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Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

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El tiempo se detuvo.

 

Realmente cuando corrió como si su vida dependiera de ello para llegar a tiempo esperaba una de dos cosas, o llegar cuando el Uchiha hubiera muerto finalmente, o encontrarlo unos minutos antes de su batalla final. La primera la aterrorizaba más que la segunda, en especial por tener que ver su cuerpo ahí y sentir que no podía hacer nada. Pero se equivocó, porque para lo que definitivamente no estuvo preparado, fue para ver con sus propios ojos su muerte.

 

Ver a esa enorme bestia caerle encima y destruir en pedazos la capa negra con nubes rojas de Akatsuki fue como quedarse sin respiración. Verle allí tan expuesto fue impresionante a la vez que terrible. Cierto, Itachi se levantó unos después de eso, podía hablar y todo aún. Pero se veía tan magullado y derrotado que casi se bajó de su ave, deteniéndose solo porque no era su pelea.

 

Le vio sacar el susanoo, esa armadura impenetrable y poderosa que le hizo ver tal cual era: Un Uchiha poderoso, sabía que podía haber ganado, pero no lo hizo. Prefirió usar sus últimas fuerzas para quitarle la marca de la maldición a su pequeño hermano, tal como había dicho que haría.

 

Verlo toser sangre y caer de rodillas fue incluso peor.

 

Aunque no lo fue más que verlo caminar a trompicones, ahora no solo con los ojos inundados de sangre sino también su boca y manos, dar cada paso con extrema dificultad, acercándose entre desvariantes tambaleos cada vez más a un joven Uchiha que no entendía que no podría traspasar esa barrera por mucho que lo intentase, retrocediendo hasta chocar contra la misma pared de antes; Algo en su mente le dijo que la mentira que le había dicho Itachi a su hermano menor había sido más que creída, porque el chico tenía un rostro de pasmo y algo de miedo, como si el otro de verdad fuera a matarlo. Pero no fue así, al contrario, cuando el Uchiha convaleciente finalmente llegó frente a Sasuke, Deidara vio en él algo que solo había visualizado tres segundos en aquel lago antes de desmayarse: Su verdadero yo.

 

Y sin importarle que estaba a punto de morir sonrió, una sonrisa nostálgica y feliz que le hizo cerrar los ojos antes de levantar dos dedos y darle un toquecito en la frente a Sasuke.

 

- Perdóname, Sasuke - Por un segundo, sus ojos se desviaron al rubio, y con el corazón hecho un puño, Deidara sintió que esas palabras no eran solamente para el pequeño Uchiha - Está será la última vez.

 

El susanoo se apagó, y el conocido genio de los Uchiha murió frente a su única razón de vivir, estrellando su frente contra la pared para caer al suelo.

 

Silencio...

 

Agua, pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer de repente, tiñendo de gris el azul, llenando de humedad el ambiente. Deidara se quedó estático, sin poder creer aún que la persona más poderosa que había conocido yacía allí, tirado en el suelo con los ojos casi abiertos, inmóvil y sin vida. Su cerebro trataba de procesar la información con rapidez, pero apenas y podía entenderlo.  Sasuke quizás también estaba procesando lo mismo, porque se le quedó mirando igual que él, solo que mitad sorprendido y mitad aliviado. De su ojo izquierdo cayó una única lágrima de sangre mientras veía el cadáver de Itachi.

 

Entonces cayó.

 

Sasuke se desplomó sin fuerza alguna justo al lado de su hermano mayor, desmayándose casi en el acto. Deidara no era un rastreador y sin embargo podía ver qué esa batalla le había dejado sin chakra, estaba aún más agotado que cuando luchó contra él.

 

"Tengo que..." No se dió cuenta de que estaba allí junto a ellos hasta que sus dedos tocaron algo. Era cabello. Cabello largo y oscuro.

 

Se había agachado para poder tocarlo aunque fuera una última vez, y a pesar de que sentía que quería asesinar al último Uchiha vivo, no lo hizo. No porque no le detestase, sino por la memoria de Itachi. Así que se limitó a mirarlo un poco, se sentía como si hubiese pasado una eternidad desde la última vez que lo tuvo de frente.

 

"¿Porque rayos no te moriste en esa explosión?" pensó amargamente dándole una última mirada, para luego enfocarse en el otro Uchiha.

 

- Si... tan solo... - Acarició el rostro de Itachi con ternura, mordiéndose el labio para no llorar - Tu...

 

"Tú morirás el día que me logres vencer" Casi podía oír su voz en su mente, ese tono tan profundo que siempre sabía que decir. Ojalá y él hubiera podido tener una frase que decirle a él para hacer el momento más especial, algo para darle un homenaje digno. Si tan solo pudiera regresar en el tiempo, verlo de nuevo, poder hablar con él. ¡Maldición! no había mentido en lo absoluto cuando le habló esa última vez, verlo allí era desastroso, de haberlo sabido no se fuera acercado a él en primer lugar, porque era desgarrador solo mirarlo.

 

"Yo te veré morir... y a diferencia de ti, no podré traerte de vuelta... "

 

¿O... Si podía?

 

"¡Eso es!" Celebró en su mente, a la vez que un coro de Deidara's aplaudían con entusiasmo.

 

Ignorando olímpicamente al Uchiha más joven y tratando de ser lo más rápido posible pues seguro el alboroto atraía a más personas, tomo el cuerpo de Itachi e hizo que su ave se lo metiera parcialmente en su boca, no era el método más delicado del mundo, pero no había otra manera de transportarlo, se lo pudo haber llevado a cuestas pero en el estado de desorientación que aún cargaba por la dosis le preocupaba que se le cayera de golpe; El siguiente paso fue ser lo más discreto posible, sentía el chakra de alguien poderoso acercándose y lo menos que quería era tener que pelear por un cadáver estando drogado.

 

Huyó de allí justo a tiempo para ver a la distancia que alguien encapuchado acercarse a verificar a Sasuke. Casi se dió la vuelta, pero se relajó cuando vio que el desconocido estaba curando superficialmente sus heridas.

 

"Al menos él estará bien..."

 

Era bueno, no por él, sino porque sabía que eso es lo que Itachi hubiera querido.

 

El lugar que eligió fue uno de los escondites que había tenido cuando fue un desertor solitario. Aparte del templo en donde estaba cuando le encontraron, tenía otro par incluyendo unas cuevas bien condicionadas y una que otra casa pequeña. En esta ocasión lo que tenía más cerca era una de sus cabañas abandonadas en el bosque, no de las preferidas pero era la que estaba más cerca. Además de que estaba bien resguardada, y eso era justo lo que necesitaba.

 

Llegó allí y tuvo que prácticamente arrastrar el cuerpo de Itachi (No exageraban con eso de que en la muerte aumenta el peso, casi se cayó en varias ocasiones) hasta depositarlo en una cama. Idea boba o no quería que estuviera cómodo, pues una parte suya aún le costaba asimilar que estaba muerto. Es más, estando allí acostado hasta podía decir que estaba dormido, ya que por alguna extraña razón, cuando acarició su rostro en el campo de batalla sus ojos semi abiertos se cerraron definitivamente.

 

Deidara se quedó esperando uno... dos... tres minutos...

 

Hasta que se hartó.

 

- ¿¡Van a esperar enserio a que lo diga!? - Exclamó perdiendo la paciencia. Estaba mirando justo hacia arriba.

 

Aunque la respuesta a ese grito vino fue de abajo, o más específicamente, del frente.

 

- Bueno, no estaría mal escucharte decirlo de vez en cuando, mocoso.

 

Con un sobresalto, el artista observó como en la misma cama que yacía Itachi, estaba sentado a su lado un chico atractivo de ojos grises. Sus piernas estaban cruzadas y entre sus manos entrelazadas descansaba su rostro. Su relajación era un fuerte contraste con su propia agitación.

 

- ¡Joder, no me den esos sustos! - Aplastó una mano en su pecho, su corazón latía muy rápido.

 

La figura alzó una ceja.

 

- Uno pensaría que para este punto ya estarías acostumbrado, en especial porque estabas esperando está vez.

 

- Pero no sabía cuáles de ustedes vendría - Apuntó el rubio, y la figura hizo un gesto de interés.

 

- ¿Hay alguna diferencia?

 

- Bastante - Entonces alzó un dedo con un gesto filosófico para darle seriedad a su argumento - Tú por lo general apareces demasiado rápido, como si siempre hubieses estado allí. La número dos es más de anunciarse, le gustan demasiado las entradas raras así que a veces puedo suponerme cuando va a aparecer, y la tercera pues... - Sufrió un escalofrío, recordando como algo tan bello como su arte se había desfigurado al punto de parecerse algo que aparecería en una película de Chucky - Ella tiene un gusto particular por darme unos infartos muy jodidos.

 

Eso último le causo gracia, y el chico rió mientras suspiraba.

 

- Parece que ya nos vas conociendo mucho mejor, mocoso.

 

- Algo así - Se rascó la nuca en un gesto vago - Honestamente no sé si es porque son aterradoras, porque no me quedó de otra que aprender o porque simplemente ya me acostumbré a sus locuras.

 

- Hay una cuarta opción - Ofreció el otro en un tono casual, casi podía limarse las uñas.

 

- ¿Y esa cuál es?

 

La número uno sonrió grande.

 

- Que te agradamos más de lo que quieres admitir.

 

- Pfff - Deidara movió la cabeza de un lado a otro, descartando totalmente la idea - De ninguna manera hm.

 

- Bueno, ya sea que lo quieras admitir o no, si tienes razón en que hay una cosita muy pequeñita - Enfatizó el gesto juntando su pulgar e índice con burla - Que deberías decir.

 

- ¡Ah, por el amor de...! - Frunció los labios, al mismo tiempo que su orgullo versión chibi se cruzó de brazos - ¿Tengo que decirlo?

 

Su cara de suficiencia y malicia fue respuesta suficiente para él.

 

Deidara soltó el aire en plan dramático, lamentándose que de las tres figuras, la que hubiera atendido la llamada fuera la menos simpática de todas. Aunque hasta podía decir que tenía suerte, la dos de seguro le hubiera obligado a decir algo más vergonzoso, como un: "Soy tierno y me gusta comer chocolate" mientras estaba vestido de pajarito Kawai. Y la número tres seguramente se fuera ido por un camino más sexual, algo como recitar versos explícitos de cincuenta sombras de Grey solo que cambiándole el nombre del chico por Pain.

 

Con la figura número uno, lo único que tenía que decir era:

 

- Necesito que... me ayudes - Habló con demasiada dificultad, era casi doloroso - Por favor.

 

Con la sonrisa complacida de la figura uno Deidara sintió que su orgullo murió un poco.

 

- Muy bien - Se frotó las manos, levantándose de la casa para poner su mejor cara de negocios - ¿Que necesitas?

 

- Quiero reclamar mi deseo - Respondió Deidara muy seguro.

 

- Eso me lo imaginé. Es estúpido si quiera preguntar, pero lo haré solo porque es protocolo - Carraspeó la garganta antes de ponerse las yemas de los dedos en el corazón e inclinarse un poco - ¿Qué es lo que deseas?

 

Muy fácil.

 

- Quiero que lo traigas de vuelta.

 

- Mmmm... - Los ojos grises se desviaron al cuerpo flácido de Itachi unos segundos antes de volver a levantarlos con algo duda - Está bien, pero debo preguntarte por un par de detalles - De sus hermanos él siempre fue muy perfeccionista. Le gustaba que todo estuviera en orden y cuando se trataba de su Uchiha favorito pues mucho más aún.

 

Deidara ladeó la cabeza.

 

- ¿Detalles? ¿Cuáles detalles?

 

- Me refiero a que si quieres que lo devuelvas justo como se fue, si debe recordar todo o hasta cierto punto, su personalidad, sus sentimientos, su enfermedad...

 

Eso último logro sacarlo de base.

 

- ¿Enfermedad? - Repitió totalmente descolocado.

 

- Itachi Uchiha llevaba un buen rato sufriendo de una enfermedad mortal - Informó el de ojos grises para su absoluto asombro - Le debilitaba todos los días y debía tomarse brebajes para mantenerse vivo. Supongo que era cuestión de tiempo para que muriera de cualquier forma, es por eso que te estoy preguntando.

 

- No quiero que esté enfermo - Automáticamente decidió Deidara. Vale, que revivirlo tampoco era símbolo inevitable de que se quedaría con él, pero si no lo hacía que por lo menos tuviera una larga vida para encontrar a alguien más. Ya de por sí para él fue impactante enterarse de que estuviera enfermo, es decir, aparte de cuando tosió sangre en la batalla sujetándose el pecho, no le había visto ningún signo de daño interno.

 

"Debió sufrir mucho y aun así... " Jamás le vio tambalearse ni titubear, siempre se vio igual de regio e imponente.

 

- Vale - Asintió la número uno, chasqueando los dedos como si con eso estuviera listo - ¿Qué más?

 

Hizo un conteo mental de todo lo que le había dicho el Uchiha que fuera de relevancia, y juntando eso con las sugerencias del Dios bipolar, sabía exactamente qué decir.

 

- Quiero que lo recuerde todo. Absolutamente todo. Tenía una carga muy pesada para llevar y si no olvida lo que hizo, entenderá que cumplió con su misión y que ya no debe preocuparse por eso. Que su hermano está a salvo, y que es un hombre libre - Le miró una vez más de reojo e hizo una mueca - Tampoco quiero que regrese con tantas heridas, si pudieras al menos curar las peores partes estaría bien... solo si puedes, claro.

 

- Mocoso, mírame - Hizo un gesto altivo hacia sí mismo - Puedo hacer todo lo que yo quiera, hasta revivirlo y dejártelo nuevo de paquete. La única razón de porque no lo hago de una vez es que desgraciadamente nací con dos tumores cancerígenos parlantes que tengo la mala fortuna de llamar hermanos, y a ninguno de ellos les agrada Itachi Uchiha - Sus ojos se fueron al cielo, ya fuera por estarlos rodando o porque quería mirar con odio a donde sabía que estarían las otras dos - Pero haré lo que pueda, no te preocupes.

 

El rubio dudó.

 

- ¿Estará bien?

 

- Estamos hablando de un Uchiha, y mejor aún, del genio de todo su clan. Lo único realmente grave en él era su enfermedad, quitando eso el resto de cualquier lesión que se haya hecho te puedo garantizar que se curará rápido. El tipo es una máquina.

 

- Vale - Suspiró algo más tranquilo.

 

- ¿Y la personalidad? - Su voz elevándose en un tonito cizañoso muy característico en las figuras - Puedes cambiar todos los aspectos que tú quieras ¿No hay algo que te gustaría mejorar? ¿Algún aspecto que eliminar, tal vez?

 

Punto fuerte. La forma de ser de Itachi no es que le haya agradado a primera vista, al contrario, detestaba demasiado la forma en la que hablaba a veces con esa paciencia, como si tuviera que asegurarse de decir todo con claridad. También le molestaba ese tonito filosófico que usaba cuando le corregía, como si tuviera siglos de experiencia por delante, ¡Y qué decir de su sequedad! La mayor parte del tiempo no hablaba, no miraba a nadie por más de un segundo, se comía la parte de devolver los saludos y era alérgico a dar las gracias o a pedir algo "por favor"

 

Si, definitivamente el hombre era arisco, antipático, frío...

 

Pero también tenía un lado sensible, ese que le hacía sentir compasión por un chico necio que no quería curarse las heridas, uno que es capaz de perderse una noche de sueño para que alguien insignificante en comparación a él duerma en su cama. Un sujeto capaz de reír, de hacer bromas, de transformarse en el hombre más atrevido y sensual de todos al mismo tiempo que puede mirarte con dulzura, haciéndote sentir protegido, querido, amado. Un hombre que puede hacer el amago de cortarse su cabello solo para hacerte saber que es una locura que tu cortes el tuyo.

 

Un hombre... bueno.

 

Porque eso era Itachi Uchiha, sin importar lo que hubiera hecho antes, era y seguía siendo eso: Una buena persona.

 

- No - Dijo al fin - Quiero que vuelva a vivir como él es. Sin cambios.

 

La figura rodo los ojos pero acepto sin rechistar. Tuvo la vaga ilusión de que Deidara se dejara llevar por sus impulsos egoístas y le hiciera un poco más... accesible. Así tal vez le costaría mucho más resistirse a él, y quién sabe, hasta ganaría la apuesta. Pero no, había elegido a un humano con buen corazón y ese era el precio, al menos podía presumirle a las otras que había gastado su deseo en su competidor.

 

- Uno.

 

La voz de incertidumbre le sacó de sus cavilaciones, provocando que observara al rubio con intriga.

 

- ¿Si?

 

- ¿Sabías que iba a morir, verdad? - Lo había pensado mucho y no encontró mejor momento para preguntárselo - Lo sabías desde un principio, ¿No?

 

- ... - Tras largar un profundo suspiro, asintió - Sí.

 

- ¿Entonces porque aun así provocaste esto? ¿Creíste que no me importaría que muriese? - Pronunció esas últimas palabras con algo de rencor ¿Realmente las figuras le creían tan frío?

 

Tuvo la respuesta casi de inmediato, pues la de ojos grises negó rotundamente.

 

- Claro que lo sabía. Es solo que subestime tu nivel de resistencia, pensé que la apuesta habría terminado mucho antes de que esto pasara - Se detuvo un segundo - Eran dos opciones, o yo no ganaba y no te importaba su muerte, o lo hacía y sufrías por ello, pero habría ganado la apuesta igual.

 

- Eso es lo más egoísta que he escuchado - Dijo con sequedad, pues era cierto.

 

- Lo sabemos. Pero ya el otro te explicó que inicialmente no pensamos en ti, por eso cometimos muchos errores y de verdad lo sentimos - Entonces esbozo una pequeña sonrisa - La buena noticia es que estoy aquí para repararlos, ahora podré traerlo de vuelta y todo lo que hiciste para llegar aquí habrá  valido la pena.

 

"Llegar aquí..." De manera distraída, una mano se posó en su cabeza. Estaba comenzando a dolerle un poco de nuevo "Aún... arde"

 

- ¿Que pasó conmigo? - Expreso su segunda duda del día con un ceño fruncido - Sé que el Uchiha me sometió a un genjutsu muy fuerte, pero ¿Porque no resultó?

 

- Ah, no, si resultó, solo que... no pudo mantenerse.

 

- ¿Porque?

 

- Tu mente es algo muy complicado de entender, mocoso - Sonaba algo quejumbrosa, pero intento explicarse aun así - Tu cuerpo fue construido aquí, más no tu mente. Y así como te explique la primera vez, tu alma y espíritu pertenecen a tu dimensión original, por lo que es más lógico que los ataques de ese mundo te afecten más, como el Edo Tensei; Al tratar de ejercer sobre una mente que no viene de este mundo un genjutsu fuerte algo se colisiona, tu cuerpo reaccionó y quedó bajo el efecto, pero tú cerebro se resistió pues, a nivel mental, el ataque no era lo suficientemente fuerte para él, aún si el que lo hizo es Itachi Uchiha.

 

- Ósea... - Deidara obligó a sus engranajes correr más rápido - ¿Soy inmune al genjutsu?

 

La figura lo meditó un minuto.

 

- Más o menos, pueden dejarte bajo influencia, pero no es nada duradero. Es cierto, si te coaccionan y te matan en el segundo siguiente no hay nada que hacer, pero si la intención era mantenerte viviendo una mentira y ocultando tus recuerdos para toda la eternidad, entonces allí habrá un problemita. Tú mente de por sí ya entendía que lo que veías no era real desde un principio, por ello el dolor de cabeza. Figúrate que tenías un campo de batalla allí dentro.

 

- ¿Fantasía contra realidad? - Intento suponer, y el otro aplaudió su entusiasmo con un asentimiento.

 

- Pudiste lograrlo más rápido gracias al Rinnegan, eso no te lo puedo negar.

 

"Pain..." Ah, como le gustaría que estuviera allí para que usase de nuevo esa habilidad, nada le vendría mejor que esa sensación refrescante en su tan adolorido cráneo.

 

- ¿Se me quitara en algún momento? - Aun sobándose la cabeza con gesto adolorido.

 

- El efecto del Genjutsu aún sigue peleando por cumplir su labor, necesitará algo de tiempo hasta que se rinda, pero estarás bien - Y recordó muchísimo a su compañero cuando en un tono muy suave, dijo -: Solo necesitas descansar un rato.

 

Había escuchado eso demasiadas veces en un día.

 

- Vale...

 

Una vez terminado todo el asunto de las dudas y las quejas sin resolver, la figura número uno se levantó finalmente, haciendo crujir sus dedos y le miró muy serio. Ya era hora de cumplir con lo que tenía que hacer, y como ya era costumbre, le pidió al rubio que hiciera lo que usualmente hacían antes de hacer algo.

 

- Cierra los ojos.

 

Su corazón latía muy fuerte, sabía lo que vendría a continuación, así que antes de hacerlo, miró fijamente a la figura con los ojos algo cristalizados por la emoción, y sonrió un poco.

 

- Gracias.

 

Al Dios le dió mucha ternura ver a ese chico observarlo como si estuviera a punto de hacer la paz mundial. A veces se le olvidaba que los humanos no están acostumbrados a ver esta clase de cosas, pues la muerte para ellos era algo final, mientras que en su vida todo era eterno, así como su existencia misma.

 

Sonrió.

 

- Siempre a tu orden, mocoso.

 

 

 

 

 

 

 

                OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

Deidara despertó al día siguiente, como cosa rara, aplastado en el suelo.

 

"Por lo menos tuvo la decencia de dejarme caer en el piso" pensaba mientras se sobaba el brazo derecho, tenía pequeñas piedras en la mejilla por el tiempo que estuvo dormido de lado. Perder el conocimiento se estaba haciendo muy común, pero agradecía que por lo menos está vez no hubiera pegado la frente en la pared.

 

Se incorporó con lentitud, justo para ver algo mágico.

 

El cuerpo de Itachi seguía allí, ya no había sangre en su ropa aunque mucho o todo de ella seguía rasgada y sucia. Su cabello aún era un desastre y si que se veía algo atrofiado, pero lo realmente impactante fue su pecho.

 

Subía. Y no solo eso, subía y bajaba. Una y otra vez a un ritmo tranquilo.

 

Con las manos temblorosas, tanteó la zona hasta llegar al centro, y sin poder creer en sus propias manos, se inclinó hasta poder reposar allí la oreja y escuchar. Fue casi instantáneo, el típico bum bum bum de cada latido estaba allí.

 

"Está bien" Suspiró aliviado "Está vivo"

 

Se permitió arrastrarse hasta la pared contraria para darle espacio, a fin de cuentas él sabía mejor que nadie que revivir era un asunto confuso y extraño, así que era mejor dejarlo un momento solo para que se hiciera a la idea. A pesar de ello y sus buenas intenciones, pasaron tres horas y el Uchiha no despertó, se pudo haber levantado para buscar comida pero lo cierto es que el efecto de la inyección de Sasori había pasado hace rato, y comenzaba a sentirse mal de nuevo.

 

Saco el pez de arcilla que le había salvado el trasero y pensó en sacar de allí un poco de fórmula, pero necesitaba una inyección. No tenía ninguna a la mano, por lo que debería ir a comprarla y él no debería salir en esas condiciones tan precarias, podía lastimarse, desmayare o...

 

Ah, a la verga.

 

Había perdido los dos brazos en una noche y sobrevivió, le habían pateado el culo los Uchiha y sobrevivió, se había auto explotado y milagrosamente estaba vivo de nuevo ¿Que tan malo podía ser salir al pueblo con un dolorcito de cabeza?

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

"Jaja" Se burló el destino "¿Tú qué crees?"

 

Estúpida mala suerte.

 

"Mi vida es un asco" Pensaba el rubio con fastidio mientras caminaba de regreso a la cueva con expresión de haber recibido la golpiza de su vida, en su mano había una inyección, sí. ¡Pero que locura fue conseguirla! Aparte de que tuvo que buscar como un loco la ciudad más cercana, que por cierto terminó siendo más un bar de borrachos que otra cosa, para después tratar de buscar a alguien que le vendiese una inyección.

 

Fue difícil porque con los bajos niveles de higiene y salud que tenían en ese lugar Deidara dificultaba que tuvieran si quiera papel higiénico (Cosa que no tenían) mucho menos una inyección.

 

Fue obligado a explotar como a cuatro indigentes que se atrevieron a pasarse de la raya con los coquetos. Nada muy grave en realidad, aunque estaba bastante seguro que él que encontró buena idea tocarle el trasero necesitaría de una visita a domicilio de Kakuzu.

 

A la final le terminó comprando la bendita inyección a un vago que vendía droga, pero que por lo menos se notaba que compraba buen material, pues al menos no estaba usada. La única condición es que le compraste algo de mercancía, por lo que no le quedó de otra que aceptar el trato, pero termino tirando la droga a un cesto de basura un kilómetro después. Es decir ¿Para qué? Si quería drogarse tenía a Sasori y a sus accidentes que le causaban tener alucinaciones.

 

Ah, Sasori...

 

Estaba súper molesto con ese idiota ¿Cómo se atrevió a sedarlo en contra de su voluntad? ¿Que acaso él era un paciente psiquiátrico o qué? Por mucho que fuera por su bien le daba coraje solo de acordarse, si de por sí a partir de ahora iba a tener que ir por la vida con una almohada para por lo menos no quebrarse el cráneo si se iba a andar desvaneciendo a cada rato, ahora mucho más si a su compañero le iba a dar por doparlo cuando mejor le conveniera.

 

Aún seguía renegando sobre su pésima suerte cuando se detuvo. No por el dolor, sino porque vio algo que le hizo detenerse en seco. Era una desgastado inscripción en un árbol, se notaba que era vieja pues la corteza ya se había sanado en varias partes y costaba un poco leer las letras. Él pudo hacerlo sin muchos problemas, de todas formas, no en vano era su letra.

 

 

         El arte es una explosión.

 

 

Abajo de eso habían más letras, pero no eran suyas. Unas algo más toscas decían "El presumido" mientras que al lado otras más suaves y efusivas tenían escrito un: "Dei-nii es genial, no molestes". Eso último le hizo sonreír un poco, es especial porque, justo encima de todas las inscripciones, habían unas iniciales.

 

                      K&A&D

    

Kurotsuchi, Akatsuchi... y Deidara.

 

Suspiró con algo de nostalgia mientras pasaba los dedos por la superficie del tronco, se había olvidado por completo que la primera vez que pensó que las explosiones eran arte no fue cuando mató por primera vez con ellas, si no en una misión siendo novato, en la compañía de los que solían ser su equipo después de hacer volar accidentalmente una construcción por los aires.... ¿Que estarían haciendo ellos ahora? Si no hubiera detenido a tiempo el poder de Kabuto, y tomando en cuenta que todo el mundo ninja estaba en guerra, era muy probable que les hubiera visto de nuevo. Tal vez incluso al viejo Ōnoki, de seguro y le daba algún regaño e intentaba matarlo, pero sabía que en el fondo solo sentía la misma desilusión de un padre, y lo entendía. Le había acogido desde tan joven que era normal que le viera como un hijo, y más que estuviera decepcionado de sus decisiones. Aún no se arrepentía de haberse ido, pero por lo demás...

 

Abrió la mano con cuidado hasta dejarla encima de las inscripción.

 

- Lo siento, chicos... - Respiró hondo, les echaba un poco de menos. Sabía que lo que pasó con ellos había sido uno de sus primeros errores, pero se sintió algo mejor aceptarlo en voz alta - Fueron... los mejores compañeros.

 

Se fue de allí sintiéndose algo más liviano, como si se hubiera desecho de una carga pesada. Nunca se había disculpado con alguno de ellos, ni siquiera en pensamiento. Pero el haberle ofrecido disculpas a lo que fue el recuerdo de unas muy buenas personas le hizo sentir mucho mejor, menos culpable. Les deseaba lo mejor, en especial a Kurotsuchi, esa chica estaba destinada a ser muy grande y estaba feliz por ello.

 

Esa felicidad, nos obstante, se desintegró cuando el dolor le azotó con más fuerza el centro del cráneo a medio camino. Puede que la figura uno no lo supiera como debería, pero el poder de un Uchiha no se "rendía" seguía empujando y empujando en su cabeza para tratar a ponerlo bajo influencia, generándole demasiado sufrimiento. Terminó llegando a la cueva casi de rodillas, apenas mirando al Uchiha durmiente antes de caer al suelo.

 

"Maldita... técnica ilu...soria" Abrió y cerró los ojos con lentitud, el aletargamiento resultante del dolor le tenía tan desorientado, que a la final no pudo ni tratar de inyectarse pero sus manos temblaban demasiado "Tanto para nada"

 

Dejo descansando la mejilla contra el suelo, encontrando consuelo en el frío del asfalto. La cabeza le palpitaba una y otra vez, haciéndole pitar los oídos.

 

Cayó en la oscuridad muy rápido.

 

Tuvo una pesadilla terrible en donde estaba acostado en una de esas camas de clavos, y cada uno de ellos se incrustaban en su piel a medida que algo le empujaba lentamente hacia abajo. Los de su cabeza eran los que dolían más, introduciéndose de manera lenta y tortuosa en su cuero cabelludo haciéndole gritar. Sentía como su piel se desgarraba y rompía al rededor del metal y como la sangre caía hasta el suelo, creando un imposible océano de líquido carmesí que cada vez subía más en altura, amenazando con ahogarlo.

 

Entonces el metal perforó el hueso.

 

Dió uno de los gritos más desgarradores de toda su existencia, y se sacudió con violencia aunque eso solo provocase que los clavos llegasen mucho más a fondo, casi rozando la piel blanda de lo que era su cerebro. "¡DUELE!" Intentaba hablar, intentaba hacer algo que no fuera gritar de agonía, pero el metal había traspasado también su garganta, cortando limpiamente sus cuerdas vocales y rozando los pequeños huesos de su columna.

 

Estaba comenzando a escupir mucha más sangre cuando escucho un pequeño murmullo a la distancia, fue algo tan bajo que creyó haberlo inventado, pero seguido a ello vino a su mente agonizante la imagen de un extraño espiral. Trato de enfocarse en él para no pensar en el dolor, y la técnica fue buena ya que, apenas un minuto después, el metal torturador se fue desprendiendo de su carne. Le causo tanto dolor como cuando ingresaron, pero al menos ya casi no tenía nada torturándole. Periódicamente fue perdiendo fuerzas, aun cuando el metal desapareció y la sangre también, quedaba en él un ardor punzante como si hubiese sido golpeado una y otra vez, más fue disminuyendo a medida que se sumergía en un océano oscuro y libre de pesadillas.

 

No estaba seguro de cuánto durmió en total, pero vaya que era la primera vez que duraba tanto tiempo dormido, ni cuando durmió en la habitación del Uchiha durmió tanto. La mala noticia era que su cuerpo estaba algo entumecido por la falta de movimiento, eso debía ser a su costumbre de entrenar y estar siempre haciendo algo.

 

Por otro lado, la buena noticia es que cuando despertó estaba fresco y recuperado, finalmente luego de casi dos días, como si fuera por arte de magia, tenía la cabeza libre de dolores. Sentía ganas de brincar y agradecer que no había muerto de nuevo a pesar de la horrible pesadilla que había tenido, pero su misión de saludar al sol y repartir emoción se vio frustrada por el estado de su compañero de habitación.

 

"¿Que...?"

 

Ahora Itachi estaba algo de lado, su cabeza estaba girada en su dirección, y aunque se suponía que después de resucitar en ese estado no debería poder hacer nada más que respirar, de sus ojos cerrados caían dos líneas gruesas de sangre, como si recién hubiera usado sus...

 

"Ojos..." Una mano tocó su cabeza, libre de dolores ahora. Negó con la cabeza cuando entendió de dónde había salido ese extraño espiral "Estúpido Uchiha"

 

El problema es que ahora él se veía más demacrado, no tenía que haberse esforzado para hacer algo para sí mismo ¡Mucho menos para él! Y la peor parte es que si se levantaba de nuevo de seguro querría caminar, ponerse en movimiento y cosas de ese estilo. Necesitaba con urgencia que se quedara a descansar al menos otro par de horas para que recuperase más energía, pero no podía obligarle.

 

A menos que...

 

"Y luego te crees con la moral de andar criticando a Sasori" Su propia conciencia le habló acusadoramente al oído mientras revisaba entre sus cosas.

 

Tomo rápidamente la inyección y pinchó el pez de arcilla antes de sacar de él todos los mililitros que le quedaban de fórmula, y se la inyectó con cuidado en el brazo. Eso debía ayudarle a descansar al menos las horas reglamentarias para que pudiera recuperarse un poco. Él, por su parte, debería también irse a caminar o comer, pero no tenía nada de hambre, ese sueño se lo había espantado. Solo tenía un poco de sed y eso lo solucionó tomando de una botella de agua que compró de camino.

 

"Se ve tan cómodo..." Suspiró viendo al Uchiha dormir profundamente "Tal vez debería acomodarlo mejor"

 

Avanzó hacia él y lo colocó de nuevo boca arriba. Le quitó los mechones de cabello que taparon su rostro, le enderezó la almohada y, a riesgo de parecer un acosador, también le quitó la camisa para revisarlo. No tenía grandes heridas allí, solo mucha tierra, moretones y rasguños.

 

"¿Debería...?" Se detuvo por un segundo, dudando.

 

Arriesgándose aunque de todas maneras el hombre estaba inconsciente, tomo un balde de agua y un trapo para comenzar a limpiar su torso. No podía mentir, se sentía como un acosador o un enfermero de mala calidad, pero la intención era lo que contaba ¿No?

 

"Aha pero... ¿Cuál es mi intención?"

 

Tenía guardado un poco de alcohol, así que con esmero y una vez limpio, curo las pequeñas heridas, no podía hacer mucho con los moretones, pero se hacía lo que se podía. Tomó otro trapo limpio y con delicadeza pasó la tela húmeda por su rostro, limpiando las marcas de tierra y sangre. Tuvo extremo cuidado cuando tocó sus párpados, sabía que era algo delicado con sus ojos y lo que menos quería era hacerle daño. Lavó su cuello, sus brazos, cada dedo de cada mano hasta dejarlo impecable, y luego por último, también su estómago y algo más abajo. Que si, pasar las manos de un lado a otro en esa zona tan sugerente le causaba algo de vergüenza, incluso tenía las mejillas rojas, pero se conformó cuando lo vio limpio de nuevo. Al menos de la cintura para arriba, por qué no estaba seguro si estaría bien limpiarle de la cintura para abajo.

 

"Aunque ganas no es que me falten" pensó casi babeando ante la visión de tremendo hombre bajo suyo "Ah, qué importa. Está dormido"

 

Tiró de los pantalones hacia abajo, noto que en la parte del muslo izquierdo había una abertura terrible, y cuando echo un vistazo vio que en la misma zona la piel estaba decorada con una larga línea roja brillante. Deidara supuso que esa herida debió ser peor y más profunda, pero al parecer la figura uno había intervenido un poco.

 

Limpio todo lo que pudo, incluyendo las piernas y los pies. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no quedársele mirando a las joyas del clan Uchiha. Estaba seguro que estaba mucho más rojo ahora, pero no pensaba sobrepasar ese límite, no señor, eso sí que sería extraño.

 

Guardó las cosas una vez que terminó y se quedó mirando su obra. Se veía demasiado atractivo ahora que estaba aseado, solamente le faltaba algo. Se levantó y saco de su reserva de ropa unos pantalones holgados que jamás se puso pues por accidente los compró en una talla equivocada, a él le iban algo grandes, pero al Uchiha le quedaban perfectos. Era una lástima que no tuviera camisas más grandes, aunque tampoco es como si fuera una pérdida total. Verle con el torso desnudo nunca era un desperdicio, eso lo tenía claro.

 

Le acomodó como pudo el cabello, que sorprendente cooperó muy bien, y luego solo se quedó allí, mirándole dormir. No se dió cuenta de que se estaba quedando dormido él también hasta que su cabeza fue a dar suavemente con la cabecera de la cama, se había puesto a su lado para verlo mejor y ahora estaba dormitando en esa posición. De lado, sentado y con la cabeza recostada en la madera.

 

Cerró los ojos a los cinco minutos, casi tuvo pavor de sufrir otra pesadilla, pero no, sus sueños fueron limpios. Lo único extraño de ellos fue que en medio de uno podría jurar que algo tiró con cuidado de él hasta que su cuerpo cayó de lleno en el colchón. Pero no reparo en ello hasta que volvió a abrir los ojos.

 

En esta ocasión, no era el único despierto. Ambos estaba de lado, mirándose mutuamente. Fue casi un alivio para Deidara poder ver esos ojos negros abiertos de nuevo.

 

- Hey - Dijo aún con ese tono somnoliento, sonriendo al verle  - Bienvenido al mundo de los vivos.

 

- ¿Qué hiciste, Dei?

 

¿Era su imaginación o su tono era más tranquilo que de costumbre? Sonaba muy sereno, quizás demasiado.

 

- No eres el único con trucos satánicos bajo la manga, Uchiha - Le recordó, restregándose un ojo por el sueño.

 

- No me refería a eso.

 

- ¿Entonces a qué?

 

- Deidara - Como si le costara el solo hecho de hablar, dijo muy despacio - ¿Que me hiciste?

 

- ¿Que que te hi...?

 

Oh.

 

Vio que los ojos del azabache estaban caídos, creyó que era por haber dormido tanto pero ahora sospechaba que era algo más. Se le veía pacífico, aunque de una manera más tonta que natural. Claro, era imposible que Itachi Uchiha se viera así de patético como se vio él mismo estando drogado (Que se figuraba haberse visto como un quinceañero en la mañana de su primera borrachera) la verdad es que el azabache lucía más como una versión sensual y relajada de él, como los surfistas de las revistas que aparecen en trajes de baño.

 

- Ehhhh - Dudó entonces - Es... posible que te haya dado algo para que durmieras.

 

Itachi se las arregló para alzar una ceja.

 

- ¿Algo como qué?

 

- Una inyección, nada fuera de lo común. Imagínate que es un relajante.

 

- ¿Y acaso no lo es? - No sabría decir porque, pero Itachi parecía querer sonreír. Debía estar enserio muy drogado, porque casi nunca se reía de sus chistes, mucho menos de los que no lo eran.

 

- Amm, no - Más apenado ahora, miró hacia otro lado - Es más como una... eh, droga o algo de ese estilo - Itachi aseveró el gesto y él trago saliva - ¡Pero no te preocupes! Es totalmente natural o eso creo, bueno... la verdad no sé de qué está hecha... - Se apagó. Definitivamente no servía para dar explicaciones bajo presión.

 

- Deidara, ¿Me drogaste mientras estaba dormido?

 

El tono fue simpático y bromista, pero el entrecerró los ojos con dolor, si lo decía así nada impedía que se sintiera como el acosador que creía ser, por muy chistosa que la situación fuera.

 

- Si... - Murmuró bajito - Lo siento.

 

- ¿Sentirlo? Deberías estar feliz, pensé que tú sueño era verme justo así, débil y herido. Sinceramente no entiendo cómo aún no me has matado.

 

Ah, cierto. Había olvidado por completo que odiaba a ese sujeto. Es que entre el calor de momento en el lago, el problema del Genjutsu y todo el asunto de socorrerlo para que volviera a la vida, ese rencor que siempre había sentido hacia el quedó en segundo plano. Lógico que el Uchiha pensase que no tenía sentido.

 

- Oye... - Frunció el ceño, buscando con rapidez una excusa - Puedo ser muchas cosas pero no mataría a alguien dormido, si voy a acabar contigo que sea peleando.

 

- ¿No que me odiabas? - Era increíble como ese tonito de presunción se las apañaba para volver aún bajo el efecto de la dosis.

 

Deidara torció la boca.

 

- Eso hago.

 

- ¿Entonces porque no me mataste como tanto querías?

 

- Ya te lo dije - Ahora le rodó los ojos - No te iba a matar mientras estabas inconsciente.

 

- Eso es entendible - Sonando tan razonable como siempre, pero luego algo en sus ojos brilló con astucia - La parte que no comprendo muy bien es que si tú deseo era verme muerto, no tiene sentido que me hubieras resucitado si después no serías capaz de matarme. En especial cuando sabes que ya recuperado no podrías vencerme.

 

Vaaale, no podía discutir contra esa lógica, sobretodo porque todo el mundo sabía que le faltaba muchísimo para estar a su nivel. La resignación le hizo voltear los ojos y mirar la pared, ya no tenía excusa alguna para eso.

 

La sonrisa del Uchiha fue perezosa y dulce.

 

- ¿Porque no lo admites?

 

Esa línea de diálogo le recordaba peligrosamente a aquella vez en su roca de pensar, pero aun así, no pudo abstenerse de responder.

 

- ¿El qué?

 

- Que sientes algo más por mi aparte de ese odio que dices tenerme.

 

- Si te odio - Certificó el rubio, algo apenado por ese giro de los acontecimientos y también algo ofendido de que su característico odio a los Uchiha fuera puesto a prueba, más eso solo le saco una cara algo sarcástica al otro.

 

- ¿Solamente?

 

- Solamente - Lo dijo serio, como si quisiera dejarle en claro ese punto, aunque sabía que no podía mentirse a sí mismo.

 

Qué coño, estaba hablando con Itachi Uchiha, ni siquiera podía mentirle a él, mucho menos intentarlo. A lo mejor y fue por eso que lo siguiente que sucedió no debió sorprenderle, pero lo hizo igualmente.

 

Pasaron de estar mirándose frente a frente, cada quien de lado, a que el rubio terminara estampado boca arriba con el Uchiha encima suyo acorralándole. No tenía ni idea de dónde había sacado esa fuerza a pesar de estar drogado, pero logró mantenerlo en su sitio sosteniendo sus muñecas a cada lado de su cabeza. El movimiento fue astuto pero también muy sutil, deslizándose debajo del cobertor que Deidara no había notado que le estaba arropando contra el frío de la noche, y que ahora les cubría a ambos.

 

Un pensamiento flash paso por su cabeza, ese de que en las películas así es como siempre acomodan a las parejas. Una encima de otra y con una sábana cubriendo justo hasta cierto punto.

 

Sacudió su cabeza y se dió un golpe mental "No pienses tonterías"

 

- ¿Sabes, Deidara? Eres la persona más terca que he conocido - Comenzó el Uchiha con una pequeña sonrisa - No esperaba que te rindieras tan fácil, pero al menos pensé que serías más consiente.

 

- ¿Consiente de qué?

 

- De lo que sientes.

 

- ¡Ja! - La burla fue menos que indiscreta - ¿El hombre frío que no demuestra sus sentimientos me habla de "sentir"?

 

Itachi se inclinó más hacia él. Y como no tenía la coleta, el cabello cayo hacía en frente, tapando toda visión al rubio con esa cortina negra que no le dejaba más opción que mirarlo a los ojos.

 

- Tienes razón - Deidara lo miro con cara de ¿Acabas de darme razón en algo? - Pero yo he ocultado mis emociones por un motivo, ¿Cuál es el tuyo?

 

No le joderia tan fácil.

 

- ¿Y el tuyo?

 

- Yo pregunté primero - Antes de que el rubio pudiera quejarse, Itachi volvió a hablar - Pero te lo dejaré pasar por hoy.

 

- ¿Hoy? - Decir que estaba extrañado era poco.

 

- ¿Salvaste mi vida, no? De alguna extraña e ilógica manera lograste hacerlo, aunque no es que sea raro viniendo de ti - Pudo decirle algo, pero el azabache tenía razón con que le pasaban muchas cosas raras. Sonrió un poco - Te debo una.

 

- ¿Y me lo vas a pagar con... honestidad? - El blondo ladeó la cabeza, él se imaginaba un agradecimiento más... *Inserte imágenes pecadoras de Deidara a cuatro patas y... * ¡Ejeeem! Es decir, esperaba cualquier otra cosa.

 

Su orgullo ya se estaba burlando de él mientras que su versión lujuriosa le palmeaba la cabeza en señal de apoyo.

 

Como si pudiera leer su mente, Itachi sonrió de lado.

 

- ¿Esperabas algo diferente, Dei?

 

"Ah, verga. Mi apodo no, siempre se pone raro cuando me llama con ese nombre"

 

- Eh, no... - ¿Porque tenía que arder como fosforito navideño justo ahora? ¿Porque señor? - Solo que no esperaba eso.

 

- Bueno, para todo hay una primera vez.

 

Tragó grueso. De acuerdo, tenía que ser el trauma, pero eso también le había sonado como una indirecta muy poco sutil.

 

- ¿Y tú idea es comenzar diciéndome que eres un tipo súper aterrador con todos porque...? - Dejo la frase al azar.

 

- Porque en mi vida no tenía espacio para nada más - Respondió el Uchiha, más serio ahora - Tenía algo importante que hacer, tú ya lo sabías, y no podía distraerme dejando que cualquier cosa me conmoviera, porque si no ese algo podía terminar por disuadirme de no hacerlo - Le dió una mirada significativa - De modo que sin importar si alguien llegara a importarme, realmente no tendría un verdadero futuro pues toda mi existencia ya estaba enfocada en una sola misión. Nada más que eso. Todo lo demás era... irrelevante.

 

Auch.

 

¿Eso significaba que por la misión todos los momentos que habían pasado antes... no le importaron en lo absoluto?

 

- Me lo suponía - Se las arregló para decirlo tranquilo, pero por dentro le dolió ¡Que dice! Ardió como el infierno.

 

- Ahora es diferente, sin embargo - Sonó algo más relajado, como si hubiera dejado caer algo muy pesado - No tengo ninguna misión por delante que cumplir, ya no tengo que ver por nadie más que por mí mismo. Eso no significa que todo será diferente, pero si hay algo que ahora puedo cambiar.

 

Sabía que no debía, pero...

 

- ¿Y eso es...?

 

- Te lo diré después de que tú me respondas - Casi podía reír malicioso, y fue extraño a la vez que sexy ver una emoción tan abierta en él.

 

Pero eso no significaba que se dejaría vencer.

 

- No tengo nada que responderte, Uchiha.

 

- Deberías. Me hiciste una pregunta y yo te la respondí, es tu turno para que hagas lo mismo - Tras una pequeña pausa, soltó - ¿Porque te empeñas tanto en ocultar sentimientos que tú y yo sabemos que tienes?

 

- No te pienso responder nada - Se mantuvo sin cambiar de idea.

 

En vista de la terquedad del rubio, Itachi suspiró con tranquilidad, luego procedió a hacer un poco más presión en sus muñecas, se acercó más a él hasta que sus caderas se rozaron peligrosamente, y mirando con cierta superioridad al chico que ahora estaba más que sonrojado por la cercanía, le habló muy cerca de su rostro.

 

- Que empiece el interrogatorio entonces.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...


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