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Taiyou to tsuki por shiki1221

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes no son míos, pertenenecen a Masashi Kishimoto, sólo la historia es mía.

Notas del capitulo:

Parte del intercambio navideño del grupo de Facebook “Shhh narusasu sasunaru”. Dedicado a Novahikaru Shindou

 

Cap 1: La última despedida

La muerte cargaba el ambiente entremezclándose con la sensación de alivio de quienes sobrevivieron a la guerra. Una gran batalla a nivel internacional en la cual las cinco grandes naciones shinobi debieron unirse para hacerle frente a un enemigo común. Y ni siquiera con sus tropas de ochenta mil ninjas habrían podido vencer de no ser por dos adolescentes que se unieron para liberarlos. No obstante, aquellos salvadores destinados a romper el genjutsu más poderoso jamás visto, tenían asuntos pendientes. Visiones contrarias de lo que debía ser el mundo ninja. Contradecían al otro priorizando los métodos por sobre los resultados y viceversa. Según lo profetizado por el Rikudo sennin sólo uno de ellos se alzaría victorioso. Mas, aquel día el rubio demostró pensar de manera un tanto diferente a lo esperado.

—¿Dónde estamos? —preguntó Naruto nada más despertar mostrándose desorientado—. ¡¿No me digas que es el cielo?! —expresó alarmado de haber pasado al otro mundo sin cumplir con su meta de convertirse en Hokage. Tantas promesas quedarían pendientes de haberse muerto.

—Parece que dormimos toda la noche —aclaró Sasuke en su típico tono calmo. Despejando su duda al verlo mirar hacia todos lados en busca de una respuesta—, y de nuevo parece que aun estás vivo ―agregó sin cambiar un ápice el tono de su voz, pero entendiéndose la muy implícita broma.

—Grr diablos —gruñó con molestia al oír lo que dijo su compañero—. Aún no puedo moverme, quiero golpearte hasta que abras los ojos de una vez por todas. —Se removió el de cabellera dorada en un inútil intento de que su cuerpo alcanzara al otro. Era una necesidad llegar hasta él y hacerlo entrar en razón antes de que intentara escaparse.

La tenue risa casi imperceptible del heredero del sharingan fue la única respuesta dada. Eso captó de inmediato la atención del jinchuriki, quien se cuestionó qué rayos podía estar pasando por la cabeza del moreno. Siempre había sido así entre ellos. Uchiha era de muy pocas palabras. Y según sus propias afirmaciones, bastaba con cruzar puños para entenderse. Bien, admitía que podía entender el corazón de Sasuke mejor que cualquier habitante de la aldea de Konoha y de las cinco grandes naciones. Quien quisiera contradecirlo en eso, se las tendría que ver con su modo chakra Kyubi dominado a la perfección. Empero, unas palabras de vez en cuando de parte de Uchiha no le vendrían mal. Algo más claro y coherente que esas ambiguas confesiones a cuenta gotas. Maldecía a ese bastardo por darle señales confusas. ¡¿Acaso no recordaba que nunca fue precisamente el más listo de la aldea?! Un poco de consideración a sus pobres neuronas no le vendría mal.

—¿Qué? —preguntó Naruto sorprendido, al ver aquella inesperada reacción por parte del azabache. Seguramente ya había enloquecido su bastardo.

—¿Aun quieres luchar en esa condición? —La pregunta del moreno fue hecha en un tono que denotaba diversión ante tal ocurrencia por parte del Uzumaki. En todos esos años parecía que no había cambiado aquella hiperactividad tan suya.

—¡Claro! ―confirmó en un par de tonos más agudos de lo normal―. No me rendiré —afirmó denotando la confianza en sus palabras.

—Lo admito. —Fue la corta frase que escapó de los labios del de ojos noche y que en tan sólo dos palabras ya tenían toda la atención de su malherido compañero—. Yo perdí ―murmuró mientras una gran sonrisa se dibujaba en aquellos amoratados y sangrantes labios.

—¡Idiota! ―regañó Uzumaki casi ofendido por oír esas palabras. Siempre deseó vencer a Sasuke, pero no en ese tipo de circunstancias―. En esta pelea no hay ganadores o perdedores. ¡Sólo trato de hacer entrar en razón a un amigo que no me escucha! —gritó sin paciencia el malherido blondo con los ojos en blanco ante la terquedad de su acompañante—. La verdadera pelea viene después de eso ―advirtió.

El jinchuriki siempre persiguió a Sasuke. Anheló durante mucho tiempo ser su amigo. Siendo que ese tipo de acercamiento no era su fuerte sólo le quedó otra salida: molestarlo. Ser rivales era la excusa perfecta para hablarle y estar cerca de él sin ser juzgado. Incluso si Uchiha lo insultaba o decía que se alejara, no le molestaba mientras fuera algo que él mismo se buscaba. No era lo mismo recibir un “aléjate, perdedor” después de gastarle una broma a hacerlo después de preguntarle un “¿quieres ser mi amigo?”. La respuesta podía ser la misma, pero con la primera no se exponía a hacer el ridículo frente al otro. Fue infantil y lo sabía. Siendo sincero consigo mismo, aún seguía siendo algo infantil, ya que no pensaba quedar como tonto preguntándole “¿qué intentas decirme?”.

—Hey, Naruto —llamó Sasuke con su tono de voz característico atrayendo de inmediato la atención del otro.

—Hum —torció una mueca pese a los golpes en su rostro, aún tenía una expresión similar a una media sonrisa, listo para oír lo que el otro fuera a decirle.

—Por fin te reconozco ―expresó como si estuviera quitándose un gran peso de encima―. Si muero ahora, el destino que según el Rikudou sennin nos ha unido, terminará también. Eso podría ser un tipo de revolución, el Tsukiyomi infinito se disipará después de que muera, tras eso toma mi ojo izquierdo y trasplántaselo a Kakashi, quiero pagar todas mis deudas. —Dio indicaciones de los pasos a seguir. El último Uchiha preparaba todo para su partida junto al resto de su clan, no tenía más deudas que saldar y según él, con su reciente explicación, estaría todo resuelto.

—Si mueres… no creo que al morir resuelvas algo —replicó el rubio tratando de hacerlo desistir de aquellas ideas tan pesimistas. Al parecer Sasuke seguía igual y veía la muerte como una solución para todo—. Si piensas morir, ¿por qué mejor no trabajas conmigo? ―ofreció no queriendo perderlo en alguna locura nueva―. Lo que quiero hacer es unir a los shinobis de todas partes y por supuesto, eso te incluye a ti ttebayo ―exclamó animado.

—Incluso si pienso bien de ti, no seré capaz de aceptar a alguien más —advirtió Sasuke, sabiendo de antemano que, por su propia forma de ser, no otorgaría fácilmente su confianza.

—¡Diablos! ―gritó intentando reunir una paciencia que nunca existió en él―. Trata de decir más tonterías —retó completamente frustrado por aquella idea a la que su amigo estaba tan aferrado—. Te venceré de nuevo ―avisó mientras sus labios se juntaban en una especie de puchero.

—¿Qué tal si al final termino oponiéndome de nuevo? —Hizo aquella pregunta planteándole un escenario que él veía muy posible. Ya antes se intentó que los Uchiha estuvieran en paz y las cosas no resultaron. ¿Qué le aseguraba que no terminaría sucediéndole lo mismo que a Madara?

—Entonces te detendré de nuevo —aseguró completamente confiado de sí mismo—, pero no lo harás de nuevo. —Si había algo que superaba su confianza en sí mismo, era la su plena certeza de que el azabache no volvería a hacer algo como aquello.

—¿Cómo puedes decir eso? —cuestionó sumamente intrigado. Inclusive él mismo dudaba de no terminar como los Uchiha anteriores que se hundieron en la oscuridad y causaron tanto sufrimiento.

—No voy a repetirlo de nuevo. ¡Cielos! ¿Aún no lo entiendes? Bueno, no hay nada que hacer, siempre fuiste muy estúpido —afirmó Naruto antes de girar la cabeza para buscar la razón de que el otro no respondiera.

No esperaba aquella imagen frente suyo, se sorprendió enormemente de ver a Sasuke llorar, ya que él no recordaba haberle visto derramar lágrimas por nada, ni siquiera cuando su familia había sido masacrada. Recordaba con claridad los murmullos de sus compañeros al respecto. Incluso los adultos hablaban con ligereza del superviviente de la masacre de los Uchiha. Todos realzando el nombre de Itachi, el traidor, como el responsable. Mientras que Sasuke era apenas mencionado sólo por sobrevivir. Si bien de niño el moreno no era de juntarse con amigos a jugar, tampoco podía llamar “típico” verlo sentado en un rincón del patio con su mirada perdida en el suelo. Estaba herido emocionalmente y su psique había sufrido un daño que todos ignoraban.

Muchas veces se preguntó a sí mismo ¿por qué Sasuke no pedía ayuda? Tenía muchos admiradores y los maestros lo adoraban por ser el alumno modelo. Tenía que admitir que una posibilidad que cruzó en por su mente cuando sucedió esa tragedia fue que Uchiha se uniera a él en las travesuras para llamar la atención de los demás. Presintió, percibió o simplemente captó por instinto, ―no sabía realmente como decirle―, que quería ser rescatado. Deseaba alguien que le dijera que todo estaba bien. Tal y como él mismo lo deseó por mucho tiempo. No obstante, ¿a quién le importaban dos huérfanos? O mejor dicho, ¿a quién le importaban sus sentimientos? Los ninjas eran herramientas cuya utilidad era mayor cuando se desprendían de los sentimentalismos. Mientras el sharingan y el Kyubi estuviera en poder de Konoha, no interesaba que sus recipientes estuvieran sufriendo por ello.

—Cállate, Usuratonkachi. —Aquella palabra, “Usuratonkachi” lo regresó a la realidad. Desde hacía tanto no la oía que ya la extrañaba. A ambos les daba una sensación de paz y felicidad poder decirla y oírla, respectivamente.

Sakura llegó junto a Kakashi al lugar y de inmediato la kunoichi comenzó a curarlos. La hemorragia por las extremidades amputadas era sumamente peligrosa. Habían estado durante mucho tiempo a la intemperie. El hecho de que estuvieran vivos era por sí mismo un milagro. Aunque no era de extrañar tratándose de Naruto y Sasuke, siempre habían sido extremadamente resistentes y tercos. Negándose a morir fácilmente, mas el mayor temor radicaba en la promesa que se habían hecho con anterioridad. Aquel “moriremos juntos” tan lleno de convicción propuesto por Uzumaki y aceptado casi sin miramientos por el azabache. No cabía dudas de que si algún adulto les preguntara “si tu amigo saltara del precipicio ¿tú lo seguirías?” con ellos la respuesta sería un obvio “sí”. Dejó de lado esas cuestiones para seguir con el tratamiento, debía mantenerlos con vida hasta poder llevarlos hasta un hospital y tratarlos adecuadamente.

El jinchuriki estaba feliz de recuperar a su lazo más importante. No le importaba haber perdido un brazo en esa batalla si podía ver a Sasuke volviendo a reír junto a él como en antaño. Ya se lo había dicho a Sai en la cueva de Orochimaru: podían arrancarle brazos, piernas, la lengua e incluso los ojos, pero no desistiría. Ese era su camino ninja: jamás rendirse ante nada ni nadie. Aunque el mundo se le fuera en contra y le dijera que era imposible seguiría adelante con sus convicciones. ¿Qué clase de Hokage sería en el futuro si se dejara llevar por terceros? Es más, ¿para qué se esforzó tanto si siempre le dijeron que nunca dejaría de ser un perdedor? No se rindió ni cuando todos lo querían forzar a renunciar a su más anhelado sueño, menos lo haría ahora que tenía opciones, la fuerza y sobre todo las convicciones claras sobre lo que debía hacer.

―Hay que romper el genjutsu ―avisó Sasuke cuando pudieron moverse tras las curaciones de Haruno.

―Sí, hay que hacerlo ―secundó Uzumaki poniéndose de pie al lado del moreno.

Ambos juntaron sus manos y se encargaron de romper aquel mundo de sueños creado por el Tsukuyomi. Las personas poco a poco iban reaccionando regresando a la realidad. Una bastante penosa. El alivio momentáneo de haber escapado de la trampa del enemigo pronto se vio sustituida por la horrible verdad. Un mundo devastado por la guerra. Secuelas que probablemente nunca podrían reparar. La pérdida de personas amadas que jamás volverían. Aldeas que reconstruir, fragmentos de corazones rotos que reparar y familias cuyos lazos fueron mutilados en pos de pelear por el mañana. A todo eso había que enfrentarse tras salir de aquel idílico sueño en el que fueron sumergidos.

Y con la mayoría de los responsables muertos sólo quedaba alguien que compartía su sangre al que podían hacerle pagar lo que sus congéneres causaron….

Sasuke había sido encarcelado poco después de su batalla en el valle del fin. Su cuerpo inmovilizado y sus ojos sellados como medida de precaución le parecieron en cierto modo graciosos. Los dejó tener aquella “seguridad” de que no era una amenaza sólo para no hacerse de problemas innecesarios. El rikudo Sennin no era alguien cuya fuerza se pudiera menospreciar. Era el legendario ninja que dio origen al nijuu según sus leyendas. El poder otorgado por él sólo podía ser detenido por uno similar y eso dejaba solamente a una persona capacitada para hacerle frente: Naruto. Su propio recuerdo bastaba para hacerlo desistir de huir. Le había hecho una promesa que no deseaba romper. De quererlo podría destruir con facilidad aquella patética cárcel, mas eso significaría otra vez reiniciar su ciclo de odio y peleas. Por el momento se mantuvo pasivamente en su celda. A la espera de que terminaran las negociaciones. Después de todo no se quejaba del todo. El lado positivo de su encierro era el tiempo para descansar y reflexionar posibles escenarios respecto a su destino.

―Uchiha Sasuke ―pronunció Ibiki abriendo la pesada puerta de metal de su celda―. Ya se ha llegado a una resolución sobre ti ―anunció con seriedad manteniendo la neutralidad en su voz.

Guardó silencio sin responder a aquella frase. Desconocía si venía con buenas noticias o no. Tragó saliva imperceptiblemente. No le temía a la muerte, pues incluso sentenciándolo era capaz de escapar a ella si se lo proponía. El problema nuevamente era él. Aquel rubio cabeza hueca que insistía en decirle que eran mejores amigos. Quien jamás perdió la esperanza de volver al ayer cuando todo era mejor para ambos. A pesar de la soledad en la aldea les bastaba anhelar al otro para ya no sentirse tan solos. Jamás había pensado cuanta verdad se encerraba en aquel viejo refrán “la ignorancia es felicidad”. Estar marginados dentro de la propia aldea les dolía, sí. Empero, nada de eso se igualaba a conocer lo cruel que en realidad era la vida. Lo difíciles que eran las decisiones a tomar ¿el bien mayor a costa del sacrificio de uno o unos pocos o una persona amada valía lo mismo que la vida de muchos?

El sonido de pasos acercándose en su dirección lo alertó. Su vista podía estar algo limitada, pero el resto de sus sentidos ninjas seguían igual de afinados. Lo suficiente como para calcular la cercanía de aquel shinobi de la Hoja. Sintió una pesada mano detrás de su nuca y pronto la venda descendiendo por su cara. La tela fue rozando la piel de sus mejillas hasta descubrir sus ojos. Parpadeó un poco acostumbrándose a la tenue luz que ingresaba a ese sitio. No es que hubiera mucha iluminación en aquella celda, apenas se filtraba un poco de luz proveniente de un destartalado y titilante foco en el pasillo. Sin dudas lo habían llevado hasta la zona más profunda y abandonada de la prisión. Le ayudó a levantarse con poco tacto, debía agregar, y lo guio fuera de la celda escoltándolo a través del largo pasillo. Al final distinguió la tan inusual cabellera plateada de Kakashi.

―¿Listo para irnos de aquí? ―preguntó Hatake mirándolo seriamente antes de darse la vuelta.

Uchiha desde atrás sólo podía observarle la espalda con aquel chaleco verde que siempre llevaba de jounnin. Según tenía entendido se le había elegido como Hokage a su antiguo maestro, pero seguía usando sus antiguas ropas de siempre. Le restó importancia a sabiendas de que Kakashi siempre fue alguien bastante raro. Pronto la brillante luz del sol lo cegó momentáneamente. Parpadeó repetidamente acostumbrándose al cambio mientras inspeccionaba las acciones de los otros ninjas. Ibiki se ubicó a sus espaldas y le aflojó la camisa de fuerza que llevaba. Se masajeó las muñecas y movió sus hombros de manera circular oyendo el sonido de sus huesos. Sus músculos dolían un poco, pero nada insoportable. Hatake entonces giró hacia él con aquella sonrisita suya tan característica.

―Eres libre ―soltó finalmente el ninja copia notando la falta de expresividad de su antiguo alumno―. Deberías estar al menos un poco agradecido ―reclamó el mayor soltando un suspiro de resignación por aquella actitud que parecía nada ni nadie cambiaría―. Fue muy complicado conseguir que todos tus crímenes fueran olvidados.

―Se metieron en esos problemas por cuenta propia yo… ―habló Uchiha con su característico tono arisco y poco afectivo.

―Lo sé, le pediste a Naruto que te matara ―completó el mayor interrumpiendo al saber cuáles serían las palabras del otro―. Eso es precisamente lo que él alegó por ti para convencerles de que no tenías intenciones de matar a nadie que no fuera a ti mismo ―explicó Kakashi dejando por unos momentos a aquellos ojos negros reflejar sorpresa antes de pasar a enojo.

―Aun puedo traicionarlo ―gruñó como si intentara proteger esa imagen de ninja criminal―. Él no sabe nada de lo que soy capaz de hacer si pierdo el control de nuevo ―advirtió de manera implícita.

―Te volverá a detener si eso sucedería ―replicó Hatake con una tranquilidad casi ofensiva al orgullo de Sasuke. ¿Acaso creían que Naruto siempre podría vencerlo? Vaya crédulos―. Además no creo que quieras o intentes traicionarlo de nuevo. No tienes motivos para ir contra la única persona que nunca perdió la fe en ti y siempre luchó hasta el final por tu bien ―explicó dejándole entrever sus intenciones de hacerlo sentirse culpable sólo de pensar en hacer cosa semejante.

Uchiha guardó silencio y se limitó a bufar por lo bajo. Tenía razón. Su estúpido maestro tenía razón en sus palabras, pero hería su orgullo admitirlo en voz alta. ¡Por supuesto que no se atrevería a ir contra Naruto! Ni siquiera cuando su venganza era el único motor de su vida se permitió sacrificar la vida del rubio ni por todo el poder que se le prometía tener. Podía ser un idiota imprudente dispuesto a entregar su cuerpo y su vida a un traidor como Orochimaru, pero una cosa era arruinarse a sí mismo y otra era arrastrarlo a él. El problema radicaba en la terquedad de Uzumaki cuando algo se atoraba en esa hueca cabeza. ¡¿Cuántas veces no le dijo por pasiva y por activa que renunciará a él?! Llegó al punto de decirle que tendría que matarlo y el idiota seguía tercamente dándole la contraria. Bajo esas circunstancias sólo le restaba ceder por el bien de ambos. Sin embargo, si quería que Naruto alcanzara aquel sueño utópico de paz mundial tendría mucho trabajo por delante. No podía permitir que insurrectos o vestigios de odio sembrados por la guerra dieran frutos y atentaran en el futuro contra el rubio.

Apenas fue puesto en libertad fue a conseguirse otra muda de ropa. Tenía decidido lo siguiente en su lista. Mantendría su promesa con el rubio para crear un mundo donde todos se entendieran, pero quizás no se podría conseguir sin ensuciarse un poco las manos. Mas, eso era algo que no necesariamente debía saber el blondo. Él podía seguir predicando sus discursos sobre la paz y el entendimiento mutuo, pero él lidiaría con el odio del mundo hacia los Uchiha. No permitiría que se extendiera a su mejor amigo. Él había hecho más que suficiente por él y no lo seguiría distrayendo de su meta de convertirse en Hokage. Buscó únicamente algunos kunais para casos donde tuviera que defenderse y unas pocas provisiones antes de ir lo más rápido posible a la entrada de la aldea.

―Para serte sincero en circunstancias normales te habríamos mandado a prisión de por vida ―comentó Hatake mientras escoltaba a Sasuke a la entrada de la Aldea―. La única razón por la que se te ha perdonado es porque ayudaste a deshacer el mugen tsukuyomi. No quiero que olvides que todo esto es gracias a Naruto, con eso quiero decir que él es el verdadero héroe de la guerra. Bueno, yo como rokudaime Hokage, también puse de mi parte para conseguir el indulto. Así que tomate las cosas con tranquilidad y no vuelvas a hacer una locura o el que acabara pagándolo seré yo.

―Sí, lo siento ―respondió Sasuke sabiendo todo lo que se estaba arriesgando para poder liberarlo.

―¿Ya te vas? ―preguntó Haruno mirando al portador del sharingan un tanto sorprendida por sus prisas―. Tsunade-sama ya casi ha acabado tu brazo artificial con células de Hashirama.

―Ahora debo ver este mundo ninja con mis propios ojos ―respondió con indiferencia―. Debo ver en qué estado se encuentra. Siento que ahora seré capaz de ver todas las cosas que antes he dejado pasar por alto. Y si no aprovecho esta oportunidad puede que no se me presente otra.

―¿Y si yo te pidiera que me llevaras contigo? ―preguntó con un notable sonrojo en sus mejillas.

―Este es un viaje para redimirme de mis pecados. No tiene nada que ver contigo ―declaró con su frialdad típica.

―¿Nada qué ver conmigo? ―preguntó con la cabeza agachada sintiéndose decepcionada por no poder acompañarlo.

Pese a no guardar ningún sentimiento romántico por ella, ―tal y como le aclaró antes de su batalla final―, seguía siendo una compañera. Tenía claro que jamás podría corresponder sus sentimientos y lo mejor sería que en el tiempo el cual estuviera ausente, Sakura se replanteara los propios. Se habían hecho mucho daño mutuamente, ―no iba a quitarse parte de la culpa por lo sucedido―, pero ella debía empezar a pensar en qué era lo que realmente quería. Y una vida atada a un criminal clase S como él no era precisamente una buena opción. No lo era para ninguno de ellos. Suspiró imperceptiblemente al darse cuenta que hacía más bien estando lejos que cerca de quienes consideraba su “familia”. Quizás sólo estaba siendo cobarde y rehuía la incomodad que le causaba intentar reparar aquellos lazos que consideró rotos por su propia mano.

―Te veré cuando vuelva ―dijo dándole un pequeño poke en la frente en gesto fraternal―. Muchas gracias ―dijo a modo de despedida antes de comenzar a caminar lejos de ellos.

El sol estaba en lo alto del cielo mientras Naruto lo observaba desde la sombra de un árbol. Estaba a la espera de la razón de las tinieblas de su corazón: Sasuke Uchiha. No sería quien nublaba su lucidez y cordura, si no fuera porque oyó de la precipitada decisión de irse de Konoha. Era consciente de su incapacidad para detenerlo, ¿cuál podría ser la excusa perfecta para retenerlo a su lado? No había alguna, no existía y de encontrar alguna no sería más que un egoísta. Una aldea cuya paz cimentada en el sacrificio y la sangre de los Uchiha nunca sería un lugar que le diera paz a los demonios de su mejor amigo. Su única salida era la libertad, después de todo el refrán rezaba “si amas algo déjalo libre”. Volvió a suspirar por tercera vez desde que se había acomodado en aquel sitio. Su cabeza tenía parcialmente racionalizada esa despedida, pero no podía decir lo mismo de su cuerpo. Sentía un dolor en el pecho de sólo pensarlo, pero ya no quedaba tiempo.

―Teme ―llamó suavemente al verlo caminando hacia él con aquella elegancia tan natural suya.

―Usuratonkachi ―correspondió al saludo, muy a su manera, pero así se entendían ellos.

Un choque entre aquel ojo negro y los azules de Naruto dejando tantos sentimientos flotando en el aire, Uchiha estaba por irse a un destino incierto, durante un tiempo indeterminado. La atmosfera lo embriagaba del deseo de sujetarlo entre sus brazos y retenerlo allí para jamás soltarlo. Empero él sabía que estaba siendo empapado por la nostalgia de aquellos recuerdos que compartieron juntos en Konoha. Una aldea que siendo sincero consigo mismo no merecía a Sasuke, no con tantas personas que no podían ver lo que él apreciaba en esa rota y torturada alma. Con todos sus defectos, aciertos y errores: lo amaba. No sabía en qué momento dejó de profesarle una amistad sincera para transformar aquellos “porque eres mi amigo” en una pantalla de la verdad que se sentía obligado a ocultar.

―¿A qué vienes? ―cuestionó Sasuke sacándolo de sus pensamientos.

―Vine a despedirme, porque fuiste tan Teme que ni me avisaste que partirías ―respondió Naruto acallando la razón real.

―No me iba a despedir de nadie ―replicó Uchiha ante el infantil reclamo. De alguna forma le alegraba que Naruto fuera a darle una despedida, quién sabía cuándo volverían a verse de frente.

Tan propio de Sasuke irse sin mediar palabras ni dar explicaciones, nunca las daba y no tenía la necesidad de hacerlo. Podían soportar nuevamente la distancia mientras sus sentimientos se mantuvieran intactos. Quiso gritar la respuesta que tanto parecía pedir Sasuke en cada pregunta, mas sus labios y los de él estaban sellados con las palabras guardadas en sus corazones. Naruto mostró la bandana de gennin perteneciente al Uchiha y se la entregó en mano, éste supo de inmediato lo que significaba. El azabache le había preguntado muchas veces los por qué de sus acciones tan desmesuradas por recuperarlo. En cada una obtuvo respuestas que no eran del todo satisfactorias, pero eran lo bastante poderosas para mantenerlo atado al rubio. Por ello sólo aceptó su antigua bandana de gennin. Aquel gran corte realizado por las uñas de Naruto en su intento por retenerlo, irónicamente fueron las que hicieron la marca de que él era un ninja traidor.

No había acuerdos de un nuevo encuentro. No hacían falta.

No había necesidad de promesas.

Ellos sabían que el otro no hablaría y preferían mantenerse así.

Era un nuevo comienzo para ambos y mientras su lazo los mantuviera unidos nada podría separarlos.

Al menos eso querían creer ambos

Mirando el horizonte con un ojo teñido de un eterno color violáceo producto del rinnegan y manteniendo su sharingan como prueba de las pérdidas de quienes amó, Sasuke emprendió su viaje. En busca del significado de la paz y la redención de sus pecados abandonó una vez más su aldea. Agradeció a su amiga de cabellos rosas su ayuda, un leve gesto con la cabeza bastó para hacerle entender a su maestro que agradeció su intervención frente al consejo. Con su pena reducida, sólo restaba despedirse de una última persona. Alguien que fue a verlo personalmente alcanzándolo en solitario para despedirse. Lo había visto con la espalda apoyada en un árbol y creyó que intentaría detenerlo. Una parte de él quería oír su voz diciendo “no te vayas”. Mas, viendo la buena voluntad de Uzumaki en dejarlo ir, supo o mejor dicho, confirmó que hasta Naruto consideraba que debía pagar por sus crímenes. Si no era en una celda en Konoha, sería con su propia consciencia replicándole que la muerte y destrucción causada por la guerra la originó su familia.

Supongo que este es el resultado de mis acciones. Mi ceguera por aquel irrefrenable odio en mi interior no me dejó ver cuan débil me estaba volviendo. Creía que estaba haciéndome más fuerte con cada lazo roto, pero lo que en verdad estaba rompiendo era mi propia alma con cada persona convertida en mi enemigo. Podría intentar culpar a otros. Atribuirles la culpa por tentarme. Por aquellos susurros repitiendo constantemente que yo no podía avanzar. Podría también intentar ser un positivista extremo como Naruto y engañarme a mí mismo diciéndome que mi errada decisión lo hizo más fuerte, pero… Todo eso es basura. Fue mi voluntad la que tambaleó. Mi alma atormentada por mi necedad de aferrarme al pasado que jamás regresaría a mí. Sólo quería terminar con el dolor. Empero, soy un Uchiha. Mis ojos jamás olvidarán a quienes amé y perdí.

Hace dos semanas he comenzado mi viaje y me he detenido a descansar en un sitio que parece confortable. Me senté en las raíces sobresalientes de un enorme árbol a comer mis provisiones. Algunos animales silvestres se acercan hambrientos y les dejó una parte de mi alimento. No puedo evitar preguntarme ¿qué estarás haciendo, Naruto? ¿Ya has iniciado tus entrenamientos para ser chunnin? Si no apruebas eso jamás te dejaran volverte Hokage. ¿Ya has vuelto a intentar conquistar a Sakura? Ahora que eres todo un héroe amado por todos ya no le puedes pedir más a la vida; tienes maestros que adoran, la aldea te reconoce como siempre soñaste, tienes buenos amigos a tu lado, tu sueño está al alcance de tus dedos. Debería sentirme feliz y aun así siento tanto dolor de pensar en todos tus lazos. Ya no somos sólo tú y yo contra el mundo, ahora eres tú guiando al mundo hacia el mañana.

Repentinamente Sasuke soltó un quejido de dolor y se sujetó la zona donde debería estar su brazo. Esa herida significaba muchas cosas para él; sus pecados, su salvación y aquello que alguna vez lo unió a Naruto. Aquella mano que tantas veces tocó la de Naruto. Algunas veces siendo enemigos y otras siendo amigos que se aceptaban sin ningún reparo. Su ausencia no le molestaba tanto como en un principio creyó. Era su retorcida manera de asegurarse que no dañara a nadie más. Ese brazo jamás volvería a lanzar un chidori contra sus compañeros, amigos o contra… Naruto. Ese día se sentía particularmente nostálgico. No tenía ninguna razón en particular para estarlo, no había pasado ni un mes desde el inicio de su viaje. La fecha de regreso a la aldea era indeterminada, pero presentía que no podría soportar mucho más de ese viaje.

―Naruto ―susurró con tristeza al viento sintiéndose cansado.

Sus piernas estaban entumecidas y su único brazo no parecía ser suficiente para ayudarse a mantenerse de pie. Cayó de rodillas al suelo cuando intentó ponerse de pie en aquel bosque moribundo. Los árboles despojados de hojas y con la madera de los troncos muerta desde hacía mucho tiempo, eran su única compañía allí. Las nubes grises cubriendo el cielo comenzaron a dejar caer pequeños copos de nieve. El único ojo descubierto de Sasuke miraba cada uno de ellos con atención intentando imaginar si en Konoha estaría nevando así. ¿Naruto estaría viendo lo mismo que él? “Quizás no fue buena idea explorar las dimensiones de Kaguya apenas fui dado de alta”. Pensó a sabiendas de que se le pidió quedarse un poco más y esperar a una prótesis de su brazo. Cerró los ojos exhausto de sus pensamientos y del viaje en sí. Tenía tanto sueño que ni siquiera le importó la nieve cayendo sobre su persona.

 

CONTINUARÁ…

 


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