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Punto y Aparte por Mascayeta

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La prueba para los tres campeones se realizaría a partir de las dos de la tarde, cada una de las escuela había entendido la pista y se preparaba para obtenerlas de primeras para acabar con los otros concursantes, sabían que los puntajes contaban, el que fallase en el laberinto saldría de inmediato expulsado de este, quedando al final uno como ganador de la etapa variando la tabla de calificación.

Los puntajes estaban parejos, hacia una semana habían salido con dificultad de la experiencia más traumática que tuvieron en sus diecisiete años, todos coincidían que la arpía no fue nada comparado con enfrentarse con sus miedos.

El día antes de la competencia, Ronald visitó a Hermione, con los cuidados y las pociones que le dieron Hugo y Scorpius había mejorado notablemente, sin embargo, para poder continuar sin levantar sospechas, se le mantenía en un duermevela que le permitía hablar por unos minutos, firmar documentos o hacer pequeñas alocuciones donde repetía lo que Rose y Delphini le obligaban a comunicar al mundo mágico.

Desde hacía una semana, con cada transmisión de Hermione, las lechuzas no paraban de llegar a Hogwarts para brindar apoyo moral a los familiares, el deseo de la recuperación de la Ministra, y la pretensión de que Rose y Albus pudiesen arreglar su relación amorosa.

Weasley sabía que lo último era imposible, tenía claro que esa tarde su sobrino había sido sentenciado a muerte por Rabastan quien, por cumplir la profecía, decidió eliminarlo. Pasó su mano por el rojizo cabello para darse cuenta que no era mucho lo que habían avanzado, la sociedad mágica todavía se mantenía con preceptos demasiado retrógrados como las benditas profecía, que podían malograr la vida de las personas por un capricho o una mala interpretación.

El ruido de unas alas llamó su atención, por una de las ventanas del corredor ingresó el Búho Real de los Malfoy posándose en el hombro de una de las estatuas para mostrarle la pata con tanta altanería como la que caracterizaba a sus dueños, con cuidado desamarró la nota que era enviada por Narcissa, el ave lo observó haciendo lo que pareció una reverencia con la cabeza y se marchó tal y como vino.

Leyó el pergamino, Ron se dirigió de inmediato a donde Albus, después preguntaría como se las ingenió Draco para hacerles llegar la información, cuando pudo verlo al lado de Ginny que había arribado como corresponsal de la revista de deportes más famosa de Londres Mágico, disimuló la ansiedad que lo embargaba, saludó indiferente y tras unos minutos le pidió al ojiverde acompañarlo para una reunión previa que tendrían con cada campeón para hablar de los premios.

Su hermana no era tonta, sabía que Ron conocía a la perfección todos los datos de Albus, cuando iba a preguntar la verdadera razón de necesitarlo, el pelirrojo le recordó que su hijo era mayor de edad, por lo tanto, los trámites ya debían ser hechos por él, los duendes tenían costumbres donde la sangre y la magia eran la llave para las bóvedas.

La discusión quedó zanjada, caminaron hasta la oficina de McGonagall, encontrándose con Harry y Teddy que eran los Aurores designados para el cuidado de los jóvenes, cada uno tenía un equipo a su cargo de cinco magos, los cuales estarían al tanto de lo que ocurriera en las gradas y otras zonas alrededor del área de la competencia, esto debido a que los rumores de mortífagos renegados que deseaban vengar a su señor, y la intención de torpedear en el Torneo, y de alguna manera repetir lo que sucedió con Cedric Diggory, tenían al colegio en alerta naranja.

—Draco se arriesgó demasiado al enviar la información —dijo Ron preocupado, aunque Narcissa no le había dicho nada en particular, sabía que de comprobar Rabastan que podía traspasar las protecciones de la mansión, utilizaría al hurón para sus fines.

—No se preocupe señor Weasley, Severus apreciaba a Draco como si fuese su hijo, si pudo comunicarse una vez, téngalo por seguro que pronto lo tendremos libre.

Al salir Teddy no aguantó las ganas de preguntar a su padrino por el señor Malfoy, sabía que eran familia, pero nunca lo había visto, y tampoco a la hermana de su abuela, sin embargo, la curiosidad por la manera como Albus, Ron y Hugo se expresaban de ellos, le creaba la necesidad de corroborar si de verdad eran tan “malvados” como se contaba.

Harry pensó cuales palabras utilizar para explicarle que muchas de esas historias eran verdad y se quedaban cortas.

—Acércate a Scorpius, consideró que tu primo podrá solucionar tus dudas.

La conversación quedó en ese punto, llegaron al Gran Comedor y comenzaron con las indicaciones, en esa ocasión ninguno de los jóvenes o profesores podrían acceder al laberinto, los campeones estaban a su suerte.

A las dos de la tarde la directora de Hogwarts explicó lo que sucedería, cada campeón debía encontrar un objeto que representa las escuelas participantes, quien primero las reúna, sería premiado con el mayor puntaje y un premio extra en galeones.

Scorpius avanzó por las graderías hasta el lugar donde Rose se encontraba mostrando un nerviosismo que cualquiera podría asociar a la preocupación de ver a su primo y exprometido pronto a jugarse la vida.

El rubio respiró profundo y como si nada hubiese sucedido entre ellos, se aproximó para tomarle la mano. La pelirroja se sorprendió por la acción ya que no se dio cuenta de su presencia por estar concentrada en el momento que los campeones entraran al Laberinto.

Con una sonrisa se recostó en el pecho de Malfoy, el flash de una cámara sonó frente a ellos, pronto la noticia de un romance furtivo que salía a la luz, sería la explicación de que Potter y Granger dieran por terminado su compromiso.

Scorpius sería quien llevara la peor parte en la historia, pero era necesario, el sentir el cuerpo de Rose tan cerca le estaba dando nauseas, se preguntó cómo pudo estar en algún momento enamorado de alguien tan indolente, y se suponía que los Slytherin eran los crueles.

El cañonazo retumbó en el lugar y los tres competidores ingresaron al lugar.

Aimme Millefeuille de Beauxbâtons tomó su varita lanzando un Lumus tan pronto como la entrada se cerró con las ramas de las plantas mágicas que formaban el laberinto. Comenzó el recorrido apoyada en el mapa que dibujó de acuerdo con lo encontrado en el camafeo. Descifrarlo fue difícil, entre sus compañeras y la directora Maxime, lo pudieron realizar en tres días, preparar lo necesario para identificar las reliquias de cada Escuela y, si las cosas salían como lo planearon, ser la primera en abandonar triunfadora el laberinto.

Avanzó a través del estrecho camino, percatándose de que tras adelantar unos metros las ramas de los árboles de cerraban dando una nueva forma al sitio, rogó a todos los grandes magos no equivocarse en las instrucciones, de repente la poca luz que se filtraba fue opacada por las ramas que simularon un socavón, húmedo y frío como este, cerró los ojos deteniéndose por unos segundos, respiró profundo para continuar calmada el recorrido.

La brillante luz roja le indicó que había dado con el primer objeto, apagó la varita, se comenzó a acercar viendo que la luminosidad disminuía, en medio la oscuridad se reprochó por la ingenuidad con que actuó, era claro que no se la iban a dejar tan fácil, fue cuando escuchó pasos sobre la hojarasca, la respiración similar a un gruñido le obligó a mantenerse inmóvil, lo que fuese que estuviese allí oteó el aire para fijar los ojos azul grisáceo sobre ella. Aimme sabía que ese animal podría detectar el miedo que desprendía, con lentitud se fue aproximando, pudo reconocerlo, una mantícora.

Las patas y garras eran de un león y al final de su cola se elevaba un aguijón de escorpión de gran tamaño, rogó porque no lo abriera, dentro de este se encontraban aguijones que la criatura desperdigaba a una velocidad espeluznante.

Con el placer que tienen por la carne humana,  Aimme presentía que ese podría ser su fin.

Levantó con cuidado la varita, tenía una única oportunidad cuando el animal mostrará su cabeza de frente, lanzaría una imperdonable, Avada Kedavra.

Al escuchar el movimiento de la campeona, la criatura se volteó abriendo la cola.

Finite encantate.

La luz volvió a brillar con fuerza en el lugar, el cráneo del ciervo del escudo de Durmstrang, miró hacía ambos lados dándose cuenta que estaba sola, pero era claro que el animal correspondía a una ilusión. Aimme cogió el objeto y continuó su camino.

 

A unos cuantos pasos de allí Albus y Mikhail Poliakov de Durmstrang, respiraban con dificultad por la manera como debieron Aparecerse.

—Gracias, si no llegas, esa chica me asesina.

—Ese el objetivo de la prueba —explicó Potter a su compañero—, que entre nosotros nos hagamos daño.

Poliakov observó al ojiverde comprendiendo que el chico de Hogwarts logró descubrir la parte de la pista que para Víctor y sus otros compañeros fue imposible.

—“La verdad brilla cuando no codicies lo que tanto buscas” —repitió rodando los ojos—, ¿cómo lo lograste entender?

—Mi suegro y su encierro —el joven no comprendió, pero fue suficiente el saber que tenía una reliquia, la chica de Beauxbâtons la otra, y faltaba una.

—La última nos enfrentara a los tres, hasta que uno de nosotros hiera a otro.

Se levantaron e iniciaron el recorrido sin comentarios, la clave era el brillo del objeto, dorado para las varitas de la escuela francesa, rojo para el cráneo del ciervo de Durmstrang, así que para Hogwarts si el objeto representaba algo del escudo podía ser uno de los colores de las casas, o…

—Blanco, como el centro del escudo con la H —exclamó Albus con preocupación—. La criatura es un dragón, es a lo que enfrentaremos.

El rugido los hizo voltear de inmediato al Ironbelly ucraniano que lanzó de inmediato una fuerte llamarada que los hizo ocultarse contra uno de los árboles que formaban la pared del laberinto, ni modo de escapar porque ya el camino se había cerrado.

La ilusión para Aimme era la de dos dragones, uno Rojo y otro Negro, que se aproximaban amenazantes, observándola, esto no era como la mantícora, era lógico que la carbonizarían tan pronto se moviera, la chica supo que tendría que aturdirlos, tal vez podría utilizar un hechizo desilusionador, en fin debía decidirse y rápido.

Albus y Mikhail se resolvieron a salir y caminar con cuidado, sabían que lo que tenían frente suyo era su compañera, no estaban al corriente de qué era lo que ella veía, por eso debían actuar con cautela, al mismo tiempo, se agacharon para mostrarle sumisión, grave error, la chica de Beauxbâtons vio como los dragones se abalanzaban hacia ella, por eso cuando la francesa gritó el Diffindo, ambos entendieron que era su vida o la de Aimme, Albus recordó el hechizo que le envió Draco para que recitara, la Beauxbâtons se levantó en el aire y salió aturdida hasta una de las arboledas, fue rápida para recuperarse, reconociendo frente a ella a los otros dos campeones.

—¿Chicos? ¿Y los dragones?

—Una larga historia que casi me cuesta la vida —respondió Mikhail, que mirando a Potter le dio el honor de tomar la última reliquia, un dragón de plata, mientras le explicaban a Aimme lo que ocurría.

Cada uno con el objeto encontrado, sonrió demostrando que habían pasado a la final, los juntaron y se trasladaron fuera del Laberinto al mismo tiempo.

Los aplausos estallaron por los anfitriones y las comitivas, Rose se disculpó con Scorpius quien se mantuvo a su lado durante toda la tarde, salió rumbo a la habitación de Hermione donde encontró a Rabastan transcribiendo algo en una libreta que dejó de lado cuando la vio.

—¡Ninguno murió!, alguien les ayudó a pasar la prueba.

—Asumo que crees que fue Malfoy, lo cual debo descartar de inmediato —respondió el hombre irguiéndose para caminar hacia ella—. Draco no puede salir de mi casa, ni comunicarse con nadie, así que busca tus enemigos en otras filas…

Lestrange acarició el rojo cabello tan particular de la familia Weasley, la muchacha lo observó cuestionando a quien quería culpar. Acercándose a su oído pronunció el nombre del responsable, Rose negó con la cabeza.

—Es su vida o tu futuro, creo que ha llegado el momento de que demuestres si mereces ser pareja del rey —entregándole una botella con un líquido violeta le dio las indicaciones—. Tienes hasta la final del Torneo, ese día Ronald Weasley debe morir para poder conseguir lo que hay en Malfoy Manor, sólo entonces, reclamarás con Scorpius el trono del mundo mágico.

«¿Mi padre o yo?, lo siento, pero es mi destino y nadie se interpondrá».

Al escuchar la puerta cerrarse Hermione abrió los ojos, cómo madre se sintió fracasada, como mujer sabía que debía luchar por la vida de su familia, aun si eso significaba romper un pedazo de la cuerda que ahora se cernía sobre ellos ahorcándolos por el poco tiempo que les quedaba.


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