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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

He vuelto!!.

Después de una semana infernal de pruebas la última que me queda es el lunes, así que tengo mi tiempo para subir este capítulo.

 

Esta historia no tiene ninguna advertencia, tal vez solo un poco de lenguaje "vulgar", pero nada tan grave.

5. Respeten al señor Río


Solo habían pasado un par de semanas desde que llegó a ese lugar según creía, y todo pasó tan rápido que no tuvo el tiempo de procesar qué sucedió.


Ahora lo recordaba bien, o al menos eso pensaba. Le habían disparado sus ex compañeros de trabajo, todo por un maldito collar que estaba seguro y podrían conseguir después en otro lado o al menos otro que fuera tan caro y se le pareciera. Pero bueno, solo alguien tan temerario como él podría robarle a la mafia para la que trabajaba de manera momentánea. Se reía un poco al pensar que esos idiotas jamás encontrarían uno de los trozos que le había quitado al objeto guardándolo en un compartimiento en su zapato, algo es algo. Y si Marie había seguido sus escasas instrucciones entonces tampoco encontrarían el resto.


Río no tuvo problemas para hacerse a la idea de que ya no podía volver, y de todas formas no quería hacerlo, este lugar le daba todo lo que siempre había querido, una cama, comida caliente, poder dormir sin preocuparse de que alguien quiera su cabeza…bueno, tal vez esa parte no tanto si recordaba la hostilidad de ese alfa explosivo con el que no se llevaba para nada.


Ya sería la tercera semana en la que estaba ahí en ese mundo, había sido comprado, matado bestias raras que al parecer antes eran humanos según lo poco que había entendido y fue a una cita con un chico, que lejos de hacerle sentir incómodo fue todo lo contrario. Tantas cosas en tan pocos días que ahora no sabía qué hacer con el “tiempo libre” que le dieron, o más bien que le dio Lía mientras ella y su familia salían por algunos asuntos de los que no tenía suficiente interés.


Tomó una camisa y pantalones holgados del closet que de seguro le darían un infarto a la chica amante de la moda y se dirigió a explorar la mansión por segunda vez desde que llegó ahí, pero esta vez completamente solo. Fue recibido por una gran cantidad de personas vestidas de blanco cuando abrió un par de puertas en el primer piso y miró dentro con asombro.


—Señorito Río ¿Qué podemos hacer por usted? —el chico se tomó sus buenos segundos para procesar la palabra “señorito” dirigido a él, pero luego decidió dejarlo pasar y empezar a escanear la habitación y las personas –que no tenía idea de cómo se enteraron de su nombre. Culparía a Lía por eso–. Resulta que había dado con la cocina, era tan amplia que ya había comenzado a pensar que era una casa extra que tenían ahí pegada a un lado del gran salón comedor. Todo era tan blanco que no le sorprendería si una pequeña mancha llegara a causar revuelo por todo el lugar, y ¿eso de ahí era mármol?, ugh, mejor era no saberlo, tanto lujo le daba dolor de cabeza, un simple plebeyo como él no podía procesar tanta grandeza.


Las 5 personas que estaban ahí, menos quien le había dado la bienvenida, seguían en sus labores moviéndose de aquí para allá limpiando y cocinando sin tomarlo mucho en cuenta. Todos eran betas, o al menos eso pensaba puesto que no podía sentir ningún olor proveniente de ellos y la chica solo le dijo que las feromonas venían de los otros dos géneros.


—Nada en verdad, solo estaba un poco aburrido.


—¡Vaya! Lamento que no podamos hacer nada para usted, pero tengo una recomendación. He oído que es muy diestro en combate ¿Por qué no va a la casa secundaria aquí atrás a entrenar con los guardias?


—Gracias, eso haré —Río se comportó de una manera tan cordial que aquél sujeto sintió remordimiento. En realidad no le sugirió ir por una razón honesta, había escuchado entre comentarios del personal que el omega que trajo su señor era un chico arrogante que no merecía respeto, pero con esa sola interacción supo que estaba equivocado. La próxima vez que se pasara por la cocina le trataría mejor…si salía vivo de entre todos esos alfas que estaban listos para moler a cualquier sujeto que no les agradara.


El pelirrojo se despidió de los cocineros y caminó un buen rato por la mansión debido a que se perdió entre los corredores, les preguntó muchas veces la dirección a los sirvientes de los Nova hasta que dio con la puerta que llevaba a la casa trasera y observó el lugar casi arrepintiéndose un poco de ir allí.


Este sector no tenía nada que ver con la maravillosa mansión Nova, es más ¿es que era una prisión acaso? Ese lugar era un asco. Con ropa tirada por todos lados, la tierra seca y sin vida, armas desperdigadas por todos lados, y no quería saber qué era eso que se movía por ahí a unos cuantos metros de sus pies. Ni siquiera él que vivió en una casa casi en ruinas podía comparar su antigua vivienda con esa pocilga.


—Miren nada más ¿Vienes a divertirte con nosotros, omega? —un sujeto que no reconoció se le acercó por la espalda y pasó su brazo sobre su cuello para luego apretar su brazo y dejar salir un poco de feromonas intentando intimidar al muchacho.


—Quita tu asquerosa mano de mi hombro —espetó con molestia.


—¡¿Qué dijiste?!


—Dios, que bullicioso eres. Mira, llamas la atención del resto de idiotas —Río puso una cara de desagrado mientras tomaba la mano con asco y la retiraba sin cuidado de su hombro bajo la atenta mirada de los nuevos curiosos—. Pero tienes razón, he venido a divertirme con ustedes —. La sonrisa que les dedicó a todos les provocó un escalofrío y les dio mala espina, pero no iban a admitir que un simple omega los asustaba, eso aplastaría todo su orgullo.


—Interesante ¿Y qué propones, lindura? —de manera insistente el sujeto tocó esta vez su mentón. No fueron ni tres segundos al igual que la primera vez cuando ese tipo pasado de listo estaba en el suelo a punto de ahogarse con una llave de Río bajo la asombrada mirada de todos los curiosos que ni siquiera pudieron entender bien el movimiento que había hecho el pelirrojo.


—Propongo algo interesante. A cada uno de ustedes que venza seguirá mis órdenes para limpiar este asqueroso lugar sin reclamos. ¿Ven, nada muy exigente, no? Ustedes terminarán viviendo en un lugar decente y yo gastaré un poco de energía, todos ganamos.


—Muy gracioso, ¿y qué pasa si nosotros ganamos? —Theo hizo acto de presencia con su voz retándolo no muy seguro mientras veía como el omega por fin dejaba de ahogar a su compañero que ya comenzaba a colocarse azul por la falta de oxígeno.


—Haré cualquier cosa que ustedes pidan.


—Excelente, pues ¿qué esperamos? —Liam no iba a dejar pasar esa oportunidad, por fin saldaría cuentas con ese tipo y la humillación que pasó un tiempo atrás sería saldada.


Algunos pocos, los al parecer más inteligentes del grupo, pudieron notar que sus compañeros habían caído directo a una trampa. Casi podían imaginar la imagen de ese chico frente a ellos con su cola de demonio moviéndose divertida.


Todos tomaron asiento en un amplio círculo utilizando rocas o cualquier cosa en la que pudieran acomodarse mientras se reían entre ellos lanzando comentarios sarcásticos contra el joven que había ido a retarlos.


Los enfrentamientos comenzaron cuando ya todos estuvieron listos y algunos aplaudían vítores al unísono. Los más débiles –la mayoría betas– caían como peso muerto ante el omega sin que este tuviera la necesidad de usar algún arma contra ellos, solo sus manos fueron suficientes con una que otra técnica de defensa personal que hasta un niño podría hacer. Algunos terminaban tan apaleados sin saberlo que salían cojeando o sujetando extremidades que según ellos y podían estar rotas, pero Río no había sido tan severo.


Los más problemáticos del grupo eran los alfas, que como bien le había contado Lía eran buenos en lo que hacían y aprendían bastante rápido mientras observaban los combates de aquellos que pasaban antes, una lástima que no fuera suficiente contra él y toda la experiencia que había acumulado en pocos años.


Liam fue el último en enfrentar, y para complicarle un poco las cosas con bastante mala intención de manera arrogante exclamó.


—Para que veas que soy una buena persona te dejaré tener un poco más de ventaja que el resto de tus compañeros. ¡Que nos arrojen un par de armas! —su vista se dirigió al hombre más próximo a la pequeña armería que tenían en ese desastroso lugar, y con una acción casi en pánico por no saber elegir un par de lanzas fueron arrojadas al centro de la pelea para que pudieran tomarlas.


El alfa fue el más rápido, pero en realidad Río ni siquiera estaba apurado en tomarla. Dando una vuelta ligera, como un paso de baile, esquivó de manera relajada un ataque furioso de su contrincante y levantó con su pie la lanza sobrante bajo la mirada incrédula y maravillada del resto para ponerse en guardia.


Al menos esa contienda duró más tiempo. Vencer al alfa le tomó con exactitud tres minutos antes de que su trasero tocara la tierra y se llenara de polvo.


Fue así como después de tres horas más de 50 alfas tenían habitaciones y áreas designadas para limpiar bajo las órdenes de Río, quien se encontraba sentado con sus piernas cruzadas en una pose muy relajada mientras inspeccionaba todo lo que habían avanzado.


—¡Río! ¿Estás bien? —Lía, quién corría hacia él sosteniendo su ostentoso vestido de color celeste pastel y adornos azules hacía sonar sus tacones con cada paso que daba en su dirección apresurada. Detrás de ella venía Leon, quien tenía una expresión que cualquiera llamaría indiferente, pero él, que había pasado un tiempo mirándolo para tratar de descifrar sus expresiones, notó la diferencia en sus ojos que estaban un poco más abiertos de lo normal. Por su mente cruzó la descabellada idea de que tal vez podría estar en pánico debido a él, que estaba rodeado de alfas preparados para la lucha y que ya tenían una experiencia previa de riña con él, pero pensó que eso sería muy egocéntrico de su parte.


—Estoy bien, tranquila.


—Señor Nova —los que se encontraban limpiando en ese sector cerca del pasillo de la entrada levantaron la vista hacia su jefe en un gesto de súplica silencioso.


—¿Quién les permitió pausar la limpieza? —el joven los miró devuelta enarcando su ceja en una orden implícita haciendo que sus, en esos momentos lacayos, continuaran con la labor mientras refunfuñaban por lo bajo— No terminen hasta que les diga, volveré —. Se dio vuelta con una sonrisa satisfecha en su rostro cuando escuchó el ‘¡sí!’ desganado de todos y pasó por entre medio de los dos hermanos, quienes se miraron interrogantes y luego le siguieron el paso.


Río en realidad no era tan desalmado como quería hacerse ver por esos hombres, por esa razón se encaminó a la cocina donde había estado con anterioridad cuando exploró y se dirigió al que él consideraba el chef principal, es decir, quien le había dado la bienvenida la primera vez.


—Señorito Río ¿Qué podemos hacer por usted? —el beta en esos momentos sentía el sudor frío correr por su nuca, no porque le temiera al jovencito frente a él, sino porque éste iba acompañado nada más que por los señores de la casa, quienes estaban muy intrigados con su comportamiento.


—¿Podría preparar unas 55 raciones de sándwiches?


—Por supuesto, enseguida —el hombre de unos 40 años no quiso ni siquiera preguntar para qué necesitaba una orden tan grande, mucho menos si el señor Nova no cuestionaba aquello y más parecía que su presencia indicaba que lo alentaba, por esa razón se dirigió a todo su equipo y dando un aplauso al aire para llamar su atención se pusieron manos a la obra.


15 minutos después se dirigieron tras Río a la casa secundaria llevando todo el pedido en tres carros con bandeja para transportar comida, e ingresaron bajo la asombrada mirada de todos los trabajadores que aún continuaban limpiando y soltaron exclamaciones de júbilo al por fin ver su tan preciado descanso acercarse a ellos.


Pronto comenzaron a rodear a los cocineros tratando de alcanzar algún pan pero fueron detenidos por su “torturador”, nombre dado por todos ellos mientras murmuraban lo cruel que era tenerlos limpiando.


—Primero se lavan las manos y luego formarán una fila. Si no lo hacen nadie recibirá su parte —viendo como nadie pensaba hacerle caso luego, exclamó—. Tienen tres minutos para ir y volver, saldré a repartirlos a algún animal sino.


No tuvo que repetirlo dos veces, de manera rápida todos trataban de acaparar el baño para cumplir la orden y poder comer bajo la mirada burlesca de Río, quien en  verdad se los iba a dar de todas formas porque la comida no se desperdicia, y menos de una manera tan ridícula.


No pasó mucho tiempo cuando regresaron todos y comenzaron a recibir su ración de la manera en cómo les fue dicha mientras el pelirrojo observaba el cambio drástico que había tenido el lugar. Ahora si se podían ver las paredes de madera barnizada y los cristales de las ventanas que daban al patio no tenían suciedad, la ropa desperdigada quién sabe por qué en el pasillo había sido recogida y el animal, o lo que él pensaba que era uno en ese momento, ya no se encontraba. Fue entonces que Río exclamó satisfecho y con una sonrisa.


— Buen trabajo muchachos.


Aquellos alfas y betas, quienes nunca había recibido un elogio en todos los años que llevaban sirviendo en ese lugar, de pronto sintieron un tímido calor en sus corazones, y pensaron que ese omega no era tan malo después de todo.


Los días que le siguieron Río se la pasó apaleando a todo el grupo en los horarios de entrenamiento y después alimentándolos, eso causó que poco a poco la admiración fuera aumentando entre ellos. Y Río pasó de ser llamado “el sucio esclavo omega” al “señor Río”.

Notas finales:

Hey tú, persona que llegaste hasta aquí...gracias por leer


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