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Punto y Aparte por Mascayeta

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La chica de cabellos azulplata caminó por el frío pasillo con ganas de encontrar un aliciente para el aislamiento que de nuevo la consumía. Odió desde pequeña estar sola y ser tratada como un fenómeno, sin darle la posibilidad de estudiar adecuadamente, conocer y compartir con los de su edad.

El sonido de alguien llamándole desde una de las celdas que hasta ese momento creyó desocupada, le hizo cambiar su rumbo asomándose a través de la pequeña rejilla que permitía a los guardias pasar los escasos alimentos y revisar si los presos aún estaban con vida.

—Augurey Rowle como tu padre adoptivo colocó en el papel que mantuvo la sangre del señor Tenebroso a salvo.

—¿Quién eres y qué sabes de mis padres?

La molesta risa fue acompañada por el sonido de los grilletes arrastrándose sobre las losas con dificultad. La respiración pausada le indicó que la persona quie le hablaba podía ser mayor en comparación a ella, o llevar demasiado tiempo encerrado.

—Alguien que consideran muerto por apoyar a tu verdadero padre.

Delphini retrocedió cuando una pestilente presencia se mostró ante ella, el hombre le recordó la mirada de quien le dijo su origen, él era el otro Lestrange.

—Tienes la oportunidad de crear un nuevo mundo con el linaje de Slytherin… Te equivocaste al querer regresarlo —sacó la lengua por entre los huecos de sus dientes abriendo los ojos con franca locura—.«Del odio de un amor confundido, la sangre pura del rey recuperará la magia al trono, pero ten cuidado con la llama que surge de lo prohibido, por eso debes destruir al hijo del que sobrevivió».

Los pasos aproximándose regresaron al hombre a la oscuridad, para la bruja Ryddle lo dicho parecía una profecía que involucraba a dos jóvenes que reconoció de inmediato, al querer volver en sus pasos, los guardias que suplieron a los dementores como carceleros de Azkaban la rodearon sin darle tiempo a moverse con dirección a su celda, no se opuso, sabía que llevaba las de perder. Escuchó un hechizo y cayó en un profundo sueño.

 

 

Scorpius atendió por primera vez en Hogwarts el canto de ese animal de plumaje negro verdoso que desde hacía unos meses vio esconderse en el camino al campo de entrenamiento. Le molestaban las practicas de vuelo, la verdad es que tenía un poco de miedo a las alturas, prefería las pociones y aquellos espacios que controlaba a la perfección, y eso no pasaba en el aire, además que tenía la desventaja ante los Gryffindor, en especial con Rose y sus amigos.

«Mi punto débil» pensó Malfoy, llegó a los vestidores para alistarse en medio del bullicio. Las últimas clases previas a la selección de los nuevos integrantes de Quidditch provocaban ese efecto en quienes buscaban reemplazar en sus puestos a los de séptimo año que estaban presentando los ÉXTASIS, exámenes obligatorios a pesar de que muchos no alcanzaban a pasarlos con las notas más altas.

De repente su cuerpo comenzó a moverse con lentitud, así que demoró su salida con la intención de evitar llamar la atención, por alguna razón empezó a sentirse enfermo, reconoció los síntomas como los de un ataque de pánico, nunca había sufrido uno, por eso desechó la idea de inmediato.

Sin embargo, al fijarse en las personas a su alrededor percibió el rechazo y la burla de años atrás cuando le señalaban por supuestamente ser el hijo de Voldemort. Tragó y saboreo la amargura de la bebida que le ofrecieron en el descanso, dio unos pasos sosteniéndose de la pared más cercana, la visión se hacía borrosa y el mareo se acentuaba junto con el calor en su cuerpo, ¿qué diablos había tomado?

A lo lejos escuchó la risa de la chica Wood y de Rose, esto confirmó su temor de haber sido envenenado, no entendía las oraciones completas, no obstante, se referían a él por los apelativos de “serpiente” y “oxigenado” como últimamente le apodaba la pelirroja. Con mayor dificultad hizo un segundo intento de mover su pesado cuerpo, si se quedaba más tiempo no alcanzaría a huir de Granger, la maldita le asestó  un golpe bajo como todos los que le había dado en esos años. Ella era la verdadera serpiente.

Procuró dar un paso más con dirección al baño, pero sintió como el suelo se hundía a sus pies, era demasiado alto, retrocedió trastabillando para caer sentado. Comenzó a sacudir sus manos, aunque consciente de la soledad en que se encontraba, los murmullos y frases hirientes llenaban sus oídos, cerró los ojos para ver aparecer una imagen difusa de Astoria con un niño de la mano. Reconoció la situación como el día de su ingreso a Hogwarts, sólo que en esta ocasión Draco no lo abrazaba, al igual que otros le reiteraba que no era su hijo, y lo repugnante que era pensar que su sangre no era limpia. Al querer gritar para respoder que estaba en un error, una mano tapó su boca y una cara conocida le recomendó mantenerse en silencio.

—¿Qué me dieron tú y Rose? —inquirió agarrando la corbata de Albus y acercando su rostro.

El ojiverde vio a quien, a pesar de haberse separado por las acciones de su prima, consideró su único amigo. La piel blanca parecía coloreada con un suave rosa y los labios entreabiertos con esa respiración agitada le hicieron pasar saliva, en su mente apareció la experiencia que tuvo en vacaciones con una de sus vecinas, la imagen era la misma, mas no el sentimiento.

—Potter… —gimió Scorpius liberándole—, todo da vueltas...tengo calor.

Albus sacudió la cabeza para salir del trance en que Malfoy lo sumía cada vez que lo observaba, eso no era normal y se lo había repetido cientos de veces desde el día del cumpleaños de Rose…por cierto, ya arreglaría las cosas con esa engreída, ahora necesitaba saber que le suministró al ojigris.

Miró con dirección a la puerta, no tenía mucho tiempo, como pudo levantó al rubio arrastrándolo a uno de los vestidores, esperaba que las dos chicas se marcharan al no encontrarlo.

—¡Dijiste que los efectos evitarían que se escapara! —chilló Rose al no ver a su víctima por ninguna parte.

—Con la cantidad que le diste de la bebida de la desesperación mínimo se enloqueció —respondió Wood por la acusación de su amiga.

—Si se lanza de una de las torres le haría un bien a la sociedad —dijo fastidiada Rose—, vámonos antes de que manden por nosotras, ese estúpido tiene demasiada suerte.

Albus escuchó los pasos alejarse, al menos ya sabía que le dieron a beber, de nuevo Malfoy asió su uniforme exaltado.

—N-no…puedo respirar —susurró Scorpius con dificultad.

La expresión del chico aterró a Potter y más cuando lo vio desvanecerse para chocar contra la puerta del cubículo abriéndole con el peso de su cuerpo. El pelinegro no lo pensó ni un segundo, pasó una mano por debajo del cuello y con la otra tapó su nariz, inspiró para colocar su boca sobre la de su amigo y empezar la maniobra de primeros auxilios, fueron sólo minutos, pero se le hicieron eternos, cuando tosió Scorpius, Albus sintió que su vida tomaba otra vez un horizonte.

Malfoy entreabrió los ojos y murmuró un gracias tratando de llenar sus pulmones con el aire del lugar. Potter sabía que la idea en su mente era inapropiada por el estado del rubio; sin embargo, sus ganas fueron mayores, y por la adrenalina del momento, una vez más regresó a la boca de quien definitivamente no podía volver a considerar su amigo.


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