Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Go back in time: First year. por Nakamura Yuuki

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“El primer año en Hogwarts.”

Draco no había buscado a Potter en el tren, sabiendo que estaría con Weasley y esa era una discusión que no volvería a pasar, por lo que esperó hasta que llegaron a las escaleras para acercarse a él, tocando suavemente su hombro. Cuando el elegido  lo miró, Draco se sorprendió al recibir una sonrisa tan grande.

— ¡Hola! No logré encontrarte en el tren, y tampoco podía preguntarle a nadie sobre ti porque no sabía tu nombre…—Potter lució apropiadamente avergonzado cuando Draco le arqueo una ceja, y el rubio no debía de sentir la satisfacción que llegó a su pecho.

—Mi nombre es Draco—le proporcionó, una burla subyacente en su tono. Escuchó un resoplido de risa y casi se congeló, pero luego recordó con quien estaba Potter ahora. Claro que no se iba a librar de esto.

Potter, sin embargo, miró a Weasley con el ceño fruncido.

— ¿Por qué te ríes?

Draco miró a Potter, sintiéndose algo descolocado, pero sin que su máscara fría se removiera ni un segundo. De todas las formas en las que se pudo imaginar esto, nunca llegaba a Potter enojándose con Weasley.

El pelirrojo miró al niño con conmoción, y un poco irritado, porque defendiera a un Malfoy por sobre todas las cosas. La profesora McGonagall llegando fue lo único que detuvo la disputa. Ella comenzó con su discurso, pero Draco apenas y se centró en el murmullo de su voz, alejándose un poco del dúo, instalándose nuevamente entre Vincent y Gregory. La familiaridad de la situación lo mantendría lo suficientemente centrado, sin la necesidad extrema de mirar por su hombro a cada paso, no con ellos dos allí.

Volvió a si mismo mientras caminaba por el pasillo para llegar al lugar donde los esperaba el sombrero seleccionador, que en este momento entonaba su canción, bajo los ojos maravillados de todos, inclusive los que ya sabían que eso sucedería, e incluso conocían de memoria la letra.

“[…] esa gente que utilizaría cualquier medio para lograr sus fines…”

Draco sonrió, casi con sorna. Cada día que pasó desde que se le presentó esta nueva oportunidad ha estado haciendo exactamente eso.

Los nombres comenzaron a resonar por el salón, con el respectivo anuncio de su casa y los aplausos. Estuvo casi ausente mientras los escuchaba como eco, recordando vagamente a donde irían todos de cualquier forma.

—Malfoy, Draco. —llamó McGonagall y el rubio se movió como autómata hasta el taburete, mirando hacia el frente, donde estaban las cuatro largas mesas. El sombrero a penas y fue sostenido sobre su cabeza antes de exclamar que iría a Slytherin.

No sonrió, ni le dio una segunda mirada a nadie, simplemente caminó con elegancia hacia donde lo estaban esperando sus guaruras, quienes aplaudían junto al resto de su casa. Se sentó allí, mirando la superficie plana y vacía de la mesa, escuchando las especulaciones de todos durante unos minutos largos hasta que la voz de McGonagall resonó en el comedor, llamando a Potter.

Los murmullos se alzaron, especulaciones desde las otras mesas, en Slytherin estaban todos de acuerdo en que quedaría en la casa de los leones. Draco se encontró con los nerviosos ojos verdes entre el mar de cabezas que los separaban, y sonrió alentadoramente. Sintió un tirón de satisfacción cuando parecía que la tensión en sus hombros desapareció.

El comedor se quedó en silencio mientras el sombrero pensaba que decisión tomar, y hasta Draco se estaba empezando a impacientar cuando pasó aún más tiempo que la primera vez. Luego la tela se rasgó para volver a dejar ver su boca.

— ¡SLYTHERIN!

Draco se congeló en donde estaba, a medio camino de celebrar, mientras su casa estaba totalmente en shock, mirando hacia Potter y luego de regreso a ellos mismos. El rubio empezó a aplaudir al fin, aun algo confundido por lo que había sucedido, y sus amigos, por lo menos los que ya estaban allí con él, lo siguieron. Y pronto toda la casa estuvo aplaudiéndole a su nuevo integrante.

Le dejaron un espacio al niño junto a Draco, asumiendo que lo querría al lado, y, si era sincero, el mismo rubio no estaba seguro de eso. Quería arreglar las cosas con Potter, crear una alianza con él y lograr tener un lugar en el lado de la luz, pero no estaba en sus planes separarlo de sus amigos. Eso no era algo que él quisiera hacer, ni siquiera si eso significaba sacar de plano a Weasley.

La lista de nombres siguió, pero el ánimo pareció atenuarse en el ambiente, e incluso las serpientes parecían algo fuera de lugar, o bueno, eso podía decir Draco siendo parte del grupo.

Cuando el último chico de su casa, Zabini, llegó a la mesa, Draco se decidió a mirar al niño a su lado, quien tenía sus manos metidas entre sus muslos, pareciendo tan fuera de lugar que Draco estuvo tentado a preguntar si no había ocurrido un error en su selección, sin embargo, no parecía ser algo cortés.

Le tocó el hombro e inclinó su rostro hacia el niño.

— ¿Te preocupa que Weasley no quiera hablarte más por ser parte de nosotros?

Potter se sobresaltó, mirándolo inmediatamente a los ojos. Draco sonrió por la sinceridad de la reacción.

—Ni siquiera había pensado en eso…—murmuró el chico, Draco parpadeo con confusión, lo que pareció animar al otro a hablar—. Estaba preocupado más porque no me hablaras… uh, y por cómo me miran las otras personas.

El rubio asintió, entendiendo la mitad del sentimiento.

—En primer lugar, ¿Por qué no iba a querer hablarte? —sacudió la mano en el aire, como tratando de evocar la ridiculez del pensamiento—. Y en segundo lugar, eso lo podemos arreglar.

Se inclinó hacia su otro lado, ordenándole a Goyle que esparciera el pedido a los mayores. Pronto tenían a uno de sus prefectos levantándose de su lugar, caminando hacia la mesa de los profesores, asintiendo hacia ellos. Y el barón sanguinario dirigiéndose hacia los otros fantasmas.

McGonagall se levantó nuevamente, llamando la atención de todos.

—El director tiene unas cuantas palabras para todos… Si pudieran comportarse, sería maravilloso.

Los mayores se estremecieron, e instaron a los menores a dejar de observar tan descaradamente a la mesa de las serpientes. Dumbledore se levantó, sonriendo a todos, pero Draco evitó cuidadosamente sus ojos, muy consciente de lo que el hombre podía hacer.

— ¡Bienvenidos!—exclamó, abriendo sus brazos— ¡Bienvenidos a un año nuevo en Hogwarts! Antes de que iniciemos el banquete quiero decirles algunas cosas: ¡Papanatas! ¡Llorones! ¡Baratijas! ¡Pellizco! ¡Muchas gracias!

El comedor estalló en aplausos y todos procedieron a jadear cuando la comida apareció, quizás esa era otra de las cosas que nunca dejarían de impresionar. Draco se sirvió un poco de lo que tenía a mano, ganándose una mirada confundida de sus amigos. Potter, en cambio, estaba mirando toda la comida, sin saber por dónde empezar.

Draco lo miró, arqueando sus cejas, y ahí fue cuando el azabache recordó que podía moverse y tomar algo para él mismo. Comieron en silencio, apenas mirando por encima de su plato, mientras el ruido de todo el colegio iba en aumento, quizás olvidando momentáneamente a Harry Potter siendo elegido para Slytherin.

La cena terminó, y el director dio las advertencias correspondientes, pero Draco no presto real atención, bastante más ocupado pensando en las cartas que se había estado enviando con la jefa de aurores. Un poco curiosos por saber el desenlace que todo eso llevaría.

Los alumnos comenzaron a moverse, y Draco siguió instintivamente al mar de verde. Sus amigos estaban hablando entre ellos en susurros, pero Potter se mantenía en silencio a su lado, mirándolo esporádicamente. Draco había tomado su mano en determinado punto, y eso fue lo que acabó por aplacar la preocupación creciente en los ojos verdes.

Llegaron a las mazmorras entre murmullos, los alumnos mayores agrupándose detrás de los niños de primer año. Draco estaba entre Potter y Theodore, mirando hacia el frente, sin ver nada en particular.

Pero cuando captó a Severus Snape entrar a la habitación por el rabillo del ojo, inconscientemente soltó a Potter, enderezando su postura. Cosa que copiaron sus compañeros de curso inmediatamente.

El hombre miró a los alumnos de su casa, haciendo una mueca parecida a una casi sonrisa. Procedió a pararse firmemente frente al semicírculo que se había formado.

—Soy el profesor Severus Snape, el jefe de Slytherin y su profesor de pociones… —comenzó, su voz sonando clara en el abismal silencio del lugar—. No espero de ustedes algo menor a la excelencia. En la casa de Salazar solo residen magos dignos de tener un futuro grande; magos poderosos que deben crear su camino al éxito.

Sus ojos parpadearon hacia ellos, en particular hacia el chico de lentes, y Draco no pudo evitar comprender todo lo que quería decir esa mirada. Se estremeció imperceptiblemente, sudor frio apareciendo en sus palmas.

—Los prefectos se encargarán de guiarlos durante esta primera semana, para que ninguno se pierda. Somos una casa unida, no salimos ahí afuera solos. Nunca. —bajó un poco la voz, casi luciendo consolador. Draco asintió, sabiendo a lo que se refería su padrino. —Solo se tienen entre ustedes aquí, la lealtad de la casa es algo que no se discute. Ya tienen a tres cuartos de la escuela en contra, no necesitan desmoronarse por conflictos internos también. Pueden tener problemas, odiarse entre ustedes si así gusta… Pero ahí afuera somos un frente fuerte y unido.

Una vez que todos tuvieron la misma mirada de comprensión, irguiéndose en posturas firmes e inquebrantables, el profesor prosiguió.

—Sus horarios se les entregarán mañana antes de ir al desayuno. Si tiene  alguna duda o problema no duden en recurrir a algún mayor, o a mí. —Se dio vuelta, casi retirándose, cuando volteo a verlos de nuevo—. No les diré que no rompan las reglas… pero sí les ordeno que sean cuidadosos. No deben ser atrapados haciéndolo.

La nueva camada de serpientes asintió, sonrisas astutas bailando en sus labios. Bueno, en los de la mayoría. Draco tenía una expresión en blanco, y Potter estaba mirando al rubio con curiosidad pura.

Gemma Farley se paró frente a todo el grupo, una sonrisa de lado hacia los mayores, despidiéndolos a todos con una mano lanzada al aire. Casi desdeñosa, recibiendo burlas sin un mordisco real.

—Yo soy su prefecta, me llamo Gemma Farley. Solo estaré con ustedes este año. —señaló a otra chica, que hizo una inclinación parcial, dubitativa debido a la mezcla de títulos que había en su conjunto. Draco no pudo culparla—. Ella es Peyton Loughty, la segunda prefecta, a ella la disfrutarán durante estos dos primeros años. A su lado está su prefecto Gael Berrycloth, y el que tiene cara de idiota al borde del colapso es mi compañero, Edrick Amery. Cualquier problema que se les presente recurra a nosotros.

Asentimientos firmes y luego estaban siendo guiados por diferentes pasillos, cada uno dirigido a sus habitaciones. Berrycloth estaba a la cabeza, hablando.

—Las primeras habitaciones son para los alumnos mayores: séptimo, sexto y quinto. En el medio están tercero y segundo, y al final, entre las habitaciones de cuarto año, están los de primero, cerca de un pasillo oculto.

Draco pudo ver por su periférico a todos observar la zona, pero la mirada confundida de Potter fue lo que lo hizo inclinarse levemente hacia su costado.

—Es por si hay un ataque. Para que los más jóvenes estén protegidos, los mayores detienen a los atacantes y los de cuarto año sacan a los primeros años, y los protegen hasta estar seguros de que ya no hay peligro cerca. —le explicó, procurando ser claro con sus palabras. Los ojos del chico brillaron en comprensión, y Draco sonrió casi sin notarlo. Su prefecto confirmó su declaración, sonriéndole con aprobación.

Llegaron al final del largo pasillo, y todos se detuvieron frente a las tres puertas de madera oscura.

—A diferencia de las otras casas, nosotros somos pocos, por lo que nos permitimos convivir con menos compañeros. Irán de dos en dos, a su elección, pero recuerden que es permanente. No hay cambios después de esto, estarán juntos durante los siete años siguientes.

Comenzaron a mirarse entre ellos mientras los prefectos se iban. Draco estaba mirando la que fue su habitación, obviamente la del medio, y se preguntó qué sucedería en esta ocasión, porque cuando esto pasó la primera vez, eran cinco, y él terminó compartiendo con Crabbe y Goyle.

Miró a sus compañeros y se dio cuenta: él debía de tomar la decisión. Tenía el título más alto, o bueno, eso creían ellos. Draco estaba muy seguro de que Harry Potter tenía algunos títulos por allí, pero para eso habría más tiempo.

Suspiró.

—Potter, conmigo. —todos asintieron, y el mencionado se pegó a su costado, aunque realmente nunca se había movido de ahí. Draco sintió una leve ternura, que ocultó perfectamente con su máscara en blanco—. Vincent y Gregory, a la izquierda. Blaise, Theo, a la derecha.

Cuando todos hubieron asentido, y nadie parecía dudar de su decisión, se volteó, caminando hacia la puerta del medio, que comenzaba a escribir en su placa los nombres de las parejas elegidas.

Casi pudo respirar aliviado al estar en el espacio oscuro, parcialmente iluminado por unas pequeñas velas. Miró hacia su compañero, que parecía estar asimilando el lugar con asombro.

Draco decidió que el baño lo estaba llamando, por lo que cedió a sus deseos de higiene. Estuvo alrededor de veinte minutos allí, haciendo todo en automático, hasta que pensó que era suficiente.

Cuando salió, Potter estaba sentado en el medio de una de las camas, ya mirando hacia él. Se vieron a los ojos por unos cuantos segundos, pero Draco apartó la mirada, abrumado por lo abierta y sincera que se veían esas ventanas verdes.

—Draco… —miró al niño nuevamente, sentándose él en su propia cama. Asintió, pidiéndole seguir. — ¿Tu sabías quien era yo?

Draco suspiró, sus ojos tratando de rehuir nuevamente.

—Realmente no, no cuando entraste a la tienda… —esa era una mentira parcial, ¿no estaba mal, verdad? —. La primera vez que te vi solo eras un niño común, no creí que fueras…— hizo un gran ademán, como si quisiera englobar con sus manos todo lo que Harry Potter significaba para el mundo mágico. Harry se encogió en su lugar—. Ya sabes, el niño que vivió. Tampoco es como que me hayas dicho tu nombre, como para siquiera sospechar algo…

Potter asintió, mirándolo durante unos cuantos segundos, solo para asegurarse de la sinceridad que brillaba en ese mar plateado.

—Así que, Potter, ¿algo más?

El azabache lo pensó, unos segundos nada más, pero negó con la cabeza. Draco sonrió un poco, tratando de infundirle tranquilidad.

—Bien. Mañana el mundo entero sabrá sobre tu nueva… Condición. Y no sé si ya te han hablado de esto, pero las serpientes no somos exactamente queridas. —esperó a ver una reacción del azabache, y cuando lo vio asentir dubitativamente casi sonrió—. Somos crueles, prejuiciosas, hacemos magia negra y todos somos malévolos magos que creen en la supremacía de sangre… — Potter palideció, parpadeando hacia el con ojos grandes, como un siervo atrapado ante un cazador—. Empezaré diciendo que lo que acabo de decir es parcialmente cierto, Potter. Aquí hay gente que cree en la supremacía de sangre, hay chicos que practican las artes oscuras y hay gente cruel… como en cualquier otra casa. Hay sangrepuras en todos lados que odian a los nacidos de muggles y solo toleran a los mestizos. Hay gente malvada, y otros creyentes de lo oscuro que no están precisamente en Slytherin. El decir que todos somos así es prejuicioso en sí mismo.

Harry asintió, inclinándose más hacia él. Draco suspiró, casi aliviado de que el chico no estuviese cerrándose. Él estaba hablando desde el conocimiento, habiendo vivido en Slytherin cuando la guerra recién alargaba los primeros fríos dedos, vio a muchos compañeros tratar de alejarse de la servidumbre obligatoria, vio a otros que hubiesen luchado abiertamente en contra del Señor Oscuro si hubiesen estado en otra posición. No todos ellos eran unos hijos de puta con creencias puristas.

—Si en algún momento te encuentras con alguien dispuesto a matarte te aseguro, Potter, que no vas a tener tiempo de comprobar de que casa fue, o de que colegio para el caso. —sonrió, dejándose caer en su cama, de costado, mirando al elegido—. Además, lo de la magia negra es discutible…

— ¿En qué sentido es discutible?

—No puedes conseguir una cura para una enfermedad que no estudiaste, ¿no es así? —el chico asintió, entendiendo hacia donde iría Draco ahora—. No sabríamos defendernos de todo lo que hay ahí afuera si no los estudiáramos primero… Pero si es cierto que la magia oscura es algo peligroso. Muy delicado. No es algo con lo que debas jugar, ni menospreciar.

San Potter asintió, cayendo de espaldas a la cama también. Ambos niños se quedaron en silencio después de eso, mirándose entre ellos, pensando en el siguiente paso a seguir.

Draco se arrastró un poco, metiéndose bajo las mantas, acurrucándose, listo para dormir cuando la voz rasposa del otro lo distrajo.

—Draco… —llamó, y el mencionado emitió un tarareo para demostrar que estaba prestándole atención—. Llámame Harry.

El rubio se quedó quieto, mirando con los ojos muy abiertos a la silueta oscura en la otra cama. Pasaron unos largos minutos de silencio antes de que Draco dejara salir un ruido entrecortado.

—Está bien. —Comentó, haciéndose bolita en su cama, casi escondiéndose entre las mantas—. Buenas noches, Harry.

Si recibió o no una contestación, no puede decirlo, puesto que sentía sus oídos tapados por la conmoción. Jamás en su vida creyó que esto pudiese sucederle, mucho menos por la forma en la que se llevaba con el elegido durante todo ese tiempo.

Quizás las cosas sí podrían mejorar.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).