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DRAGONES por yukihime200

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12. Paz efímera


—Señor Logan, estoy a sus órdenes —Un beta de cabello cano y apariencia cansada cercano a los cuarenta se hizo presente frente a su jefe en la oficina del gobierno. El alfa frente a él que gozaba del mando lo miró como si fuera un insecto desagradable que revoloteaba cerca pero le daba asco tocarlo con sus manos para hacerlo a un lado o aplastarlo.


—Te tomaste tu tiempo para llegar aquí, French —el jefe se acomodó en su silla y tomó un espejo con marco de jade de los muchos cajones de su gran escritorio de madera negra y comenzó a mirar su reflejo. Un rostro agraciado enmarcado por largo cabello plateado y cejas delgadas le dieron la bienvenida. Sus ojos lila se giraron con hastío hacia su empleado.


—Soy Fredd, señor —el empleado rebatió, pero no le puso el empeño suficiente a la frase que con seguridad podía decir que repetía cada dos días.


—Como sea. Lleva eso a la casa Nova, como hijo del gobernante y suplente en estos momentos es mi deber elogiar aunque sea una vez a las mascotas que nos sirven —con un gesto despectivo le indicó al beta la canasta con manzanas verdes que tenía sobre un elegante mueble y lo despachó rápido. Esperaba que los receptores disfrutaran de su maravillosa y amable ofrenda, porque no eran acciones que muchos tenían el privilegio de apreciar.


Ni siquiera le habían habilitado una carroza, el pobre obrero tuvo que emprender el camino a pie y atravesar toda la ciudad hasta llegar a los límites. La odisea le tomó más de tres horas debido a la alta cantidad de población que debía esquivar en todos lados y al largo camino en las afueras que debía recorrer hasta llegar a su solitario destino.


Fue recibido por una joven doncella en traje que cumplía la función de ama de llaves en esos momentos, por lo general siempre rotaban en esa mansión. Al ser un enviado directo del gobierno se le permitió la entrada con confianza y fue guiado a la gran biblioteca donde se encontraba toda la familia incluyendo los futuros nuevos integrantes charlando con tranquilidad y discutiendo asuntos de entrenamiento, la distribución de los hombres para determinadas situaciones o alguna que otra interrupción a la pareja cuando se desviaban del tema. La doncella exclamó una presentación corta del sujeto que sonó muy tenue debido a la pobre acústica del amplio espacio y después de una reverencia a sus jefes se retiró en silencio.


El beta, presentado ante ellos como Fredd Thomss, explicó que el motivo de su visita se debía a la insistencia del amable hijo del gobernador en presentar sus respetos ante la familia protectora de la ciudad. Dejó ante ellos la canasta de frutas que se le había entregado aclarando que por el momento si bien era una muestra humilde en poco tiempo sería algo mucho mejor y de acorde a lo que los grandes Nova se merecían. Claro que todo eso había sido de dientes para afuera, él como mero trabajador del gobierno no podía tomarse esas atribuciones sin el consentimiento del propio gobernador, quien en esos momentos se encontraba enfermo, y ni hablar de contar con el apoyo de su hijo, ya había sido una gran hazaña de su parte el enviar una simple canasta de frutas. Pero como buen trabajador, su deber era mantener las apariencias formales a todo costo, aún si le desagradaba en demasía su empleo.


Luego de un par más de palabras cordiales por aquí y por allá se retiró en debido respeto y agradecimiento de los presentes. Al menos el señor Nova le habilitó un transporte. Juraba por Dios que si ese hombre llegaba algún día al poder él le sería fiel con su vida, aún si ni siquiera llegara a trabajar para él. Personas tan amables como Mihail ya casi no quedaban en el mundo.


Lía fue una de las primeras en alcanzar una brillante manzana que se veía muy apetitosa ante sus ojos. Una hermosa sonrisa satisfecha se hizo presente en su rostro por la excelente calidad y dulzura del producto al darle la primera mordida. Podía comerse toda la canasta ella sola si no fuera porque su familia también había participado de la comida.


 —¿No tomarás una, Río? —la chica extendió frente a él una fruta y lo miró con esos ojos verdes tan similares a los de su hermano, luego para presionar un poco más trató de colocar una expresión lastimera con ojos de cachorro, pero el pelirrojo siendo como era no fue afectado en absoluto. No era fan de ninguna fruta si ésta no poseía un sabor cítrico, así que rechazó su oferta de manera amable y observó feliz al resto comer para posteriormente retomar las conversaciones que se habían detenido con la visita. La agradable reunión se detuvo luego de un par de horas y el resto volvió a sus labores mientras los dos omegas se encaminaban a los aposentos de la chica, quien dijo que habían cosas que aún no le había contado y este era un buen momento ya que tenía su tarde libre.


Conversaron de esto y aquello, principalmente del hermoso romance que estaba teniendo en esos momentos y en cómo no existía la posibilidad de que nada lo arruinara porque no existía mejor hombre que el que había escogido para su vida. Río revoló los ojos ante la doncella enamorada.


Ya casi se cumplirían cuatro meses desde que llegó a ese mundo. Cuatro meses en los que no había encontrado más que cosas buenas porque ahora era parte de una amorosa y gentil familia. Pero como siempre en su vida, todas las cosas buenas que le sucedían encontraban su fin, como su vida con Marie, como ahora.


No tenía idea de que ocurría en esos instantes, pero su amiga se sujetaba de su brazo casi enterrando sus uñas de manera dolorosa en él, había comenzado con un poco de sudoración en exceso pero ambos lo atribuyeron ese momento al calor del verano, y luego se puso peor. Su rostro enrojeció como si la temperatura en su cuerpo llegara a niveles extremos y su respiración se volvió errática. El delicioso olor a miel que ella siempre traía se comenzó a volver asfixiante, lo más seguro es que inundaba todos los pasillos. Había tratado una vez de ir por Leon pero la chica se lo había impedido, y comenzó a verse tan indefensa que Río dudaba siquiera la posibilidad de dejarla sola durante un segundo incluso para ponerse de pie.


El joven no entendía nada, y todo se volvió peor cuando detrás de la puerta que daba a la habitación escuchó a algunos de los alfas con los que entrenaba luchar como animales entre ellos para poder entrar. Como leones por un trozo de carne. Y ya podía imaginar quién era el filete.


En los pasillos reinaba el caos. Fuera de las peleas que se desataban ahí, algunos comenzaron a entrar en pánico cuando llamas comenzaron a consumir la estructura como un extra a todo el problema. Armó su lanza dispuesto a luchar con quien se le atravesara por delante y observó con detenimiento la habitación para ver si algo podría servirle como defensa extra. Solo pudo mover un mueble hasta bloquear la entrada, volver a desarmar su arma y pensar en otra manera de evitar a los animales. Salir por la puerta sería un suicidio, es por eso que Río tomó la peligrosa decisión de saltar por la ventana. Sabía que era arriesgado, después de todo eran tres pisos de altura y lo haría con una persona extra en brazos, pero ahora era una necesidad apremiante y no había mucho tiempo para pensarlo dos veces, el humo del incendio comenzaba a entrar por las rendijas como una masa negra que se tragaba las cosas a su paso.


El pelirrojo acomodó a Lía en su hombro como si fuera un costal de papas, le preocupaba que no sintiera ninguna exclamación ni reclamo de su parte, solo jadeos dolorosos. Eso le aterraba, tal vez la chica estaba muriendo en sus brazos y él no podría hacer nada para ayudarla ¿Cómo pasó esto? Estaba seguro de que Leon y su padre se dedicaban a evacuar a los empleados y a detener las luchas que se seguían desarrollando, la vida de la señorita estaba en sus manos. Sin pensarlo más corrió hacia la ventana y la atravesó sintiendo como los fragmentos de vidrios cortaban su cara y sus brazos, pero en ese momento nada importaba. Pensó una manera de reducir el impacto y se giró de cara hacia la pared de la casa, sacó su lanza plegable, y rogó porque la idea funcionara; la enterró en la dura muralla que le ofrecía resistencia a su caída y pudieron llegar al piso con seguridad. Pero no eran los únicos que se encontraban afuera, Líam y algunos otros alfas más se encontraban ahí luego de ser evacuados. Río quería acercarse y pedirles ayuda por su amiga, quien se encontraba cada vez más grave, pero algo le dijo que era la peor idea que podría tener. Haciéndole caso a su instinto comenzó a correr hacia el bosque cercano a la vivienda con la chica aún consigo, no le hacía falta girarse para saber que todos le seguían como si estuvieran en trance ¿era el olor? De seguro después lo descubriría pero en ese momento era su teoría más probable.


Fue cerca de media hora en la que no se detuvo, pero su resistencia tenía un límite mucho más grande cuando llevaba a otra persona a cuestas. Tuvo que dejarla recostada en un árbol y ponerse en guardia lo más cercano que pudiera mientras jadeaba cansado intentando recuperar las fuerzas.


No estaba seguro de como saldría todo, podía derrotar a los alfas cuando estaban tres o cuatro juntos, pero ahora había más de veinte en ese lugar con él, no tenía idea de cuánto podría durar. Que buena suerte para él que los betas no reaccionaban al potente olor y se pusieron a su lado para defender a la chica, y sin aviso la guerra se desató. Se lanzó sin más a por el más peligroso de todos, Liam, que fue entrenado por él mismo, mientras Zack se hacía cargo de Theo y otro alfa más.


—No sé qué mierda te sucede, pero mantente alejado de ella, Liam —Río trató de hacerle entrar en razón, pero parecía que ni siquiera era capaz de sentir los golpes que le propinaba, mucho menos percibir su voz.


–—¡Ella está en celo! Liam no puede escucharte, el olor de las feromonas es muy fuerte. Alguien debe calmar su celo —no tenía idea de a qué se refería con eso, pero algo recordaba de la primera conversación que tuvo con la muchacha en la ducha. Sus feromonas eran mucho más potentes ahora para atraer a su pareja y reproducirse. Sabía que los humanos en su mundo también emitían algunas y por eso el olor de una persona en específico te resultaba más agradable que el resto, pero ahí era llevado a una situación extrema.


Río y los betas estaban cada vez más presionados. Retrocedían cada vez más formando una media luna manteniendo segura a Lía en el centro. A pesar de que los betas habían dejado inconscientes a varios, los restantes comenzaban a ser una gran molestia, y ya no tenían las suficientes fuerzas para combatir. En un intento desesperado empujó al pelinegro de una patada y le ordenó a los betas que le dieran todo el tiempo que pudieran mientras él se giraba e intentaba tomar a Lía otra vez para emprender una última carrera lejos de ahí, pero su amigo esta vez fue más rápido en sus acciones y llegó a ella primero. Río alcanzó en el momento justo a interponerse cuando el chico iba a morder su cuello, y en su lugar una gran marca de dientes quedó grabada en su brazo. Era doloroso, muy doloroso, pero mientras Lía estuviera bien podía aguantar cualquier cosa. Tratando de separar a Líam de su brazo mientras lo empujaba de su cabeza Río vio las lágrimas salir de sus ojos, su amigo no quería hacerlo, pero no podía vencer al instinto. El pelinegro dentro de su nebulosa conciencia se sentía como un monstruo, podía saborear la sangre que salía del antebrazo de Kilian, y en un acto aún más cruel apretó la mandíbula mucho más. Esperaba que su amigo le perdonara, porque sabía que si lo soltaba ahora las cosas se pondrían peor y terminarían en un escenario horrible, y no podía permitirse eso, no podía lastimarla, no a ella, no al amor de su vida, ese que por fin podía florecer de manera hermosa luego de cinco largos años.


Como si fuera una bendición, Leon apareció en el bosque junto a su padre como un par de salvadores. Río no estuvo seguro de qué fue lo que gritó en ese momento, toda su atención y sentidos estaban puestos en cualquier movimiento que le indicara peligro de parte del alfa que aún lo mordía, y poco a poco los alfas que quedaban fueron cayendo inconscientes sobre el césped. Y Liam recuperó la razón, al menos un poco.


—Lo siento. Lo siento —el joven no dejaba de disculparse de manera desesperada mientras se despegaba de la extremidad y observaba mezclarse los hilos de saliva y sangre—. Por favor llévensela de aquí —. Río podía ver como hacía un gran intento en controlarse mientras mordía sus labios, sus caninos habían aumentado su tamaño y lastimaban su boca haciendo que gotas rojas fluyeran por la gravedad.


—No hace falta. Será lo mismo a donde sea que vayamos. Solo su alfa puede calmarla, y si ella te ha escogido a ti tendrás que hacerte responsable. Espero que seas amable con ella, porque si nos enteramos de que la dañaste de alguna manera no vivirás para disfrutar de su unión —Río recordó ese instante en el que su amo activó la marca de esclavo con su poderosa voz, pensó que esa vez había presenciado algo terrorífico, pero la presión que emitía el patriarca Nova no era nada comparado, era mil veces peor. El miedo ayudó a Liam a recuperarse aún más, y en silencio tomó a la señorita de la casa y se adentraron en el bosque. Río estuvo tentado a seguirlos y detenerlos, pero los Nova restantes se lo impidieron mientras negaban con sus cabezas. Detrás de ellos pudo ver como el cielo se prendía de naranja debido a las llamas que aún seguían devorando la mansión en la lejanía.


***


—Vine aquí tan pronto como noté que tu plan no había funcionado, el omega no comió ninguna de las frutas que enviaste, fue muy quisquilloso, aunque de todas formas incendiamos su estúpida mansión. Pero no te preocupes, dejé a mis chicos ahí para que no fuera tan notorio, hermano —Cassandra se sentó de manera tranquila frente a Logan en la amplia oficina de colores claros y conversaban como si del clima se tratara disfrutando de un buen trago, como si no le hubiesen dado un acelerador de celo a una inocente pese que éste iba destinado a alguien más, y como si no hubiesen incendiado una mansión a la que casi se le podría considerar un patrimonio de la ciudad. Todo por un capricho de ambos.


—Oh, bueno. Hay más formas de hacer que se entregue por su propia voluntad. Esta vez fue un pequeño error, me apresuré demasiado, planearé mi próximo movimiento mucho mejor —el sujeto narcisista seguía mirándose al espejo, para él solo era un gran desafío poder atraer a ese lambda a su lado y de paso obligarían al alfa a casarse con su hermana, todos ganaban. El siguiente intento debía ser a lo grande, como una bomba, alejar a ambos por un buen tiempo para poder aprovechar el momento.

Notas finales:

Muchas gracias por leer <3

 

 


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