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Tomarry Valentín 2021 por PinkuBurakku

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Notas del capitulo:

 

La pasión y la estupidez, son dos conceptos muy parecidos, cuando se decide por algunos; siempre el norte se pierde. 

Los personajes aqui descritos no me pertenecen, son autoria total de JK Rowling, solo los uso para dejar volar la imaginación y sin fines de lucro. 

 

Prompt III: Vestido de infarto. 

Pareja: Tomarry

Advertencia:  Desnudos, Semi AU, Underage. Lenguaje altisonante, Leve contenido gráfico. 

#Maratóndesanvalentín

 

     Rememoro a conciencia una y otra vez aquella mirada que se pasea cómo un temporal abrasador por mi piel, cuando lo único que tendría que abrasar sería las llamas bajo la varita, el maleficio que me indican apenas es escuchado cuando sus ojos se posan en los propios, lo rememoro con ahínco, sólo así, puedo calmarme un poco gracias a la locura que estoy por cometer; porque tengo que convencerme que esto es lo adecuado, lo ideal; nunca lo correcto, pero lo que sin duda me dará el pase al cielo mágico al que estoy planeando llegar esta tarde. Uso la valentía propia de mi casa para aumentar los ánimos, autoconvenciéndome que todo está planeado a la perfección, por Merlín, que la bruja más grande de la época me había enseñado el hechizo, era obvio que nada podía salir mal; a pesar de los ánimos, la sensación agridulce se afianzó bajo el paladar, había magos poderosos allá afuera; no, Harry, todo va a estar bien, más que bien. Si quieres algo, sólo tómalo, eso había dicho el brujo y justo eso, haría sin dudarlo, o bueno, con algunas dudas.

Convenciéndome todo lo que podía en semejante situación, me apuro con la preparación de semejante demencia. Dejó el espejo atrás para no verme más frente a este cómo un trastornado el cuerpo, destrozando mi boca en furiosos mordiscos por todas las mejillas internas esperando desgarrar la delicada piel y no mi cabeza. Nada funciona al final y más valiente de lo que jamás fui en la vida, ando hasta mi cama; las sábanas rojizas me dan un poco más de confianza, ya lo había decidido, no podía retractarme ahora, no sólo era la cabezonería hablando sino el orgullo mismo, quería borrar de sus labios aquella burlona y desdeñosa sonrisa de superioridad; centrado en dicha cosa y en lo perfecto de sus labios delgados curvados hacia un lado, torcidos y maliciosos, desprendo la primera prenda. El chaleco del uniforme cae sobre la cama, una vez libre de la primera prenda, el valor consume mi cuerpo, podía con esto; sería yo quién reirá esta vez.

Una vez la primera prenda abandona mi cuerpo, el asunto se vuelve mucho más sencillo, aquel primer fragmento de ropa al caer se llevó un peso considerable de mi cuerpo, el primer paso para acabar por convencerme; me desprendo la corbata imaginando su rostro al verme, esperaba confusión en su mirar, luego asombro, sonrió descarado imaginando sus pupilas rojizas desnudarme de arriba a abajo, la camisa se desprende de mi cuerpo cómo sí nunca hubiese estado allí, la piel blanquecina propia de mi familia sale a la luz contrarrestando con la cálida chimenea encendida, la apagada luz de Febrero me baña por completo. Los zapatos se pierden debajo de la cama, los calcetines no tardaron en seguirlos y cuando quise tener conciencia nuevamente de mis movimientos, sólo el pantalón quedaba junto a la ropa interior, cayendo sobre las caderas, sin cinturón y con los botones abiertos del mismo; con un contundente suspiro pesado, desprendo la prenda, esta cae sobre los tobillos, Estaba casi hecho.

El rostro se torno bermellón al ser consciente de las manos sobre la ropa interior holgada, mordí de nueva cuenta la carne interna de las mejillas, los dedos temblaron considerablemente húmedos llenos de nervios; su maldito rostro burlón surgió nuevamente entre los recónditos oscuros de mi cabeza, sin pensarlo mucho más, baje la prenda. Totalmente desnudo, me exhibo a la nada, el corazón quiere salir del pecho ante los nervios y la leve excitación que me produce la locura que voy a llevar a cabo. Evitó el espejo de cuerpo completo que me espía en una esquina de la habitación y corro por la varita encima del baúl dónde apretujo la ropa hasta que se pierde dentro, de dónde decidido también sacó la capa de invisibilidad.

Cierro el baúl sin vuelta atrás, intentó acomodar el nido de pájaros que es mi cabello, aplanando las hebras hacia atrás, recuerdo a mamá haciendo lo mismo en cada gala y huyó del pensamiento; la imagen de mi madre sin duda pondría todo en un contexto mucho más escabroso, sí esto se llega a saber, la pelirroja mujer, me mataría. No, incluso sería peor el castigo que su astuta mente planearía para su hijo, revoltoso e impúdico; padre por otro lado, no, era mejor no pensar en lo que haría James Potter sí se entera de tal locura. No me distraigo y asesino los pensamientos colindantes del hilo del que yo mismo había tirado, nadie se enteraría de tal demencia, sólo él, la persona que debía notarlo. Aplicó un hechizo rápido sobre mí, el primero de la corta pero poderosa tanda, mi piel brilla al igual que tocada por la luna. Incluso cómo una refulgente estrella, lo había notado, lo maravillado que parecía con mi piel blanquecina brillar al sol. Sonreí ante aquella gloriosa imagen, sí, sin duda esperaba con ansias su reacción.

Una vez mi piel brillo por completo de pies a cabeza, incluso las partes más íntimas de un hombre, supe que estaba completamente loco, pero ahora esta premisa no resultaba desconcertante cómo minutos antes, ahora había incluso diversión que podía confundirse fácilmente con demencia en los ojos de alguien que me conociera, pero poco había de ello. No estaba loco, sólo en la medida de un adolescente brujo que se enamoró de su profesor de defensa contra las artes oscuras, ese era mi nivel de locura, anormalidad e incluso insensatez, ni un poco más arriba ni un poco más abajo, justo sobre la línea del no retorno. Con la premisa que fue un sobre cobijo a mi alma, me embadurne por completo las manos de ese polvo brillante que había expulsado la punta de la varita, a conciencia pase los dedos por las partes más púdicas de mi piel, los pezones pequeños y apenas visibles debido a su palidez, refulgen de su escondite, tiesos y comenzando a hincharse cuando tire de ellos con saña, para ponerme en forma.

Los rodee cerrando los párpados momentáneamente, los ojos de aquel delirio hecho hombre, vuelven a mí, escapando detrás de mis largas pestañas, lamí el labio con obsesión recordando cuántas veces había hecho esto desde haberlo conocido, sin duda muchas; pero si todo salía bien, sería la última que mis pezones fueran tirados al menos, sólo por mí. La idea maravillo a mi cuerpo en una constante alteración con sólo la mera pronunciación de aquel nombre que mi lengua moldea a la perfección de memoria, lo llame en tono alto, en un lastimero jadeo consciente de que estaba por completo sólo; el aire expulsado furiosamente de los pulmones encendidos, rompió mi burbuja, no era momento para masturbarme pensando en su rostro, ya lo había hecho en la mañana, resultaba patético y cruel hacerlo por mi propia cuenta cuando sabía que otras manos lo podían hacer y sin duda alguno mucho mejor, de sólo imaginar la escena, mi polla da un salto interesada en la fantasía.

Embadurno un poco más mi cuerpo, acariciando a conciencia para que el rastro de las yemas bailen por toda la piel, un caminito que indudablemente termina en mi entrepierna, donde sabía irían a parar sus ojos, evite tocar la creciente erección sabiendo que con el grueso adquirido era más que suficiente para captar la atención del profesor, deje mi cuerpo en paz pasando ahora los dedos untados de polvo por los labios abiertos, apenas un roce furioso, preguntando en mi imaginativa cabeza, cómo sería sentir los suyos robándome el aliento; me reñí por el círculo vicioso en el cual estaba danzando cómo un hormonal adolescente que vivía de las fantasías y lo vicioso que resulta su profesor, no era un adolescente hormonal, era un hombre a las puertas de graduarse de la escuela y estudiar para ser auror, a pesar de lo que mis actos dijeran de mí, era todo un hombre, el hombre que quería ser reconocido por otro más.

Una vez listo, tome la varita con decisión, rememorando la apariencia que quería dejar ver para los ojos del mundo y cual seria el único en ver mi verdadera forma. El traje de gala convertido en armadura de batalla, no había mayor perfección que la absoluta nada. La desnudez pura tanto de mi cuerpo juvenil y proporcionado, cómo la de las necesidades detrás de dicha desnudez. Hoy se decidiría el destino de mi mundo y lo único que había escogido para el importante día era un vestido de blanca carne de pies a cabeza, no había mejor elección que esa. Aplique el hechizo que me concedería aquel reconocimiento cómo un hombre sólo para sus ojos, en todos los aspectos posibles de la palabra.

No se si funciona ya que sólo sentí el latigazo de magia bañando mi cuerpo, pero supuse que lo haría, ejecute a la perfección las instrucciones de Hermione, incluso el perfecto movimiento que se necesita para tan difícil encantamiento, quién pensaría que hacer las cosas visibles para ciertos ojos era tan complicado, suponía que era debido a que la verdad más fehaciente era difícil de ver a los ojos cuando se ciegan por la su propia verdad, palabras de Hermione, no mías, mi capacidad de razonamiento había quedado sesgada bajo una bruma oscura desde el momento que decidí llevar a cabo tan arriesgado pero temerario y excitante plan. Deje la varita sobre el baúl ahora cerrado y tome la capa de invisibilidad, mi único refugio en toda la caminata condenatoria desde mi habitación hasta el gran comedor, sin más, y antes de que el sonido de la duda apareciera nuevamente, salí de la habitación. 

El sonido del picaporte de la puerta mandó nuevamente a mi corazón de cabeza, baje las escaleras sintiendo la curiosa sensación de la gravedad ejercer peso sobre mi cuerpo, todo este tambalea y ahora desnudo, lo siento a la perfección; esto simplemente es de dementes, ignoró lo sucio que suena mi propio cuerpo al bajar las escaleras cuando mi cabeza no es lo unico que rebota de arriba a abajo. Las mejillas se encienden, sabía que pasaría, el morbo de saberme descubierto aplaca el miedo debido al mismo motivo, pero no me permito emocionarme a conciencia, suficiente tengo con las mejillas alborotadas y mi anatomía despertando aún sin perder grosor. Avanzó lo más rápido que me permite la prenda sobre mi cabeza y para mi alivio, los pasillos están desolados así que puedo casi correr, es normal me recuerdo; todos están dentro del comedor disfrutando sin duda del baile del catorce de Febrero. Al llegar a las puertas del comedor, todo se vuelve mucho más real que la conciencia me hizo creer dentro de mi mente.  Colocó la frente aún oculta contra la madera de la gran puerta.

No había peor reto para un adolescente que el cruel destino de encajar en la sociedad, una que constantemente lo quiere consumir por completo, mostrarle que es lo correcto bajo su criterio y su moral tambaleante, que está bien y que mal; tirar de su juvenil cuerpo para un lado y hacia el otro hasta consumir su cabeza en ideales parecidos a los establecidos, delirios iguales a los propios y sobre todo, expectativas tan difíciles de cumplir que por poco dicho adolescente pierde una parte de su propia identidad en aquel vertiginoso camino; ese era el ejemplo perfecto de adolescente modelo en el cual mi mejor amiga Mione luchaba por encajar, sin embargo, yo pasaba de él cómo un mago, pasa de la mierda y el barro. Mientras Hermione, Draco o incluso en ciertas ocasiones Ron, componían la perfecta amalgama de adolescente promedio, bien educado, coherente y de buenos modales, yo huía de los estereotipos de camisas dentro de los pantalones, poses ridículamente rígidas y ceños fruncidos cómo niños de bien cuando huelen algo asqueroso. En todo caso, yo sería eso, el asqueroso adolescente que salió de la norma. No había mejor insulto que ese.

No era para malentender mi comportamiento, no era un revoltoso en busca de atención, no era el niño problemas o el tormento que hacía llorar a su buena madre en casa, no, nada de eso. A pesar de no ser cómo la media por tantas razones diversas, era un chico simple, que prefería pasar desapercibido, pero que no se mordía la lengua al hablar de las injusticias y lo que no parecía correcto, no me amedrentaba bajo las miradas amenazantes de los adultos cuando más indiscreto que justo, me alzaba en voz. No sólo eso, para mi no cabía la consigna de bajar la cabeza y aceptar sin rechistar las reglas, no podía mantenerme erguido y esperando órdenes cómo un soldado en la milicia. No era un títere de la sociedad cómo no lo era mi padrino, madre o padre; el apellido Potter decía mi madre, era el que me había forjado y eso sólo significaba una cosa; valentía. Aunque también era sinónimo de problemas, travesuras y diversión.

A pesar de ello, siempre me mantenía en la línea de lo medianamente correcto para que la gran y apacible - según los que no la conocían bien - Lily Potter no enviará un vociferador en medio del comedor. Disfruto la vida, sólo así me podía concebir, un hombre que casi termina sus estudios no puede pedir más, sólo las aventuras que la juventud queriendo amedrentarlo le puede ofrecer, sin embargo, un día cómo cualquier otro, la burbuja se rompió, y subido en mi escoba, fui tirado de ella cuando la incineraron, literalmente. Al caer al suelo esquivando las llamas, no tenía conciencia de cuánto aquel límite de lo medianamente correcto se tambalearía, al conectar la vista con los maliciosos ojos rojos; los más extraños que había visto jamás en la vida, todo pareció caerse de culo cómo lo había hecho yo a sus pies, otra vez, literalmente.

El nuevo profesor de defensa contra las artes oscuras se presentó entre el más amable siseo, las palabras del directo a su lado escasamente me tocaron, creía que era por el golpe pero momentáneamente estaba tan aturdido que incluso seguía sobre el suelo. El nuevo profesor, estiró su mano para sostenerme el brazo y tirar con demasiada fuerza para las rodillas dormidas, me tambalee patéticamente de un lado a otro cómo una hoja; había sido un accidente modula el mago frente a mí, sin embargo, al ver la malicia en sus ojos supe enseguida, que era una completa mentira. Sólo eso pudo devolverme a tierra, aunque no sería la primera vez en perder el rumbo. Al vislumbrar su espalda alejándose dentro de castillo, el límite de lo malo, que me había inculcado aquella sociedad moralista se rompió definitivamente; porque lo que estaba pensando sin duda era cuestionable, impúdico y obsceno, sin embargo, dada su hipocresía y su conveniencia en mi caso, ignore al mundo y me perdí en su cabello castaño pulcramente arreglado.

Desde entonces esos ojos rojizos, con la mirada retadora, maliciosa y jodidamente penetrante jamás vista; me persiguen hasta en los sueños, los cuales pasaron de ser exclusivamente de quidditch, escobas y chicas a ser, quidditch, escobas, chicas y Tom y dudaba mucho sobre las chicas, los sueños donde sus cuerpos aparecían ante mí de miradas recatadas y pero coquetas, habían comenzado a desaparecer. No me escandalice, el mundo se me había presentado desde joven edad cómo era, vasto y diverso, en todos los sentidos que James y Sirius creyeron conveniente enseñarme a los quince años. No obstante, era un profesor, uno que tenía al menos la edad de mi padre; uno que me mira sin respeto alguno tragándose todas mis alzas de voz cuando lo creía conveniente, uno que mastica mis argumentos y los escupe en mi cara, deshaciéndome y dejándome terriblemente duro al ver la intensidad de sus pupilas. Ni siquiera intente detenerlo, me había incinerado cómo aquella escoba el primer día en conocerlo.

No obstante, cuando creía que sólo debía recluir los calientes pensamientos en pajas sin pena con su nombre, sus ojos me miraron; nuevamente y por primera vez. Vi el hambre, la desesperación, la necesidad y el morbo, tan o más oscuro cómo el propio; creía verlo imaginado en mi hormonal angustia, me acerque a paso tembloroso con la varita en mano para efectuar un fuego maldito del cual se defendería, uno que salió a propulsión una vez sus manos largas y tibias me rozaron el brazo para indicarme el correcto movimiento de la varita, ese día, por poco me corro allí enfrente de todos, ese día entendí dos cosas; la primera estaba por completo loco por el profesor Riddle y lo tendría para mí, segundo, el fuego avivo deseos de un alma corrompida que manchó la mía. No había vuelta atrás, de la mano del deseo, se colgó el amor y una vez me di cuenta, estaba con la frente pegada a la puerta del gran comedor, desnudo por completo esperando tentar a la suerte y que todo saliera a mi favor; escupí y destroce  los límites de la moral impuestos.

Ahora verdaderamente emocionado por la reacción que no tenía duda iba a trastocar al profesor que me roba el aliento, me deshago de la capa de invisibilidad después de mirar a ambos lados que estuviera sólo, la escondo hábilmente detrás de una columna; ahora la verdadera adrenalina me dopa y no lo pienso dos veces antes de empujar la puerta del comedor semi abierta, misma que chilla escandalosamente alto antes de abrirse, mi cuerpo se tambalea al tirar de la madera en un infructuoso intento por hacer mi entrada menos vistosa; conseguí todo los ojos puestos en mi, sobre la música al menos la mitad del comedor repleto de magos me miran de arriba a abajo, mi cara se torna de un rojo casi alarmante al ver sus pupilas fijamente pegadas a mi cuerpo, deslizándose por la piel con asombro, estuve a punto de salir corriendo, sin duda me habían descubierto, carajo, la erección bajó por completo ante el miedo y el corazón golpea tan fuerte dentro de mi pecho que me falta el aire hasta ser doloroso, a punto de olvidarme de los valores de mi casa y la adrenalina del viejo recuerdo, un mago se acercó.

Ron fue mi salvador sin saberlo, me rodeó los hombros con sus brazos y se rio de mí por la abrupta entrada, no sólo eso, sino por el tono de mi rostro compitiendo contra su cabello. Un nuevo bermellón me baño, pero dejando todo peso fuera de mis hombros, me permití sonreír tan grande cómo podía, respirando profundo, lo había logrado. Busqué entonces, la única mirada que importa detrás de todas las coquetas, asombradas o burlonas que me dirigen en general, acostumbrado a ellas no fue difícil buscar la única diferente entre todas, la que siempre parecía mirarme con malicia y las peores perversiones en la cabeza aunque hacía todo un titánico trabajo para que no lo notara nadie, ni siquiera yo. El cuerpo me pico por completo al encontrarla y un escalofrío me recorrió desde la punta de los pies descalzos hasta la polla, sin decoro directamente. Por primera vez, pude clasificar su mirada cómo las demás, asombro y deseo. Una buena combinación, el vaso en su mano temblequeo débilmente y decidí que era hora de avanzar. 

Bajo el brazo de Ron avance a pasos sinuantes sólo aprendidos para tentar a la misma muerte, acariciando imperceptiblemente mi cuello y bajando la mano por el centro de mi pecho, el mago se perdió en el candente recorrido. Su rostro era todo un poema que nadie más que yo parecía notar, su boca estaba abierta cómo nunca y podía apreciar con malicia cómo era él, el que ahora callaba. Una buena reacción, pero esperaba un poco más y sólo lo obtendría, la mano bajo directamente a esa parte de mi anatomía que me corona tan hombre cómo él, con descaro, deslice los dedos por el muslo colindante, acariciando suavemente para después encajar allí mismo los dedos, rozando con morbo la entrepierna despierta. Sus pupilas ahora oscurecidas, viajan cómo un rayo a mis ojos, con la coquetería que había planeado para este encuentro y haciendo alarde de todo el desparpajo que consiento en los huesos, le guiño un ojo. Tom, se consume por completo. 

Sentía mucho calor, casi que era cómo estar en mitad de verano y con kilos de ropa encima, la única diferencia es que de hecho estaba todavía en invierno y no tenía una sola prenda encima, sólo el ligero brillo dorado que irradia escandalosamente bajo la luz amarillenta de las velas del gran comedor. Me abanique saliendo debajo del yugo amigable de Ron que se reía con otras chicas de nuestra casa mientras yo seguía compartiendo de vez en cuando miradas cómplices con Tom que pegado cómo un lapa a la mesa de ponche, no perdía la noción de uno sólo de mis movimientos, podía jurar sin temor a equivocarme que el hambre en sus ojos, era la propia, estaba orgulloso de lo que había logrado, sacar a la serpiente de su cueva, sin duda sí tiro mas del borde de la cordura de acero que parecía tener, sin duda podía conseguir el tan ansiado toque que moría por tener.

Me separo de la chica que tan desinhibida me tenía sostenido de la cintura, justo encima de mi culo desnudo que había descubierto, era el lugar favorito dónde Tom parecía perderse, mismo que ahora tenía las huellas a conciencia de todos mis dedos que de una manera o otra me había ideado para marcar y apretar, disfrutando incluso de roce del aire contra mi piel desnuda y caliente. La chica roza sus delicadas manos fuera de mi cuerpo y me contengo con el roce de la piel hirviendo, el calor sólo aumenta al sentir las pupilas de una tercera persona, destrozarme por completo con furia e intensidad, misma que sólo parecía aumentar entre más chicas se acercaban al rojo Harry Potter, era imposible evitar la rojez de las mejillas, sólo que dónde todos parecían ver pena o vergüenza por el episodio olvidado con la puerta; una persona astuta y morbosamente iracunda, sabía que era excitación y perversión en su más caliente nivel. Definitivamente necesitaba tomar algo para refrescarme, un ponche sin duda, me iría de maravilla.

Poco importa que dejó a todos con la palabra en la boca, no tengo verdadero tiempo para la charla ociosa sobre san Valentín, regalos y cursilerías que hoy, no entran en mi nómina; quería más pasión que amor, eso sin duda. Calculando bien mi andar con eso de la torpeza innata de mi cuerpo y queriendo alargar la agonía que podía ver en los ojos del profesor de DCAO, muevo los pies deslizándose casi cómo una serpiente por todo el salón, dejando de lado la pista de baile instaurada en todo el centro del mismo. Tom, no huye, cómo espere, demasiado orgulloso para ello; se pone derechito, tanto que me siento más cómo un dementor que cómo un hombre desnudo y patéticamente caliente, su espalda tira tensa y veo cómo su pecho pasa de moverse apenas imperceptible a un golpeteo tan fuerte que yo lo pudo escuchar, pierde el hilo de la charla que conserva con otro profesor, y es mi turno de desnudarlo con la mirada, noto con perversión cómo no soy el único animado, justo lo que necesito para la propuesta tan arriesgada que pretendo hacer, ya no había inhibición alguna.

Cómo quién no quiere la cosa, me acercó a la mesa para servir el vaso de ponche, alargando lo que mas puedo el momento para darle tiempo que termine la tediosa charla que tengo conciencia no ha prestado atención por verme el culo todo el rato, incluso, dejó servir caballerosamente a una chica primero, la cual de mejillas sonrosadas se apura a servirse un tembloroso vaso de ponche. Una vez sólo, me dedico a servir el vaso más corrompido de la historia, se que aún me mira, una vez con el vaso en mi poder, lo llevó a los labios humedeciendo primero los mismos con la punta fina de mi lengua, antes de dar un gran sorbo de la bebida que humedece mi garganta repentinamente seca al verlo acercarse por mi espalda. Me giró con suficiente calma, la vista al frente mientras siento el perfume natural de su cuerpo cosquillear mi nariz al tenerlo tan cerca, dentro de los límites claro. Aún éramos profesor y alumno; por ahora al menos. 

- Potter, ya que no veo a nadie escandalizado o trastornado, supondré que nadie además que yo puede verlo - Antes de poder abrir la boca, Tom lo hizo primero. Da un largo sorbo de su vaso, aún estaba dolorosamente tenso, me acerqué otro poco hasta que nuestros brazos se rozaron sólo para alargar su tentadora agonía. Tom, no se movió y decidí que era tiempo de ser directo, si es que ir desnudo ante sus ojos, no era suficiente directo.

- Cómo siempre debe ser, profesor …- Susurre con los labios al filo del vaso del que también había decidido tomar, la garganta estaba nuevamente seca; una cosa era ser desinhibido, seductor y coqueto, otra confesarse directamente ante la causa de tus delirios -... Sólo usted debería verme, no, no sólo verme, admirarme y desearme pero no en silencio cómo parece hacer siempre - Recordé aquellos primeros encuentros de sus ojos con los propios y la manera que parecía desnudarme, recordé la forma de verme el trasero hacia poco, esta era la prueba fehaciente y ninguno de los dos estaba para juegos rendidos en sólo miradas agónicas a la distancia.

- Yo no lo veo en silencio Potter - Al menos yo no estaba sólo para miradas, tal parece que a pesar del desesperado deseo, era mucho más el orgullo del profesor, teniendo en cuenta que había dejado el mío de lado al ir mostrando el culo por todo el salón, su actitud me irrito un poco.

- Dejémonos de trivialidades profesor, ambos sabemos que sí lo hace …- El tono seco, era el reflejo de mucha necesidad comprimida, una para la que ahora se me niega alivio -... Así cómo ha notado que yo lo veo …- Sí sólo dejaba las cosas realmente claras, quizás dejara aquel absurdo orgullo, y viera que su deseo era el propio, por Merlín, comenzaba a sentir el cuerpo revolverse, las dudas olvidadas renacieron crueles en mi cabeza -... Riddle - Lo llame cómo mi única salvación, la valentía e inhibición que había tenido hacía poco ahora se tambalea al sopesar la realidad que tal vez, no había conseguido tentarlo, no por completo.

- Qué descarado resultó Señor Potter …- El tono suplicante con el que lo llame murió sin duda en el camino, ni siquiera lo había tocado; su voz había mutado a estar algo rasposa, pero eso era todo, el mago seguía en su posición, aferrado tercamente, nunca había conocido a alguien tan desesperante y fascinantemente terco -... Pero no tanto cómo para tentarme maldito mocoso - El vaso en mi mano por poco se cae, aquel apodo con el que me había llamado una vez y por la cual quería demostrar mi hombría en toda capacidad, volvió, al igual que la irritación.

Sin embargo antes de poder hacer algo, o mas bien decir algo que refleje lo indignado que estaba, algo lleno de rabia cómo las veces en que alzaba la voz ante las injusticias - esta era una sin duda -, el cuerpo de Riddle se acercó más de lo que había hecho nunca, menos fuera del aula de su clase, ahora el tenso, era mi cuerpo. Su pecho envuelto en la fina túnica, queda a escasos centímetros del mío, su mano viajó tentativamente a la cadera, en la cual encajo las uñas con toda la malicia que conocía en el profesor, un jadeo bajo de dolor y excitación se escapó de mis labios, la cabeza me daba vueltas, lo único que me sostuvo para no cometer una locura y lanzarme por más de esa fuerza que parecía tener, fue la leve caricia de sus dedos por mi muslo, bajando tan malditamente lento, que me plantea mi rescate.

La otra mano fue a dar al filo de la gran mesa con el ponche, encerrándome por completo entre su cuerpo y la mesa, desde afuera sin duda se vería cómo que el profesor, sólo estaba frente a mi sirviéndose un vaso de ponche. Sin embargo, no era así y eso sólo hacía que la adrenalina se dispare ante lo prohibido, ante la realidad que alguien podía ser un poco listo y ver el deseo en ambos ojos, la lujuria caliente y dura que baña nuestros cuerpos casi juntos. Abrí la boca nuevamente, un patético gemido bajo salió de esta al sentir su respiración sobre los labios, por Godric sólo debía dar un paso y lo podía besar, aquí delante de todo el mundo. Sí Tom, era consciente de esto y el martilleo de mi corazón en los oídos, lo ignoró completamente.

- Si cree que por este patético espectáculo, dejaré que me seduzca, aún no me conoce bien Potter …- Su voz sonó afectada, dura y oscura, con un terrible siseo que me recordó a una serpiente a punto de atacar, su aliento ácido y tibio sin duda por tanto ponche me golpeó directamente los labios, las rodillas comenzaron a fallar; sus ojos estaban fijos en los míos, la sombra de la burla y diversión estaba en ellos contrarrestando sus amenazantes y excitadas palabras -... Necesita mucho más que esto para tentarme, Señor Potter - No sabía si quería convencerme a mí o a su desbocado corazón en todo caso, la pantomima se le estaba saliendo de las manos tanto cómo para verlo, sin embargo la diversión en su mirar me demostró que sin duda, el bastardo conocía el estado en el cual el me había inducido, sólo que lo ignoraba ahora con certeza.

- Tom - Fue un patético llamado a ser tocado, besado, acariciado o lo que quisiera, pero que hiciera algo.

No tenía tanto autocontrol cómo él parecía tener y poco me importa que estaba frente miles de personas, de hecho creía que esta realidad ponía peor mi estado, la adrenalina de lo malo y lo obsceno me consume por completo, una que sólo quiere ser saciada por el bastardo tan caliente cómo yo, sin duda la dureza de su propia excitación me estaba tocando el muslo, dudaba mucho que fuera su varita aquella porción de carne caliente y gruesa. Decidí que sí Tom no iba a dar el paso, nuevamente lo haría yo, sin pensar en las consecuencias y aprovechando la baja iluminación para el empalagoso vals en la pista del baile, subí la rodilla temblorosa hasta su entrepierna, aquella que también parecía querer el mismo desahogo que el mío y al cual Tom se negaba, el mago jadeo, no me detuve a preguntar el porqué, encantado con el jadeo ahogado del mago, era la primera vez que lo escuchaba y un monstruo nació en mí, quería escuchar más de ese sonido tan vicioso.

No obstante, todo movimiento quedó en el limbo, suspendido en la nada, baje la rodilla en acto reflejó restregándome contra aquellos dedos, queriendo escapar hacia atrás consiguiendo sólo el filo de la mesa clavado en la espalda baja, cerré los ojos seguro que me echaría a llorar y respire más de una vez, respirando furioso, un latigazo de dolor me recorrió por completo el cuerpo; Tom había capturado mi polla entre sus largos dedos, aunque debía morirme por aquel toque tan ansiado, me removía sin saber que era más fuerte, el dolor o la excitación, el mago la sostenía con mucha, demasiada fuerza. Nunca nadie me había sobado la polla con tanta fuerza, parecía querer arrancarla; al final el dolor era más grande que la excitación, o eso me quería convencer. Tom rio sobre mi oído ahora verdaderamente sobre mí, incluso el descarado lamió mi cuello desnudo.

- Cuando le dije que tomara lo que quería …- Murmuro seduciéndome cómo nunca antes en la vida, aunque su mano no disminuida la fuerza de su agarre que era claramente una advertencia, una reprimenda escabrosa de la cual estaba seguro no era sólo para contener mis ansias sino las propias -... Sin duda no me estaba refiriendo a mi, estoy, muy alto en su liga travieso jovencito - Y me soltó, de todas las maneras posibles que tenía el hombre, su cuerpo se separó tanto del mío que me tambalee irremediablemente, el vaso en mi mano fue a parar al aire levitando sólo por la gracia de la magia contraria. No podía ni hablar, mucho menos usar magia.

Me sostuve de la mesa para no acabar patéticamente contra el suelo, sus ojos conectaron con los míos cuando su sonrisa satisfecha y sardónica no sólo era eso sino que estalló en una cruel carcajada o eso quería hacerla pasar, la perversa oscuridad le bañaba el cuerpo, la dura excitación lo tenía tan alterado cómo a mí. No pude gritarle cómo quería, los pulmones habían dejado de tener aire, todo el cuerpo parecía haber dejado de funcionar, obsoleto completamente ante los encantos nunca antes visto o al menos sentido con tanta intensidad. Ese no era un adolescente hormonal como con los que había tratado, era sin duda un hombre, uno que sabía perfectamente lo que hacía, en vez de sentirme patético y pequeño, el morbo me bañó por completo aunque todavía quería gritarle y esta vez con más furia. Me dedico una última mirada y mi plan de maldecirlo murió, no pude hacer nada, el mago se dio la vuelta sin decir más y ahora sí que me sentí patético completamente rojo de pies a cabeza y con las mejillas calientes. Su última mirada fue directo a mi polla, erguida, tiesa y húmeda, su sonrisa de superioridad, la puso aún más tiesa, si es que eso era remotamente posible. 

Me tomé un par de minutos para respirar después de tal encuentro, estaba temblando de pies a cabeza y afianzase ambas manos sobre la mesa, sino, podía darme por perdido, estaba seguro que no faltaba mucho para que me gire sobre la mesa y allí mismo jalármela gimiendo el nombre del profesor, sin importante quienes me veían o sí murmuran lo trastornado que era. De hecho, lo creía así, sólo eso justificaría cómo estaba al borde de un orgasmo después de tan bruto agarre, eso sin contar la humillación, porque ahora con Tom tentativamente lejos, todo volvió a mi cabeza y junto al oxígeno, estaba el claro sentimiento de humillación, vergüenza, enojo y por último, irritación ¡cómo se atrevía el bastardo!. Había jugado patéticamente conmigo a su antojo y no pude decir ni media palabra, aquella valentía que siempre tenía contra los adultos había muerto en el momento que su aliento chocó contra mis labios ansiosos, maldición, no había sido muy varonil de mi parte semejante espectáculo.

Tome otro par de minutos para no ir hasta el otro lado del salón donde estaba el profesor, tomarlo por la túnica, golpearlo y sólo cuando la sangre cubriera su perfecta nariz, besarlo. Estaba completamente loco por aún querer dicha cosa y no sólo eso, sino por la polla todavía dura que a pesar de todo, seguía igual de hinchada esperando diversión, una que ahora estaba decidido a darle. Tom no se reiría nuevamente, contra todo pronóstico, no sólo había sido mi excitación necesitada lo que quedo al descubierto en el furioso roce, también el deseo de Tom se había materializado, tan morboso y perverso cómo el propio, las ganas que tenía de follarme ahora eran más claras que nunca, sólo necesitaba un empujón más, uno relativamente pequeño y aquel autocontrol que el mago creía tener se iría a picada, después de todo, podía jurar que su polla todavía seguía dura. Ya le enseñaría al orgullo hombre lo que era jugar con un león, quería algo y lo obtendría, el cómo, carecía de sentido alguno.

Nadie, absolutamente nadie desprecia a un Potter, fue una premisa inculcada por mi padre desde muy joven y ahora haría alarde a ella, no sólo por mí, sino por todo el apellido Potter que sin duda estallaría ante tal burla a su costa. Avance por el piso decorado de rosa para la ocasión, ignore las velas apenas iluminando el lugar y la muerte del vals por algo más íntimo, pasional incluso, el grupo se congrega cerca de los profesores, todos con una idea cursi en la cabeza de hacerles saber lo importantes que son en el día de los enamorados, pero también de la amistad; una idea de la que hui cuando fue impuesta por las compañeras de casa, pero que ahora, sería el último intento aunque desesperado, efectivo contra el autocontrol aparentemente de acero de Tom. Nadie pasa de Harry Potter y la presuntuosa serpiente lo recordaría sin duda; la rebeldía, inconsciencia, irreverencia y ahora depravación que tanto le acuñan a mi apellido, daría su mayor muestra en todo el siglo.

Mi madre, contrario a mi padre, me había inculcado un poco más de decoro, control y calma sin embargo dichos valores habían muerto en el mismo momento donde mi sangre mutilo lo poco que quedaba de pena o vergüenza con el jadeo ahogado de Tom. No, mucho antes, dónde poco me había importado andar mostrando la polla delante del director mismo sólo para captar la atención de Riddle. Aunque sólo el profesor me veía, había corrido el riesgo de que no fuera así, esa irreverencia y escándalo, sólo era la inminente muerte de la pulcritud que por años había escapado y mi madre tanto había inculcado. Ahora, caminando hasta el grupo de magos que ya habían comenzado a cantar sus cursilerías, toda cordura murió. Sí mi vestido de batalla no había dado resultado, esto sin duda lo haría; cómo que me llamaba Harry James Potter. La siguiente en la fila, la cual debía cantarle al tormentoso y atractivo profesor de DCAO se preparó. En un arrebato y con un Accio no verbal para sorpresa de todos, tome su varita. Nadie le cantaría al gilipollas, nadie que no fuera yo, por supuesto. 

Cómo siempre, ninguno de mis planes daba resultado; todas las decisiones tomadas en caliente sólo me llevarían a la ruina. Una vez la varita estuvo en mi mano, todos los ojos de Hogwarts sin excepción se posaron en mí, la sinfónica ya preparada por los estudiantes para ambientar cada canción cursi de las dedicatorias, se quedo tan silenciosa cómo todos en el salón esperando que conlleva tal arrebato de desarmar a una bruja; los profesores parecían impresionados de mi habilidad mágica, Albus parecía curioso, mis amigos parecían sorprendidos, Mcgonagall parecía que iba a matarme y Tom, bueno, él tenía todo el descaro de querer reírse, totalmente burlón. La humillación volvió a mi y esta vez por mi propio pie, despeje lo rojizo de mis mejillas y aún consciente de lo despierto que estaba mi cuerpo, había decidido borrar aquella sonrisa burlona del profesor. Rápidamente pensé en algo, tenía la certeza que no sabía cantar, ni siquiera lo hacía en la regadera, pero algo se me ocurría, después de todo, era Harry Potter incluso si desafino una o dos notas, a nadie le importaría, tenía una reputación que me precedía. Encontrando algo por fin, le sonrió sólo a una persona en el salón, tan malicioso cómo las sonrisas que he aprendido a copiarle.

Al abrir la boca y convocar el sonorus, todos sostuvieron la respiración con la conciencia de lo que haría, luego miraron dónde mis ojos estaban fijos, no me moleste en disimular, después de todo, era su turno por canción; pero lo salvaría, nada de cursilería o declaraciones de amor para el encantador profesor, sin duda sería una declaración, pero una más a nuestro nivel, al nivel del travieso jovencito Potter. Contuve las ganas de guiñar un ojo cuando mordió su labio inferior con la conciencia de que la sonata que saldría de mi boca, le iba a ensanchar la polla y perder el control, lo supo antes de que entone la primera palabra. Ambos lo supimos, la conciencia de ello fue exquisita. Había dado el último empujón en su autocontrol, abrió la boca y yo lo imite.

Happy day for you,

Happy day for you

Happy Valentín Mister Riddle

Happy day for you

Las palabras salieron mucho más despacio de lo que creí, incluso con cierto tinte de sensualidad que no fue planeado pero sí abusado, extendí las palabras tanto cómo pude sin parecer que las deletreo, aunque daba la sensación de que de hecho era así. La primera línea siguió a la segunda, recordando fugazmente la canción leida en corazón de bruja por mamá, un escandaloso y supuesto romance entre un sujeto y una tal Monroe; poco importa este escándalo sin duda sería mucho más descarado y fantástico que ese. Al llegar a la tercera línea, tomé aire imperceptiblemente y cuando el apellido del profesor salió con aquel tonito, supe que sin duda había ganado. Tom se contuvo de abrir los labios escandalosamente, pero su jadeo no podía pasar por resoplido, no totalmente, acabe la estrofa, repitiendo nuevamente la letra a conciencia; simple y conciso.

Al acabar, el aire vicioso y algo incómodo, se rompió por completo, la coquetería innata en la canción además de ponerme el corazón a danzar peligrosamente otra vez, me gano un aluvión de aplausos desmedidos, el mensaje estaba entregado y la canción a pesar de las notas fallidas y a capella, había tenido éxito, demasiado éxito. Tom estaba en medio del grupo de personas, con la mano en la parte baja de su túnica, el imperceptible movimiento de sus manos acomodando su penosa erección, me hizo reír, un vial de su propia poción. Sentí un par de manos tirar de mí, chicas enganchándose encima de mis brazos y sonrisas pícaras sin sentido de adolescentes tan exaltados cómo fascinados, ignore todo el teatro recordando que estaba desnudo y no sólo eso, con una erección dolorosa entre las piernas, si alguien se le ocurría recorrer así sea por accidente aquella zona, estallaría de lo dura que esta. Me acerque a paso ágil hasta la chica a la cual le había robado la varita y a pesar de ser de la casa de las serpientes, tome su mano dejando caballerosamente - justo cómo me había enseñado Sirius - un beso por las molestias.

Un coro de gritos estalló en mi oído y corrí antes de ser atrapado nuevamente por las eufóricas chicas enamoradas del galante propio de mi apellido; los Potter, se habían hecho notar nuevamente. Salí del gran comedor, con una sonrisa satisfecha en la boca, la cual estaba seca ante la expectativa; el estómago se me encoge al recordar el episodio junto a la mesa y que seguramente mi cuerpo seria estampado contra alguna pared en los próximos minutos, apenas pude llegar a sostener la espalda contra una de los extremos de la puerta de madera cerrada cuando esta fue nuevamente abierta. No tuve que girarme para saber quién era, su magia fue reconocida al momento y el olor de su cuerpo me bañó por completo, el mago estaba por completo en éxtasis; la puerta se cerró por completo con un estruendo que nadie parecía consciente ya que el jolgorio dentro del salón siguió, las canciones seguían acompañadas de la orquesta. Todo perdió sentido cuando fui sostenido de la muñeca y tirado sin consideración contra el primer callejón oscuro que encontró el frenético mago.

Su cuerpo se pego por completo al mío, dejando las trivialidades de lado y rompiendo con vehemencia la fina línea aun no traspasada en nuestros cuerpos, al ser consciente de mi desnudez, el mago amolda las manos al cuerpo y cómo si de un simple truco barato de magia se tratara, rompió por completo el hechizo que llevaba encima, ahora definitivamente estaba entre sus manos. No se molesto en preguntar, perdiendo por fin todo el autocontrol que hasta ahora había conservado. Su boca fue directo por la mía, el aliento ahora por completo contra mis labios, baño estos hasta que sus labios entraron en juego, mucho más demencial de lo que imagine en sueños. Bebió con maestría de los labios, poniendo mi nulo autocontrol contra el piso para seguirle el paso, ambas manos fueron directo a su cuello tirando descaradamente de su nuca para tenerlo más profundo. Sus manos se amoldan al objeto de su cándido deseo desde que entré por la puerta sin ropa, ajustó las manos con furia a mí culo, a ambas nalgas hasta estrujarlas sin consideración, jadee sobre el beso.

- Usted Señor Potter, sin duda no sabe lo que es una negativa - Jadeo irremediablemente loco, tirando de mi boca con gula, saciando el hambre recién descubierta y abrasadora. Los dientes, tiran del labio superior engullendo con destreza el gemido que disparó mi garganta encendida, nuevamente Tom, sabía lo que hacía. 

- No, no lo …- Intente murmurar algo entendible entre la bruma del indescriptible placer consumiendo mi cuerpo que jamás sucumbió al deseo. Nuevas necesidades nacieron en mi abdomen tenso.

- No entiende cuando un hombre intenta no corromper su alma, porque le aseguro que haré mucho más que mutilar su audaz y valiente voluntad …- Un nuevo gemido nace de lo más profundo de la garganta al sentir las uñas adueñarse de toda la piel, el latigazo de dolor ahora en conciencia puso a chorrear la polla ansiosa -... Y no parare hasta ver su cuerpo consumido por la mayor de las inmundicias - Abrí la boca para refutar, cómo sí tuviera algo que decir ante ese devastador tono y semejante comunicado, la lengua del mago delinea los labios abiertos; rendido, me restriego con ahínco por su cuerpo aún vestido.

- Sí, un destino mucho más vocal y ardiente del que puede esperar un alma pura cómo la suya; una que juega con la depravación y autocontrol de un hombre …- La retahíla de inconciencias apenas era escuchada por mi cabeza totalmente rota en placer, mordí despacio la lengua que imita embestidas en mi boca cuando no se dedicaba a torturarme por medio de palabras con ella -... Una, que merece un castigo, ejemplar - Me restregué nuevamente con la túnica ahora húmeda de mis fluidos, la aspereza de la tela me incomoda queriendo sentir la piel desnuda. Sus manos fueron más allá, levantándome de suelo gracias al fuerte agarre, apenas me sostuve de sus hombros.

- ¡Por Merlín, Riddle! - Grité con la desesperación haciendo estragos en mi cabeza poco cuerda, necesitaba a él hombre sin ropa y lo necesitaba ipso facto. No tuve esta vez que tomar lo que quería, esto me fue entregado de buena gana. Tom imitó una embestida furiosa y concisa directamente en medio de mis nalgas, la fricción fue devastadora.

- Si querías mi atención, ahora la tienes jovencito. Espero que sepas lo que haces con ella - No pude hablar, lo que no era una novedad. El profesor, nos apareció en su despacho. No tuve tiempo de echarle un vistazo, fui tirado contra la cama de doseles de madera.

Al ver caer su túnica por fin dejando la camisa igual de oscura debajo, supe que había tomado la mejor decisión no sólo con la canción, sino también con el traje que había portado en la gala, eso sin duda me había abierto las puertas al paraíso carnal del que ahora disfrutaba cómo un poseído. Con un nuevo y decidido toque de las manos de Tom hasta encajarse en mi piel, tuve la certeza que su palabra la cumpliría a cabalidad. La cabeza se me perdió por completo y la arritmia debido a la agitación fue tan peligrosa que me recordaba a un paro cardiaco, la sensación entumecida del corazón era dolorosamente asfixiante con los pulmones encendidos en fuego, la cabeza perdió el rumbo con las palabras intoxicantes de Tom contra el cuello; sonreí anonadado a la par que encantado, recordando cómo este, había sido la expresión compuesta por Tom al verme llegar vestido

 

Notas finales:

Gracias por leer. 

PK. 


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