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DRAGONES por yukihime200

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Notas del capitulo:

¿A quién quiero engañar? La verdad es que tengo unas tremendas ganas de subir todos los capítulos que tengo escritos de una sola tirada. No lo haré, pero en cambio las actualizaciones serán más frecuentes, lo más seguro que martes y jueves hasta que llegue al último capítulo que tengo escrito.

 

 

 

No digo más, disfruten su lectura si les gustó esta historia.

7. Primer latido


Algo era extraño en esos momentos, muy extraño. No podía decir que le incomodaba, o al menos no tanto, pero no podía hablar por el resto de personas que se encontraban con él en ese momento dentro de la cocina. Al parecer un gato grande quería su atención, si es que podía compararlo con un felino.


Ese día se había levantado con ánimo de apalear, es decir, entrenar con su nuevo conjunto de amigos en la casa secundaria como solía hacer cada cierto tiempo, por esa razón se levantó cerca de las cinco y media de la mañana y se dirigió a ese hermoso santuario blanco libre de imperfecciones para hacer un desayuno nutritivo que alimentara todo un ejército. Todo era normal, no necesitaba la ayuda de los cocineros experimentados, él podía hacer sus propias comidas, que sin presumir le quedaban bastante bien gracias a que desde pequeño ayudaba a su madre cuando no solía realizar algún tipo de trabajo. Los chefs y ayudantes de cocina no tuvieron problema con su presencia en el lugar siempre y cuando no interviniera con las labores de los presentes y obstaculizara la preparación de los alimentos para los señores de esa mansión, y así lo hizo. El problema fue cuando media hora después Leon ingresó a la sala con su recién colocada bata de dormir azul marino, lo miró unos instantes y luego caminó hacia él tomando con su mano el borde de su camisa holgada  de entrenamiento y ahí se quedó, como una estatua pegado a su lado.


Al principio los presentes se miraron entre ellos y se encogieron de hombros mientras reían, “es una ilusión colectiva, sí, eso debe ser”; pero los minutos comenzaron a pasar, cinco, diez, y entonces la sonrisa en sus rostros comenzó a congelarse logrando que se transformara en una mueca extraña que adormecía sus mejillas. La ilusión del señor Nova no desaparecía ¿Había ido a supervisar el trabajo de sus empleados? ¿Iba a despedir a alguien? El más joven de los ayudantes, quien era menor que Río, sintió que sus piernas se volvían de gelatina, y si esa situación no se terminaba pronto podría asegurar que le daría un infarto ahí mismo.


Río, sin estar atento al pánico que se sentía detrás en su espalda, terminó de preparar el café, mucho café, y mucho huevo revuelto con trozos de carne cortados de una manera muy fina. Él amaba la carne. Y si Leon estando ahí a su lado no dijo ni le prohibió usar los ingredientes ¿cómo podrían atreverse unos meros sirvientes? Tendrían que reponer todo el inventario de huevos, y tal vez comprar muchos más. Pero lo harían felices si eso significaba salir por un segundo de ahí evitando la presencia del señor en aquella habitación.


—Bien, todo listo —si era honesto, Río esperaba que tan pronto dijera eso el joven Nova le soltara y en silencio se retirara a hacer lo que sea que hacía en su oficina o dormitorio mientras él no lo veía. Pero no fue así, y al darse vuelta en forma abrupta quedó atrapado entre el fornido cuerpo de Leon y la mesa de cocina donde estaba trabajando. Esperó con paciencia a que se moviera dejándole el camino libre, no era incómodo en absoluto, en cambio, el chico de ojos dorados solo pudo catalogarlo como extraño. Pero el gran alfa no se movía pese a todos los minutos que había esperado, y la escaza distancia comenzaba a ser raramente tensa—. Leon, ya sabes, espacio personal.


El mayor se quitó reacio mientras realizaba una pequeña e imperceptible mueca de infelicidad y cuando vio que el omega comenzó a colocar los alimentos en las bandejas para transporte rápidamente se ofreció— Te ayudo.


Mientras se disponían a ordenar todas las cosas el pelirrojo pudo ver como los sirvientes perdían el color en sus rostros y si lo pensaba un poco más podría jurar que en cualquier momento comenzarían a ponerse azules por todo el aire que se tragaron de la sorpresa y no estaban dejando salir. Curiosa reacción. Una que se repitió en cada salón por el que pasaban mientras se dirigían al hogar de los guardias.


En realidad, aquellos empleados a pesar de haber trabajado durante unos años bajo las órdenes de la familia Nova, jamás habían interactuado o mejor dicho, jamás habían visto al joven señor Nova por más tiempo que no fuera el de las comidas. Él ni siquiera entrenaba a los alfas que peleaban a su lado, de eso se encargaba algún buen maestro que iba a la mansión algunas veces por petición de la familia. Por esa razón, cada uno de los que estaban ahí simplemente se había dejado guiar por los rumores del pueblo, a pesar de que la señorita Lía a menudo les había dicho lo contrario. ¿Pero quién podría creerle si hablaba de su propio hermano? Era obvio que siempre lo defendería.


La reacción de los alfas, aunque fue similar, trataron de no demostrar mucho en sus rostros. “Orgullo de alfa supongo”, fue lo que pensó Río, también pensó que el intento no les funcionó muy bien cuando notaba a uno que otro pellizcando su piel para ver si aún seguían durmiendo.


—¡Muy bien, coman solo un poco y luego nos pondremos a entrenar! —ellos querían responder con ganas en verdad, pero cada que abrían la boca para soltar un sonido los ojos se les desviaban de manera inevitable a su jefe dirigiéndole miradas temerosas. Río al darse cuenta de esto los tranquilizó— Ignórenlo. El solo viene a supervisar hoy, ¿no es verdad? —. Leon se cruzó de brazos en un gesto que él consideraba informal, pero que a los ojos de los demás resultó ser imponente y soltó un sonido similar a un “uhm” mientras asentía a todos.


Se pudo considerar que esas dos semanas en las que vivieron la misma situación fueron como unas pequeñas vacaciones que el alfa nunca se había tomado, y se volvió costumbre ver al gigante hombre pegado al lado del omega como si de un patito siguiendo a su madre se tratara. Los trabajadores comenzaron a perderle el miedo a su señor, tanto que algunas veces llegaban a cruzar algunas palabras cordiales con él aún si solo se tratase de los buenos días y uno que otro saludo. La mansión se volvió más alegre, y el cabeza de familia y su hija jamás estuvieron más felices por ello.


Río también se acostumbró a aquello, comparó su presencia incluso con el sol, porque cuando Leon no estaba a su lado o se encontraba lejos de él sentía como el calor se iba, y de pronto se notaba a si mismo tomando su mano o acercándose para que el frío que sentía por esos instantes desapareciera. Todo era tan normal como respirar, que nunca se tomó el tiempo para pensar sobre aquellos sentimientos.


Hasta que ellos llegaron, claro.


Un día, mientras se encontraban desayunando, un gran perro de un pelaje negro muy brillante atravesó las puertas del comedor siendo seguido a una distancia prudente por uno de los mayordomos del lugar, que reverenció avergonzado.


—Lo lamento señor, no pude detenerlo.


—No te preocupes, puedes retirarte —el padre de la familia, como siempre muy amable, le restó importancia al asunto y despachó de manera tranquila a su empleado.


El animal traía una pequeña carta atada a su cuello enrollada de manera formal que Leon retiró con cuidado luego de darle una caricia recibida con gusto, y a medida que iba leyendo su ceño se fruncía cada vez más en niveles que uno diría que es casi imposible. Tan pronto como un suspiro salió de su boca una voz interrumpió en la sala.


—Espero que esto no sea un inconveniente, pero ya estamos aquí. Mucho gusto Leon Nova, soy Cassandra Voltt.


El pelirrojo detalló a la mujer. Lo más probable es que fuera de la edad de Leon, alta, rostro fino y alargado, sonrisa encantadora, y un par de finas cejas que ayudaban a enmarcar un par de bonitos ojos azules que resaltaban con ese cabello de color plata. Sin duda una preciosa mujer, una hermosa omega. Que no venía sola por cierto. Detrás de ella tres alfas estaban presentes en una típica pose militar formal de descanso mientras esperaban órdenes.


El padre, notando que Leon no tenía intención de recibirla les dio la bienvenida en su lugar.


—Mucho gusto, soy Mihail Nova, el padre de la familia. Es un gusto señorita Voltt. Dígame ¿Qué podemos hacer por usted? —Río tenía la misma pregunta y si se fijaba en el rostro de su comprador, suponía que no podía ser nada bueno.


—Pensé que les había llegado una carta.


—Arribó apenas unos pocos segundos antes de que usted llegara, sin permiso para ingresar cabe decir.


—Oh, entonces permítame explicarle. El gobernador me envió para casarme con su hijo.


Algo extraño se dio vueltas dentro del estómago de Río, tal parece que la comida le había sentado mal. Pudo sentir que Lía giraba sus ojos hacia él en pánico, pero no entendía por qué. Si Leon se casaba con esa chica no significaba el fin del mundo y de todas formas las cosas no cambiarían, no es como si fuera algo más que el omega que fue comprado. Sintiendo como el ambiente se fue tornando incómodo hizo una de las mejores cosas que sabía hacer en su mundo antes de llegar aquí, huir. Claro que de una manera muy civilizada. Se fue mientras informaba que ya era la hora de entrenar.


Por alguna extraña razón estaba de muy mal humor. Qué lástima para sus compañeros de juego, que terminaron más destrozados que de costumbre bajo las implacables habilidades de su nuevo entrenador.


—Muy bien ¿Vas a explicarnos qué sucede? —con el tiempo, los tres antes llamados simples compañeros de batalla pasaron a ser sus mejores amigos. Era divertido estar con ellos, Liam siempre era muy explosivo, casi tanto como él, Theo se encargaba de detenerlos calmándolos de manera pacífica y Zack solo se reía de cada cosa ridícula que dijeran mientras discutían. Eran un buen equipo, uno que algunas veces revolucionaban ciertas áreas de la ciudad en sus tiempos libres.


—No sé a qué te refieres.


—Oh vamos, no nos mientas, estoy seguro de que si no fuéramos amigos ya estaríamos bajo diez metros de tierra por tu culpa.


—No tengo nada que decir en verdad.


—Vamos, vamos, escúpelo.


—Deja de picar mi mejilla —el furioso sentimiento que se retorcía en su interior se fue aplacando un poco gracias al divertido intercambio que tenía con el alfa recargado en sus hombros. Sí, todo iba volviendo a la normalidad, hasta que escuchó la voz de Leon y la nueva señorita que declaró venir a casarse. Cuando los vio aparecer juntos en el patio de entrenamiento la bestia en su interior resurgió peor.


—Wow, cálmate amigo. No puedo respirar —Río volvió en sí cuando escuchó a Liam quejarse y estar a punto de doblarse por una presión que no reconoció— Nunca había estado cerca de tus feromonas furiosas. Recuérdame nunca acercarme a ti cuando estés celoso.


—¿Qué dijiste?


—¿Que nunca había estado cerca de ti cuando estás furioso?


—No, eso no.


—¿Que me recuerdes nunca acercarme cuando estés celoso?


—¿Qué te hace pensar que estoy celoso?


—¿Es una broma? ¡Theo, ven a oír esto! —Theo, el gemelo de Liam, y Zack, se levantaron de un salto para acercarse y formar entre todos un círculo para susurrarse— Este tipo no tiene idea de sus celos, ¿no es adorable?


—¿No era muy obvio? Pensé que por eso habías venido con nosotros a darnos una paliza —Liam y Theo lo miraron sorprendidos, a veces Zack podía ser muy intuitivo.


—Por dios, no estoy celoso —los amigos no podían dejar pasar esta oportunidad, pocas veces veían como Río perdía los estribos, y por lo general recuperaba su humor calculador tan pronto dejaba de discutir con Liam. Por esa razón no pudieron aguantarse las ganas de lanzar una pequeña broma.


—Bien. Entonces no te importará saber que nuestro jefe y la hermosa señorita ya se van.


Río se lamentó, porque su cuerpo reaccionó mucho antes que sus pensamientos y pudo escuchar como sus amigos se doblaban de la risa que su acción causó. Iba a reclamarles, claro que sí, pero entendió lo que sus amigos le querían decir cuando vio que Leon ponía su mano de manera cordial en la espalda de aquella omega. “Oh, ya veo. Estoy celoso”.


Para su buena suerte el tormento dentro de su pecho duró poco. Al final, la mano que fue puesta en esa delgada espalda y quitada muy rápido era solo para guiar a esa chica en la dirección en la que se encontraban él y los demás alfas aún exhaustos por el entrenamiento. Las siguientes palabras de Leon Nova lo golpearon como un martillo directo a sus entrañas.


—Lo lamento, como te decía, éste es el omega con el que voy a casarme.


Pensó que su corazón tenía un mal funcionamiento y se asustó, porque no existía forma fisiológicamente posible en la que ese órgano vital se detuviera un par de segundos para luego retomar su función con un ritmo frenético.


Tal vez, y solo tal vez…podía ser capaz de comprender por qué estaba tan celoso.


***


Cuando Leon vio salir a Río en un ritmo calmado le pidió a su familia un momento a solas con la recién llegada. Esta hizo lo mismo con los alfas que la acompañaban.


—Lamento decir esto tan pronto como llegó aquí, sé que el viaje desde Dalia hasta Achira es muy largo, pero ya tengo a alguien con quien planeo casarme.


—¿No hay ninguna posibilidad? ¿Aun cuando tú y yo somos delta y lambda?


—Aun si fuéramos dioses, seguiría diciendo no. El omega con el que quiero casarme es más importante que un simple estatus.


—Ya veo. Es una lástima, no quedamos muchos dragones en el mundo.


—Lo lamento.


—Está bien. ¿Por qué no mejor me llevas a conocer a tu equipo? Debo ponerme profesional ahora y revelar mi segunda intención para venir aquí. Ya pensaremos en algo para decirle al gobierno.


—Seguro.


El joven Nova la llevó por entre los salones al patio de entrenamiento, debía admitir que un pequeño malestar se asentó en su pecho cuando vio la confianza que había entre Río y Liam. ¿A quién quería engañar? Estaba muy molesto. Sin embargo, como bien dijo Cassandra, tenían que ser profesionales.


—Este es el lugar de entrenamiento.


—¡Vaya! Parece que acaban de salir de una batalla infernal. Se ve divertido, entonces ¿puedo dejar a mis chicos contigo?


—Seguro.


Leon pensaba decir algo más, pero el olor de las feromonas furiosas de Río llamó su atención, nunca ha olido algo así proveniente de él, su olor siempre era igual al que desprendía un bosque en un día soleado, en calma, pero ahora era como uno azotado por la tormenta. Se quedó tenso un tiempo bajo la mirada algo sorprendida de la chica de cabello plateado hasta que un conjunto de risas estallando llamó su atención.


No pudo soportarlo más. Guio a la chica de manera amable empujándola gentilmente por su espalda en la dirección deseada. Tan pronto estuvo frente a Río reiteró lo que ya le había dicho hace unos instantes a la mujer.


—Lo siento, como te decía, este es el omega con el que voy a casarme —. Leon pudo incluso saborear esa frase en su lengua. Sí, es el omega con el que quería casarse.

Notas finales:

 

Espero que les gustara el capítulo, porque a partir de ahora se pondrán un poquito más largos en comparación de los 5 iniciales. 

Eso. Gracias por llegar hasta aquí. 

Besos~~


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