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¡CAMBIARÉ EL DESTINO DEL VILLANO! por ami4alice

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Notas del capitulo:

¡Traigo otro capítulo seguido! 

Esta vez centrado en nuestro coprotagonista... ¡Mahiru!

Espero que lleguen a amar a Mahiru tanto como yo <3

Natyh flotaba por esos pasillos tratando de buscar a su objetivo. Sabía que Hikari se enojaría con ella por desaparecer de pronto, pero tenía una buena razón para hacerlo. Como ambos eran sus bendecidos, eso causaba que tuviera una conexión con ellos y repentinamente había sentido algo de parte del otro al que le dio su bendición. Por esa razón fue que se marchó del lado de Hikari, además, no creía que la fuese a necesitar mucho.

Estaba siguiendo ese hilo que la conectaba con su otro niño bendecido, pero cuando estuvo cerca de encontrarlo algo le hizo estremecerse. Un mal augurio vino a su mente, esa sensación que tuvo no significaba precisamente algo bueno. Que fuese el espíritu de la oscuridad no significaba necesariamente que las personas que bendecía terminaban volviéndose malas, eso solo eran erróneas suposiciones que inculco la gente. El espíritu de la oscuridad era como cualquier otro espíritu sobre el mundo terrenal.

Cuando dio finalmente con Mahiru, entendió su mal presentimiento.

Lo que vio en aquella habitación le causo pavor. No quiso mirarla demasiado debido a que sentía que por inercia contaría la cantidad de personas que se encontraban allí, tiradas en el piso sin vida alguna. En el medio de todo ese escenario, sosteniendo una espada la cual lo delataba como el homicida. Natyh le dolía ver como ese dulce y encantador niño que conoció se había desviado a tal punto.

-Mahiru…

La chica solo podía pedir clemencia por el alma de aquel pobre niño.

Dejo de concentrarse en sus rezos cuando escuchó un ruido, acercándose más para poder notar que delante de Mahiru se encontraba un hombre aún con vida. La expresión que tenía era de pavor, como si delante de él estuviera la misma muerte y quizás no estaba tan alejado de ello.

-¡Por favor perdóneme! –soltó desesperado -. ¡Haré lo que sea! Yo… ¡Me disculparé todo lo que usted desee! ¡Me arrodillare si así lo desea!

Después de matar a sus propios padres, no había retorne para las muertes que siguió causando. La prueba la estaba presenciando allí mismo, viendo todos esos cuerpos sin vidas, desmembradas y apuñalados, además de algo descompuestas. Natyh sabía muy bien el talento innato que tenía Mahiru, por eso no se le hizo raro que supiera dominar la magia de la oscuridad aun siendo joven, pero que la usara para ese tipo de cosas hacia que su pecho se oprimiera.

-¿Por qué? –soltó antes de llevar su espada en la dirección del otro -. ¿Por qué debería perdonarte?

-¡Yo…!

-¡Mahiru no lo hagas!

El hombre no llegó a terminar la oración cuando su cabeza dejó su cuerpo.

Aquel hombre había sido degollado, llenando aún más de sangre la habitación. Natyh cubrió su rostro para no presenciar tal acto. Ya no podía soportarlo más, ver como cada vez se corrompía más su protegido, porque mientras más corrompido se volvieran, más le afectaba a ella como su espíritu guía.

-Mahiru.

El nombrado se giró para ver a un hombre mayor con un gran bigote en el umbral de aquel despacho donde se encontraban todos los cuerpos. Dejó de verlo para inclinarse al cuerpo de enfrente y rompió la ropa de este, usando el trozo de tela para limpiar la espada que sostenía. Al dejarla lo más limpia que pudo la guardo en su funda.

» Parece que de nuevo te has encargado de las ratas.

Debajo de ese bigote había una sonrisa, una que no demostraba alegría.

-Dile a los demás soldados que hagan bien su trabajo de deshacerse de todo.

Al cabo de esas palabras, Mahiru comenzó a caminar fuera de aquel lugar. Mientras caminaba por los pasillos se podía ver como aquel despacho no era el único que se encontraba manchado de sangre y con cuerpos sin vida. Toda aquella mansión se había vuelto un matadero. Sin agregar más nada, Mahiru se marchó, siendo seguido por Natyh, aunque no la veía, igual quería estar a su lado.

Por su parte el hombre del bigote rasco este.

-Realmente… Cada día se está volviendo más y más despiadado.

El hombre soltó eso sin siquiera dudarlo. De pronto apareció un soldado o eso es lo que parecía.

-Señor, ¿está seguro de todo esto? –pregunto el hombre desviando por un momento la mirada al interior del despacho -. Sería peligroso que se volviera contra usted.

El del bigote rió.

-¿Contra mí? –dijo con una pausa -. Si ese niño se encuentra en la palma de mi mano.

El del bigote se giró para comenzar a andar, siendo seguido por el hombre que acababa de llegar, yendo en la dirección contraria a la que se fue el más joven. Al final de su recorrido, se encontró con los caballeros, quienes se encontraban en fila esperando por una orden.

» ¡Inicien los preparativos para acabar con todo! –soltó en tono alto -. Recuerden… ¡Si alguien comete algún error su majestad los castigara!

-¡Sí!

Todo el mundo conocía el miedo que podía causar el actual rey.

Los caballeros iniciaron su tarea de comenzar a verter dentro de la mansión aceite, llenando todo de aquel líquido. Cuando todo estuvo húmedo por el aceite, sin más iniciaron el fuego. La mansión comenzó a encenderse siendo rápidamente cubierta por el fuego, no quedaría nada de lo sucedido en aquella mansión, todo se lo llevaría el ardiente calor del fuego.

-Un solo niño causo todo este caos.

El lacayo del hombre del bigote dejó escapar aquello mientras veía como el fuego acababa con todo.

-Por supuesto que sí –dijo el del bigote -. Lo he preparado para convertirse en la mejor arma de todas.

Al momento en que todo fue llenado del rojo carmesí hasta volverse completamente negro, apagaron el fuego para que no se extendiera más allá de aquella mansión, no deseaban causar un desastre, solo eliminar la evidencia de lo que allí sucedió. En el momento en que confirmo que todo el trabajo estuvo listo, se marchó de aquel lugar, subiéndose al carruaje que le esperaba.

-¿Qué planea ahora?

El lacayo tuvo curiosidad.

-Es momento de terminar con el último rayo de esperanza que le queda –dijo con una pausa -. Así se convertirá en el demonio que deseo.

El hombre del bigote rió de manera estridente.

Su plan estaba marchando tal cual como quería, ese pequeño niño fácil de manipular estaba siguiendo el camino que él le delineo. Siempre había buscado una forma de arruinar a su querido hermano que se encontraba en el poder, jamás llegó a imaginar que el hijo de este sería el que le daría la oportunidad. Todos los que se encontraban actualmente en el palacio en altos puestos se encontraban de su lado, pronto todo el reino sería completamente suyo.

» Pronto… No solo el reino de Merk, sino todo el imperio será completamente mío.

Solo tenía que completar la perfecta arma que iba a usar en contra de los demás reinos, porque por supuesto que sería Mahiru quien acabaría con los demás reinos para que no les quedara más opción que sucumbir a ellos.

»Prepara todo para iniciar el siguiente plan.

-Entendido.

Su lacayo asintió con la cabeza.

Él solo desvió la mirada para mirar por la ventana del carruaje, pronto todo eso en ese imperio sería suyo, lo único que tenía que hacer es ser paciente.

Su segundo plan comenzaría para terminar de completar el arma más poderosa de todas, porque solo por eso es que aún mantenía con vida a Mahiru, ya que reconocía el talento que tenía el chico. Si él no lo hubiese usado, seguramente sería un increíble gobernante, triste que nadie descubriera eso. Lo usaría para tener todo el control del imperio y luego lo acusaría de traición, todo estaba preparado para aquel momento.

.

.

.

Días después, Mahiru se encontraba en los pasillos de su propio palacio.

Iba caminando en una dirección en específico, debido a todo lo que tuvo que hacer no había tenido la oportunidad de visitar a esa persona especial para él, la única que tenía y le quedaba. La familia real había tenido solamente dos herederos, Mahiru y Luly. Ambos eran hermanos de sangre y fue esa pequeña niña que apenas tenía cinco años la única familia que él consideraba tenía, la única que verdaderamente llego a aceptarlo a él. Mahiru estaba dispuesto a hacer lo que fuese por su pequeña hermana.

Por esa misma razón, por mucho que estuviera fuera de lugar, llevaba en sus manos un ramo de flores, porque sabía que a Luly le encantaban las flores. Debido a todo el trabajo que tenía que hacer como rey, no podía verla tanto como quisiera, pero creía que se encontraba en buenas manos, por lo menos eso es lo que siempre le decía su tío y él creía en ese hombre que también le tendió la mano en su momento más difícil.

Llegó al pequeño palacio donde residía su hermana, porque así lo decidió para que no estuviera bajo la mirada de los demás, quería protegerla a toda costa. Tocó la puerta y no recibió respuesta, a lo que no lo pensó mucho para abrir la puerta y entrar en la habitación, al hacerlo se percató de que su hermana aún se encontraba en cama. Decidió dejar en un jarrón las flores antes de ir con su hermana.

-Luly, es hora de levantarse.

Por muy extraño que fuese, le llamo con una dulce voz.

Su pequeña hermana, que a diferencia de él tenía el pelo gris oscuro, aunque mantenía lo lacio como su hermano, sus ojos también combinaban con su cabello como con Mahiru. Ambos se parecían bastante, lo que los diferencia a los dos era el sexo y el color de su cabello y ojos.

Pudo ver a su hermana removerse, tomando el borde de la sabana y usándola para cubrirse por completo, al parecer no deseaba levantarse todavía. Mahiru rió, le parecía adorable la forma en que su hermana siempre actuaba así.

» Luly.

La nombrada bajo un poco la sabana para ver a su hermano.

-Mahi.

-Es hora de levantarse.

-¿Has venido solo?

Mahiru asintió con la cabeza.

Al oír aquello la pequeña no dudo en levantarse apartando la sabana, levantándose sobre el colchón para caminar a donde estaba su hermano, estirando sus brazos en su dirección para darle un abrazo de saludo. Mahiru siempre se sintió bien cuando recibía ese dulce abrazo de parte de su hermana.

-Buenos días.

Sin dudar tomó a su hermana en sus brazos, quien solo soltó una risa en respuesta. La cargo hasta la peinadora, donde la dejó sentada. Dejó de encontrarse a su lado, ya que se giró en dirección de su ropero y lo abrió, buscando un vestido que le viniera bien a Luly. Esa no sería la primera ni la única vez en que Mahiru ayudaba a vestirse a su hermana pequeña, la verdad es que ella era malcriada cuando se encontraban juntos.

Pronto terminó de vestirla con un vestido rosa pastel, con boleros y mangas tres cuartos, además de uno que otro adorno con forma de flor. Al estar lista, tomó el cepillo para comenzar a peinarla. Mahiru apreciaba mucho esos momentos que pasaba con su hermana, se podría decir que eran los más importantes y felices que tenía.

» ¿Qué deseas que te haga en el cabello?

Luly se lo pensó por un momento.

-¡Quiero dos coletas!

-¿No estas grande para usar dos coletas?

Mahiru dejó escapar una risa cuando pudo notar el puchero de Luly.

Aunque había dicho aquello, no se negó en peinarla tal cual como Luly deseaba. Adorno su cabello para que no se viera tan simple, al acabar, Luly se veía como toda una hermosa princesa, digna de su título. Mahiru siempre estuvo consciente de la belleza de su hermanita, pero más que eso, deseaba que encontrara su propia felicidad.

-¿Qué haremos ahora?

-No sé… ¿Qué quieres hacer?

De nuevo Luly se quedó pensativa.

-¡Quiero desayunar con mi hermano!

Mahiru asintió con la cabeza.

-Entonces vayamos al comedor.

De pronto, su acción de moverse fue interrumpida cuando Luly tomó la manga de su chaqueta. Se veía un poco triste, pero no supo el motivo de que tuviera aquella expresión, aun así, decidió esperar a que su hermana le dijera algo.

-Podemos… ¿Podemos comer aquí?

Se le quedó mirando y al hacerlo, se dio cuenta que su hermana no le diría el motivo de semejante petición, aun así, decidió no indagar. Asintió con su cabeza, dirigiendo la mano libre a la de su hermana.

-Está bien, iré a solicitar que traían todo para tu habitación.

Su hermana se vio más animada con su respuesta, así que lo dejó ir. Mahiru dejó por un corto momento la habitación para ordenarle al primer sirviente que encontró que llevara el desayuno al cuarto de la princesa.

Al cabo de dar la orden, se dirigió de nuevo a la habitación de su hermana, ella esperaba algo inquieta en el mueble de su habitación, a Mahiru le causo algo de risa. Se sentó a su lado, bajo la mirada de la pequeña dama, se giró para dedicarle una sonrisa, la cual fue correspondida por su hermana.

-Pronto tendré algo de tiempo… ¿Quieres que vayamos a algún lado?

Estaba seguro de ello, ya que hace poco se había encargado de un problema de raíz. Su hermana al oír aquello pareció emocionarse.

-¿En serio? ¿De verdad?

No entendería nunca porque le daba como respuesta una pregunta en la mayoría de ocasiones.

-Sí, yo no te mentiría.

La emoción en el rostro de la menor aumento.

-Entonces… Entonces… ¡Quiero ir al pueblo! Recorramos la calle principal… Dicen que es un lugar animado… También podemos ir al teatro o al parque… ¿Qué otro lugar?

Mahiru dejó escapar una risa al ver como su hermana hacia unos planes infinitos, le gustaba mucho verla así de animada.

-Recuerda que no será por mucho tiempo…

Aunque no le gustaba ser el que arruinara la emoción de su hermana, tenía que hacerlo. Actualmente tenía mucho trabajo del cual encargarse como el rey de esas tierras. ¿Quién diría que en realidad su padre fue un terrible rey?

Luly infló sus mejillas en un suspiro.

-Ya mi hermano no pasa tiempo conmigo.

Mahiru rió ante la queja de su hermana, llevando una mano a su cabello para darle unas dulces palmadas.

-Trataré de arreglar mi desastroso horario para pasar más tiempo contigo.

-¿De verdad? ¿De verdad?

-Sí.

-¿Es una promesa?

Luly levanto su meñique y lo dirigió en su dirección, a lo que Mahiru decidió corresponder al gesto. Con ella haría todas las promesas y se encargaría de cumplirlas hasta el día de su muerte.

-Es una promesa.

Pronto llegó el sirviente con el desayuno, acomodando todo antes de irse de la habitación para darles privacidad a los dos hermanos. Al tener la comida lista, ambos decidieron dedicarse a comer en silencio, querían apreciar y agradecer por tener un plato de comida todos los días. Eso les llevó a terminar rápido con el desayuno, dejando de último el té.

-¿A dónde i…?

Luly no alcanzó a terminar su frase cuando la puerta de su habitación sonó. Cuando le dieron permiso, un sirviente entró.

-Lamento interrumpirlos, pero su tío lo solicita.

Mahiru dirigió su mirada a Luly.

-¿Es urgente?

Había hecho planes con Luly y no deseaba dejarla plantada, así que si pudiera, quería evitar ocuparse con trabajo, por eso buscaba evitarlo, aunque cuando vio al sirviente negar, solo le quedo suspirar.

-Ha dicho que es con carácter de urgencia.

-Luly…

-Entiendo… -dijo ella en tono bajo -. Hermano tiene que encargarse del reino, no solo de mí.

A veces le sorprendía lo madura que actuaba Luly a pesar de su edad.

-Trataré de todas las formas librarme rápido para volver.

Luly asintió antes de ver como su hermano se marchaba de la habitación con aquel sirviente. Ella se dirigió también a la puerta para cerrarla, no deseaba que alguien entrara a su habitación, pero su acción fue interrumpida de golpe por una mano.

-Vamos, vamos, señorita. Es grosero cerrarle la puerta en la cara a alguien.

El rostro de Luly palideció al ver a esa sirvienta.

La sirvienta empujo la puerta con brusquedad, interesándole poco si golpeaba a su señora. Luly cayó en su retaguardia, quejándose por el dolor que le trajo la caída. Ni siquiera se dedicó a tratar de disipar el dolor, se giró tratando de alejarse de aquella mujer, pero la sirvienta pisó su vestido e hizo que por eso se diera contra el suelo.

» Una señorita no debería actuar así.

La sonrisa que tenía en su rostro solo le decía lo mucho que disfrutaba de atormentarla.

La mujer llevó una mirada a la más pequeña, detallándola un momento, cuando centró su vista en un solo punto, Luly llevó sus manos a su cabello, aunque su tarea fue interrumpida por la mujer mayor. La sirvienta le tomó del brazo para apartar la mano de la más joven.

-¡No!

Luly soltó en tonó alto, antes de sentir como la sirvienta agarraba cada uno de los accesorio de su cabello y los jalaba con brusquedad.

Ni siquiera considero el daño que le estaba causando por su acción, solo lo hizo con confianza, quitándole las cosas que su hermano le había puesto para que se viera bonita. Luly había comenzado a sollozar por aquello, no entendía para nada el motivo del trato de la sirvienta, pero desde que ella llegó al palacio la trato mal, no solo eso, hizo que la aislaran, ningún sirviente la trataba, ni siquiera se fijaba en ella. La sirvienta rió suavemente antes de agacharse y sostenerla del cabello para que la mirara.

-Espero que como siempre, no pienses en decirle algo a tu hermano.

Claro que hubiese querido hacerlo, pero tenía miedo, sentía un sentimiento aterrador por esa mujer. No era extraño su comportamiento, después de todo, Luly seguía siendo una simple niña de cinco años.

» Recuerde… Si es una niña mala, será odiada por su hermano –dijo la mujer con una pausa -. Y sería malo si eso pasara, su hermano no dudaría en dejarla de lado.

-¡No! ¡Mi hermano no es ese tipo de persona!

-¿Entonces porque no le ha dicho nada?

Aunque Luly confiara en su hermana, el miedo que sentía debido a esa mujer era mucho más grande.

La mujer rió cuando vio que lo único que hizo la pequeña princesa fue llorar. Ella estaba de parte del tío de Mahiru, se había creído la mentira sobre hacerla la futura reina si le obedecía, una mujer tonta y fácil de manipular. Tiró de Luly hasta que llegaron a la peinadora, contra lo que la golpeo.

» Querida señorita, me han mandado una tarea.

Luly uso sus brazos para cubrir su rostro sin separarse del suelo.

Al ver la forma de actuar de la pequeña, se le montó encima, sosteniendo sus brazos de la muñeca con una de sus manos, de esa forma podría llevar a cabo su trabajo. Luly se removió tratando de zafarse, pero evidentemente su fuerza jamás superaría la de un adulto.

-¡Por favor no!

Suplico como siempre, siendo ignoradas sus suplicas.

-Es triste que no me importen sus suplicas.

La mujer sacó del bolsillo de su delantal una botella, la cual destapó. Antes de poder reaccionar, la mujer introducía la botella dentro de su boca y le obligaba a consumir su contenido. Tiro la botella cuando todo el líquido estuvo dentro de su boca y para impedir que lo escupiera, le tapó la boca con su mano, haciendo presión.

» Será mejor que se lo beba señorita.

Debido a lo que estaba haciendo la sirvienta, Luly no pudo evitar el consumir aquel líquido que le quemaba dentro de su boca. Cuando lo tragó fue el momento en que la sirvienta la dejó.

Quiso escupirlo, pero ya era demasiado tarde y pronto comenzó a sentirse mal. Todo parecía dar vueltas y pronto su vista se vio nublada, sintió ganar de vomitar y cuando lo hizo, fue un tono rojizo lo que vio sobre sus manos antes desmayarse.

Lo último que pensó fue en su hermano.

.

.

.

Toda la habitación era un completo desastre.

Las ventanas estaban rotas, los muebles tirados, las cortinas rasgadas, aquel cuarto parecía haber sufrido de un tornado, pero lo que en verdad paso fue la ira de un niño. Mahiru había destruido por completo la habitación cuando se enteró de tan horrible noticia. Su hermana, su preciada hermana que había jurado proteger ahora mismo… se encontraba al borde de la muerte.

La habían envenenado y su vida prendía de un hilo, si no actuaba pronto iba a morir. ¿Cómo permitió tal cosa?

Lo único que invadía su mente era el eliminar a la persona que causo todo.

La puerta sonó y antes de ser abierta algo golpeo fuertemente con la pared cerca de esta. Al poco tiempo se abrió dejando ver a su tío, el hombre con el gran bigote. Sabía el motivo de que Mahiru estuviera actuando así, pero no vacilo para entrar en la habitación.

-Mahiru… -le llamó, pero no obtuvo respuesta, solo escuchó como lanzaba algo más dentro de la habitación -. Hemos dado con la persona.

Con aquellas palabras pudo ver como se detuvo de golpe en su acción y se giró a verlo. Si no fuese por el cuarto que destruyo, estaba seguro que hubiese habido pérdidas humanas. Por un lado estaba agradecido, pero por el otro le pareció que desperdició una buena oportunidad de arruinar aún más la reputación de su sobrino.

-¿Quién?

Fue lo único que dijo, en un tono lleno de ira y odio.

-La tenemos esperando en la sala del trono.

Sin duda en sus acciones, Mahiru se dirigió al salón del trono, ni le importó la apariencia que tenía, solo quería ver con sus propios ojos a la persona que se atrevió a tocar a su hermana.

Al llegar pudo ver a un par de guardias y a una mujer que se encontraba con las manos atadas y arrodilla, todos dirigieron su mirada a él cuando llegó de forma estridente abriendo de forma brusca las puertas. Se acercó a la mujer, mirándola un instante con esos ojos negro como la profundidad de la noche, un mar sin fin de oscuridad.

-Tú… ¿Fuiste la que le hizo eso a Luly?

-¡No! Esto no debe ser así…

La mujer grito desesperada y Mahiru llevo su mirada en la misma dirección que la otra persona, notando que miraba a su tío.

» ¡Dijiste que me protegerías! ¡Yo me convertiría en la futura reina! –comenzó a gritar la mujer -. ¡Nada de esto debió pasar!

De pronto, la mujer volvió a gritar, pero no palabras, sino un grito de dolor. Mahiru había sacado su espada y sin dudar lo clavo en el muslo de la chica. Todos estaban presencian aquel acto de crueldad.

-Yo te hice una pregunta.

La mujer reflejo en su rostro el terror.

-Yo... Yo…

-Ella se ha llenado de ideas estúpidas, no tiene sentido preguntarle. Un sirviente la ha visto.

Mahiru se giró a ver a su tío, antes de dirigir su mirada al sirviente que se acercó a donde ellos se encontraban.

-Majestad… -dijo el sirviente con una reverencia -. Yo… He visto como esa malvada mujer ha envenado a la princesa.

-¿¡Qué!? ¡TÚ…!

La mujer volvió a gritar cuando Mahiru hizo un movimiento con su espada que aún seguía clavada en el muslo ajeno.

-No solo eso… Ella ha estado maltratando a la joven princesa a sus espaldas –dijo el joven llevando una mano a su rostro -. Nosotros tratamos de detenerla, pero nos amenazaba constantemente…

-Tal parece que se ha estado divirtiendo…

Mahiru miró en dirección de su tío, quien movió su cabeza ligeramente en afirmación, como si le estuviera dando el permiso que el más joven pareció necesitar.

Al momento de obtener el permiso imaginario que precisaba, Mahiru saco con poca delicadeza su espada, oyendo como la mujer gritaba y se retorcía de dolor. No le importó, el sufrimiento por el que estuviera pasando la mujer o las suplicas que dijo después, Mahiru solo tenía una cosa en su mente. Hasta el último grito que soltó, Mahiru la torturo en aquel lugar, ignorando el hecho de que tenía algo de público.

Lo único que mediadamente le hizo sentir mejor fue torturar a la mujer, cortar cada uno de sus dedos, herirla en zonas del cuerpo que no la mataría pero que le dolerían grandemente. Continuó hasta que ya no escuchó más gritos y el cuerpo dejó de moverse, por la cantidad de sangre que había, dedujo que la mujer había partido de ese mundo. Pateo la cara de la mujer varias veces, antes de dirigir su mirada a su tío y compañía.

-Si sale del palacio el estado de la princesa, cada uno de los que trabaja aquí los matare.

Todos estaban conscientes de que el rey no bromeaba con sus palabras.

No agrego más nada y se marchó de la sala del trono, dejando su espada sucia atrás. Camino por los pasillos, estando completamente sucio y no solo por la sangre.

Dudó.

Cuando estuvo delante de aquella puerta dudó sobre si sería correcto entrar, por culpa de su descuido apuntaron a su hermana y ahora estaba en un estado fatal, quería hacer algo, pero no tenía ni la más remota idea. Aunque ahora que conocían el veneno podían buscar el antídoto, el problema era que para ese veneno, el antídoto no se encontraba tan fácilmente ya que se hacía con una flor muy rara, que solo se daba en ciertos sitios.

Después de pensarlo, Mahiru decidió entrar a la habitación. Caminó a la cama, donde estaba acostada su hermana, parecía dormir, pero se removía cada cierto tiempo, suponía que por el dolor, se veía como si estuviera dentro de una larga pesadilla, de la cual no podría escapar. Tenía que salvarla, corregir el error que cometió.

Mahiru se decidió que sin importar qué, buscaría aquella flor, aun si tenía que ir él mismo a buscarla y eso es lo que tenía planeado hacer. Podía mandar al reino a la mierda, pero no a su hermana, la única que le quería y estaba de su parte. Dirigió su mano a la de su hermana, notando que estaba cubierta con sangre, la limpió en su ropa para que quedara más limpia y cuando lo estuvo, sostuvo la pequeña mano de su hermana.

-Luly… Te salvare, no importa lo que tenga que hacer… Así que aguanta un poco más…

Mahiru se hizo la promesa de que no descansaría hasta salvar a Luly.

Iría a donde sea y haría lo que sea con tal de lograr salvarla, así de desesperado se encontraba, no se iba a detener hasta que lograra verla de nuevo moviéndose y sonriendo. No podía permitirse perder lo único que lo hacía consciente de su humanidad. Porque Mahiru estaba consciente que había perdido cualquier rastro de humildad.

Él ya no se consideraba un humano.

Así de corrompido se encontraba por todo lo que estaba haciendo.

Notas finales:

El siguiente capítulo finalmente estos dos se encontraran.

¡Esperenlo ansioso! <3


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