuchado al mayor tan vulnerable, esperaba que su hermano no lo hubiera notado o sería un gran problema.

- Gracias amigo. - Con una sonrisa, Takahiro le respondió al escritor, e inmediatamente después de eso, Usami salió por la puerta. Akihiko estaba mal, Misaki podía sentirlo, tenía que hacer algo, no podía dejar que la persona de la que estaba enamorado sufriera por su cuenta, ahogándose en sus propios pensamientos.

- Nii-chan, creo que iré a comprar más frituras. - Misaki dijo eso para luego ponerse de pie de inmediato, antes de que pasara más tiempo.

- ¿Eh? - El cambio de tema repentino de Misaki lo descolocó, antes de que pudiera contestar algo Misaki ya se había puesto de pie dispuesto para salir - ¿No quieres que te acompañe?

- No, está bien. No me tardo. - Y sin esperar respuesta del mayor salió a paso rápido del departamento. Corrió hasta que salió del edificio, deteniéndose por un momento a ver si podía visualizar a Usagi por algún lado, bajó al estacionamiento del edificio, su auto aún estaba ahí, no había regresado a su departamento. No había pasado tanto tiempo desde que el otro salió del departamento, no podía estar lejos. Luego de asegurarse que no estaba en algún lugar alrededor del edificio, corrió por las calles, mirando para todos lados, con el corazón en la mano.

Usami siempre había sido su debilidad, con el paso de los años se había acostumbrado a su presencia y encontraba reconfortante poder permanecer a su lado. Sin embargo, era completamente serio en cuanto a los sentimientos del mayor se trataba, siempre se había encargado de hacerle saber al otro que él era como su familia, y que podía contar con él para lo que fuera. Nunca le hizo saber a Usami que sabía que estaba enamorado de su hermano, no lo creía necesario, pensaba que si el otro llegase a saberlo sería incómodo para él y prefirió guardarse ese secreto para él.

Cargando con el sufrimiento de ambos por un amor no correspondido.

Siguió caminando por las calles, buscando al mayor, hasta que lo encontró. Estaba parado junto a un faro de luz cercano a un parque, estaba con la cabeza apuntando hacia el cielo con los ojos cerrados, desde su posición podía ver claramente un pequeño brillo alrededor de sus ojos, eran lágrimas, estaba llorando. Misaki no tuvo necesidad de que percibir los sentimientos del escritor, estaba destrozodo, completamente expuesto y vulnerable. Sin darse cuenta, los ojos del menor se habían agüadado también.

- Usagi-san... - Se había acercado más a donde el otro se encontraba, llamándolo con suavidad. El castaño ni siquiera estaba seguro de que era lo que le iba a decir, salió a las carreras cuando vio a Usagi de esa forma que ni siquiera pensó en sus acciones. - ¿Estás bien? - El peliplata pasó su mano por su rostro, restregando las lágrimas que se pudieran encontrar ahí. Sin mirarlo.

- Sí... - Hizo una pequeña pausa sin girar a verlo, seguía con su mirada perdida en algún punto de la noche. - Sólo pensaba.

- No tienes porque retenerte. - Fue hasta ese momento que Usami lo miró, por un breve instante. - Puedes llorar si quieres, no hay nada de malo en eso.

- Yo no... - El escritor estaba a punto de refutar contra las palabras de Misaki, pero se vio interrumpido por las palabras del pequeño.

- Sé que estás enamorado de mi hermano. - Los ojos de Usami se abrieron con sorpresa al escuchar esa revelación. - Siempre lo he sabido. - El mayor guardó silencio por unos instantes.

- ¿Cómo? - Cuestionó, ante la seguridad con la que Misaki le estaba hablando, no había forma de mentirle.

- He pasado demasiado tiempo admirándote en silencio como para no darme cuenta... - Lo dijo casi en un susurro, no sabiendo si era bueno que el otro se enterara o no de su pequeño fanatismo por su persona, pero a pesar de eso, estaba seguro que lo había alcanzado a escuchar. Misaki se acercó al mayor, hasta ese momento se había mantenido a unos metros alejado. Usami suspiró, regresando su vista a algún punto de la escura noche.

- Es solo que... siempre pensé que con solo estar a su lado era más que suficiente. Es un privilegio poder permanecer con la persona que amas, aún si esa persona no corresponde tus sentimientos... - A Misaki se le hizo un nudo en el estómago al escuchar aquello. Lo sabía, lo sabía muy bien. - Pero esto simplemente me tomó por sorpresa... Ya nada va a ser igual. - Y dicho aquello, Usami tapó su rostro con una de sus manos, a la vez que soltaba otro largo suspiro y giraba un poco su cuerpo para no ver al ojiverde de frente. Misaki ya no tuvo palabras para responder a aquello, menos al notar como por entre los dedos del mayor se colaban sus grandes y brillantes lágrimas, estaba llorando de nuevo.

Misaki no lo soportó y sin pensarlo se lanzó a abrazar a Usami por la espalda, pasando sus delgados brazos por el torso del escritor, apretándolo fuertemente contra él. No necesitaba verlo de frente para transmitirle aunque fuera un poco de su calor, para compartir todo el dolor que estaba sintiendo en esos momentos, no necesitaba verlo de frente para tratar de consolarlo, aunque fuera tan sólo un poco, porque sabía que era imposible que se repusiera con sólo un abrazo de su persona.

Usami no lo miró, pero no lo apartó. Al contrario, se pegó lo más que la posición en la que se encontrban se lo permitía al cuerpo de Misaki, disfrutando del cálido abrazo que le propiciaba el menor, sosteniendo con suavidad con su mano el brazo del otro que lo rodeaba fuertemente. Y siguió llorando, descargando todas las lágrimas que tenía acumuladas desde que se resignó a que su amor era un amor unilateral, desde que se enteró que Takahiro tenía una novia, desde que supo que si permanecía a lado de Takahiro sería solo como su mejor amigo.

Lloraba toda la impotencia acumulada de un amor no correspondido.

        


La boda fue algo realmente sencillo, sólo fue una pequeña ceremonia, con la familia de la novia y algunos amigos y colegas de Takahiro. Misaki no se alejó de Usami en toda la noche no quería dejarlo solo, cuando estaba con Takahiro podía notar como su corazón se estrujaba un poco, ver como el escritor debía actuar alegre y jovial, y era muy doloroso. Y no es como que Usami quisiera estar en otro lado, se encontraba completamente afectado por todo lo que estaba pasando, perder a la persona que más amabas de la noche a la mañana no es algo fácil de sobrellevar; y lo único que podía hacer era aferrarse a Misaki, la única persona que estuvo para él cuando todo se vino abajo.

Sin embargo, como el destino decide portarse bien en algunas ocasiones, Misaki y Usami comenzaron a vivir juntos. No por acuerdo de ambos, sino por sugerencia de Takahiro, quien había recibido una oferta de trabajo fuera de la ciudad y no quería dejar a Misaki solo a cargo del departamento donde vivían. Le pidió a su querido amigo Usagi si podría recibir a Misaki en su hogar mientras este terminaba la universidad.

Y ninguno de los dos involucrados pudo negarse a aquella sugerencia.

Usami aún era débil ante cualquier cosa que tuviera que ver con Takahiro por lo que una negación a su petición no fue posible. Misaki en cambio, no cupo en su felicidad cuando su hermano le dijo que comenzaría a vivir con el escritor, tal vez al fin su hilo rojo haría de las suyas luego de tantos años a lado de Akihiko.

Misaki se encontraba tendiendo ropa en la terraza, para dejar listas algunas cosas antes de que tuviera que irse a la escuela. El menor se encargaba de todas las tareas domésticas, de forma que no tenía que pagarle ningún alquiler al escritor. Y esa mañana no era la excepción.

Hace unos minutos había notado que el escritor había salido de su habitación, con su uso gigante bajo el brazo y su laptop entre sus manos. Tenía la costumbre de bajar a la cocina por las mañanas, malhumorado y sin haber terminado su trabajo, para tomar una taza de café, sentarse en el sillón de la sala y de esa forma continuar con su trabajo, cuando terminaba su café, regresaba arriba para encerrarse en su estudio. En ese momento ya se encontraba con su café en la mesita frente a él y con su computadora entre sus piernas, tecleaba sumido en su trabajo, sin prestarle atención a él (que ya se encontraba en la cocina) o a ninguna otra cosa a su alrededor.

- Usagi-san hay comida en el estufa si quieres desayunar. - Comentó mientras terminaba de preparar las cosas.

- ¿No vas a desayunar conmigo? - El escritor levantó la mirada solo por un breve instante para luego volver a su trabajo. Normalmente desayunaban juntos luego de que Misaki cocinara para ambos, pero había algunos días (como aquel) en las que las clases del menor comenzaban más temprano y prefería saltarse el desayuno de vez en cuando a llegar tarde a sus clases de la mañana.

- No, ya es tarde, tengo que irme para llegar a tiempo.

- Puedo llevarte en el auto y llegamos en 5 minutos.

- No, gracias. Puedo irme por mi cuenta - La verdad es que Misaki amaba que el mayor se tomara esa clase de atenciones con su persona, pero a pesar de eso prefería mantener su perfil bajo en la universidad, que lo vieran llegar al campus de la escuela acompañado del gran Usami Akihiko en un lujoso deportivo rojo, no era pasar desapercibido, para nada.

Usami ya no dijo nada, solo siguió trabajando mientras Misaki terminaba de preparar sus cosas para irse a la universidad. Recogió unas cuantas cosas que quedaban en la cocina por el desayuno que acababa de preparar para luego dirigirse a limpiarse para posteriormente tomar su mochila. Estaba a punto de despedirse para salir del departamento, pero al ver a Usami tan concentrado con sus cosas, se detuvo.

Lo vio por unos segundos, a pesar de que el otro estuviera centrado en su totalidad en su trabajo, podía percibir claramente que era lo que este estaba sintiendo en aquel momento; estaba en paz y sereno consigo mismo, luego de incontables semanas en los que su corazón estuvo inquieto gracias a la boda de su hermano, al fin estaba tranquilo. Pero seguía pensando en él a pesar de todo, era una sensación similar a la que había mucho antes de que supieran que Takahiro se iba a casar, había regresado a ser al escritor agradecido por la amistad que recibía por parte de su amor platónico. No obstante había un pequeño retoño en el interior del escritor, le gustaba llamar retoños a aquellos sentimientos que apenas comenzaban a florecer en las personas, pero precisamente porque apenas estaban naciendo, no podía detectarlos con claridad, pero era un sentimiento cálido, de eso estaba seguro.

Suspiró resignado, sabía que no era sencillo luchar contra los sentimientos del peliplata, un amor que creció en su interior durante más de 10 años era imposible de superar en tan solo unos meses, no sabía que hacer contra aquello, por más que quisiera ir y aferrarse a él para siempre, consolarlo y entregarle todo el amor que su hermano no pudo darle, no era tan sencillo, claro que no lo era.

- ¿Pasa algo? - Tan centrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que ya llevaba un tiempo considerable frente a Usami, viéndolo directamente, era obvio que en algún momento el escritor sentiría su mirada fija hacia él.

- ¿Eh? No, no. Ya me voy. - Y antes de que Usami pudiera decir otra cosa Misaki ya había salido del departamento. Iba caminando a paso rápido hasta que llegó al ascensor que se encontraba al final del pasillo, cuando se cerraron las puertas metálicas sintió una punzada en su pecho, sus ojos comenzaron a agüadarse y se recargó con suavidad contra la pared; nunca había sido fácil vivir en sus zapatos, al poder sentir las emociones de los demás, era muy sensible ante ciertas circunstancias, además de que al sentir de carne propia lo que los demás sentían, eran mucho más vívidas todas esas emociones en él, si bien Usami se encontraba tranquilo con sus propios sentimientos, él mismo se derrumbaba por dentro de a poco...

        


Los meses siguieron pasando, Misaki siguió viviendo bajo el techo del departamento Usami, eran más unidos de alguna forma, el castaño ya se había acostumbrado por completo a la vida que llevaba así como también ya se había resignado a todas las extrañas mañas del mayor; sus humores del demonio por las mañanas, sus gustos un tanto peculiares, sus mañas extrañas, etcétera, etcétera. Y Usami, bueno, él ya era completamente dependiente de todo lo que hacía Misaki, el menor no lograba entender como es que podía vivir por su cuenta antes de que él llegara.

Misaki terminó temprano sus clases por ese día, pasó al supermercado por algunos ingredientes para la cena y regresó al departamento.

- Estoy en casa. - Caminó por el pasillo de la entrada, se sorprendió al escuchar todo en silencio, normalmente escuchaba una contestación por parte del mayor, o al menos un sonido en contestación, pero ahora ni siquiera se escuchaban el teclear de los dedos en la computadora del escritor. - ¿Usagi-san? - Cuando estuvo en el recibidor volvió a llamarlo, pero detuvo su búsqueda al encontrarlo recostado en el sillón, completamente dormido y usando como almohada a su gran oso de felpa. Le había dicho en incontables ocasiones que durmiera en su habitación ¿pero que podía hacer con ese terco hombre? Sonrió con ternura al verlo tan plácidamente dormido sobre Suzuki-san, fue por una manta y regresó de inmediato para cobijarlo dulcemente. Una vez hecho aquello el peliplata se removió un poco en su lugar, pero no se despertó, en esa posición el castaño tenía una mejor vista del rostro del otro e inconscientemente se acercó hasta él, poniéndose en cuclillas a un lado del sillón para tener frente a frente el rostro de Akihiko, sonrió con tristeza al verlo.

- Déjame ayudarte a olvidar a mi hermano... - Susurró sin pensarlo, para luego acariciar con ternura la mejilla del peliplata, arrastrando con suavidad su pulgar por los pómulos de su bello durmiente. Lo miró por largos minutos, apreciando cada una de las facciones del escritor, sin dejae de acariciar su rostro. Se detuvo luego de un tiempo para huir de allí rápidamente, avergonzado por lo que acababa de hacer.

Cuando se escuchó que la puerta del cuarto de Misaki se cerró, Usami abrió sus ojos y con una leve sonrisa, tomó con suavidad su mejilla, la que Misaki había acariciado con tanta ternura hacía unos segundos...





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