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Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

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Notas del capitulo:

N/N; A mi lado sadico le encanto hacer este capitulo 7u7

Tomar una ducha y usar su propia ropa nunca se sintió tan bien como ahora. Fuera una orden o no tenía que arreglarse primero, no era presuntuoso, pero había demasiado calor ese día, y no quería terminar todo sudoroso antes de empezar. ¿Porque habían tenido que escoger capas como uniforme? Quedaban genial cuando querían dar la pinta de hombres crueles y peligrosos, pero del resto no eran nada prácticas, se mojaban con facilidad, eran algo pesadas y reflectaban mucho el calor.

 

Se ahorró el tiempo del baño al llegar en su ave, en donde su líder le esperaba sentado en una roca.

 

- Llegaste a tiempo - Su voz ligera y calmada - Bien hecho.

 

- Sí.

 

- ¿Todo bien hoy?

 

- Todo bien... - Dijo algo extrañado, le parecía extraño que estuviese como siempre. Añadió un -: ¿Y tú?

 

- Excelente - Sonrió.

 

No entendía esa actitud tan pasiva, pero si con ello le daba la oportunidad de resolver las cosas pues mejor para él.

 

- Sobre lo de ayer... - Comenzó incierto el rubio, y Pain le miró con atención - Lamento que tuvieras que ver eso, y también haber mencionado lo de Konan, es tu asunto al fin y al cabo y no debí... ¿Qué haces? - Se sobresaltó de repente cuando dos dedos le hicieron alzar la barbilla hacia arriba, permitiéndole que quedaran cara a cara.

 

- ¿Lo amas?

 

¿What?

 

- ¿Ha?

 

- Sabes de quién te hablo.

 

La verdad sí. Y si era completamente sincero consigo mismo, esa respuesta era fácil.

 

- No.

 

- Bueno - Deslizó los dedos por su mentón hasta que le soltó. Su sonrisa no podía ser más grande y galante - Es suficiente para mí... por ahora.

 

El que de pronto tomara distancia y recogiera un par de cosas para anunciar que comenzarían con la misión de reconocimiento fue aún más confuso que el hecho de que acabase de actuar tan natural con él después de lo que había pasado el día anterior.

 

Lo aceptó, pero diez minutos de silencio después, no pudo resistirlo más.

 

- Muy bien - Explotó - ¿Podrías decirme porque estás actuando tan bueno conmigo después de...?

 

- ¿Sabes, Deidara? - Comentó como si nada el líder interrumpiéndole sin dejar de caminar - Sasori es un miembro muy valioso en mi equipo.

¿Y eso de dónde salía?

- ¿Ajá?

- Es fuerte, tiene la edad y la experiencia necesaria para el trabajo. Podría incluso darle una buena pelea a varios de nosotros. Lo recluté justamente por eso - Le miró con cierta diversión - También es el más sentimental. Supongo que por eso te entiendo, pasar tanto tiempo rodeado de sujetos como nosotros intimida a cualquiera. Toparse con alguien más simpático y que aparte sea tu compañero debió ser de lo más conveniente para ti, ¿No?

Con mucho cuidado, asintió.

- Yo, particularmente, no lo soporto - Puso una cara de fastidio con los ojos al cielo que le hizo gracia - Admito aun así que a pesar de todo es buen tipo. Tiene dedicación, ingenio, destreza...

Escuchándole atentamente, Deidara alzó las cejas en espera que continuara.

- Pero te aseguro que no es la mitad de lo buen amante que soy en la cama.

Los ojos a Deidara no se le despegaron fue por suerte, dió un tremendo retroceso de esos como cuando por poco y te caes en una zanja en la calle, como cuando ves a tu mamá cortando el cinturón de cuero en tiritas, como cuando alguien te estornuda cerca en plena cuarentena por Coronavirus...

 

- ¿Qué? - Se atragantó, echando la cabeza hacia atrás como los pollos cuando se esnucan.

 

Pain sonrió presumido.

 

- Que no es...

 

- ¡Te escuché, te escuché! - Sacudió la cabeza, no podía escuchar eso de nuevo sin sufrir un paro cardíaco - ¿ Y a qué viene eso ahora?

 

- A que no podías esperar que lo que pasó ayer fuera una total sorpresa para mí - Poniendo una cara de lo más elocuente, suspiró - Conozco a mi equipo como la palma de mi mano, y Sasori es de todo menos sutil. Se esfuerza, pero no le sale el papel de antipático y todos en Akatsuki lo sabían, porque a leguas se le notaba que quería algo contigo desde que llegaste, pero no era capaz de admitirlo... ¿Y el accidente del veneno? - Sacudió la cabeza como si quisiera quitarse un mal recuerdo - Fue tan obvio que se preocupaba por ti. Aun cuando estuve a punto de asesinarle no dejo de ir a verte para saber si estabas bien. Es admirable, sí. No dije nunca nada porque la verdad es que no creía que hubiese posibilidad alguna de que le hicieras caso, pero en vista de las circunstancias... - Y algo de esa anterior ira se manifestó cuando le echo una mirada de odio a su cuello.

 

Deidara sintió la necesidad de cubrirse.

 

- ¿Si...? - Le instó para que continuara.

 

- Deidara, a mí no va mucho lo de tirar indirectas. Y desde hace mucho tiempo tampoco me gusta complicarme, si quiero algo, solo lo pido.

 

- ¿Y me lo dices por...? - Dejo la frase a medias.

 

Pain se giró, se acercó a él hasta que solo quedo un metro de separación entre ellos. Y con un rostro que se debatía entre la seriedad y una sonrisa traviesa que ponía a bailar su pobre corazón, soltó:

 

- Porque me interesas tú.

 

Ay Jesús.

 

En el impulso del momento tuvo que apretar fuerte los labios para no reírse ¡Que maldita manía de reírse en los peores momentos! Era una pésima costumbre que tenía, pero es que no sabía de qué otra forma reaccionar.

 

Pain alzó una ceja.

 

- ¿Te divierto?

 

- No, es solo que... - Hizo una pausa para organizarse - Ah, olvídalo. Escucha, yo la verdad es que aún no se si...

 

- No tienes que decir nada, Deidara - Interrumpió el otro - No ahora por lo menos.

 

- Ah, ¿Y lo puedo hacer después o...?

 

Estaba jugando con él, no porque fuera insensible sino porque de verdad no se creía que a él le interesase su persona a él nivel que lo estaba poniendo ¡Y qué decir de sí mismo! Tenía demasiados problemas con Itachi y Sasori como para siquiera pensar en complicarse más de lo que estaba complicado con Pain, le doliese a la figura número tres o no.

 

Se decía así mismo que de seguro solo era un capricho, que era ilógico que sintiera algo por él...

 

- Hagamos algo, decide lo que quieres hacer después de hoy - Y continuó con su camino dejando al rubio con una cara de ¿Wtf?

 

- ¿Porque? - Saltó - ¿Que vas a hacer hoy?

 

"¿Que vas a hacerme hoy?" Pensó ligeramente preocupado. Pain se giró al verlo con esa cara de preocupación de quién mira al sujeto con el hacha en las películas de terror, y le entró algo de ternura.

 

- Oh, vamos. No me mires así, no pienso morderte - "Demasiado" Finalizó para sí mismo. Se rió - No haría nada que tú no quisieras.

 

- Pues perfecto - Su porte fue de lo más seguro y confiado - Porque no quiero que hagas nada.

 

- ¿Seguro?

 

- Absolutamente.

 

- ¿Estás seguro de que no quieres que te haga nada? - El tono, la sugerencia, todo en ese hombre incitaba al pecado y ya Deidara se sentía el más fuerte del mundo por no caer tan fácil en sus tentaciones.

 

- Muy seguro, no tengo tiempo para eso y además... - Tenía que desalentarlo de alguna manera, al menos hasta que resolviera algunos de sus problemas. Bufó - Además perderías tu tiempo, estoy muy ocupado en otras cosas, no podría pasarlo bien por mucho que lo intentes.

 

La reacción de Pain fue una que de seguro no se esperaba. Le miró con sarcasmo e incredulidad, ladeando la cabeza con el más malicioso escepticismo.

 

- ¿Me estás retando?

 

- ¿Qué? No. No te estoy retando, solo te digo la verdad - Ni Dios le iba a perdonar esa mentira tan grande. Trató de explicarse mejor - No tengo cabeza para pasarlo bien, ni siquiera contigo.

 

Alguien debió haberle dicho a Deidara que a veces el remedio es peor que la enfermedad.

 

Aquella sonrisa llena de malicia le dió mala espina.

 

- ¿Porque me miras a...?

 

- Continuemos con la misión - Girándose de lo más tranquilo continuó caminando.

 

- ¡Oye! - Le gritó, pero su líder le ignoró olímpicamente.

 

Bufando con molestia, le siguió el paso y se alivió al ver que no le diría más nada, solo comenzó a hacer el reconocimiento como en cualquier misión.

 

Siguiendo a su líder, Deidara comenzó a hacer su trabajo también.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

- Descansemos - Dijo Pain luego de lo que se sintió como una eternidad.

 

A Deidara eso le fastidio, no porque no quisiera descansar sino porque era ridículo el hacerlo cuando podían irse a la base de nuevo. Ya no había más terreno que verificar. Desde hace una hora, de hecho. Y eso solo le certificaba que Pain lo tenía allí para algo, lo único que no sabía era para qué. Le estaba empezando a poner nervioso el que no actuara posesivo y rudo como siempre. Honestamente lo prefería así, por lo menos así sabía que esperar.

 

Realmente esperaba que no fuera para nada de lo que le había dicho sobre retarlo, porque eso le sonaba a cosas sexys y ya tenía suficientes traumas.

 

Se sentó en la orilla de un lago bellísimo que tenía a solo dos minutos de camino de dónde estaba. Y solo porque había mucho calor, se quitó la capa, los zapatos y dejó remojando sus pies en el agua.

 

"Tan refrescante..."

 

Cerró los ojos y echo la cabeza hacia atrás, como queriendo disfrutar el momento, mientras el viento acariciaba sus mejillas sonrosadas por el calor. Sintió que ya no estaba solo, pero no se permitió turbarse.

 

En lo que el rubio disfrutaba su espacio, Pain se había quedado embelesado mirándole. Siempre supo que era un chico atractivo, pero jamás imaginó que a ese nivel, con una forma que se veía algo frágil pero también fuerte, era capaz de darle pelea por un buen rato y eso le gustaba. Se veía tan pacífico al lado del agua, y no pudo evitar pensar cómo se vería bañándose completo, con ese cabello suelto y ondeando en el agua.

 

- ¿Porque no entras? - Le preguntó al final, cediendo ante sus impulsos.

 

Pero Deidara solo le miró de reojo antes de volver a cerrar los ojos.

 

- No, gracias.

 

- ¿No tienes calor?

 

- Tengo calor - Confirmo él, tomando paciencia - Pero me duchare cuando lleguemos, si es que llegamos algún día.

 

Lejos de ofenderse por esa indirecta, Pain sonrió muy ancho.

 

- Bueno, yo si me bañaré un rato.

 

- Pues adelante.

 

"Realmente... no debiste retarme" Aunque tratara de ser muy serio, su personalidad siempre había sido muy juguetona, y en vista de que solo estaban ellos dos, no veía porque no divertirse un rato.

 

Por otra parte, honestamente el rubio estaba algo molesto con él ¿Porque tenía que elegir justo ese día para complicar las cosas? En cuanto al baño pensó que era una gran mentira, que solo lo decía para llamar su atención, por lo que solo le respondió lo primero que se le vino a la cabeza. Al fin y al cabo no le importaba ¿O sí? De todas maneras él podía hacer lo que quisiera.

 

El sonido de un chapoteo y el agua moviéndose alrededor de sus tobillos le hizo abrir tentativamente un ojo.

 

Y luego abrió los dos, seguido de su boca entera.

 

No.

 

Puede.

 

Ser.

 

Pain, sin importarle nada, no solo se había quitado la capa y los zapatos, sino que también la camisa, dejando todo a la vista de un boquiabierto artista que no encontró razón alguna para no mirar.

 

"Madre mía"

 

Ya fuera por el entrenamiento o porque quizás fuera algo egocéntrico (Que si, oye) Pain tenía uno de los mejores cuerpos del equipo, a diferencia de en su mundo en el que era delgado pero reacio, aquí era más fornido, tenía unos músculos llamativos y un abdomen en el que no le hacía falta marcar ni un músculo más. El único que en su dimensión se le asemejaba era Kakuzu, y sin embargo mucho de ese esplendor se perdía por esas enredaderas negras y extrañas que de seguro se le enrollaban hasta por el culo.

 

Una sonrisa algo traviesa surcó el rostro del pelinaranja.

 

- ¿Seguro que no te quieres meter? - Su tono muy casual pero malintencionado.

 

- ... ¿Ah? No ¡No! - Sacudió la cabeza, tratando de no mirar - No entraré.

 

Se encogió de hombros.

 

- Tú eliges.

 

Entonces también comenzó a quitarse el pantalón.

 

"Jodeeeeeeeeeeer" Su cabeza estaba en dirección opuesta, pero es como si sus ojos se esforzasen por seguir comiéndose con la mirada a ese pedazo de hombre cuyo cuerpo debería ser ilegal.

 

Que si, el rinnegan daba algo de miedito si lo veías demasiado tiempo, pero era solo un pequeño defecto.

 

Sin pantalones la vista era muchísimo mejor, sus piernas se veían torneadas y fuertes. Y el trasero... Maldición, ¿Porque no todos los hombres tenían un trasero como ese?

 

- Podrías tener un dos por uno, Deidara... - Parecía que Pain quería reírse, así como un niño que hace una travesura - Te bañarías y además verías más de cerca.

 

Que cabrón.

 

- Jodete - Escupió con rabia, pero lo rojo en sus mejillas solo le hizo ver más tierno.

 

- Si tú insistes.

 

Se sumergió en el agua, duró allí unos segundos y emergió luego con lentitud, dejando que el agua se deslizara por su cuerpo. Deidara inspiró fuerte intentando dejar de desear ser una de esas gotas de agua para recorrerlo comple..."¡No! ¡Contrólate, carajo!" Se gritó a si mismo, pero es que la visión era demasiado buena como para ignorarla y él no era ciego.

 

- ¿Aún no la estás pasando bien? - Mirándole de reojo.

 

"¿Que...?"

 

- Tu... - Ah, con que eso era, odiaba decir que no se la había visto venir. Se enfocó en mirarlo al rostro - No - Le miró mal.

 

La mentira de seguro fuera salido creíble de no estar casi hiperventilando, pero se hacía lo que se podía.

 

"¡No me va a vencer ese imbécil!"

 

Deidara optó por cerrar ambos ojos y bajar la cabeza, así no habría forma ni manera de que pudiera tentarlo, ni mental ni físicamente, porque lo cierto es que se estaba comenzando a sentir algo tenso. Más en cierta parte que en cualquier otra zona.

 

- ¿No entrarás? - Oyó que le decía, aún se estaba burlando.

 

- No.

 

- ¿Estás seguro?

 

Más allá de responder, lanzó un gruñido.

 

Dejo transcurrir unos cinco minutos, realmente deseando que Pain no hiciera una estupidez como arrojarlo de cabeza, pero paso el tiempo y no oyó nada más.

 

"Uff... qué alivio" Se relajó finalmente, a lo mejor y se había cansado de insistir.

 

Nah, él nunca tenía tanta suerte.

 

Una sombra cubrió su cuerpo tapándole la luz, y apenas pudo levantar la cabeza para ver a Pain a solo unos pocos centímetros de su rostro. Se llevó un susto tremendo, así que se echó hacia atrás, pero lo único que consiguió fue enterrarse en la arena suave del río, cayendo hasta sostenerse solo con sus codos. Esto fue incluso peor, Pain aprovecho para poder inclinarse sobre él, una mano a cada lado de su cara y una pierna a cada lado de las suyas. Estaba acorralado.

 

"No mires hacia abajo, no mires hacia abajo, no mires hacia aba..." Caso perdido, terminó mirando igual. De cerca era muchísimo mejor, y eso era peor. Mejor para su vista, peor para su salud mental.

 

- ¿Porque no admites que quieres hacerlo? - Susurró, consiguiendo que le mirase a los ojos.

 

Deidara tragó duro.

 

- No quiero bañarme en ese lago.

 

- Yo no me refería a eso - Las gotas de su mojado cabello le caían encima, pero no podía secárselas. Un paso en falso y tocaría ese cuerpo - ¿Que tanto te cuesta admitir que ni con mil problemas en la cabeza puedes olvidarte de mí?

 

- Estás loco, Pain.

 

- Es posible - Aceptó de buen agrado - Pero tú también, porque dices que quieres irte pero no te vas.

 

- ¿Quieres ver si no puedo irme?

 

Intento salirse de esa prisión humana yéndose de lado, pero Pain le tomo de la cintura con un jalón, y tratando de huir de ese agarre terminó girando como tronco hasta quedar boca abajo. Pudo haber salido a gatas si esos brazos musculosos no se hubiesen aferrado a su cintura y clavado al suelo. Fue a estirar una mano para agarrarse de algo pero unos dedos se entrelazaron con los suyos.

 

- ¿Aún te quieres ir? - Hablo en su oreja, su aliento tibio calentando su nuca.

 

- Estoy a un paso de volarte la cara de una explosión.

 

- Te creo, ¿Sabes qué otra cosa creo? Que estás tratando de huir para no aceptar que tengo razón.

 

- ¿Con que?

 

- Dos cosas. La primera, si te quieres bañar en ese lago. Y la segunda... - Entonces la mano que aún seguía enrollada en su cintura lo estrecho más hacia él, haciendo que cierta parte rozara suya le rozara descaradamente - Quieres hacerlo conmigo.

 

- Yo... no, claro que... ¿Podrías dejar de hacer eso? - Pidió con la voz entrecortada.

 

- ¿El qué? ¿Esto?

 

Y se rozó con algo más de fuerza allí donde sus cuerpos se juntaban. Dei sintió algo duro presionar su trasero y tuvo que morderse el labio inferior para no hacer ruido.

 

- ¿Porque lo haría? No veo que te moleste.

 

- Pain, te advierto que...

 

- Vamos a ser honestos - Podía sentir que sonreía - Te gano en fuerza, pero eres tan rudo como cualquiera, sabes dónde darme un buen golpe y te creo capaz de volarme en pedazos o dormirme de un puñetazo. La única razón por la que estás tan necio conmigo es porque sabes que te puedes liberar cuando quieras y te jode no querer hacerlo.

 

- ¿Me estás retando?

 

- No, tú me retaste a mí, y acabas de darte cuenta que no fue una buena idea.

 

Más allá de responder, y le metió un codazo con el brazo libre e intento salirse para tener espacio. No obstante, lo único que consiguió fue ponerse de rodillas antes de que le apresaran las manos detrás de la espalda.

 

- Sigo esperando a que lo intentes de verdad, Dei-kun - Canturreo en su oído, riendo un poco.

 

- ¿Que mierda es lo que quieres de mí? ¿Dominarme?

 

- ¿Quieres que te domine? - Preguntó a su vez, curioso.

 

- ¡Joder, no! - Sería lo último que le faltaba - Te mataría si se te ocurriera hacer esa basura.

 

- ¿Estás seguro? Porque yo creo que te gustaría.

 

- Claro que no.

 

- ¿Me esas retando de nuevo, Deidara? - Restregó su mejilla contra su cabello.

 

- Vete a la mierda.

 

Entonces Pain se levantó, llevándoselo consigo. Fue allí cuando comprendiendo que realmente podía salir más que perjudicado por ese sujeto si no se ponía serio, Deidara le dió una fuerte patada para soltar el agarre, no tenía su saco de arcilla cerca porque por tonto lo dejo lejos creyendo que se le podía mojar, pero tenía algo de reserva en la mano, así que la hizo explotar justo en medio de ellos, dándole tiempo de correr hasta sus cosas. No llegó muy lejos, sin embargo. Pain apareció frente él.

 

- Ahí, ¿Ves? - El Rinnegan brilló triunfante - Te dije que te podías zafar cuando quisieras.

 

Deidara rodó los ojos.

 

- Pues bravo por ti, felicitaciones ¿Ahora me dejas ir tranquilo? - Su tono grosero no hizo más que sacarle una mueca burlona al otro.

 

- ¿Si te diste cuenta que estuviste un buen rato en ese piso porque lo querías, verdad?

 

- No es cierto.

 

- Si yo quisiera... - Camino lento hacia él, casi como un felino que acecha a su presa - Podría retenerte así por mucho rato - Haciendo notable énfasis en "Mucho" - ¿Sabes cuál sería la mejor parte? tu querrías que lo hiciera.

 

Antes de que el artista abriera la boca, leyó en esos ojos tan raros y peligrosos la misma pregunta igual de peligrosa "¿Es un reto?" Y quién sabe si fuera el cansancio, el rechazo del Uchiha, la confusión de Sasori, el no haber dormido bien en dos días o el haberse muerto, pero alzó muy decididamente esa barbilla y soltó:

 

- Pues sí, ¿Y?

 

Definitivo que no debió.

 

En un segundo estaban mirándose y a la siguiente ya se estaban lanzando golpes de cuerpo a cuerpo mutuamente. Se parecía mucho a sus entrenamientos con la diferencia de que esta vez Deidara estaba tercamente desafiante y su contrincante de lo más feliz, a medio vestir y con una estúpida sonrisa en su rostro.

 

Deidara se la quería borrar de un puñetazo.

 

Y eso hizo, le pegó un fuerte puñetazo en la cara, que más que molestarlo, lo único que consiguió fue hacerle entender al pelinaranja que no había forma ni manera de acercarse de nuevo a él peleando con Taijutsu, no sin lastimarlo y eso no era lo que quería, de manera que tuvo que recurrir primero al plan B.

 

- Dei... - Se limpió una delgada línea de sangre que cayó de su boca con el dorso de la mano - ¿Recuerdas las reglas del entrenamiento en Akatsuki?

 

"Prohibido usar Ninjutsu"

 

Confundido, asintió. Entonces, le vio levantar la mano y retrocedió con cuidado.

 

- ¿Que vas a...?

 

- Shinra Tensei.

 

"¡Hijo de puta!" Grito el rubio con ira cuando el ataque favorito de Pain le estrelló contra una gran roca que le llegaba a la cadera. De acuerdo, el golpe fue mínimo, se daba más fuerte el mismo entrenando. Pero le fastidio demasiado que usara el Rinnegan para tener ventaja.

 

Apenas su estómago tocó la roca, tenía de nuevo a su líder recostado sobre él. ¡Y ahora era peor! Porque allí doblado solo de la cintura para arriba todo de la cintura para abajo se sentía mucho más intenso.

 

- ¡Eres un maldito tramposo! - Le reclamó.

 

- ¿Tramposo porque? Te recuerdo que no estamos en la base y tampoco estamos entrenando. Y así como tu usaste tus explosiones, yo puedo usar los ataques que quiera.

 

Ah, ya quisiera él que sus entrenamientos fueran así más seguido, entrenar todo el día y luego terminar en una pose cómo esta con Deidara era una de sus mayores fantasías. Porque si, tenía muchas de esas, y vaya que ese rubio protagonizaba varias, si no es que la mayoría.

 

- Tus retos son una estupidez - Rugió con molestia, y se preparó de nuevo para quitarse.

 

Pain soltó un ruidito como si lo estuviese pensando.

 

- Hay que comprobarlo.

 

A punto de escaparse para lanzarle otro golpe, rubio se detuvo y frunció el ceño.

 

- ¿Qué? - Sintió un tirón demandante en su cabello que le hizo echar la cabeza atrás, antes de recibir una lenta pero concisa mordida en su cuello.

 

"¡Oh, no!" Ahora entendía mejor eso de "Retenerle sin usar la fuerza" aunque más bien debería ser "Seducirlo hasta que desaparezca su voluntad" porque lo peor del caso es que le estaba funcionando al muy maldito, se le habían congelado las manos que usaría para luchar.

 

Apretó los labios con fuerza.

 

- ¿Aún crees que son estúpidos mis retos? - Murmuró bajito el pelinaranja.

 

- De los peores.

 

- Mmmm...

 

Una mano comenzó a subir suavemente desde su vientre hacia su pecho. Quería quitarla pero lo único que tenía fuerza para pelear era su boca, porque sus brazos temblaban ante la disyuntiva de si detenerle o no.

 

- Que ni se te ocurra... - Gruñó.

 

Pain examinaba toda el área con tranquilidad, hasta que entonces su pulgar le rozó uno de sus pezones. Aún con los labios apretados, al rubio se le salió un agudo y lastimero sonidito.

 

- Disculpa ¿Dijiste algo? - Sonrió grande - No te escuché.

 

No le daría el gusto.

 

- Tus retos son una basura - Repitió muy despacio, tratando de que lo entendiera de una buena vez.

 

Tuvo que agachar la cabeza para que no mirase como apretaba los labios hasta dejarlos blancos, pero era jodidamente difícil cuando ese imbécil jugaba con su cuerpo, ahora no sólo los rozaba sino que también los apretaba, tiraba de ellos un poco en la punta y luego los soltaba.

 

Era dolorosamente placentero.

 

- ¿Quizás no debo ir hacia arriba? - Se preguntó en voz alta, como considerando que hacer - ¿Quizás debería ir... hacia abajo? - Finalmente su mano dejó su pecho, pero Deidara no pudo alegrarse porque sintió como esa mano se desplazaba directamente hacia abajo.

 

"¡Joder, no!" Sabía que si llegaba allí estaría perdido, más que eso, estaría totalmente jodido.

 

En su pobre intento de removerse entre el mar de sensaciones solo consiguió terminar de nuevo de cara a la superficie. Su cabeza quería liberarse, el resto de él, no mucho. Que carajos, no quería moverse, quería quedarse ahí toda la vida de ser posible pero su orgullo le impedía aceptarlo.

 

- Ah, perfecto - Celebró Pain - Justo el espacio que necesitaba.

 

La mano llegó hacia el nacimiento de su entrepierna.

 

- Pain... - Trato de sonar amenazante, pero lo cierto es que se escuchó de todo menos eso. Y su cuerpo no le ayudaba, estaba despierto y ansioso, como si gritara su necesidad de contacto.

 

Estúpido cuerpo. Estúpidos retos. Estúpidas ansias. Estúpido él que no sabía cuándo callarse. Estúpido Pain que sabía cómo ponerlo a temblar como gelatina.

 

- Te dejaré ir yo mismo si haces una de dos cosas, Dei-kun... - Comenzó él, recargándose cómodamente sobre su espalda - O aceptas que mis retos no son estúpidos... O te rindes.

 

- ¿A qué coño te refieres con eso último?

 

- A que admitas que puedo retenerte sin usar nada de fuerza, que puedo poner tu cuerpo en tu contra y más aún, que eso te gusta.

 

- De ninguna maldita manera diré eso - Dictaminó con seguridad.

 

- Ah, pero es que yo no tenía en mente que dijeras nada. Verás, Dei... - Su voz bajo hasta volverse un susurro - Hay otras maneras de aceptar que algo te gusta.

 

Entonces su mano aún mojada por el agua de lago sostuvo firmemente su intimidad.

 

El aire se le atoro en la garganta, sus ojos cerrados con fuerza. Pero sus labios ya le temblaban, así no podría resistirse por mucho tiempo. Pain lo sabía, por ello comenzó a mover suavemente la mano de arriba a abajo, una y otra vez. Y cuando le sintió relajarse debajo suyo, uso la otra mano para continuar atendiendo sus rosados botones.

 

"Maldi...ción" Se mordió la lengua "No puedo perder"

 

- ¿Lo aceptas, Dei-kun? ¿Esto te gusta?

 

Estaba a punto de seguir negándolo con el uso de su férrea voluntad, a punto de decirle que lo odiaba, que era un imbécil y que no le gustaba para nada, cuando sintió como su lengua lamía la parte de atrás de su oreja, antes de apresar su lóbulo entre sus dientes.

 

Jadeó.

 

- Justo lo que creí - Dijo de lo más satisfecho.

 

"Mierda..."

 

- Ya... - Volvió a morder su cuello, causándole dolor pero también mucho placer ¿Cómo podía algo que dolía gustarle tanto? - Ya... lo...

 

- ¿Ya qué?

 

Jadeó aún más fuerte, el continuo movimiento en su miembro le estaba dejando en blanco, y con Pain mordidas en su cuello y espalda se le hacía más difícil.

 

- Si no hablas no te entiendo, Dei - Se burló aún sonriente.

 

Como si fuera tan fácil hablar cuando solo quieres gritar.

 

- Ya lo... hice. Ahora déjame...ir

 

- Deidara... - Por primera vez en ese día, su jefe sonó completamente serio - Tu no quieres irte.

 

- Si quier...

 

Sin dejar de moverlo, Pain paso el pulgar por la punta de su miembro, llevándolo al borde de la locura. Y sabiendo que no se movería, la otra mano bajo también, justo para hacerle compañía a la otra, acariciándole también pero un poco más abajo. Allí en donde la piel era mucho más sensible, jugando con ella con suavidad pero firmeza.

 

Fue demasiado para él.

 

Gimió alto, llevado por todo lo que le estaba haciendo sentir. Sus dedos se incrustaron con tanta fuerza a la roca que sus nudillos perdieron color.

 

- ¿Te quieres ir? - Le preguntó inclinándose sobre su oreja.

 

- Ah, yo... ah...

 

No, no tenía mejor respuesta que esa, y eso a Pain le excitaba demasiado.

 

La visión del rubio tirado allí, disfrutando y gimiendo abiertamente por todo lo que le estaba haciendo le volvía loco. Tenía unas ganas inmensas de hacerlo suyo allí mismo. Lo había querido hacer desde que entrenaron aquella primera vez, y no podía negar que se murió de celos cuando creyó que Sasori se le había adelantado.

 

Ahora le tenía allí. Recostado y vulnerable solo para él.

 

Y le encantaba.

 

- Te dije que te gustaría.

 

Estaba a punto de terminar, y junto a eso también aceptar que Pain tenía razón, que era un maldito masoquista y que esto le estaba gustando demasiado por mucho que a su ego de ninja le doliera...

 

Entonces le introdujo un dedo.

 

- ¡Ahhhhh!

 

Fue una sensación extraña y dolorosa que también le generó un placer muy diferente del que estaba acostumbrado. ¿Que si le hizo gemir como un desesperado? Si. ¿Mover las caderas en busca de más? Definitivo. ¿Qué podía haber escapado hace rato y no lo hizo porque esto le encantaba? También. ¿Que si había empezado a decir cosas incoherentes porque tenía la mente en Jumanji? Eso también.

 

¿El único problema? Es que de nuevo no había escogido a nadie.

 

Estaba de nuevo en un momento íntimo sin realmente haber pensado si lo quería o no, y eso le daba un tinte amargo a las cosas. Se suponía que el momento en el que hiciera esto debía ser diferente, algo cómodo y que le hiciera sentir tranquilo. No debería estar pensando en la apuesta, en las figuras, en el escape de Akatsuki ni en ninguna de esas ridiculeces, debería estar disfrutándolo, pero realmente no podía hacerlo cuando comenzó a sentirse frustrado. No se suponía que las cosas llegarían tan lejos y mucho menos con Pain, pues hace menos de media hora estaba seguro de que no podía haber nada por ahora entre ellos.

 

Otro dedo se unió al ya existente y a pesar de que estaba casi ciego del placer, su nerviosismo pudo más que cualquier otra cosa.

 

- ¡Ahh! Pain... - Gimoteó. Era como si su cuerpo estuviera peleando con su mente. Estaba demasiado sumido en sensaciones para apartarse y quería que él lo hiciese - Ah, ah... Déjame, ¡Ah!  - Sus dedos cada vez más profundo en su interior - Ah, para... déjame.

 

Pain soltó un gruñido profundo.

 

- Te lo dije, Dei. Tú no quieres irte - "Y yo tampoco" pensó mientras movía su mano al elástico de su propia ropa interior.

 

Deidara tuvo que concederle ese punto, al menos hasta ese momento porque lo cierto es que cuando sintió que quería bajar por completo sus pantalones, en busca del plato fuerte, lo único que quería hacer era irse. Estaba demasiado confundido, estaba dolido por lo caótico del día de ayer.  No tenía idea de qué hacer con su nueva vida y estaba tan nervioso que por mucho que aún temblara de anticipación, no quería hacerlo.

 

El nerviosismo se encargó de bloquear cualquier sentimiento positivo que tuviera, el único problema es que cuando fue a liberarse como sabía que podía, o simplemente hacer un Jutsu de sustitución, la misma fuerza paralizante que conocía lo mantuvo en su sitio.

 

- Pain - Intentó llamarle, pero no pareció escucharle.

 

- No te engañes a ti mismo, Deidara.

 

"Ya no lo hago" pensó algo asustado. En especial porque justo ahora ya no podía levantarse ni aunque lo intentara.

 

- Pain... - Casi suplicó, sus ojos cristalizándose.

 

- No.

 

Entonces, y como si la idea le cayera del cielo, dijo lo único que sabía que le haría reaccionar y darse cuenta.

 

- Ya... hi...

 

Los movimientos de Pain se ralentizaron un poco.

 

- ¿Que dijiste? - Se sorprendió demasiado y se inclinó adelante, como si no hubiese escuchado bien.

 

Por sus mejillas cayeron lágrimas, y cerró sus ojos de nuevo, pegando la frente a la roca

 

- Yahiko... - Dijo finalmente - Déjame ir.

 

Los ojos se abrieron demasiado, su corazón hundiéndose al darse cuenta de cómo estaba. Se había puesto muy tenso, evidentemente incómodo con la situación e incapaz de moverse porque en su descontrol por el momento, y creyendo que si para ese punto no se había soltado ya no lo haría, había dejado su poder correr sin notarlo.

 

A veces le sucedía, le costaba controlar ese poder que no era suyo de nacimiento, y justo hoy le pasado.

 

"Soy un imbécil" Se sintió terriblemente mal.

 

- Dei, yo...

 

- Por favor - Su voz se quebró, solo quería que lo soltase - Por favor, Yahiko, déjame ir.

 

Le soltó.

 

Se separó de la roca y tomo distancia. Pero cuando se miraron de frente, fue mucho más terrible. Él estaba sonrojado, pero también algo pálido y sus manos le temblaban, aún seguía llorando y su nivel de vergüenza solo se comparaba con la expresión de culpa de Pain tenía en el rostro. Fue muchísimo peor porque, al igual que aquella vez hace tiempo, sus ojos eran normales. Ese tono café en el que era notorio ver cómo estaba arrepentido.

 

Levantó una mano hacia él, como si quisiera alcanzarle.

 

- Perdónam...

 

Huyó.

 

Salió corriendo de allí sin escucharle como si fuera lo último que iba a hacer en su vida, corrió hasta alejarse lo más posible de allí, sin detenerse a pesar que quizás llegaría más rápido en una de sus creaciones. Solo quería correr. Lo hizo hasta que ya no tuvo idea de en donde estaba, hasta que se le acabó la respiración y se recostó sobre un tronco para poder recuperarla.

 

Se sostuvo el pecho con ambas manos, respirando demasiado rápido.

 

- ¿Pajarito?

 

Miró hacia arriba y allí la vio, ahora tenía la forma humana de un joven humano muy parecido a él, algo bajo y de un corto cabello azul celeste que hacía perfecto juego con esos ojos idénticos a los suyos propios. Le miraban con pena e incluso también culpa. Le entendía, él también sentía que todo era su culpa, suya y de las otras dos. Por su ridículas apuestas, su egoísmo y su falta de empatía al no pensar en él cuando le pusieron en ese embrollo.

 

Se levantó rápido, la miró, pero en lugar de gritarle por todo lo que le estaba pasando, en lugar de golpearla o maldecirla como tanto quería hacer... la abrazó.

 

La abrazó con tanta fuerza que de haber sido humano se fuera quejado. Pero la número dos no lo hizo, le dejo abrazarlo mientras le acariciaba el cabello, susurrándole un montón de disculpas que apenas y logró entender. Pero la peor parte es que hasta sentía que se lo merecía, ¿A cuántas personas no había matado en su vida? ¿Cuántas veces no había destruido pueblos, aldeas y vidas enteras? Kabuto había tenido razón cuando creyó que el era diferente, por ello dudó si ponerle o no el sello de obediencia, porque por mucho años había sido tan cruel, había hecho tanto daño...

 

La figura lo sostuvo aun cuando cayó de rodillas, llevándola con él. Y allí en medio de esos brazos celestiales lloró. Lloró como nunca había llorado en su vida.

 

¿Porque le castigaban metiéndose con su corazón? ¿Porque simplemente no lo golpeaban? ¿Porque hacerlo sufrir de esa manera?

 

- ¡Las odio! - Gritó entre sollozos.

 

- Lo sabemos.

 

- ¡Odio su estúpida apuesta! Yo... yo.. las detesto muchísimo, yo... Ustedes... - No pudo continuar, su voz se deshizo entre el llanto.

 

- Lo siento... - Decía la figura dos con tristeza acariciando su cabello - Lo siento mucho, pajarito.

 

Siguió llorando por un buen rato, hasta que las horas pasaron, hasta que finalmente pudo desahogar todo el dolor que sentía, por todas las cosas malas que había hecho y por las cuales ahora se arrepentía. De pronto se había dado cuenta que había sido una muy mala persona, y lo único en que podía pensar era en que se lo merecía.

 

Justo allí, en medio del bosque y en los brazos de una de las culpables de su dolor, Deidara lloro hasta quedar vacío.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuando regreso a la base ya había amanecido, sus ojos ya no estaban rojos pues hace mucho que ya había dejado de llorar, tampoco estaba pensativo, ni temeroso, cansado o humillado. Solo... caminaba. Caminaba a pasos muy lentos de regreso a lo único que podía llamar casa, o al menos así la había llamado la número dos.

 

"¿Mejor? Bien, ahora levanta esa carita y vuelve a casa. Recuerda, todos hacemos cosas malas de vez en cuando, lo importante es darnos cuenta que está mal. En este mundo no has cometido ni un solo error, así que ya no llores. Todo será diferente ahora, lo prometo"

 

Habría que confiar, no es como si le quedase de otra.

 

Fue directo para comer, al menos aún podía sentir hambre. Tomó su plato y lo lleno casi a ciegas, cualquier cosa servía. Tomo sus cosas para irse a su cuarto, no quería hablar con nadie a menos que fuera necesario. Pero de nuevo nada le salió como quería.

 

- ¿Deidara? - La voz de Konan le llamo.

 

- ¿Si? - Respondió sin mirarla.

 

- ¿A dónde fuiste? Pain estuvo buscándote como un loco, llegó a creer que te había pasado algo.

 

"Ojalá" si le hubieran matado en el camino se habría ahorrado un buen par de problemas.

 

Dijo lo primero que se le ocurrió.

 

- Me perdí. Aún no estoy familiarizado con la base y me costó encontrarla de regreso. Lo siento, no volverá a pasar.

 

Trato de irse, pero una ráfaga de papel después tenía a la mujer casi a su lado, y aunque giro el rostro para que no lo viera, ella inclinó la cabeza ¿Que acaso todo el mundo quería agarrarlo hoy?

 

- ¿Estás bien?

 

- ¿Porque te importa? - Aquello había salido sin proponérselo, pero Konan se limitó a tomárselo con calma

 

- No me importas tú - Aclaró - Me importa él ¿Sucedió algo entre ustedes allá?

 

- No.

 

- No creo que... - Finalmente por una pequeña brisa que movió su flequillo, pudo ver su rostro. Y fue tan sorprendente que hasta ella, que usualmente era muy hermética, le vio con lástima - Oh... ¿Qué pasó?

 

Deidara pensó que de seguro se veía horrible con la cara de quién llora por varias horas y las ganas de existir por el piso.

 

- Nada.

 

- Deidara - Presionó ella, tratando de poner una mano en su hombro - ¿Que te hizo, Pain?

 

- ¿Que le hizo Pain?

 

Ambos voltearon para ver a Itachi entrando por la puerta, esa cara de seriedad ligeramente rota por el atisbo de algo parecido a la molestia. La única diferencia es que Konan lo miró de frente, mientras que Dei aún escondía su rostro.

 

No quería ver a nadie, mucho menos a él.

 

- ¡Joder, estoy bien! - Se sacudió y pasó de los dos - Solo quiero comer.

 

Camino a paso rápido por el pasillo, queriendo llegar a su habitación. Rezo porque a ninguno de esos dos le diera la compasión repentina y quisieran hablar con él, porque no tenía ánimos.

 

Cuando llego a su habitación, arriba de su cama estaban sus cosas. Vio la capa que había dejado en el río junto a su saco de arcilla, incluso sus zapatos. Miró hacia abajo y verificó que tenía otros, aunque supuso que eso fue idea de la número dos. Su líder no le dejo una nota o algo parecido, y lo agradecía, solo quería dormir y comer. Apenas terminó eso último, empujó todas sus cosas a un lado y se fue a dormir, estaba agotado.

 

Cuando despertó, fue por ese sentimiento de que alguien le miraba.

 

Se levantó con toda la intención de correr de su cuarto a quien fuera que estuviera allí, fue en ese momento en que notó que en vez de estar en la puerta como cualquier persona normal, se había sentado en la esquina de su cama, con las piernas cruzadas y una cara de circunstancias. Una mirada a la puerta le recordó que no la había oído abrirse, pero eso no le pareció extraño considerando que la persona que tenía en frente no necesitaba puertas ni ventanas para ir a donde quisiera.

 

- Hola - Dijo algo incómodo.

 

Deidara se incorporó con un suspiro.

 

- Hola.

 

Persistió un silencio nada cómodo entre ellos hasta que al final el intruso se quebró.

 

- Lo siento mucho.

 

- ¿Porque, exactamente? - Se amargó el rubio, su expresión irónica - ¿Por haber hecho la apuesta o por haberle apostado a un imbécil?

 

Esos ojos que le recordaban demasiado a los ojos reales de Pain le observaron con derrota. El cuerpo que había elegido representar la figura número tres era más alto que el suyo, un poco más reacio y de cabello alborotado. Tenía un único mechón plateado entre los de color caoba y justo ahora los usaba para evitar mirarlo a los ojos.

 

- Tengo que explicarte algo.

 

- No me digas... - Se recostó contra la pared - Te escucho.

 

- Nosotros no obligamos a nadie a hacer nada. Es decir, podemos dejar indicios pero preferimos no hacerlo, no creíamos que era buena idea manejar todas las piezas de un tablero cuándo podíamos darles independencia. Dejamos que los humanos tomen sus propias decisiones, porque lo evitemos o no,  jamás existirá un mundo con puras personas buenas, así como al revés, y eso no es malo. Es equilibrio, y lo respetamos.

 

- ¿Y eso debería hacerme sentir mejor? - Se rió sin gracia, recordando la de desgracias que le había pasado con sus tres compañeros de Akatsuki - Ahora es mucho peor.

 

- No es así - Se apresuró a decir la tres - Nosotros teníamos esa regla, pero entonces decidimos darte una segunda oportunidad, y entonces no supimos cómo proceder. Eres nuestro primer intento y por querer hacer las cosas buenas para ti, terminamos actuando como novatos... - Suspiró con algo pena - Cada una quería algo diferente para tu vida, y en vez de ponernos de acuerdo, creímos que podía ser igual que en cualquier mundo. Es decir, dejar que tú eligieras.

 

- Pero no lo hicieron - Acusó lleno de rencor.

 

La figura tres se encogió un poco.

 

- Cuando hicimos la apuesta estábamos pensando en nosotras. No en ti - Explicó con tristeza - Y debimos hacerlo. Cuando llegaste a este mundo cada una moldeo a su opción favorita con dotes que sabíamos que te gustarían, y luego de la primera vez que fuiste a buscarnos, habíamos quedado que no intervendríamos más.

 

- ¿Y entonces que pasó?

 

- Nosotros realmente no podemos "Obligar a alguien" en todo el sentido de la palabra, podemos susurrar en su oído y hacerle creer que es una buena idea, incluso podemos desinhibirlos para que lo hagan... - Se tomó su tiempo antes de continuar, como si estuviera insegura de hacerlo - Cuando estuviste con Sasori yo... no lo sé, me enoje bastante. La "uno" como tú le llamas es un poco más poderosa que nosotras, y el otro es mejor llevándose con los humanos, ya lo habrás visto.

 

Deidara recordó como esos cálidos brazos se envolvían en él y le decían que todo iba a estar bien. No necesitaba recordar a su madre para saber que eso había sido muy maternal.

 

Asintió.

 

- Quería ganar esta apuesta con muchas ganas, pero me olvidé de ti. Después de ayer Pain quería darte tu espacio, se puso celoso por lo que vió y luego cuando creí que haría algo para redimirse sólo pensaba en respetar tu decisión y dejarte con Sasori si era lo que querías. No soporte que quisiera renunciar, así que le descontrole, deje que sus impulsos manejaran sus acciones, le susurre toda la noche que fuera a buscarte - "Eso podría explicar..." Se quedó a medias, pensando en lo nostálgico que había sido su jefe en la noche y lo atrevido que se convirtió en la mañana - Fue... demasiado para su mente, exagere al presionarlo. Actuó sin pensar en ese último minuto pero no es mala persona, todo fue culpa mía. Él es un buen chico...

 

- Lo sé - Susurró Dei, recordando al mismo hombre que le había preguntado sobre su familia y abrazado toda un noche para escapar del frío.

 

- Yo de verdad lo lamento mucho, los tres lo sentimos. Lamentamos haber sido egoístas. No queremos que arruines tu vida ni que sufras, así que...

 

- ¿Mmm?

 

Como tomando valor, la figura tres alzó la mirada y le dedico una sonrisa que inspiraba confianza.

 

- Dejaremos de vigilarte a cada momento, ya no te miraremos cuando tengas un momento especial con alguien. Tampoco irrumpiremos cuando la apuesta pueda cumplirse, a partir de ahora todo será como debió ser: Tu decisión.

 

- ¿Cómo sé que cumplirán? - Preguntó algo más animado pero también algo dudoso, le costaba creerle después de pasar por tanto.

 

- Te cumpliremos un deseo en señal de buena fe.

 

- ¿Un deseo?

 

- Si - Y como tratando de entusiasmarlo, le tomo la mano - Somos criaturas poderosas, tu solo pide tener lo que quieras o saber lo que quieras. No hay límites, nosotros lo cumpliremos sin problemas.

 

- ¿No puedo desear salir de Akatsuki?

 

La figura número tres hizo una mueca.

 

- Podrías... pero ya tienes un contrato hecho previamente hecho con nosotros, habría un conflicto de intereses.

 

- Vale, entonces eso no - Se lo esperaba, pero debía tratar al menos.

 

- ¿Pero lo aceptas? ¿Quieres el deseo aun así?

 

No lo pensó mucho.

 

- Si, si lo quiero.

 

- Perfecto - Su alivio por ello era más que notorio - Y dime ¿Qué quieres?

 

Haciendo eco a sus propias palabras el mismo día que todo ese asunto se había complicado más de lo normal, dijo:

 

- ¿Puedo pensarlo?

 

- Todo lo que tú quieras - Sonrió, y fue algo nostálgica al entender que debía darle algo de tiempo - Te tenemos mucho cariño, Deidara. Nunca lo olvides, porque nosotras jamás te olvidaremos a ti.

 

Cuando el rubio alzó más la mirada para responder, la figura ya había desaparecido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...

Notas finales:

N/N: El gusto que me dio hacer esto no me lo quita NADIE xD


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