Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Microcosmos (Riren/Ereri) por Tesschan

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

CAPÍTULO 1:

ABRIL FLORECIENTE DE CAMBIOS Y NUEVAS OPORTUNIDADES

 

Si quieres dar un paso adelante, debes perder el equilibrio por un momento.

(Massimo Gramellini, La última frase de los cuentos).

 

 

 

El inconfundible repiqueteo de la campanilla balanceándose de un lado a otro y las risas quedamente amortiguadas, fueron lo que alertó a Levi sobre la pronta llegada de sus inesperadas visitas. Aun así, no era como si él ya no estuviese acostumbrado a ello, se recordó; después de todo, ya iban diez años de conocerse, y si algo caracterizaba a aquel condenado mocoso, era que siempre parecía regirse por sus propias reglas caprichosas y egoístas.

Tomando una toalla limpia del estante donde guardaba sus cosas, se secó el sudor que le bañaba el rostro y el cuello mientras comprobaba que la temperatura de fundido del horno fuese la correcta para echar la arena más tarde. Pese a que recién estaban a comienzos de abril, y por lo mismo las tardes primaverales seguían siendo bastante frescas, el calor del horno encendido caldeaba el taller de forma considerable, subiendo la temperatura unos cuantos grados más en comparación a lo que había en el exterior.

Nada más terminar de servir dos vasos de heladísimo té con limón y dejarlos sobre el mesón, el agudo maullido de la blanca gata, quien hizo aparición por la puerta, fue su habitual saludo al verlo.

—Oh, ¿así que has decidido venir de visita, niña bonita?

Arrastrando tras de sí la rosa correa de su arnés de paseo —la cual no le impidió en absoluto subirse al mesón de trabajo de un ágil salto—, Artemisa trotó a su encuentro en busca de mimos de su parte en cuanto lo oyó hablarle. Gorjeando quedamente hasta convertir estos en una ronda de sonoros ronroneos, se restregó contra su mano, entrecerrando sus celestes ojillos feliz cuando él sonrió y comenzó a acariciarla.

—Sigue pareciéndome terriblemente injusto que jamás protestes al ver aparecer por aquí a Artemisa, pero al mismo tiempo no tengas más que regaños para mí. Además, te recuerdo que yo suelo ser más útil que ella la mayor parte del tiempo —soltó Eren nada más entrar en el taller, siendo el desastre de verdes ojos divertidos y cortos cabellos castaños revueltos que siempre era—. ¿Y no hay una cálida bienvenida para mí, Levi?

—Joder, ¿es que no te basta con el puto calor que hace hoy aquí, mocoso? ¿Qué bienvenida más cálida que esta quieres? —replicó con sorna al acabar de liberar a la felina del arnés.

Riendo al oírlo, el chico dejó sobre el mesón de trabajo el pote con galletas caseras que llevaba y se acercó hacia donde él estaba, echándole los brazos al cuello para enterrar su moreno rostro en este, sin importarle una mierda que Levi estuviese horriblemente sudado y que ahora, a sus veinte años casi recién cumplidos, lo sobrepasara por más de veinte centímetros de altura, volviendo aquellos abrazos en algo bastante incómodo.

La queda risa de Eren hizo cosquillas contra su piel, por lo que Levi se preparó para protestar y pedirle que se apartara; después de todo, el chico ya no era un crío para el que aquellas muestras de afecto resultaban lo normal. No obstante, al notar lo tensos que parecían los músculos de la espalda de este, el desacompasado latido de su corazón que se entremezclaba con el crepitar de las llamas, él comprendió que, como tantas otras veces, Eren lo necesitaba.

Aquel, de seguro, había sido un día difícil.

—¿Dina o tu padre? —preguntó, dejando de acariciar a Artemisa para poder corresponder al abrazo del otro, enredando sus dedos en su castaño cabello—. Aunque si ha sido el imbécil de tu hermano, amablemente podría ofrecerme a darle una paliza en tu nombre.

—Tú solo quieres tener la oportunidad de pelearte con Zeke —protestó Eren, levantando apenas el rostro para mirarle con ojos entrecerrados, convirtiendo estos en una rendijita verdeazulada.

—Tch, como si aquel bastardo no me las ofreciese de forma voluntaria cada vez que nos vemos. Creo que tu hermano mayor tiene prisa por morir, mocoso.

La risa de Eren, mucho más clara y sincera en esa ocasión, derritió su corazón con la misma eficacia y rapidez que las llamas fundían la arena para moldear, más aún cuando dejó un beso sobre su pálida mejilla y le sonrió con cierta rebeldía, desafiándolo en silencio a que lo regañase por su atrevimiento.

Por supuesto, y aunque Levi detestase admitirlo, no lo hizo; después de todo, del mismo modo en que él convertía vidrio fundido en arte para darle vida, desde la primera vez que se vieron, aquel chico siempre había tenido la capacidad de moldear y reconstruir su vida a su antojo con su terquedad y sus sonrisas, como si hubiese nacido para ello.

Jodido mocoso manipulador.

—Y bien, entonces, ¿quién fue esta vez, Jaeger?

Borrando la sonrisa de su rostro con un quedo suspiro, Eren finalmente lo soltó y se apresuró a tomar asiento en uno de los altos taburetes. Tras quitarse la roja sudadera que llevaba para quedar solo con una blanca camiseta que dejaba sus morenos y fuertes brazos al descubierto, se apresuró a destapar el pote de galletas y coger una, momento que la díscola de su gata aprovechó para saltar a su regazo y comenzar a mordisquearlo, de seguro enfadada porque este le hubiese robado la atención de Levi. Artemisa solía ser en verdad muy rencorosa y vengativa.

—Yo mismo —confesó el chico, bajando los ojos hacia su gata unos momentos para acariciarle la blanca y peluda panza antes de volver a alzarlos hacia él—. Acabo de presentar la documentación necesaria para abandonar Medicina. Entraré a estudiar Literatura el siguiente semestre.

Pese a que en aquellos años de conocerse Eren lo había sorprendido de mil formas diferentes más de una vez, algunas de lo más alocadas, aquella noticia si resultó algo inesperado para Levi.

Durante los últimos dos años, el chico se había esforzado hasta lo imposible por ser un buen hijo y un estudiante modelo; un esfuerzo hecho para lograr convertirse en un excelente médico, del mismo modo que lo eran su padre y su hermano mayor, deseando así poder cumplir con las expectativas del primero.

Eren, pese a sus enormes sueños que parecían siempre volar demasiado lejos, había decidido dejar estos de lado en pos de complacer a su padre, creyendo que sería lo mejor. Por supuesto, Levi quiso protestar en cuanto este le contó sobre su decisión, pero cuando este le aseguró que dejar de escribir no era una opción, solo una postergación momentánea en sus planes futuros, entonces él no pudo más que morderse la lengua y permitirle seguir su camino, tan solo brindándole su completo apoyo, como siempre. Eren podía muchas veces ser testarudo, infantil e impulsivo, pero jamás un idiota.

No obstante, ahora ese mismo chico, estaba allí diciéndole que aquellos dos años de esfuerzo se irían al tacho de la basura por nada. Estaba allí, diciéndole con la maldita expresión de un cachorro apaleado, que había cambiado de opinión e iba a rendirse.

Sin pensarlo mucho, Levi le pegó un puñetazo en el brazo izquierdo, el cual hizo que este soltara un quejido de dolor.

—¡Demonios, Levi! ¡¿Era esto necesario?! —le reclamó Eren al sobarse, mirándolo con gesto ofendido.

—¡Claro que lo era, joder! Por supuesto que era necesario cuando luces como el culo por estar haciendo finalmente lo correcto, mocoso tonto.

La respuesta de Eren fue pegarle también un puñetazo en el brazo, aunque la fuerza puesta en aquel golpe resultó totalmente ridícula; una más de sus afrentas infantiles ante sus regaños y pullas. Aun así, el avergonzado pesar que segundos atrás ensombrecía sus facciones, dio paso a una ligera lucecita de esperanza que iluminó su rostro, tanto que Levi sintió como cierta incomodidad cálida —que ya le estaba empezando a ser demasiado familiar en presencia de este—, anidaba en su pecho.

—Entonces, ¿no te parece mal? ¿No vas a regañarme o decirme que he perdido la cabeza y debería recapacitar sobre mi decisión?

—Tch, ¿por qué debería hacerlo cuando evidentemente lo has pensado mucho, mocoso? ¿O es que acaso me equivoco? —inquirió. Sacando otro de los taburetes debajo del mesón, tomó asiento frente a este y le acercó el vaso de té que había servido con anterioridad—. Eres un jodido mocoso arrebatado, eso no lo niego, pero cuando algo te importa, te importa de verdad, vas hacia ello sin que el rendirte sea siquiera una posibilidad. Esa es una de las cosas que más me gustan de ti.

Pese a que el calor del horno estaba un poco más atemperado que momentos antes, debido a que el trabajo de la mañana ya había acabado y este solo debía templarse para fundir, Levi pudo notar como las mejillas de Eren enrojecían hasta lo imposible; una vergüenza que, obviamente, nada tenía que ver con el calor reinante.

Ya fuese de niño o siendo un adulto, como lo era ahora, el chico jamás había sido del todo bueno disimulando sus emociones, a diferencia suya. Eren era como un libro abierto, incluso cuando escribía, dotando siempre a su rostro de mil sentimientos diferentes en apenas unos cuantos segundos; siendo todo risas, enfado y emociones extremas, llegando de ese modo a convertir su propia tibia y rutinaria existencia, en un descubrimiento infinito solo por haber tenido la fortuna de conocerle.

—Odio equivocarme —admitió el chico, desmigando una galleta para que Artemisa pudiera comerla—. Tengo miedo de estar cometiendo un terrible error del que luego me arrepentiré.

—¿Y quién no lo tiene, mocoso? Porque, y lamento ser yo quien te lo diga, así es como funciona la vida. Sin embargo, por mucho que un cristal se estropee o incluso se rompa, por mucho que su propósito original ya no sea posible, eso no le quitará su belleza. Si una pieza de vidrio se destroza, todavía así puede convertirse en un vitral o un mosaico; si se pulveriza, puede regresar a su forma original y volver a moldearse. La vida es cambio y posibilidades, Eren, ¿no te lo he dicho siempre? Todo material debe enfrentarse a la dura etapa de la transformación para convertirse en algo más, en algo mejor incluso; solo está en tus manos elegir la forma que desees darle.

Dejando por un momento de acariciar a su gata, el chico tendió su mano de largos dedos morenos hacia él; un gesto de consuelo tan descarado, que Levi incluso sintió un arrebato de ternura, no protestando en absoluto cuando aceptó tomar esta y sus dedos se rozaron.

—En casa van a desear asesinarme por lo que he hecho, lo sabes, ¿no? —le preguntó Eren, soltando un pesado suspiro y sonriendo apenas.

—¿Y desde cuando te asustan tanto los castigos, Jaeger? —le provocó él—. Te recuerdo que sigues siendo el mismo mocoso arrebatado que se escapó de casa en plena noche, y con solo diez años. El mocoso que no teme a los fantasmas.

—¿Me estás retando para que haga un desastre con mi vida, Levi Ackerman?

Alzando una de sus oscuras cejas, él sonrió de medio lado y dio un sorbo a su vaso de té.

—Bueno, ya planeabas hacerlo de todos modos; yo solo sería el apoyo. ¿Y por qué no, mocoso? Joder, provoca un incendio con la ira de tu viejo si se opone a tus planes.

El chico soltó una carcajada, provocando que los celestes ojos e Artemisa se volviesen a mirarlo un poco indignada, mordisqueándole un dedo para que siguiera alimentándola.

—¡Si mi padre te oyese decir eso le daría un infarto! Él cree que eres un hombre muy bueno y un gran ejemplo para mí; pero, si en verdad te conociera…

—Oi, mocoso, ¿es que acaso intentas insinuar que soy una mierda de persona? —protestó en broma.

Eren, no obstante, llevó sus manos unidas hasta su mejilla y las posó allí, haciendo que el aliento de Levi se volviese inexistente y su corazón olvidara como era mantener un compás adecuado.

—Para nada, Levi; para nada. Yo creo que eres perfecto para mí.

La sonrisa del chico fue luminosa y hermosa, del mismo modo que lo era la fascinante luz que desprendía al cristal recién pulido visto a contraluz. Eren, sin saberlo siquiera, era una obra hermosa y perfecta; era arte. Verdes ojos y verde fuego ardiendo para dar vida a quien lo contemplara, y la completa certeza de que el permitirse tocarlo, tenerlo, estaba fuera de cualquier posibilidad para alguien como él. Desear más que aquella amistad que compartían, se recordó Levi, sería avaricia.

Aun así, no pudo evitar preguntarse sobre el tipo de deseo que él habría pedido a su pequeño Microcosmos si aún este le perteneciera.

Asustaba un poco conocer la respuesta.

 

——o——

 

Pese a que tras salir de casa de Levi se había sentido enormemente aliviado, valiente y seguro con su decisión, nada más llegar a casa, Eren notó como todo el miedo por lo que estaba a punto de hacer, lo invadía una vez más.

El aviso de su llegada fue respondido por la bienvenida de Dina, proveniente desde la cocina, mientras que Artemisa, sin siquiera permitirle quitarle el arnés, subió corriendo las escaleras rumbo a su habitación, de seguro todavía enfadada con él porque no hubiesen podido quedarse más tiempo donde Levi. Curiosamente, Eren la comprendía muy bien.

Dios, si tan solo pudiese ser un poco más valiente y hablar sinceramente con este sobre cómo se sentía…

Tras dejar las cosas en su habitación —y al fin lograr convencer a su gata de que saliera debajo de la cama y le permitiese liberarla—, se ofreció a ayudar a su madrastra con la cena. Esta, entusiasmada, le habló sobre la visita que Zeke le había hecho aquella tarde y de lo muy decepcionado que su hermano mayor se mostró ante el hecho de que él no estuviese allí. Dina le preguntó por el inicio de las clases de aquel semestre, si es que estaba contento con ellas, a lo que Eren respondió escuetamente, sintiendo caer sobre sus hombros todo el peso de la decisión que acababa de tomar, y convenciéndose de que, pese a todo, era lo mejor para su futuro.

No quería, ni podía, seguir sacrificando su propia felicidad por intentar hacer felices a otros, se recordó. Ya lo había intentado arduamente durante dos años, y no había salido bien del todo.

Una vez acabó de poner los vasos en la mesa —un precioso juego de alargados cilindros de delicado cristal tintados en amarillo y naranja, entremezclados con suaves tonos de aguamarina, que era trabajo de Levi—, no pudo evitar pensar en lo que este le había dicho horas atrás.

«Cambios y posibilidades», dos palabras que quizá para muchos no significaran demasiado, pero que para él representaban un mundo, su mundo, como también el de Levi. Aquella realidad donde ambos podían tomar algo informe y simple para darle vida, ya fuese a través del vidrio siendo soplado o de las palabras agrupándose para crear historias.

Pese a las mil cosas que había perdido, a todos sus sueños rotos y su tristeza, con solo diez años, Eren había podido reconocer a Levi como su igual y su ejemplo a seguir. Un hombre que creaba sueños de la nada volviéndolos tangibles, y el cual siempre lo animó a seguir escribiendo e intentándolo, a luchar por lo que él tanto quería, confiando en que algún día su momento llegaría.

Hacía cosa de dos meses atrás, y tras haber tenido que reunir mucho valor para ello, Eren finalmente se había atrevido a presentar el manuscrito de una de sus novelas a una editorial de cierto renombre. La recepción de este no fue un no rotundo como temió en un principio, pero sí le aconsejaron un cambio: necesitaba salir de su zona segura y arriesgarse un poco más.

Y fue debido a ello que, cuando su cumpleaños número veinte llegó, decidió que finalmente había llegado el momento de dar el siguiente paso. Aunque asustase, aunque las dudas lo instaran a no tomar el riesgo, tenía que aceptar de una buena vez quien era él en realidad y luchar por sí mismo, porque nadie más podía emprender aquella batalla en su nombre.

Si Levi tenía fe en él, en lo que podía llegar a convertirse, entonces Eren también debía hacer lo mismo. Todo viaje comenzaba siempre con un primer paso, y quizás enfrentarse al enorme dolor que sería ser la decepción de alguien más, de quienes amaba y lo amaban, era el suyo.

Después de todo, Levi lo había dicho: hasta el material más duro podía volver a moldearse.

Curiosamente, pocas veces en su vida Eren se había sentido tan ligero, tan él mismo.

 

——o——

 

Trotando felizmente frente a él, atada a su correa de paseo, Artemisa se encaminó hacia la casa de Levi, conociendo el camino a la perfección, como si se dirigiese a su propio hogar añorado.

Al ser ya comienzos de abril, la brisa nocturna resultaba fresca y un poquito castigadora a esa hora de la noche, colándose sin piedad alguna bajo las prendas más abrigadoras de ropa y volviendo la tela de los vaqueros de Eren en una cosa rígida e incómoda debido a la humedad ambiental y el frío. Aun así, la caminata nocturna no solo le había servido para aclarar la mente, sino que también apaciguar en parte su corazón.

El reloj de su móvil marcaba que ya eran cerca de las once de la noche, motivo por el que las calles del vecindario se hallaban considerablemente vacías y suavemente iluminadas por la tenue luz anaranjada de las farolas que creaban alargadas sombras a su paso. Era tarde, pero aun así Eren tenía plena seguridad de que encontraría a Levi trabajando como siempre a esas altas horas. Aquel hombre dormía poco y trasnochaba demasiado en su opinión, pese a todos sus regaños; pero, si algo provechoso tenía aquel mal hábito de su vecino, era que siempre podía encontrarlo despierto cada vez que su propio sueño era inexistente y, egoístamente, lo necesitaba.

Tal como sospechaba, las luces de la tienda y la casa estaban apagadas cuando la vivienda de Levi fue visible; no obstante, la luz anaranjadamente rojiza proveniente de la fragua refulgía en todo su cálido esplendor, volviendo el frondoso jardín cargado de fresias en un suave entorno de cuento de hadas.

Nada más cruzar la verja de entrada, la estilizada figura del otro hombre sentado en el columpio del jardín lo sorprendió, quizá porque era extraño verlo allí cuando claramente tendría un montón de trabajo pendiente por hacer. Levi aun vestía como esa mañana, con desgastados vaqueros grises de trabajo y una blanca camiseta de manga corta pese al frío; sin embargo, al ver como una mantilla de suave lana se encontraba a un lado del columpio, Eren se emocionó de un modo casi infantil, deseando, con cada fibra de su ser, que aquel pequeño cambio en la rutina de Levi se debiese a él. A nada más que él.

—¿Y, mocoso, ya te dio tu viejo una patada en el culo, largándote fuera de casa? —le preguntó este, atando en una corta coleta su liso cabello negro y sonriéndole apenas al mirarlo. Un gesto de finos labios apretados que él había aprendido a valorar como pocas cosas en su vida, por lo muy escaso que era.

—¿Eso significa que ya tienes preparada una habitación para mí? —bromeó en respuesta—. ¿Tanto deseas vivir conmigo, Levi?

—Ya te gustaría.

Dejándose caer sentado al lado de este, demasiado cerca pese a tener espacio más que suficiente, Eren estiró sus largas piernas frente a sí, balanceándose lentamente mientras estiraba la manta y los cubría a los dos con ella. Por supuesto, el empujón del hombro de Levi para que se alejara un poco no se hizo esperar, y obviamente, él hizo caso omiso a su regaño, aprovechando el forcejeo para acercársele aún más.

Valiéndose de la oscuridad nocturna y la soledad que albergaban las calles a esas altas horas, aproximó lentamente su rostro al de Levi, mirándolo de frente.

Así de cerca, Eren pudo percibir a la perfección como los sutiles matices azules de sus ojos grises eran visibles aun en la semipenumbra, y como la pequeña cicatriz que este tenía en el pómulo izquierdo, debido a una antigua quemadura, parecía ligeramente más blanquecina contra su piel pálida. Las tenues ojeras oscuras que bordeaban los ojos rasgados de Levi revelaban su pésimo dormir, pero fue cuando contempló sus labios, tan cerca de los suyos, que sintió su corazón latir a una velocidad casi inhumana; tanto que por un momento temió estar sufriendo una taquicardia, sobre todo cuando el otro no se apartó, como era habitualmente su costumbre.

Nervioso como estaba, pero al mismo tiempo emocionado y eufórico en extremo, Eren se preguntó qué ocurriría si aprovechaba aquella arremetida de valor y acortaba las distancias un poco más; lo suficiente para saber cómo reaccionaría Levi si lo besaba.

No obstante, antes de poder hacer ningún movimiento, el filoso aguijonazo de unas pequeñas garritas atravesó la tela de sus negros vaqueros pese a la manta que lo cubría, haciéndolo soltar un gemido que Artemisa aprovechó para poder acomodarse en el regazo de Levi, desde donde lo contempló con sus celestes ojos burlonamente triunfante, dejándole claro que aquel hombre, de momento al menos, era más suyo que de él.

Tras desafiarse con la mirada un poco más —y comprendiendo que la absoluta ganadora de aquel duelo era su taimada gata, aunque le resquemara el orgullo reconocerlo—, Eren acabó distanciándose un poco de Levi para así respetar su espacio personal, aunque solo lo justo para que los brazos de ambos apenas se rozaran y él pudiese apoyar su cabeza sobre su hombro.

Aquella noche era luna nueva, por lo cual el cielo sobre ellos era un hermoso manto oscuro y cuajado de estrellas, donde Leo imperaba claramente como un gran rey, con Régulus iluminando el firmamento.

Diez años atrás, Eren había estado sentado en aquel mismo sitio, deshaciéndose en lágrimas y sintiendo como el mundo era un lugar horrible y frío tras la muerte de su madre, y, ciertamente, muchas veces se lo seguía pareciendo. Con el tiempo, la pérdida de quienes se amaba se aceptaba y se apaciguaba en el interior hasta volverse soportable, pero jamás desaparecía del todo; y aunque él ya no se sentía perdido y solo en aquel universo tan inmenso, sí existían días en los que hubiese dado lo que fuera con tal de solo tenerla a su lado un poco más.

Aun así, y aunque en su momento se lo hubiese parecido, la vida no había sido del todo injusta con él. Su padre, Dina y Zeke eran su familia ahora, y Eren los amaba. Tenía buenos amigos que lo respaldaban, los mejores, y contaba con la compañía de Artemisa, aunque esta fuese a veces una traidora de lo peor. Y tenía a Levi a su lado. Levi, que lo había escuchado y alentado más veces de las que siquiera podía recordar. Levi, que lo había consolado en mil días malos y quien jamás dudó en regañarlo cuando le vio equivocarse y hacer las cosas mal. Levi, que le había enseñado que la vida era tan cambiante como las piezas de cristal que creaba, pero al mismo tiempo igual de bella e imperecedera. Que cada día, por difícil que este fuera, valía la pena, porque de la nada podía crearse un sueño.

—Se han decepcionado, más que un poco, y estaban algo tristes —dijo Eren por fin, inspirando profundo para llenarse los pulmones del olor nocturno cargado de vegetación y el calor inconfundible del horno encendido—; aun así, han dicho que, si esa es mi decisión, me apoyarán.

—Entonces, supongo que sigues teniendo un techo sobre tu caótica cabeza —le dijo Levi con un tono plano y monocorde; sin embargo, Eren pudo percibir cierto deje de burla en este—. Felicidades, mocoso.

—Gracias. Creo —respondió él, estirando un brazo para acariciar la blanca cabecita de su gata. Sin atreverse a mirarle aun, le preguntó a su vecino—: Levi, ¿sabes cuál fue mi deseo de cumpleaños?

—Joder, Jaeger, ¿aun sigues pidiéndole deseos a esa cosa?

—Cuando me lo obsequiaste, nunca dijiste que tenía que ser por un tiempo determinado. El Microcosmos es mío ahora, así que puedo pedir todos los deseos que me vengan en gana.

Durante los últimos diez años, en cada uno de sus cumpleaños, Eren siempre había pedido un deseo a su pequeño universo en miniatura. Nada descabellado, nada imposible, y aun así tan ansiado, que cada vez que su deseo era cumplido en los días venideros, resultaba como un verdadero milagro.

—Cambio y nuevas posibilidades —afirmó Levi pasados unos minutos.

Al oírlo tan seguro de su respuesta, no por primera vez Eren se sintió dividido entre la felicidad y el miedo de que este lo conociese tan bien.

—Eso mismo: cambio y nuevas posibilidades. Creo que ha llegado el momento de que finalmente crezca, ¿no? —Abandonando por fin el hombro del otro, alzó los brazos sobre su cabeza para desperezarse—. Tal vez debería comenzar por conseguirme un trabajo y buscar un nuevo sitio donde vivir mientras aguardo por el inicio del siguiente semestre, ¿qué te parece?

La respuesta de Levi no fue un consejo, ni una burla o un regaño, sino que simplemente resultó en depositar una pequeña cajita blanca sobre su regazo, haciendo que Eren contuviese el aliento a causa de la sorpresa cuando este, con un gesto de su barbilla, lo instó para que la abriese y viera de que se trataba.

La mariposa que colgó de sus dedos, atada a un traslúcido y delgado hilo, poseía unas hermosas y delicadas alas tintadas en tonos azules y turquesas. Era un trabajo sobrecogedor por su apariencia frágil y etérea, y cuando esta se balanceó ligeramente a causa de la brisa primaveral, la luz nocturna arrancó ligeros destellos a sus acristaladas alas, dando la impresión de que en cualquier momento podría echarse a volar.

—No sería necesario que pagaras un alquiler si te encargas de las comidas y me ayudas con la limpieza de la casa algunos días —le dijo Levi de pronto, contemplando la etérea mariposa que aun colgaba de su mano—. Podrías quedarte con las dos habitaciones de la planta de arriba; las de la buhardilla. Allí jamás hay mucho ruido y las ventanas dan hacia el jardín, por lo que cuentan con buena luz natural para escribir.

Casi dejando caer el colgante a causa de la impresión, Eren lo contempló atónito, sin poder dar crédito a lo que acababa de oír.

—¿Me estás ofreciendo vivir contigo? —inquirió, apenas con un hilillo de voz.

—Quien sabe. Quizá solo me quedé con la habitación lista en espera a que te echasen de casa y me acaba de bajar un ataque de generosidad y buena conciencia —respondió su vecino, alzando una ceja—. Aunque pensándolo mejo-

Sin darle tiempo a que pudiese retractarse, él cubrió la boca de este con una mano y le soltó a toda prisa:

—¡Acepto! ¡Quiero vivir contigo! Ya he dicho que sí, por lo que no hay arrepentimiento que valga ahora. Si lo haces, romperás mi corazón y acabaré llorando, y tú detestas mucho que haga eso.

—¡Lo odiaba cuando tenías diez años, joder! Si lo llenabas todo de lágrimas y mocos, lo que resultaba repugnante, mocoso manipulador.

—Aún podría hacerlo —lo amenazó Eren, ante lo que Levi le pegó una colleja.

Poniéndose de pie, este acercó su mano a la suya para tomar la mariposa entre sus pálidos dedos. Tras balancearla un poco, como si volase, finalmente le dijo:

—Trasformación y buenos deseos para un nuevo comienzo. Ese es mi obsequio para ti. —Inclinándose en su dirección, este le apartó el cabello de la frente y dejó un beso sobre esta—. Bienvenido a casa. Eren.

Muerto de miedo, porque los cambios siempre asustaban, buscó la mano libre de Levi para entrelazarla con la suya y asintió.

La vida siempre estaba en continuo movimiento, jamás paraba. Una transformación constante que muchas veces ni siquiera era perceptible, pero aun así existía porque era parte de la vida misma. El cambio no podía detenerse, pero el cómo afrontarlo, el cómo vivir y qué hacer con él, dependía de cada uno.

Y Eren, a sus veinte años, había decidido que quería enfrentar aquello sin remordimientos.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que el capítulo fuese de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

Lo siguiente, es disculparme por la enorme demora en publicar este capítulo. Llevo un atraso tremendo con esta historia, pero confío en poder ponerme al día este mes. Por lo menos, la siguiente semana ya saldrá el capítulo tres, que sería mayo, por lo que espero estar acabando junio cuando corresponde.

Por lo demás, confío en que esta historia tan fluff y llena de amor les esté resultando entretenida. A veces yo misma necesito descansar un poco de mi propia maldad y acabo escribiendo puras cosas bonitas, jaja. Así que espero que el salto temporal de diez años no incomodara, que el avance tan rápido de la relación de estos dos muchachos no incomodara, y que a partir de este punto la historia ya comenzará a tener también una ruta más clara, y también más personajes en escena, aparte de la celosa Artemisa, claro, jaja.

Datos extras y bobos, es que el obsequio que Levi le da a Eren al final, el colgante de mariposa de vidrio en tonos azules significa exactamente lo que este le dijo: «transformación y buenos deseos». Las mariposas significan transformación en sí misma, ya saben, por lo de pasar de orugas a mariposas, y las azules son las que vienen cargadas con los buenos deseos. Así que, si alguien tiene la fortuna de ver una de estas, ya saben lo que trae consigo.

Lo otro, el nombre de la gata de Eren. Artemisa es la diosa griega de la caza, e igualmente se le asociaba con la luna; de allí que, al ser una gata por completo blanca, Eren decidiera ese nombre para ella. Y bueno, ya veremos qué tan cazadora resultará a futuro, jaja.

Respecto a la constelación de Leo, que Eren señala, esta es una constelación de primavera en el hemisferio norte por estas fechas; una de las más notorias y que más resalta, sobre todo por su estrella principal y más brillante: Régulus.

Otro dato bobo, es que hace poco decidí darle uso a mi cuenta de Instagram para subir cosas sobre las historias, por lo que en estos días estaré subiendo imágenes referenciales sobre los trabajos en vidrio soplado que he ido mencionando aquí, así como también un poco de explicaciones de como es exactamente el proceso del soplado del vidrio, ya que me lo han preguntado mucho. Por si alguien quiere darse una vuelta por allí, mi cuenta es la siguiente: tesschan30.

Para quienes leen el resto de mis historias, aviso que hoy mismo se han subido el capítulo 5 de Tormenta, y este viernes tocará el 2 de Afterglow. Para la siguiente semana, entre el 14 y el 20, debería poder estar subiendo el capítulo 3 de Microcosmos, el 3 de Pide un Deseo y un capítulo extra de In Focus. No doy fecha, porque con la universidad los planes me pueden cambiar de un día para otro, pero será en algún momento de la semana.

Una vez más muchas gracias a todos quienes leen, comentan, votan, envían mp´s y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas. Siempre son el mayor incentivo para continuar, aunque no lo merezca por lo mucho que me he retasado últimamente.

Un enorme abrazo a la distancia y mis mejores deseos.

 

Tessa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).