Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Crisantemo por Zils

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Disfruten la lectura!!!

I

 

 

Como cada tarde, gritos ensordecedores los esperaban tras las robustas puertas del dormitorio. Y, como cada tarde, Kaname exhaló lentamente buscando cada ápice de autocontrol dentro de su ser.

Lo necesitaría.

Las puertas se abrieron, mostrando la avalancha de adolescentes agitadas aplastando a su pobre hermana. Yuuki apenas podía contener ese mar de hormonas; era un conejito contra una jauría de poodles. A pesar de ver la misma escena todos los días, le seguía pareciendo divertido.

No pudo evitar el impulso de acercarse y saludarla. Sabía que lo mejor era guardar distancia, alejarse lo máximo de ella, pero se le hacía imposible.

Aunque odiaba admitirlo, Kaname ya no soportaba estar solo.

Ella le sonrió como siempre, tan inocente y tierna, y él acarició su cabello, aun sabiendo quien se acercaba claramente molesto por su arrebato.

No se sorprendió al sentir la calidez subiendo por su brazo cuando su mano fue bruscamente retirada de la cabellera de Yuuki. Cada vez que se tocaban sucedía lo mismo. Kaname se preguntaba qué sentiría Zero, ¿Calor? ¿Una corriente eléctrica? ¿Repulsión? ¿O, tal vez, la paz que él sentía?

La mano ajena reforzó su agarre, provocándole un ligero escalofrío, y tuvo que contener la respiración cuando escuchó su voz.

—Las clases están por comenzar, Kuran-senpai.

Su tono estaba cargado de indiferencia y un poquito de odio —porque si bien Zero le odiaba, tenía que guardar las apariencias en ese teatro que Cross montó para ellos—. Kaname ya estaba acostumbrado a la actitud osca del cazador; incluso le gustaba. Era parte de su encanto.

—Que miedo, señor prefecto—Kaname respondió con un deje de burla. Era su lado infantil, ese que seguido le avergonzaba, buscando la atención de su alma gemela a toda costa.

Antes de decir alguna tontería, retomó su camino junto a los demás nobles. Le bastaba esa pequeña interacción para continuar su aburrida rutina. No podía pedir mucho más aunque quisiera. Por eso, cuando una chica de la clase diurna se acercó para darle una rosa, él aprovechó para ver como un malhumorado Zero lidiaba con las alborotadas adolescentes y su apenada hermana.

Apenas contuvo la sonrisa ante la escena.

Mientras caminaba, sintió la mirada de su destinado en su espalda. Era una sensación tan extraña; le ponía nervioso, feliz y triste a la vez.

Todo lo relacionado a Zero oscilaba entre la felicidad y el dolor.

Le gustaba mirarlo, observarlo desde las sombras—un vergonzoso hábito que desarrolló durante esos cuatro años a su lado—, tener esas pequeñas interacciones durante los cambios de turno o su atención momentánea. Una dulce calidez se apoderaba de su cuerpo, para después ser invadido por el dolor de saber que jamás podría tener más que eso.

Porque Kaname era el ser que su destinado más odiaba, un vampiro sangre pura.

Kaname siempre detestó su especie, pero aprendió a vivir con eso. Como con muchas otras cosas, se resignó a que esa era su realidad y no podía cambiarla; pero, cuando su destinado resultó ser un niño que aborrecía a los vampiros, todo el odio que guardaba hacia sí mismo resurgió con renovado vigor.

Ahora no sólo se odiaba por ser un vampiro, se odiaba por ser cobarde. Desde el principio, no tuvo el valor para presentarse ante Zero como su destinado; se deshizo en excusas para no afrontar un posible rechazo. Ni siquiera se sentía merecedor del afecto que le profesaba Yuuki. Pero tampoco podía alejarse. Era un desastre. Estaba tan asustado.

Para empezar, ¿Cómo le explicaría a Zero que era su destinado? No era cosa de plantarse frente a él y decir: “Hola, Zero. ¿Sabes qué? Soy tu destinado. Sip, desde hace cuatro años. ¿Amigos? Digo, para empezar.”

¡Mierda, no! ¡Ni borracho se atrevería!…Tampoco se podía emborrachar, por suerte.

No, gracias. Conservaría lo que le quedaba de dignidad.

Se conformaba con cuidarlo desde lejos, con verlo de vez en cuando, con sentir el vínculo que los unía y compartir su dolor.

No debía olvidar que ser destinados no significaba amor.

Al terminar las clases, se encerró en su habitación. Estaba mentalmente agotado y para empeorar las cosas, su garganta ardía por la sed y un molesto nudo apretaba su pecho. Sabía que el dolor y la sed no le pertenecían, y le preocupaba. Le preocupaba mucho.

Últimamente, los ataques eran más frecuentes. Se estaban quedando sin tiempo, no tenía noticias sobre ese asunto y Zero no cooperaba con la situación.

—Mañana tendré que hablar con Cross.

Aunque detestaba sus conversaciones con el director, tenía que hacerlo. Después de todo, Kaname movería los hilos necesarios para asegurar el bienestar de su destinado.

 

 

 

 

 

 

 

*

 

*

 

*

 

 

 

 

 

 

Existen muchas conexiones diferentes sobre las almas gemelas: algunos pueden saborear lo que su destinado come, otros pueden sentir su dolor, otros pueden soñar lo que su destinado hace, otros escuchan su voz, algunos tienen marcas en sus cuerpos; cada conexión es única en forma e intensidad. Lo que todos tienen en común es que una vez conoces a tu destinado no puedes separarte de él. La separación produce agonía en ambas partes. La muerte de uno conlleva a la muerte del otro.

Cuando Cross Kaien le llamó para salvar a un niño, Kaname jamás pensó que ese pequeño sería su destinado. Sí, sabía que su alma gemela estaba pasando por la transformación a nivel E, pero, obviamente, no tenía forma de encontrarla.

Resultaba espeluznante como se dieron las cosas.

Al instante en que vio a ese niño agonizando en medio de su propia sangre, supo que se trataba de su alma gemela. Fue mágico, una conexión más allá de la razón. Una atracción que le impidió alejarse un paso siquiera. En un impulso ya estaba al lado de la cama, listo para hacer lo que estuviera en sus manos para ayudarlo.

— ¿Kaname, puedes hacer algo por él? Por favor…

Cross, ajeno a la maraña de emociones en que se había convertido, lo miraba con ojos suplicantes. A Kaname la pregunta le pareció ilógica; él estaba seguro de que, si fuera posible, daría su vida por ese niño. Lo único en su mente era protegerlo, resguardarlo de todo mal existente.

Apenas pudo controlar el temblor en sus manos al quitar los plateados mechones húmedos de la frente de su destinado. Cuando sus manos rozaron la piel ajena, sintió el dolor mermar en su propio cuerpo. La expresión dolorida del menor se relajó un poco, y él soltó el aire que estaba conteniendo.

Mordió su muñeca y con el máximo cuidado posible abrió la boca del pequeño, dejando que su sangre cayera en ella. Se concentró en transmitir su energía lentamente para que el cuerpo de su niño se acostumbrara poco a poco a la nueva condición. Tras unos minutos el dolor mermó considerablemente. Su muñeca fue tomada con rudeza y los pequeños colmillos se clavaron en ella. La mordida fue brusca, su sangre era rápidamente drenada y Kaname simplemente no se pudo resistir.

El dolor en su brazo era insignificante comparado con la paz que lo envolvió.

Había escuchado algunas historias que afirmaban que si tu destinado bebía de ti sentirías la máxima plenitud, una sensación inexplicable. El acto burdo de alimentarse pasaría a ser algo sagrado. Kaname creyó que eran exageraciones, cuentos que se inventaban los románticos para darle color a sus aburridas vidas. Claramente, estaba equivocado.

Mientras su sangre era tomada por su destinado, Kaname se sentía completo, rodeado de un manto de calidez embriagante. Su vida, por primera vez, tenía sentido. El mundo mismo cobraba sentido. El dolor, la agonía y el miedo que acarreó durante miles de años se esfumaron, siendo reemplazados por una acogedora sensación de pertenencia. Deseaba permanecer así para siempre, junto a su niño, a salvo de todo mal. 

Pero las cosas buenas no duran mucho. O eso había aprendido…A las malas.

Sintió como alguien jalaba insistente su hombro derecho. Fue obligado a salir de su ensoñación. Al abrir los ojos apenas pudo distinguir el rostro de Kaien a unos centímetros del suyo, arruinando su reciente felicidad.

— ¿Kaname? —Cross estaba llamándolo. Su voz sonaba lejana, como si la escuchara bajo el agua. —Kaname ¿Estás bien?

Ahora no. Aunque quiso responder con un tono sarcástico, por suerte, su voz no salió.

De alguna forma había terminado sentado en el piso, su cabeza recostada en el colchón y su brazo izquierdo siendo apresado por su niño; una incómoda posición para alguien de su tamaño. Se incorporó lentamente. Estaba mareado, pero el dolor se había ido por completo, lo que significaba que al fin su destinado podría descansar un poco.

Buenas noticias para ambos.

—Sí, estoy bien. —mintió. Le costaría reponerse de eso; su alimentación era, en palabras ligeras, deficiente, por lo que un gasto de energía extra era un problema. Pero no podía darse el lujo de marcharse por eso o que otros notaran su incomodidad.

La parte más difícil fue separar su brazo. Su destinado lo tenía firmemente sujeto. Una escena demasiado tierna a sus ojos. Sin embargo, tras unos intentos —y con el dolor de su alma— logró que lo soltara.

— ¿Cuánto tiempo?

—4 horas. — ¡¿4 horas?! Para él fue apenas un minuto—Caíste después de que Zero te mordió. Intenté despertarte pero no respondiste. —Cross le informó apresurado. Si hubiera prestado más atención, habría notado la mirada penetrante de Kaien sobre él. —Vamos afuera. Necesita descansar.

Kaname asintió renuente. Aunque quería quedarse junto a su destinado, también necesitaba hablar con Cross. Se dijo a sí mismo que solo sería un momento, quince minutos a lo mucho, y volvería junto a su niño. Con eso en mente, siguió a Cross fuera de la habitación.

En la salita contigua les esperaba otro cazador. Yagari Toga, si mal no recordaba, estaba cruzado de brazos con una expresión molesta en el rostro.

— ¿Y? ¿Logró algo?—inquirió impaciente dirigiéndose a Kaien sin apartar su mirada cautelosa de Kaname.

—Yagari…

—Está bien. —Kaname murmuró mientras se dejaba caer en uno de los sofás. Estaba débil y toda la paz que había sentido se transformó en un oscuro vacío cuando se separó de su destinado. Quería volver lo más pronto posible. — Le di mi sangre y energía. Con ello podrá pasar la primera fase de la transformación…Hay que repetir el proceso, mínimo dos veces más, hasta estabilizarlo por completo.

—Entonces, ¿No caerá a nivel E?

—Si no recibe la sangre de quien lo transformó, en algún momento lo hará. —odiaba admitirlo, pero era todo lo que él podía hacer en ese momento. —Esto solo le comprará tiempo.

Tiempo suficiente para que él encontrara a ese sangre pura.

—Está fuera de peligro vital. Es lo importante ahora. — suspiró Cross. Kaname estuvo a punto de levantarse, dando la discusión por terminada, cuando Kaien continuó. — Otra cosa. Kaname, la marca en tu cuello, es exactamente igual a la que apareció en Zero.

Por toda respuesta, su primer pensamiento fue: su nombre es Zero. Un hermoso nombre. ¿Sonaría tan bien si lo decía en voz alta?

Yagari exclamó exaltado, sacándolo de su ensoñación— ¡¿De mierda estás hablando?! ¡¿Cómo que una marca?!

Cross miró de reojo a su compañero antes de volver la mirada a Kaname. — No tenía esa marca al llegar, lo revisamos…Entonces, eso significa que son destinados. Esa es la marca de unión.

Él asintió, sin ánimos de inventar una elaborada mentira en su condición.

— ¿Te lo llevarás? 

— ¿Cómo qué “te lo llevarás”? ¡El chiquillo perdió a toda su familia por una sanguijuela! ¡Es un cazador! ¡¿Qué crees que le harán esos bastardos cuando se enteren?! ¡Cómo crees que se sentirá él!

Muy a su pesar, Kaname estuvo de acuerdo con Yagari. En primer lugar, mantener a Zero a su lado era peligroso. Exactamente por esa razón dejó a Yuuki a cargo de Kaien. De hecho, lo lógico sería mantenerse lo más alejado posible.

Es segundo lugar, Zero seguramente lo odiaría. Que fueran destinados no significaba que se amarían automáticamente; sí habría un lazo de protección y atracción física, pero no significaba amor. Él mismo conoció a destinados que eran compañeros de armas, nada más y nada menos.

Era la creencia popular la que decía que los destinados estaban hechos a la medida. Y ese niño, ya había sufrido mucho a causa de su especie.

—Toga, sabes que los destinados no pueden separarse. Ni siquiera sabemos cómo funcionan los destinados entre los vampiros. ¡Incluso tienen una marca! Zero no aguantará la separación.

—No. Yagari Toga, tiene razón. —interrumpió a Cross.— En este momento es peligroso que esté junto a mí. Lo mejor es que esté a tu cuidado, Kaien. Vendré cada semana, así no habrán síntomas por separación.

— ¿Y sobre lo de ser destinados? No puedes simplemente ocultarlo, él lo sabrá.

 

—Es exactamente lo que haremos. — Kaname clavó sus ojos sobre Kaien, obligándole a ser parte de esa mentira. — No puede saber que soy su destinado. Sería demasiado para él. Su familia fue asesinada por un vampiro, él se convirtió en uno ¿Debería agregarle el tener de destinado a un sangre pura de la misma calaña que el asesino de sus padres? No. Es sólo un niño. Ya ha pasado por mucho.

Se formó un pesado silencio tras sus palabras. Ninguno podía negar esa verdad, ni siquiera Kaien, quien era el más reacio a ocultarle esa información a Zero.

Antes de que a Cross se le ocurriera otra excusa, Kaname habló.

—Le dirás que la marca en su cuello es un sello para ralentizar la transformación. Yo ocultaré la mía. Aprovecharé las visitas a Yuuki para verlo. Sentir la presencia del otro debería bastar.

Para ser un plan improvisado, sonaba bastante decente.

— ¿Y si nota el vínculo? —preguntó Kaien, sin dar su brazo a torcer.

Kaname frunció el ceño antes de responder —No debería. Tendré cuidado…De cualquier forma, si llega a notar que tiene un destinado, no hay que alarmarse, es natural tener el vínculo sin encontrar al alma gemela.

Yagari asintió en silencio, conforme con ese curso de acción. Él suponía que sería difícil para Kaname aceptar a Zero como su destinado, algo razonable considerando su estatus. Un sangre pura enlazado a un ex humano, ¡era una locura!

Pero Yagari no sabía lo alejado que estaba de la realidad, Kaname había aceptado a Zero desde el momento en que lo vio.

Los siguientes cinco días Kaname se quedó en esa cabaña. Se mantuvo junto a Zero todo el tiempo posible; se sentaba al lado de su cama y tomaba su mano, o acariciaba su cabello. Cuando el dolor y la sed se hacían presentes, vertía gotas de su sangre en la boca del menor hasta que bebiera por sí mismo. Aprovechó cada instante para grabar su imagen en su memoria.

Zero despertó un par de veces, pero su mente estaba muy confusa y rápidamente volvía a dormir.

Una vez se aseguró que el cuerpo de Zero se estabilizó, decidió marcharse. Tuvo que llamar a Seiren para que lo recogiera. En su estado apenas podía mantenerse en pie y ella no haría preguntas.

—Para emergencias. —le extendió a Kaien dos frasquitos con su sangre antes de subir al auto.

— ¿Piensas decírselo en algún día?

Un suspiro trepó por su garganta. Cross era más insistente de lo que imaginó. Si le hubiera preguntado mientras Zero bebía su sangre, habría dicho que sí, sin dudarlo. Pero en ese momento la respuesta era “no”.

—Cuídalo.

La siguiente vez que vio a Zero, recibió un cuchillo en su mano como saludo. Su destinado lo miraba con un odio indescriptible. Esperaba una reacción como esa, era lógico que su niño odiara con cada fibra de su ser a los vampiros, incluyéndolo a él, por supuesto. Estaba preparado para eso… aun así, sintió un doloroso nudo en el pecho.

Cuando Kaien le avisó su idea de crear una academia mixta que sirviera como prueba de la coexistencia pacífica entre humanos y vampiros, lo primero que pensó fue: “es una locura”. Muchas cosas podían salir mal. Era una auténtica locura.

Pero entonces, Kaien jugó su carta maestra.

—Antes de negarte, piensa en esto: podrás cuidar de primera mano a Yuuki y puedes pasar tiempo con Zero sin que note que es por eso. Con tu apoyo como el presidente de la clase nocturna, aprobaran el proyecto.

Ni siquiera hizo falta más insistencia para que respondiera con un:

—Lo pensaré.

Debería haberse negado de inmediato.

Apenas Kaien nombró a Zero su mente creó los planes necesarios para llevar a cabo la loca idea del cazador. Después de dos días de quebrarse la cabeza luchando contra su lado irracional que quería estar junto a su alma gemela, le dio su respuesta a Kaien y la clase nocturna comenzó a formarse.

Le gustaría decir que estaba arrepentido…

Durante esos cuatro años vio de primera mano a Zero crecer junto a Yuuki. Vio como poco a poco se acostumbraba a su nueva condición, como se esforzaba por ser más fuerte. Desde la comodidad de las sombras, descubrió innumerables facetas de su destinado; lo bueno que era en la cocina, su destreza para domar caballos, lo protector que era con Yuuki, la amabilidad que ocultaba tras su carácter distante.

Y poco a poco, sin darse cuenta, se vio atrapado por él, por el deseo de verle feliz, libre de todos sus tormentos.

Kaname se enamoró de Zero. Un amor sincero que no esperaba nada a cambio. Y mientras pudiera asegurar su bienestar lo que les quedaba de vida, entonces todo valdría la pena.

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).