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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

Hola, hola!!

23. Lirian


Las cosas estaban tensas. Ni siquiera tenía claro cómo es que había terminado en ese lugar, solo recuerda que en un momento estaba acurrucándose junto a su pareja en el carruaje camino a casa hablando de Liv y al siguiente se vieron escoltados por un par de soldados con expresión sombría que esperaban por Leon en la entrada de la mansión; el ser arrastrado con él fue un acto colateral.


Eran cerca de veinte personas reunidas ahí a parte de ellos dos, todos deltas por el olor que podía sentir además de Cassandra, a quien por primera vez veía con un rostro terriblemente serio.


Nadie había reparado en su presencia, y si lo hicieron no les importaba, había cosas más interesantes que tratar en esos instantes, como por ejemplo la cantidad terrible de involucionados que ahora existían a lo largo de todo el país y seguían en aumento.


Su vista se paseaba por todos lados calculando posibilidades de escape en caso de que las cosas se pusieran feas, era algo que aprendió en su mundo, sobre todo si se encontraba rodeado de personas potencialmente peligrosas. Se encontraban en la habitación de juntas en el edificio del gobernador, todos de pie a pesar de existir una gran mesa para invitados rodeada de una cantidad ridícula de asientos para cada uno.


Leon apretó su mano con un poco más de fuerza de la habitual, siendo su lazo el que le transmitía toda la angustia que sentía por la situación. Río devolvió el gesto tratando de entregarle un poco de seguridad, pero no estaba seguro de si hacía un buen trabajo, decir que sentía la misma preocupación por lo que acomplejaba a todos los presentes sería una mentira. Por él mundo podría irse al demonio mientras no se encontraran involucrados sus seres queridos.


—¡Necesitamos hacer algo de inmediato. Las ciudades se están volviendo una locura, continuar de esta forma solo empeorará la situación y terminaremos con otra Ciudad de Bestias en cualquier momento! —un delta mayor, casi cercano a los cuarenta, hizo resonar su voz por entremedio de todos los presentes que hablaban desordenados a la vez discutiendo sobre el tema sin llegar a nada.


—¡Pues propone algo de una maldita vez! —le gritó otro.


—¡Para eso estamos aquí, imbécil, para proponer algo! —le rebatió.


Leon miró a Río de reojo, sintiendo por medio de su unión la diversión que le causaba al menor todo el escándalo. A veces no podía entender el humor de su pareja.


—¡Silencio! —aquella voz lo hizo estremecer. Recordaba muy bien esa sensación, alguien había utilizado su voz de alfa para silenciar al resto, pero siendo todos delta el intento fue casi en su totalidad infructífero, si bien logró que disminuyeran el volumen de la discusión eso solo logró aumentar el enojo de todos, a nadie le gustaba sentirse por debajo de otro, en especial si se trataba de puros alfas que estaban en la cima.


Una cabeza llena de cabellos plateados se podía ver a la cabecera de la mesa. El gobernador había hecho acto de presencia tratando de poner orden.


—Sé que todos estamos tensos por los recientes sucesos, pero debemos calmarnos para tomar la mejor medida.


—Si tu padre estuviera aquí las medidas ya estarían implementadas y nada de esto habría ocurrido —un castaño osado se atrevió a lanzar la frase que muchos pensaban, y el joven de cabellos de plata solo pudo apretar sus puños frustrado.


—Pero no lo está. Es por eso que les pido a todos su cooperación para tomar una decisión. ¿Alguien tiene alguna opinión? —sus ojos escrutaron los rostros de cada uno, esperando en secreto que alguno le quitara un peso de encima.


—¿Qué es lo que se sabe hasta ahora? Sólo hemos estado luchando siguiendo tus órdenes frenéticas, pero no tenemos información de lo que sucede en realidad. ¿Cómo esperas que podamos detener lo pasa si no sabemos a qué nos enfrentamos? —Leon tenía sus ojos fríos, calculando cada palabra y dispuesto a absorber cualquier información que se le entregara y fuera útil para él.


—La degeneración siempre ha existido. ¿No crees que tu pregunta es estúpida? Sólo deberíamos levantar más murallas en las ciudades y encerrar dentro a todos los que vuelven a ser bestias —un muchacho, unos años mayor que Río, expresaba su punto con gestos despectivos hacia el pelinegro, pensando en realidad que la solución era tan fácil como la planteaba.


—¿Eres estúpido, verdad? —la boca de Río no pudo aguantar el silencio por tanto tiempo. Todos se giraron a verlo en sincronía, como si recién estuvieran reparando en su presencia pese a que sabía eso no era verdad—. Si bien la involución siempre ha existido no puedes decir que una a esta escala sea normal. Hasta un ignorante lo sabría —todo lo que dijo estaba basado en suposiciones, pero no iba a callarse si veía como alguien intentaba desmerecer lo que planteaba el alfa a su lado.


—Un simple beta no puede venir aquí a despreciarme —el delta lo miró airado y avanzó un paso hacia él dispuesto a enzarzarse en una lucha a golpes, pero su alfa fue más rápido y se paró delante de él bloqueando su visión dispuesto a defenderlo de todo pese a saber que en realidad su omega no lo necesitaba.


—Él es mi lambda. Y puede despreciarte todo lo que quiera, imbécil —el pelirrojo cayó en cuenta entonces que todos lo habían ignorado por eso, pensaban que era un beta al no sentir su olor como corresponde gracias a la marca.


Sentirse apoyado por su contraparte hizo que en su pecho el calor de la felicidad se expandiera hasta tocar su corazón, pero la sensación perduró poco tiempo, cuando se fijó en el brillo astuto que recorrió los ojos del gobernador.


No pudo decir si la sensación extraña que le recorrió cuando notó eso era real o no, debido a que la distancia que los separaba físicamente no le permitía ver con claridad, sin embargo sus sospechas se confirmaron cuando escuchó las siguientes palabras ser exclamadas.


—¡Un lambda de la familia Nova, eso es perfecto! Entonces podremos enviar a Leon a una expedición sin preocuparnos de que la ciudad quede desprotegida, después de todo, si fuiste escogido por él debes ser muy hábil —no sabía cómo tomar esas palabras. Por un lado pareciera como si ese hombre lo despreciara por ser omega, pero por otro percibía algo que no cuadraba con la situación.


Antes de que Río pudiera replicar el dragón tomó su mano para tranquilizarlo, de no hacerlo se arriesgaban a enredarse en una larga discusión que su mente en esos momentos no tenía tiempo de procesar.


—No ha contestado mi pregunta, gobernador —todos se quedaron en silencio esperando esta vez con seriedad ya que el tema se había retomado.


—Sólo sabemos que la involución se produce por desórdenes químicos del cerebro. Las emociones fuertes desencadenan todo un proceso de reversión. Asumimos que esto se debe a un mecanismo de autodefensa del propio organismo de manera inconsciente.


—Como bien dijo el joven lambda con anterioridad, la involución siempre ha existido, pero ¿no crees que hay algo instigando la involución? Puedo creer que existan unos diez casos al mes en todo el país, pero esto es otra cosa.


—¿Qué es lo que estás pensando?


—Digo que los cuerpos recogidos por los purificadores deberían ser investigados a fondo.


—Bien. Ordenaré a nuestros mejores científicos que se pongan manos a la obra —su respuesta fue bien recibida por todos—. Ahora debemos tocar otro tema —se tomó su tiempo para agregarle suspenso al asunto—. Lirian ha caído —. Algunos pocos reaccionaron sentándose de manera dramática y otros tantos soltaron jadeos sorprendidos, Leon incluido—. A esto me refería cuando dije que mandaría al joven Nova en una misión. Pero no irá solo, te acompañarán otros cinco deltas y todos los hombres de confianza que crean ocupar.


El resto de la reunión se trató de elegir a los candidatos, muchos se ofrecían, pero también tenían otras tareas que cumplir. Pero Río no terminó de poner atención a nada, en su mente solo se repetían las frases “Lirian ha caído” y “Por eso enviaremos a Leon”, aún si esa no era la frase textual dicha.


No sabe cómo retornaron a casa, solo recuerda haber estrechado a la salida la mano con el alfa que había retomado el tema que sacó a relucir Leon con seriedad, pero nada más.


Enviarían a su alfa a otro lugar, uno que estaba infestado de bestias que se guiaban por el puro instinto, uno a donde seguramente se iría a la guerra.


Esa noche se encerraron ambos en la habitación y se acurrucaron en silencio. Río le rogaba al ser divino o a la fuerza mística que lo trajo a ese mundo que su pareja volviera a casa sano y salvo, aún si no era creyente de nada en realidad.


Leon lo abrazó con fuerza, sintiendo la angustia en su interior.


—Todo estará bien, Río. No iré solo, y sabes que mi fuerza no es poca.


—Lo sé, es solo, que no puedo quitar esta sensación horrenda de mi pecho, aún si sé que eres un excelente luchador —entonces el pelinegro mordió de improviso la marca en su cuello y luego lamió con cariño. Río ronroneó del gusto por la dolorosa sensación placentera.


—Todo estará bien. Siempre podrás sentirme por medio de nuestro lazo, no importa lo lejos que estemos.


***


La fecha de partida fue decidida, una carta del gobernador llegó ordenándoles a ambos los puestos a tomar. Desayunaron todos en silencio, aceptando la decisión impuesta y el orgullo que les causaba ser los protectores de las personas, al menos por parte de los Nova.


En la entrada esperaban por ellos una gran cantidad de soldados y los caballos necesarios para transportarlos, fácilmente podía decir que ahí habían más de cien personas. El sentimiento de angustia se acrecentó en sus entrañas, aún no estaba dispuesto a dejar ir a su alfa.


Leon posó una mano en su rostro y lo miró a los ojos, con los que le decía en silencio que todo estaría bien.


Sin importarle tener tan alta cantidad de espectadores Río lo atrajo hacia un furioso beso que fue devuelto con el mismo ímpetu hambriento. Luego su rostro se dirigió a su cuello y mordió con fuerza enterrando los colmillos.


Al separarse del dragón un hilo de sangre se deslizó por su boca siendo removido con cariño por el mayor.


—Tienes prohibido morir —ordenó con fuerza para disimular todo lo que sentía en esos momentos.


—Volveré a ti, Río. Lo prometo.


Reacio soltó la mano de aquella persona que durante tantas noches le entregaba calor y lo vio subir a su caballo.


—Theo —miró a su amigo, uno de los elegidos para acompañar al alfa en la misión—, por favor cuida de él —. Sabía que su petición era irrazonable, sobre todo porque estaba hablando de un mismísimo dragón, pero su amigo asintió de todas formas para entregarle la seguridad que sabía le faltaba en esos momentos.


Los observó partir, sintiendo como una parte de su vida se marchaba con ese hombre.


Cuando volviera a verlo se aseguraría de decirle todo, de gritarle a la cara el nombre de ese furioso sentimiento que le removía las entrañas con dulzura cuando estaban juntos, cuando se unían, cuando le susurraba al oído palabras dulces y lo miraba con esos ojos verdes que parecían dos joyas preciosas.


—Tienes que volver a salvo, cariño —la frase salió de sus labios antes de que pudiera mantenerla encerrada detrás de sus dientes y fuera escuchada por el resto de la familia Nova, pero no se arrepentía, no escondería el cariño que sentía por su pareja.


Su rostro se enserió cuando dejó de escuchar el relincho de los animales en la lejanía, y adoptando la mejor actitud profesional que podía se dirigió a la casa secundaria, donde aguardaba por él la tropa restante de guardias.


Su vista recorrió el rostro de cada uno de los presentes, los que mostraban una fe ciega en él y estaban dispuestos a seguir todas sus órdenes, incluso si se les pedía morir por él.


—Nuestra tarea es defender esta ciudad a como dé lugar. Ármense y protéjanse, saldremos esta noche.


—¡Sí!


Todos comenzaron a enfundarse en las protecciones de cuero más duras que poseían dentro de la armería. Al fin todo el entrenamiento que habían tenido a lo largo de los años y con Río sería puesto a prueba.


Mientras ellos estaban en eso Lía y su padre aparecieron por las puertas con raciones de comida, las que ellos agradecieron en silencio.


—Río…—comenzó la omega con su voz tiritona.


—Tranquila, Lía. Aquí en la ciudad nada ha sucedido aún. Todo estará bien —acarició su cabello y le sonrió para restarle importancia al asunto que podría desatarse—. Liam —llamó al muchacho que estaba junto a los hombres vistiéndose—. Te quedarás aquí.


—¡¿Qué?! —el pelinegro lo miró ofendido—. ¡No puedes hacer eso! ¡No te dejaré marchar solo! —le gritó con furia desesperada bajo la expresión imperturbable de Río.


—Aquí las órdenes las doy yo. Y digo que te quedas.


—¡Me importa una mierda tu orden! —el pelirrojo estaba seguro que su amigo quería decir algo más, pero tomándolo con brusquedad de sus ropas lo acercó a su rostro apresándolo contra un pilar y lo miró frío, sus ojos dorados atravesándolo como duras barras de oro.


—Me importa una mierda lo que tú quieras. Te quedas.


Zack miraba a sus dos amigos con nerviosismo. Entendía por qué Río quería dejarlo fuera, y estaba seguro que Liam también lo sabía pero aun así era testarudo. El lambda estaba pensando en Lía, en ella y el pequeño niño que llevaba en su vientre.


—Yo cuidaré de Río, Liam. Solo obedece.


—No necesito la protección de nadie —dando por zanjado el tema el omega les dio la espalda y se sentó alejado de ellos, centrando sus sentidos a la espera de la primera alarma para partir.


El tiempo comenzó a pasar, y cuando todos se comenzaron a sentir relajados pensando que la crisis no alcanzaría Achira las alarmas de emergencia comenzaron a sonar desde todas las direcciones.


Poniéndose de pie el ahora jefe sustituto exclamó sus órdenes.


—¡Andando! ¡No tienen permitido morir!


Desde la ventana de su habitación Lía escuchó el griterío, y una lágrima se deslizó por su rostro cuando abrazada a su alfa y su padre contempló a su amigo marcharse.

Notas finales:

Listas para lo que se viene? El próximo capítulo entramos de lleno a toda la acción de la historia!

Muchas gracias por leer.


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