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Punto y Aparte por Mascayeta

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Una semana transcurrió antes de la siguiente prueba, cada campeón había tenido que descifrar la pista para poder enfrentarse a esta. También fueron ocho días en los que Albus notó distante a Rose, antes no se podía quitar a la chica de encima, ahora en cada instante que estaban en público la pelirroja le armaba un ataque de celos, o de reclamos injustificados que terminaban con un llanto inconsolable y salía corriendo, estaba contrariado por la manera como se comportaba, necesitaba calma y poder concentrarse en lo que debía hacer y como minimizar el riesgo de los otros participantes al Torneo, algo difícil de hacer si su “novia” los tenía en la portada de los diarios y revistas de Londres Mágico hablando de lo terrible que se comportaba con ella.

Extenuado se tiró en la playa del lago negro, quizás podría tener un poco de calma y mirar todo desde otra perspectiva, en momentos así extrañaba a James, su aplomo y la visión objetiva que le daba a las situaciones.

—Aquí hice la segunda prueba, rescaté a la hermana de Fleur y a Ron de morir ahogados.

—Todo un héroe como siempre —repuso Albus por escuchar de nuevo la historia de la grandeza de su padre.

—Pensé que la etapa de sarcasmo por ser el hijo de Harry Potter ya la habíamos superado —el par de ojos verdes se devolvieron la mirada, el primero en retirar pidiendo disculpas fue el menor—. Aprovecha lo que Rose está haciendo para terminar el compromiso, ella sabe que debe unirse a Scorpius y la única manera de corregir el error que cometió al obligarte a ser su pareja, es buscar como debilitarte en público.

—Scorpius ¿aceptó hacerlo?

—En estos años de conocer a los Malfoy he aprendido que a ellos no les importa morir por proteger su familia —dijo Harry observando el lago—. Scorpius lo hizo por mantener a Draco con vida y lejos de Azkaban.

Con eso Harry se levantó del lugar donde estaba sentado, se despidió y caminó rumbo al colegio, al día siguiente la prueba iniciaría a las diez de la mañana y aún faltaban varias cosas por pulir en seguridad.

A la hora del almuerzo Albus esperaba con un ramo de rosas rojas a Rose, cuando ella lo vio quiso evadirse, pero la rapidez con que el ojiverde le tapó la salida hizo imposible no escuchar sus palabras al igual que todo el Gran Comedor.

Recibió el arreglo y vio a su primo arrodillarse mostrándole un anillo como el que alguna vez le mostró en un escaparate muggle de una joyería, y que sabía costaba varios galeones.

El silencio de la joven Granger ante las disculpas de su novio y la manera como la había tratado en esos días, el no haber tenido en cuenta que ella se preocupaba y la enfermedad de su madre, obtuvo de los presentes varios suspiros, pero los minutos pasaban y Rose seguía sin hablar, al contrario parecía estar incómoda y que le desagradaba lo que sucedía.

Perfecto para los planes de Albus que con resignación exclamó lo que necesitaba escuchar su prima.

—…por eso te libero de nuestro compromiso Rose Granger-Weasley, eres libre de casarte con otro, de aquí en adelante nuestras magias y almas toman caminos diferentes.

Decir que sintió como su alma se quitaba un peso de encima era un eufemismo, la verdad fue que Potter percibió como el grillete se abría dejándole actuar sin pensar en las consecuencias para alguien de su familia, y más cuando los que presenciaban la escena no podían dejar de echarle la culpa a la pelirroja por ser una indolente y no pensar en ese amor sincero.

Con un movimiento de su varita Albus desapareció las flores y la cajita con el anillo que sostenía, sonrió a todos y se fue rumbo a las mazmorras, cuando entró al corredor que iba hacía las habitaciones fue halado por el rubio que esperaba encontrar y que de inmediato le preguntó “si estaba bien”.

El ojiverde tomó su cara para besarlo con tanta ansiedad que de no ser por el lugar donde estaban, lo hubiese follado ahí de pie como la primera vez que lo tuvo.

—Es necesario que hablemos de… —los besos de Albus en su cuello no le ayudaban mucho a concentrarse, pero debía detenerlo, buena idea hasta que Scorpius se sintió cargado y llevado a la habitación que días antes compartían.

Una vez en la cama, las túnicas sobraron las pieles de ambos se reclamaban con fuerza. El carraspeo de alguien que ya se encontraba aguardándoles evitó que se desnudaran por completo.

—¿Tío Ron? —Albus cubrió al rubio mientras él se colocaba de nuevo la camiseta—. ¿Qué haces aquí?

—Necesito hablar con Malfoy, retirate y haz lo de la prueba, te aseguro que aún ni siquiera tienes la respuesta.

Scorpius lo miró haciendo una mueca de sorpresa y decepción por lo descuidado de su comportamiento, así que dándole un ligero beso y apoyando a Ronald, Potter fue sacado de la habitación y tuvo aguantarse las ganas por enésima vez de estar con su amante.

Weasley colocó un hechizo silenciador y se percató que la puerta no pudieran abrirla desde fuera, aunque Delphini ya no se encontraba en el colegio porque había tenido que asumir el cargo de Hermione quien seguía enferma, la cantidad de personal nuevo en los Aurores era grande, y no sabían en quien confiar.

—Sabemos dónde tienen a Draco —eso valió la sonrisa del rubio tan parecido a su padre, que ya vestido preguntó cómo podían ir a rescatarlo—. He ahí el problema, no podemos hacer nada hasta que se solucione lo del Torneo e inicie el segundo paso de la profecía.

—A ustedes no les importa mi padre, sólo esa estúpida profecía —encarándolo como Draco cuando joven, Scorpius habló con desdén—, yo me tengo que casar con Rose y darle un hijo, eso me pidió Rabastan, asunto arreglado y quiero a mi padre.

—¿Crees que es tan sencillo? —cómo un chico que ha pasado por tanto podía seguir confiando en las personas de esa manera desmedida, digno hijo de su padre cuando se le presentó lo de Dumbledore—. Scorpius ellos no dejaran que eso termine nunca, primero será un hijo, luego dinero, y después quien sabe que cosa, tu sangre, ¿acaso no entendiste la profecía?

Malfoy se quedó observando a Ronald, lo había visto al lado de su padre por años, como amigos y compañeros, incluso después de la muerte de su madre, parecía que la confianza entre esos dos daba para haberle colocado la casa y la fortuna a su nombre avalados por Narcissa.

El chico se recogió el cabello en una cola alta, levantándose de la cama para dirigirse al escritorio, regresó donde Ron y le entregó la profecía que Draco le dio el día que los apresaron.

El pelirrojo comprendió que su amigo no había tenido mucho tiempo para explicar lo allí escrito, por eso le pidió al más joven que le escuchara con atención, ya que la profecía era algo más de lo que se veía.

«Hace varios años hubo un libro llamado los Sagrados Veintiocho, un listado de las familias sangre pura que no se había mezclado con mestizos o magos hijos de muggles.

Los Weasley al igual que los Black salieron de ese listado al emparentar con estos últimos, así como otros tantos, sin embargo, una familia a través de los años se ha mantenido pura, la Malfoy. La necesidad de los patriarcas de evitar cualquier cruce generó que se les declarara como puristas, uniéndolos a todo tipo de discriminación en contra de quien no lo fuera, pero nunca buscaron destruir a las criaturas mágicas, ellos se mantuvieron firmes en la convicción de proteger la fuente de la magia en cualquier expresión, teniendo en cuenta la jerarquía».

Ronald le dio unos segundos a Scorpius para que preguntara o uniera cabos, el silencio del rubio le hizo continuar con la historia.

«La profecía fue conocida por los seguidores de Voldemort antes de su caída, quienes no se la entregaron, entre esos los Lestrange, ellos sabían que el Señor Tenebroso estaba destinado a caer, pero no lo dieron a conocer porque tenían un As bajo la manga, como dicen los muggles, ese carta eran los Malfoy, descendientes únicos de los Altos Elfos de Ulthuan, y la heredera de la sangre de Morgen, una de las sacerdotisas de Avalon y que ayudó al rey Arturo, una vez siguieron el rastro a través del tiempo, se dieron cuenta que esta al tratar con los humanos logró unirse a uno de ellos y de ahí salió su descendencia, y es a la que pertenece mi hija Rose».

Scorpius leyó una parte de la profecía comprendiéndola, de ahí que fuese necesaria la unión de las dos sangre para la descendencia. De repente pegó un grito sobresaltando a Weasley.

—¿Soy pariente de los elfos domésticos?

—¡Típico de un Malfoy! —exclamó Ron entre carcajadas—, la respuesta es no, ellos vinieron después de la caída de Ulthan y provienen de un cruce excesivo de razas por incidencia de Caos, otro ser divino de la antigüedad, antes de que preguntes.

Ron extendió el pergamino con la profecía y comenzó a descifrarla, no sin antes dar disculpas por si algún dato se le escapaba, él normalmente era más de hacer que de pensar en esos acertijos, pero la educación de Auror le ayudó a mejorar. Scorpius sonrió, era ver a Hugo grande, ya sabía que si le quedaban dudas, Rick y Zachary se las resolverían.

«Del odio surgido del amor rechazado,

la hija de Morgen clama por descendencia,

la sangre pura del rey recuperará la magia en su trono

cuando pueda unirse a la de Avalon,

pero ten cuidado con la llama que surge de lo prohibido

porque el hijo de los Altos Elfos dará su vida por el mestizo,

por eso debes destruir al hijo del que sobrevivió,

para que la ira consuma su alma

y la obscuridad procree al heredero».

Scorpius se mantuvo por unos minutos en silencio tratando de acoplar la historia de magia con él y la profecía. Los ojos grises se encontraron con los azules de Ron para confirmar el temor de que había comprendido correctamente las palabras allí escritas.

—Debemos proteger a Albus, la prueba del Torneo, ¡él va a morir!

—Dale crédito a mi sobrino, si analiza bien lo dicho en la pista podrá salvarse y proteger a los otros dos chicos.

Eso no lo había dejado tranquilo, por el contrario de alguna manera se sentía responsable de que por su culpa Rose tratase de sabotear la prueba y causar un daño irreparable.

—Hasta aquí puedo escucharte pensar —le dijo Ron con resignación—. El compromiso entre Rose y él está roto, eso cambia la situación por el momento, sigue por ahora tus labores diarias, cualquier actuación fuera de lo normal, ten por seguro que la pagará Draco.

Scorpius hizo una mueca de hastío, como siempre estaban en manos de las circunstancias y el destino, esperaba que Albus comprendiera la pista correctamente, eso los pondría a una prueba de ganar el Torneo y de la posibilidad de desenmascarar a Rabastan y Delphini.

 

Draco dio vueltas por la biblioteca que en esos pocos días de encierro se convirtió en la manera de pasar el tiempo y olvidarse del peligro que su hijo y amigos corrían, no era mucho lo que podía hacer, y eso le hacía sentirse impotente. Por otro lado estaba Narcissa, por precaución el último día que conversaron acordaron que se marcharía con Andrómeda Tonks, protegiéndose en la casa ancestral de los Malfoy en Francia, ambas mujeres al ser Black poseían una magia fuerte, pero no quería exponerlas a peligros innecesarios.

La colección de libros de Severus Snape era atrayente, el profesor de pociones poseía documentos antiguos muggle y mágicos, donde la ciencia y la magia se mezclaban resultando en anotaciones que tenían a Draco embelesado por la corta visión que los magos sangre pura tenían de los aportes que los humanos podían hacerles a sus propias preparaciones o hechizos. Con asombro vio como el Sectumsempra y el Vulnera Sanentur, eran dos de los varias creaciones que Snape había hecho con ese conocimiento, no en vano se apodó El Príncipe Mestizo, y tanto Voldemort como Dumbledore lo tenían en sus filas, dejó el texto en sus manos en el mismo lugar donde lo sacó aburrido de no poder hacer más que esto.

Fue cuando vio el documento de los Sagrados Veintiocho, al tomarlo varias hojas sueltas cayeron, recogió todo y determinó que era el lenguaje de runas lo que estaba allí escrito. Observó la hora, Lestrange no regresaría hasta el anochecer, así que empezó la traducción, quizás con suerte podrían detener la profecía y salvar al campeón del Torneo que debía morir en la prueba del día siguiente, Albus Severus Potter Weasley, la pareja de su hijo.


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