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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

Capítulo para celebrar las mil lecturas wiiiii

Estamos entrando al 2/3 de la historia.

 

Disfruten su lectura.

11. El no tan secreto amor de Lía


Le tomó un buen par de horas volver en sí, y para cuando sus ojos de oro se abrieron al mundo solo Lía estaba a su lado sobre una silla en su habitación esperándolo. Bien, ya ha superado la sorpresa, nada puede ser peor. Colocó una mano sobre su vientre plano y duro en ese momento y lo acarició por sobre la ropa con un suave toque distraído, algún día su hijo y el de Leon estaría ahí nadando en líquido amniótico y alimentándose de sus nutrientes. Un sonrojo cruzó por su rostro, porque sabía muy bien cómo ese bebé llegaría ahí, lo que tendrían que hacer para que ese bebé llegara hasta ahí. Siempre supo que no le gustaban las mujeres, en realidad, tampoco los hombres, en sus casi veinticuatro años de vida nunca le había interesado algo más que su familia y el dinero, pero tener a Leon a su lado junto a la falta de preocupaciones para sobrevivir el día a día le hizo ver con claridad sus preferencias ahora. El sonrojo se hizo más intenso cuando entendió sus propios pensamientos, llegando hasta la punta de sus orejas y parte de su cuello.


Lía se divertía viendo las distintas expresiones de su amigo, podía suponer que era lo que estaba pensando desde que su mano se posó en su bajo abdomen, ella también quería llevar a los hijos de su amado. Ese hombre que estaba ahí, dando vueltas por la mansión como un tonto ingenuo que solo disfrutaba de las luchas sin darse cuenta que alguien suspiraba por sus huesos, nunca le dirigió una mirada que no pasara de lo cordial, es más, fuera de eso ni siquiera le dirigía la mirada, y ya eran casi cinco años desde que llegó bajo el mando de su hermano.


Acompañó a Río al entrenamiento con el escuadrón en el horario de la tarde cuando se encontraba ya más repuesto, se ha estado aprovechando un poco de su presencia, porque ahora tenía una excusa para ir más seguido a ese lugar. Su amigo estaba allí casi todos los días desde que se hizo con la confianza de todo el grupo, y ella a veces le hacía compañía durante un par de horas fingiendo que su ya repetida técnica de lucha la seguía impresionando, cuando la verdad era que ni siquiera entraba en su rango de visión porque sus ojos seguían casi de manera automática al hombre de sus sueños.


Aún recordaba la primera vez que lo vio. Ella tenía dieciséis, y en su curiosidad por descubrir en el último tiempo qué tanto hacía su hermano con todos los alfas que se integraban al pelotón, terminó cayendo a causa de una de las tantas cosas que los hombres tenían desparramadas por el suelo. Qué vergüenza, si incluso había perdido un zapato y su vestido se había levantado más de lo debido. Pero ahí estaba el caballero recién contratado, que no se rio de ella sino que le tendió su mano con una sincera preocupación en su rostro. Al principio solo estaba encantada, fue como encontrar a un príncipe azul, pero poco a poco se dio cuenta como sus ojos lo seguían sin pensar o como cada vez que su hermano lo nombraba de improviso como participante en una de sus misiones de entrenamiento su cuerpo reaccionaba sin querer. Cuando una vez lo vio en el pueblo conversando con otra señorita supo que sus sentimientos habían cambiado a una manera en la que según ella jamás serían notados.


Pero el pelirrojo no era tonto, se podría decir que los únicos ignorantes en ese lugar eran todo el resto de hombres que se la pasaban sudando testosterona a su alrededor, bueno, tal vez Zack podría ser la excepción. Tomando un descanso se sentó junto a Lía en el alto corredor de madera que daba al patio, que ahora que lo pensaba era muy similar a esas antiguas casas japonesas que veía en revistas y canales de televisión y se dedicaron juntos a observar el ya aprendido de memoria paisaje, ese donde todo era tierra sin casi ninguna planta de color verde y más allá una cerca los separaba del bosque. Tomó una toalla blanca del montón acumulado de los soldados para secarse y le lanzó otra a la cara de su amiga, ya llevaban casi tres meses juntos, la confianza sobraba.


—Ten, no lo pienses tanto y sólo dásela —fue como si un balde de agua fría la mojara de la cabeza a los pies, siempre pensó que era bastante discreta cuando quería ocultar algo.


—No sé a qué te refieres.


—Lía, no soy idiota. Solo ve allá, quítale la camisa empapada de sudor y sécale lo que quieras secarle —tal vez fue muy directo con sus palabras, porque nunca había visto tan descolocada a la chica, quien de lo avergonzada que estaba transformó su rostro a uno rojo de furia, tomó la toalla, y se la devolvió con toda su fuerza –que no era mucha– a su cara.


—¡Eres un tonto! —el grito resonó en aquel amplio espacio y llamó la atención de sus compañeros mientras ella se marchaba a punto de llorar. No la entendía, solo hablaron entre ellos con confianza de algo muy normal ¿qué la ofendió?


Sus tres amigos, fieles como siempre –y chismosos–, se acercaron de inmediato para preguntar sobre la señorita.


—¿Está todo bien, Río? —¡Vaya! ¿Hace cuánto fue la última vez que escuchó hablar a Theo? Este muchacho hablaba casi tanto como Leon, es decir, una vez al día, si es que tenías suerte, o en otro caso, si es que eras Río.


—Sí. No. ¿Eso creo? Solo conversábamos, no sé por qué se molestó —y no mentía. Recuerda que a veces cuando conversaba de esa manera también con Luna la adolescente tenía cambios de humor similares, pero nunca pudo comprender la complejidad de su mente.


—Pues algo tienes que haber hecho, la señorita jamás reacciona de esa manera, siempre está sonriendo —Liam había vuelto a mirarlo molesto, como cuando se conocieron por primera vez, pero ahora se sentía un poco más amenazante. Y esa presión de alfa extraña que quería imponer hubiera funcionado si no fuera porque era Río quien la recibía. Una sonrisa burlona y divertida cruzó los rostros de los otros tres al entender muy rápido de qué se trataba todo y se giraron en un círculo entre ellos excluyéndolo y susurrando en voz alta con toda la intención de molestarlo.


—Se lo tenía bien escondido.


—Theo, no puedo creer que siendo su hermano no te dieras cuenta.


—¿Qué me dices de ti, Zack? ¿No siempre eres intuitivo para estas cosas?


—¡Ya, está bien! Dejen de bromear —Liam debería tener algún sobrenombre similar a un explosivo potente, porque no hacía falta remover mucho para que reventara —. De todas maneras sé que no hay ninguna oportunidad. Yo soy un simple empleado, y no cualquier empleado, estoy bajo el mando de su hermano. Leon y su padre me matarían si algún día pongo siquiera una mano sobre su princesa —. El sujeto hablaba como si ya hubiese perdido la batalla, y ni siquiera la había comenzado. Pero como Río era un gran amigo, tomó asiento otra vez en el corredor, cruzó sus piernas y fingió mirar de manera desinteresada sus uñas, en su mente la escena causaría un poco más de impacto si tuviera un trono, hizo una nota en su cerebro para no olvidar mandar a hacer uno en el futuro.


—Liam —su seriedad atrajo la atención de sus amigos, pero su malvada sonrisa cambió de inmediato el ambiente—. Si te arrodillas ahora frente a mí y me llamas ‘amo’ por tres meses quizás te diga algo interesante —. No era verdad. A Río siempre le gustaba parecer rudo y arrogante pero no lo era, al menos no todo el tiempo. Cuando iba a retractarse de sus palabras y pasarlo todo como una broma inesperadamente el pelinegro se arrodilló ante él frente a la mirada curiosa de todos los hombres ahí.


—Por favor. Si me ayuda con esto lo seguiré toda mi vida, amo —el pelirrojo entonces pensó en dos opciones. Su amigo estaba realmente desesperado por conquistar a la omega, o solo era un poco tonto. Cuando el resto de sujetos que no estaban involucrados en el juego observaron al primer hombre al mando arrodillarse ante alguien –cosa que no había hecho ni con su jefe– replicaron de inmediato la acción sin cuestionar. Entonces Río optó por la segunda y entendió que el nivel intelectual de los presentes era muy dudoso. Tendría que decirle esto a Leon.


—Bien. Ya que me lo pides de esa forma no me queda de otra más que ayudarte —el pelirrojo trataba con todas sus fuerzas de aguantar la risa, pero ya que su amigo estaba siendo muy serio lo mejor que podía hacer era esforzarse en brindarle su apoyo—. Yo me encargaré de Leon. Tú por ahora tienes la misión de entablar amistad con Lía. Habla con ella, que hasta donde sé nunca los he visto decirse más que un hola muy aburrido. Si lo haces, tal vez descubras que las cosas no son como tú piensas —. Liam lo miró como si fuera un Dios. Río ya hasta casi creía que algún pensamiento estúpido estaba cruzando por su mente, pero no podía hacerle todo tan fácil, después de todo la hermosa chica era su amiga y de alguna extraña manera un raro sentido de protección lo embargaba siempre cuando se trataba de algo sobre ella—. Liam. Eres mi amigo y voy a ayudarte en todo lo que pueda, pero si alguna vez Lía llega a soltar alguna mísera lágrima por ti desearás no haber nacido —. Como aún no podía controlarlo, su amenaza salió sin querer con un poco de feromonas fuertes que asustaron al alfa, quien movió su cabeza asintiendo muchas veces de manera rápida y sentía como el sudor frío bajaba por su nuca humedeciendo otra vez los sectores ya secos después del entrenamiento.


***


—¿Sabías que a Liam le gusta tu hermana? —Río se presentó un día en el gran estudio insonorizado de Leon y se sentó sobre la mesa mientras le daba un vistazo desinteresado a los aburridos papeles que el mayor manejaba en sus manos. Eran muchos, ¿Cómo ese sujeto no se aburría de estar ahí todo el día todos los días?


—Lo sabía —el pelirrojo casi perdió el equilibrio pero se recompuso de inmediato y lo miró sorprendido.


—¿Y no te molesta?


—¿Por qué tendría que molestarme? A Lía también le gusta —vaya, así que eso también lo sabía. El delta era muy observador.


—Oh. Pensé que la gente rica y de cargos importantes se preocupaba mucho por el estatus que tiene su pareja.


—Bueno, si eso fuera así no esperaría casarme contigo —la rara sonrisa coqueta que nunca antes le había visto poner hizo que el ambiente se pusiera rosa de alguna extraña manera. ¿Por qué últimamente sus conversaciones lo hacían ponerse tan tímido?


—Bien, ya que estás enterado de todo será mejor que me retire —hizo el amago de intentar bajarse e irse para eliminar la incomodidad naciente, pero el joven Nova lo tomó con rapidez de su mano y lo retuvo ahí.


—¿Por qué no te quedas hoy y me haces compañía? —Río pensó para sí que ese hombre se volvía cada día más astuto y abierto con sus emociones, pero aun así le obedeció de buena manera y se quedó en una silla cercana a su lado mientras apoyaba los brazos en la mesa y lo veía trabajar. El cálido clima y ligero aire que entraba por la ventana pronto le hicieron caer en un sueño profundo. El gran alfa observó durante un tiempo la hermosa imagen que se presentaba frente a él y luego acarició con dulzura un mechón de su cabello para después seguir en lo suyo.


Al siguiente día el lambda arrastró a su alfa con rapidez fuera de la casa sin decirle nada. Se había enterado por boca de la misma hermana menor que hoy saldría en una cita. Era un día libre para su amigo y el muchacho no había perdido la oportunidad, total, ya llevaban dos semanas en conversaciones lentas y tartamudeos tiernos de ambas partes. Su objetivo era seguir al par de tórtolos por toda la ciudad y ver que tan bien trataba el pelinegro a la hermana del Nova.


No era nada malo, en realidad era todo un galán. La había llevado a cenar a un sencillo restaurant en el centro de Achira para pedir algo ligero. El lugar era muy pintoresco, nada lujoso pero nada muy sencillo tampoco, donde tenían vista a la ciudad y las delicadas campanas de viento resonaban de manera armoniosa. Río rodó los ojos ¿por qué todo el mundo se empeñaba en llevar a comer a sus citas? ¿Les encontraban problemas de peso o algo? Era algo que se repetía en todos lados, tal vez ese extraño dicho era cierto, solo podías conquistar a tu pareja más rápido si llenabas su estómago.


Si él tuviera que invitar a alguien a comer jamás lo llevaría a un lugar así, era demasiado tacaño como para gastar dinero en algo como eso, creía que cocinar una buena cena con sus propias manos era más significativo. Tal vez lo ponga en prueba en algún tiempo más si se sentía con ánimo.


Leon aprovechó que el menor se encontraba divagando y pensando en quién sabe qué para arrastrarlo devuelta y dejar a la pareja sola. De paso ellos también podrían aprovechar el viaje y tener su segunda –o tercera– cita.


Durante casi un mes, los dos hombres de la familia Nova y el joven Kilian podían observar como el soldado corría por los pasillos de la mansión y se desvivía por la muchacha, la cual complacida le agradecía todos sus gestos y le devolvía hermosos sonrojos con cada tontería romántica de la que era partícipe.


Ese día en particular se encontraban desayunando en el gran comedor y Liam se había aparecido antes del entrenamiento matutino con una camelia blanca en su mano y se arrodilló ante ella para entregársela. ¿Quién pensaría que alguien con la personalidad de ese muchacho sería tan romántico? Le entregó una flor que indicaba su amor puro.


—Ugh. Ni siquiera es de mi familia en realidad, pero siento que estamos entregando a nuestra hija en matrimonio —Al parecer Río no lo había notado porque la frase salió de manera espontánea, pero Leon jamás olvidaría lo maravilloso que se escuchó salir de su boca esas dos palabras ‘nuestra hija’— Muy bien jovencito, es suficiente. A entrenar.


—No eres su padre, Río.


—¿Quieres que te aplaste hoy, verdad? —ambos se despidieron con pequeños gestos de la familia Nova y se retiraron a la casa secundaria para comenzar el entrenamiento correspondiente a ese día bajo la risa jovial y alegre de la única chica del grupo.


—¿Estás feliz, querida?


—Mucho. Jamás pensé que mis cinco años de amor en realidad eran correspondidos.


—Entonces papá lo aprueba. Puedes salir con él —Leon no dijo nada, pero no era necesario, si su padre lo había aprobado entonces no había nada que hacer, aunque no quería negarse tampoco, él había observado durante mucho tiempo a cada uno de sus combatientes y sabía muy bien que el pelinegro era un buen muchacho, y ahora que Río lo estaba entrenando de manera adecuada podría confiarle incluso su vida. Su hermana estaba en buenas manos.


***


—¿Quién lo diría? Pensaba que Río sería el primero en casarse, pero ya veo que no es así —Zack había saltado sobre él y se colgó de su espalda como un mono para poder molestarlo y pinchar su cara con sus dedos.


—Sí, bueno. Yo también pensaba lo mismo, pero parece que te he ganado, amigo —El pelirrojo solo soltó una pequeña risa para seguirles el juego, pero en realidad él no tenía ningún apuro ni sentía que estuviera en una carrera por ver quién contraía matrimonio primero, solo quería dejar que las cosas siguieran su curso, después de todo ya estaba ‘comprometido’ y su destino llegaría tarde o temprano.

Notas finales:

Gracias por leer <3


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