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Invierno. Primavera. por NNK

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Notas del capitulo:

Como siempre, les recuerdo que los personajes pertenecen a J.K.Rowling  y yo solo los utilizo para dejar fluir mi imaginación.

 

Capítulo VIII:

 

Lyall Lupin, padre de Remus, despertó sobresaltado incorporándose de la mesa en la que se había quedado dormido anoche. Observo confundido por ambos lados, mientras caminaba involuntariamente hacia la habitación de su hijo con la vaga esperanza, de que la desaparición de su hijo fuera una pesadilla. Abrió la puerta sintiendo cómo las lágrimas escapaban de sus ojos al descubrir la habitación vacía.

Remus, realmente se había atrevido a abandonar a su familia ¿Por qué no se había dado cuenta de los planes de su hijo? ¿Qué había hecho para cegarse ante las decisiones que estaba tomando Remus? Camino al baño y se lavó la cara, eliminando esas lágrimas de rabia hacia su persona, también estaba asustado por su hijo.

Salió de su casa sin desayunar y se dirigió a la casa de su mejor amigo, Edward Thonks, mientras caminaba giraba para ambos lados, manteniendo la esperanza de encontrar a su hijo en las calles, pero todas sus esperanzas fueron inservibles. Llegó a la puerta de la casa de su amigo, la desesperación ya se notaba en su cuerpo y la puerta principal de la casa de los Thonks, sufrió las consecuencias.

—Ya va—exclamó Edward, desde dentro de la casa ¿Quién lo interrumpía tan temprano en la mañana?

Edward abrió la puerta curioso, sorprendiéndose al ver a Lyall en la puerta con la cara totalmente descompuesta. No estaba para nada arreglado, sus ojos mostraban unas ojeras que dejaban en evidencia lo cansado que estaba, lo dejó entrar preocupado para sentarlo en una silla de la cocina.

— ¿No te ibas de viaje con tu esposa y dejabas a tu hijo con mi esposa y mi hija?—preguntó confundido.

—Remus desapareció—comunicó rápido. Edward le miró sorprendido—No dejó ninguna pista de dónde pudo haber ido, ni siquiera noté sus intensiones.

— ¿Has llamado a tu esposa? Tal vez Remus, se ha comunicado con ella—Preguntó Edward. Conocía a Remus y él nunca hacía las cosas sin una razón de peso.

—No, además si Remus se hubiera comunicado con ella, ya me habría avisado—comentó con seguridad. En realidad aún no podía entender las razones de su hijo para alejarse de su familia para siempre.

—Yo te dije que a Remus no le iba a gustar que le buscaras una niñera—comentó Edward, dejando un vaso de agua enfrente de su amigo. Muchas veces le había dicho lo mismo con relación a su hijo. —Vamos a la estación de aurores. Empezaremos desde ellos para tener una referencia.

Edward se fue a cambiar ropa, mientras su amigo se calmaba. Conocía a Remus desde hace ocho años, el chico era inteligente y de seguro ese plan lo llevaba pensando al menos un año, aunque jamás pensó que Remus se atrevería a dejar a su familia.

Lyall en el trayecto fue mirando por la ventana, observando a las personas que poco a poco entraban en sus trabajos. Al llegar fue el primero en bajar, miró ansioso a Edward, quien bostezo, apagó el motor del auto, se quitó el cinturón de seguridad, abrió la puerta, se incorporó del asiento, salió del auto, cerró la puerta y finalmente, hizo sonar la alarma del auto.

—Rápido—exclamó el señor Lupin

—Ya voy—comentó Edward, sin inmutarse.

Lyall corrió ansioso a la puerta, deteniéndose en seco al ver que su amigo no estaba a su lado. Regresó la vista al auto, viendo a Edward, peinar su cabello con las manos, se arreglaba la camisa al igual que la chaqueta y finalmente se sonreía a sí mismo, a través del vidrio del asiento.

— ¡Edward!—exclamó, perdiendo la paciencia ¿Qué estaba haciendo su amigo?

—Debo verme guapo, si no, ella no me ayudara—comentó serio, para después sonreír.

El señor Lupin suspiró, vio como Edward se acercaba y entraba en la oficina de aurores, dirigiéndose al fondo, lo vio apoyarse en el mesón, sonriendo inocente, mientras sus ojos se encontraban con los de la mujer, detrás del mesón.

—Hola, necesito un favor ¿Podrías ayudarme?—pidió con una de sus mejores sonrisas.

—Señor Thonks, claro ¿Qué tipo de favor necesita?—preguntó entusiasmada.

—Verás, El hijo de mi amigo Lyall Lupin, se ha dado a la fuga y queremos rastrear la última señal de su magia—pidió, en un susurro para no llamar la atención de los presentes.

—Claro, tiene algo que sea del hijo de su amigo—pidió con una sonrisa.

— ¡Lyall, dame algo de Remus!—exclamó a su amigo, para que se acercara.

Lyall, levanto una ceja antes de entregarle la gorra de su hijo Remus. Suspiro aliviado cuando Edward dejó de sonreír, ya estaba nervioso. Se puso serió cuando la mujer también lo hizo, por un momento, pensó que a su hijo Remus había pasado algo raro ante tanto silencio.

— ¿Por qué tanto silencio?—preguntó Lupin, luego de estar en silencio por unos minutos.

—La última señal de Remus es en un callejón, está activa, esta es la dirección—dijo la mujer, mientras anotaba la dirección en un papel.

— ¿Qué quiere decir eso?—preguntó el señor Lupin, impaciente.

—Quiere decir que Remus puede estar mucho más cerca de lo que imaginas—anunció Edward, viendo la cara alegre de su compañero.

—Entonces, vamos a buscarlo—pidió Lyall desesperado.

—Gracias por la información—agradeció Edward con una sonrisa.

 Lyall se dejó guiar por Edward hasta su auto, solo esperaba que su hijo Remus se encontrara en el lugar que estaba anotado en el papel que les había dado la mujer que los atendió.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar a este nuevo capítulo, nos vemos en la siguiente publicación.


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