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Invierno. Primavera. por NNK

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Notas del capitulo:

Gracias a todos los que han leido los anteriores capitulos. Como siempre les advierto que los personajes utilizados pertenecen a J.K.Rowling, yo solo los utilizo para dejar fluir mi imaginación.

 

Capítulo VIII:

 

Sirius se encontraba sentado en la mesa, desayunando aburrido. Observo a su entorno, estaba solo en la pensión. Su hermano Regulus le había dejado una nota, que decía que iría a dar un paseo con James, se sintió feliz cuando tuvo la vaga esperanza de que podría pasar tiempo a solas con Remus, pero del chico solo encontró un cuaderno con su nombre encima de la mesa, que estaba aguantándose las ganas de abrirlo. ¿A dónde se había metido tan temprano?

No aguanto la curiosidad y tomó el cuaderno, lo abrió sorprendiéndose al ver fotos en él, todas eran de paisajes en diversas estaciones del año, muy pocas contenían personas y aquello llamó su atención. Abrió sus ojos al ver las fotos sacadas la noche que Remus se torció el pie. Remus era realmente bueno: Vio como el pelaje de la lechuza era café oscuro, con las alas extendidas, revelando las plumas blancas que debido a la luz de la noche tomaban un tono opaco, sorprendiéndose aún más cuando la lechuza estaba alzada tal vez unos centímetros de la rama en la cual se posaba ¿Cómo obtuvo una foto nítida en vez de borrosa? Este chico era genial.

Vio la siguiente foto sorprendiéndose a ver la bandada de lechuza en el vuelo directo a la cámara, las dos primeras dejaban ver claramente su pelaje café oscuro mientras que las demás formaban parte de las sombras, dejando ver sus ojos amarillos productos del flash de la cámara. Ahora entendía por qué Remus venía corriendo de esa manera. Cualquiera sale huyendo cuando una bandada de aves quiere amenazar con tu vida. Lo bueno era que Remus parecía estar mejorando, aunque no estaba seguro debido a que no lo había visto.

—Sirius, ya llegamos —aviso Regulus entrando a la casa, de la mano con su novio James—Sirius quieres ayudarnos a cocinar ¿Qué estás haciendo Sirius?

—Nada—contestó secó, dejó el cuaderno de Remus encima de la mesa donde lo había encontrado— ¿Dónde estaban? Me aburro aquí solo—se quejó, tratando de desviar la atención de Regulus y James.

—Vamos a cocinar el almuerzo, así que muévete—ordenó James, ganándose una mirada de molestia de parte de Sirius— ¿Dónde está el chico que te odia? ¿Remus no?

Sirius se levanto de su asiento y golpeó a James en el brazo. Observo el reloj de pared, no tenía idea donde se encontraba. Él había despertado y no había visto a Remus, solo encontró una segunda nota que decía que volvía en la noche. Eso lo preocupo, era un lugar desconocido para los cuatro y podía llegar a ser peligroso.

—Pues espero, que donde se encuentre este bien, puede volver a dolerle el pie—opinó James, fingiéndose preocupado. Sirius le miró alarmado—Digo, me refiero a que en este lugar puede haber animales salvajes y en estos sectores no hay cerca para impedirles el paso—habló, viendo a Regulus, su novio negó con la cabeza.

Sirius observo a James pálido al imaginarse que Remus podría haber sido atacado por un animal salvaje, o tal vez las lechuzas le habían seguido, o aún peor pudo haber salido sin una chaqueta y ahora debería estar sufriendo con el frío que hacía afuera. Regulus y James se miraron extrañados cuando Sirius salió fuera de la casa, dejando la puerta abierta, provocando que el aire helado entrara en la habitación.

— ¿Por qué le dijiste eso, James? Remus estaba sacando fotos en el puerto—reclamó a su novio desde la cocina—Ahora Sirius se enfermará y tú vas a cuidarlo.

—Vamos, no te enojes. Además así tendremos tiempo solos—dijo con una sonrisa pícara— ¿No crees?

Regulus cómo respuesta solo dejó las ollas de lado y se fue directo a cerrarle la puerta de la cocina con seguro. James sonrió y solo ordenó el lugar donde estaba Sirius ¿Por qué siempre que le hacía una broma a su mejor amigo, su novio se enojaba con él? Suspiró, siempre terminaba ordenando el desorden de Sirius. Ahora, solo le quedaba pedir que Sirius no enfermara.

Sirius salió de la casa corriendo hacia el muelle, extrañándose al no ver pasar a nadie en la ciudad, ¿Qué tipo de pueblo era este? Llegó a la playa comenzando a caminar hacia el muelle, se abrazó a sí mismo al sentir el viento helado que corría por la ciudad. Solo a él se le ocurría ser tan impulsivo como para salir sin abrigarse. Iba a pillar una pulmonía y para colmo un regaño de su hermano menor.

Pero no podía volver a casa sin Remus, quería verlo y necesitaba comprobar que se encontrara bien, giró su cabeza buscando al chico con rapidez estaba haciendo mucho más frío del que se había imaginado.

Al llegar al muelle sonrió, al ver a lo lejos el flash de la cámara de Remus, se alegró al verlo sentado en el muelle, concentrado en la foto que había recién sacado.

— ¡Remus!—exclamó Sirius con alegría, yendo hacía él.

Remus dejó de mirar la cámara y observo con enojo a Sirius ¿Por qué ese chico no le dejaba tranquilo? ¿Qué debía hacer para que lo dejara solo? ¿Tal vez tirarse de un puente o alejarse hacia el bosque? Sirius se sentó a su lado con una sonrisa, mientras Remus le observaba impresionado ¿Por qué estaba desabrigado? Solo mirarlo hacía que le diera frió.

— ¿Qué quieres, Sirius? ¿Estás buscándote una enfermedad?—preguntó Remus molesto. No le gustaba ser odioso con la gente, pero es que Sirius estaba arruinándole todos sus planes.

—Ya deja el enojo, lamento haberte gritado en el tren, pero casi te mueres—explicó Sirius con una sonrisa— ¿Qué tal si te unes a almorzar con nosotros? Si nos conoces, nos odiaras menos. —animó con una sonrisa. Solo quería conocerlo un poco mejor.

—Yo no odio a ninguno, es solo que no me gusta que un desconocido me grite, ni mucho menos se preocupe de mí si no me conoce—habló con sinceridad. ¿Por qué Sirius le miraba de aquella manera?

—Perdón por hacer algo que te molestara—confesó con una sonrisa—Pero por favor, vamos a almorzar, te agradara conocernos.

Remus le miró mordiendo su labio ante la insistencia del mayor. Sirius lo noto mostrándose curioso, analizo a Remus viendo como esté llevaba sus manos a su pie derecho, aún le dolía. Se incorporó y se puso de cuclillas, dándole la espalda a Remus.

—Vamos a mi espalda—ordenó Sirius, ayudando a Remus para que pudieran llegar a la pensión—Debí suponer que te dolía el pie, estás sentado.

Remus sonrió y llevo sus manos al cuello de Sirius, quien pasó sus manos por las piernas de Remus. Alzándolo. Remus sintió la piel helada de Sirius, sonriendo al ver que este tiritaba cuando su cuerpo comenzo a entibiarse. Por ser una persona amable con él, ya le agradaba un poco más. Se dejó llevar a casa para almorzar, mientras trataba de ignorar esos latidos locos que daba su corazón.

Notas finales:

Gracias a todos por leerme y nos vemos en la siguiente publicación.


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