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¡CAMBIARÉ EL DESTINO DEL VILLANO! por ami4alice

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Notas del capitulo:

¡Aquí vengo con otro capítulo! <3 

Disfruten <3

Al terminar el festival por la paz, volvieron de inmediato al reino Merk.

-¿Volverás a pedirme el divorcio?

Eso fue algo que pregunto Mahiru unos días después de haber llegado a Merk. Aunque medianamente habían solucionado el asunto, aún quedaba discutir sobre ese hecho, porque todo se había solucionado sin que Mahiru pudiera llegar a entender lo que verdaderamente sucedió. Hikari parecía que por su cuenta llegó a una solución y aunque parecía que terminó escogiéndolo a él, quería saber lo que de verdad había pasado. Él no pregunto antes debido a que quiso darle espacio, pero ya no podía seguir esperando a que el otro fuese el que primero sacara el tema.

Hikari tensó sus hombros un poco.

Se encontraba sentado en frente de Mahiru, estaban en su hora de té ya que el otro estaba tomando un receso de todo el papeleo que tenía que terminar debido a todo el mes que se fue por aquel evento importante entre los reinos. Hikari dejó su taza sobre la mesa, se levantó de su asiento y caminó hasta sentarse al lado de Mahiru, quien también dejó la taza. Sus manos se unieron como si fuese lo más natural y Hikari dejó descansar su cabeza en el hombro ajeno, tal cual como acostumbraban cuando se encontraban a solas.

-Yo pensaba que… Bueno, allá afuera había alguien más para ti…Un mejor partido de lo que yo podía llegar a ser.

-¿Alguien mejor que tú?

Hikari suspiro.

-¿Qué dirías si te dijera que hay otra persona que te podría hacer más feliz? Alguien que te salvaría de todas tus desgracias… Y te traería la mayor de las dichas.

Mahiru se quedó un momento en silencio.

-¿Alguien más que tú?

Hikari no pudo evitar reír cuando Mahiru hizo la misma pregunta, realmente que ese chico le hacía sentir dichoso hasta por la cosa más boba. Mahiru no llegaba a entender la pregunta de Hikari debido a que ante sus ojos, el que le hacía sentir todo eso que le dijo no estaba siendo nadie más que su ahora esposo. En un momento de ese silencio, Mahiru acariciaba la mano ajena con uno de sus dedos.

-Mahiru, en realidad allí afuera hay alguien mucho mejor que yo… -volvió a hablar Hikari -. Pero… Yo no quiero entregarte a nadie.

Aquellas palabras sacaron una sonrisa en Mahiru.

-Entonces no tienes que hacerlo… -indicó Mahiru -. Más que una persona que no conozco y que en realidad no ha hecho nada por mí… Te prefiero a ti, que has traído la felicidad a mi vida y has ayudado no solo a mí, sino también a mi pueblo.

Realmente que Mahiru sabía que palabras usar para avergonzarle.

Hikari se separó de golpe de él, soltando su mano, pero a pesar de eso, Mahiru no se molestó, porque al mirarlo un poco, detallo lo rojo que se encontraba por la vergüenza. Sus orejas se encontraban rojas y Hikari no le miraba, el chico hacia eso cuando la vergüenza podía mucho más.

-Yo… ¡Iré al pueblo!

-Disfruta tu viaje.

Fue lo único que dijo mientras veía al otro irse del despacho. No pudo evitar reír, porque le gustaba mucho la forma adorable en la que actuaba Hikari cuando se avergonzaba. Dirigió su mirada a los papeles y luego de un suspiro, decidió retomar su trabajo.

Por su parte, tal cual como le dijo a Mahiru, Hikari decidió ir al pueblo, tal vez si salía y se despejaba un poco, su cara dejaría de encontrarse tan roja como un tomate. Cada que rebobinaba en su cabeza las palabras que le dijo Mahiru, simplemente la vergüenza volvía, no podía seguir de esa forma, tenía que calmar sus emociones. Un sirviente le ayudó a preparar todo para que pudiera ir al pueblo, ya aquello era tan normal, que a nadie se le hacía raro, hasta para los mismos guardias. Con el tiempo y sus acciones, se había ganado una buena parte de los guardias o por lo menos, no se interponían en ninguna de sus actividades o proyectos.

No le llevó mucho llegar al pueblo y como siempre, cuando piso el lugar, empezaron los saludos y demás cosas, todos le mostraban las cosas nuevas y lo sucedido en ese mes que no pudo visitarlos porque se encontraba fuera del reino. La gente del pueblo había llegado a amar a la persona que su rey escogió para pasar el resto de sus vidas, no solo eso, todos pudieron darse cuenta que en realidad, tanto Mahiru como Hikari los querían a ellos. Esos rumores de que Mahiru no pensaba en su pueblo quedo completamente de lado. Hikari se encontraba con una de las niñas quien le mostraba su vestido cuando un muchacho se le acerco.

-Excelencia…

-¿Qué sucede?

El hombre se veía agitado, aun así se incorporó y señalo la dirección de la que venía.

-Hay un problema…

Hacía tiempo que no escuchaba esas palabras, así que cambió a una expresión seria.

-Muéstrame el camino.

No iba a permitir que alguien arruinara el pueblo que se había esforzado por restaurar y traer de nuevo el brillo que siempre debió tener. El hombre lo guió hacia una de las tiendas en el pueblo, una precisamente de ropa de mujer, si mal no recordaba, una tienda que acostumbraban las nobles. Hikari suspiro, pensando en que tendría que involucrarse con una de esas molestas nobles que creían que todo en el mundo les pertenecía, respiro hondo para poder llenarse de paciencia. Abrió la puerta, esperando a esas chicas caprichosas, pero su sorpresa fue inmensa cuando la persona que vio dentro de la tienda, se trató de nadie más que Carol.

-¿Este es el mejor vestido que tienes? ¡Es una basura! ¡¿Quieres que yo me ponga una porquería como esta?!

Carol sin piedad atacaba a la pobre empleada.

-Vamos Carol, es suficiente.

Jessy trataba de calmar a la chica.

-¡Cállate! Solo yo decido cuándo es suficiente.

Al oír cómo le gritaba, Jessy se iba a ir contra Carol, pero sintió el agarre de Minsy, así que se detuvo por decencia a la otra chica.

Hikari suspiro, que él pudiera recordar, Carol no tenía ese tipo de carácter alebrestado, aun así, decidió no pensar en profundidad aquel asunto e ir a socorrer a la pobre chica que parecía quería llorar por el maltrato psicológico que estaba recibiendo. Caminó con paso seguro hasta donde se encontraban las cuatro chicas y se puso delante de la empleada.

-Por favor les pido que se retiren de la tienda –comento -. Están molestando a todos.

Todas las personas en la tienda miraban lo sucedido con desaprobación, pero la chica llegó en carruaje con un escudo de alto rango, nadie se iba a meter para ganarse el odio de una familia importante. Los nobles siempre resaltaban por su cobardía. Carol se dio cuenta de la persona que le dijo aquello y su enojo creció exponencialmente, pero decidió controlarse, ya que tenía que ser inteligente, no podía arremeter contra ese chico, por lo menos no todavía.

-Bueno, bueno… -comento en tono tranquilo -. Entiendo, nos iremos, pero…

Carol hizo una pausa, teniendo una sonrisa en su rostro.

» Pero usted sabrá que nosotras hemos venido de visita, pero no conocemos bien el lugar, así que… ¿Por qué no nos ayuda?

Hikari miró a Carol, luego a la chica de la tienda, antes de suspirar, si con eso lograba sacar a la chica de la tienda y aligerar ese pesado ambiente, entonces no le molestaba aceptar.

-Muy bien.

Carol sonrió satisfecha, yéndose al probador para quitarse la ropa que se estaba probando, al salir se lo tiro a la chica con poca amabilidad, pero Hikari no se dio cuenta de ello ya que estaba caminando a la salida de la tienda. Las tres chicas le siguieron a las afueras de la tienda y Hikaru suspiro un poco antes de mirarlas.

» ¿Hay un lugar en específico al que quieran ir?

-Bueno, somos nuevas en esto, así que… ¿Qué tal si damos un paseo general? ¿Qué les parece, chicas?

Carol sonreía de manera dulce y las otras dos sabían que aquello significaba que no se podían negar, estaban acostumbradas a entender las dobles intenciones en las sonrisas de Carol.

-Está bien.

Fue Jessy la que habló, porque Minsy estaba tomándola del brazo y un poco oculta detrás de la chica.

Al oír aquello, Hikari se quedó un poco pensativo, al final hizo un gesto para que lo siguieran. Si querían ver el pueblo, entonces él se lo mostraría, después de todo se sabía la mayoría de lugares de tanto que los visitaba, a esas alturas se lo conocía de memoria, así que no le sería un problema mostrarle los mejores lugares para que también se enamoraran de la belleza de aquel pequeño pueblo y sus amables residentes. Comenzaron a caminar por aquellas calles mientras Hikari les iba dando una explicación, cualquiera que lo viera podría creer que era una especie de guía turístico profesional, por la forma en que explicaba y decía con emoción cada cosa.

Lo que Hikari no se dio cuenta en todo ese recorrido que les dio a las tres chicas, fue de las intenciones que tuvo todo el tiempo Carol. En cada momento, la chica creo situaciones en donde Hikari saldría seguramente lastimado, pero lo hacía de una forma tan sutil que el chico no se daba cuenta de ello, así de grande bajaba la guardia debido a que creía que aquella mujer era la Carol de la novela que él conocía. Si no fuese por las personas del pueblo, quienes se interponían en cada una de aquellas acciones por parte de la chica, Hikari se hubiese lastimago en más de una ocasión.

Debido a que Hikari no se daba cuenta de esos sucesos, todos llegaron a la conclusión que se debían a simples accidentes, así que también se dieron a la tarea de que Hikari no se percatara de lo que pasaba. Detener una maceta que le iba a caer encima, que casi caminaba hacia un profundo hueco, que unos caballos casi lo aplastan, todo eso y más fueron los “accidente” por los que paso Hikari sin darse cuenta y que cada persona en el pueblo lo rescató sin siquiera dudarlo. Carol comenzaba a frustrarse del hecho de que todos en ese lugar salvaran a Hikari de los accidentes que ella provocaba. Se suponía que a ella es a quien debían de querer y proteger, pero en vez de eso, le dedicaban esos sentimientos a aquel usurpador.

Carol llegó por completo a su límite, así que sin dudar, cuando una de las chicas que trabajaba en aquel café en el que entraron les dijo que no se acercaran al balcón porque la baranda estaba un poco floja, no titubeo en tomar ventaja de eso. Aunque en esta ocasión ni siquiera vacilo en ser más evidente y directa, al momento en que pasaron cerca de aquel lugar, se encontraba tan harta que descaradamente empujo a Hikari contra aquel barandal, sabiendo que este se iba a desprender e irse junto a aquel molesto chico.

En esta ocasión sucedió tan evidente que Hikari no pudo ignorarlo, aunque le llevo tiempo asimilarlo. Al momento en que fue empujado, evidentemente como lo dijo la chica, se desprendió el barandal, Hikari iba a dar de lleno contra el suelo del primer piso, pero por suerte no llego a pasar nada. De nuevo los del pueblo hicieron acto de presencia y lograron detener la caída del chico, Hikari podía sentir como varios brazos lo sostuvieron impidiendo que cayera del segundo piso.

-¿¡Qué demonio es lo que le pasa!?

Una chica gritó a Carol, fue demasiado obvia.

-Joven señorita, no me importa a dónde pertenezca, pero será mejor que no piense en lastimar a su excelencia.

-¡Sí!

Antes de que Hikari pudiera reaccionar, las personas del pueblo que presenciaron el acto, no dudaron en arremeter contra Carol. La chica solo se enojó por la reacción de todos los demás, se suponía que debían estar de su lado, defenderla a ella, darle su amor a ella, no a ese chico. Las que se encontraban asustadas fueron Jessy y Minsy, teniendo miedo de lo que podía hacer esa gente con ellas, se veían realmente enojados.

-¡Cállense! –gritó Carol -. ¡¿Qué demonios les pasa?! ¡¡Se supone que es a mí a quién deben de defender!!

La expresión de desconcierto de las personas hizo que Carol se enojara mucho más. Nadie en ese lugar estaba del lado de la chica.

-¿Defenderte? ¿Por qué deberíamos hacerlo?

Una de las personas soltó aquello, haciendo que el enojo se mostrara en la cara de la chica. Carol no dudo en dar un paso hacia donde se encontraba Hikari, pero los del pueblo se dieron cuenta de ello y se interpusieron entre ambos. Las personas que debían defenderla estaban allí protegiendo a otra persona, Carol no se lo podía creer.

¿Por qué nadie estaba de su lado?

-¡No creas que las cosas quedaran así!

Carol gritó aquello antes de dejar el lugar, fue seguida por sus primas.

-Alto.

Hikari detuvo a los del pueblo que trataron de seguir a las chicas.

-¡Pero excelencia! Esa chica…

-Comprendo sus sentimientos… -dijo Hikari en un suspiro -. Pero no deseo que se vuelvan ese tipo de personas.

Se vio en los otros sus expresiones contrariadas, aunque al poco tiempo terminaron por aceptar las palabras de Hikari, ciertamente aquello no iba a ser lo correcto. Hikari se sacudió un poco, dejando escapar un corto suspiro, aquello realmente le tomó por sorpresa, no se esperaba que sucediera ese tipo de cosas, esa no era el tipo de personalidad que tenía Carol en la novela, por lo menos no recordaba que la chica actuara de esa forma.

» Les agradezco a todos que me hayan salvado –dijo haciendo una pequeña reverencia -. Volveré al palacio… Creo que es lo mejor por ahora.

-No tiene nada por qué agradecer…

-Es cierto… Nosotros lo hacemos porque queremos.

-Usted también es importante para nosotros.

No le dejaría de sorprender el hecho de que era querido por esas personas.

-En verdad… Muchas gracias.

Aquello lo decía desde el fondo de su corazón, en verdad que estaba agradecido con la bondad que tenía el pueblo, porque gracias a eso Mahiru pudo tener una segunda oportunidad para poder redimir todos los pecados que cometió. Terminó saliendo del café, dirigiéndose al palacio, aunque en mitad de todo, se encontró con Louis y Vitky, ambos venían apurados, al parecer, unas personas del pueblo le explicaron los sucesos que vivio Hikari, así que se apuraron a auxiliarlos.

-¡Hikari! ¿Estás bien?

Louis fue el que dijo eso mientras le sostuvo de sus hombres, por su parte Vitky le hizo un chequeo completo.

-Yo, sí, estoy bien.

Pudo ver a los otros dos suspirar de alivio.

-¿De verdad estas bien? Me enojaré si me estas mintiendo.

Fue ahora él quien suspiro, sentía que todos los demás se preocupaban demasiado, estaba agradecido, pero no dejaba de sentirse incómodo.

-Ya dije que estoy bien.

Le golpeo en la frente con uno de sus dedos. Los otros dos asintieron y decidieron retomar su caminata con dirección al palacio mientras hablaban de un par de cosas. Una de ellas se trataba sobre Harusaku, con quien Hikari había estado intercambiando cartas. Con el evento en el reino Perk, su abuelo ya se debía dar una idea de que no permitiría que Louis regresara a su lado, jamás dejaría que algo como eso sucediera. Siguieron caminando, por lo menos hasta que Hikari escuchó un pequeño gritó, haciendo que se detuviera un momento y sin dudar fuese al origen del grito.

-¡Carol!

Jessy gritaba a la nombrada.

Minutos antes de su grito, Carol había agredido a Minsy delante de Jessy, su enojo la había nublado al punto que había dejado de ocultar su verdadero caracter, su peor lado había salido a la luz debido a la inestabilidad de sus emociones. Primero había sido Mahiru, luego Harusaku, ahora le quitaba el amor de las personas de ese patético pueblo. Carol se encontraba furiosa porque Hikari le estaba robando todo lo que debía ser de ella, lo que la chica no se percataba es que el amor y apreció se ganaba, no solo se daba como un trofeo obligatorio. Nadie le prestaba atención a Carol porque la chica en realidad no había hecho nada para ganar su afecto.

-¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate!

Repitió un par de veces la chica mientras sostenía su cabello con fuerza.

» ¡No eres más que una perra! ¡Debería ponerte en tu lugar!

Sin siquiera dudarlo, Carol se acercó a sus primas y como si fuese lo más normal, levantó su mano dispuesta a golpear a las otras dos chicas. Lo iba a hacer sin dudar, pero justo antes de poder llevarlo a cabo, fue completamente interrumpida, una mano sostuvo su muñeca. Cuando se giró a ver quién la había detenido, vio a Hikari.

-Pueden ser tu familia, pero no por eso tienes el derecho de golpearlas.

Aquello lo soltó en tono seco y cortante, realmente lleno de la ira y el odio que tenía guardado en su interior. Por muchos años quiso decirle eso a su propio padre, aunque nunca se atrevió a hacerlo.

-¡No me toques!

Carol se soltó de un manotazo, antes de dirigir su mirada a sus primas, las cuales estaban siendo auxiliadas por Vitky y Louis. Al darse cuenta que esas mujeres le había traicionado, chasqueó antes de girar y largarse de aquel lugar sin siquiera mirar atrás. Tanto Minsy como Jessy vieron a Carol irse, sin creerse lo que estaba pasando, pero sobre todo, la inestabilidad emocional que tenía la otra chica, porque su forma de actuar y reaccionar solo daban a entender eso.

-¿Se encuentran bien?

Louis fue el primero que pregunto aquello.

-¡Por favor! –dijo Minsy de golpe mirando a Hikari -. Por favor no odie a Carol, ella no es mala, ella es bueno…

-Minsy… -soltó Jessy -. Carol ya no es la Carol que nosotros conocemos y queremos…

Aunque desde hace mucho tiempo fue consciente de ello, simplemente no se atrevía a aceptarlo. Tanto Jessy como Minsy fueron personajes que mostraron un increíble amor hacia Carol, porque las tres fueron criadas en buenas familias donde el amor abundaba. Tener que aceptar que aquella Carol delante de ellas dejó de ser la Carol que ellas conocían era un hecho difícil de aceptar. Con aquellas palabras de Jessy, Minsy no pudo evitar dejar escapar un par de lágrimas en su sufrimiento.

-Está bien –el que hablo fue Hikari -. Por ustedes, no haré nada contra Carol.

Las mujeres asintieron con su cabeza, sintiéndose aliviadas.

-Por ahora… -interrumpió Louis -. Deberíamos volver… ¿Dónde se están alojando?

Ambas chicas se miraron un momento, Jessy fue la que decidió hablar.

-Me apena decir esto, pero esta mañana nos han corrido de la posada… Nos hemos quedado sin fondos y… Nuestra familia no tiene para seguir mandándonos…

Por eso habían salido a comprar, porque como fueron corridas de la posada, la forma de aliviar el estrés de Carol fue salir a comprar más vestidos. La chica había gastado sin medirse, haciendo que todo su presupuesto para el viaje desapareciera en un segundo y ya habían pedido varias veces a sus familias por más dinero. Jessy se sentía avergonzada de tener que volver a pedir a su familia más dinero.

Hikari suspiro.

-Entiendo, pueden quedarse en el palacio… Las ayudaremos para que puedan volver a casa.

Las chicas se sintieron aliviadas de tener una especie de milagro que las ayudaría a regresar a casa, porque ya no querían continuar con ese viaje. Carol había logrado perder hasta el amor de las personas que la amaron incondicionalmente desde el principio. Porque no se debe dar por sentado las cosas y tampoco abusar del amor que la familia tiene por uno, ya que eso solo causaría desgracia a las personas que se atrevieran a hacer tal acto.

Porque no necesariamente por ser familia se debía de amar.

.

.

.

Carol siguió caminando sin rumbo luego de lo que paso con sus primas.

Estaba molesta e irritada por la forma en que se estaban dando las cosas, no se suponía que todo debía darse de esa manera. Lo que ella recordaba de la novela le era completamente inútil, porque nada se estaba dando como se supone que debía de ser. Nadie la amaba, es más, un personaje del cual no se acordaba estaba siendo el centro de todo, robándose su lugar. Lo peor de todo es que nadie parecía darse cuenta de que ese chico solo los estaba engañando,  se encontraban atrapados en una red de mentiras.

¡Solo ella podía ser la salvadora de todos! ¡Solo ella podía recibir el amor de todos!

-Señorita Carol.

Carol se detuvo de golpe cuando fue llamada, creyendo que se trataba del sujeto que le estaba robando lo que le tocaba a ella por derecho. Al momento de girarse, se dio cuenta que se trataba de un hombre que vestía como guardia, pero no parecía uno. Lo miró dudosa, aun así, se cruzó de brazos y se paró de forma en que mostraba que en todos los sentidos ella lo superaba, aunque en realidad eso solo era un ego sin fundamento.

-¿Te crees con derecho de dirigirte a mí?

El hombre escuchó aquel absurdo comentario, aun así, le encomendaron una misión de llevar a cierto lugar a esa chica.

-Lo lamento mucho, disculpe mi grosería –dijo el hombre -. Este tonto servido ha sido enviado para llevar a la señorita Carol a un cierto lugar.

-¿A dónde?

-No puedo decirle, se me ordeno llevarla… ¿Vendría con esta basura de servidor? ¡Oh gran diosa Carol!

Aunque no conocía esa cara, fue suficientemente para ella que le diera el trato que debía merecerse. Asintió con la cabeza.

-Llévame.

Con un gesto de su mano hizo hincapié de que la guiara.

El hombre asintió con la cabeza, para sin más comenzar a caminar, siempre atento a que la chica lo estuviera siguiendo. Caminaron por un par de minutos, por pasillos que Carol no conocía, es más, pudo darse cuenta que se trataban de pasadizos secretos. Terminaron llegando a un pequeño palacio, el cual al girarse un poco, pudo ver a la lejanía el palacio principal del reino de Merk. Inevitablemente la curiosidad aumento y por un momento tuvo la errada ilusión de que la persona que la llamo fue Mahiru.

Todo se vio destruido cuando al entrar en aquella habitación que le indicaron que pasara, se encontró fue con un hombre viejo con un horrible bigote. El hombre se peinaba con un dedo el bigote, antes de dirigirle la mirada y señalar con su mano que se sentara en el mueble frente a él. Carol se sentó de mala gana, ya que la persona que ella esperaba no apareció, la única persona con la que ella quería encontrarse es con Mahiru, pero este se encontraba dentro de un hechizo de aquel horrible hombre.

-¿Para qué me ha traído aquí?

Fue directa al punto.

-Usted seguro debe estar afectada por ser ignorada por su majestad.

La chica tensó sus hombros, afilando un poco su mirada.

-¿Eso qué tiene que ver con usted?

-Pues usted sabrá... Mi pobre sobrino ha sido prisionero de un hombre despreciable –dijo con fingido lamento -. Gracias a eso… No he podido liberar a mi amado sobrino de las garras del mal.

Al principio creyó que se trataba de una casualidad, pero con lo segundo lo confirmo. Carol se levantó de golpe luego de haber golpeado la mesa frente a ella. Desde el primer momento en que vio a Hikari se dio cuenta de que ese chico no traería nada bueno.

-¡Lo sabía! –dijo eufórica -. Es imposible que Mahiru no me preste atención a mí, después de todo su amor solo puede ser mío.

Carol se veía animada y hasta contenta de que alguien apoyara sus locuras. El tío de Mahiru sabía cómo manipular a la gente y tristemente Carol era una chica fácil de controlar, más aun por su locura de ser el centro del mundo. El hombre rió un poco, antes de asentir con la cabeza.

-Yo he tratado de salvarlo, pero ese malvado chico es muy poderoso…

La actuación de víctima le estaba saliendo perfectamente.

El tío de Mahiru tenía muy presente que Hikari se había vuelto una pieza indispensable en el tablero y que si no movía bien sus piezas, el rey del contrincante podría ignorar las reglas y acabar con cada una de sus jugadas y aliados. En un principio pensó en usar a Hikari, pero se dio cuenta debido a varios sucesos que aquel chico era una lobo vestido de oveja, no sería tan fácil de manipular como muchos otros y si lo atacaba directamente, Mahiru podría venir por su cabeza sin dudar. El chico se había vuelto una increíble piedra en su zapato.

Tenía que eliminarlo, pero sin que se notara que fue él quien lo mando a desaparecer, aunque mientras buscaba algún buen peón dio con aquella estúpida chica. Ella sería el perfecto títere para sacrificar y así lograr sus objetivos, cuando ese chico desapareciera podría volver a su posición y manipular a su conveniencia a Mahiru. Si sus planes con esa chica no funcionaban, tenía un plan de respaldo, aunque prefería no tener que usarlo, ya que significaba perder valioso recurso para cuando él subiera al poder.

-Sí… ¡Pude notarlo! –dijo Carol -. Ha enredado a todos en su red.

-Sí…-soltó en tono lamentable -. Yo he estado desesperado, pero… Cuando la encontré a usted señorita Carol, se sintió como si el cielo hubiese enviado un ángel para salvarnos.

El hombre unió sus manos en gesto de estar rezando. La chica se sintió bien, porque ese era el trato que debió recibir desde hace mucho tiempo. Como en los cuentos de hadas, tenía que primero acabar con el villano para poder tener un final feliz, Carol se convenció de que tenía que salvar a todos de las garras de aquel villano.

-Por supuesto que si… ¡Después de todo yo soy la única salvadora!

-Sí, sí, es indudable. Por eso mismo… -comento el hombre con una pausa -. La he llamado aquí para que ayude a este fiel servidor.

Carol le miró con orgullo, antes de volver a sentarse con elegancia.

-Está bien, ando de buenas, te escucharé.

Realizó un gesto con su mano para permitirle continuar.

-Yo deseo que usted me ayude a liberar a todos de esa telaraña venenosa.

-¡Por supuesto! –dijo con orgullo la chica -. Yo los salvare a todos, así que no dude en confiar en mí.

El hombre sonrió satisfecho, aunque fue oculta en aquel poblado bigote. El hombre estiro su mano en dirección de Carol.

-Espero trabajar con usted de ahora en adelante.

Carol no dudo en estrechar la mano de aquel desconocido.

-¡Claro que sí! Juntos salvaremos a todos.

-Por supuesto.

El trato fue cerrado y una alianza se formó.

Una chica ingenua terminó volviéndose un títere por su propia voluntad, por la necesidad de buscar algo que en realidad no le pertenecía, porque el amor no se trata de algo que se merece, sino de algo que se va lentamente ganando. Carol dejó la habitación después de que discutieran un par de cosas, principalmente lo que tendría que hacer era mantener ocupado a Mahiru, que se alejara de aquel chico molesto que había estado arruinando todos sus planes. Así él podría entrar en acción desde las sombras.

-Señor… ¿Está seguro de usar a esa chica tonta?

Su hombre más leal preguntaba aquello.

-Claro que sí… Es el sacrificio perfecto, si algo sale mal, toda la culpa recaerá en ella.

Su lacayo no se veía completamente convencido y entendía su pensamiento, aquella mocosa era demasiado idiota para darse cuenta de que la estaban usando, además, podía volverse otra piedra molesta si no sabía controlarla bien, pero a diferencia de ese mocoso molesto, manejar a esa chica no presentaba ningún esfuerzo. Solo tenía que aumentar sus aires de grandeza y patéticas ilusiones, de esa forma la tendría bailando en la palma de su mano, se encontraba completamente seguro de aquel hecho.

» Además… Haré cualquier cosa para robar a su reina.

El tío de Mahiru desvió su mirada un momento, viendo aquel tablero de ajedrez que se encontraba en una pequeña mesa, había en él una partida iniciada. El hombre se levantó bajo la mirada de su subordinado, al acercarse, tomó la pieza de la reina de las blancas.

» Como en el juego, es la pieza más molesta… -dijo él -. Y también la que vuelve inútil al rey.

-¿Qué planea hacer?

Algo dentro del subordinado le dijo que su patrón no pensaba acabar por completo con aquella pieza molesta.

-Claro está que… Desde hace mucho tiempo la casilla de mi reina ha estado vacío, así que cuando el molesto rey desaparezca –indicó tirando la pieza del rey en las blancas -. Tomaré a su reina.

El tío de Mahiru coloco a la reina blanca en el lado de la negras.

» Ese será indudablemente el mejor final.

La estrategia se encontraba sobre la mesa, lo único que quedaba es que las piezas cumplieran con su papel para llevarlo a cabo. Porque aunque en un principio odio la presencia de aquel chico, tenía que admitir que entre todos los contrincantes contras los que jugo, aquel había sido el rival más difícil, lo cual solo causaba que tuviera más interés por tomarlo.

¿Qué pasaría si esa ingeniosa mente parecida a la de él se ponía de su lado?

Imaginarlo hacia que se regocijara. 

Notas finales:

¡Oh! Ahora una nueva alianza se ha formado. ¿Qué sucedera ahora? 

Lo sabran en el siguiente capítulo <3


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