Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

N/V: Hoola

Por fin logre editar este capitulo, ¡Edmary, perdoname la vida! Realmente no me habia dado cuenta de que habia dejado este capitulo casi en blanco, y no queria entregar algo mal hecho. Me gusta ponerle corazon a mis historias y solo cuando me convenci de que estaba listo es que me decidi por subir este capitulo.

El maraton de cinco capitulos sera el 24 de diciembre, subire los capitulos a medida que avance el dia, el ultimo que suba sera a las doce de la noche ¿Que tal?

Ojala y les guste el capitulo.

 

 

N/N: He de reiterar que estoy colocando las notas viejas poco a poco, por lo que es normal si encuentras algun espacio en blanco.

En cuanto al capitulo, debo admitir que es de mis favoritos, ame escribirlo un monton.

Casi en el minuto exacto en el que Pain comenzó a hablar, una rara luz brillo en su cabeza (Supuso que a eso se referían las figuras con mostrarle el pasado) y pudo visualizar a la perfección lo que en su mundo había ocurrido: Tres niños huérfanos en un país de guerra en el que un Sannin les entrenó, fundaron una organización llamada Akatsuki, Yahiko y Konan se profirieron un hermoso romance bajo los ojos de aprobación de Nagato, para luego ser brutalmente separados al morir Yahiko a manos de su mejor amigo para salvar a Konan de las garras de Hanzō. Lo demás, sobre la corrupción de Akatsuki y el dolor de Nagato fue algo que había escuchado ligeramente como un rumor, lo único que hicieron esas imágenes súbitas en su cabeza fue reafirmar la información, y permitirle ver la escena de primera mano cómo el buen chismoso que era, claro está.

Ahora, volviendo a esta loca, caliente y pervertida dimensión.

En este mundo la historia que comenzó a narrarle Pain era relativamente similar, puesto que tenía casi todas las situaciones salvó por unos que otros detalles que hizo que la perspectiva de esta historia fuera un giro demencial a diferencia de la otra.

Como que en esta ocasión no fue Yahiko el que murió, que él y Konan nunca tuvieron un romance, y que Nagato estaba enamorado de él.

Si, así como se escucha.

Nagato estaba profundamente enamorado de su mejor amigo, aquel que le había acogido y cuidado desde niño.

Pero Yahiko no lo sabía.

Con la voz sobrecogida por la emoción, le contó a Deidara cómo la verdad es que de niños le pareció extraño que Nagato siempre estuviera atrás de él. Es cierto, la peliazul siempre procuraba que no se rompiera un brazo o perdiera la cabeza por sus estupideces, pero incluso siendo tan joven él sabía reconocer el cariño maternal. Para él tener a Konan era como tener a la madre que no llego a conocer bien, le protegía, le aconsejaba y en el peor de los casos le regañaba con un buen porrazo en la cabeza.

Con Nagato era diferente, cada vez que miraba por encima de su hombro y le veía allí, sonriéndole, sabía por alguna razón que no era igual, que se sentía diferente el estar a su al rededor. No todo el tiempo apoyaba sus tonterías, claro, pero nunca faltaba al momento de apoyarlo en algún problema y al estar todo el tiempo a su lado. Aun cuando ni él lo quería.

- ¡Siempre estaré ahí para ti, bobo! - Le había dicho mientras le ponía una venda en el tobillo. Se lo había torcido por tercera vez en el mes.

Yahiko le había mirado con toda la curiosidad que un niño de nueve años podía tener.

- ¿Porque?

- Pues porque eres mi mejor amigo.

- Los amigos a veces traicionan... - Comentó mirando hacia otro lado. Puede que fuera joven, pero nacer en la pobreza te hacía perder rápido la esperanza.

Pero no Nagato.

- No los verdaderos - Sonrió. El chico siempre emanaba una energía única y brillante, quizás por eso su piel era tan blanca. A lo mejor y Nagato era un ángel y ni él lo sabía - Yo siempre estaré aquí.

- ¿Lo juras?

- Te lo juro.

La cosa se hizo más evidente cuando crecieron, pero no de la manera que él esperaba. A los doce años notó que las cosas entre los tres no eran iguales, y no podía atribuírselo todo a la presencia de Jiraiya-sensei, ni siquiera era él, sino sus dos compañeros. Lo que para él fue de un día para otro, Nagato y Konan se miraban recelosos, no al punto de detestarse pero sí que tomaban su distancia al momento de entrenar, divertirse, incluso comer...

Yahiko no entendía que era lo que hizo que las dos personas más importantes de su vida ya no se quisieran, pero estaba triste por ello.

No obstante, así como todo vino se fue. Y para cuándo todos cumplieron sus diecisiete años, las cosas estaban mejor que nunca, volvían a pasar el tiempo entrenando juntos y volviendo a ser trío más querido de la lluvia.

- Oye Nagato - Se atrevió a preguntarle un día después de entrenar. Konan no estaba pues había salido a comprar comida - Nunca les pregunté pero... ¿Porque estaban peleados tú y Konan?

El lindo chico con ojos llamativos se puso algo nervioso, recogiendo sus cosas algo más rápido.

- Ah, no se... son solo cosas nuestras.

- ¿Cosas como que?

- Riñas de niños, nada importante - Le dirigió una mirada sarcástica - Deberías entenderlo mejor que nosotros, tú te peleaste casi a muerte con ese chico de la otra aldea porque te robó un pedazo de pan.

- ¡Ese pan me costó mucho! - Exclamó sintiendo aún el rencor por su amada cena que había sido ultrajada por ese chiquillo.

A Nagato le dió un tic en el ojo derecho.

- Pero si ese pan te lo robaste.

- Pues justo eso, me costó muchísimo robármelo. Casi me mata el panadero esa vez.

Con un suspiro de resignación, el pelirrojo terminó de recoger sus cosas y se volteó a él con la mejor sonrisa que pudo sacar de su arsenal.

- Pues ya ves, de niños hacemos muchas cosas y agarramos rencores sin motivo, fue algo parecido a eso. Pero ya pasó.

- Si lo entiendo, pero... - Hizo un puchero a modo de queja - A la próxima no me excluyan, se supone que somos un equipo.

- Lo somos - Confirmó el otro chico muy seguro - Y como ya te dije, no es nada importante.

- Mmm...

Lo cierto es que a pesar de los buenos poderes de persuasión que Nagato poseía, no se creyó ni un pelo. Podía ser despistado y algo torpe a veces, pero no era idiota y sabía que había algo más allí de lo que no querían comentarle.

Dejo correr el asunto hasta que finalmente pudo decir que las cosas empezaron a caer en su lugar.

Comenzó con la carta de amor en forma de mariposa que cayó accidentalmente a sus pies, y a medida que la fue leyendo, se quedó totalmente descolocado.

- "Konan, desde el primer momento que te vi yo... " - Recitaba en voz alta hasta que se detuvo un abrió bastante los ojos ¿Qué coño?

Nagato, que a diferencia de la vez anterior no estaba con él si no que por allí casualmente pasaba, le miró de forma rara.

- ¿Es una carta de amor para ella?

- ¿Ah? - Alzó la mirada y se encontró con su mejor amigo y esa sonrisa que normalmente ponía para ocultar algo.

- Para Konan - Especificó - ¿Ya vas a confesarte?

- ¿Confesarme?

- Si, se nota que le gustas, y sé ve que a ti... que a ti también te gusta - Dijo como si nada, aunque la pausa y el repetir sus palabras por lo general significaba que estaba distraído.

Yahiko desvió la mirada.

- No es mi carta - Decidió no responder a la primera pregunta y miró más detenidamente la hoja - Es de... Kyusuke, o al menos eso es lo que dice aquí.

- Ah... estarás molesto, supongo.

- ¿Porque debería estarlo?

- No deberías - Sonrió apenas, alzando sus hombros - Pero se te nota que estás tenso.

No podía contradecirlo porque tenía razón, Konan era uno de los dos pilares más estables que tenía en su vida, y si, puede que una parte de él ya hubiera entendido que Akatsuki no lo era todo en el mundo. Que cuando la gente crece y madura tiene otras aspiraciones, obligaciones... distracciones, pero no por ello la idea le agradaba. Era imposible que no se sintiera ni un poco celoso, quería mucho a su amiga, y aunque antes en el pasado pudo llegar a confundir ese sentimiento de apego con amor, aún no estaba seguro de ello.

A veces podía sentir como si ese amor maternal de Konan se transformaba en algo más, pero no quería certificar nada si ella no lo decía primero.

Mientras el pelinaranja pensaba en ello, su amigo se inclinó sobre su hombro para ver mejor la carta.

- Dice que la vera en la terraza, ya deben estar allí ahora - Comentó antes de suspirar - Anda, yo te cubro.

- ¿Enserio? - No quería dejar su puesto, pero tampoco quería perderse ese momento.

Nagato le dió un ligero empujoncito.

- No hagas que me arrepienta y ve.

- Gracias, ¡Eres el mejor amigo!

"Si... supongo que eso es lo único que soy" pensaba el chico con el Rinnegan mientras miraba a su mejor amigo marchar con decisión para conquistar al amor de su vida. La verdad es que no sabía que era más jodido, que la chica de los sueños de Yahiko fuera justamente Konan, una mujer que el apreciaba enormemente, o que a él no le quedara de otra que pasar el resto de su vida viéndolos juntos.

"No, si lo sé" Esbozó una sonrisa triste "Es lo segundo"

Mientras tanto, Yahiko se había ido directo a la terraza, en donde apenas vio que su compañero de equipo se marchó dándole una educada reverencia a la chica, considero la idea de salir y hablar con ella.

Debió ser un poco más rápido.

- Sé que estás allí, Yahiko - Dijo sin voltearse, aunque estaba sonriendo.

"Joder" Cerró los ojos, esa mujer era un peligro para rastrear a la gente.

Algo avergonzado salió de su escondite y le dió alcance, una vez allí se rascó la nuca como solo él sabía hacer y rió algo incómodo.

- ¿Te diste cuenta?

- Yahiko, te quiero, pero tú ocultación de chakra no es lo suficientemente buena como para engañarme - Entonces cambio el tono de presunción a uno más cálido - Además, siempre se dónde encontrarlos, lo que me recuerda... - Miró de un lado a otro - ¿Porque Nagato no está contigo?

- Dijo que me cubriría para que pudiera venir.

- No me sorprende, él siempre ha sido muy buena persona con nosotros.

- Si... - Sus pensamientos vagaron al día que le conoció, el cómo no le quería cerca pero no bastaron ni un par de días antes de que ya le quisiera como un hermano - Entonces... - Carraspeó, volviendo a la realidad - Con respecto a lo de hoy...

Konan alzó los ojos ambarinos con algo de coquetería juguetona.

- ¿Si...?

- ¿Que le respondiste a Kyusuke? - Dijo al final, sacándole una sonrisa despreocupada a su amiga.

- Que no tengo tiempo para amores hasta que se cumpla el sueño de Akatsuki.

Yahiko estuvo a punto de alegrarse cuando Konan se volvió más seria y le detuvo.

- Pero esa no es la verdad.

- ¿Eh?

- La verdad, Yahiko, es que si me gusta alguien.

- ¿Qué? - Esos ojos marrones se abrieron a más no poder ¿Que rayos? ¿Konan, su mejor amiga, estaba enamorada y él no lo sabía? Se quedó en silencio de pronto, "¿Sería muy entrometido de mi parte si le pregunto quién...? OH, qué importa, soy como soy hermano mayor, merezco saberlo"  - Y... ¿Quién es?

Casi como si tuviera miedo de arrepentirse, la chica terminó por recorrer los pasos que los separaban y se paró de puntillas para robarse un beso en los labios a un pobre Yahiko que, en medio de la confusión y el súbito revoltijo que eran sus sentimientos, se quedó quieto y con los ojos abiertos hasta que ella se separó de él.

- Konan... - Balbuceó aún con la boca abierta, parecía un pez fuera del agua - Tu... ¿Que...? ¿Porque...?

- Me gustas - Su tono fue muy decisivo y seguro - Y lo que le dije a Kyusuke era cierto, no tengo tiempo para una relación formal hasta que el sueño de Akatsuki se cumpla, pero... - Bajo un poco la cabeza, tenía un pequeño sonrojo en sus mejillas - Aun cuando eso pase, se a qué persona quiero conmigo, y no es él.

"Santa... "

- Yo... no sé qué decirte.

Y no tenía ni idea, la verdad. No sé había equivocado entonces, Konan si le amaba. El único problema es que él jamás dejo de quererla como se quieren los amigos, jamás dejo de verla como a una madre y no podía besar a su madre, mucho menos tocarla y... ¡Puaj! ¿Qué coño estaba pensando ahora? Tenía que dejar de ser tan distraído. Estaba tan preocupado por qué decirle y en el porqué de su loca mente, que se sorprendió cuando ella soltó una risita musical y le dió un golpe en el hombro.

- No tienes que decir nada, Yahiko. Yo sé que tú no me amas, y está bien.

- ¿Enserio? - Aún no se lo creía, se veía venir más un puñetazo que otra cosa - Pensé que estarías enojada.

- Estaría enojada si me hubieras dado esperanzas en vano, pero no lo hiciste - Explico ella, su expresión dulcificándose - Siempre has sido un chico sincero, eso es lo que amo de ti.

- ... ¿Enserio?

- Me conformo con tenerte siempre a mi lado, no importa lo que seamos. Soy feliz si tú lo eres.

- Konan... - Murmuró con un ligero calorcito en su corazón. Cierto, puede que no la amase de esa forma, pero esa mujer era grandiosa, y amaba tenerla en su vida. Extendió los brazos y la abrazó con fuerza, respirando sobre ese cabello azul - Gracias por ser tan buena amiga, eres la mejor.

Ella correspondió su abrazo, igual de cariñosa y feliz.

- Y tú eres el tonto más grande del mundo pero aun así te quiero.

Se separaron un poco para mirarse y sonreírse, eran muy felices por tenerse el uno al otro como compañía y esperaban que siguiera así por muchos años; Lo único que no sabía ninguno de los dos, es que cierto chico con mejor habilidad para ocultar el chakra les había visto, antes de marcharse de allí con una sonrisa llena de tristeza.

Al día siguiente Yahiko andaba de lo más feliz, aún tenía a su amiga consigo y todo andaba bien, pero su ánimo y disposición para comentarle a su mejor amigo lo que había pasado se vio interrumpido cuando un compañero se acercó a él para darle un mensaje.

- ¿A qué te refieres con que no está? - Lo había entendido a la primera, es solo que aún no lo procesaba.

El muchacho asintió algo tímido.

- A eso, Yahiko-sempai. Nagato-san salió está mañana y dijo que volvería tarde.

- ¿Que tan tarde?

- No dijo una hora exacta, pero lo hizo sonar como si fuera a llegar en la noche.

- Pero hoy es sábado - Sus hombros cayendo a la vez que se quedaba incrédulo - Siempre salimos a patrullar los tres juntos todos los sábados.

El otro ninja solo le miró sin saber que decir, pues nadie se metía en la relación que tenían esos tres. Él solo le estaba informando lo que sabía.

El pelinaranja le despacho con una mano tras agradecer por el mensaje y se quedó pensativo, ¿Porque Nagato se había ido tan de repente? Tuvo esa duda todo el día, y cuando ni Konan fue capaz de entender el porqué del comportamiento de su otro amigo, Yahiko se propuso a esperarlo. Se quedó toda la tarde en el sofá al lado de la entrada hasta que por fin, a eso de las dos de la madrugada, apareció.

- Oh - Exclamó tambaleándose un poco - Hola Yahi... ko.

"¿Qué coño?"

Nagato había entrado por esa puerta con una enorme sonrisa en la cara, las manos temblorosas y el andar torpe de un venado recién parido ¿En resumidas cuentas? Estaba borracho hasta la madre, se acordaba de qué color tenía el pelo solo porque le caía frente a los ojos.

Yahiko se reincorporó con la boca abierta de pura impresión.

- ¿Que, en el nombre de Lucifer, te hiciste? - Pronunció muy lento, mirando a su amigo sostenerse del marco de la puerta para no caerse.

- Pues bebí - Respondió de lo más tranquilo a la vez que se le salía un hipo.

El otro alzó una ceja.

- Te bebiste todo el bar, más bien. Joder, ni siquiera te puedes mantener derecho ¿Que rayos te pasaba por la cabeza? En ese estado te pudieron haber robado los ojos y ni cuenta te fueras dado.

- Pues mejor así, no hay nada que quisiera seguir viendo - Mascullo entonces, dejando a su amigo aún más confundido que antes.

- ¿De qué coño hablas ahora?

- De nada - Soltó otro hipo - Me voy a dor... ¡Ups!

En el momento en que intento dar un paso la rodilla le cedió al peso de su borrachera y terminó arrodillado en el suelo como quien pide matrimonio. El líder de Akatsuki le miró con una gotita estilo anime cayéndole por la frente hasta que su instinto paternal le hizo arrodillarse junto a él, pasar el brazo del pelirrojo por su cuello y llevarle a remolque.

Comenzó a llevarlo casi a rastras por el pasillo, se le hubiera hecho más fácil si su carga estuviera menos en plan de queja y más colaboradora.

- ¡No, tan rápido, maldición! Todo me da vueltas... - Parpadeaba sin parar, moviendo un brazo atrás como las cucarachas cuando pierden un ala.

- ¿Y ahora también maldices? - Negó con la cabeza, suspirando.

- Cállate, tu maldices todo el tiempo.

- Exactamente, lo hago todo el tiempo, podría jurar que la primera palabra que dije fue "Imbécil", pero ese soy yo. Tú eres diferente.

- Si - Bufó - Supongo, gracias por el dato.

Tal vez fue ese tono de inevitable sarcasmo crudo y duro, o el hecho de que lo estuviera dirigiendo a él, pero sintió que su corazón dolió un poco.

 - ¿Porque andas tan arisco conmigo, eh? Primero bebes, luego maldices y ahora me buscas peleas sin motivo ¿Que más aprendiste en ese bar?

Nagato desvío su rostro sonrosado por la embriaguez, incapaz de simplemente sentirse bien.

- Que el alcohol no te hace olvidar las penas.

- ¿Cuáles penas? - Yahiko se burló de él - Apenas recién comienzas a beber alcohol y ya suenas como un viejo dejado por la vida, tienes diecinueve años ¿Que te puede doler tanto como para que te emborracharas de esa forma?

Tras un segundo de silencio, la voz del portador del Rinnegan sonó baja y lastimera.

- Nadie me ama...

- ¿Qué? - El frenazo fue tan brusco que el pobre Nagato dió un latigazo con su cabeza antes de reincorporarla con espirales en los ojos - ¿De qué estupidez estás hablando? - Inquirió el de ojos marrones con una nota de incredulidad.

Pero Nagato tenía otros problemas

- Creo que voy a vomitar...

- ¡Oh, mierda! - Viendo el inminente futuro de lo que probablemente sufriría el piso y su propia ropa si no actuaba rápido, alzó a ese chico entre sus brazos sin importarle nada y le llevo cargado hasta su propia habitación, que estaba más cerca, y le dejo en el piso del baño, inclinado sobre el retrete para que vomitara si lo quería.

A la final fue en vano, porque Nagato se resistió a las náuseas y logró pasar veinte minutos sin expulsar nada.

- G... Gracias - Se llevó una mano a la cabeza, "Definitivo que no vuelvo a beber" pensaba sintiendo allí una puntada.

- No hay de que, para eso están los amigos.

- Mmmm...

Yahiko, que le pasaba la palma por la espalda desde hace un rato, se inclinó sobre su hombro y notó que su amigo tenía los ojos casi cerrados. Dormitando allí en pleno baño y sobre sus rodillas.

- Eh - Le sacudió un poquito - ¿Estás despierto?

- A medias - Susurró el chico con sus ojos caídos.

- No hay caso contigo - Experimentando una clase nueva de exasperación que no pensó sentir por su amigo - Primero te me desapareces de la nada en nuestro día de amigos, luego haces que te espere a oscuras en la sala como si fuera una mujer engañada por su marido, y llegas, para completar el cuadro anterior ¡Borracho! Solo te faltó haberte acostado con alguien.

- Lo pude haber hecho pero... - Bostezó, alzó una mano y se rascó un lado de su cabeza aún con su sonrojo - No pude.

Tras veinte segundos de silencio Yahiko se dió cuenta de que se había quedado callado mirándole. Recién notaba que, fuera una idea estúpida o no, su amigo se veía demasiado tierno estando ebrio. Tenía los cabellos rojos algo enmarañados y tenía una de esas expresiones de no entender que pasa en el mundo, como un niño inocente siendo corrompido por primera vez. O quizás uno a punto de ser corrompido, y joder, realmente le gustaría ser el que lo hiciera.

"¿En qué demonios estoy pensando?" Se sobresaltó de repente ante el giro que eran sus ideas.

Tosió.

- Esto... ¿Y porque no? - Intento retomar el tema a la vez que le levantaba por debajo de los brazos - ¿Sucedió algo malo?

- No... Solo, no sé.

- Ah, vamos Nagato, eres un pésimo mentiroso, no solamente por eso si no porque algo serio tuvo que haber pasado para que nos dejases plantados a Konan y a mí - Ya habían llegado a la cama para este punto, y el líder de Akatsuki depósito allí a su amigo moribundo, agachándose para subir también sus pies. No tenía problema en hacerlo, el verdadero problema era que no le estaba respondiendo - Nagato... Oe, ¿Me estás escuchando? Sé que no estás dormido, ¿Porque rayos no me respon...?

- ¿Porque no en vez de criticarme me agradeces por no haberme entrometido en tu cita?

Lo brusco de esas palabras le hizo echar la cabeza atrás.

- ¿Cita? Pero si Konan y yo...

- No - Se acurrucó contra las sábanas - No quiero oírlo.

- ¿Oír qué? Por el amor de Dios, Konan solo... - Pero el pelirrojo se dió la vuelta - Ella para mí es... - Se puso una almohada en la cabeza - Nosotros solamente... - Ahora también se tiro encima el cobertor - ¿¡Quieres dejar de hacer eso y prestarme atención!? - Perdiendo la paciencia a la vez que brotaba una vena de su frente.

Sin más cosas que colocarse encima, tanteó con su mano hasta que encontró la otra almohada pero está vez se la aventó a Yahiko en la cara

- No.

"A la mierda"

Tomo con ambas manos todo lo que cubría al pelirrojo y le destapó. Nagato se iba a incorporar para quejarse, pero fue retenido con rapidez contra las sábanas, en lo que el rostro furibundo de su mejor amigo se quedaba a escasos centímetros de su rostro.

- Muy bien, me cansaste ¿Qué es lo que pasa contigo?

- A mí no me pasa nada.

- No me vengas con eso ¿Que te sucede? Porque lo único que trato de hacer es hablar contigo y tú no paras de...

- ¿¡Para que!? - Alzó la voz finalmente, el alcohol le estaba pasando factura y ahora había pasado de la etapa en la que se ve todo en colores a la de "Quiero pelear hasta con el oxígeno por existir" - ¿¡Para escucharte hablar sobre lo bien que de seguro te la pasaste con ella mientras yo no est...!?

- ¡Que no somos nada, maldición! - Se alteró igualmente, sosteniendo sus muñecas con fuerza - ¡Ella y yo no somos nada!

- ¡No seas un maldito mentiroso, yo los vi a ustedes dos juntos en la terraza!

- ¡Nos estábamos abrazando, joder! ¡Solamente fue eso! - Yahiko reparo entonces que su tono de voz era de quién se defiende, pero no entendió el por qué lo tenía que hacer - ¿¡Y a qué coño viene todo esto!? ¿¡Que tiene que ver Konan!?

- Nada - Escupió con molestia, desviando el rostro - Solo no quería hacerles un mal tercio.

Al líder de Akatsuki por poco y se le salen los ojos.

- ¿¡Cuál mal tercio!? ¡Si siempre hemos sido tres! ¿¡Andas idiota o el alcohol ya se te subió al cerebro!? ¿¡Cómo se te ocurre si quiera pensar que podrías sobrar!? ¡Eres nuestro amigo, eres mi familia, eres una de las personas más importantes que tengo en mi vida!

Esas palabras comenzaban a calarle muy hondo en el corazón del pelirrojo, no solo por el significado, sino porque había llegado un punto en el que para él no era suficiente ser todas esas cosas.

Quería más.

- ¡Es estúpido que llegues a pensar que me estorbarías! - Continuaba el otro, aún molesto - ¿¡Acaso no puedes entender lo realmente importante que eres para...!?

Sus reclamos, así como su mal genio y exasperación, fueron cortados limpiamente de raíz cuando un Nagato bastante ebrio y despechado decidió arriesgarse y darle un beso a su mejor amigo, al amor de su vida, a la persona que amaba con intensidad...

Al hombre que no tenía ni puta idea de dónde meter la cabeza ahora.

Es decir, el mismo día le habían besado las dos personas que más apreciaba en el mundo. La primera vez se sintió como una patada en las costillas, como un tirón de incomodidad en su corazón, pero la segunda vez... mentiría si dijera que sintió otro tirón en cualquier otra parte que no fuese su entrepierna.

- ¡Pero... Nagato! - Soltó, retrocediendo.

- Te amo - Le interrumpió directo y al grano, y luego volvió a besarle.

Yahiko jamás fue hombre de controlar muy bien sus impulsos, capaz de excitarse en menos de un segundo. Y el que de repente Nagato se arrojase a él, moviendo con desesperación sus labios contra los suyos, no le ayudaba en nada. Nunca antes había visto a ese chico como algo más que un amigo, pero tenerlo allí le revolvía los sentimientos, como si algo ahí estuviera creciendo, tomando un espacio nuevo y diferente...

Se dejó embargar por el cúmulo de sensaciones y emociones nuevas que estaba experimentando, tomo a ese chico de la caderas y le estrecho hacia sí, disfrutando de su cercanía ¿Porque no había sentido el mismo impulso cuando sucedió lo mismo con Konan? ¿Porque aun siendo un hombre con una sexualidad demasiado alta para su propio bien no sintió esa hambrienta necesidad de poseerla? ¿Porque no sintió como su sangre hervía a un punto crítico al tiempo que una lujuria devastadora embargaba su ser?

Dejo de pensar en ello casi al instante en el que se recargo sobre él, correspondiendo su beso con la misma desesperada necesidad. Konan estaba demasiado lejos en su mente, y no volvería a acercarse a sus pensamientos hasta mucho después.

Al día siguiente, para ser más exactos.

A pesar de no haber bebido pero no una mísera gota de alcohol, fue Yahiko el que despertó con una desorientación de quién toma drogas duras y no recuerda nada. La diferencia es que él si recordaba todo, solo que no entendía el por qué lo había hecho.

Un ya vestido Nagato le observaba sentado en la esquina de la cama, sus ojos no le miraban, pero parecía avergonzado a la vez que resignado.

- ¿No vas a hablarme? - Le preguntó, aun esquivando sus ojos.

Yahiko dejo salir un suspiro y se llevó una mano a la nuca.

- No sé qué decirte, de verdad.

Era lo mismo que le había dicho a Konan, pero no sé sentía igual ¿Porque rayos no se sentía igual?

"Pues porque no me acosté con ella, imbécil" Se recriminó a su mismo queriéndose golpear la cabeza.

- Yo sí que sabía lo que quería decirte - Hablo de pronto el portador del Rinnegan, dejando a su acompañante en silencio - Quería decirte que eras un idiota, que maldices demasiado y que tú impulsividad algún día haría que perdieses la cabeza, que me irritaba que nunca pudieras darte cuenta lo mucho que me preocupaba perderte - Esbozo una sonrisa nostálgica y suspiró - Pero luego me di cuenta de que lo estaba diciendo mal. La verdad, Yahiko, es que me haces reír cuando te comportas como un idiota, escucharte maldecir a cada rato es como mi pan de cada día, no me importa que seas un inconsciente impulsivo porque sé que siempre estaré allí para sacarte de líos, aún si yo me gano varios de ellos... pero lo que era realmente una mentira, era lo último que dije. Porque lo que único que de verdad siempre me ha irritado de ti, es que siendo tan bueno para adivinar, nunca hayas podido ver lo mucho que te amo, y el largo tiempo por el que lo he hecho.

Yahiko no pudo decir palabra alguna, se quedó totalmente mudo ante esa confesión.

- Ayer... fue el mejor día de mi vida - Frunció los labios, sintiéndose sentimental, conmovido y también muy tonto "¿Cómo fue que creí que funcionaría?" Miró hacia otro lado - Pero entiendo si no fue el tuyo.

"Eso no es..." Quería tratar de explicarle que ni siquiera él sabía cómo ponerle nombre a lo que estaba sintiendo, pero nada salió de su boca.

- Lamento haberte besado de esa forma, no volveré a hacerlo. Tampoco diré una palabra sobre anoche. Porque de todas formas y si lo que dijiste ayer es cierto y no sientes nada por Konan, pues... eso no significa que sientas algo por mí.

"Pero..." ¿Pero qué? ¿Le diría que si lo hacía? ¿Que si le amaba? ¿Sería eso cierto?

- Nos vemos - Replicó levantándose de su lugar - Y... lo siento.

Verlo marcharse de esa forma fue tan frustrante como no poder hablar, pero su cerebro era una especie de huracán desbocado que no paraba de comparar el niño tierno que consideraba como su hermano con el sensual adolescente que en medio de suspiros y gritos eróticos había resistido con fiereza a los embates de su propia y confusa excitación. Carajo, que había tenido sexo con él, y para nada suave, además...

Las siguientes semanas fueron rígidas entre ellos, solo hablando cuando realmente era necesario. Ya no volvieron a salir juntos lo sábados y cinco semanas después fue Konan la que terminó sin entender un chorizo el por qué sus amigos no se querían ni ver en pintura.

- ¡Muy bien! - Aplastó las manos sobre el escritorio del Pain, sobresaltándole - ¿Que está pasando?

- No sé de qué...

- Tu y Nagato - La sola mención de ese nombre puso tenso al pelinaranja. Konan bufó - ¿Que pasa entre ustedes dos? ¿Porque cada vez que le menciono el nombre del otro actúan como si hubieran matado a alguien?

Cansado, frustrado y totalmente agitado de pelear con los sentimientos puros de Nagato y su propia maraña de sentimientos, optó por ser sincero.

- Se me confesó y por alguna razón que no entiendo me acosté con él.

Vale, que quizás había sido demasiado sincero.

Konan necesitó de un segundo para procesarlo. O tal vez más de uno, estaba muy impresionada. Se recuperó un minuto después.

- Vaya... sabía que se te confesaría en cualquier momento pero no creí que dormirían juntos, aunque debí imaginarlo, Nagato siempre ha sido muy persuasivo... - Razonó medio para sí. Yahiko seguía sin comprender nada.

- ¿De qué estás hablando? - Era como cuando todos ven la película y te cuentan el final cuando tú no has visto ni el tráiler - ¿Tú lo sabías?

La chica suspiró.

- ¿Recuerdas aquella vez hace mucho tiempo que Nagato y yo estuvimos peleados?

- Como olvidarlo.

- Lo que nunca te comentamos sobre eso, es que la razón por la cual nos peleamos, fuiste tú.

- ¿Yo? - Se irguió en su asiento - ¿Porque?

- Porque nos dimos cuenta que ambos te queríamos - Imitando su gesto, tomo asiento en la silla frente a él - Él lo notó primero, y cuando le confesé que me gustabas, el hizo lo mismo. Quedamos en ser imparciales y solo esperar a que te fijases en alguno de los dos, pero cuando pasaron los meses y eso no pasó, nos volvimos algo tensos. Supongo que no era sencillo vivir todos los días teniendo que compartir tu comida con la persona que podía robarte al chico que te gusta.

"Vaya" Estaba genuinamente sorprendido, y eso que apenas estaba comenzando a explicarse.

- Luego de unos dos años entendí lo mucho que extrañaba que estuviésemos los tres juntos de nuevo. Él se disculpó primero, aunque debí hacerlo yo, me porte mucho peor que él, le dije muchas cosas horribles pero jamás me guardo ningún rencor. Creo que por eso le tenía miedo - Sonrió apenas - Él es un chico grandioso y yo solo soy una chica cualquiera...

- Eso no es verdad - Estiró una mano para tomar la suya, necesitando darle la confianza que necesitaba - Eres una mujer fabulosa, que Nagato sea único no significa que tú no lo seas.

Su ánimo logró sacarle una gran sonrisa a ella también.

- Gracias. Pero si soy sincera conmigo misma, debo admitir que una parte de mí siempre supo que él estaba más cerca de tu corazón, y ahora lo veo.

- ¿Enserio? Porque a mí me cuesta bastante... - Esa fue la primera vez que hizo una broma y no sintió ganas de reírse de ella.

Konan le dió un apretón cariñoso y se levantó para irse.

- Los tres estamos más que claros sobre lo que queremos, la diferencia entre nosotros y tú, es que no tenemos miedo de admitirlo.

Quedarse solo fue como dejarle en medio de un explosión, todos sus pensamientos se retorcieron y estiraron una y otra vez. Pensó en su infancia, en la extraña ternura que sintió cuando vio esos curiosos ojos púrpuras y ese cabello rojo. Rememoró lo mucho que le gustaba verle sonreír, que le sostuviese de la parte de atrás de la camisa cada vez que quería romperle la cara a alguien, que comiesen juntos, que siempre estuviera dispuesto a entrenar. También se acordaba de sus propias bromas hacia él. A veces le hacía comentarios fuera de lugar, excusándose con que era divertido verlo sonrojado. Aunque corría el riesgo de que ese sonrojo se transformara en ira. Más de una vez terminó con la cabeza bien estrellada contra la pared por el poder del Rinnegan.

En este punto Pain tuvo que hacer una pausa, pues eso último había hecho a Deidara reír.

- Ajá - Decía con una chispa petulante mientras se seguía riendo - ¿No es divertido, eh?

El comentario le hizo reír un poco, y disfruto ese breve momento de paz antes de continuar con su historia.

Recordó entonces los últimos momentos que había vivido con él esas semanas, en la expresión desolada de su rostro cuando creyó que estaba enamorado de Konan, y luego como ese mismo rostro se había contorsionado de placer cuando le hizo suyo.

Y le quería.

Realmente... le quería.

"Nadie me ama..." Había dicho tristemente, como si de verdad fuera cierto.

Pero no lo era.

"Carajo" Estrelló ambas manos en la cabeza "Amo a ese tonto"

Apenas lo supo quiso salir corriendo a decírselo, pero un problema con criminales en la frontera le hizo distraerse. No tenía idea de a dónde había ido la peliazul, de modo que se fue solo con otros miembros de su equipo para atender el problema.

De camino les azotó una fuerte tormenta que les obligó a guardar refugio. Estaba algo inquieto, pero se compensaba con la idea de que apenas volviera, iría a ver a Nagato y le diría lo que esa mañana no pudo.

Su mal humor aumento cuando debía esperar otro día. Ellos estaban acostumbrados a moverse entre lluvias torrenciales, pero sabían identificar cuando era mejor no tentar a la madre naturaleza.

Regresó dos días después.

Pero fue tarde.

Debió saber que algo andaba más cuando la chica no salió a recibirlo como siempre, cuando no vio ni señales de Nagato. Cuando su propio instinto le advirtió del peligro.

En este mundo, a diferencia del suyo, Hanzō no vio que Yahiko (A pesar de ser el líder) fuera mayor amenaza que un chico que tuviera el Rinnegan en su poder, de modo que cuando se paró en ese acantilado con Konan sujeta entre sus manos y lanzó ese Kunai al suelo, sabía exactamente a quien eliminar.

Mirando fijamente al pelinaranja, señaló sin miramientos a Nagato.

- Mátalo.

Y así como Nagato en el primer mundo, Yahiko tampoco quería hacerlo, solo que su posición era aún peor pues ambos estaban enamorados de él, y se sentía horrible tener que elegir entre ellos. Aunque eso, irónicamente, no fue tan terrible como el no poder ni elegir, pues Nagato también se arrojó sin dudarlo contra ese Kunai, pensando todo el tiempo en la felicidad de su mejor amigo.

Creyéndose vencedor, Hanzō ordenó la muerte de Yahiko, solo que Konan logró escaparse de su agarre, cayendo al lado de sus amigos al mismo tiempo que un casi muerto Nagato, usó sus últimas fuerzas para transportar a los tres bajo tierra.

El espacio era algo pequeño y reducido, pero Yahiko no pensaba en eso, se distraída acariciando el rostro del chico, viéndole desvanecerse.

- No me dejes, por favor no me dejes... - Suplicaba, sentía como su corazón se rompía mientras le sostenía entre sus brazos.

Nagato alzó sus ojos para ver la cara de Yahiko bañada en lágrimas, no quería causarle dolor, todo lo contrario.

- Quiero... - Escupió sangre, sus pulmones ya estaban cediendo - Que seas... feliz.

Pudo haberse reído de lo cruel que resultaba todo, porque él no se creía capaz de ser feliz si no lo tenía en su vida.

- ¿Feliz? - le abrazó con más fuerza - Jamás podré ser feliz, no si te vas. No si me dejas...

"Nadie me ama..."

- Yahi...

- Yo te amo.

Si no hubiera estado a punto de morir, Nagato hubiera podido brincar de alegría, eso era justo lo que siempre había querido escuchar, y hacerlo luego de tanto tiempo le dió una resolución que nunca antes había tenido.

Miró a la única persona que no había dicho nada hasta ahora. Konan, que se cubría la boca en un vano intento por calmar su sollozos, fue llamado por el chico convaleciente.

- Ojos... - Fue un murmullo, pero pudo escucharle - Dale... mis... ojos.

- No puedo hacer eso... - Podía, lo cierto es que podía, pero no se creía capaz de poder hacerlo.

Lo pidió una última vez más, y solo por ser su último deseo, Konan no pudo negarse a cumplírselo, por mucho que le doliera.

Ya no pudo seguir hablando luego de eso, pero sus ojos le dieron a Yahiko el mensaje suficiente.

"Siempre estaré contigo"

"Jamás te dejare solo"

Y por último...

"Te amo"

Y así, aquel que fue conocido en su momento como el ninja más temido de la aldea de la lluvia, falleció en los brazos del hombre que amaba, mientras esté abrazaba su cuerpo en un estado de desolación terrible. Odiando a las personas allá fuera pero también odiándose a sí mismo por haber perdido tanto tiempo y no haberle dicho lo que sentía.

Se maldecía por ser lento, por ser despistado e idiota, por no haberle dicho en esa habitación que también le amaba, y porque por más que quisiera, ya nunca podría hacerlo.

Salió de la tierra convertido en Pain, un hombre lleno de odio cuyo pulso no tembló cuando, haciéndose con su nuevo poder, mató a todos esos ninjas de la manera más sangrienta posible, tratando de sacar hacia afuera el horrible resentimiento que se tenía así mismo.

De vuelta al presente, Pain sonrió sin gracia.

- ¿Sabes cuál realmente era mi sueño, Deidara? Quería llegar y decirle que lo amaba, quería poder redimirme por lo estúpido que fui ese día. Soñaba con recompensarle todos los años que estuvo esperando por mí... y no pude hacerlo.

- Oh... - Deidara parpadeó, esa era una historia muy profunda y personal, jamás se le pasó por la cabeza que un tipo como Pain pudiera cargar con tremendo lío emocional.

Suspiró.

- Por eso no creo en los sueños, por eso pienso que lo imposible existe, por eso prefiero ser realista. Jamás podré decirle todo lo que le quería decir, y esa es la realidad.

- Lo siento - Dijo Dei.

- Tú no tienes la culpa de mi mala suerte, ni el que tú hayas podido cumplir un sueño y yo no.

- Bueno, yo... - Se mordió el labio, titubeando - La verdad, es que nunca tuve sueños antes, pensaba que eran una pérdida de tiempo, así como tú.

- ¿Que te hizo cambiar de opinión?

"Figuras" Pensó automáticamente, así como también recordaba la explicita condición de que no podía decirle nada a nadie.

Estúpidas reglas.

- Estar aquí - Era una mentira a medias, pero se acercaba a la realidad - Venir aquí y superarme me inspiró para ser mejor, y también, darme el lujo de tener algún sueño.

- Entonces me alegro de que al menos Akatsuki pudiera hacer con alguien lo que en mucho tiempo no había hecho: Dar esperanza. Esa siempre fue mi meta, repartir paz en el mundo ninja. Me da incluso algo de esperanza propia el que, aún algo distorsionada de lo que solía ser, este grupo te haya dado la posibilidad de soñar.

Sorprendentemente, el artista no tenía ningún comentario gracioso o inteligente para darle, pero vamos ¿Quién podría? Ese sujeto acababa de soltarle una frase de lo más profunda e inspiradora.

Pain río entonces, sonaba algo más calmado que antes.

- ¿Sin comentarios? - Le pinchó volviendo a su usual actitud - Eso tiene que ser un logro.

- Oye... - Parte de la comodidad típica volvió cuando hizo un puchero que de inmediato borró con un carraspeó - No soy tan hablador siempre.

Algo cambio en la expresión del otro, se volvió más serio, pero a la vez algo más... dulce.

- No tienes que hacer eso.

- ¿Ser hablador? No hay quien lo detenga, es como que viene de familia.

- No eso - Se rió igualmente, y le dió un toquecito en los labios con un dedo - Eso. Me refiero a tus reacciones, te ves adorable cuando las haces.

Deidara bufó, aunque algo en esas palabras le hicieron sentir raro, no se permitió ablandarse. A lo mejor era lo nostálgico del momento o el que el tipo le estaba mostrando demasiada alma. Si, eso debía ser.

- Precisamente por eso no las hago, necesito mantenerme serio sino quiero que me humillen en este sitio lleno de psicópatas - Lo pensó un poco mejor, recordando los ojos lujuriosos de Hidan, la mala cara de Zetsu y los continuos roces con el Uchiha - O que me torturen o me violen.

Pain encontró absurdo ese argumento.

- Por favor ¿Quién podría violarte?

- Ja - Lanzó una risa sarcástica - Apuesto a que eso querría hacer el Uch... - Se detuvo apenas a tiempo antes de revelar ese detalle ¿Acaso era Idiota? Suficiente tenía con tener a tres persiguiéndole a cada rato como para agregarle más drama.

Decirle de la existencia de un hombre que te besa a otro hombre que te besa es como la fórmula perfecta para el caos.

- ¿A quién? - Efectivamente Pain no era idiota, y su mirada de sospecha lo confirmaba.

- A ti.

- ¿Disculpa?

Bueno señores, habría que improvisar.

- No creas que aún no olvido que trastaste de asesinarme no una, sino dos veces, y para peor la segunda vez te dió por... atacarme - No, no encontró una palabra mejor. Deidara arqueó una ceja - ¿Cuál sería el siguiente paso si no violarme?

La sola la idea logró horrorizar al más alto.

- Jamás haría una cosa como esa ¿Acaso no escuchaste mi historia? Soy un imbécil sentimental.

- Corrección - Alzó un dedo - Eras un imbécil sentimental. Ahora eres jefe de una mafia de lunáticos que amenaza chicos y luego hace trampa para seducirlos. Enserio, Pain ¿Tanto te costaba preguntar? Te habría dicho que no de todas maneras, pero que conste que preferiría auto explorarme de nuevo antes que dejarme mangonear de alguno de ustedes.

Si ¿Verdad?

- En ningún momento planee que las cosas salieran de esa manera, mi idea en ese momento solo era advertirte.

- ¿Y cuándo fue que pasaste de eso a querer meterme mano? - Si, ahí fue cuando su lado crudo salió a la luz.

- Carajo, Deidara - Pain se levantó del suelo como un resorte, tratando de poner distancia - Es difícil responder cuando usas ese lenguaje.

Y bastante, la verdad. Justo como lo había mencionado antes, su autocontrol era extremadamente bajo, y si cada vez que escuchaba a Deidara diciendo groserías tenía que retenerse para no castigarle a su manera, ahora teniéndolo en frente era mucho más difícil.

- ¿Cuál lenguaje? Estoy siendo directo - Entrecerró los ojos con marcado sarcasmo - ¿O me dirás que no es cierto?

Pain suspiró.

- No, tienes razón. Lo de la otra vez estuvo mal, lo siento mucho.

El rubio no respondió nada, ya era muy difícil tratar de concentrarse cuando tenías en frente a un perfecto modelo, mucho más si este empezaba a mostrar sentimientos.

La lógica era simple: siempre es más fácil ignorar a un hombre guapo cuando se comporta como un imbécil.

Sino pues, allí la cosa se complica.

Pain, creyendo que el silencio del otro quizás se debía a falta de credibilidad o de confianza, hizo una pequeña mueca y se quedó pensando ¿Que podría hacer que un chico tan impulsivo como Deidara volviera a confiar en él? Es cierto que era bastante fuerte, pero darle otra misión no parecía ser suficiente. En Akatsuki no es que hubiera una tienda de regalos ni mucho menos, tampoco es como si él le conociera tan bien como para saber que le haría feliz.

Aunque ahora que lo pensaba mejor...

Había una sola cosa que actualmente Deidara no tenía, y aunque la idea no es que le agradara demasiado, llegó a verlo sonreír más de una vez.

- ¿Qué pasa? - Preguntó el artista al notar que su líder tenía al ceño fruncido y la boca torcida - ¿Tienes...?

- Trabajarás de nuevo con Sasori.

La línea de pensamiento de Deidara se desvió del carril bruscamente.

- ... ¿Porque?

- Porque me parece que Sasori ha tenido un buen comportamiento últimamente - Fue una mentira tremenda que agradeció que el rubio creyera - Además, ustedes son un buen equipo, agradecería mucho su cooperación para otra misión.

- Pero... - Decayó un poco aunque supo disimular - Él no quiere trabajar conmigo.

- Lo hará si se lo ordeno, por eso no te preocupes.

"Puede que no sea mala idea" Tuvo que reconocerle eso. Si a Sasori le obligaban a trabajar con él al menos no podría evitarle y tendría la oportunidad de tratar de resolver las cosas.

- Vale, gracias.

- No hay de qué. Aun así, espero que entiendas que me sentiría más cómodo por tu bienestar si no van solos, al menos las primeras veces, solo para asegurarme de que todo está bien entre ustedes.

- ¿Te preocupa mi bienestar? - Sonó tan sorprendido como se sentía.

"Verga" Momentáneamente sorprendido de haber cometido ese desliz, el líder de Akatsuki busco una excusa rápida.

- Por supuesto, eres parte importante del equipo y no hay mejores candidatos para nuestra misión. Perder a cualquiera de ustedes sería trágico para Akatsuki.

Deidara arrugó la frente pero se reservó el comentario. Era obvio que se iba a referir a que no podía permitirse perder a nadie, él no era especial en lo más mínimo salvó por el hecho de haber reencarnado.

- De acuerdo.

- Muy bien - Asintió Pain, recogiendo sus cosas para irse - Saldremos en la mañana.

- Espera ¿Qué? - Fue necesario que el cerebro de Deidara se reiniciara para poder procesar eso - ¿Tú vendrás?

- ¿Que no escuchaste cuando dije que no irían solos?

- Claro, es solo que pensé que iría Zetsu o Kakuzu.

- Ya sabes lo que dicen, Dei-kun, si quieres algo bien hecho hazlo tú mismo - Y esbozando una sonrisa algo galante, desapareció por el umbral de la puerta.

Deidara se recostó en la pared con abatimiento.

¿Y ahora qué carajo haría?

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

Salir de la base habría sido menos incómodo si Sasori al menos le hubiera dirigido la palabra.

Una parte de él llegó a creer que quizás el pelirrojo solo necesitaba tiempo a solas para darse cuenta de que el asunto no era gran cosa, pero el ver qué al llegar no le dedicó ni una mirada de reojo, algún comentario sobre su renovada camaradería o un simple "Buenos días", entendió que lo de la distancia iba más que enserio, incluso se había ido dentro de Hiruko (Ya lo había reparado) y en lo único que pensó fue en que no quería que le viera la cara. O tal vez él no quería ver la suya, quien sabe.

Estaba frustrado, pero por más que su ser interior le estuviera gritando que mandara a la mierda las reglas y le dijera la verdad, no pudo hacerlo.

Le dolía verle tan culpable por lo del veneno, y mentiría si dijera que no quería explicarle que había pasado, pero presentía que aunque pudiera comentarlo no le creería.

Es que vamos, aunque no existieran las reglas ¿Que se suponía que le diría? A la conclusión que había llegado fue que quizás algunas de las figuras uno o tres habían hecho esa treta de culpar a Sasori por lo de la herida, usando la excusa de que solo era para que no le expulsaran del equipo o le tacharan de cobarde, pero algo en su interior le dijo que su intención de alejarlo de Sasori era más por la apuesta que otra cosa.

Detestaba decirlo, pero la figura número uno era una competidora de lo más jodida. Su pobre iguana mental no paraba de tambalearse ante el recuerdo de Itachi y él en la camilla del refugio. Su mente se le nublaba  por momentos y sentía su cuerpo reaccionar ante el estímulo de ese pensamiento. Estaba más en shock de lo que estuvo con Pain en su momento, y le pareció que la figura tres lo sabía, porque nunca, jamás en su vida, vio que Pain saliera para más que lo necesario. Como reclutar algunos miembros en su momento, por ejemplo. Y solo aquella vez que le pidió que le acompañase a la misión cuando recién entró en Akatsuki.

Oh sí, el que estuviera aquí de seguro era causa de cierta figurita rastrera que le habría susurrado al oído que venir era buena idea.

Un pelirrojo indiferente, un pelinaranja sexy y un rubio de lo más aturdido no podía ser una buena combinación.

Pain le dió una palmadita en el hombro.

- ¿Estás listo?

Ni cagando.

- Si - Decaído y sin más opciones, Deidara asintió. Ya vería como se las arreglaba luego.

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

Tenía que admitir algo. El haber estado sin su compañero le fortaleció enormemente, es por ello que, a pesar de estar enfocado en su misión, no se preocupó demasiado, y tuvo razón. Esa misión fue muy fácil.

El único problema estuvo, como siempre, en el camino de regreso.

Fueron emboscados por enemigos. Nada demasiado peligroso, Pain se encargó de ellos sin problemas, el único detalle fue el lugar. Era engañoso y rastrero, te hacía ver ilusiones si no eras precavido. Y Sasori, tan distraído como andaba, creyó atacar por detrás a un ninja pero termino dándole a su líder quien, obviamente, no se esperaba el ataque por parte de su subordinado.

Igual ganaron, pero ante el golpe venenoso del marionetista, se vieron obligados a detenerse en el bosque.

- Carajo - Exclamó el rubio bajando de su ave - ¿Estas bien?

La herida fue hecha con el gancho estrella del Akasuna, así que la herida además de amplia era profunda. Pain logro curarse el sangrado a tiempo, pero en cuanto al veneno, él no podía hacer mucho más.

- Perfectamente - Contesto sonriente. Deidara soltó el aliento que no sabía que estaba reteniendo. Él estaría bien. Se veía incluso mejor que él cuando le hirieron, solo estaba algo pálido y sudado - ¿Tienes el antídoto, Sasori? - La sonrisa murió y la expresión se volvió seria al mirar al otro.

El pelirrojo asintió.

- Sí.

- ¿Y funciona?

Sasori reprimió la mueca y apretó los puños, quería debatir pero sabía que Pain tenía razón de no confiar en él después de lo que pasó. Ni siquiera él lo hacía.

- Si - Dijo entre dientes - Si funciona.

- Más te vale.

- Pain, ya basta - Deidara no aguanto más. Podía estar resignado a no decirle la verdad a Sasori, pero no podía permitir que le trataran de esa forma por algo que sabía que él no hizo - Es el mejor en su área, déjalo trabajar y te aseguro que lo hará bien.

Tras un segundo de duda, el jefe asintió.

- De acuerdo.

De nuevo esperó algo, pero su compañero ni señales dió de estar agradecido. Le dejo en paz mientras aplicaba el antídoto, pero una vez que el herido se recostó a descansar unas horas, simplemente no pudo resistirse.

Se acercó a su compañero quien estaba visible pues veía si su marioneta tenía abolladuras por la pelea.

- ¿Seguirás ignorándome? - Inquirió el rubio con seriedad.

- No te ignoro, Deidara - El suspiro fue quejumbroso, pesado - Solo te trato como a cualquier compañero.

- Pensé que ya no querías que fueras compañeros.

- No te confundas, no quiero. Estoy aquí porque no tengo opción - Lo hacía sonar tan desagradable, tan horrible... como si pasar tiempo con él fuera un tortura.

- Vaya - El resentimiento era notable - Grandiosos modales para el que te ayudo hace rato.

- ¡No quería tu ayuda! - Gritó entonces, perdiendo los estribos - No quiero que me ayudes y tampoco te quiero cerca. Métete en tus asuntos y déjame en paz.

Fue extraño. En vez de sentirse desecho, Deidara solo se sintió molesto, iracundo. Toda la preocupación por el pelirrojo en ese momento se transformó en algo más oscuro. Tanto, que en vez de recriminarle, en vez de gritar y ofenderse, simplemente decidió darle justo lo que él quería. No iba gastar su tiempo en esta nueva vida sufriendo por alguien que no hacia el más mínimo esfuerzo por hacer esto más fácil. Si Sasori quería ser un imbécil, pues bien, él podía serlo el triple.

"Que se joda"

- Como quieras - Sin más que decir, se dio la vuelta y comenzó a caminar de vuelta al campamento.

Escucho un ruido a su espalda, como si de repente algo lo siguiera, pero entonces se detuvo.

Deidara no se detuvo a verificarlo.

El resto del día fue algo diferente para él, sobretodo porque decidió quedarse cuidando a Pain. Nada personal, es solo que el hombre tenía una curiosa habilidad para hacerle sentir cómodo y distraerle de las cosas malas.

Y necesitaba mucho de ese don justo ahora.

- Eres demasiado egocéntrico, Pain - Le riño falsamente el rubio, provocando un risa en el contrario.

- Me lo dicen mucho, pero es algo que no tiene solución. Así como tú mala costumbre de hablar demasiado.

- Te dije que era como hereditario - Le recordó con una sonrisa divertida.

- ... ¿Tienes familia, Deidara?

Ese cambio de tema no le resultó tan incómodo como él supuso, de modo que, y por primera vez desde que llegó, se permitió ser sincero.

- Tenía, mis padres murieron hace mucho tiempo. Apenas y los recuerdo, era demasiado pequeño cuando ellos... - Se detuvo, dándose cuenta de que ya ni siquiera sabía si fueron asesinados o simplemente murieron. Suspiró - No sé, la verdad es que solo recuerdo fragmentos. Sé que uno de ellos tenía el cabello rubio, pero no los ojos azules, esos creo que los heredé de algún abuelo. El carácter no, ese si es de familia - Rió un poco, y Pain también lo hizo - Mis recuerdos más vividos son de cuándo fui discípulo del tercer Tsuchikage, ese viejo era estricto pero me gustaba molestarlo, también me gustaba mi puesto en el cuerpo de explosivos... fue bueno mientras duró. Me sentía halagado de que me tomaran en cuenta para aprender de alguien tan importante, me fue muy útil para madurar como ninja.

Pain, quien le prestaba la atención de un niño fascinado, se incorporó un poco a pesar de su herida y ladeó la cabeza.

- ¿Entonces porque le robaste la técnica del Kinjutsu si era tan importante para ti?

- No lo era tanto como para superar mis ansias de más conocimiento, de poder. Siempre he sido muy impulsivo, supongo que sentía que tenía que estar a la altura del desafío, ser más fuerte que todos en mi aldea. Ser entrenado por el líder me haría un nija fuerte, pero sabía que si robaba la técnica secreta sería letal. Además, también quería llevar mis esculturas al siguiente nivel, ya no me conformaba con solo mejorarlas, quería poder amansar el chakra en ellas. No importaba cuanto me costase.

- Y te convertiste en renegado - le apuntó el líder.

Deidara se encogió de hombros.

- Fue un riesgo que estuve dispuesto a correr.

- ¿Te arrepientes?

- Mmm... - A veces extrañaba un poco a sus antiguos compañeros, sobre todo a Kurotsuchi, en especial cuando le perseguía diciéndole "Deidara-nii" era fastidiosa pero le gustaba que le considerase en un hermano. Aun así... - No. Siento haber dejado algunas cosas mal terminadas, pero no me arrepiento por haberme ido.

- ¿Sabes cómo le llamo a ese tipo de actos?

- ¿Estupidez? - Supuso el rubio con una media sonrisa.

- Valentía - Corrigió el líder - Querías aprender, como cualquiera de nosotros. Todos los ninjas en su momento quieren superarse. Es cierto, muchos no se convierten en criminales de rango S - le dió una mirada elocuente y Deidara rodó los ojos - Pero si hacen cosas impulsivas de vez en cuando. Tú fuiste valiente al tomar esa decisión por tu cuenta. Lo lograste, te volviste fuerte y estás a la altura del desafío a pesar del poco tiempo que llevas aquí. Eres justo lo que esperaba que fueras cuando mandé a reclutarte - Sonaba de lo más complacido, y eso hizo que el corazón del rubio diera un bote.

El artista sonrió.

- Pues gracias, es bueno saber que alguien no piensa que soy un idiota.

- No pienso que lo seas, lo cual me recuerda ¿Cuál era tu sueño?

- ¿Eh? - Parpadeó.

- Dijiste que estar en Akatsuki te dió la oportunidad de tener también un sueño, y tú dijiste que me dirás uno.

- Oye, quedamos en que yo te diría un sueño que se me haya cumplido - Altanero tal cual era, sonrió con malicia - Este aún no se cumple, así que no tengo porque decírtelo.

Pain le puso los ojos en blanco. Su expresión pudo verse molesta de no ser por esa pequeña sonrisa en su cara.

- Vale, avísame cuando se cumpla. Ahí si tendrás que decirme. Recuerda, ya es un acuerdo, te perseguiré hasta el fin de mundo si no me cumples.

- Que miedo - Soltó divertido, ampliando los ojos en broma.

- Aún no has visto nada, Dei-kun.

Deidara estuvo a punto de responder algo gracioso, pero vio la mirada profunda y tierna que tenía encima, era extraño la manera en que sabía que le estaba observando fijamente aún con la extraña composición que tenía el Rinnegan.

Y hablando de eso...

Se le había olvidado por completo preguntarle si el que sus ojos se volvieran de su color original de esa manera tan esporádica se debía a que el Rinnegan no era suyo de nacimiento. Jamás había escuchado algo semejante, ya que por lo general se sabía que sucedía mucho que entre los Uchiha se quitaban los ojos, pero siempre entre miembros de su mismo clan (A excepción de Kakashi, todos sabían de él) y en cuanto al Rinnegan pues... en vista de que era tan raro, no se tenían registros de que eso pasara. En lo único que pensó fue en el momento en que eso pasó, cuando tuvieron esa extraña riña que terminó con el siendo... ¿Manoseado? Ya ni sabía cómo decirlo.

"¿Tal vez solo suceda en momentos como ese?" Ese pensamiento no fue tan peligroso como el siguiente "¿Y si... yo pudiera...?"

Preso de una enorme curiosidad y aprovechando el momento, extendió con cautela una mano y la posó con suavidad en la herida vendada. Le miró de reojo, no pasó nada.

- ¿Te duele? - susurró Dei.

- No...

Dejo la mano en donde estaba pero la abrió por completo, cubriendo la venda con su palma. Se sentía... diferente. Vale que también se sentía duro y firme, pero debajo de eso había también mucho comodidad, puede que fuera porque no estaban matándose como normalmente hacían; Miró de nuevo, nada.

Pensó en las figuras, en la apuesta que tenían y en qué aún no había aceptado el trato. Pero... ¿Podría hacerlo? ¿Podría llegar a hacerlo con un Sasori que le evita, un Uchiha que le ignora o un Pain tan cambiante? Claro que estando metido en una burbuja íntima con su atractivo jefe no es que le ofreciera el ambiente más óptimo para pensarlo con la cabeza fría, ni mucho menos.

Una mano se deslizó por el brazo que tenía extendido, y no había terminado de levantar el rostro cuando unas manos lo hicieron por él y unos labios presionaron los suyos.

"Es tan... confuso"

Aún medio moribundo y todo, Pain tenía una manera salvaje de besar que le hacía perderse, que lo envolvía y le hacía sentir como cuando te lanzas de clavado desde muy alto. Algo peligroso que sabes que no deberías hacer pero que te atrae por la misma razón.

Antes de darse cuenta estaba acostado. La cosa no era como para salir perjudicado, lo cual agradeció enormemente, de modo que pudo sentirse más a gusto estando allí. No estaban como para fundirse en uno, pues el estado de Pain necesitaba de algo de espacio en la zona del pecho, pero eso no le quitaba lo especial al momento.

- Deidara - Murmuró por lo bajo el pelinaranja - Ya es de noche.

Separándose un poco, el rubio alzó una ceja en confusión pues era extraño que luego de estar un rato besándose sea eso lo primero que le dijera.

- ¿Y me lo dices por...? - Dejo la frase a medias.

- Duerme conmigo.

¿Ah?

- ¿Qué? No - De seguro se veía muy tonto diciendo que no cuando aún le abrazaba - Es decir... Sasori...

- Deje a Sasori de guardia cuando llegamos, él vigilará el resto de la noche. Estas libre para hacer lo que quieras y si te niegas lo entenderé, pero... - Trazó la línea de su rostro con su dedos índice - Solo por hoy... - Recorrió hasta llegar a sus labios - Duerme conmigo, por favor... - Le beso de nuevo, esta vez de manera tan tranquila, tan diferente a todo lo que era Pain, que simplemente no encontró motivo para decir que no.

- Está bien.

No logró que cambiara sus ojos, pero no le dió importancia. Esa noche durmió en paz, sin ningún sobresalto. Abrió los ojos y se encontró de lado, justo como usualmente solía dormir, lo diferente está vez fue que algo caliente y cómodo le abrazaba la cintura por detrás, y también sentía una respiración en su oreja. Pudo quedarse en rato más allí acurrucado, pero había algo importante que tenía que hacer.

Se levantó con cuidado, procurando no despertar a su acompañante. Salió de la cueva y, vigilando que su compañero no estuviera muy cerca, dió un pequeño paseo al rededor y se sentó en un estanque. Allí, reflejado en el agua se vio a sí mismo, se vio lleno de vida, algo magullado pero fuerte, radiante, tenía una preciosa chispa en sus ojos azules que denotaba fiereza, voluntad, ganas de vivir y de ser todo lo que siempre se propuso antes de llegar a este infierno.

Porque eso es lo que era Akatsuki, una fachada falsa para lograr un objetivo terrible y obligarlo a cooperar.

Tenía cierta estima por Pain, y quería a Sasori como su amigo, pero tenía que irse de allí lo más pronto que pudiera. Había sacrificado muchas cosas en su otra vida solo por venganza: su tiempo, su libertad, su vida entera. Y si ahora tenía la oportunidad de envejecer y vivir toda una vida viéndose y sintiéndose justo así: Vigoroso, fuerte, hermoso... pues entonces valía la pena sacrificar una cosa más por alcanzar eso.

Miro al cielo, y sabiendo de antemano que estaba siendo observado, dijo lo único que sabía que tenía que decir.

- Acepto.

 

 

 

 

 

 

Continuará...

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).