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DRAGONES por yukihime200

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15. Boda

 

Nadie había notado que ese día volvieron muy tarde en la noche, todos estaban interesados en sus propios asuntos, y si alguien se había preguntado dónde estaban lo último que se podría cruzar por sus cabezas era que pasaron el rut del alfa juntos, de todas formas nadie podría saberlo porque no quedó ninguna marca en la nívea piel, y si el fuerte olor a alfa se sentía en el cuerpo de Río cualquiera lo atribuiría al tiempo que pasaban juntos y a la posesividad del mayor.

A la siguiente aparición del sol en la mañana la mansión completa se levantó con el fuerte grito de la princesa Nova. Todo el personal y los hombres de la familia se dirigieron apresurados a su habitación para eliminar cualquier cosa que amenazara su vida. Al no notar nada en las cercanías los sujetos que portaban armas las bajaron confundidos y se miraron unos a otros. Lía apareció con su pijama y salió corriendo pasando por entre todos gritando “¡Me voy a casar!”,  mientras Liam salía por la puerta con una sonrisa que pretendía ser orgullosa pero la vergüenza no se lo permitía.

***

Con el pasar de la semana el joven omega comenzó a notar algunos comportamientos extraños en su amiga, al menos más rara de lo que ya era. Algunos comportamientos no típicos de ella, como la cantidad de comida que estaba consumiendo, o sus raras horas de sueño.

—Lía. Si continuas comiendo así no creo que el traje de novia pueda quedarte —solo estaban ellos dos ese día en el comedor. El pelirrojo se había tomado una buena taza de café dulce muy cargado y comido un poco de huevo revuelto, mientras observaba como la chica frente a él se atiborraba comiendo huevo revuelto…con mermelada de frutilla—. Además ¿qué demonios estás comiendo? —. Su cara de asco era impresionante, de solo oler el aroma que despedía ese platillo se le revolvía el estómago, no quería ni pensar en cómo sabría.

—¿Estás diciendo que voy a ponerme gorda igual que una pelota? —que espanto. Claramente él no había dicho la parte de la pelota— Y estoy comiendo huevos ¿Qué no ves? Tú no me entiendes —Río quiso entrar en pánico, llamar a Leon, Liam, quien fuera. ¿Cómo diablos pasó de estar enojada a casi ponerse a llorar? La mejor solución en esos casos era salir corriendo.

—Tienes razón. Voy a ir a buscar a alguien que pueda hacerlo. No te muevas de aquí —no perdió el tiempo. No le dio ni siquiera un segundo para que ella pudiera replicar y se levantó rápidamente de la silla para ir por Liam. Si alguien tenía que lidiar con la omega era él.

Atravesó corriendo los pasillos hasta llegar al patio donde se encontraban entrenando todos los guerreros, y al identificar a su amigo se apresuró hasta llegar a él, colocó sus manos en sus hombros y lo empujó de vuelta hasta donde estaba la chica de brazos cruzados haciendo un mohín— Te la encargo, amigo —y así de simple huyó de la situación. Sin fijarse bien por estar distraído chocó con Cassandra y Louen—. Lo lamento —ambos colocaron una sonrisa amable en sus rostros.

—No te preocupes —Louen fue muy cordial al responder. Ahora que lo pensaba, el joven ha sido muy respetuoso con la respuesta que le había dado y no se acercaba a él para nada más que entrenar o preguntar de manera amable sobre algo relacionado con ello.

—Justo quería verte, Río —reparó en la omega, tan hermosa como la primera vez que la vio. El vestido de color vino y bordes de encaje le resaltaban su espectacular figura curvilínea y hacían que su cabello y ojos contrastaran de una manera casi pecaminosa—. Lía quería la opinión de una chica para planear su boda, pero no puedo hacerlo todo sola. Y ya que tú eres su mejor amigo me sería excelente si pudieras ayudarme.

—Seguro. No entiendo mucho de estas cosas, pero lo haré lo mejor posible.

—¡Estupendo! Iré a decirle a Lía —unió sus manos en un gesto emocionado y casi dando pequeños saltos se marchó rauda por el pasillo. El alfa y el lambda quedaron envueltos en un silencio que solo podía ser catalogado como incómodo.

—Ella está muy emocionada. Creo que no suele hacer estas cosas muy seguido —el ex prometido de Ian rompió el silencio mientras que rascaba su nuca en un gesto distraído para ocupar sus manos en algo. Río le contestó con una sonrisa.

—Supongo que todas las chicas se emocionan por estas cosas —ambos soltaron una risa baja que hizo que el ambiente se aligerara—. Hey. ¿Quieres entrenar un poco? —. Louen abrió muy grandes sus ojos. Nunca esperó volver a recibir una invitación de parte de aquél muchacho.

—Estaría encantado.

Ambos se dirigieron al tierral y tomaron sus respectivas armas para ponerse en posición. El alfa había mejorado mucho desde aquella vez en la que lucharon contra el dragón. Ahora era más ágil y podía resistir sus golpes de una manera casi muy natural. Río tenía que admitir que se estaba divirtiendo mucho. Por lo general no tenía otras personas además de sus amigos y Leon que pudieran darle tanta batalla, es por eso que incluir otra persona en aquella lista lo alegraba bastante.

Quedaron envueltos en tierra debido a que muchas veces terminaron luchando en el piso y el sudor la pegaba a sus cuerpos. Terminaron jadeando y en empate en esta ocasión.

—La próxima no perderé —Río le dedicó una hermosa sonrisa que mostraba toda la hilera de sus dientes, y luego de sentarse ambos le tendió una toalla para que limpiara su rostro.

—Lucharé contigo cuando quieras.

***

Ese día tenían que ir a ver el vestido que utilizaría el día tan esperado. Lo tomó a él y a Cassandra de los brazos y se encaminó con ellos a la ciudad mientras Louen corría tras ellos como el encargado de la seguridad de la lambda. Río puso una mano en su hombro como señal de apoyo, él sabía que cuando algunas chicas salían de compras se llevaban casi la tienda entera, era algo que veía muy seguido en su mundo. La mirada de desesperanza que le dio el alfa le hizo saber que había entendido totalmente el gesto.

Primero se dirigieron a una tienda elegante para vestimentas. Lía les hizo escoger a los presentes ropa decente para llevar ese día. Terminaron entreteniéndose un buen par de horas porque a las damas nada les convencía.

Cuando por fin salieron con algo de su agrado, las dos omegas lideraron el camino hacia la tienda de vestidos. El lugar no era como Río se lo había imaginado, como esas típicas tiendas sobrias de su mundo donde sólo iba la gente con dinero. Esta tienda era más rústica, pero si lo pensaba bien, se adecuaba de manera correcta con lo típico de toda la ciudad.

Fue una suerte que salieran temprano de la mansión, porque ya era casi la hora de la comida y la novia seguía ahí, desde hace ya tres horas, probándose y probándose vestidos que a sus ojos todos la hacían lucir igual de perfecta. Cassandra la ayudaba dándole algunos comentarios, que si resaltaba sus ojos verdes, que si el escote era el adecuado, que si a ese no podían encontrarle un buen par de zapatos. Río y Louen soltaron suspiros resignados a la par. Mirándose de reojo se pusieron de acuerdo en huir del lugar, pero todo quedó en un intento porque ni bien levantaron el trasero de sus asientos fueron detenidos por la lambda, quien con sus brazos en jarra hizo un mohín disgustado y los mandó devuelta a sus lugares.

Los ojos del pelirrojo volaron hacia un vestido sencillo olvidado en un rincón apartado de todos los demás. Bajo la mirada curiosa del alfa de ojos grises fue a tomarlo entre sus manos.

—¿Por qué no te pruebas este? —la chica recibió con gusto cualquier ayuda que le ofrecieran y se perdió detrás de la cortina que separaba la sala de estar en la entrada con el vestidor. Los ojos de los tres restantes se abrieron con sorpresa cuando la señorita volvió junto a ellos. El vestido con un bello corsé resaltaba la fuerte curva de su cintura y de frente poseía un lindo escote en forma de corazón que dejaba ver el tamaño voluptuoso de sus senos y hacia arriba un delicado encaje que terminaba en su cuello. El bordado sobre él dejaba entrever cierta brillantez. Hacia abajo la falda caía en un corte que dejaba una de sus piernas libres sin ceñirse tanto a su tren inferior, y la larga y hermosa cola llevaba calados llegando a borde final que simulaban la figura imaginaria de los copos de nieve. Río esperaba que su elección fuera buena, pero no esperaba un resultado así. Se veía preciosa, con sus risos de color cobre y aquél vestido. Tenía tantas ganas de tomar una fotografía y enviársela a Leon y su padre.

—Por Dios. Me encanta —la pequeña princesa pronta a casarse saltaba como una pequeña niña bajo las sonrisas de sus acompañantes.

—¿Si te vas a comprar una talla más grande? Digo, en la forma como estás comiendo ahora…

—No arruines el estado de ánimo —soltando un golpe amistoso le dedicó una mueca infantil a su mejor amigo.

***

Todo iba viento en popa, con todo el dinero que tenía la familia preparar una boda en dos semanas no sería algo complicado, pero habían cuestiones que no cuadraban en la mente del joven transmigrado.

—Lía. Sé que es muy tarde para preguntarte esto porque ya está casi todo listo, pero ¿Por qué quieres casarte tan pronto? —Río estaba sentado en un banco en el gran jardín apreciando los últimos rayos de sol antes de entrar al invierno. El viento frío traía consigo el olor de la tierra mojada y le producía pequeños escalofríos que no podía impedir.

—¿A qué te refieres con tan pronto? —Lía impartía órdenes a los soldados que estaban ayudando indicando las posiciones de las mesas y adornos que se utilizarían al día siguiente en la mañana.

—Bueno, creo que uno o dos meses al lado de tu pareja y luego querer casarse es algo muy apresurado.

—No olvides que he estado enamorada de él por cinco años. Además ya estoy marcada, que es prácticamente lo mismo. La boda es una mera formalidad.

Río lo pensó durante un tiempo ahí sentado, pero al final solo hizo un gesto con sus hombros. Era ella quien se casaba, y si era feliz ¿quién era él para tirarle abajo su moral?

Al día siguiente las cosas estaban frenéticas. Río y Cassandra corrían de aquí para allá verificando que todo estuviera en su lugar. Colocaron cuanta silla pudieron porque estaba toda la ciudad invitada, nadie podía perderse la boda de un Nova. Desde la adorable anciana que era dueña de una sencilla tienda de té hasta el hijo del gobernador eran recibidos en la puerta por los hombres de la familia.

Todo el mundo trató de acomodarse lo mejor posible a cada lado del pasillo blanco de tela, ignorando el salón de la casa que con sus puertas abiertas de par en par dejaba ver las mesas con bocadillos para la celebración.

Río y sus amigos observaban a Liam parado en el altar. El joven removía su corbata cada cinco segundos de una manera nerviosa y los miraba con sus ojos en pánico. No era que estuviera arrepentido, es solo que tenía miedo, miedo de decir alguna estupidez o trabarse con sus palabras cuando dijera sus votos matrimoniales. Quería que todo fuera perfecto para ella. Sus manos sudaban, muchas veces estuvo tentado a pasarlas en sus pantalones para quitarles el exceso de agua. Lo hizo de manera disimulada. Su pie se movía en un ligero tic ¿por qué se demoraba tanto? ¿se había arrepentido? Sus piernas temblaban y estaba a punto de entrar en colapso, aún si solo llevaba diez minutos parado ahí. Su hermano, quien era su best man*, puso una mano en su hombro como muestra de apoyo y decirle de manera calmada que todo estaría bien.

Tan pronto se encontró más tranquilo la música de un elegante piano de cola –que Río no tenía idea de dónde había aparecido– resonó fuerte en el silencio expectante.  Ahí venía ella, con su hermoso vestido blanco y ese velo sencillo que ocultaba su rostro y era sujetado por una delicada tiara. Su padre la tenía sujeta del brazo y se desplazó con ella sobre el pasillo formado de tela blanca. Los tímidos rayos del sol que se abrían paso por entre las nubes iluminaban su figura como si fuera una princesa mágica de cuentos de hadas. Mariposas se le unieron a cada paso que daba bajo los arcos de flores atraídas por el olor de estas y el delicioso olor a miel que la chica dejaba tenue a su paso.

Aplausos resonaron y sonrisas se mostraron durante el corto trayecto hacia el altar, donde Mihail entregó la mano de su hija a la sudorosa del joven que parecía una jalea temblorosa frente a él.

No había un sacerdote como era costumbre en su mundo. El propio padre de la novia se colocó detrás de la mesa blanca que sostenía ciertos artículos y los anillos de boda.

—Estimados presentes. Hoy estamos aquí reunidos para ser testigos de la unión matrimonial de estos dos maravillosos jóvenes —la gente escuchaba atenta el discurso del hombre y observaban como los menores se tomaban de las manos uno frente al otro entre sonrisas tímidas—. No acostumbramos a hacer promesas a algún Dios ni le pedimos a alguien que lo haga, es por eso que les pido que las promesas sean hechas entre ustedes. Hagan sus votos matrimoniales.

Las manos de Liam temblaron y un nudo se formó en su garganta. Su omega notó aquello, y con un suave apretón de manos y una sonrisa hermosa que hizo sus ojos cerrarse le infundió el valor que le faltaba.

—Con esta mano yo sostendré tus anhelos —Leon giró su cabeza para ver al lambda que tiritaba a su lado, preocupado porque algo le estuviera sucediendo, pero al fijarse bien supo que el menor solo estaba aguantando la risa que amenazaba con arrancarse de sus labios—. Uh. La verdad es que no soy muy bueno con estas cosas, y no quiero hacer promesas que tal vez no pueda cumplir. Pero quiero prometerte, Lía, que te amaré cada día de mi vida. Sé que somos jóvenes, y que seguramente tendremos muchos problemas por delante, pero quiero estar ahí contigo, en las buenas y en las malas…siempre —. Lía comenzó a llorar. Sin soltar un sonido sus lágrimas rodaban por sus mejillas como pequeños cristales brillantes que fueron removidos de manera gentil por un dedo de la persona frente a ella.

—Puedo apostar que la primera oración te la dijo Río —ambos dirigieron sus cabezas con sus miradas emocionadas hacia el pelirrojo que los miraba como una madre a sus retoños—. Yo, sé que soy infantil, y puedo decir con seguridad que en el futuro puedo darte muchos dolores de cabeza. Pero te amo, y te prometo que no soltaré tu mano, nunca.

Un par de hermosos anillos de oro fueron puestos en cada dedo anular. Las alianzas tenían un sencillo pero hermoso grabado como una promesa, ‘por siempre’, era lo que se prometían hasta el fin de sus días.

—¿Qué esperas muchacho? Bésala —Mihail lo apresuró dándole un pequeño empujón en su hombro para que el pelinegro espabilara. Y bajo las risas de todo el mundo levantó el velo de la princesa para darle un beso que hizo explotar los aplausos.

Antes de comenzar con la fiesta Río les había hablado de una tradición que se daba mucho de donde él venía.

Una hermosa liga que nadie había notado antes se dejó ver en la pierna libre del vestido de la novia, quien la elevó sobre una silla bajo la vista de algunas parejas jóvenes que habían ido ese día. Siendo alentado por todos sus amigos y soldados, Liam se acercó con sus mejillas rojas a la atractiva pierna que lo llamaba, colocó sus manos en el muslo y la pantorrilla para afirmarse, y con los dientes comenzó poco a poco a retirar el encaje que se ajustaba de manera gentil. Río en ese momento no pudo aguantar la risa, y una fuerte carcajada salió de su garganta. Su amigo muy avergonzado colocó la liga con un poco de brusquedad entre sus dedos.

—¿Por qué no la usas tú la próxima vez si te parece tan divertido, eh? —lejos de sentirse mínimamente ofendido giró su cabeza hacia el dragón que se encontraba a su lado, y con una sonrisa pícara se lo insinuó a su alfa.

—Seguro. Creo que sería de lo más emocionante, no te parece ¿Leon? —el delta solo pudo asentir un poco avergonzado mientras las esquinas de sus ojos se sonrojaban un poco por el descaro del muchacho, y pensando de manera fugaz que tal vez no era necesario esperar a la boda.

Aquél intercambio coqueto no fue ignorado por los ojos de la peli plata, ni por su hermano, que se encontraba un par de metros apartado para evitar ser relacionado a ella y levantar alguna sospecha.


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