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Inevitable Destino (Resubido y Finalizado) por Menma Lightwood-Uzumaki

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"¿Qué hago?" Se preguntó de nuevo Deidara. Seguía estando con un pie en la orilla y otro en el agua, algo inclinado hacia adelante para escapar en cualquier momento. Sabía que podía hacerlo perfectamente si se lo proponía, que no fuera más poderoso que el Uchiha no significaba que no podía darle un buen golpe en el pecho o una patada en la rodilla y salir corriendo de allí en busca del aire que tanto necesitaba... pero había un pequeño problema, no sentía que quería hacerlo, menos cuando le estaba mostrando abiertamente tanto cariño y preocupación en un solo gesto.

 

Nunca había sido fanático de las muestras de afecto, no las recibió cuando era pequeño y aunque de adolescente su equipo logró dulcificar un poco su carácter, seguía siendo reacio a la hora de mostrar debilidad. Por ese motivo es que tampoco quiso que Sasori le consolase aquella vez que estuvo triste por la apuesta, ni darle tiempo a Pain para que se disculpase en el lago porque sabía que iba a quebrarse. A la única que se lo permitió fue a la número dos, pero era diferente porque era un ente celestial que de seguro ya le había visto llorar muchas de veces "Te he seguido por muchos años" le había dicho en alguna ocasión, eso fue lo que se lo confirmo, y en ese momento no lo pensó demasiado.

 

Ahora sí lo estaba pensando, sin embargo. Pero eso no quitaba que no tenía ni la más mínima idea de que elegir.

 

- Tranquilo... - Fue apenas un suave apretón, una ligera caricia que sirvió para poder sentir con mayor amplitud el rítmico latir de su corazón.

 

No le gustaba, no quería quedar expuesto de esa manera. No podía ser vulnerable y mucho menos frente a un Uchiha. Tenía que recordarse que aún lo detestaba, que siempre jugaba sucio, que sus ojos no eran para nada confiables y él tampoco.

 

Resopló con la mayor molestia que fue capaz de exteriorizar.

 

- ¿Que acaso no entiendes cuando alguien te dice que le dejes solo?

 

- Tu no quieres estar solo - La seguridad de ese alegato le hizo girar un poco la cabeza para torcer la boca.

 

- ¿Ahora también piensas por mí?

 

- Si estoy equivocado entonces solo tienes que decirlo - Suspiró un poco, y lo cálido del aliento le rozó la piel - Si dices que me vaya, me iré.

 

En un primer momento no tuvo ni idea de qué clase de truco rastrero estaba usando, lo usual es que las estrategias del Uchiha implicasen palabras directas y acciones que hablaban por su cuenta, todas o la mayoría de ellas tenían la finalidad de que terminase haciendo o aceptando algo. Está vez la cosa se veía muy fácil. Conocía esa cabeza misteriosa y ya sabía que desaparecería tan pronto como dijera las palabras adecuadas.

 

Solo que...

 

"Tú no quieres estar solo" No encontraba la manera de responder a eso porque lo cierto era que no, no deseaba seguir solo. Todo este problema había comenzado a escalar cuando las figuras le abandonaron, cuando entendió que no le quedaba tiempo para pensar en alguna alternativa y no tenía a nadie con quién comentar todo lo que le rondaba en la cabeza porque estaba prohibido; Sentía que necesitaba estar solo únicamente porque creía que así debía ser. Pero la verdad era que no había sentido una pizca de tranquilidad en casi dos días... hasta ahora, que ya no estaba solo.

 

Apretó los labios en un intento de que no temblasen. Era difícil luchar con el deseo de compañía y con el sentimiento de oscura ansiedad que genera el pensar que van a abandonarte de nuevo.

 

Una mejilla se apoyó con parsimonia en su cabello, esa voz grave sonando ahora muy baja.

 

- No iré a ninguna parte, Dei.

 

Deidara agachó la cabeza y la giró hacia otro lado, podía tener la mente revuelta pero eso no quitaba que supiera que mirar esos ojos por mucho tiempo, hubiera Sharingan o no, siempre era peligroso.

 

- No necesito que te quedes - Logro decir tras mucho esfuerzo, su garganta se sentía incómoda - Estoy bien por mi cuenta.

 

Pero solo le apretó un poco más, ese calorcito reconfortándole en más de un sentido. El pequeño peso en su cabeza se deslizó por un costado hasta llegar a su oído.

 

- ¿Cuántas veces? - "¿Eh?" Sabía que no debía, pero sus ojos rodaron igualmente un poco para mirarle. Estaba serio de una manera muy gentil - ¿Cuántas veces te has dicho lo mismo para auto convencerte? ¿Cuántas veces te has sentido solo? - "Muchas... muchísimas veces" Sus labios temblaron más, luchó para mantenerlos juntos - Es inútil que intentes ocultar el dolor, Deidara. Consume, siempre termina consumiendo... - Ese susurro solo provocó que la picazón se hiciera más molesta, más intensa, más... inevitable - Y no es una pelea que puedas ganar luchando, no puedes resistirte siempre. Tienes que dejar de retenerlo... - Ahora no solo era la esquina que miraba, sino todo la cueva la que se veía borrosa - Tienes que dejarlo ir.

 

Entendía lo que le estaba pidiendo, entendía sin problemas que era lo que realmente quería y necesitaba, pero no...

 

- Estoy aquí.

 

Esas palabras... esas únicas dos palabras dichas por la persona correcta y en el tono correcto surtieron un efecto casi instantáneo que no pudo evitar, mucho menos retener. Se sintió aflojarse por completo, permitiendo que toda esa turbulencia que tenía atascada en el fondo aflorase hacia el exterior en forma de una cristalina y solitaria lágrima, esa misma que había estado inconscientemente reteniendo todo el día, que cayó en picada hacia la mano que le envolvía; Itachi la sintió, así como sintió todas las demás que le siguieron. Su gesto se hizo más suave, aliviado de que finalmente se estuviera desahogando, y conforme la cueva se iba llenando poco a poco con los contenidos sollozos del chico, con cuidado le dió la vuelta para volver a abrazarle, está vez de frente. Con sus dedos subiendo y bajando por su espalda, no para tranquilizarlo, sino para hacerle saber que seguía allí.

 

Fue considerado de su parte el girarle, así no le podría ver la cara y Deidara se sentiría un poco más cómodo.

 

Incapaz de detenerse, siguió llorando todos sus temores uno a uno, y a diferencia de la soledad que esperaba, terminó siendo consolado de la manera más tierna posible, en los brazos del hombre le había robado la libertad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Llevar el tiempo cuando tienes la cabeza hecha un lío es todo un reto que muy pocas personas pueden superar. Deidara no era una de ellas, pues se le había ido el sentido del tiempo apenas entro a esa cueva, pero luego de un par de angustiosos pero necesarios minutos de desahogo, podía decir con exactitud que tenía media hora sentado en el suelo, de vuelta con la espalda recostada sobre la pared. La única diferencia entre esta vez y hace una hora, es que rozando su brazo derecho estaba el Uchiha en la misma posición. Se habían separado luego de un tiempo que le resultó incalculable, pero como a pesar de sentirse mejor seguía sin ánimos de enfrentar al mundo simplemente se sentó de nuevo sin decir nada. Y el Uchiha hizo exactamente lo mismo.

 

Dejo salir un mínimo suspiro, mentiría si dijera que estaba al cien por ciento mejor, pero ya podía pensar con más tranquilidad y eso era todo un avance; Se le habían acabado las lágrimas hace rato, incapaces de seguir saliendo luego de ser consolado como Dios manda luego de unos minutos. Ahora tenía algo de vergüenza personal por haber estado durante tanto tiempo allí, pero su ser egoísta y caprichoso versión chibi no se arrepentía de nada, de hecho estaba de lo más contento sobre ese tema y, siendo honesto, él también un poquito. "Era cálido..." Había sido el mejor de todos los abrazos que le habían dado. Podía ser frío por fuera pero el calor corporal del Uchiha era inusualmente alto y reconfortante. Bastante irónico para el sujeto que dejaba fría a la gente con solo mirarla.

 

Claro que también dejaba a uno que otro bien caliente cuando les miraba, pero ese era otro tema.

 

Le observó entonces, tenía ambas piernas estiradas y cruzaba los tobillos. Como era usual en él, el brazo izquierdo sobresalía de la capa, y tenía en el rostro ese toque de serenidad absoluta que resultaba de la combinación de una tranquila respiración, los ojos cerrados y algunos mechones de cabello negro cubriendo la banda con el símbolo de la hoja.

 

La esquina de la boca se curveo ligeramente hacia arriba al sentir la mirada ajena sobre él.

 

- ¿Ya estás mejor? - Inquirió entonces sin abrir los ojos. Escucho un pequeño ruido de desinterés y un arrastre como de quién se acomoda mejor - ¿Acaso necesitas otro...?

 

- No - Soltó inmediatamente, uno diario era suficiente por el momento. Además, el contacto que tenían ahora era cómodo; Miró de nuevo hacia el frente con la mayor determinación que pudo - Estoy mejor.

 

- Eso está bien.

 

- Supongo... - Frunció los labios un segundo. Podía ser que la idea no le fascinara demasiado, pero había algo que, le gustase o no, debía decir - Gracias.

 

Itachi finalmente abrió los ojos para observarle con cierta curiosidad para después sonreír un poco.

 

- No fue nada.

 

Honestamente Deidara no sentía que hubiera mucho que pudiera decir, literal y figurativamente. Por otra parte el Uchiha le miraba a él, se había acomodado como usualmente solía sentarse cuando no estaba bajo escrutinio de alguna figura de autoridad, con la rodilla izquierda arriba para que atajase su brazo y la pierna derecha recostada doblada hacia dentro. Sasori solía comentarle a juego que esa no era una pose decente para un ninja, pero venía con su estilo y no había manera de que le quitasen eso. Le gustaba estar así y mirar el horizonte desde el cielo. Aquí no había vista hermosa que mirar, pero igual seguía viendo hacia el frente, en parte pensando y en otra... solo disfrutando la paz.

 

Itachi vió eso, pero también notó el indiscutible aire enérgico algo apaciguado asi como los ojos aún algo rojos y perezosos. Era comprensible teniendo en cuenta los acontecimientos, pero eso no quitaba que no le gustase la visión. Tenía en su interior un curioso sentimiento de tristeza empática que hace muchísimo que no experimentaba con alguien.

 

Necesitaba preguntar.

 

- ¿Qué pasó?

 

Algo dopado por la típica sensación de letargo que da después de una sesión apasionada de llanto, Deidara inhaló y exhaló lento, pensando por un segundo que tanto podía divulgar esta vez.

 

- Tenía mucho que procesar - Eso no era una mentira, de hecho era la cosa más honesta que le había dicho con respecto a su situación.

 

Itachi, ya acostumbrado a la misteriosa y poca receptividad de Deidara para hablar de ciertos temas, asintió sabiamente.

 

- Se lo que es eso. Y no es nada agradable de hacer.

 

- No, no lo es - Estuvo de acuerdo, y comprendiendo a lo que se refería en su caso, le miró de reojo - Nunca creí que sería agradable, pero tampoco pensé que sería tan difícil.

 

- Cuando tomas una decisión difícil la parte más complicada no es actuar, sino el pensar si vas a hacerlo o no. Son horas cruciales, cuando estás en ese momento hay un millón de futuras posibilidades, y está en tus manos escoger una. Solo una - Entonces le miró muy fijo - Si lo que querías, Deidara, era buscar una solución que beneficiara a todos, jamás vas a conseguirla.

 

- No buscaba eso... - Murmuró. Tal vez al principio sí, pero luego ya se había mentalizado que eso no era remotamente posible. Escucharlo de otra persona fue como un golpe de certificación en su cabeza.

 

- ¿Entonces que buscabas?

 

- Creo que ese es el problema - Alzó la muñeca para reposar en ella un lado de su cara - No estoy seguro.

 

- ¿Quieres un consejo? - Deidara le miró con una obviedad similar a que siendo un participante de los Juegos del hambre le preguntasen si quería vivir. Itachi le echo una ojeada significativa - Empieza pensando en lo que tú quieres.

 

- Mmm...

 

Resultaba un planteamiento de lo más interesante. Siempre había tenido en mente que era lo que quería con respecto a su persona, quería a una persona en la que confiar y sentirse él mismo. Eso estaba claro. El problema empezó a presentarse cuando la apuesta le limitó el número de opciones que tenía para tener eso. Tener predeterminado su lista de elecciones solo volvió las cosas más complicadas, principalmente porque eran sujetos que o no conocía bien o jamás pensó en llegar a tratar, y entre todos los altibajos que había tenido hasta ahora más sus propias dudas lo único que se había repetido una y otra vez es que era prácticamente imposible tener ambas cosas: Libertad y amor.

 

"¿No podían haber apostado cualquier otra cosa?" Su voz mental sonó llena de amargura, pero ninguna figura pudo escucharle.

 

- Da igual lo que yo quiera - Comentó luego. Si no podía tener ambas cosas ese punto se volvía insignificante - De todas formas no se hace más fácil después, ¿No?

 

- Depende de lo que elijas.

 

- ¿Que elegiste tú? - Giró por completo la cabeza para verle directamente está vez.

 

Un casi inaudible suspiro broto de los labios del portador de Sharingan. Pudo perfectamente esquivar esa pregunta, pero tenía el presentimiento de que su secretismo habitual no llevaría a ningún lado está vez. El chico a su lado no solo se veía desubicado, también bastante cansado. Había observado de primera mano cómo se había vuelto cada vez menos receptivo a sus indirectas, a sus respuestas con monosílabos, a la falta de información, a su inconscientemente auto-impuesta aura de oscuridad... Se dió cuenta de ello casi al mismo tiempo que se encontró abriéndose un poquito más cada día. Inconsciente o no, siempre hacia lo necesario para no echarle de su vida como hacía con todos los demás.

 

- Paz - Contestó, su voz sonaba lejana - Escogí la paz de muchos y la seguridad de mi hermano por encima de la felicidad personal.

 

Deidara frunció un poco el ceño antes de ladear la cabeza.

 

- ¿No acabas de sugerirme que escoja lo que yo quiera?

 

- El que no haya elegido la opción que incluye mi propia felicidad no significa que no fuera lo que quería - Su boca torciéndose en una mueca nostálgica - Deseaba paz para mi aldea, para Sasuke... obtuve justamente eso. Solo que no con los medios ni las consecuencias que hubiera imaginado alguna vez - Sus ojos oscuros cayeron en él de nuevo, se veía bastante serio - Es importante por eso, que sin importar que elijas, tengas en cuenta lo que quieres.

 

- Lo haces sonar como si eso ayudara a llevar la carga.

 

- No exactamente. Siempre va a pesarte, a veces más y a veces menos. Tener algo de satisfacción personal solo evita que te arrepientas, y cuando no te arrepientes de algo es más fácil superarlo.

 

Esa última palabra le causó cierta gracia al rubio, que abandonó su tranquila pose de los últimos minutos para erguirse con ese toque de seguridad impulsiva que le caracterizaba.

 

- Puede ser, pero no todos somos un Uchiha. Además, no se me da muy bien lo de superar las cosas - Una desastrosa batalla contra Sasuke Uchiha por un rencor hacia su mero apellido lo certificaba; Bufó sin ganas - Ni a muchos, de hecho.

 

- Hay muchas maneras de sobrellevar las cosas - Se despreocupo el azabache. Su tono aún sabio - Depende de la persona. Algunas lo superan, otras simplemente lo olvidan, las demás solo viven con ello hasta el día que mueren.

 

- En ese caso ¿Cuál de todos eres tú? - Cuestionó con cierta astucia que provocó una sonrisa más pronunciada que las anteriores.

 

- ¿Tú cuál crees?

 

Repentina sinceridad o no, Deidara puso los ojos en blanco. Kisame realmente no mentía cuando decía que el humor del Uchiha para responder cuestiones directamente era de tiempo limitado. Seguía entendiendo lo que decía, claro, y no estaba demás pensar de vez en cuando ¡Pero vamos! ¿Justo ahora? Había estado pensando por diez horas seguidas, su cerebro estaba tan caliente que podían hacer un huevo entero allí y no tenía intenciones de complicarse más la existencia.

 

- Hombre, no se - Resopló - Siempre das la pose de ser el tipo de persona que no le afecta nada.

 

- Me afectan muchas cosas - Dejó caer de pronto, y le resultó tan sorprendente que guardo silencio - Me importan muchas cosas también, pero nunca es bueno que los demás lo sepan.

 

- ¿Precaución? - Supuso Dei, ganándose una cabeceada afirmativa - No tiene sentido, ¿Para qué me lo dices entonces?

 

- Es diferente, tú estás en esa lista.

 

Fue casi imposible retenerlo, pero una mínima sonrisa se le escapó al escuchar aquello. No había mucha sorpresa puesto que su ser egocéntrico interior ya se lo suponía (Esa versión chibi estaba aliada con la lujuria) pero no podía negar que si había bastante halago personal y quizás algo de vergüenza. A Itachi, por otra parte, el gesto le dió buena señal. Deidara era de esa clase de personas que siempre mantiene una sonrisa en la cara, ya fuera de burla, alegría, superioridad o arrogancia. Él que pudiera volver a hacerlo era un signo bastante positivo.

 

- Se lo que intentas - La advertencia fue floja en su intento de reprimir su primer gesto de alegría en dos días.

 

El Uchiha alzó ambas cejas.

 

- ¿Ah, si?

 

- Si, y no vale si me haces sentir mejor - Estaba tratando de usar una voz de reprimenda para darle carácter al asunto, pero era en vano, el azabache ya estaba de lo más divertido con la situación - Es mucho más fácil cuando te comportas como un desgraciado.

 

- Para mí también es mucho más sencillo cuando eres terco y escandaloso.

 

- ¿Y eso porque?

 

- Por lo mismo que tú, así ya sé que esperar - Entonces su tono se hizo más ligero, mucho más de lo que le había escuchado antes - Podemos hacer un trato justo si quieres, tu vuelve a explotar cosas por allí y yo prometo comportarme como un desgraciado.

 

"¿Ha?" Deidara abandonó su pose con la mayor sorpresa para sentarse derecho.

 

- ¿Eso fue un chiste? - Estaba completamente incrédulo mientras sus mejillas se estiraban en una gran sonrisa de impacto que no podía bajar - Jamás habías hecho uno.

 

- Tengo mejor sentido del humor de lo que crees.

 

- ¿En dónde? - Exclamó con el mayor sarcasmo que pudo soltar antes de ceder al impulso que le ordenaba su ser y comenzar a reírse. Sacudía un poco la cabeza como si no pudiera creerlo ¡Y no lo hacía! Jamás había oído de un Uchiha que tuviera un grado humorístico normal y él tener a uno que al menos lo intentaba era de lo más surrealista. En especial cuando se trataba del genio de su clan que encima supuestamente también era un vil asesino.

 

Itachi le observaba reír con una discreta pero autentica sonrisa. No importaba que la risa fuera a su costa, encontraba cierta paz al verle bien.

 

- Allí está - Sonó satisfecho - Ahora solo falta que explotes algo, ¿No trajiste arcilla?

 

- Ya cállate.

 

Cuando usualmente ese par tenía un momento divertido siempre había algo o alguien que lo interrumpía, en ocasiones incluso eran ellos mismos con algún drama mental no procesado o la urgencia común de pertenecer a Akatsuki. No obstante, por mucho que Deidara haya olvidado que el Uchiha sabía de su ubicación secreta, eso no quitaba que el resto del equipo no supiera de su existencia. Así que resultara oportuno o no, agregándole el hecho de que no tenían ningún quehacer pendiente y que muy probablemente todos estaban en lo suyo a esa hora, en esta ocasión no tenían motivo para salir huyendo, lo que potenciaba en el ambiente un silencio apaciguador y tranquilo.

 

- Recuerdo todo... - Comentó. Estaba observando el agua ondear ahora, habían algunos peces chapoteando por allí - Recuerdo todo del día cuando descubrí esta cueva por primera vez, también lo que sucedió después. El Genjutsu igual - Sus ojos azules eran curiosos - ¿Realmente era necesario?

 

- Tú dijiste que serías el que perdería más al final. Solo te ofrecí una alternativa.

 

- Sigue sin responder mi pregunta - No fue una queja, solo estaba recalcando lo evidente. Aunque su voz era vaga - Ser querido significa también que puedes ser odiado. Fuiste bastante querido, y por eso se de sobra que hay muchísimas personas que te odian, que sufren gracias a tí. Incluyendo a tu hermano - El Uchiha le estaba prestando total atención ahora. Sobraban ninjas que mencionaban a sus espaldas su relación con Sasuke o su clan. Deidara era de los más discretos (En este mundo) con respecto al tema, por eso le resultaba intrigante que lo mencionase - Dejar huella por dónde quiera que pasas ya es como un hábito, y la mayoría de las veces realmente no pareciera que te importe.

 

- ¿A dónde vas con eso? - Cuestionó al ver que no añadía nada más.

 

Deidara le observó de frente está vez.

 

- A que no te afectaría en lo más mínimo que otra persona más te odiase.

 

Un pedacito de piedra se deslizó de la pared hacia el suelo en lo que el Uchiha recostó su cabeza. Se veía algo cansado.

 

- Ya te lo he dicho, Deidara. Me afectan muchas cosas, y tampoco estoy exento al odio; Ser odiado es parte de ser un ninja, y el que lo entienda no quiere decir que no me importe.

 

- Más nunca haces nada al respecto - Y era cierto, abundaban millones de personas que deseaban esa cabeza en bandeja de plata con todo y ojos incluidos. Todos los Akatsuki podían compartir ese mismo pesar, pero el del Sharingan era el más notoriamente indiferente con respecto al asunto; Ladeó un poco la cabeza - En ningún caso.

 

Porque si, esa lista de odio común incluía al único otro sobreviviente del clan Uchiha, el cual, a pesar de ser la única persona importante para él genio, había continuado manteniendo su odio latente por decisión propia de su hermano mayor.

 

Una lenta y perezosa curva creció en la boca del Uchiha.

 

- Tienes una teoría al respecto.

 

- Yo diría que es más como una epifanía - Sintiéndose con ganas de estirar los músculos se puso de pie y se sacudió un poco. Su compañero no le imitó, más si le miró - Hay que agradecerle a los momentos de crisis, te dan una claridad mental sorprendente.

 

- Muy bien - Aunque la sonrisa no se agrandó más, los ojos si lo hicieron, y con cierto entretenimiento además - ¿Que tienes en mente?

 

- Dijiste hace tiempo que ya no te odiaba.

 

- Y no lo haces.

 

- Pero también dijiste que lo sabías porque cuando resucité, mi reacción ante tu extraña estrategia de mantenerme lejos para no obstaculizar tu misión fue desanimarme más que alegrarme o ponerme a bailar por tu muerte.

 

La mirada fue más que significativa.

 

- Como debería haberlo hecho.

 

- Cierto, pero eres listo. No me creo mucho el que hayas sufrido una repentina revelación en la que el resultado fuera la inexistencia de mi odio. Te lo venías pensando desde hace tiempo, ese día solo lo confirmaste.

 

El que la otra comisura se alzase levemente hacia arriba para juntarse con la otra le generó cierta satisfacción.

 

- Puede ser.

 

- ¿Puede? - Retó con su impertinencia característica - Estoy bastante seguro de que ya lo sabías, pero tener la certificación de mi parte te dió pie a dos cosas: Contarme cómo habías llegado hasta ese punto y decidir no continuar más de ahí... - Hizo una mueca - Pero lo hiciste, volviste. Ya me habías apartado una vez y no era necesaria una segunda. Si, era tu último día, y podías haber hecho cualquier otra cosa, pero me buscaste de nuevo.

 

- Creo haberte dicho que mantenerte lejos no era algo fácil de hacer.

 

- Fácil no - Cedió Deidara dando un mínimo asentimiento reflexivo - Difícil y complicado si, más aun sabiendo lo que ya sabías, pero pudiste haberlo superado. Lo has hecho con cosas peores.

 

Existían ojos tan oscuros que a veces lograban resaltar en la máxima de las penumbras. Los ojos de ese Uchiha eran iguales, casi podía verlos saltar entre la negrura al fijarse en él.

 

- ¿Cuál fue tu epifanía, Deidara?

 

Su voz jamás había sonado tan seria como ahora.

 

- Fuiste a ese lago con la única intención de meterme bajo ese Genjutsu.

 

Fue un movimiento mínimo en su mano, un cambio de posición de un lugar a otro, pero esa acción resultó enorme en su cabeza, era casi como si estuviera algo... inquieto.

 

- De haber sido esa mi intención ¿No crees que habría hecho eso primero?

 

- No - Ya había reflexionado sobre ese punto en la última hora - Seguía siendo tu último día. Tal vez querías convencerte de que era lo mejor, tal vez querías responder a todas mis dudas aún si después no las recordaría, tal vez...

 

- ¿Tal vez...?

 

- Lo recuerdo todo - Volvió a decir, algo más fuerte está vez - Recuerdo la cueva, el lago, la promesa... recuerdo todo lo que fue real, pero todo lo que no también. Tenía la idea errónea en mi cabeza de que no faltaba nadie en Akatsuki, y cuando lo pensaba mejor y trataba de llenar el espacio vacío solamente sentía rencor, quien sea que fuera la persona ausente sabía que no me agradaba, y por eso no le di importancia - Fue imposible no sonreír con cierta amargura nostalgia - Ese resentimiento era justo el mismo que sentí el día que me reclutaste.

 

Itachi se mantuvo en silencio, esperando la conclusión final.

 

- No alteraste mis recuerdos, los eliminaste. Quitaste de mi mente todo aquello que había sido bueno. No solo por mí, no solo porque quisieras ahorrarme dolor. Lo hiciste también porque para ti era mucho más fácil morir justo como habías vivido tus últimos años... Sintiendo que todos te odiaban.

 

Que se levantase de su lugar no resultó una sorpresa para él, lo esperaba. Esperaba en ese punto que se adelantase con ese porte alto que tenía, ese que en algunas ocasiones le había hecho dar un paso atrás y que en ese momento le generó el efecto contrario al dar uno hacia adelante.

 

Tenerlo cara a cara fue como uno de sus antiguos encuentros de rivalidad unilateral. Como cuando le observaba con ira contenida por haberle puesto de cabeza en el infierno contra su voluntad, con la notoria diferencia de que ninguno sentía rabia, ira, ni ninguna emoción negativa. De hecho, eran los sentimientos positivos los que estaban haciendo estragos por doquier, paseando de una cabeza a otra, de un cuerpo a otro...

 

- No - Dijo misteriosamente, a lo que Deidara alzó una ceja.

 

- ¿No qué?

 

- No era necesario ponerte bajo un Genjutsu.

 

Su ánimo subió considerablemente. Esa era respuesta suficiente. Balanceo la cabeza de una lado a otro.

 

- El que estés vivo no quiere decir que las cosas tengan que ser diferentes - Mantenía una ligereza muy casual - Puedo volver a odiarte sin problemas.

 

Avanzó otro centímetro, y casi como si fuera automático él también hizo lo mismo.

 

- ¿Podrías? - Esa voz seguía estando calmada, pero también sonaba tensa de una manera particular.

 

Deidara se encogió de hombros.

 

- Motivos me sobran.

 

- ¿Los ojos? - Ahora lucía levemente divertido.

 

- Esos también. Pero podemos agregarle la arrogancia, el tono de sabelotodo, los malos modales, la mala costumbre de no dejarme mentir, las adivinanzas imposibles... la lista es bastante larga - Hizo un énfasis algo burlón en esa penúltima palabra - Necesitarás de otra ilusión para que eso se me olvide, pero te advierto que mi mente es bastante dura.

 

- Eso lo sé - Estaba sutilmente inclinado hacia él - No necesito más ilusiones, al menos ya no.

 

- No te confíes. Puede que las necesites.

 

Su reto fue recibido con una próxima cercanía que resultaba abrumadora. Le tenía justo en frente, mirando sus iris de color claro casi con la misma actitud analítica y anhelante con la que él se fijaba en los suyos. Era casi como si necesitasen encontrar algo en específico.

 

Itachi pareció encontrar lo suyo primero, rozó su nariz con la suya, luego continuó con la curva de los labios, era un inicio lento y expectante, pero también progresivo. Idéntico a la relación que compartían. No era la mejor, eso era seguro, aún le debía un buen par de golpes en la cabeza por tanto mareo ilusorio y él le debía al Uchiha una abrumadora lista de explicaciones. Pero resultaba complicado, en especial cuando la cabeza aún le andaba dando problemas.

 

"¿La cabeza?" El pensamiento fue casi involuntario, más después lo pensó con mayor detenimiento. Había estado luchando por meses contra los pensamientos de mal augurio que le profería su propia mente casi todos los días, lo que resultaba curioso pues todo lo que podía llegar a tomar como buenas o malas elecciones ya las había repasado más de mil veces cada una. No le quedaba absolutamente nada nuevo que pensar, solo le seguía dando vueltas a las mismas ideas, unas veces más fuerte que otras "¿Y si...?" Siguiendo un muy útil consejo de hace tiempo, desconectó por unos segundos, solo unos, su cerebro.

 

Fue impresionante el efecto, la transformación de alguien que había estado casi ciego a poder ver hasta lo más diminuto posible. Sin restricciones de por medio podía decir sin problemas que estaba acelerado, emocionado tanto por descubrir sus tretas como por tenerle cerca, halagado por la atención, orgulloso de sí mismo por su propia astucia...; Seguía moviendo la boca sin detenerse, pero tenía en la punta de la lengua una expectativa casi desesperada. Ansiosa. Esperaba, solo esperaba, estaba esperando...

 

Esperaba por sí mismo.

 

Y era... tan obvio.

 

El azabache se echó hacia atrás cuando Deidara rompió el contacto para mirarlo con repentino escepticismo.

 

- ¿Qué?

 

- Agrega esto también a la lista: La pésima táctica que usas para callarme.

 

Itachi arrugó el entrecejo.

 

- No lo hago para callarte.

 

- Cuesta creerlo.

 

- Y tampoco creo que la táctica sea tan pésima.

 

Retuvo la sonrisa que le dejaría en evidencia a tiempo, llevando la atención a sus brazos cuando los cruzó frente a su pecho.

 

- Es peor - Afirmó vehemente el artista - Es una técnica terrible y rastrera.

 

Fue un roce casi fugaz, un choque de su piel contra la suya por apenas unos escasos milisegundos, suficientes para dejarlo quieto.

 

- ¿Terrible, dices? - Presionó de nuevo, el momento fue apenas más largo, casi ni se podía considerar como un beso, pero abrumaba igual.

 

- Horrible - Asintió sin rendirse.

 

- ¿Seguro?

 

Estaba bastante cerca y sabía que estaba jugando con él, pero no eso no le detenía. Al contrario, tenía una claridad tan sorprendente en el alma, que lo único que necesitaba era una cosita muy pequeña, y sabía cómo conseguirla.

 

- Muy seguro, Uchiha.

 

Las consecuencias de sus palabras fueron exactamente las que esperaba. Itachi abrió los ojos, sorprendido por ese tono que definitivamente no era de desliz, más después los entrecerró ligeramente. Y fiel como solo un Uchiha podía serlo a su palabra, se impulsó contra él. Elevando su mandíbula para poder besarlo con intensidad.

 

Trastabillo un paso hacia atrás, pero una mano en su espalda baja lo mantuvo en equilibrio.

 

Con un sonido grueso y retumbante en sus oídos que solo podía pertenecer a su corazón, le devolvió el beso con la misma eléctrica ferocidad que envolvía su carácter, negándose tercamente a dejarse vencer. Luchaba tan honorablemente como podía hacerlo alguien besado por un Uchiha, sin importarle en lo absoluto su desventaja en tamaño pues la usó como punto de apoyo para elevar el rostro y empujar con fiereza a ese serio irreparable sin dejar de corresponderle. Era una batalla de dominio sin cuartel, una lengua rozó la suya antes de moverse con más urgencia, y de entre lo poco que se permitía respirar dejo salir una fuerte exhalación de gozo.

 

Itachi tenía bien en mente que su intención no sobrepasaba la de un sensual castigo, pero le sorprendió y, ¿Porque no? También excitó muchísimo la repentina cooperación.

 

- ¿Ya lo viste o aún no? - Ese murmullo bajo, jadeante y divertido le hizo abrir los ojos con algo de confusión.

 

- ¿Que debería ver?

 

- Lo tomo como un no - Sonreía ahora, su ánimo estaba por las nubes y se le notaba. Estaba hasta incluso más impertinente que de costumbre.

 

Con la envidiable visión que poseía sondeo el cuerpo que no deseaba soltar, encontrándolo en perfecto estado. Su mente yacía tranquila y su alma igual, el chakra fluía con normalidad y aunque lo único desbocado era el corazón, también latía a buen ritmo.

 

Deidara puso una cara de graciosas circunstancias.

 

- ¿Aún no?

 

Una mínima arruga surco el rostro del otro.

 

- Estás bien, Deidara.

 

- Si - Comentó él, alargando esa sola palabra con remarcable obviedad - Estoy bastante bien.

 

- Y no tienes nada.

 

- Exactamente.

 

La respuesta le golpeó la cabeza casi la a velocidad de la luz.

 

Esa sola palabra, por alguna razón, provocó que volviese a mirar por segunda vez, no porque estuviera equivocado, cosa que resultaba muy poco creíble, solo quería ver de nuevo. Quería certificarlo, quería deslumbrarse por lo que tenía enfrente.

 

Deidara estaba bien.

 

Estaba perfecto.

 

Estaba vivo y sano.

 

Sin nada negativo u oscuro rondándole.

 

Sin resentimientos, sin odio, sin sufrimiento, sin dolor...

 

Y sin miedo.

 

Alzó como un látigo la cabeza que había bajado en su escaneo para preguntarle algo al respecto, pero ya se le habían anticipado; Fue la segunda vez que esa cabecita loca le besó voluntariamente, y había una diferencia de confianza tan palpable que resultaba impactante a la vez que sexy.

 

Solo le observó un segundo.

 

Se permitió hacerlo por ese escaso tiempo porque no necesitaba más. Existía una implícita necesidad detrás de ese iris azul que no ameritaba de más dilación que un pequeño segundo.

 

Ese segundo pasó.

 

El Uchiha estaba consciente de que había estado reteniendo una cantidad exorbitante de ganas, de modo que se desquitó a su antojo, con esa lentitud intensa que le exasperaba por momentos y en otros lograba acceder a los puntos más erógenos de su cuerpo. A él gustaba besarle, y a Deidara le gustaba llevarle la contraria, aumentando a su propio ritmo efusivo para conseguir incitarle, manejarle... estaba física y mentalmente desesperado por el contacto. Era sustancial pero necesario. Ardiente pero sensible. Posesivo, caliente, húmedo...

 

Unas manos se estrecharon detrás de su cuello para luego deslizarse entre el cabello negro. Itachi se perdió en la sensación escuchando una sutil risita, pero luego se desquitó restregándole la pelvis con malicia, deseando que sintiera su propio y  austero deseo.

 

La cabeza de Deidara no era capaz de formar pensamientos, ni malos ni buenos. Su atención estaba enteramente en el momento.

 

"¿Uh?"

 

El súbito tirón fue extraño pero lo conocía sin problemas, pues había compartido meses junto a una persona que usaba esa técnica cien veces al día y más de la mitad era para molestarle. Todo en su visión se desdibujó hasta juntarse en la imagen de la primera base de Akatsuki, en la única habitación que había dormido aparte de la suya propia y la de su compañero.

 

Estaba silencioso y algo oscuro, lo poco de luz natural se colaba por debajo de la puerta.

 

- Creí que habían destruido esta base.

 

Unos dedos jugueteaban con el borde del cuello de la capa en lo que un aliento caliente le rozó el oído.

 

- No totalmente, solo la zona exterior.

 

- Eso veo - Deslizo una mano hacia arriba, trepando por el abdomen y la piel que se contraía al tocarla - Mudarnos fue una pérdida de tiempo entonces.

 

- No. Ya habían identificado la base y alertado a los demás países, no podíamos quedarnos.

 

Ya había subido lo suficiente como para llegar a la nuca y rodearla, lo hizo casi al mismo tiempo que él se inclinó hacia adelante para respirar sobre su cuello. Deidara inclinó la cabeza a un lado sin pensarlo, viendo de reojo entre la oscuridad el inmaculado estado de la pieza.

 

- Está todo igual que antes... - Suspiró a medias.

 

- ¿Eso crees?

 

La pesada tela terminó por rodar hacia abajo, apilándose en un montoncito que no tenía intención de recoger. La piel expuesta fue llenada de besos, succiones... unos dientes ejercieron presión en lo que volvían juntarse con una deliberada lentitud, llevándose un poco de piel consigo para estirarla antes de dejarla ir.

 

- Si... - Sus párpados temblaron visiblemente - Todo sigue muy organizado... demasiado.

 

Escuchó un gruñido bajo.

 

- No durará así por mucho.

 

La presión a cada lado de sus caderas tenía toda la intención de hacerle caer sobre la cama. Pero su idea era otra. Estaba negado rotundamente a hacer de esto algo rutinario, y el que quisiera dejarse ir no quitaba el que seguía disfrutando darle pelea; En movimiento rápido le dió un giro, y fue ahora su peso el que, sin romper el beso, le guiaba hacia atrás. Deidara sintió como la esquina de la boca ajena se curveaba hacia arriba, entretenido por su aparente terquedad a ser apaciguado. Coló su mano entre la malla de la camisa hasta tocar un pequeño y sensible bultito que pellizco, tragándose lo que pudiera haber sido un adolorido gemido del rubio con una succión maliciosa en su lengua. Ganó algo de terreno, pero solo consiguió que el artista rozara el material acolchado tres segundos antes de que él mismo terminara chocando con el escritorio, y unos dedos se aferraran a su intimidad por encima de la ropa.

 

Era una batalla campal por ver quién cedía primero. Subiendo peligrosamente el nivel de fuerza hasta que prácticamente se chocaban contra cualquier cosa que se atravesase en el camino.

 

El Uchiha tuvo razón, la habitación no duró limpia ni cinco minutos.

 

Terminó siendo un empate cuando ambos cayeron de costado sobre el colchón, aun sujetándose y sin dejar de atenderse en ese lujurioso juego de poderes; La pierna que Deidara utilizaba como soporte terminó a un costado cuando se trepó encima de él, con su cuerpo girando y poniendo esa sonrisa altanera que soltaba un claro "¡Ja!"

 

- Eres... tan cabezota - Itachi no se reservó la sonrisa al verle. Quería posicionarse sobre él, pero tenerle así tampoco es que no le gustase; Cuando Deidara fue a hablar, le dió otro beso - Y es un cumplido.

 

- ¿Tú? ¿Dándome cumplidos? - La sonrisa creció más - Puedo acostumbrarme a esto.

 

Dedos marcaron sus muslos al levantarle. Su espalda tocando la pared y las piernas cruzadas alrededor del torso del Uchiha. La tela le fastidiaba, así que tomó un puñado de ella y no solo le quitó la camisa, también se deshizo de la capa, apenas soltando los tobillos para volver a amarrarle.

 

Itachi se caracterizaba por tener la paciencia de un santo. Claro que los Santos bíblicos no tenían deseos sexuales porque de tenerlos, habrían hecho lo mismo que ese hombre al ceder por completo a su lado humano y rasgar esa camisa en dos.

 

Deidara no sabía si reírse o calentarse aún más.

 

- ¿Sabes? Necesitaré salir vestido en algún momento.

 

- Tu habitación está cerca - Fue su escueta respuesta.

 

- ¿Y cómo..? - Su cerebro borró eficientemente su respuesta cuando la caliente humedad de ese órgano recorrió la línea del cuello, bajó por la clavícula y se detuvo en uno de dos puntos tensos en su pecho, dando una solitaria lamida.

 

Deidara debía conceder que Itachi tenía razón en otra cosa: Esas tácticas no eran tan malas después de todo.

 

Terminó desparramado igualmente, nunca vencido pero si aventajado con todo su cuerpo habiéndose deslizado hasta quedar acostado. Las ganas de seguir peleando solo se comparaba con las de tirar la toalla, y ambas resultaban buenas opciones. Tenía la cabeza inclinada hacia atrás, y la profundizaba cada vez que era atendido con más rudeza. El Uchiha apretaba, atosigaba, jugaba e incluso mordía la pequeña cima sensible con toda la intención de seguir viéndole retorcer.

 

El artista achicó los ojos cuando unos pulgares se detuvieron en sus pantalones.

 

- A como se te ocurra romperme esos...

 

- Tienes más de repuesto en tu antigua habitación - Contesto casi inmediatamente. Su atención fija en la prenda que ya rezaba por su últimos momentos de vida.

 

- ¡Oye!

 

Tarde.

 

La tela de una pierna se despidió tristemente de la otra cuando terminaron separadas a extremos opuestos de la habitación.

 

Deidara le dió la vuelta para quedar arriba de nuevo y mirarlo con el ceño fruncido.

 

- ¿Perdiste la cabeza, Uchiha? - Ya estaba imaginándose regresando a la base desnudo debajo de la capa y teniendo que dar excusas cuando su tensa extremidad fue rodeada y deliciosamente apretada para comenzar a moverse - ¡Ah!

 

- Tan insoportable... - Murmuró contra su boca.

 

Entrecerró los ojos y jadeó, más consiguió sonreír. Aún recordaba sus palabras en la cabaña.

 

- Pero te gusta.

 

- Mucho.

 

"Joder"

 

Las últimas prendas del Uchiha se desaparecieron tan rápido que ni por enterado de a dónde cayeron; El rubio le observó con curiosa fascinación, con toda la pálida piel Uchiha al descubierto. Un tirón en su entrepierna le confirmo que la imagen de ese bastardo le resultaba más que excitante, mucho más que la visión en ropa interior que tenía de él en el lago. Y lo mismo tenía en mente el portador del Sharingan cuando Deidara quedó en igualdad de condiciones.

 

Se rozaron por accidente la primera vez, pero las demás veces fue a propósito. La intensidad que generaba de frotarse mutuamente era única.

 

En medio de eso, Itachi tanteó a ciegas entre el largo cabello rubio hasta que encontró la liga que le sujetaba el cabello en su usual media coleta alta. Tiró de ella hasta que logró sacarla y la lanzó a un lado, con los hilos amarillos cayendo hacia abajo.

 

"Justo así" Pensó acelerado. Así era como quería verlo desde hace mucho: Con el cabello suelto, alborotado, confianzudo, pícaro y tembloroso.

 

La fricción se hizo mucho más brutal, con las incipientes gotas translúcidas que resbalaban entre la unión de su miembros la cosa se volvía más rápida, más desesperada. Más y más. Faltaba más.

 

- Hn... - Itachi tenía un ojo entrecerrado, con sus nuevos y sanos pulmones respiraba con rapidez y estaba jodidamente tenso.

 

Ambos, de hecho. Deidara pocas veces había experimentado un descontrol tan enorme, su distracción fue tanta que la boca en su mano derecha asomó la mitad de su lengua. La miró con cierto reproche y se enfocó para poder esconderla, pero su acompañante tenía un plan más creativo; Pasó los dedos un par de veces por esa lengua que instintivamente busco para morder, acostumbrada a masticar la arcilla, pero su objetivo ya la había dejado en segundo plano. Estaba enfocado ahora en besarle de nuevo, en morder su labio mientras Deidara sentía como una línea resbalosa y fría caía por su espalda directo hacia abajo.

 

- ¡Mmmm!

 

Conocía está sensación también, esa presión invasiva pero placentera. La diferencia es que está ocasión infinitamente mejor, sin punto de comparación existente. Había comodidad, tranquilidad, y un irreparable deseo que le corría de pies a cabeza.

 

Dicen que cuando llegas a un punto específico de excitación te sientes capaz de resistir todo por el mero placer de estar ahí. Deidara bien que podía imaginarse ahí, disfrutando de la presión invasiva y amoldándose a otra... y otra. Buscaba más de ello, aprovechando su posición para hacerlo más fuerte, más profundo, más rápido; Aquello que podía describirse como una mera incomodidad era prácticamente nula en sus condiciones. Sintió más la pared al rozar su espalda de nuevo, de hecho. Y solo porque el que esos dedos dejaran de atenderle y sostuvieran su peso para quedar considerablemente más arriba que el Uchiha le dió una buena idea del motivo.

 

Deidara no era religioso, pero...

 

"Ave María purísima..." Era curioso que hubiera reparado en esa parte de él hasta ahora, pues en los años de Akatsuki durante su primera vida mientras mantenía esos sentimientos secretos de Odio/Deseo por el azabache bien que se lo había pasado de lo lindo imaginado una que otra vez de manera poco inocente como podía ser su miembro. Lo único que podía decir ahora es que estaba era egocéntrico por no haberse quedado tan corto e inquieto justamente por lo mismo.

 

Un mechón de cabello negro le hizo cosquillas en la barbilla. Pasó la mano por él, luego por la piel de la mandíbula en donde se inclinó para robarle otro beso; Se quedó curioso. Este se parecía más al de aquella vez en el lago, era nostálgico, relajado pero vibrante. Quería preguntar la razón del cambio, solo que...

 

"¡Hijo de tu maldita...!"

 

Contuvo súbitamente la respiración. De acuerdo, estaba bastante seguro de que nada nunca podría ser peor que perder los dos brazos, había que ser honestos. Eso, claro, tampoco quitaba que la sensación de ser invadido por primera vez fuera cómoda. Podría deberse a que era una zona tan íntima, a que un poco de la calentura se le había bajado cuando le pinchó la hormiguita de la inexperiencia o a que sentirlo completamente hasta el fondo le resultó surrealista e invasivo, pero arrugó la cara.

 

Enfocarse en otra cosa fue fácil, tenía ese rostro muy cerca del suyo. Con la frente recargada en su coronilla y los ojos cerrados ¡Quién diría que sería el Uchiha el que apretaría los ojos! Pero es que le gustaba, lo suyo era por el más todo el placer acumulado y soltó una baja maldición entre dientes cuando pudo liberarla. Era remarcable que deseaba hacer algo más, y tal vez por eso Deidara se sorprendió tanto cuando le mordisqueo el cuello, volviendo a la emoción nostálgica y rodando las yemas de los dedos por un costado.

 

Le gustaba, pero la duda era más grande.

 

- ¿Porque estás...?

 

- Yo también recuerdo todo - Comentó con esa nota contenida. Esos ojos estaban muy negros - El lago, la base... la conversación en el pasillo...

 

¿En el pasi...?

 

Ah, verga. Ya.

 

"No me he acostado con él, ¡Ni con nadie en cualquier caso!" Lo que para el Uchiha de seguro había sonado como un: Soy más virginal que una monja que lee manga Yaoi de noche a escondidas rezando el Padre Nuestro para arrepentirse de su pecado.

 

Carajo, que había olvidado ese detalle.

 

- Amm...

 

- No lo pienses - Le susurró por lo bajo, mordiendo el lóbulo de su oreja en el proceso.

 

Tragó aire cuando le embistió. Pegando la cabeza contra la pared mientras lo sentía salir antes de enterrarse en él de nuevo. Ahora también fruncía los labios, no habían muchas palabras que encajasen con el momento pero "Ardor fastidioso" se le acercaba bastante.

 

Siendo sincero, lo que mantenía su excitación a flote por encima de eso era la imagen del Itachi. Tenía la palma empotrada en la pared, con la venas marcándose por la tensión, aún tenía un ojo más cerrado que otro, un aliento caliente y trabajoso le humedecía la clavícula y si pudiera verle de espalda, notaría los músculos contraídos. Ese cuadro era sexy, ardiente...; Lo quería más de cerca y por eso le estrechó, dejando una mordida en su cuello que de seguro le dejaría marca.

 

El tiempo se volvió absolutamente irrelevante en lo que ese proceso se repetía de constante a un ritmo tortuoso pero intenso y avasallador. Ocasionando que en una de esas ocasiones en las que se hundió de nuevo él, Deidara separó los labios que hasta ahora seguían juntos y dejó escapar un suave jadeo.

 

"Te tengo" Los ojos de Itachi se iluminaron triunfadores.

 

Las respiraciones se aceleraron así como lo hizo el ritmo. El Uchiha hundió los dedos en su cintura y él hizo lo propio en su nuca, elevando la barbilla hasta que quedó mirando el techo sin verlo realmente. Su espalda rozaba parcialmente la pared. Su cuerpo subía y bajaba, subía y bajaba... enterrándose en él hasta un punto imposible que le hizo gritar. No quería hacerlo, pero lo hizo igual, pues no encontraba mejor forma de expresar lo que se sentía. Y no deseaba que parase. Quería que continuara, quería seguir hasta donde fuera humanamente posible, con sus manos ahora moviéndose por esos abdominales que se contrarían por el esfuerzo de entrar en él, con sus dedos enredándose en esa melena negra azabache, con las piernas al rededor del cuerpo contrario buscando una cercanía que ya había tocado su límite.

 

Había perdido la cabeza y no tenía interés alguno en recuperarla.

 

- ¡Ahhh!

 

Aún sin dejar de moverse, Itachi entreabrió los labios para soltar un gemido bajo y sensual.

 

- Di mi nombre.

 

¡Que no se diga más!

 

- Itachi... - Se trabó un poco, sin poder equilibrar la respiración con el habla - Ita... chi.

 

Aún sin tener que pedirlo de nuevo, el rubio siguió pronunciando ese nombre como un mantra, sintiéndolo entrar y salir cada vez con más brutalidad. Había un destello casi salvaje en esos ojos oscuros y él estaba dispuesto a jugar con eso. Se impulsó con la pared y quedaron sentados, interrumpiendo el movimiento solo para continuarlo el mismo. Sus pechos frotándose. Subió ambas manos y le rodeó la garganta con ellas, ejerciendo una mínima presión. Itachi le tomó de la caderas y sonrió, los movimientos y la simulación de ahorcarle representaba a la perfección esa relación de "Amor/Odio" que se tenían y nada le venía mejor al momento.

 

Gotas de sudor caían de su cien cuesta abajo, perlando su pecho en el camino. Un pulgar jugó con la punta de su hinchada extremidad, todo dentro suyo palpitaba, todo ardía de forma deliciosa. Todo ajustaba perfecto.

 

- Dei... - Fue la mención de ese solo nombre, ligado con una antojosa exclamación de placer lo que le empujó por el borde hasta el más celestial de los vacíos.

 

Resultó indescriptible, la expresión única de la más carnal y primitiva de la explosiones jamás existentes. Más resonante y destructora que las suyas propias. Habían puntitos de colores detrás de sus párpados, añadiéndole la comparación justa a la elevación que había sentido; Agradeció terminar primero, porque mientras su sistema aún temblaba por los vestigios de esa ola de reprimido placer, visualizo en primer plano como el Uchiha era víctima de lo mismo; Fue la expresión de debilidad más pura que le había visto hacer, soltando su nombre entre un gruñido casi animal del que detrás se escondía un gemido de alivio, elevando sus caderas con lentitud hasta detenerse por completo.

 

- Esta táctica... - Deidara inhaló y exhaló hondo unos dos minutos después, sonriendo de lado - Si es buena.

 

Jamás creyó que vería a Itachi Uchiha sonreír abiertamente hasta ese momento.

 

- ¿Que tanto?

 

- Lo suficiente... - Entonces recostó los brazos cruzados en su pecho, observándole con renovada altanería; Pronunció lentamente -: U...chi...ha.

 

Cuando esos ojos negros chispearon de nuevo al mirarlo, Deidara supo a ciencia cierta que esto vendría para rato.

 

Estaba bien por él.

 

Ser un ninja tenía sus ventajas.

 

 

 

 

 

 

 

 

               OoOoOoOoOoOoO

 

 

 

 

 

 

 

Quien se piense aún a día de hoy que porque los ninjas sean fuertes no sienten dolor o se cansan por favor hagan derechitos la fila para recibir un puñetazo recién salido del horno cortesía de Deidara.

 

Estaba mirando el techo de nuevo, en esta ocasión no estaba rebotando ni siendo empujado, solamente descansaba. Estaba seguro que tenía sensible todo el cuerpo empezando por su humilde parte baja. Más que dolor experimentaba una especie de vacío extraño, como si algo faltase para llenar el espacio a la vez que sus músculos se contraían en una rotunda negativa al pensar estar lleno de nuevo. Que podía decir, su anatomía parecía contrariada por el momento. La dejaría en paz por un rato, a fin de cuentas tenía la mente y el corazón tranquilos, estaba bien si su cuerpo necesitaba otro rato para equilibrarse de la misma manera.

 

- ¿En qué piensas? - Sintió curiosidad al ver a su acompañante guardar silencio. Estaba echado justo a su lado, con una pierna sirviendo de almohada para las suyas.

 

Itachi giró la cabeza para verlo mejor.

 

- Ahora en nada en particular - Acarició su costilla con el dorso de su mano - Te ves cansado.

 

- Tengo justificación de sobra - Alzó los hombros, y uno de sus omóplatos le resintió el movimiento. De acuerdo, a lo mejor y se había emocionado demasiado al querer hacer tanto de una sola vez, pero fue una decisión de la que no se arrepentía.

 

- Tienes razón.

 

- ¿Sabes? Resulta gratificante cuando dices eso - Su boca arqueándose de forma burlona.

 

- ¿Porque? - Aunque por como trataba de mantener la seriedad, sabía la respuesta.

 

- ¿Cómo que porque? Es un acontecimiento que ocurre cada mil años, sería un pecado no disfrutarlo.

 

- Estás diciendo que solo tienes la razón una vez cada mil años.

 

- No, estoy diciendo que la tengo siempre pero que casi nunca me la reconoces.

 

- Es posible - Accedió con su habitual tranquilidad - Pero no tienes la razón siempre.

 

Deidara se giró también para observarle con una ceja arriba.

 

- A ver, dame un ejemplo.

 

- Hoy creíste que la mejor solución a tu problema era estar solo... - Sus ojos eran altivos - Te equivocaste.

 

Chasqueo la lengua con molestia.

 

- Vale, tal vez es cierto.

 

- ¿Renuncias tan fácil? - La sorpresa era evidente.

 

- Joder, dame un respiro... - Suspiró con algo de pesadez - Prometo darte mis mejores respuestas sarcásticas cuando el alma me regrese al cuerpo.

 

Se esperaba alguna burla, pero no el brazo que se enrolló en él para atraerlo más cerca. Seguía siendo extraño tener tanta confianza, pero podía acostumbrarse a ella.

 

- ¿Está tan mal?

 

-  ¿Mmm? No - Hizo una mueca pensativa - Es decir, la cabeza aún me da vueltas, pero nada más.

 

- No me refería a eso.

 

Ah.

 

No quiso, pero inevitablemente se apenó un poco. Esto era un bonus que venía con los beneficios ¿No? Ser sincero era algo que se esperaría, solo debía hacerse a la idea.

 

- Está... cada vez mejor. De hecho va muy bien, aunque no me vendría mal un baño... - Dudó un momento - ¿Y tú?

 

Por la manera en la que frunció la cejas, supo que Itachi encontró rara esa pregunta.

 

- No tengo nada que deba recuperarse.

 

- Yo tampoco me refería a eso... - Respondió, rodando un poco los ojos por tener que especificarse cuando aún le avergonzaba hacerlo.

 

- Dei... - El Uchiha le miró con cierta diversión - ¿Me estás preguntando si me gustó?

 

¿Tenía que ser tan jodidamente directo todo el tiempo?

 

- ¿También quieres que te lo deletree letra por letra o qué? - Su retadora respuesta malhumorada le causó una risita tranquila al otro.

 

- No hace falta, pero no estaría mal si lo haces - Increíblemente bromeó un poco y el rubio puso los ojos en blanco, al menos hasta que lo sintió hablar en su oído - Lo disfruté. Bastante.

 

"Va a matarme un día de estos..." Negó internamente, conmovido. Por lo que murmuró un:

 

- Yo igual.

 

- Lo sé.

 

"O mejor lo mato yo" La parte conmovida murió rápidamente para darle paso a la venita que sobresalía en su frente.

 

- Eres un pedazo de imbécil - Se quejó, pero se le apaciguó un poco el enojo con otro beso.

 

- A veces - Tal vez fuera la humildad arropada con esa extraviada suavidad, pero el drama bajo con eficacia. Wao, eso de que el ambiente post sexo calma hasta a la fiera más jodida no era mentira entonces - Me parece que aún no han cortado el servicio del agua, ¿Aún quieres ese baño?

 

- ¿Bromeas? - Rió un poco - Te mataría por él.

 

- Entonces ve primero, debo enviarle antes un informe a Pain. No informaste de tu ausencia y yo tampoco. Es mejor ponerle de sobre aviso que estamos en el mismo lugar antes de que se genere un problema innecesario.

 

- Vale.

 

La verdad es que jamás había tenido un baño de lo más relajante. Era como si su ser lo hubiera estado pidiendo a gritos, y él estuvo feliz de complacerlo. Se tomó su tiempo para limpiarse, aunque lo cierto es que a pesar de los resquicios de sudor estaba bastante limpio. No tenía tierra ni suciedad por haber estado en la cueva y creíble o no, su cabello tampoco se había enredado tanto. Se quedó tanto tiempo en el agua solo para relajar los músculos, divagando en varios recuerdos.

 

Entonces uno en específico le golpeó.

 

"Ah, no me jodas... " Sintió su boca abrirse con incredulidad, indecisa de si sonreír o solo quedarse pasmada "¿Terminé esa maldita apuesta y no lo noté?"

 

La respuesta era sí.

 

Había dejado de pensar en ella cuando tocaron el tema del Genjutsu en la cueva submarina, y el resto de su mente había estado tan concentrada en la idea de que no sentía temor alguno por estar con ese sujeto que resultaba impresionante, en especial teniendo en cuenta lo paranoico que había estado con todo el asunto y más con la ausencia de ese trío de imbéciles; El haber estado tan afectado por tanto tiempo gracias a una apuesta que implicaba sexo y que al tenerlo no se acordase en lo absoluto de ella era simplemente extraño, pero también fantástico. Todo le había encantado, desde las pequeñas riñas hasta las incomodidades que generaban placer. Por supuesto, seguía raramente incómodo. Cojera no era, aunque si se le antojaba moverse algo más lento.

 

Se encogió de hombros. Ya se le pasaría.

 

Salió en toalla directo a su antigua habitación. Estaba algo revuelta, pero encontró la ropa que necesitaba gracias a que la otra estaba inservible, y se sintió algo más cómodo al tener puesto algo seco y limpio.

 

A su propio paso volvió a la habitación de Itachi y entró sin tocar. No le encontró allí así que supuso que estaba usando su turno en el baño.

 

Pudo elegir turbarse, pero decidió tratar de acomodar un poco el desastre que era el sitio. Era divertido pensar que parecía que un terremoto había pasado por allí, y resultaba que fue él; Recogió algunas armas, enderezó el poco inmobiliario y por último cambio las sábanas. Estaban mojadas al tacto por el sudor y su nivel de higiene le impedía acostarse sin cambiarlas primero, cosa que hizo luego de arrojar las otras a un cesto. Se echó de lado una vez terminó, y apenas sus latidos terminaron por retomar su ritmo normal, se encontró casi dormido.

 

Se espabilo un poco cuando algo le acarició un costado de la cara.

 

- Sí que eres silencioso... - Comentó en un susurro al ver que tenía al otro acostado junto a él. Estaba limpio y cambiado.

 

- Un poco, pero creo que también tiene que ver con qué es difícil despertarte.

 

- No estaba dormido - Arrugó el entrecejo, intentando esquivar el hecho de que para ser un ninja era más fácil tratar de parar el hambre que a él.

 

- Por ahora.

 

- ¿Mmm?

 

Con parsimonia Itachi estiró la mano que tenía en el rostro del artista hasta que rozó su oreja, y astutamente comenzó a acariciar esa zona por detrás, causando que los ojos azules se cerrasen casi de inmediato.

 

- Tramposo... - Mascullo Deidara con los ojos cerrados.

 

Escucho una pequeña risita cómplice, pero nada más.

 

Estaba muy cómodo, demasiado. Sus molestias pasaron a segundo plano cuando el sueño se abrió paso en su cabecita loca no menos de dos minutos después, sus pensamientos desvaneciéndose en la oscuridad ¡Ah, por fin algo de paz y serenidad! Añoraba tanto ese sueño luego de dos días angustiosos de solo pensar en desgracias, en los dioses desgraciados, en la apuesta, en la cacería del...

 

"¡En el nombre de Satanás!"  Se alarmó de repente.

 

¡La misión! ¡Tenía que cazar al Jinchuriki del Ichibi con Sasori! Qué coño, eso no era lo más importante ¡El escape! ¡Se tenía que fugar de Akatsuki en menos de unas horas y estaba a kilómetros del sitio!

 

- ¡Joder! - Se incorporó tan rápido que el sueño se lo resintió con un pequeño mareo de queja.

 

Itachi se levantó como si de repente alguien se fuera infiltrado para matarlos a machetazos.

 

- ¿Que sucede?

 

- Tengo misión mañana... O en unas horas. La verdad es que no tengo idea de cuánto me tarde en esa cueva - Se llevó una mano a la cabeza con frustración y miró a su acompañante - ¿Qué hora es?

 

- Las seis de la mañana, me parece.

 

Estaba muerto.

 

- Ahg, necesito irme - Informó con desanimo - Pain va a fusilarme si no llego a tiempo ¿Puedes usar la misma técnica para volver?

 

- Si - Más depositó una tranquilizadora mano en su hombro - Pero no es necesario que te vayas tan temprano, ¿A qué hora debes estar allá?

 

- Con Sasori deberíamos partir a las diez, más o menos.

 

Itachi asintió.

 

- Puedo llevarte a las nueve y media, tendrás media hora para terminar de alistar lo que necesites para la misión. Por ahora sí quieres puedes dormir o solo quedarte aquí, tienes tiempo de sobra.

 

Con ese problema menos, la respuesta fue de lo más fácil. Y cuando la mano tiró de él hacia atrás, cayó felizmente de vuelta a la cama.

 

- ¿Sigues cansado?

 

- Algo... - Si de ser específicos se trataba, entonces estaba más molido a nivel interno que cansado - Ya se me pasará.

 

- ¿Duele?

 

- No.

 

- Dei... - Advirtió en ese tonito de superioridad tan suyo, y él resopló.

 

- Molesta, es diferente - Arqueó una ceja en su dirección - Es extraño que hagas tantas preguntas, ¿Si recuerdas que estoy entrenado y me han dado palizas peores, verdad? La tuya fue una de ellas, de hecho - Por la gravedad de esos golpes al despertar en este mundo agradecía que las figuras no le fuesen devuelto un día atrás, porque esos golpes debieron doler como en infierno en su momento.

 

- Lo recuerdo - Lo sabía, realmente lo sabía, es solo quería agregar algo como "Aun así me preocupo por ti" pero le costaba. De adolescente se le daba bien expresarse, pero la apatía le envolvió tanto que ahora muchos de esos sentimientos tenían problemas para manifestarse al mundo exterior. Con Sasuke resultaba fácil porque era su hermanito menor, pero Deidara era diferente. La atención no era la misma ni tampoco los sentimientos - Te ofrecería curarte, pero no lo aceptarías.

 

Sonrió.

 

- Me conoces bien.

 

- Conozco muchas cosas de ti, pero no tanto como quisiera.

 

- ¿Quisieras conocerme? - La idea ya le resultaba loca de por sí. Abrió bien los ojos - ¿Enserio?

 

- No es tanto el querer como el poder, Deidara - Se mostró muy serio - Y contigo hay muchas cosas que no puedo saber.

 

Lo dijo antes y lo diría ahora: Estúpidas reglas.

 

- Cierto...

 

- Aún sigo sin saber cómo me reviviste, por ejemplo.

 

- No lo he olvidado.

 

La sensación fue tan amarga que se sentó de nuevo, su sexto sentido infalible para deducir conversaciones incómodas estaba sonando y no podía sino sentirse mal por lo que tenía que responder.

 

- Deidara - Imitando su acción, el azabache le miró directo a los ojos - ¿Porque no puedes decir nada?

 

"No puedo mentirle..." Y tampoco quería hacerlo, la verdad ¿Pero que podía responder?

 

- Te dije que...

 

- Tengo en mente todo lo que me dijiste ese día - Hizo una pausa para suspirar - También sé que me mentiste en casi todo excepto en una cosa: Que no podías decir nada. Lo único que no termino de comprender es el porqué.

 

- No puedo tocar el tema, Itachi.

 

- No necesito que toques el tema, solo quiero saber qué es lo que te impide hablar.

 

- ¿Acaso te harías una idea de todo el panorama solo con esa respuesta?

 

- No necesito más - Fue una afirmación segura y sin dudas. Podría haber sonado arrogante de no ser porque era Itachi Uchiha y lo encontraba lógico por el simple motivo de que era él.

 

Y que el tipo era un puto genio, claro.

 

- No sé si pueda.

 

- Podrías intentarlo si quieres.

 

- Es... - Se mordió el interior del labio ¿Contaría como trampa si no decía el contenido del libro pero si el título?

 

"¡Ja! ¿Tú qué crees?"

 

El susto que se llevó fue tan jodido que de no ser porque perdió temporalmente el control de su cuerpo habría brincado hasta chocar con la pared. Una ola del poder más celestial le envolvió el alma para transformarse de nuevo en esa soga fuerte y única que representaba su conexión con ese trío de locas sociópatas. Podía sentirlas tan detalladamente que era casi como si compartieran el mismo espacio. "¡Al fin!" Pudo gritar de alivio, pero el impacto de sentir su propia voz fue más grande.

 

- No puedo comentártelo, no porque quiera. Realmente no puedo.

 

"¿Y esto?" Ser controlado de esa forma como si fuera una de las marionetas de su compañero era raro cuanto menos; Un repentino latigazo de dolor le escoció cerca del nacimiento del cabello en la nuca, y contuvo una queja.

 

- ¿No puedes? - Reiteró el azabache, entrecerrados los ojos.

 

Recuperó su cuerpo rápido, y lo primero que hizo fue llevarse la mano allí, algo ardía al tacto como si le estuvieran quemando vivo.

 

- Al parecer no.

 

Itachi cayó entonces en la mano del chico que se sostenía el cuello como si se le fuera a caer.

 

- ¿Que tienes?

 

Su titiritero fue más rápido que él.

 

- Quema como advertencia.

 

"¿Advertencia?" Se descolocó completamente ¿Ahora qué coño estaban planeando esas tres?

 

- Déjame ver.

 

Sintió como si alguien le diera una zape detrás de la cabeza, en plan de "Inclínate, idiota". Se reservó la maldición que eso le produjo, haciendo caso y agachando la cabeza. Cuando Itachi echó un vistazo, volvió a su sitio con una cara que dejaba mucho que desear.

 

- ¿Quién te puso eso? - Urgió mortalmente serio, pero solo recibió silencio, es decir ¿Quién le puso qué?; Lo intentó de nuevo - Tienes un sello, es similar al que utilizan en la "Raíz" de Konoha. Pero más poderoso.

 

- Y doloroso - Añadió torciendo la boca. Vale, que esa solución era buena pero estaban exagerando con el dolor.

 

- Eso te mantiene callado, supongo - Inclinó sospechosamente la cabeza hacia un lado - No lo habías mencionado antes.

 

- Antes realmente no había querido decir nada - Ese no fue él, pero no sé equivocaba.

 

- Tiene sentido.

 

La falta de respuesta por parte del personaje omnisciente le reveló que ya no necesitaba tanta ayuda con el tema. No obstante, había una pequeña curiosidad que nadaba en su mente, es decir, puede que la marca solo quemase y no hiciera nada más. Tal vez solo era una pose...

 

- La verdad es que jamás he tratado de comentar nada - Algo le decía que eso era una mala idea, más no le hizo caso - Podría intentar a ver, sé que no voy a morir.

 

- Suenas muy seguro.

 

- De eso sí lo estoy, así que podría tratar de darte una pista.

 

- Si estás muy seguro de eso, entonces... - Itachi no pensó demasiado su pregunta - Aparte del sello ¿Porque no puedes decir nada sobre quién te ayudo a revivirme?

 

Sucedieron tres cosas.

 

La primera es que se impresionó por el hecho de que se le notaba bastante seguro de que no le había resucitado él, incluso hasta lo hizo sonar como si él no hubiera hecho nada, cosa que así fue. Lo segundo es que también intuía que existía algo más que solo un sello para mantener su silencio. Y lo tercero, es que en el miserable momento en el que fue a abrir la boca para decir algo tan básico y simple como "Porque esa persona me prohibió revelar su existencia" la marca le lanzó un chispazo. Fue como una corriente profunda y devastadora que le traspaso la piel, desconectando todos los cables de su cerebro. Y si antes no tenía sueño, lo termino teniendo de todas maneras.

 

Cuando se desplomó de repente, lo único que escuchó antes de dormirse fue el eco de su último pensamiento consiente...

 

"Malditas figuras locas"

 

 

 

 

 

 

 

 

Continuará...


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