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Frozen heart. por RLangdon

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Naruto yacía recostado sobre el sofá de la sala. Con su mirada azulada fija en la pantalla del televisor mientras cambiaba constantemente los canales con el control remoto.

-Aburrido, aburrido- musitaba de vez en vez, sin detenerse a observar más de diez segundos para después volver a cambiar de canal. Su padre no tardaría en llegar para la cena y aunque había intentado esperarlo, terminó preparándose una sopa instantánea para apaciguar el hambre.

El hecho de que su madre se fuera a vivir con otro hombre hace apenas cuatro meses lo hacían sentir extraño, un tanto nostálgico por la separación de sus padres. Aunque si bien sus dos progenitores quedaron en buenos términos, aun se sentía incapaz de mirar a su madre cuando ella iba a visitarlo cada cierto tiempo a su casa, primero lo hacía dos veces por semana, empleando el sábado y domingo para pasar tiempo con él, en cambio, el último mes solo acudía una vez por semana y en cierta forma, Naruto agradecía que fuera así.

Ya no estaba tan resentido con ella por haberlos abandonado (a él y a su padre), quien había llorado casi a diario desde la partida de su esposa. Simplemente se sentía abrumado, y quizás…decepcionado.

Kakashi era el nombre de aquel maldito que su madre amaba. Lo había escuchado de los propios labios de la pelirroja la misma tarde que decidiera hacer sus maletas y marcharse para hacer su vida aparte, cansada del desapego de su marido.

Difícil fue elegir con cuál de los dos quedarse, y es que para evitarse todo tipo de peleas y trámites innecesarios (ajenos al divorcio), prefirieron darle a escoger a Naruto con quien quería quedarse. Lo había meditado durante dos días, optando finalmente por quedarse con su padre, quien, devastado, lo miraba suplicante el día que les anunció su decisión.

Los amaba a ambos por igual, sin embargo. Naruto no deseaba ver sufrir más a su padre, él no tenía a nadie más consigo, su madre si, aunque fuera un canalla por haberse entrometido en la relación que duró indemne por casi quince años, justamente su edad.

-Naruto- escuchó la voz de su padre en la entrada principal. Con mucha rapidez, apagó el televisor. Algunas golosinas aun estaban rezagadas en el suelo.

-Rayos- se puso de rodillas para juntar cualquier rastro de dulce presente. A Minato no le gustaba en lo mas mínimo que comiera golosinas por la noche.

Después de guardar las envolturas bajo la almohada del sofá, se encaminó sonriente al comedor, donde un joven rubio de ojos celestes lo esperaba, analizando con detenimiento cierto cuadro en particular, donde se apreciaba Naruto en los brazos de su madre cuando apenas era un niño. Al situar la mirada en el adolescente, no pudo evitar sentir entre aflicción y orgullo, su pequeño había crecido mucho, aunque le faltaba madurar mas, sus facciones estaban más definidas, además se asemejaba mas a él que a su madre, lo cual alimentaba su ego.

Naruto estiró los brazos para desentumirse, llevaba cerca de una hora frente al televisor sin ver nada realmente. El único programa que le gustaba lo trasmitían por la tarde.

-Nueve treinta- infló las mejillas el rubio menor. Indicándole el reloj de pared cerca del cuadro con la fotografía de él. Minato le sonrió cálidamente, nunca solía demorar más de veinte minutos en regresar a su casa. Después de que su esposa se mudara, se había atado al trabajo para evitar deprimirse por lo ocurrido, se culpaba día y noche de que la mujer a la que por tantos años amó se fuera de su lado para vivir con alguien más, ese "alguien" poseía una cabellera plateada y era cinco años menor que él.

-Lo lamento, hijo- alborotó el cabello dorado para seguir de largo hasta la cocina.

-Menos mal que cené- comentó Naruto al no ver señales de la supuesta pizza que su padre llevaría para la cena.

-Mañana no tienes clases- recordó Minato al tiempo que se dejaba caer con pesadez sobre la silla. Naruto se sentó frente a él, asintiendo con la cabeza. –Quiero llevarte al trabajo conmigo- una sonrisa encantadora se ensanchó en sus labios. –Me gustaría presentarte a alguien…

-¡No!- los puños de Naruto se estrellaron sobre la mesa de inmediato. Ahora que sabía que rumbo estaba tomando la conversación no deseaba saber nada más. Las últimas noches Minato llegaba mas tarde de lo normal, y Naruto se había percatado del aroma de cierto perfume de rosas impregnado en la camisa blanca del adulto. Estaba saliendo con alguien más.

-Sé que es algo pronto para que empiece a tener citas- el tono de voz que empleó Minato fue suave, consciente de lo difícil que seria para Naruto verlo junto a alguien que no fuera su madre. No obstante, estaba cansado, triste de recordarla cada noche mientras él seguía sufriendo por ella.

-¡Si lo sabes ¿Por qué lo haces?!- casi gritó Naruto, mirándolo con molestia. Minato entonces dejo de sonreír.

-Porque ella no regresara conmigo- Naruto cerró los ojos, aquello era cierto. La relación estaba destrozada pero aun guardaba la esperanza de que se reconciliaran algún día, y si su padre salía con alguien más, las probabilidades se iban a pique.

-¿Aun la extrañas?- preguntó el menor al borde de las lagrimas. Minato le devolvió una mirada seria, tranquila a pesar del sentimiento de soledad que lo agobiaba.

-Mucho- respondió con sinceridad. Naruto se acercó a él para rodearlo con ambos brazos.

-¿Cómo es… ella?- quiso saber.

-Prefiero presentártela, si es que me lo permites- las cejas de Naruto se contrajeron pero enseguida relajó sus músculos faciales. Su padre también merecía ser feliz al lado de alguien más, y él no era nadie para impedírselo.

-Está bien- aceptó en un sonoro suspiro. Minato sonrió satisfecho y aliviado de que Naruto no se molestara aun más con él por no habérselo dicho antes, aunque suponía que el menor ya sabía algo, o al menos sospechaba.
*

Naruto miraba fastidiado el edificio frente a él. Se sentía nervioso de acudir a la oficina de su padre, no era la primera vez que lo hacía pero ahora había un motivo más serio de por medio, y era conocer a la nueva pareja de su padre.

-Vamos- le instó Minato una vez que entraron al lugar. Naruto pasó de largo hasta los ascensores y antes de que el mayor pudiera alcanzarlo, oprimió uno de los botones para que las puertas se cerraran. Sacó la lengua al ver a Minato correr hacia el elevador sin éxito alguno, las puertas se habían cerrado.

-Naruto…- negó con la cabeza reprobatoriamente, las bromas de su hijo terminarían con su paciencia algún día.

Una vez que las puertas se abrieron en el tercer piso, Naruto sonrió divertido. Se aproximó hacia uno de los cubículos, donde un hombre mayor de cabello rojo, vestido con un traje negro de etiqueta sostenía el teléfono. Recorrió el escritorio con la mirada y en cuanto divisó lo que buscaba, su ánimo se avivó aun más.

El adulto colgó el teléfono, dejando escapar un suspiro poco después. Observó el tazón de cristal y alargó su mano para sacar un caramelo.

-¡Matanga dijo la changa!- sonrió Naruto, arrebatándole el caramelo de las manos. El hombre contempló en silencio al chico rubio que le había quitado el último chocolate importado. Apretó la quijada y volvió la vista hacia el elevador que recién abría sus puertas para que el mayor de los rubios entrara.

-¡Minato!- exclamó sumamente enojado, el aludido pasó saliva, intuyendo a que se debía la llamada de atención de su jefe. Naruto cruzó los brazos detrás de su nuca mientras observaba por uno de los ventanales.

-Naruto, quiero que te disculpes ya mismo- lo reprendió Minato a sus espaldas. Naruto se dio la vuelta, topándose con el mismo sujeto amargado al que le encantaba gastarle bromas cuando se presentaba al trabajo de su padre.

-Lo lamento…- musitó con fingido arrepentimiento. El adulto lo miró altivo.

-¿Lamentas qué?- lo alentó Minato a continuar al reparar en la expresión inconforme de su jefe.

-Lamento que no hubiera más chocolates porque estaba muy rico- Naruto rió por lo bajo, recibiendo un golpe en la nuca de parte de su padre. –"Me dolió"- se quejó, sobándose la nuca.

-Disculpe el inconveniente- Minato hizo una leve reverencia a modo de disculpa, Naruto por su lado frunció los labios al percatarse de la seria mirada del pelirrojo. Ese tipo no le agradaba para nada, sería muy hipócrita si le hablaba.

-Solo mantenlo alejado de mi- advirtió, devolviéndose sobre sus pasos. Naruto se encogió de hombros cuando Minato lo encaró.

-Tú tienes la culpa por traerme- se excusó con simpleza.

Minato aspiró profundo.

-Es el padre de Temari- informó calmadamente. La sonrisa de Naruto se desvaneció.

-¡Ese viejo es…!- sin darse cuenta alzó la voz pero antes de que pudiera seguir hablando, Minato cubrió sus labios con la mano antes de que llamara la atención del resto de trabajadores que atendían los teléfonos.

-Fue gracias a él que la conocí- admitió el mayor, retirando lentamente su mano de la boca de Naruto, el cual asintió despacio, tratando de asimilar la situación. Su padre salía con la hija de su jefe, tenía que ser una broma.

-Es ocho años menor que yo- continuó Minato, avanzando hacia su despacho. Naruto aun creía que se trataba de una broma. ¿Su padre saliendo con una chica menor que él?

No, si antes le pareció incorrecto ahora le resultaba ridículo.

-Ella es…- Minato calló al ver a la joven rubia cruzar la puerta. –Temari- agregó apenado. Naruto se giró sobre sus tobillos para ver a la traidora que se había ligado a su papá. Frunció los labios con desdén mientras la analizaba.

-¿Qué tanto ves?- inquirió Temari, incomoda ante la inquisitiva mirada del otro. Naruto rodó los ojos ante la pregunta.

-Lo fea que te… ¡auch!- volvió a quejarse al recibir un golpe sobre su hombro, cortesía de su progenitor.

De acuerdo, la chica era guapa. Ojos verdes adornados por pestañas tupidas. Llevaba un vestido blanco muy corto que dejaba al descubierto sus largas y delgadas piernas.

-Así que este es tu hijo- sonrió ladina, sacudiendo el abanico frente a su rostro para después dejarlo sobre la mesa, centrándose en el apuesto rubio tras el escritorio.

-Naruto, Naruto Namikaze- añadió poco después. Temari se contagió de aquella hermosa sonrisa, el parecido entre los dos era inmenso aunque Naruto se mostraba mucho más infantil para su edad.

-Bien, puedo suponer que ya sabes mi nombre- se dirigió a Naruto, quien, un tanto cohibido asintió en ademan. –Si te soy sincera, no me agradan los niños- se inclinó para susurrar en su oído. Las mejillas de Minato ardieron al reparar en el escote de la chica. –Pero tratare de llevarme bien contigo- Naruto exhaló con fuerza, bien, la presentación había terminado, ahora podría largarse a su casa a perder el tiempo en los videojuegos o podría llamar a Kiba para tener un partido amistoso de básquet.

-Fue un gusto conocerte- y sin esperar ni escuchar una sola palabra de lo que decía su padre, se dirigió a la salida pero antes de que lograra salir, se estampó con alguien que recién ingresaba. –Rayos- se sobó la nariz, con los ojos cerrados. –Lo siento mucho- se apresuró a disculparse antes de que su padre pudiera salir perjudicado por sus actos. Al no escuchar contestación, alzó la mirada. Unos sombríos ojos aguamarina lo observaron atento.

El desaliñado cabello rojizo se le antojó similar al fuego. Las pronunciadas ojeras resaltaban del níveo rostro del muchacho. Por un instante su corazón dejo de latir, esa mirada penetrante parecía ver a través de él. Examinando con minuciosidad su rostro, memorizando cada detalle.

Y el extraño siguió su camino, con los brazos cruzados sobre su pecho. Naruto lo miró doblar en una de las esquinas del pasillo y pese a sentir la urgente necesidad de seguirlo para preguntarle su nombre, no lo hizo.
*

Una semana después, Naruto volvió a presentarse en la oficina de su padre. Se había olvidado por completo de lo acontecido unos días atrás, y ahora la única razón por la que se presentaba era para pedirle permiso al mayor para salir con unos amigos. Minato ya no se limitaba a ocultar su relación con aquella joven de ojos verdes, e incluso una vez la había llevado a comer a su casa.

Naruto recordaba haber sido golpeado con el abanico de Temari luego de que le comentara lo extraña que se veía con el cabello suelto.

-Por favor, solo serán unas horas- pedía el rubio, juntando ambas manos en pose de suplica. Minato volvió a negar.

-No has mejorado tus calificaciones- dijo con simpleza. Sin retirar la mirada del teclado. Naruto rodeó el escritorio.

-Hinata prometió ayudarme con matemáticas- picó las mejillas del adulto para llamar su atención.

-He dicho que no- refutó Minato. Apartando las manos del menor.

-Al menos…- pero no pudo terminar la frase cuando su mirada se cruzó accidentalmente con aquellos ojos aguamarina que había visto la semana pasada. De pie, junto a la puerta, yacía recargado el serio muchacho de cabello rojo, esta vez vestía un elegante traje en tono carmesí que acentuaba aun mas su mirada, fría como el hielo, totalmente inexpresiva, distante.

-El informe- comentó lacónico el pelirrojo. Minato se levantó de súbito para entregarle la carpeta beige de una de las gavetas.

-Naruto, te presento a Gaara, el hermano de Temari- sonrió Minato, dirigiéndose al chico que, perplejo, miraba al imponente muchacho. Recordaba haber escuchado a Temari hablar sobre su hermano en aquella cena improvisada pero jamás consideró la idea de que "ese" muchacho fuera su hermano. Solo los rasgos faciales eran idénticos ahora que lo observaba con más detenimiento.

Gaara tomó la carpeta, mirando de soslayo a Naruto. Sin demostrar mayor interés, salió de la oficina, altivo y con la misma gélida mirada.

Cualquier persona que se detuviera a observar a Gaara, concluiría de inmediato y sin chistar que el muchacho era un arrogante e insensible. Esa misma impresión había tenido Naruto en los siguientes encuentros casuales con el muchacho.

La relación de su padre con Temari se fortalecía cada día mas, a pesar de la diferencia de edades, parecían congeniar bastante bien. Ya tenía una excusa para presentarse a menudo en la oficina de su padre, y aunque (muy posiblemente) Temari sospechara al respecto, no le importaba en lo absoluto.

Aquel muchacho le intrigaba demasiado. Quería conocerlo y al mismo tiempo descubrir lo que ocultaba tras esa gélida faceta

Gaara hablaba muy poco y lo hacía de manera forzada las primeras veces que trató de entablar una conversación con él. Siempre empleaba monosílabos como respuestas y de vez en cuando se encogía de hombros cuando le preguntaba sobre asuntos más personales. Naruto no se reprimía en nada al momento de estar con él y a Gaara no parecía importarle mucho el que quisiera inmiscuirse al cuestionarle sobre su vida privada.

Que si tenía amigos, que si tenía pareja, que si sabía cómo sonreír…

Con el transcurso de los días, ambos se volvieron muy unidos. Siendo Gaara el mejor amigo de Naruto y viceversa. El pelirrojo era tres años mayor que él, y sin embargo ya era lo suficientemente apto y maduro para ayudar a su padre a dirigir la empresa. A Naruto le asombraba la sencillez con la que Gaara se desenvolvía en el ámbito laboral, aunque en ocasiones se aburría de tener que esperarlo en la oficina para poder salir a algún parque o a comer ramen en la minoría de las veces, ya que a Gaara no le gustaba mucho frecuentar lugares públicos, y si aceptaba, lo hacía por él y solo por él.

Gaara era un completo asocial, le desagradaba relacionarse con otras personas y usualmente lo hacía de manera forzada en el trabajo, órdenes de su padre.

Naruto se acercó silenciosamente hacia el tazón de cristal que reposaba sobre la mesa de caoba dentro de uno de los cubículos. Estaba a punto de tomar un dulce cuando sintió la firme mano posarse sobre su hombro, sobresaltándolo de inmediato.

-Rayos, Gaara no vuelvas a hacer eso- se sujetó el pecho, sintiendo el acelerado latido de su corazón. El pelirrojo lo miró inexpresivo cuando tomó una paleta y se dispuso a quitarle la envoltura.

Alzó su mano en señal de desaprobación en cuanto Naruto le extendió el tazón para que tomara uno. Naruto solía olvidarse que a Gaara no le gustaban los dulces.

-Tardaré una hora más- avisó Gaara con voz grave. Naruto hizo un puchero al escucharlo. Suspiró derrotado, encaminándose a una de las sillas para esperarlo. Odiaba permanecer tanto tiempo ahí dentro, especialmente porque su padre lo había estado cuestionando últimamente sobre Gaara y su extraña relación. ¿Relación?

Claro, de amistad. Se sentía atraído por el pelirrojo pero estaba consciente del carácter del muchacho, más no así de su orientación sexual. Gaara no tenía pareja, o al menos eso le había comentado, y por vez primera decidió no profundizar en el tema. No quería saber que a Gaara le gustaban las chicas, el pelirrojo rara vez se relacionaba con alguien y pese a ser amigos no se atrevía a preguntarle lo que tanto ansiaba desde hacía dos meses.

No quería arriesgarse a perder una valiosa amistad. Además ambos se comprendían perfectamente. Gaara había pérdido a su madre desde pequeño y él ya no tenía a la suya consigo. Había dejado de visitarlo completamente, ni siquiera llamaba, y él ya no se molestaba en preguntar por ella.

El rubio bostezó mientras trataba de acomodar su cuerpo a lo largo de las sillas, usándolas como cama, antes de que pudiera cerrar los ojos, escuchó una voz familiar preguntando por él, seguida de la contestación de su padre.

Confundido, se levantó de su lugar. El moreno se dirigió lentamente hacia él, con ambas manos dentro de los bolsillos y aquella sonrisa cínica enmarcando su rostro.

-Sasuke- murmuró secamente, clavando su mirada en el serio muchacho.

-Rompí con Sakura- expresó prontamente el moreno, ampliando su sonrisa al ver la inminente molestia reflejada en los ojos azules. -Ahora puedo salir contigo.

-¿Cómo me encontraste?- preguntó Naruto con fastidio. Sasuke se encogió de hombros.

-Tus amigos son muy bocones, al igual que tú- agregó con una tenue sonrisa.

Naruto apretó sus puños con fuerza. Sasuke le gustaba desde la primaria, lo admiraba por su inteligencia, le gustaba competir con él aunque siempre terminara perdiendo, lo hacía con la finalidad de pasar más tiempo a su lado. Y el día que se lo dijo…

-¿Qué era lo que querías decirme?- preguntó el muchacho de cabello negro, mientras reposaba su espalda contra el tronco de un árbol. Naruto jugó nervioso con sus dedos, sus mejillas estaban tenuemente ruborizadas pero optó por confesárselo de una vez.

-Tú me… ¡me gustas, Sasuke!- admitió en voz alta, cubriéndose los labios poco después de decirlo. El moreno lo observó con una sonrisa burlona mientras Naruto esperaba alguna respuesta, lo que fuera, no importaba si era un no, o que solo fueran amigos, solo… necesitaba saberlo.

-Ni muerto andaría con un perdedor como tu- masculló Sasuke recobrando la seriedad en su semblante. Naruto bajó la mirada, esperando que aceptara su amistad como lo había hecho hasta ese momento…y sin embargo…

Su amistad se había roto.

Era por ese mismo motivo que no deseaba decírselo a Gaara.

-No lo creo- sonrió Naruto con autosuficiencia. Las cejas del moreno se arquearon.

-Aun estas sentido porque…

-No me importas más, Sasuke- admitió con un gesto zorruno, apoyando sus brazos sobre el respaldo de la silla mientras observaba al orgulloso muchacho.

-¿Estás seguro?- musitó, aparentemente indiferente. Naruto movió la cabeza de arriba hacia abajo, afirmando su respuesta.

-Mientes- Sasuke arrugó las cejas para sorpresa del rubio, quien, simplemente ladeó la cabeza.

-No tengo porque mentirte Sasuke, yo…

-Naruto- lo llamó el pelirrojo con monotonía traspasando su tono de voz. El susodicho parpadeó al ver el rostro inquisitivo de Gaara. -¿Quién es…?

-Sasuke Uchiha- se presentó el moreno, frunciendo el ceño al darse la vuelta.

Naruto sonrió con nerviosismo.

-Este idiota es…

-Su mejor amigo- expuso Sasuke sin apartar la mirada del pelirrojo, el cual simplemente analizó al intruso. Las palabras calaron hondo en su pecho.

Su mejor amigo…

Se suponía que ellos eran mejores amigos. Naruto siempre se mostraba sumiso con él, Naruto solo salía con él.

-¿Aceptas mi oferta entonces?- se volvió Sasuke hacia el rubio, tomándolo del cuello de la camisa para acercarlo a su rostro. Naruto se removió incómodo, tratando de apartarse.

-No, Sasuke- cerró los ojos, esperando el forzado beso que nunca llegó.

Lentamente abrió los ojos para ver como Gaara sostenía a Sasuke de la camisa, apenas unos centímetros arriba del suelo, con su fría y penetrante mirada fija en el moreno, el cual se limitó a mirarlo de la misma manera.

-¿No lo escuchaste?- Gaara entrecerró los ojos, su mano se empuñó casi por inercia.

-Suéltalo Gaara- pidió Naruto en un hilo de voz. Aunque Sasuke ya no fuera su amigo seguía importándole y no quería verlos pelear a ambos.

-Ya escuchaste- sonrió Sasuke ante el rostro de incredulidad de Gaara. –Aun le preocupo.

"Me preocupas Gaara"… esa frase solía decírsela Naruto cuando salían a caminar a algún parque cercano. Ambos, solo ellos dos, y Naruto le expresaba lo abrumado que se sentía por las pocas horas que dormía.

Gaara sujetó su cabeza con ambas manos al soltar al pelinegro, confundido ante su reacción.

-Lárgate- Naruto señaló la salida. Sasuke entreabrió los labios, dispuesto a agregar algo mas, sin embargo su mirada se detuvo en el padre de Naruto, quien, ajeno a la conversación de afuera, se disponía a guardar sus cosas en el portafolio.

-Admítelo…te gusto- sentenció Sasuke antes de seguir su camino. Naruto se volvió hacia el pelirrojo, cuya expresión se había alterado considerablemente.

-Perdón- se lamentó en voz queda. Gaara alzó la mirada, las pupilas azules vibraron arrepentidas y él no lograba asimilar lo que le estaba pasando, apreciaba a Naruto, valoraba su amistad pero…aquel muchacho.

-Sasuke era mi amigo en la primaria- explicó Naruto, tomando aire para continuar. –Asistimos en el mismo salón pero ya no somos amigos- Gaara cruzó los brazos con renuencia sobre su pecho, escuchando atento lo que se le decía. –Es un bastardo y yo…

-Al fin terminé- Minato le palmeó la espalda al menor, quien, se giró sobresaltado para verlo.-Temari me está esperando en el estacionamiento- murmuró más alegre de lo normal. Naruto miró alternadamente a Gaara y a su padre, que no dejaba de hablar. El pelirrojo se alejó en silencio a su escritorio para continuar con su trabajo, mientras Naruto lo miraba absorto en sus pensamientos. -¿Qué dices?

-¿Eh?- pestañeó el menor, sacudiendo la cabeza. Minato inhaló cansinamente.

-Dije que Temari cenara con nosotros.

-Me parece bien, yo esperaré a Gaara. –fijó su mirada en el cubículo a unos metros de distancia. Minato se limitó a asentir. Estaba al tanto de la amistad de esos dos y le agradaba que Naruto se llevara bien con el muchacho. - Nos vemos después- volvió a sentarse, esta vez con ambos codos sobre sus piernas y su cabeza reposando sobre estas. Minato se encaminó al ascensor una vez que se despidió.

Los minutos transcurrieron cortos para Naruto pero decidió no presionar a Gaara ni mencionar nada más acerca de lo sucedido, al menos hasta que el pelirrojo se desocupara.

Cuando menos se percató de ello, el muchacho ya estaba frente a él, mirándolo expectante.

-¿Te gusta?- preguntó seriamente. Naruto lo contempló en silencio.

-¿Qué?- se puso de pie, confundido por la pregunta.

-¿Te gusta…él?- agregó con un sabor amargo en la boca.

-Me gustaba- se sinceró el rubio, temeroso de la expresión de Gaara. –Pero ahora me…

-¿Te preocupa su seguridad?- volvió a inquirir el pelirrojo, endureciendo la mirada. Naruto no supo qué responder. Sasuke lo había herido al grado de olvidar sus sentimientos por él, fueron amigos muy cercanos, mucho más de lo que actualmente era con Gaara, sin embargo, ese sentimiento que tenía por Gaara no estuvo presente cuando vio a Sasuke, solo habló sin pensar.

-Si- respondió en un murmullo. Gaara se dio la vuelta, dispuesto a marcharse, ni siquiera entendía el por qué de su enojo. –Me gustas, Gaara- admitió el rubio con un molesto nudo atravesándole la garganta. Ya lo había dicho y con ello, se arriesgaba a perder a su mejor amigo.

El pelirrojo se detuvo al escucharle. Le gustaba…le gustaba, ahí estaba la respuesta.

Y sin decir nada mas, se aproximó hacia el rubio, este cerró los ojos, esperando un golpe. En cambio la calidez envolvió sus labios. Las manos de Gaara lo sujetaron de la espalda para evitar que se alejara. Permaneció estático, tratando de comprender qué estaba pasando, eso significaba que Gaara también…

-Me gustas- jadeó el pelirrojo al romper el beso. Las orbes azules tintinearon al recibir un segundo beso en los labios, más brusco que el anterior pero igual de agradable y fogoso.

Sus labios se movieron con torpeza sobre los de Gaara. Con timidez, pasó sus brazos sobre los hombros del pelirrojo, sintiendo sus mejillas igual de calientes que sus labios. ¿Cuánto tiempo había esperado para decírselo?, ¿desde cuándo se empezó a fijar en él de esa manera?

No lo sabía y ya no tenía caso saber la respuesta. Era correspondido y era todo lo que importaba.

Después de separar un poco los labios, ambas lenguas se encontraron. Rozándose mutuamente con desesperación. Naruto rogó internamente porque nadie entrara en ese momento o estarían en serios problemas, en especial Gaara.

Ansioso, Gaara se separó del menor para tomarlo de las caderas y recostarlo sobre la mesa. Naruto no se opuso ni un poco, lo deseaba. Deseaba sentirlo, deseaba que Gaara lo penetrara, que lo besara, cualquier cosa menos que se apartara.

Sus pantalones le fueron casi arrancados por el pelirrojo. Naruto escuchó la tela rasgarse pero no quiso alzar la mirada. Se incorporó un poco para quitarse la playera.

Aun con la respiración agitada, Gaara se subió en el cuerpo del menor, colocando ambas piernas a los costados de sus caderas. Naruto lo observó atento cuando el pelirrojo se deshizo de su molesta playera.

Inconscientemente, sus dedos se situaron en el cinto de Gaara para retirarlo rápidamente.

Gaara se inclinó sobre el cuerpo de Naruto, acercando sus labios al oído del menor para lamer el lóbulo de su oído, excitándolo y despertando aun más el deseo en el rubio, quien, por su parte, acarició sobre la tela el miembro erecto del pelirrojo, moviendo con insistencia su mano de arriba abajo, deleitándose con los roncos gemidos que Gaara inútilmente trataba de ocultar.

Con mayor violencia, sus labios se estamparon. Las manos de Gaara lo sujetaron con firmeza de la nuca, empujando su lengua segundos después contra la húmeda y dulce cavidad. Gaara odiaba el dulce, pero ese sabor impreso en la saliva de Naruto era delicioso, quería más de él, necesitaba tener más de él.

Sumamente ruborizado, Naruto rozó la entrepierna del pelirrojo con su rodilla, moviéndola constantemente contra la fuerte erección. Gaara se apartó un poco de Naruto, vio con detenimiento el sonrojado rostro infantil, los labios ligeramente entreabiertos que intentaban recuperar el aliento, mientras los labios rosados y ligeramente hinchados lo incitaban a besarlo de nuevo.

Recorrió con la yema de los dedos la suave piel tostada, apoyando la palma de su mano contra el pecho del rubio, lentamente fue bajándola hasta llegar al miembro de Naruto, tantas sensaciones juntas.

El rubio gemía con cada caricia, cada roce. Los labios de Gaara fueron marcando su piel, casi quemándola, le gustaba.

Pronto los besos se convirtieron en mordidas. Gaara mordía cada centímetro de su piel sin miramiento alguno, Naruto se preocupó de que pudieran quedar marcas. Aun si anhelaba muchísimo que Gaara lo tomara, no tenía ninguna justificación para "eso" en el colegio.

Apoyándose sobre sus codos, Naruto se incorporó un poco, separándose de la mesa. Sintiendo el molesto frío en su espalda. Optó por ponerse de pie en cuanto Gaara cesó con las caricias.

-Gaara- su cuerpo fue empotrado contra la pared, y aun más excitado, Naruto rodeó las caderas del pelirrojo con ambas piernas. Sujetándose de sus hombros para evitar caer. Permitió que Gaara explorara su piel una vez más, marcando esta vez su cuello, dejando impresa una enorme marca roja que no desaparecería en varios días. Naruto gimió al sentir la lengua del pelirrojo deslizándose sobre la extensión de su cuello. Lo apretó aun más con las piernas, deseando que lo penetrara.

Cuando el bien dotado miembro de Gaara rozó su entrada, un estremecimiento lo recorrió entero. El líquido pre seminal fue suficiente lubricante, y de una sola estocada, Gaara entró en el, abriéndose paso entre las estrechas y calientes paredes. Naruto jadeó de dolor, rasgando con suavidad la espalda del mayor.

Con un nuevo beso, Gaara lo distrajo para empezar a moverse, no quería esperar más tiempo, simplemente no podía. Su cuerpo le exigía que comenzara a moverse y así lo hizo, eran sensaciones nuevas y sumamente placenteras. El interior de Naruto era muy cálido y apretaba con exquisitez su hombría.

Naruto gimió su nombre al separarse del beso. Las manos de Gaara se cerraron en torno a sus brazos para empujar más fuerte sus caderas, haciéndolo temblar de placer. Apretó con fuerza los ojos, sintiendo la erección del pelirrojo desgarrándolo cada vez que entraba y salía. Sus labios buscaron ansiosos los ajenos. Gaara se inclinó sin dejar de lado las embestidas para sellar los labios de Naruto, este correspondió gustoso. Se excitó aun más cuando Gaara comenzó a jadear entre ambas bocas por el esfuerzo físico que estaba realizando.

Separó aun mas las piernas para que Gaara lo penetrara con facilidad, perdiéndose en los placenteros gestos del otro. Las embestidas se tornaron cada vez más rápidas, más profundas, tocando un punto verdaderamente sensible en el rubio, el cual se mordió los labios para ahogar un gemido fuerte y prolongado. Gaara se percató del último gemido de Naruto, mucho más placentero que los anteriores. De inmediato, soltó los brazos de Naruto para sujetarlo de las caderas y penetrarlo mas fuerte, Naruto se retorció contra la pared, mordiéndose los labios una vez más, con mayor fuerza esta vez.

Enredó los dedos en los cabellos rojizos mientras su otra mano rasgaba con suavidad la suave y blanca piel de Gaara, su pecho, su espalda. Al igual que él, quería marcarlo todo.

Cuando sintió que Gaara se apartaba, se aferró aun mas a su cuerpo, presionando las piernas contra su cadera. Gaara trató de apartarse una vez más, estaba por tener su orgasmo.

-Hazlo…ah… dentro de mí- pidió Naruto en un fuerte y entrecortado gemido. Los ojos aguamarina lo observaron fijamente por un instante. Y así lo hizo, apoyó ambas palmas contra la pared para seguir embistiendo a Naruto, quien, entre tanto éxtasis se corrió entre ambos vientres, gimiendo su nombre por última vez. Gaara lo penetró un par de veces, sintiendo mayor presión en su miembro. Una corriente eléctrica le recorrió la columna al tiempo que tenía su orgasmo en el interior de Naruto, impregnándolo bien adentro con su semen.

Salió con cuidado de Naruto, sintiendo la sensibilidad en su cuerpo.

Naruto era la única persona capaz de exponer su humanidad, aquellas sonrisas tan propias del rubio lo hacían anhelar el sol por primera vez en su vida, ese vacío, esa soledad que sentía en el fondo se apaciguaba con la presencia del chico, porque realmente…le gustaba.

Naruto lo observó con ternura para después buscar sus ropas, o lo que quedaba de ellas.

Las caderas le dolían, sus labios ardían y sus piernas estaban entumecidas pero no le importó. Recordó la primera vez que vio a Gaara, esa mirada de hielo que le dirigía, ahora era fuego puro, quizás desde el principio lo fue, no estaba seguro pero si consciente de querer estar a su lado.


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