Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Tú me quieres? [MADAIZU] por LysandroLoret

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este Oneshot es algo bastante Random, espero os guste.

MadaIzu

"¿Tú me quieres?"

 

 

Salió de la Universidad y caminó con pasos ligeros a casa, desde muy temprano las nubes se veían grises y opacas augurando mal tiempo algo irónico ya que él hombre del clima había anunciado un fuerte sol, que suerte que le había hecho caso a su hermano y llevó consigo un paraguas.

 

La lluvia empezaba a caer, aumentando cada vez más. Caminó unas cuadras hasta llegar a una rústica cafetería era algo vieja pero el servicio y el ambiente era lo que en realidad le importaba. Al entrar un aroma a café y bizcocho inundó sus sentidos, colgó su húmeda chaqueta en uno de los percheros y buscó una mesa libre, cosa que no era una tarea difícil en realidad, el lugar se encontraba prácticamente vacío, aparte de los empleados y él se encontraba una pareja de edad avanzada, un hombre leyendo el periódico y un par de chicos jugando ajedrez. Vio en el fondo una mesa pegada a un ventanal, no lo dudo dos veces y tomó asiento allí. 

Pasaron aproximadamente dos minutos hasta que una jovencita llegó a tomar su orden, ella tenía un bonito cabello castaño el cual tenía recogido en dos pequeños moños, siempre solía atenderle él señor Sarutobi, y aunque la presencia de la chica le parecía extraña no dijo nada. 

 

Admiraba por la ventana la torrencial lluvia de Noviembre que no daba tregua, su fuerza había aumentado conforme pasaban los minutos, el aire frío mecía los árboles, helaba los huesos, azotaba ventanas y causa estragos, definitivamente le gustaba la lluvia, era la única capaz de dar paz a un ambiente lleno de bullicio. Tomó un sorbo de su taza de chocolate el cual había llegado hace minutos atrás, degustó el exquisito sabor mientras seguía viendo el nostálgico panorama.

 

Todo era tan pacifico hasta qué... con colores llenos de vida los cuales desentonaba con la sencillez del lugar, un grupo de porristas hizo su aparición rompiendo el delicioso silencio con su parloteo, las conocía de vista y sabía que no eran el tipo de chicas que vendrían a un lugar tan simple como lo era este café, pero viendo sus ropas todas empapadas dedujo que la lluvia les había alcanzado sin darles tiempo para nada, las chicas tomaron asiento en la mesa que se encontraba a un lado de la suya, él se encontraba de espaldas por lo que no le habían visto. 

 

Disfrutaba de la dulzura del chocolate  y la suavidad de su rebanada de pastel, las chicas a sus espaldas hablaban tan fuerte que era inevitable no escucharlas.

 

—Mito-San, ¿Por qué estás tan decaída? 

 

La susodicha dejó caer su rostro en la mesa y con voz triste respondió.

 

—¿No has escuchado los rumores, Kaolinete? —su amiga negó— Es Madara... 

 

Al escuchar el nombre de su hermano Izuna se mostró interesado en la conversación de las muchachas, se preguntaba ¿Qué clase de rumores tenían relación con él? 

 

—No me digas volvió a pelearse con Hashirama.

 

Mito negó 

 

—¿Entonces? —preguntó de nuevo— No me imagino que habrá hecho él para que te encuentres tan afligida, Madara es un tanto "problemático" pero es súper genial, lo que sea que esté pasando no deberías preocuparte —dijo mirándose en un pequeño espejo de bolsillo, mientras se retocaba el cabello.

 

—Es que escuche a Tobirama decir... que... Madara quería a alguien —ocultó su cara entre sus brazos— Yo quiero a Madara desde que lo vi, ya casi estamos por concluir la Universidad y él sigue sin mirarme siquiera... y me duele pensar que alguien logró conquistarlo si yo llevo años intentándolo y nada... —se recostó a un costado de su amiga— oh, Kao dime ¿Que es lo que me hace falta? Acaso... ¿No soy bonita? ¿Soy desagradable? ¿Me falta carisma? Dime ¿Por qué no puedo llegar al corazón de Madara? 

 

—No te mortifiques Mito, tal vez no sean más que eso... rumores.

 

Sus amigas le abrazaron y le dieron palabras de consuelo.

 

Izuna sentía un tanto de pena por aquella chica, pero eso era lo que menos le preocupaba ahora. Madara quería a alguien, cómo era eso posible, él era su hermano por qué no le dijo nada ¿Ya no le tenía confianza?¿Ya no le quería? Y aunque puede que fueran rumores... algo muy en el fondo le decía que eran más que eso, su actitud no era la misma de siempre.

 

Las chicas se fueron dejando una duda y un miedo en el frágil corazón de Izuna. El silencio no le parecía tan desagradable y un día de lluvia no le había parecido tan frío... como lo era ahora con esa noticia.

 

Se dirigió a pagar la cuenta, con todo lo de Madara ni siquiera pudo terminar su chocolate y el pastel quedó casi entero. Cuando se disponía a pagar vio que un chico llevaba unas galletas de naranja, el aroma le recordó a su hermano, él las adoraba así que decidió llevarle unas. 

 

Salió de la cafetería camino unas cuadras hasta la parada de autobuses, aunque llevaba su paraguas, el viento causaba que la lluvia lograra alcanzarle. El autobús se demoró una media hora en aparecer, el cielo se iba oscureciendo poco a poco. Tomó asiento en la última silla, inclinó su rostro en la ventana, viendo los edificios y carros que con su rápido andar salpicaba el agua encharcada, en todo ese camino no hizo más que pensar en Madara y lo que le hacía sentir.

 

Bajo frente a un gran edificio, tomó el ascensor, subió hasta el quinto piso, rebuscó en sus bolsillos la llave y entró. El clima dentro del departamento era cálido a comparación con el exterior, colgó su chaqueta y quitó sus botines, quitó sus guantes y dejó el empaque de galletas en la mesa. Madara y él vivian juntos desde hace mucho tiempo, la madre de ambos había muerto hace muchos años y padre, no tenían no lo habían conocido, así que en resumen siempre fueron ellos dos solos en el mundo. El lugar donde vivían era pequeño pero acogedor lo ideal para dos personas, aunque tenían una cachorra llamada "Camelia" se llamaba así porqué Izuna sabía que a Madara le gustaban las camelias, El peliazul la había encontrado en medio de la lluvia, no tuvo corazón para dejarla abandonada así que la llevó a casa, al principio Madara estaba reacio a aceptarla pero Izuna le convenció así que no tuvo más remedio que dar su brazo a torcer.

 

Una vez había alimentado a Camelia se dirigió a su habitación y se dispuso a tomar un baño.

 

Ya vestido con una de sus holgadas pijamas y sus clásicas pantuflas se dirigió a la cocina y preparó café, él odiaba el café pero a Madara le gustaba por lo que decidió prepararle un poco, probablemente su hermano se encontrara cansado, estaba próximo a graduarse por lo que todo se volvía tan pesado. 

 

Llevaba una bandeja con galletas y café, entró lentamente a la habitación de Madara lo primero que sintió fue su característico aroma el cual impregnaba cada esquina de la habitación, esta habitación era la favorita de Izuna ya que tenía un gran ventanal y el perfume de Madara le traía gratos recuerdos. Como lo supuso Madara se encontraba concentrado trabajando en su laptop, ni siquiera había notado la presencia de Izuna. 

 

En cambio, dejó la bandeja en una mesita y se hizo un espacio en la cama de Madara, recostando su cabeza en las piernas del mayor.

 

—He, Maddy ¿Que haces hoy?  —preguntó mientras con sus dedos delineaba las mejillas de su hermano.

 

—Revisó una gráficas —dijo aún concentrado en su labor.

 

—Te quedarás ciego deberías encender las luces y también deberías cerrar esa ventana te podrías resfriar.

 

—No te preocupes por eso, soy fuerte como un roble además así me concentro mejor.

 

El menor resignó Madara solía ser muy terco a veces.

 

—Mmm... ¿Me extrañaste? —susurro.

 

—Mmm... digamos que solo un poco.

 

—Que malo eres —hizo un puchero. 

 

Ya ninguno dijo nada Madara seguía trabajando como si Izuna no estuviera allí y en cuanto a Izuna se encontraba absorto en sus pensamientos, desde que llegó a casa las palabras de las chicas no habían hecho más que resonar en su mente.

 

El menor posó sus ojos en el perfil de su hermano, Madara era alguien atractivo, el peliazul pensaba en quien sería la persona que quería su hermano, en lo afortunada que sería. Muchos pensaban  que su hermano era alguien frío otros que era problemático ya que siempre discutía con los hermanos Senju, pero la opinión de ellos que importaba, Izuna conocía su corazón y era fuerte y bueno, sonrió inconsciente, que tan malo tenía que ser para no querer que su hermano fuera feliz con alguien más, para no quererlo lejos.

 

Sin pensarlo siquiera formuló la siguiente pregunta.

 

—Madara ¿Tú me quieres?

 

Esas palabras fueron capaz de poner de cabeza, hacía eco en su mente una y otra vez...

 

"Madara ¿Tú me quieres?"

 

Como debería responder al respecto, si solo tenerlo allí acostado entre sus piernas le causaba una revolución interna, decidió dar una respuesta tonta, probablemente Izuna solo jugaba, siempre se ponía emotivo en los días de lluvia.

 

—Siempre —respondió peinando los cabellos del menor sin quitar su vista del computador.

 

Esa sola respuesta no era suficiente para Izuna, deseaba al menos una reacción. 

 

—¿Me seguirías queriendo si hago esto?

 

—¿Qué cos...

 

No alcanzo a preguntar, un Izuna se colgaba de su cuello y besaba sus labios. Madara abrió desmesuradamente los ojos, se encontraba estupefacto, no podía creer lo que su hermanito estaba haciendo.

 

Izuna rompió el beso desilusionado.

 

—Perdóname Madara —las palabras apenas escaparon de su boca— yo pensé... que me querías.

 

¿Estará mal que estés siempre en mí mente? 

 

¿Estará mal hacer esto ahora? 

 

Eran muchas cosas que el mayor tenía que comprender, pero los ojitos tristes de su Izuna le calaron en lo más profundo.

 

Sin el menor esperarlo, sus labios y los de su hermano fueron unidos de nueva cuenta en un largo y profundo beso, poco a poco la intensidad fue subiendo hasta que quedaron sin aire, ambos jadeaban tratando de reincorporarse, se miraban a los ojos con profundidad, había un cúmulo de sentimientos en él ambiente y la mayor de esta era la palpable tensión sexual entre ambos hermanos.

 

—Entonces ¿Me quieres? —preguntó el menor con la ilusión restaurada.

 

—Más que a nada es este mundo —respondió uniendo sus frentes y sonriendo dulcemente, soltar su sentir era como quitarse una gran carga de encima.

 

El menor no lo pensó dos veces y se abalanzó sobre su hermano.

 

—Entonces quiéreme —susurro en su oído.

 

Madara sonrió nadie más que Izuna sabía cómo y qué quería. El calor aumentaba y las prendas sobraban.

 

—Debiste venir con algo más corto si estas eran tus intenciones desde un principio —quito los largos y holgados pantalones, mandandolos a volar.

 

—Me gusta que te esfuerces —respondió el menor con una sonrisa pícara. 

 

Entre fogosos besos y toqueteos la ropa ya no era mas un obstáculo. Madara se tomó su tiempo para admirar la perfección de Izuna, jamás pensó en tenerlo así solo para él. Era luna llena pero aunque aún lloviese la luz que entraba por la ventana contrastaba con la palidez de Izuna haciéndolo aún más sublime.

 

—Eres tan hermoso —dijo dando besos por todo su rostro, el menor solo respondió con pequeñas sonrisas y un sonrojo. 

 

Con su boca recorría el cuerpo del menor, algunas veces dando mordidas, quería grabar en su memoria cada extinción de piel, cada lunar. Llegó hasta su pecho y dirigió su boca hasta uno de sus pezones, eran pequeños y tenían un bonito color rosáceo. Suspiros salían del menor cuando su hermano acariciaba, succionaba y mordía su pezón, mientras que el restante jalaba pellizca y lo movía en círculos, cambiaba de lado repitiendo sus acciones una y otra vez hasta que estos quedaron rojos y erectos. 

Trazó un sendero de besos hasta su plano abdomen, dejando un último beso llevó el miembro ajeno a su boca, subía y bajaba frenéticamente el menor se removía ante el placer, Madara era asombroso, arqueó su espalda y con un fuerte gemido dejó salir su esencia, el mayor lo recibió todo y lo tragó, el sabor de Izuna era tan exquisito como todo él. 

 

Subió de nuevo y capturó de nuevo los labios de Izuna en otro apasionado beso, lo miro a los ojos pidiéndole permiso y perdón por lo que se venía, él menor le sonrió con una de esas sonrisas que tanto le gustaban a Madara, dándole a entender que podía hacer con él lo que quisiera, sin saberlo era suyo después de todo. 

 

El mayor llevó tres dedos a su boca chupándolos de manera provocativa mientras miraba atentamente a su hermano quien le miraba ansioso. 

 

Abrió las piernas de su menor y se colocó entre ellas, sus piernas eran largas y hermosas las acarició y dejó un beso en cada una. Llevó uno de sus dedos a la rosada entrada del menor, Izuna jadeó en respuesta aferrándose al fuerte pecho de Madara. Luego introdujo dos hasta que pasaron hacer tres, cuando sintió  el cuerpo del menor menos tenso y sus dedos se movían con mayor libertad, condujo su pene a la pequeña entrada, sabía que pese a la preparación el dolor inicial sería algo inevitable, fue entrando muy lenta y dolorosamente, el rostro de Izuna se deformó en una mueca de dolor, se aferró aún más al pecho de Madara arañando su espalda y mordiendo su hombro de vez en cuando. Una vez hubo estado completamente dentro de Izuna, dejó salir un suspiró, se quedaron así un momento esperando a que el chico se acostumbrara a aquella extraña interrupción, Madara le abrazaba y acariciaba su espalda dibujando pequeños círculos.

Izuna se movió dando la señal de que el dolor poco a poco iba cesando, el mayor tomó con fuerza las caderas de Izuna y empezó a moverse de forma lenta y constante sus penetraciones eran profundas.

 

Su expresión pasó de ser una de dolor a una llena de total y puro placer. 

 

Los embistes se volvieron más rápidos y fieros, Madara jamás había experimentado un Sexo así, se estaba volviendo tan adicto al cuerpo de Izuna tan adicto como ya lo era de sus besos, el interior de Izuna le apretaba fuertemente, parecían piezas de un rompecabezas, sus cuerpos se acoplaban tan bien que les hacía pensar que fueron hechos para estar siempre así: tan juntos.

 

El Fuerte viento podría enfriar la habitación pero ellos sudaban, la calidez de sus corazones le hacía entregarse con tanta pasión que sus cuerpos tan bien se calentaban.

 

Entre besos gemidos, mordidas y penetraciones ambos hermanos se perdían en un mar de sensaciones. El amor, deseo y la lujuria podían sentirse a flor de piel. 

 

La torrencial lluvia de Noviembre como un cómplice ocultaba sus gemidos, Izuna le pedía a Madara que aumentará la fuerza de sus penetraciones, él mayor así lo hizo y pronto encontró el dulce punto de Izuna, quien arqueó su espalda debido al placer y terminó en el vientre de ambos. Madara continuó con su fiera marcha y tiempo después él también llegó a la cúspide, derramando hasta la última gota de su ser dentro del menor, el peliazul se dejó caer en los brazos de Madara. 

 

Estuvieron así abrazados un momento, siendo sólo Madara y Izuna como siempre lo habían sido.

 

El mayor salió del interior de su hermano, provocando que la esencia contenida en su interior se derramara entre sus perladas y torneadas piernas.

 

Madara tomó a Izuna por la cintura, lo acomodó sobre su pecho, le susurraba palabras suaves y dulces hasta que él agotamiento los hizo dormir. 

 

 

 

Eran todavía altas horas de la noche cuando Izuna despertó entre los brazos de su amigo, hermano y amante Madara, le gustaba como sonaba esa palabra "Amante" vio su sereno rostro dormitar y se preguntó si alguna vez soñó con él. Las manos del mayor estaban aferradas a su cintura como si de alguna forma temiera que llegara a escapar, sonrió inconsciente por ese bobo pensamiento, tomó las manos ajenas y las quitó lentamente no quería despertarle.

 

Con toda la delicadeza del mundo se puso en pie, las sábanas eran lo único que ocultaban su desnudez, le dolía un poco pero pudo llegar al gran ventanal que toda yacía abierto, miró la luna y tomó asiento en el suelo.

 

Afuera todavía llovía y recordó lo sucedido en el café, era increíble lo que unas palabras y un beso fueron capaces de desencadenar.

 

"¿Tú me quieres?

 

Estaba tan ensimismado que no notó cuando los fuertes brazos de Madara le rodearon.

 

—No pude sentirte y pensé que habías escapado —beso su cuello.

 

—Sabes que me gusta cuando llueve y todo es frío.

 

—¿Porqué será? —se puso de pie desconcertando al menor.

 

—¿Adonde vas? —no obtuvo respuesta.

 

No pasó mucho tiempo cuando Madara estuvo de regreso, volvió a sentarse en el suelo pero esta vez cargaba a Izuna sobre sus piernas y en sus manos estaban las galletas de naranja que habían quedado en el olvido. 

 

—Son mis favoritas ¿Quieres una? —ofreció y el menor aceptó—. Aún no me respondes ¿Por qué te gustan tanto los días así? 

 

El peliazul recostó su cabeza sobre el desnudó pecho de Madara, tomó uno de los oscuros y rebeldes mechones de cabello y se puso a jugar.

 

—Es como si él tiempo se detuviera, ellas son las únicas capaces de tenernos así... tan cerca, ellas son las únicas capaces de lograr que me des tu calidez... me gusta estar así... a tu lado escuchando el latir de tú corazón.

 

El mayor sonrió ante tales palabras, le abrazó con más fuerza.

 

—Te daré mi calor aun si no es un día de lluvia, te daré todo lo que me pidas y más.

 

Ambos hermanos se quedaron abrazados viendo la lluvia caer y comiendo galletas, afuera todo podría ser frío pero siempre que estuvieran cerca, sus cuerpos y sus corazones ya no tendrían frío.

 

 

(...)

 

 

Una chica corría a toda velocidad a la cancha de fútbol. Después de tanto pensarlo decidió confesarle sus sentimientos a su gran amor Madara.

 

Llegó y le vio allí tan imponente como siempre, su corazón latió desbocado. Se acercó lentamente con las manos en su espalda.

 

—Ma-Madara-San —puedo apenas decir —yo quisiera decirle —sudaba frío.

 

El de cabellos oscuros se volteó y miró a la fémina, la chica parecía que pronto se desmayaría.

 

—Uzumaki 

 

A la dicha chica casi le da un infarto, que él chico supiera su apellido ya era algo.

 

—¿Si? —preguntó nerviosa, sus piernas temblaban como gelatina.

 

—Se por qué estás aquí.

 

La chica estaba estupefacta y ilusionada, si Madara lo sabía quiere decir que la aceptaría ¿Verdad?

 

—Y vengo a rechazarte ya tengo a alguien más, alguien a quien quiero más que a nada, es mejor que no sigas teniendo ilusiones —sin más se dio la vuelta y se marchó.

 

Mito Uzumaki salió corriendo con el corazón hecho trizas, llegó a los brazos de su fiel amiga Kaolinete y lloro.

 

—Ay Kao él no me quiere.

 

Kao miraba a su amiga con pena, la abrazo.

 

—Tranquila Mito algo mejor vendrá, si Madara no te quiere recuerda que yo si te quiero.

 

Mito asintió y las dos se marcharon.

 

 

(...)

 

—Pudiste tener un poco de tacto —la voz de Izuna resonó en las gradas.

 

—¿Lo viste todo? —preguntó Madara.

 

El menor asintió.

 

—Pobre chica casi la matas, debiste decirle las cosas con más delicadeza —reclamo— casi pude escuchar su corazón romperse, no ha de ser bonito ser rechazado.

 

—Fue lo mejor, si le trataba de dar consuelo se sentiría más miserable o se haría ilusiones, eso sería peor ya que se convertiría en una molestia, es mejor cortar los problemas de raíz.

 

Izuna negó, pese a que Madara tenía razón aún así le había parecido incorrecto la forma en que lo hizo.

 

—¿Quieres tomar un café? Yo invito.

 

El peliazul sonrió en respuesta y se aferró a su brazo.

 

—He, Maddy mira las nubes, creo que hoy lloverá. 

 

—Yo también creo lo mismo.

 

Ambos hermanos se marcharon, los días de lluvia acompañados con un buen café y chocolate les gustaban, pero lo que más le gustaba a ambos era estar siempre juntos.

 

 

"¿Tú me quieres?"

 

Notas finales:

 

¡Hola! ¿Cómo les va? Espero que todo esté súper bien, me puse un poco EMOcional a noche así que hay partes en las que divague de más, espero y esta corta pero "Interesante" historia les guste tanto como a mí. 

 

Sin más que decir ¡Hasta la próxima!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).