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Punto y Aparte por Mascayeta

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Malfoy cada vez se le hacía más difícil rechazar esos avances, aceptó que se enamoró de su mejor amigo, pero la duda de que lo estaba engañando crecía con cada una de las acciones de Rose.  Ahora el anuncio en El Profeta del compromiso entre ambos primos demostraba que otra vez quedó en medio de los juegos de esos dos. Sin embargo, en ese instante algo no marchaba bien con su cuerpo, Albus tenía más experiencia que él en relaciones amorosas, muchas chicas tanto de colegio como fuera de este, y lo que hacía le estaba causando problemas en su virilidad.

—Déjame pasar esta noche contigo —solicitó el jadeante ojiverde que cogió la mano del rubio para colocarla sobre su pantalón—. Sabes bien como duele.

Scorpius negó con la cabeza, en diversas ocasiones se habían visto desnudos, habían hablado de sexo, pero no podía ni siquiera mirar en ese momento a Albus a los ojos.

—Scorpius ¿No me digas que nunca te has masturbado?

—¡Es distinto! —contestó retirando la mano de Potter de la pretina del pantalón—, antes eras mi amigo.

—Y ahora seré tu novio, eso me da más derecho a verte desnudo.

Los colores se subieron por completo al rostro del ojigris que ya no supo que responder, nunca había estado con nadie, con Granger escasamente se besaban y ella era siempre la que lo buscaba, quizás desde entonces su corazón ya le advertía que  pertenecía a otro. Recordó las imágenes de los vídeos muggle que vio y  su cara de nuevo se calentó,  para pasar a un escalofrío de vergüenza cuando Asp le sonrió, por descubrir sus pensamientos.

—Eres un pícaro, así que eso es lo que quieres.

—¡Deja de leer mi mente! —ordenó el rubio—. Tus palabras y tu actitud de actor porno muggle fue lo que me hizo pensar en eso.

Los dos chicos se miraron para reír a carcajadas, el ambiente se transformó en el que compartían cuando disfrutaban de pijamadas en las noches de estrellas y campamentos a los lugares donde Draco los llevaba en sus viajes de búsqueda de objetos mágicos.

Hablaron de lo hecho en el tiempo que se separaron, de las dudas y de los malos entendidos, fue cuándo Scorpius sintió que era el momento.

—Albus  ¿alguna vez oíste del juramento inquebrantable?

El mencionado asintió bostezando,  el calor en la habitación unido al cansancio del día le estaban haciendo caer en un estado de aletargamiento que pronto lo obligaría a quedarse en la cama de Malfoy.

—Quiero que hagamos uno... No sé qué  pueda estar maquinando tu prima....así que...

—Sería mejor un Pacto de Sangre como el de Dumbledore y  Grindelwald —sugirió Potter ya más dormido que despierto—, diría algo como «pase lo que pase, estemos con quién estemos, tú eres mío y yo soy solo de ti, tu muerte significa la mía y viceversa».

—¿Estarías dispuesto a hacerlo?

El sueño se disipó de inmediato del cuerpo de Albus que se sentó detallando la expresión del chico delante de él, la anhelante  mirada de Scorpius le demostró que hablaba en serio.

—Sí,  y nunca me arrepentiría de lo que juré.

Al día siguiente la voz de Rick y Zachary  los despertaron, McGonagall lo solicitaba en la Dirección, tenía el tiempo justo para arreglarse, desayunar y pasar al salón para presentar la primera sesión de las estipuladas para los T.I.M O.

Agradeció a sus amigos abriendo un poco la puerta sin permitirles ver el interior del cuarto, Malfoy les pidió esperarlo en el comedor, se había quedado estudiando hasta tarde y esas eran las consecuencias del desvelo.

Murk le regañó por  no cuidarse lo suficiente, pero Snyde sabía que le mentía, con un bufido dio media vuelta para dejar ganar confianza al rubio que antes de cerrar la puerta fue empujado con rudeza.

—Rick detente — suplicó Scorpius a sabiendas de que el chico no se comió el cuento.

La habitación fue revisada en búsqueda de quién estaba seguro se hallaba ocultó  en el lugar, al final se rindió para voltear a ver al Rey con el uniforme arrugado y notar el tendido desordenado.

—Lo siento, pero de pensar que ellos puedan hacerte algo ...

Malfoy afirmó con la cabeza, la lealtad de Rick le abrumaba y dolía a partes iguales.

—Debes buscarte una pareja, una chica hermosa que te brinde el cariño que mereces

—Suenas como mi abuela —rio Snyde con tristeza—, ojalá yo no tenga que perder mi primer amor igual que ella .

—A veces el primer amor es una quimera, piénsalo y déjame arreglar, no quiero a la profesora McGonagall alertada llamando a mi padre.

Al quedar a solas Scorpius supo cómo llegó Albus sin ser detectado, de la misma manera que salió cuando Rick abrió la puerta, bendita capa de invisibilidad. Levantó la almohada para tomar el brillante objeto que significaba  su protección aún estando lejos de Potter.

Por ahora, debía cumplir con la agenda del día.

Un día que se convirtió en una semana,  agotados los estudiantes de quinto y séptimo año esperaban el gratificante momento de ir a Hogsmade a distensionarse.

Tan pronto salieran los resultados la vida de los que ese año se graduaban cambiaría, los rumores de que James Potter seguiría los pasos de su ídolo de Quidditch quien quería reclutarlo, era uno de los tantos que se escuchaban en los corredores del colegio. No obstante, en ese instante la más preocupada por la noticia de Draco Malfoy de llevarse a Scorpius era Delphini. El joven no podía ser retirado, ¿cómo podría acercarlo a su destino de líder si se iba de Hogwarts?

Recurriendo a todo su ingenio decidió confirmar la información con la propia Ministra, la bruja se extrañó por la pregunta, pero igual le contestó con la posibilidad de que el rubio fuese trasladado a un colegio en el extranjero o a una escuela especializada.

—¿Cuál es el interés de la profesora?  —inquirió Hermione.

—Su hijo Hugo, parece que son buenos amigos y su necesidad de secundar al joven Malfoy es cada vez más notorio.

La castaña agradeció la información y le deseó un feliz regreso al colegio, parecía que debía hacer una visita a McGonagall para averiguar por el pelirrojo que poco o nada se comunicaba con ella.

—Pregúntale a Ron, es más fácil y tendrás una oportunidad para arreglar las cosas con él

—Lo dudo Harry, más ahora que decidió ir a vivir con los muggles —Granger sonrió con tristeza—, lo curioso es que eligió el mismo barrio donde viven mis padres.

Potter le pasó un pañuelo para que limpiará las lágrimas que salían con lentitud, su amiga estaba recibiendo las consecuencias de los errores que cometió en los últimos seis meses, sólo faltaba que en Hogwarts su intervención no tuviese grandes repercusiones.

 


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