La plataforma 9 ¾ estaba a reventar de personas que iban de un lado a otro, despidiendo a los jóvenes que regresaban a Hogwarts. Eran casi las 11 de la mañana y el tren ya emitía un fuerte silbido anunciando que estaba a punto de partir.
— Shoyo ¿Seguro que llevas todo? — Preguntó una mujer mientras revisaba la lista de útiles por quinta vez.
— Si mamá, no te preocupes. Estaré bien — el chico de cabello naranja le mostró una sonrisa cálida y brillante, haciendo que la mujer se tranquilizara y se inclinara para abrazarlo.
— Cuídate mucho. — Susurró separándose de él y acomodando el cuello de la camisa del menor. — Tú padre siempre hablaba de Hogwarts, decía que era el lugar más seguro del mundo — La mujer suspiró con nostalgia, perdiéndose en sus pensamientos. Shoyo lo entendía, su padre murió cuando él tenía 7 años y aún lo extrañaba. Su madre solo dijo que había sufrido un accidente en el trabajo, pero nunca hablaba de él.
— Estaré bien, mamá. — Sonrió interrumpiendo el silencio entre ambos — Daré mi mejor esfuerzo, lo prometo.
La mujer sonrió enternecida y beso la frente del pequeño pelinaranja, dándole un último abrazo antes de que el tren silbara de nuevo y Shoyo tuviera que correr para alcanzarlo.
Tadashi Yamaguchi jugaba nervioso con sus dedos, mientras miraba por la ventana del vagón como varias familias iban a despedir a sus hijos, quienes empezaban un nuevo año en Hogwarts. Suspiró cansado y recostó su barbilla en el marco del ventanal. Él nunca había experimentado algo así.
Desde que tenía memoria, había vivido en un orfanato acompañado de mas niños que fueron también abandonados por sus padres. Él era el mayor de todos. Era un chico de con cabello castaño que simulaba un color verdoso y pequeñas pecas regadas por todo su rostro dándole un aspecto adorable. Su personalidad era muy dulce, tranquila e incluso podría decirse que aburrida, nada extraordinario pasaba alrededor de él. Por eso fue una enorme sorpresa cuando una tarde de agosto, después de la llegada de una docena de lechuzas al instituto, se presentó un hombre de cabello blanco y bastón argumentando ser el director de una escuela de magia y diciendo que Tadashi tenía un lugar ahí.
No hubo mayor problema para dejarle asistir a Hogwarts. De hecho, la trabajadora social parecía aliviada de dejarle marchar, después de todo sería un gasto menos para una institución que tenía un presupuesto ya de por sí recortado.
El tren emitió un último silbido largo y comenzó una vibración, anunciando que dentro de nada partiría. Los estudiantes que aún permanecían fuera, comenzaron a correr metiendo sus pertenencias al vagón correspondiente y buscando algún sitio vacío para iniciar el viaje. Tadashi se acomodó en el asiento y volvió a juguetear con sus manos, dándose pequeños pellizquitos ¿De verdad no estaba soñando? Siempre pensó que la magia solo existía en los libros y en las películas que todos los viernes les permitían ver.
— Hola — dijo una vocecita, sacando de sus pensamientos al pecoso y haciéndolo voltear a la puerta. El chico que le hablaba era un pequeño peli naranja que le sonreía de forma radiante — ¿Te molesta si te acompaño?
Tadashi negó con la cabeza, indicándole que podía pasar. Realmente se sentía tímido como para iniciar una conversación. Shoyo entró y se acomodó en el asiento que quedaba al lado del pecoso, mientras movía sus piernas emocionado.
— ¿También vas a primer año? — preguntó efusivo. Tadashi asintió nervioso. — Eso es genial. Creo que todos en este tren van a primer año ¿No es increíble?... Por cierto, soy Hinata Shoyo ¿Cómo te llamas tú?
— T-tadashi Y-yamaguchi — titubeo tímidamente extendiendo su mano, la cual fue tomada de prisa por Hinata. — P-por cierto... a los de p-primero nos apartan de los de o-otros años, p-porque los otros vagones están divididos por casas.
— ¿Casas? — Preguntó Hinata confundido. Pero cuando Tadashi estaba por explicarle, la puerta del cubículo nuevamente fue abierta.
— Lo siento, el tren va repleto. ¿Puedo quedarme con ustedes? — dijo un chico pelinegro de ojos azul oscuro, quien se veía un poco agobiado por estar buscando un asiento vacío. Los otros dos asintieron y el chico se acomodó frente a Tadashi, en el asiento a un lado de la ventana.
— Déjame adivinar ¿También vas a primero? — preguntó Shoyo emocionado.
— Éste es el vagón de los alumnos de nuevo ingreso. Todos aquí vamos a primer año, tonto. — respondió con seriedad, haciendo que el rostro de Hinata se iluminara con un puchero enojado. Tadashi puso una mano sobre su boca para contener la risa.
—¡Yo no soy tonto! ¡Tú eres el tonto! Ni siquiera sabes cual es mi nombre y ya me estás insultando — se quejó Shoyo, con un notorio sonrojo en las mejillas. — A todo esto ¿Quién eres tú?
— Yo soy...
El sonido de la puerta abriéndose interrumpió la conversación, dando paso a un rubio muy alto de lentes. Cerró la puerta detrás de si y se sentó en el asiento disponible al lado del pelinegro.
— Al menos aún quedaba un lugar libre — comentó con un tono de voz cansado. Se notaba molesto, seguramente por soportar todo el griterío que había fuera. Miró a sus compañeros de viaje con curiosidad y detuvo su vista en el pelinegro, sonriendo de forma maliciosa — Vaya, vaya... un Kageyama. Me siento honrado por compartir el cubículo con un personaje de la nobleza, gran rey.
El pelinegro notó el sarcasmo del otro tipo y chistó la lengua enojado. Odiaba que le llamaran así, pero últimamente se estaba volviendo un sobrenombre común con el que se dirigían a él. Además, conocía a ese chico. "Tsukishima Kei"... su padre era uno de los empresarios más influyentes en el banco de Gringotts, así que al igual que él, pertenecía a la élite del mundo mágico.
— ¿Rey? — Preguntó Hinata confundido, ladeando un poco la cabeza de manera inocente.
— ¿No lo sabes? — respondió el de lentes con un tono burlista — Él es Kageyama Tobio. Es hijo del ministro de magia.
— ¡Cállate Tsukishima! — Habló Tobio notablemente molesto.
— ¿Qué es un ministro de magia? — preguntó confundido Hinata.
— ¿N-no lo sabes? — se atrevió Tadashi ainterrumpir. A decir verdad, él tampoco lo sabía en un principio. Pero desde que se enteró que iría a Hogwarts, se puso a leer lo mas que podía de ese mundo nuevo que se le presentaba en frente. — Es lo equivalente a un primer ministro, o a un presidente o a un rey en el mundo humano.
— ¿Así que ni siquiera habías oído hablar del mundo mágico? — preguntó Tsukishima con una sonrisa altanera — ¿Acaso eres un asqueroso sangre sucia?
— ¡Tsukishima, basta! — Kageyama levantó la voz, al escuchar ese horrible insulto contra Hinata.
— ¡Hey! Sé que me insultaste, pero no puedo responder porque no entiendo tu insulto. — Se quejó Shoyo molesto.
— S-sangre sucia quiere decir... que eres hijo muggles... — trató de explicar Yamaguchi, pero vio el rostro de Hinata todavía confundido — D-de padres NO magos.
—¡¿Y eso por qué sería insulto?! – Se quejó el peli naranja. – No tiene nada de malo que mis padres no tengan magia. Además, papá asistió también a Hog...
— ¿Qué no tiene nada de malo? —Se burló Tsukishima, interrumpiendo a Hinata de forma grosera
— ¡Para ya, Kei! — interrumpió Kageyama enojado. — Puedes ir a buscar otra cabina si no te gusta esta. Pero deja de estarnos molestando.
Tsukishima hizo un gesto de enfado y gruño por lo bajo. Definitivamente no quería volver afuera con todos esos chicos gritando y haciendo tonterías emocionados por su primer año en Hogwarts. Así que se dio por vencido. Sólo cruzó sus brazos, cerró sus ojos y fingió dormir el resto del viaje.