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Demons por RLangdon

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Sintió la respiración en su cuello, aquel cálido aliento que lo hizo estremecer, cerrar los ojos con todas sus fuerzas y aferrarse aun más a Kakashi. Sin intención de voltear, no quería saber qué o quién era, solo sabía que algo estaba mal. Y su cuerpo no resistió mucho el exceso de adrenalina al que estaba siendo sometido. Su respiración se entrecortó, comenzó a hiperventilar y entonces…nada.

Despertó inhalando una gran bocanada de aire. La sensación de asfixia se había ido. Fue cuando Naruto miró en todas direcciones, percatándose de encontrarse nuevamente en la casa de Orochimaru, dentro del diván destinado para él.

Su frente estaba perlada en sudor y le ardía la garganta. Naruto pasó saliva y lentamente se dejo caer, relajando cada fibra de su sensible cuerpo. Movió lentamente su muñeca y un descubrimiento lo hizo volver a levantarse.

Naruto notó confundido como unas cicatrices le recorrían el antebrazo. Palpó con su dedo índice las heridas, pero no hubo sensación alguna de dolor, solo la aspereza en su piel era perceptible ante la súbita caricia. Cerró los ojos y forzó a su memoria a recordar lo sucedido.

Aquello debía ser…

No. No.

Sacudió rápidamente la cabeza y se agitó al verse a sí mismo, siendo sujetado por varios hombres de bata blanca y gruesos anteojos, todos ellos tratando de retenerlo, evitando que escapara, que continuara corriendo por el pasillo rumbo a la salida, a su libertad.

Y entonces…nudos, correas en sus brazos y piernas.

Lentamente abrió los párpados, y afligido, salió de la cama. Lo primero que hizo Naruto al encontrarse totalmente espabilado, fue ducharse. Disfrutó de un baño caliente como no había hecho en meses. Casi una hora duró contemplando aquellas marcas permanentes en su brazo.

Después de secarse y vestirse, se dirigió al comedor. Orochimaru lo esperaba sentado a la mesa, picoteando con un tenedor lo que parecían ser waffles. Naruto contuvo el saludo cuando el dulce aroma se filtró en sus fosas nasales. Tenía hambre, y mucha.

-Buen día- saludó Orochimaru, sin retirar la vista de su plato. Naruto devolvió el saludo, un poco más cohibido ante la seriedad del hombre. -¿Has dormido bien?- la pregunta provocó un momentáneo silencio cuando Naruto creyó reconocer cierto dejo de burla en el tono. Quizá estaba paranoico.

-Yo...eh- se rascó la mejilla con nerviosismo, sin saber si decir lo que había presenciado el día anterior. Tenía miedo de que todo fuera una farsa de nuevo y quedar como un demente frente a Orochimaru. –Sí, gracias- se mordió la lengua para no agregar nada más.

-Me alegra- comentó Orochimaru, poniéndose de pie para lavar su plato. –Por favor siéntate, enseguida te sirvo el desayuno.

-No es necesario- se negó Naruto, yendo él mismo a la cocina. –Yo puedo hacerlo, de veras.

-Siéntate.

Ante la orden, Naruto solo atinó a parpadear. De pronto sentía que el ambiente hogareño se había esfumado, dejando cierta hostilidad en su lugar. No entendía la razón del agravio, ¿había hecho algo malo?

Jugueteó ansioso con los dedos al hallarse frente a la mesa y su impaciencia se acrecentó cuando Orochimaru habló nuevamente.

-Creí haberte pedido no entrar a las habitaciones superiores.

Una punzada de dolor en la cabeza y Naruto recordó vagamente lo ocurrido. El libro, su desobediencia. Todo había sido real, ¿y él?, ¿Kakashi?

-Ah, realmente entiendo tu curiosidad. Pero tengo que recordarte que estás en casa ajena.

-Lo siento mucho. No volverá a ocurrir, lo prometo- agachó la cabeza a modo de disculpa y una porción con tres panes y miel de colmena le fue colocado delante.

-A veces las promesas son inválidas- siseó Orochimaru en su oído. Naruto permaneció inmóvil, sintiendo rígidos los músculos de su cuerpo. –Sin embargo, he dicho que te comprendía. Después de todo yo también tuve tu edad. La ansia de conocimiento…disfruta tu comida- concluyó apartándose de la mesa.

-Ero Sennin- musitó Naruto, tomando el tenedor junto al plato. -¿Vendrá pronto, cierto?- preguntó más inquieto que antes, mirando detenidamente el delicioso pan esponjoso. Orochimaru suspiró contrariado y Naruto temió lo peor.

-No quería agobiarte tan pronto pero no me gustan las mentiras.

-¿Vendrá?- insistió Naruto, resistiendo el impulso de levantarse. Se lo había prometido, había dicho que solo unas semanas…

-Por supuesto que vendrá- afirmó Orochimaru, apoyándose en el barandal de las escaleras. Una sonrisa viperina surcó sus labios. –No obstante, demorara un par de semanas más. Me ha comentado en una llamada los múltiples problemas que se han suscitado tras tu salida de…- calló cuando Naruto bajó la mirada, dolido por aquella afirmación que prolongaría su ausencia en ese lugar. –Esta es tu casa por lo pronto, Naruto kun.

-Gracias- dio un pequeño mordisco pero le costó pasar el alimento. Su garganta se había obstruido por un nudo imaginario. Realmente quería irse de ahí pronto. -¿Puedo llamarlo?

-Me temo que no será posible- negó Orochimaru, dejando de sonreír de forma repentina. –Veras, me ha pedido explícitamente que no realice ninguna llamada que no sea de emergencia. Las cosas marchan tensas en el hospital, tenemos que evitar pormenores o sospechas. Me ha dado su palabra de llamar dentro de unos días, cuando eso ocurra, me aseguraré de pasarte la llamada.

Naruto asintió, entre aliviado y frustrado de tener que permanecer más tiempo a la deriva, en medio de la nada. Se sentía retenido nuevamente, por momentos experimentaba unas ganas enormes de salir corriendo, perderse, quizá buscar alguna salida…pero no lo haría, se lo había prometido a Ero Sennin. Él se había arriesgado para sacarlo de aquel horrible lugar, no podía hacerle eso, no podía simplemente desaparecer y darle más preocupaciones a la única persona que había visto por él en ese tiempo.

-Oh, ahora que lo recuerdo- la voz de Orochimaru atrajo nuevamente su atención. Naruto lo observó sacar un par de gruesos libros de la portezuela junto a la escalinata, después sacó una libreta y un par de bolígrafos. –Puesto que te quedaras más tiempo, sería apropiado que te inculcaras un poco, ¿Qué opinas?

La idea en sí no le agradaba a Naruto en lo mas mínimo, pero sabía que no tenía muchas alternativas en ese lugar, si no quería morir de aburrimiento o desesperación, debería empezar a adaptarse a una rutina.

-¿Usted me enseñara?- quiso saber. Sin embargo y para su sorpresa, Orochimaru negó con la cabeza.

-Me temo que no soy un buen instructor. Ah, pero Kakashi Hatake, él nos proporcionara ese favor. Da clases en una aldea no muy lejana de aquí. Por supuesto no podemos exponerte de ese modo. Así que le pediré personalmente que sea tu profesor particular. Un par de horas diarias ayudaran.

Cuando Orochimaru terminó de hablar, Naruto aun continuaba ensimismado, aferrando el mantel de la mesa con sus manos, sus facciones se tensaron al reparar en el nombre y sobre todas las cosas, en un hecho en particular…no había soñado, todo había sido real. Tuvo relaciones con un profesor desconocido y además volvería a verlo ¿Cuánto más podían empeorar las cosas?

-Un momento,…él, ¿vive cerca?- se aventuró preguntar.

-Un par de metros cruzando el pastizal lateral. Te llevaré para evitar que te pierdas.
**

El resplandeciente sol lo recibió al salir de la casa. Naruto extendió los brazos y permitió que los rayos solares le dieran de lleno, transmitiéndole esa sensación de calidez que tanto adoraba. Dio un par de vueltas en esa posición y dejó de hacerlo cuando visualizó a Orochimaru cerca.

Naruto entrecerró los ojos y uso su brazo para cubrirse del sol y poder mirar mejor a la lejanía. Desde ahí era complicado ver la casa de Hiruzen.

-Ayer conocí a alguien- comentó con una sutil sonrisa. Orochimaru lo miró extrañado antes de devolverle el gesto.

-Ah sí, ¿a quién? No se ve gente a menudo por esta ruta.

-Pero está cerca de aquí- lo contradijo Naruto, señalando hacia el frondoso árbol que le impedía ver mas allá. –Hiruzen, ¿ustedes son amigos, no es así?

Naruto se arrepintió poco después de haberlo dicho. El semblante de Orochimaru se contrajo en una mueca indescifrable, y la palidez se incrementó en su rostro, casi horrorizado de escucharlo decir aquello.

-Se hace tarde- pasaron varios segundos antes de que Orochimaru volviera a decir algo. Naruto se balanceó nervioso sobre sus talones, sintiéndose extraño por el brusco cambio de tema. Había dicho algo indebido y apenas se daba cuenta de ello, tal vez no eran amigos como pensaba, y de ser así, acababa de cometer un error.

Siguió en silencio a Orochimaru entre la hierba alta que se extendía indeterminadamente. Naruto se quejó por lo bajo cuando unas espinas le rozaron el rostro. Algunas gotas de sangre se deslizaron por su mejilla. La piel le palpitó de dolor pero se forzó a no detenerse o de lo contrario, en realidad se perdería.

-He recordado que tengo un asunto pendiente- masculló Orochimaru fríamente, deteniéndose de repente. Naruto lo imitó y se dio cuenta que faltaban solo unos pasos para salir del pastizal. –A partir de aquí es fácil llegar. Sigue derecho. Volveré por ti más tarde, si se rehúsa, seré yo tu mentor.

Por alguna razón, Naruto se incomodó por el cambio de actitud en el amigo de Jiraiya. Orochimaru ni siquiera lo miró al adentrarse nuevamente en el pastizal.

-De acuerdo.

Todo sucedió tan rápido que Naruto apenas si tuvo tiempo de asimilarlo. Cerró los ojos fuertemente al sentir la lamida del desconocido que acababa de darle alcance.

-Es tibia…

Naruto dio varios traspiés antes de caer de espaldas sobre la hierba. Retrocedió con ayuda de sus piernas, internándose en la maleza y sujetándose la mejilla, su corazón latía desenfrenadamente, pero se negaba a levantar la mirada.

Pronto la tela oscura apareció en su campo de visión. Naruto apenas miró un poco hacia arriba para corroborar que se trataba de una capa, no negra en su totalidad sino con un extraño estampado de nubes rojizas. Siguió recorriendo con la mirada al desconocido, ascendiendo con temor otro poco.

Miró entonces las uñas pintadas de negro. El dedo anular de la mano derecha portaba un anillo.

"Depravado" pensó al rememorar la atrevida lamida en su mejilla.

-¿Es temor acaso lo que te impide mirarme a los ojos?- inquirió la voz grave del sujeto. Naruto hincó las uñas en la tierra, sabía que podía correr y adentrarse en la maleza pero su sentido de la orientación no estaba funcionando muy bien. Se perdería irremediablemente y todo sería peor. Podía pedir ayuda pero era poco probable que alguien lo escuchara a esa distancia.

¿Qué quería aquel extraño?, ¿Por qué los había seguido hasta ahí?

-¿Quién eres?- la voz le tembló al preguntar. Contrario a la respuesta verbal que Naruto esperaba, el níveo brazo se alargó hacia él cuando el desconocido se puso de cuclillas para ayudarlo a levantarse.

Las oscuras pupilas lo miraron fijamente. Dos abismos carentes de emoción alguna. Naruto pestañeó abrumado, la resistencia que trató de poner, flaqueó de inmediato. Como si estuviera siendo atraído de algún modo al peligro. Estúpidamente aceptó la ayuda y se levantó con tanta lentitud que, le dio tiempo de analizar detenidamente cada rasgo del joven. Alto, de nívea piel, sus largas pestañas y el oscuro cabello atado en una coleta baja. Indiscutiblemente era apuesto.

-¿No escuchaste cuando te llame anoche?

Las pupilas azules se dilataron cuando el vestigio de un recuerdo se hizo presente, cual relámpago en medio de la llovizna. Un recuerdo que no estaba ahí pero que ahora había aparecido, haciendo dudar de la veracidad de esas imágenes fugaces que se le presentaban. Era él mismo recostado en la cama, durmiendo. Antes de que los insistentes ruidos en la ventana lo despertaran. Era como el aleteo de un animal que, Naruto adjudicó con alguna rama chocando contra el cristal.

-¿Qué eres?- cambió su pregunta, retrocediendo otro paso. Se arañó con fuerza la mejilla para verificar que no estuviera soñando pero el dolor agudo que experimentó fue tan real como el quejido que profirió al mismo tiempo.

-Itachi… Uchiha.

Cuando Naruto quiso darse cuenta de lo que pretendía el muchacho al aproximarse hacia él, ya era tarde. Sus labios sintieron la frialdad de los ajenos. Mantuvo los ojos bien abiertos y trató de alejarse del beso forzado, pero Itachi lo mantenía firmemente sujeto de los brazos, obligándolo a quedarse en esa posición, quería que le correspondiera.

Un par de gotas salinas se deslizaron por su mejilla, dejando el húmedo recorrido en ellas y un ardor apenas perceptible. Naruto temía, pero al mismo tiempo una fuerza misteriosa lo instaba a corresponder, a hacer lo que Itachi Uchiha quería, sucumbir momentáneamente a sus deseos para no salir herido.

Naruto imitó despacio los movimientos labiales del atractivo muchacho. Cada vez que quería comprender algo, le resultaba aun más imposible hacerlo. Sentía las piernas temblarle, pero sabía que no iba a caer por el firme agarre en que lo tenía.

Orochimaru… ¿Por qué se había ido? ¿Por qué lo dejo solo? …eso no estaría pasando de estar él presente.

Aun reacio a cooperar, Naruto apretó los labios, impidiéndole el paso a la lengua de Itachi. Su poca fuerza de voluntad aún estaba presente, se desvanecía, pero seguía ahí, y se valdría de ella.

Las uñas del joven se hincaron en sus hombros con fuerza, un gesto de dolor se extendió por sus facciones. Eran como dagas atravesándole la piel, hiriéndolo, cada vez le era más difícil mantenerse así.

Lentamente fue cediendo, separando de a poco los labios, furioso consigo mismo por la poca resistencia al dolor que poseía. Naruto abrió la boca para dejar escapar un gemido de dolor, el agarre en sus hombros finalmente se esfumó. Los brazos se enredaron esta vez en su nuca y le lengua entró de golpe hasta el fondo, sin darle tiempo a intentar cualquier cosa.

Naruto sintió la lengua restregarse sobre la suya, masajeándola con bruscos movimientos, instándole a corresponder de nuevo.

¿Por qué era tan débil?, ¿Por qué no podía oponerse a él?

¿Por qué de pronto le gustaba el beso?

Las preguntas seguían suscitándose una tras otra pero Naruto no se movió un ápice, ni buscó la respuesta, solamente se planteó las interrogantes y supuso que tendría que empezar a pedir ayuda de algún modo. Su lengua se unió a la ajena en aquel juego por el dominio del beso.

Contrario a los movimientos bruscos de Itachi, los de Naruto eran lentos, suaves, forzados, pese a estarlo disfrutando.

-¿Ocurre algo?, me pareció oír ruidos- la voz de Kakashi hizo que Naruto se petrificara. Abrió los ojos de golpe, e Itachi finalmente lo soltó, profiriendo un monosílabo de disgusto al hacerlo


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