Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

[Reviews - 26]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

N/V; Hooooola, son las doce y un poco mas, asi que ¡Feliz Navidad! Este es el primer capitulo de la maraton de hoy (01/05) Gracias por la paciencia y espero que les guste

¡Que comience la maraton! Dejenme sus comentarios

 

Deidara despertó sobresaltado en plena oscuridad, jadeando como si fuera corrido la maratón de su vida, tenía la cabeza hecha un lío y la respiración le faltaba un poco, pero a diferencia de antes de desmayarse si pudo estabilizarse luego de unos segundos. La cuerda en su estómago había desaparecido misteriosamente. Lo único extraño era algo que sentía, o mejor dicho, algo que no sentía.

 

Tras unos tres minutos enteros de autoanálisis en los que se rompió la cabeza, se dió cuenta con horror de que era justo lo que no tenía, o peor aún, lo que no estaba pasando.

 

"Oh por Dios..."

 

Su corazón...

 

No latía.

 

¿Qué demonios? Se llevó una mano al pecho confirmando que efectivamente nada se movía ahí adentro, estaba en total silencio, incluso dudaba de si ese órgano seguía allí. Su engranaje comenzó a dar vueltas sin parar, intentando encontrarle algo de lógica al asunto. Su corazón no latía pero... ¿Porque aún podía moverse, mirar, y hacer todo lo que hacía alguien, bueno... vivo?

 

Como no veía nada, trató de levantar una mano para caminar, pero en el camino choco con un objeto, lo intento con el otro lado y era peor, a los costados había incluso menos espacio. Dos segundos después de tantear todo el espacio reducido en el que estaba, se dió cuenta de que era una tumba. ¿Tan rápido lo habían enterrado esos desgraciados? Por lo mínimo se fueran esperado un rato para certificar que estuviera vivo. Aunque bueno, si no le latía el corazón no tenía derecho a quejarse, al fin y al cabo eso es lo que él o cualquier persona normal hubiese hecho. Pero vamos, que nada les fuera costado atarle por lo menos la cuerda con la campanita afuera.

 

Aunque ahora que lo pensaba mejor... lo inusual de este caso era que en vez de estar acostado estaba de pie, lo que significaba que la caja se encontraba en posición vertical ¿Quien en su sano juicio dejaba un tumba así?

 

De todas maneras seguía confundido ¿Que había pasado? Estaba seguro que había muerto, lo que no entendía era el por qué y el en donde estaba ahora. ¿Sería bajo tierra? ¿Acaso Pain había dejado que lo enterrasen tan pronto? La sola idea de pensarlo le dolía, y mucho. Tanto como el pensar que Itachi y Sasori permitieran lo mismo.

 

Oh, maldición... Itachi.

 

Se había muerto ahí frente a sus ojos, ¿Cómo lo habría tomado? "Ni se para que me preocupo..." Hizo una mueca, estaba convencido de que el Uchiha le daría tanta importancia a su muerte como se la daría a un mosquito.

 

Estaba pensando seriamente en que estaba sucediendo cuando entonces, afuera de su prisión de madera, escuchó unas voces que se aproximaban.

 

- Ya tengo casi todo listo - Dijo alguien. Su voz le sonaba vagamente familiar, como de hace mucho tiempo.

 

- Más te vale, necesito que todo salga como lo planeamos.

 

Esa última voz no la había escuchado en ningún lado, pero era seria y ronca. Los pasos que acompañaban las voces se acercaron más hasta detuvieron justo al frente suyo.

 

El rubio esperó, expectante.

 

- ¿Deidara? - Pensó por un segundo que lo estaba llamando, pero luego entendió que más que eso, habían dicho su nombre como para confirmar si el que estaba adentro era él. Escucho un gruñido inconforme - Es muy inestable ¿Para qué lo reviviste?

 

Alguien soltó una risita cómica.

 

- Es talentoso.

 

- Es demasiado joven.

 

- Puede ser, pero tiene un carácter fuerte y sus ganas de hacer el caos nos va a servir. Además, casi logró exterminar a Sasuke Uchiha en una pelea. El y Sasori serán perfectos para eliminar a nuestros enemigos en el campo de batalla.

 

Muy bien, vamos por partes.

 

Lo primero que se le vino en ese momento fue: ¿Casi exterminar? ¿Ósea que el muy desgraciado de Sasuke seguía vivo? Aún sin su corazón latiendo pudo casi sentir como su ira se acumulaba, corriendo por sus venas. Es decir ¿Tanto esforzarse para nada? El solo hecho de pensar que había muerto atrás de nada le hacía querer explotar todo, pero se contuvo porque había otras cosas para pensar que también eran importantes, es decir, ¿Ganas de hacer el caos? ¿Campo de batalla? Y aunque le doliera y le molestaba ¿Sasuke Uchiha?

 

Oh.

 

Cerró los ojos con fuerza cuando lo entendió, aunque no fue tan difícil.

 

Estaba de vuelta en su dimensión.

 

Y entonces se enojó mucho más.

 

¡Pero bueno! ¿¡No y que eran las tres criaturas más poderosas del universo!? Habían roto el lazo que su alma tenía con el otro mundo y lo habían literalmente matado allá para tratarlo aquí. No odiaba su mundo pero sinceramente prefería más el otro, y estar de vuelta no le trajo el gusto que de seguro le traería a cualquiera de sus antiguos compañeros resucitados. Soltó un pequeño ruido de queja que rápidamente fue interceptado por los otros.

 

Alguien pateó con fuerza la tapa de la tumba, y aunque cerró los ojos al ver la luz, una vez se acostumbró pudo visualizar a sus dos espectadores.

 

Kabuto y... ¿Tobi?

 

Ah, de allí era la voz conocida ¿Quién en Akatsuki no conocía al "perrito faldero" de Orochimaru? Estaba algo cambiado, eso era verdad. Se parecía más a su maestro con esas pintas de serpiente venenosa y esos ojos amarillos que recordaba de su sueño ¿Le había revivido él, acaso?

 

- Bienvenido - Anunció el que creía que era Tobi pero su voz sonaba completamente diferente.

 

"Él no es Tobi..." Su intuición fue más que clara.

 

- ¿Quién eres tú? - Fue directo al grano y el susodicho ladeó la cabeza, podría jurar que estaba sonriendo.

 

- Bueno, algunos como tú, me conocieron como Tobi.

 

Kabuto, a su lado, se rió abiertamente.

 

- Otros - Prosiguió su antiguo compañero - Como Uchiha Madara.

 

Deidara frunció el ceño de inmediato, tenía muy poco conocimiento del clan Uchiha. Pero hasta donde sabía Madara había muerto hace muchísimos años, y aunque existiera la posibilidad de que estuviese vivo, había algo que no le cuadraba. Sencillamente... algo no encajaba.

 

- Pero no eres él... ¿O sí? - Era posible que la visión del Sharingan pudiera engañarlo, pero algo le decía que no era de esa manera.

 

El de la máscara miró al discípulo de Orochimaru con algo que rayaba cerca de una divertida buena impresión.

 

- Tienes razón, nos será de utilidad. Es más perspicaz de lo que aparenta.

 

- Por eso consideré no colocarle el sello de orden - Kabuto soltó una risita escalofriante para mirarlo - Eres diferente, tan destructivo como las explosiones que tanto te gusta hacer

 

Lejos de halagarlo, el rubio se inquietó.

 

- Sin ofender pero ¿Para qué me revivieron? - Exclamó frunciendo el ceño - Estaba perfectamente en donde estaba.

 

- Estamos en guerra, chico - El falso Madara se cruzó de brazos - Una cosa es declararla y otra muy diferente ganarla. Necesitaba de toda la ayuda posible si quería vencer a la alianza Shinobi, puede que muchos sean inútiles pero son demasiados como para encargarnos por nuestra cuenta, y para eso está Kabuto.

 

- Robar y perfeccionar esta técnica ha sido una de mis mejores hazañas - Se relamió con su lengua de serpiente.

 

Debió suponerlo, lo querían solo para usarlo de arma, para volver a matar inocentes en medio de la batalla. Y no podía hacerlo. No tan solo porque aún tenía un contrato con las figuras (Aunque no tenía idea si aún seguía en pie) sino porque había cambiado mucho, había mejorado, se había armado de más paciencia y sobretodo, tenía mejor aprecio por la vida humana. No mataría a nadie. Puede que antes no le hubiera molestado, incluso se fuera animado, pero ya no.

 

Kabuto se fijó en su expresión de disconformidad.

 

- ¿Eh? - Su tono de sorpresa burlona - ¿Que no te agrada la idea de volar personas por los aires? ¿De verlos morir en manos de tu arte?

 

- No - Dijo muy serio.

 

- Es una lástima, supongo que la muerte te habrá cambiado - Por poco y podía jurar que estaba decepcionado - Fue buena idea haberte puesto el sello de todas formas entonces.

 

Maldición.

 

- Kabuto, te digo esto muy enserio, revierte esa técnica ¿Que acaso no puedes dejar morir a la gente en paz? Gana la guerra de otra manera, porque yo no pienso ayudarte.

 

Kabuto no lució ni un poco preocupado.

 

- Ah, sí lo harás - Entonces formó unos sellos con sus manos, y el artista sintió como su voluntad era doblegada hasta obligarlo a avanzar, saliendo de la tumba. Era como ser manejado como una marioneta, con hilos invisibles que tiraban de su cuerpo. Sus manos se movieron solas, una de ellas mordió un poco de arcilla y luego escupió un ave que arrojó a un par de metros. La figura se hizo enorme de repente - Harás justo lo que yo te diga que hagas, Deidara. Puede que en un rato luego de explotar un par de cosas te animes.

 

- No lo creo - Replicó mordaz, al menos podía hablar sin problemas.

 

- Pues más vale que igual te vayas haciendo a la idea - Prosiguió arrogante - Porque eso es justo lo que vas a hacer: Matar y destruir, ¿Eso no era lo que siempre quisiste? Deberías estar feliz, podrás destruir todo a tu antojo, a ver si así logras sacarte la espina de que un Uchiha te dejo de nuevo en ridículo.

 

Auch.

 

- Vete a la mierda - Escupió furioso.

 

El hombre serpiente continuó hablando como si no le escuchase.

 

- Casi puedo verte, arrasando con tu arte todas esas patéticas vidas que osaron interponerse en el camino de un sueño infinito. Te vas a convertir en la pesadilla perfecta para esos inútiles, tú erradicaras su zona segura con tus explosiones, llenaras todo de fuego y pánico, como un fénix de la destrucción.

 

"Este tipo está demente" Podía oír la nota casi desquiciada en su voz y era tan terrorífico como tenerlo en persona.

 

Intentó con fuerza detenerse, hacer que su cuerpo le respondiera, pero no podía, es como si ya no fuera capaz de controlarse. Como si ya no fuera el dueño de sus decisiones.

 

El desconocido de la máscara se sacudió el polvo invisible de las manos.

 

- Despierta a los demás, es hora de comenzar con esto.

 

Un pie se movió hacia adelante, y luego el otro, estaba caminando y no podía detenerse. Deidara estaba a solo un metro de llegar a su ave para cumplir con la orden cuando de pronto, se detuvo. Pensó que era su cuerpo haciéndole caso, pero fue más profundo que eso, fue como si algo le estuviera impidiendo avanzar. O como si algo más bien le estuviera ayudando a detenerse.

 

Ambos hombres se miraron antes de que Kabuto diera un paso con el ceño fruncido.

 

- Obedece.

 

El cuerpo de Deidara dió un paso, al mismo tiempo que retrocedió uno.

 

- ¡Obedece! - Gritó.

 

Algo punzante comenzó a crecer en la base de su estómago, como si en vez de una cuerda fuera una mano la que le estuviera tirando en sentido contrario. Era doloroso, pero le bastaba con que funcionase, ese extraño tirón le estaba ayudando y lo agradecía. El también comenzó a resistirse a la orden, sin importar si funcionaba o hacia alguna diferencia, tenía que pelear también, pero el poder de Kabuto era demasiado superior al suyo y mucho más en el estado en el que estaba : muerto y amarrado. Era una batalla campal entre esa extraña fuerza y el poder que le exigía avanzar al ave y matar a todos.

 

Se resistía, hacia lo que podía pero... Joder que dolía, era como si le estuvieran estirando los órganos.

 

"No...Puedo..."

 

Estaba a punto de rendirse cuando brutalmente el ambiente cambio, ahora estaba en medio de un lugar claro, ninguno de los dos sujetos estaba allí, ni nadie de su antiguo mundo, en realidad. No había nada ni nadie a la distancia excepto una curiosa silueta humana frente suyo.

 

Deidara entrecerró los ojos.

 

- ¿Quien...?

 

- Escúchame muy bien - Era un chico algo más alto que el, de un cabello negro alborotado y un porte recto. Su voz era demasiado conocida y se rompió la cabeza tratando de recordar donde la había oído antes, porque nada de su aspecto físico se le hacía conocido en lo más mínimo - Que tú vida depende ello.

 

Entonces vio sus ojos. Grises, eran grises y chispeantes, teñidos con un toque de seriedad.

 

"¡Amén!" Se alegró inmediatamente.

 

- ¿Uno? - Preguntó para confirmar, ganándose una sonrisa a cambio.

 

- A tu servicio, mocoso.

 

- ¿Viniste a discutir mis elecciones de amantes? - La broma logro hacer a la criatura reír, aunque tenía una ceja alzada.

 

- Deberías, bastante falta que te hace un consejo. Enserio ¿Sasori? - De haber sido una competencia la figura uno lo había dicho con mucho más desprecio que la tres - Te entendería con tu jefe, aunque no es que me agrade la idea, claro.

 

Un segundo ¿Qué?

 

- ¿A qué te refieres con "Te entendería con tu jefe"? - Le podía salir un tic, perfectamente.

 

El chico le miró con obviedad.

 

- No sé si te has dado cuenta, mocoso. Pero tienes una vena masoquista que no se te quita pero ni reviviéndote mil veces, y luego andas criticando a Hidan - Largó una risita que ofendió enormemente a Deidara.

 

- ¡Oye! - Se quejó con un pequeño puchero - A mí tampoco es como si me gustasen todas las estupideces de Pain.

 

- Pues más te vale que no, el tipo es un hipócrita en potencia y tú compañero es un sentimental victimista de lo peor - Le miró con su mejor cara de persuasión - ¿Quieres mi recomendación? Búscate un Uchiha - Y le guiñó un ojo.

 

Resistiendo soltar un risa por esa tan mal disimulada sugerencia, el artista rodo los ojos.

 

- Sasori es como es, no lo molestes - Hizo un pausa para refunfuñar - Pero te cedo algo de razón con Pain, aún estoy molesto porque el muy idiota me dejó entrenando por esa estupidez de que las relaciones entre compañeros son prohibidas.

 

La número uno echo la cabeza hacia atrás y rió de lo más divertida.

 

- ¿Enserio? - Dei se lo confirmo con asentimiento y una mala cara - ¡Ja! Pues mira quien lo dice.

 

- Lo sé, a mí también me pareció mal considerando que el sujeto me persigue a cada rato.

 

Súbitamente, la expresión que puso el chico de ojos grises fue una maliciosa, como de quién sabe que está a punto de hacer una maldad. Ni Cheshire sonreía así.

 

- ¿Qué? Ah no, yo no lo decía por tí - De lo más despreocupado, la sonrisa no desapareció - Si no que me parece divertido que lo diga cuándo fue él quien rompió primero esa regla cuando se acostó con Konan.

 

A Deidara no se le despegó la mandíbula por puro milagro.

 

Es que ósea... ¿Qué?

 

¿Esos dos? ¿Juntos? ¿Cuándo? ¿Cómo?

 

... ¿Porque?

 

- ¿El... se...? - Ni siquiera podía decirlo, le sabía hasta amargo pensarlo, y su sola reacción le generó a la figura uno cierta curiosidad.

 

- ¿Celoso, acaso?

 

- Claro que no.

 

Aunque la verdad es que si se sentía algo molesto, pero es que era de esperarse. Se sentía estúpido por no haberlo pensado antes. Esos dos pasaban casi todo el tiempo juntos, no sería raro que de pronto salieran juntos o se enamoraran. Quizás Pain se olvidaría de él, y era lo mejor ¿No? Así ya no le tendría encima molestándole, acosándolo... preocupándose por él o buscándole para que entrenen, o solo charlar, reírse, besarse...

 

Decir que la figura estaba escéptica era quedarse corto, miraba su cara de contradicción interna con mucha diversión.

 

- ¿Seguro que no estás celoso, mocoso?

 

- Que no - Bufó. Entonces volteó el rostro con las cejas fruncidas - Me refiero a que es buen sujeto, si él es feliz está bien para mí, no me importa si está o no con la tipa esa.

 

Fue más o menos un segundo lo que necesitó Deidara para darse cuenta de que, entre la cara de molestia contenida, los puños apretados y lo muy resentido que había sonado diciendo eso último, era más que obvio como se sentía realmente.

 

A la número uno le pareció una bomba.

 

- ¡No te creeo! - Se burlaba de él, de su cara de vergüenza y lo rojo de sus mejillas por haberle hecho semejante comentario a la pobre chica que ni culpa tenía - Ow ¡Te ves tan tierno estando celoso!

 

"Ugh, trágame tierra" Se encogió lo más posible entre sus hombros como las tortugas cuando no quieren que les arranquen la cabeza. Pero es que se le había salido sin querer.

 

- ¿Podemos hablar de lo importante? - Pidió aún muerto de la pena - Aún no me dices que pasa.

 

- ¿Eh? Oh, sí, cierto - Carraspeó e hizo un esfuerzo sobrehumano para recordarse que era la líder y no podía perder la compostura - Mira, te explicaré algo primero, aunque nosotros tengamos muchísimo poder sobre las dimensiones, hay una cosa que no podemos sobrepasar, y es que lo que es de una dimensión, le pertenece a esa dimensión. Tu alma, por lo tanto, está dentro de la jurisdicción del lugar de donde viniste, que es esta dimensión. Es por eso que a pesar de que Kabuto sea inferior a nosotros pudo traerte, porque lo sepa o no, a él lo amparan las reglas básicas que existen entre mundos.

 

Su corazón apagado casi cayó a sus pies.

 

- ¿Entonces que se supone que haga? - Su desesperación era más que obvia - ¿Puedo volver aún?

 

La figura exhaló con frustración, pero no con él, sino con la situación en general, a él tampoco le gustaba perder el control de la situación. A ninguna de las tres, en realidad.

 

- Aún puedes. Tienes fuerza para pelear y defenderte, eso significa que parte de tu esencia se ha adherido al otro mundo.

 

Deidara ladeó la cabeza.

 

- ¿Mi esencia?

 

- ¿Sentiste esa fuerza? ¿En tu interior? ¿Como si algo te estuviera empujando o jalando? - El rubio asintió y la figura lo hizo igual - Eres tú. Es tu voluntad, la parte de tu alma que se ha aferrado con uñas y dientes a tu otro cuerpo ayudándote a volver, pero no puede hacerlo por su cuenta, tú debes ayudarla.

 

- ¿Cómo?

 

- Con más fuerza, con más voluntad.

 

- Es muy difícil - Se desinfló con tristeza - Mi cuerpo no responde por más que lo intento.

 

- No es cuestión de si puedes moverte o no, el solo hecho de que pelees es suficiente, eso le da fuerza a tu voluntad y ella sí que puede hacerte retroceder. Tómalo como un trabajo en equipo contigo mismo. Yo estaré cerca para abrir un camino que puedas atravesar para volver, así que lo único que tienes que hacer es resistirte lo suficiente para que pueda abrir la brecha y tu alma regrese a tu otro cuerpo.

 

Deidara suspiró profundamente, sonaba muy sencillo todo, pero de solo recordar el dolor y esfuerzo que resistirse conlleva se le pusieron los pelos de punta.

 

- Es más fácil decirlo que hacerlo.

 

- Te ayudaré en lo que pueda, pero no tengo dos manos. Peor aún, no tengo ninguna - Se rió de su propio mal chiste - Así que solo no te subas a esa ave que yo haré lo demás.

 

Deidara respiró hondo un par de veces, tomando fuerza de voluntad. Pero antes de lanzarse a la batalla, había algo que necesitaba verificar.

 

- ¿Sasuke sigue... vivo?

 

La número uno le asintió.

 

- Vaya...

 

- ¿Estás decepcionado?

 

- Un poco - Pensándolo mejor, no estaba tan enojado como al principio, hasta podía decir que le causaba cierta gracia que estuviera vivo. No sabía porque, pero muy en el fondo también había algo que estaba... ¿Aliviado? ¿Porque se aliviaría de que ese mocoso estuviera vi...? "Oh" se iluminó de pronto, pensando en una cabellera y ojos negros, aunque no eran precisamente los de Sasuke - Pero no importa, ya pasó.

 

- Muy bien.

 

La número uno se irguió, mirándolo con seriedad, determinación y tal vez algo de esperanza.

 

- ¿Listo?

 

Era ahora o nunca.

 

- Listo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De vuelta en la segunda dimensión, Itachi se había quedado totalmente quieto, como si de pronto hubiera olvidado como moverse. El cuerpo de Deidara yacía flácido en sus brazos. Ya había intentado llamarle, sacudirle, incluso intento traspasarle de su propio chakra y darle respiración boca a boca, pero nada funcionó, es como si el rubio de repente hubiera decidido morirse.

 

Así que allí se había quedado, con las manos sobre su corazón, como esperando a que volviera a latir.

 

- Dei... - Susurró, acariciando su mejilla. Estaba fría y pálida.

 

Deidara había... muerto.

 

De verdad estaba muerto.

 

El chico rubio y lleno de vida que siempre parloteaba sobre derrotarlo yacía frío en esa cama ¿Y el que había podido hacer? Nada.

 

De haber estado cualquier persona allí de seguro se hubiese sorprendido. Él, el genio de los Uchiha, el hombre sin sentimientos que asesinó a toda su familia a sangre fría incluyendo a sus padres... estaba sufriendo por un simple chico. Un escandaloso y ruidoso chico que decía que lo odiaba pero que también, de alguna loca manera, se había robado una parte de él.

 

Su rostro no demostraba nada, pero por dentro estaba... desmoronado.

 

El sonido de la puerta le obligó a tomar algo de distancia, no obstante, siguió observando al joven artista, se veía tan pacífico y tranquilo a diferencia de cuando estaba despierto y se convertía en un tsunami. No había admitido eso ni siquiera a si mismo, pero le gustaba cuando hacía de las suyas con esa impertinencia tan típica en él, cuando soltaba ese gruñido y cuando le decía que iba a vencerle. Su interés por superarlo siempre lo había hecho sentir importante, lo quisiera o no.

 

- ¿Encontraste al...? Oh - La voz de Kisame pareció atorarse - Mierda, ¿Está muerto?

 

La voz del Uchiha sonó igual de neutra que siempre.

 

- Sí.

 

- Joder ¿Que le diremos a Pain? Va a montar el drama del siglo cuando se entere que perdimos a uno de los nuestros tan pronto - Se rascó la nuca, bufando en anticipación - Ni siquiera hemos capturado al primer bijuu.

 

- Lo superará.

 

Por un segundo la imagen de Deidara se transformó en la de sus padres. En su madre con los ojos abiertos y la sangre cayendo por su hermoso rostro.

 

- La muerte es inevitable - Dijo entonces, justo como se lo había dicho a si mismo esa trágica noche.

 

Kisame le echo una ojeada.

 

- Supongo que entonces me trataré de comunicar con alguno del equipo. Que otro le dé la noticia, porque yo no pienso aguantarme más regaños.

 

Itachi no comentó nada, y una vez se quedó sólo, la desesperación le dió la paso a la ira ¿Quién había hecho eso? Deidara estaba en perfecto estado antes de marcharse de la base, le daba igual quien fuera, el responsable de esto lo pagaría caro. Nunca había disfrutado torturar a las personas con su genjutsu pero por la rabia que sentía, bien que podía castigar al culpable de la muerte del rubio de la peor manera posible, y lo disfrutaría. Sabía que lo haría.

 

Invadido por la ola de sentimientos que creyó perdidos se sentó de nuevo a su lado, sosteniendo su rostro. Siempre fue un chico muy dulce y atractivo, no comprendía como podía marcharse tan joven.

 

- Dei...

 

Ni siquiera sintió el momento en que el Sharingan apareció de nuevo, reaccionando ante el dolor que sentía, al vacío que inundó en su ser cuando realmente acepto que había perdido a ese rubio escandaloso, ese que de alguna extraña manera, había logrado robarse su cariño.

 

Pero...

 

- No - Dijo entonces con decisión - No vas a irte, Deidara. No hoy.

 

Comenzó a tantear con sus ojos en busca de algo en el cuerpo contrario, ya fuera por impulso o mera necedad, centró todo el poder que tenía en encontrar lo que fuera necesario para traerlo de vuelta. Algún indicio o pista.

 

Y lo hizo.

 

Justo allí, en ese cerebro que le encantaba idear preguntas tontas y  planes locos para derrotarlo, encontró algo. No sabía describir que era, pero se veía como una pequeña luz, como el fantasma de algo que allí estuvo y que peleaba por no desaparecer. Era débil y apenas se notaba, pero brillaba y era vida.

 

Aún seguía allí. En alguna parte, pero seguía allí.

 

- Vas a volver - Murmuró cerca de su rostro - Vas a volver...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Volviendo con Deidara, el plano existencial en blanco había desaparecido por completo. Ahora sólo estaban él y su voluntad peleando por defenderse mientras que Kabuto, quien ya había comenzado a perder la paciencia, daba un paso al frente y volvía a hacer los sellos para obligarlo a avanzar.

 

- ¡Obedece, ahora!

 

La mano en su estómago le jalo con rudeza hacia atrás, y él la ayudo tratando de empujar su propio cuerpo.

 

Kabuto miró al sujeto de la máscara y este se encogió de hombros.

 

- Tu dijiste que lo tenías todo bajo control - Tomo asiento en una roca, subiendo una rodilla para allí recargar su rostro - Encárgate.

 

El discípulo de Orochimaru chasqueo la lengua con molestia y profundizó la orden.

 

"Arde" Cerró un ojo, el poder le estaba arrastrando con tanta brutalidad que podía desgarrarlo.

 

Esta vez Deidara dió un paso al frente, y luego otro. Su fuerza de voluntad no era suficiente para luchar contra el monstruo que manipulaba su cuerpo. Estaba comenzando a desesperarse, y ya había logrado dar el cuarto paso cuando otra fuerza diferente le llevo hacia atrás, devolviendo dos de los pasos que había dado. Esa no era su voluntad, era alto más.

 

"¿Que...?"

 

- ¿Creíste que te dejaríamos solo, pajarito? - Susurró una voz en su mente con algo de cariño, y casi pudo llorar ahí mismo.

 

"Estás aquí..."

 

- Estamos aquí - Soltó otra voz, lo travieso en su tono iba a la perfección con esos ojos marrones que tenía - No te dejaríamos solo en esto, rubio.

 

Era como si cada una de las figuras le sostuviera firme de un brazo, y trataran de hacerlo retroceder. De reojo pudo ver el indicio de una luz brillante y casi celestial, por la falta de reacción en los otros hombres supuso que no podían verla, eso significaba que ese era el portal. La número uno estaba haciendo su parte, el solo tenía que hacer la suya.

 

Dió un paso atrás, luego otro, siendo ayudado por los dioses cada segundo estaba más cerca de la luz. Ya había comenzado a sentir su calidez en la parte posterior del cuello cuando recibió un golpe en el estómago.

 

Se quedó sin aire, de su boca salió un sonido de ahogo y solo pudo ver los ojos furiosos de Kabuto antes de recibir una patada en la cara y caer al suelo.

 

- ¡Que te muevas!

 

- Joder, levántate rubio - Urgió la número tres, viendo cómo Dei jadeaba arrodillado sin poder recuperarse como siempre, no podía ni tocarse los golpes porque el cuerpo aún no le respondía - No tenemos mucha fuerza en este mundo, tienes que luchar.

 

Trataba, pero era difícil cuando era golpeado y no podía defenderse. Kabuto le clavó otros tres golpes más, uno en cada pierna y un puñetazo en la mandíbula. Cayó con fuerza al piso para levantarse apenas un segundo después, obligado por la fuerza del Edo Tensei.

 

Kabuto se acercó a él, tomó su coleta con fuerza y la apretó.

 

- Camina, ahora - Rugió en su cara, empujándolo al frente del cabello para luego soltarlo - Avanza de una puta vez, no hagas que pierda la paciencia.

 

La figura dos se estaba desesperado, podía sentir como la fuerza de ese chico comenzaba a desaparecer.

 

- ¡No te rindas, pajarito!

 

No quería, pero esta vez sintió que no tenía salvación, estaba a solo diez pasos de subir al ave y convertirse de nuevo en aquello que detestaba, en el asesino que con tanto gusto había disfrutado ser. La fuerza de su voluntad se hacía cada vez más débil con el tiempo que pasaba, y las fuerzas de la figuras dos y tres en este mundo no eran suficientes para sopesar su propia falta de ayuda por el dolor de los golpes, el cansancio mental y la abrumadora fuerza de Kabuto.

 

Estaba cada vez más cerca.

 

Y no podía detenerse.

 

Cinco pasos.

 

Tres...

 

Dos...

 

Uno.

 

Su pie ya se estaba levantando para ponerlo definitivamente al ave, estaba a menos de diez centímetros de sellar su propio final y cerró los ojos para no tener que mirar.

 

"Al fin" Kabuto estaba satisfecho, observaba la escena con una sonrisa complacida y arrogante.

 

Misma sonrisa que se borró de golpe al notar que el rubio ya no se movía.

 

"Lucha..."

 

- ¿Que estás haciendo? - Ahora sí que el hombre había perdido la paciencia - ¡Avanza!

 

Pero fue al contrario, Deidara retrocedió con fuerza, como si hubiese recuperado el control absoluto de todo. Tenía aún los ojos cerrados y cuando el otro se acercó de nuevo para golpearlo, su cuerpo reaccionó automáticamente, levantando el brazo para bloquearlo y la pierna para patear sus costillas, elevándole un buen par de metros.

 

Incluso el de la máscara se levantó de su posición, soltando un extrañado "¿Mmmmmm?"

 

"Lucha..."

 

Esa voz...

 

Conocía esa voz.

 

"Pelea, Deidara. No te rindas, no ahora..."

 

¿Itachi?

 

Lo escuchaba en su interior como si estuvieran fundidos en uno solo, como si pudiera hablarle desde el fondo de su mente como lo hacían las criaturas. Sintió ese inmenso poder temido de los Uchiha recorrer su interior, llenándole, sujetándolo, proporcionándole la voluntad necesaria. Jamás había sentido un poder semejante en toda su vida, era tan fuerte y resonante que los demás palidecían ante él.

 

- ¡Pedazo de infeliz! - Grito Kabuto levantándose, su labio sangrando - ¡Tú...! - Se apagó, totalmente impresionado.

 

El falso Madara abrió su ojo al máximo.

 

Deidara abrió los ojos, y en ellos se veía lo imposible. El azul ya no estaba, había sido reemplazado por un rojo carmesí brillante, con las líneas negras entrecruzadas de manera perfecta en el iris de su ojo.

 

"Vuelve, Dei..."

 

Con un último esfuerzo y dos pasos atrás, miró por última vez el panorama del que fue su dimensión, y el cual su camino ya había transitado y terminado. Ya no había nada que lo atara allí, nada que extrañar, nada por lo que sufrir. Esta no era su guerra, así como ese ya no era su mundo.

 

"Vuelve a mi"

 

Que no se diga más.

 

Dió un salto espiritual con rapidez hacia atrás, su alma cayendo por un túnel brillante y tibio, mientras su cuerpo resucitado caía inerte en el suelo. Kabuto soltó un grito de pura frustración, pero el de la máscara solo observó la escena curioso, eso había sido algo interesante de ver.

 

- ¿Quién era ese chico en realidad? - Se preguntó en voz alta, ignorante de que el otro, a unos escasos pasos más allá, golpeaba el suelo con furia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Su viaje por el túnel terminó siendo tranquilo, como deslizarse por una suave y esponjosa nube. Aterrizó en algo duro y un poco frío que tomo calor rápidamente. Sintió de nuevo esa conexión con su cuerpo, pero también los párpados muy pesados. Sentía algo muy familiar en sus manos y en las venas, dándole un par de calambres. Era su sangre, circulando de nuevo por todo su sistema nervioso, reavivándolo poco a poco.

 

Abrió los ojos con una inhalación profunda y fuerte, sus labios abiertos buscando aire, su pecho subiendo y bajando con rapidez.

 

- Deidara.

 

No podía enfocar muy bien, estaba muy desorientado y sus ojos parecían algo reacios a cumplir su función, moviendo sus pupilas de lado a otro aunque sin ver nada. Se detuvieron cuando algo líquido y tibio cayó en su mandíbula, y luego otro, y otro.

 

¿Una gota de agua?

 

Comprobando que podía moverse, se llevó una mano al rostro. Apretó los ojos sin dejar de respirar y luego los abrió de nuevo, lo primero que vio fue su mano. Sus dedos manchados de una sustancia roja.

 

Sangre.

 

¿Gotas de... sangre?

 

Fue entonces cuando miro hacia arriba, encontrándose con una escena impactante.

 

- Uchiha... - Susurró impactado.

 

Itachi estaba allí, sosteniendo la parte superior de su cuerpo contra él, su rostro muy cerca del suyo, pero de sus ojos caían lágrimas espesas de sangre. El negro de esos peligrosos ojos había sido reemplazado por el mismo diseño que habían tenido los suyos propios en el otro mundo.

 

Mangekyo Sharingan.

 

"Uso sus ojos... ¿Por mí?" Pensó el rubio, conmovido.

 

- Estás aquí - Habló el Uchiha por fin, su voz muy baja y sobrecogida - Regresaste.

 

- ¿Por...que? Tú... - Le era muy difícil hablar, aún sentía la garganta algo cerrada, pero el azabache entendió con rapidez lo que quería decir.

 

- No podía dejarte ir - Lo dijo tan seguro, tan convencido...

 

Tenía que preguntar.

 

- ¿Porque?

 

La expresión del Uchiha se hizo muy suave, sus ojos volviendo a ser negros con un toque de ternura en ellos que creía muerto.

 

- Porque tú solo morirás el día que me logres vencer.

 

- Tu... - Sus ojos de nuevo azules se abrieron, antes de que por ellos cayeran unas pequeñas lágrimas - Eres.. Tan idiota - Y sonrió.

 

- Es probable - Dijo él, aunque también sonreía un poco.

 

- ¿Eso significa que si te llego a vencer... si me dejaras morir?

 

Unos dedos limpiaron los caminos de agua en sus mejillas antes de tomar sus mejillas con suavidad.

 

- No, Dei. No importa si me vences, así como si jamás puedes hacerlo. Yo jamás te dejaría morir.

 

- ¿Porque? - Murmuró entonces, ya podía hablar mucho mejor - ¿Porque no me dejas ir? ¿Es porque soy diferente, escandaloso, insoportable?

 

- No.

 

- ¿Entonces? Porque...

 

- Es porque tú me odias - Interrumpió el Uchiha, acariciando su cara con los pulgares - Desde que llegaste siempre lo has sabido y yo también, me rehúyes porque por mi estás aquí. Me tienes resentimiento porque te golpeara hasta derrumbarte y te obligara a venir con nosotros cuando no querías hacerlo - Esbozó una minúscula sonrisa - Tú me odias, siempre lo has hecho.

 

- ¿Y?

 

Esos ojos negros le miraron de nuevo, esta vez con esa expresión indescriptible.

 

- Y ya no quiero que lo hagas.

 

Entonces le besó. Beso a ese chico que creyó perder con una dulzura que el también creyó que ya no poseía. Decidido a demostrarle que tenía más que sangre para ofrecer, que podía ser diferente. Que por al menos solo un momento, podía ser de vuelta aquel chico que había abandonado en las puertas del clan Uchiha sobre la sangre de su familia.

 

Deidara quedó completamente alucinado, es decir, acababa de regresar a su dimensión, fue controlado por un idiota y luego regresado por el poder sangriento de los Uchiha, y ahora uno de ellos le estaba besando. Era ilógico como podía pasar por tanto, pero se conformaba, está bien con solo dejarse besar y sentirse a gusto, sentirse... Importante

 

Se separaron por la falta de aire, sobretodo el blondo ya que aún sentía que le faltaba oxígeno. Itachi se separó un poco de él, y entonces limpio sus mejillas. No entendió porque lo hacía hasta que Dei comprendió que en el beso le había manchado de sangre la cara.

 

- No importa - Dijo él, deteniendo su mano - Tú estás herido, deberías curarte.

 

Esa pequeña sonrisa volvió.

 

- A ti no te gusta que te curen.

 

- Ya, pero yo soy pequeño, rubio y exploto cosas, tú no. Así que esto tampoco aplica - Dió un paso para levantarse de la cama, cosa que logró con algo de esfuerzo. Su cuerpo estaba bien, a pesar de haber muerto un par de minutos parecía que solo necesitaba dormir para que todo quedará en su lugar.

 

Itachi no parecía compartir su opinión, le sostuvo cuando se levantó y parecía reacio a soltarle.

 

- Debes descansar.

 

- Y tú tienes que curarte - Contraatacó el rubio, más después suspiró - Vamos, ya me siento mejor con cada segundo que pasa. Lo peor que podría pasarme es morir de nuevo y no creo que ni a mí me pase tanta desgracia.

 

Ante esa mirada de duda, le tranquilizó con un apretón a la mano que le sostenía el brazo, luego soltó el agarre.

 

Fue una suerte que en el baño del cuarto encontrarse un botiquín básico. Tomó lo que necesitaba de allí y volvió adentro.

 

- ¿Que sucedió, Deidara? - Pregunto entonces el Uchiha, podía parecer que estaba serio, pero lo cierto es que solo estaba calmado.

 

Por otro lado, el rubio realmente no estaba preparado para tener esa conversación. Es como cuando tu cita te pregunta si la amas justo después de tener sexo, es decir ¡Calm down, girl! Además que tampoco podía decir nada.

 

- Larga historia.

 

Con cuidado tomo un pañuelo húmedo comenzó a limpiar la sangre de su rostro. Ya de por sí era sorprendente el que un Uchiha de estuviera dejando curar, pero fuera de eso, Deidara decidió que no haría comentarios y solo se centraría en hacer lo suyo. A fin de cuentas, de no haber sido por su intervención, ya estaría más que muerto... O resucitado, depende como se quiera ver.

 

- ¿No me contarás? - Soltó luego de un rato, tenía los cerrados y se veía graciosamente obediente al dejarse atender.

 

Dedicará bufó.

 

- Tu no me cuentas nada, ni siquiera cuando te lo pido.

 

Una vez limpio el rostro lo siguiente que quiso hacer fue poner una pomada refrescante en sus ojos. Pero anticipándose a sus acciones, le sostuvo de la muñeca, le arrebató el pañuelo con manchas rojas para botarlo y tomo otro parecido solo que limpio. Humedeció ese también, pero cuando Deidara creyó que quería terminar de limpiarse solo, le sorprendió que está vez fuera él quien pasase la tela por su rostro, limpiando los resquicios de su propia sangre.

 

No dijo nada, solo se dejó hacer con la cara algo roja.

 

Cuando ambos estuvieron libres de sangre, Deidara pudo tomar la pomada y aplicarla en la base de los ojos y también en el párpado. Pudo notar que eso le molestó un poco por la forma en la que torció un poco la esquina de la boca, pero no se quejó en voz alta. Sabía que no lo haría, era demasiado orgulloso. Luego, tomo unas vendas y con suavidad la envolvió alrededor de su cabeza, cubriendo con cuidado sus ojos sin presionar demasiado.

 

El único problema fue que después de guardar y terminar de curar, no tenía nada que decir. Al menos él, porque el Uchiha, aún ciego y todo, tenía mucho que compartir.

 

- He respondido a todas tus dudas, excepto una sola.

 

- No es cierto - La verdad es que lo había dicho de diente para fuera, pero una vez su iguana mental resucitada comenzó a rodar, noto que eso no era del todo mentira - ¿Porque venganza?

 

- Eres tan insoportable, Deidara.

 

- Me lo han dicho tanto que ya lo tomo como un cumplido - Sonrió, aunque sabía que él no podía verlo - Pero antes de eso quiero que cumplas con lo que dijiste.

 

- ¿Con lo que dije?

 

- Si, dijiste que si quería saber porque no usaste tu Sharingan en mi fuera a buscarte. Pero tú has venido a mí, y yo me he quedado. Creo que cuenta lo suficiente para que me lo cuentes. Y no me vayas a mentir - Amenazó muy serio - O a meter excusas, tuve tus ojos por más de un minuto, para algo me tiene que servir.

 

Silencio...

 

Cuando el momento se hizo más intenso a medida que pasaba el tiempo y el Uchiha no respondía, Deidara realmente creyó que no le diría nada, de todas forma no sería muy inusual. Sin embargo...

 

- De acuerdo - Dijo finalmente - Te debo un par de explicaciones.

 

La esperanza en Deidara fue casi de inmediata.

 

- ¿Enserio?

 

Más allá de responder a eso, el genio de los Uchiha suspiró un poco.

 

- Empezó el día que fuimos a reclutarte...

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).