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Demons por RLangdon

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Aspiró por última vez mientras guiaba a Naruto por la espesura de la hierba. Naruto tropezaba de vez en cuando, pero seguía rehusándose a que él lo llevara en brazos. Aparentemente seguía sin confiar en él.


¡Vaya ironía!


Había supuesto que después de intimar la primera vez juntos, Naruto se olvidaría de aquella manía, pero actualmente parecía más pérdido que nunca. Su mirada parecía desconectarse en ocasiones de la realidad, sus facciones se tensaban cada cierto tiempo, y en otras tantas se le veía totalmente relajado. Y hasta...ilusionado.


Fue precisamente ese último sentimiento que contempló en sus pupilas el que lo llevó a dudar de la situación una vez más. Kakashi Hatake solía investigar bajo sus propias normas, basándose más en la intuición que en teoremas estúpidos que no llevaban a ningun lado.


El mutismo de Naruto prevaleció aun después de que cruzaron el umbral de la puerta. Temblaba y tenía varios cortes en el rostro, producto de los roces con las espinas, hiedra y quizá algunas ramas.


-Tan imprudente- comentó, tomándolo de los hombros, forzándolo a que tomara asiento en el mullido sofá rojo. Naruto quiso oponerse pero su fuerza flaqueó en una milésima de segundo, estaba exhausto, tanto física como emocionalmente. Kakashi había notado el persistente cojeo del rubio a lo largo del trayecto. No se molestó en preguntárselo. Fue hasta su recámara para buscar el botiquín de primeros auxilios y procedió a desinfectar cada una de las heridas diminutas en su precioso rostro de adolescente. Naruto se quejaba de vez en cuando pero sin exteriorizar verbalmente su dolor, eran simples gemidos inaudibles acompañados de un firme apretón en la tela desgastada de sus pantalones.


Kakashi no recordaba haberlo visto tan descuidado hasta ese momento. Naruto despertaba en él un sentimiento de sobreprotección que él mismo dudó poseer anteriormente. 


Curó la última herida y vertió un chorro de alcohol en la planta de su pie. Esta vez Naruto gritó y se asió a su cuerpo con fuerza. Kakashi lo vendó y no se resistió a besarlo. Se veía tan vulnerable y necesitado de alguna muestra de afecto que, no dudó un solo segundo en hacerlo, ni siquiera temió alguna clase de rechazo. Naruto le correspondió despacio, muy lentamente fue cediendo al movimiento insistente y volátil de sus labios, entregándose en un apasionado beso que estaba muy lejos de demostrar simple afecto u agradecimiento.


Lo tomó de los hombros y lo hizo caer de espaldas en el sofá. Naruto le rodeó el cuello con ambos brazos, terriblemente ansioso y asustado para querer abandonar ese momento. Sabía que si trataba de recordar algo más, seguramente se haría pedazos. Necesitaba aferrarse a algo más tangible, algo que no le indujera miedo, temor o confusión. Creía en Kakashi, pero dudaba de sí mismo.


-Quiero que me lo expliques primero- sentenció Kakashi, apartándose de sus labios, dándole la merecida prioridad al asunto. Naruto se agitó pero consiguió incorporarse por su cuenta. Miró fijamente a Kakashi, centrándose una vez más en el uniforme que vestía, en aquella placa que lo acreditaba como un oficial y el rango que poseía. Exhaló agobiado, mirando en derredor, la casa no había cambiado en lo más mínimo, seguía igual que las veces que la visitó anteriormente. Lo único que había cambiado era el exterior, las espigas ahora eran maleza, las hojas secas, habían sido reemplazadas por una gruesa alfombra verde que contrastaba con el resto del prado. Estaba en un bosque, en Konoha. Lo sabía, recordaba haber leído el letrero en algún lugar, pero ¿en dónde?


-¿Me conoces, Sensei?- quiso empezar con la duda inicial. Por un segundo, Naruto contempló un deje de decepción en la mirada de Kakashi.


-Claro que te conozco- respondió, disponiéndose a relatar el resto en un hilo de voz apagada.


La vida le había presentado demasiadas dificultades a Kakashi. Tantas en el mismo año. Un infortunio del que no era capaz de deslindarse. Perdiendo a sus mejores amigos en un accidente automovilístico en el que estuvo presente. Fue el único sobreviviente y cada día de su vida se recriminó por ello. Llegó al grado de no saber qué rumbo elegir en su vida. Pasó de ser maestro, a ausentarse de cualquier actividad y encerrarse en un mutismo casi perpetuo. Se odiaba y culpaba cada día por la muerte de las únicas personas importantes para él.


Hasta que decidió poner fin a ese pateticismo en el que se hubo enclaustrado durante casi un año de su vida. Su padre lo había inscrito en diferentes disciplinas durante su adolescencia, destacando Kakashi en el área policial. Eligió ese sector para comenzar, sin tener mayores conocimientos. Logró conseguir empleo ese mismo año en una institución del gobierno. Era una área que no le gustaba en lo mas mínimo, lo habían ubicado en un centro de psiquiatría como guardia de seguridad. Tenía que fungir como vigilante por las noches, custodiar una de las puertas de entrada para evitar algún escape nocturno. Los primeros días fueron los más aburridos de su vida, nunca ocurría nada porque en las noches los pacientes tenían prohibido abandonar sus habitaciones. Kakashi decidió que no era el trabajo adecuado para él, lo último que quería era tener tiempo para pensar, y en ese lugar lo tenía de sobra.


Fue una noche cuando la rutina no siguió el mismo protocolo de antaño, cuando vio a un chiquillo no mayor de veinte años caminando por los alrededores, siempre con la mirada baja y las manos enfundadas en los bolsillos. Se le veía triste y solitario.


Como él...


Kakashi supuso que el chico intentaría escapar, pero no fue así. La zona iluminada del parque le permitió observarlo mejor cuando el muchacho se disponía a tomar asiento en una de las bancas. Tenía el cabello rubio desaliñado y una mirada preciosa pero melancólica. Su piel ligeramente bronceada y una sonrisa enmarcando sus labios. Enseguida quiso hacerle compañía, pero supo que no sería posible. Estaría infringiendo las normas si lo hacía. Por eso optó por llamarlo.


Fue al segundo llamado que el despistado chico dejó de mirarse las manos para posar su mirada celeste en él. Kakashi hizo una seña para que se acercara, pensando que el chico lo ignoraría y terminaría volviendo a su dormitorio. Pero nuevamente se equivocó en sus conjeturas. El chico se acercó vacilante en su dirección. Algo en su cuello brilló bajo los rayos de la luz de la luna. Kakashi vio entonces el dije de un ave pendiendo sobre su playera holgada.


-¿No se supone que deberías estar durmiendo?- preguntó con curiosidad latente. El chico lo miró, inclinando ligeramente la cabeza ante el regaño.


-No tengo sueño, de veras- y luego sonrió, pero esta vez su gesto fue auténtico, sin matices de hipocresía surcando su faz. Kakashi se maravilló ante un hecho tan nimio como ese. Enseguida se preguntó qué clase de problemas sufriría para estar recluido en un lugar así, pero se abstuvo de preguntárselo para no invadir su privacidad, además, había escuchado de otro de los guardias que "esa" clase de pacientes solían ser en extremo volátiles, en un momento te saludaban y al siguiente te insultaban. Pero ese muchacho no parecía ser así.


-¿Cómo te llamas?


-Na...- el chico tomó el dije entre sus dedos, le dio una vuelta para acomodarlo mejor al ver que estaba al revés. Kakashi notó la brillante figura de un cuervo. –Naruto.


-Mi nombre es Kakashi Hatake- le extendió la mano a modo de saludo. Naruto no dudó en estrechársela, después se frotó las manos y situó su mirada en el cielo.


-Hace mucho frio- comentó, castañeando los dientes. Kakashi estaba por ofrecerle su sobretodo cuando el chico regresó corriendo a la banca para tomar un objeto más. –Ten. Tienes la nariz roja, de veras.


Kakashi se tocó la nariz con los dedos, notándola entumecida al tacto. Entonces Naruto extendió los brazos en su dirección, sosteniendo una bufanda oscura en ellos.


-Me la regalaron, pero nunca la uso- dijo Naruto, poniéndose de puntillas para enrollársela en el cuello, tomando uno de los extremos para cubrirle la boca y la nariz. –Listo- sacudió las palmas y lo miró extrañado. –Tienes una cicatriz.


A Kakashi no le sentó tan mal el comentario como había pensado. El recuerdo del accidente se atenuó en su memoria, disipándose a un segundo plano. Se dijo en ese momento que si ese chico podía ser feliz, aun en su situación, no era imposible que él volviera a hacerlo.


-Si- contestó, acariciando la bufanda, preguntándose a qué se debía el exceso de confianza en ese chico. –Fue un accidente.


-No lo creo- negó Naruto, soplándose las manos. Kakashi alzó una ceja, interrogante. –No creo que los accidentes sucedan. Pienso que las cosas pasan por alguna razón. Ero Sennin dice que son pruebas que debemos afrontar. El que se da por vencido, pierde.


-¿Piensas que perdí?- preguntó Kakashi en voz queda, dando por sentado el grado de madurez tras el pacifico y aniñado semblante. Naruto le devolvió una sonrisa tenue.


-Nadie se da por vencido tan fácil.


Desde ese día, Kakashi comenzó a frecuentarlo, a desear verlo a menudo y a regocijarse con las solitarias y frías noches destinadas para ambos. Solían charlar hasta muy tarde, pero él nunca invadía la privacidad de Naruto, procuraba ser neutral ante la situación, sabiendo en el fondo que Naruto...


**


Le gustaba.


Itachi lo supo desde el primer momento en que lo vio. Su expresión distante le recordó a Sasuke de inmediato, fue como ver un reflejo de su hermano menor, con la diferencia de que ese chico no tenía a nadie más que se preocupara por él. Estaba solo, e Itachi se sorprendió de verlo nuevamente solo en pleno día de visitas. En el patio, el personal organizaba un día de convivio con los familiares o allegados de cada paciente. Él mismo se había presentado en uno de esos días para retirar las pertenencias de Sasuke. Fue entonces cuando lo vio, deambulando cabizbajo, triste, apartándose del panorama de alegría y convivio entre los pacientes y sus familiares. Intuyó de inmediato que sus familiares no se habían presentado, por eso optó por preguntárselo a uno de los médicos en turno y precisamente el psicólogo encargado de Naruto, Jiraiya. Este le explicó brevemente el cómo habían encontrado a Naruto de pie junto a los cadáveres de sus padres, con la mirada ausente y expresión sombría.


Los había asesinado con un cuchillo de cocina mientras dormían, después permaneció sumido en un mutismo que perduró por más de una semana. Cuando habló, no mencionó nada al respecto, nunca dio indicios de recordar lo sucedido. La institución se hizo cargo de él a partir de ese momento, cuando dieron por sentado que Naruto no tenía más familiares a los cuales acudir para informar acerca de su estado. Los archivos hallados en el domicilio de sus padres, lo acreditaban como menor de edad, por lo tanto, y debido a su trastorno, Naruto no sería llevado a prisión.


Naruto padecía trastorno de personalidad disociativo, y Jiraiya fue de los primeros en enterarse. Anexó registros en el historial médico de Naruto, vinculando algunas recaídas durante las noches y tomando notas esporádicas sobre aquella personalidad que Naruto se empeñaba en ocultar. Kyuubi era la segunda personalidad ligada a Naruto, una siniestra y la que lo alentó a arrebatarles la vida a sus padres. Por supuesto Naruto nunca estuvo plenamente consciente de ello, fueron varias las sesiones y medicamentos empleados para que Naruto lograra derribar la barrera mental formada tras la muerte de sus padres.


Desde ese instante, Itachi se prometió a si mismo ayudarlo, ser un soporte emocional para él y brindarle el apoyo que necesitaba. Con Sasuke había fracasado pero algo dentro de él lo alentaba a intentarlo una vez más, sin ser consciente de que terminaría enamorándose de Naruto en el proceso. Cuestión que facilitó su labor. De repente no se sentía obligado a tratar de ayudar, sino que lo hacía con gusto, y a la espera de que Naruto le correspondiera algún día...


**


Y ese día fue mas rápido de lo que Kakashi hubiera creído. Enamorarse estaba fuera de sus planes, mucho menos se imaginó hacerlo de un adolecente, varón y encima de todo, paciente de una institución psiquiátrica.


Pero así eran las cosas y él habría perdido más tiempo tratando de convencerse a sí mismo de lo contrario que aceptar la realidad de las cosas. Naruto le gustaba, y hasta ese momento Kakashi no había amado a nadie con la misma intensidad con la que amaba a Naruto.


El día que Naruto desapareció y se dieron las alarmas para rastrearlo, acreditándolo como un potencial psicópata, sus ánimos se derrumbaron, incluidas sus esperanzas por confesarse finalmente. Ese día Kakashi pretendía invitarlo a una cita, aunque, como era de esperarse, tendría que ser dentro de los límites de la institución. Podían usar la cafetería, (solitaria a esas horas de la noche), cualquier lugar estaba bien. Ni siquiera se replanteó la situación, nunca ahondó más de lo necesario en la diferencia de edades, pero estaba plenamente convencido de que podría cuidar de Naruto, tomaría los dos turnos de ser necesario para estar con él más tiempo, se aseguraría de brindarle un apoyo más estable y cuando Naruto estuviera recuperado, sería el primero en celebrar dicho logro.


Pero esa mañana, su día libre en que se presentó para ver a Naruto, se dio cuenta del caos reinante, y supo dentro de él que aquella fatalidad tenía que estar vinculada a Naruto. Desde el amanecer se sentía insoportablemente ansioso por verlo, y ahí estaba, parado frente a un sinfín de oficiales que custodiaban el área. La ambulancia se había retirado momentos antes de que Kakashi llegara, pero se enteró de la situación al acercarse al módulo para preguntar por esa persona en especifico.


Fácilmente pudo unirse a las unidades de rastreo y quizá habría sido de más utilidad. Sin embargo, la corazonada de salir por sí mismo a buscarlo hizo estragos en él. Kakashi había partido del hospital minutos después de enterarse de la desaparición de Naruto. Lo buscó en los alrededores en una vetusta motocicleta y regalo de su fallecido padre. Al menos cuatro caminos posibles y Kakashi eligió ese...


Acortó camino por una intersección que, estuvo seguro, lo llevaría directamente al domicilio que le habían proporcionado, la antigua vivienda de los padres de Naruto. Supuso que si Naruto estaba fuera de sí, era probable que volviera ahí, quizá para convencerse de los hechos pasados o para buscar el mínimo indicio de los mismos. No obstante, se equivocó, dio una vuelta errónea y terminó a escasos centímetros de impactar contra una camioneta que le salió al paso. Indudablemente el otro vehículo iba a exceso de velocidad. Kakashi pudo frenar aun bajo el inminente estrés de lo sucedido. Viró el rostro hacia el conductor, percibiendo apenas una bata blanca y una melena oscura que cubría el rostro de quien supuso una chica.


Miles de conjeturas le vinieron a la mente, algunas tan extravagantes e inverosímiles como el hecho de que aquella mujer...


No, no estaba seguro. Las posibilidades eran escasas pero Kakashi advirtió nuevamente en la autopista de la que había salido el vehículo, se trataba, ni más ni menos, de la misma que el había tomado después de salir del hospital...


Un impulso lo forzó a seguir aquellas difusas placas, atravesando un camino empedrado que se salía de la autovía principal. Cuando Kakashi reparó en la arboleda, estuvo a punto de regresar. Y lo habría hecho de no ver que la camioneta por fin se detenía...


**


Naruto ahogó un sollozo al ver nuevamente a Kakashi. Los recuerdos habían acudido a él mediante el relato, y no podía sentirse más vulnerable en esos momentos. Kakashi era aquel guardia que le hacía compañía durante las noches, él mismo le había obsequiado la bufanda. Gruesas lágrimas se aglomeraron en sus ojos.


Kakashi continuó con el relato.


-Me instalé en una de las cabañas aledañas y decidí esperar. Lo hice durante dos días. Incluso adopté un cachorro de las cercanías y lo llamé Pakkun...


Al tercer día, la desesperación fue más fuerte. Kakashi trataba de convencerse a sí mismo de que perdía el tiempo en ese lugar, sin embargo, marcharse estaba fuera de discusión. No lo haría hasta cerciorarse, ya había desperdiciado dos días enteros ahí después de todo.


Ese día, su rutina se vio brutalmente alterada de nuevo. Como de costumbre, salió a recorrer los alrededores, había adquirido algunos atuendos informales el día anterior con la finalidad de acercarse al propietario de la otra cabaña. Fue cuando lo vio, y por un segundo se olvidó de respirar.


Naruto sonreía en medio del prado y daba vueltas con los brazos extendidos. Kakashi se ocultó tras los matorrales y lo escuchó reír, nunca antes había oído a Naruto reír. Repasó los hechos con mucho cuidado, no parecía estar en peligro sino todo lo contrario. A la mente le vino una posible estratagema.


Mantuvo la distancia muy a su pesar. Y al día siguiente se presentó directamente con el hombre que se hacía llamar Orochimaru. Le dijo que era maestro y que había visto a un chico por las cercanías, por supuesto las clases no tenían costo alguno. La primera impresión que le dio Orochimaru fue la de un potencial criminal. Sin embargo no tenía pruebas. Cuando Orochimaru le comentó en una de sus conversaciones escuetas acerca de una amistad con Jiraiya, Kakashi descartó sus dudas. Llegó a pensar que Orochimaru había sacado a Naruto para ayudarlo a escapar de lo que le depararía permanecer en la institución ahora que su tutor estaba muerto. Era por demás seguro que lo mantendrían sedado y aislado todo el tiempo.


Contra su egoísmo, pensó que era mejor que Naruto estuviera alejado de todo eso. Mientras tanto él se mantendría cerca, vigilándolo, cuidando de él. Y lo hizo, a pesar de que la primera vez que se encontró con Naruto, este último no lo reconoció.


Fue una noche en que Pakkun no dejaba de ladrar. Kakashi despertó, se vistió y se adentró en el prado. Vio a Naruto correr en dirección opuesta y decidió seguirlo, temiendo que algo malo le pasara. Estaba muy oscuro y a pesar de que llevaba una linterna, le costó seguirle el paso.


Naruto había tropezado metros más adelante, cuando Kakashi se acercó para auxiliarlo, notó una irregularidad en la tierra. Había una losa a unos cuantos centímetros de las raíces del árbol. Una simple piedra blanca y lisa en cuya superficie yacía una fotografía adherida de un hombre adulto, bajo ella se leía un corto epitafio, nombre y fecha de defunción. El nombre de aquel individuo era...


Hiruzen Sarutobi.


Cuando Naruto se estabilizó, Kakashi trató de interrogarlo. Naruto se mostró desconfiado con él, mantenía firme el pensamiento de no conocerlo. Y aunque a Kakashi le dolía, prefería que Naruto lo ignorara. Le sería más difícil decirle la verdad de todo y el cómo mató a su médico y tutor. Orochimaru, el amigo de Jiraiya, lo había llevado a ese lugar para hacerse cargo de él mientras se apaciguaban los hechos. Kakashi así lo dio por sentado cuando Naruto le comentó que pronto se marcharía de ese lugar, que alguien más vendría por él.


Sin embargo no era así. Y él no sospechó hasta que...


Estuvieron juntos.


"¿Me...?"


**


"¿Amas, Itachi?"


Itachi había respondido que si, con un firme asentimiento de cabeza. Decir que lo amaba era efímero, Naruto lo era todo para él. Pero entendía que, al ser su primera vez juntos, Naruto conservara esa duda.


-Muchísimo- le reiteró besándole el dorso de las manos. Naruto volvió a besarlo mientras Itachi procedía a penetrarlo despacio, tomándose el tiempo necesario para evitar lastimarlo. Afortunadamente la mayoría de los encargados de custodiar esa ala del instituto, se habían ausentado a una junta general, el resto estaban presentes en el patio, donde se suponía debían estar todos los pacientes, conviviendo con sus familiares. Hasta hacía unos minutos, él y Naruto estaban ahí, besándose y comentando trivialidades. Una cosa llevó a la otra, y Naruto le había asegurado que no habría nadie custodiando el piso superior de las habitaciones. Y así era.


-Ah...Itachi- lo tomó de la cadera y lo embistió lenta y profundamente, sintiendo su miembro ser apresado en las calientes paredes internas. Se mordió el labio y fijó su mirada en Naruto. Este último abrió un ojo, le acarició la mejilla y lo besó dulcemente en los labios, incentivándolo a que continuara. Itachi lo penetró sobre la cama, lo hizo hasta desfallecer, hasta que la regularidad de sus arremetidas le produjo el certero orgasmo que culminó con ambos tendidos sobre el colchón, con la vista fija en el otro.


Hasta que...


**


Hasta que Naruto se incorporó de la cama, diciendo sentir un extraño dolor en la nuca. Kakashi encendió la luz de la recámara, miró atentamente la zona y reparó en los diminutos puntos rojizos. Ese día, Naruto había traído varios panecillos consigo. Dándole uno a Pakkun.


El perro se convulsionó al anochecer, murió al día siguiente con espuma en la boca, agitando la cola hasta el último momento, como si no estuviera consciente de lo que le pasaba. Como si estuviera...sedado.


Kakashi se había abstenido de contactar con nadie más por temor a lo que le sucedería a Naruto cuando lo encontraran. Sabía lo que el destino le deparaba después de ese trágico incidente, pero las suposiciones de que Naruto se hallaba mejor con Orochimaru, se hicieron añicos ese día...


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