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MEMORIAS - Drarry por Sydez_

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Notas del capitulo:

Gracias por sus vistas ?

— Voldemort no atacó el castillo, debe estar buscándote justo ahora.

Aquellas palabras fueron la clave para sentirse aún más tranquilo y feliz, no porque su gran enemigo lo estuviera buscando, si no que Draco no corría peligro alguno.

...

Los meses pasaron, vivir en esa era una linda y triste experiencia, linda porque tenía un lugar propio (donde podía hacer casi de las suyas sin una tía que le insistiera en limpiar, un molesto tío que le hiciera miserable la vida o un primo consentido que no supiera el significado de espacio personal), pero triste porque constantemente le recordaba a quien fuera su padrino, deseaba que estuviera justo ahí con él y le aconsejara.

— ¿Te sientes bien Harry?

Una chica de aspecto joven y cabello peculiar llegó a la sala y se sentó a su lado en un sofá.

— Oh Tonks... Si, lo estoy, ¿cómo está Teddy?

Harry se acomodó en el sofá y la chica la sonrió mientras miraba a alguien detrás de Harry, era Lupin.

— Él está dormido, todos hemos tenido muchos largos días, ¿no crees Harry? Deberiamos ir a descansar ya.

El azabache asintió repetidas veces y suspiró antes de levantarse e ir hasta la ex-habitación de su padrino, en el camino se encontró al elfo doméstico de la casa quien murmuró algo y desapareció en el pasillo, al parecer había ordenado su habitación.

Al entrar cerró la puerta se sentó en la cama, estaba sólo así que subió su mano a su frente y tocó su cicatriz, desde la mañana había dolido y sabía que eso significaba que algún peligro se avecinaba pero no podía asustar a los que vivían con él.

Decidió tratar de olvidarse de aquello e ir a dormir, pensaría en lo feliz que estaba porque Voldemort no había sido visto en meses, para ser exactos dos, y que por eso Draco seguía bien en el castillo, aunque desde ese día no le había soñado.

Cerró sus ojos y la sonrisa de el chico platinado apareció de momento, era una sonrisa sincera y preciosa.

— Draco...

Susurró apenas, no tardó mucho para que quedara dormido y fue entonces cuando pasó. Harry estaba felizmente reviviendo, por alguna extraña razón, todos los recuerdos de Draco hasta que de un momento a otro todo se puso en negro.

— ¿Draco?... ¿Dónde estás?

Respiró profundo y le buscó dando vueltas en su mismo lugar hasta que una voz penetrante y bastante reconocida le habló.

— Nos volvemos a ver mi querido Harry.

En cuando se giró no había nadie nuevamente, solo la profunda oscuridad que lo ponía ansioso.

— ¿Qué quieres Voldemort?

Habló con tono serio y decidido mientras volvía a girar la cabeza y a buscar a su enemigo.

— Sabes lo que quiero y ahora, yo también sé lo que quieres.

Una risa bastante enferma se hizo presente, le había calado en lo más profundo, su corazón latía rápidamente y su respiración moviendo bruscamente su pecho delataban su nerviosismo.

— Es una pena que el querido profesor Snape no te haya enseñado bien la Oclumancia.

Tras oírlo nuevamente giró y lo encontró parado a unos cuantos metros de él, pero no estaba solo, tenía a Draco por los hombros.

— ¡Sueltalo!

Gritó con todas sus fuerzas y trató de correr a ellos pero su cuerpo no se movió ni un centímetro.

— Harry, Harry... sabes que es imposible esto que piensas, bueno, imposible si tratas de ser un mago decente.

El chico se detuvo de inmediato y le miró confundido, sentía la adrenalina recorrer su cuerpo.

— ¿Qué tratas de decir?

Su mirada estaba fija en el chico platinado quien no parecía demostrar expresión alguna, incluso tenía los ojos cerrados tal cual lo dejó en la oficina del director Dumbledore.

— También lo haz pensado Harry, sé que deseaste hurgar entre la zona prohibida de la biblioteca, se que recordaste mis palabras con Horace, ¿no es así? Pero bueno, no te juzgo, yo también quería una magia así de poderosa.

— ¡No trates de compararme contigo! Yo no quiero ser poderoso como tú, tampoco quería ser famoso... Sólo quiero ser feliz.

Sus mejillas empezaron a humedecer sin que él se diera cuenta, su respiración había cesado un poco, la figura de Draco y Voldemort se estaba poniendo borrosa y traslúcida.

— Con que es eso, ese sentimiento tan raro que habita en ti, ¡Ja!, ¿quién diría que el joven Harry Potter, "el niño que vivió", se enamoraría de un mortifago?

Rió alto, muy alto, incluso mas alto que la primera vez y esta vez su risa martilló en sus tímpanos una y otra vez por varios segundos que le parecieron una eternidad.

— En verdad que no entiendo, ni a tu madre ni a ti, ustedes siempre serán débiles con estas cargas llamadas sentimientos.

Harry pasó saliva y apretó sus manos formando unos puños, tenía un gran enojo acumulado.

— Tu nunca haz sentido ni sentirás amor, no tienes a nadie a tu al rededor y eso... eso te hace más débil.

Sonrió de lado, se sentía victorioso, esperaba que tuviera alguna reacción en el hombre que ya casi no se veía frente a él.

— Ven tu solo mañana al bosque prohibido para saldar todo esto y si de verdad quieres salvar a Malfoy, porque a mi me da igual, preferiría que no vinieras ¿sabes? Quiero castigar a su padre, ese maldito.

Voldemort levantó su mano y le hizo un ademán de despedida mientras colocaba su pálida mano en los ojos del menor y de pronto desapareció por completo, como si fueran humo. Harry pudo moverse entonces y corrió hasta donde habían estado para tratar de detenerlo pero fue imposible.

De un momento a otro abrió los ojos y se encontró en la habitación, estaba sudando frio y su corazón estaba igual de acelerado que en su aparente sueño, se sentó a la orilla de la cama y recargó su cabeza en sus manos.

— Malfoy...

Repitió varias veces en gemidos de dolor ahogados, era verdad y no podía negarlo ya, estaba enamorado del Slytherin, era un amor por el cual podría dar su vida y así sería, tenía que llegar a Hogwarts tan pronto como fuera posible y salvarlo a como diera lugar.


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