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Un bebé en camino por Kirah69

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Al día siguiente, después de trabajar, Stiles fue a la Mansión Hale. Se esperaba encontrar un montón de cajas en la entrada o en el salón, pero no había nada. Después de todo lo que Peter había pagado, dudaba que se retrasaran con el envío.

—¿Peter?

—¡Arriba!—escuchó desde las escaleras.

Stiles subió las escaleras. Había visto toda la casa cuando la habían inaugurado, pero solo los Hale subían a las habitaciones a menos que alguien se quedara a dormir (y eso no pasaba muy a menudo). Encontró a Peter en una habitación vacía. O lo estaría de no ser por las montañas de bolsas y cajas que habían llevado. Peter estaba sentado en el suelo con un libro de instrucciones en las manos y una caja abierta frente a él.

—¿Esta será su habitación?—preguntó apoyado contra el marco de la puerta.

—En realidad la de al lado. No es buena idea montar ahí los muebles antes de pintarla o habría que cubrirlos o moverlos.

—Bien pensado. Este fin de semana podría ponerme con la pintura. ¿Qué estamos montando?—se agachó junto a él y comenzó a sacar los componentes de la caja, colocándolos en el suelo ordenados.

—El cambiador. También montaremos la cuna. El armario lo dejaremos para cuando podamos hacerlo en la otra habitación, para no tener que moverlo.

—¿Será suficiente? El armario, me refiero. Con toda la ropa que has comprado.

—Compraremos otro armario si hace falta.

—Si sigues comprándole tantas cosas, lo vas a malcriar.

—Deja que se malcríe—replicó encogiéndose de hombros. Stiles resopló con una sonrisa—. ¿Le has dicho a tu padre que te mudas aquí?

—Sí, se lo ha tomado mucho mejor de lo que me esperaba. Sabe que sería complicado los dos solos, ambos obsesos del trabajo.

Peter bajó el libro de instrucciones y le miró a los ojos con una expresión determinada.

—Stiles, vas a ser un gran padre, no tengo ninguna duda de ello. Sí, te obsesionas con las investigaciones y los misterios, pero también te obsesionas con cuidar de los demás y sé que tu hijo será el número uno de tu lista de prioridades.

Quería besarle, en ese momento y ahí mismo, entre todas las cajas de muebles y juguetes. El impulso era enorme porque, joder, Peter lo conocía tan bien y siempre sabía qué decir. Tensó las piernas y la espalda a propósito para no moverse. Realmente no era el momento, no quería que las cosas se pusieran incómodas si estaba leyendo mal la situación.

Hizo bien porque apenas un minuto después apareció Derek. Observó alrededor de la habitación, sus cejas contrayéndose como si no estuviera seguro de qué pensar.

—¿Por qué habéis comprado tanto?—preguntó.

—No sé si lo recuerdas, pero los bebés necesitan muchas cosas. En la manada no necesitábamos comprar casi nada porque la mayoría de cosas pasaban de unos a otros, pero este será el primer bebé de esta manada y si hay otros sus cosas pasarán a ellos. ¿Por qué no nos echas una mano?—le preguntó Peter agitando el manual de instrucciones.

Derek arrugó la nariz y sacudió la cabeza.

—¿Y meterme en medio de eso? Ni loco.

Se dio la vuelta y se marchó. Stiles lo miró confuso, no estaba seguro de a qué se refería con «eso», pero no le importó que se fuera, no le apetecía pasar la tarde escuchando quejas u órdenes del lobo. Observó todas las cajas y bolsas que los rodeaban y pensó en todo lo que habían costado. Quizá Derek tuviera razón, tal vez fuera demasiado. Puede que en el futuro hubiera otros bebés que pudieran utilizarlo también o tal vez no. Es posible que si Scott tuviera un hijo no quisiera utilizar lo que Peter había comprado solo por cabezonería. Es posible que ni siquiera él llegara a utilizarlo.

—Tal vez no deberíamos montarlo todavía—murmuró, aunque fue suficiente para que Peter lo oyera.

—¿Por qué dices eso?

—Aún quedan más de dos meses, podrían pasar muchas cosas.

—¿Podrías cambiar de idea respecto a cuidar de tu hijo?

—¡No! ¡Claro que no!—replicó casi ofendido—. Pero... ella podría cambiar de opinión. Podría decidir quedárselo.

—Dijiste que lucharías por la custodia.

—La custodia compartida—le corrigió—. Nunca intentaría quitárselo a su madre si quiere estar con él. El problema es que... ella vive en Minnesota—Peter arrugó el gesto, probablemente pensando lo mismo que él la primer vez que lo oyó, un clima demasiado frío, nublado y ventoso para un californiano—. Y no podría tener a mi hijo viajando de un lado a otro del país cada dos semanas o lo que sea que decida el juez. Ni siquiera sé si me concedería la custodia si ese fuera el caso.

Peter se arrodilló, acercándose a él, y le dirigió una mirada firme.

—Si tenemos que ir a vivir a Minnesota para que estés con él, iremos. Ese niño ya es parte de la manada y nadie nos lo va a quitar. Sea cual sea la situación, me aseguraré de que consigas la custodia. Tanto si tengo que contratar a una legión de abogados como si tengo que hacerlo yo mismo.

Había usado el plural, Peter estaba dispuesto a mudarse a Minnesota por él. Solo podía ver determinación y sinceridad en esa mirada y consiguió que se sintiera más seguro. Y cachondo. No podía negar que le ponía que fuera tan protector con su futuro hijo, con él. Si algo admiraba era la lealtad a la familia.

—¿Alguna vez llevaste casos de custodia?—preguntó y tuvo que aclararse la garganta.

Pudo oírle inspirar hondo y sus pupilas se dilataron.

—Mis casos eran más... financieros—respondió con voz algo ronca—, pero los haría pedazos por ti.

Eso era suficiente. Se lanzó sobre Peter desequilibrándolo y lo besó con toda su energía. Fue torpe y algo desesperado, sus dientes chocaron por un momento y sus piernas golpearon contra las piezas del cambiador. Entonces una mano agarró su trasero y la otra su nuca para guiar su cabeza en el ángulo perfecto. Stiles gimió cuando el beso pasó a ser profundo y apasionado, no menos desesperado. Peter deslizó una pierna entre las suyas y levantó las caderas. Stiles se quedó sin aire por un instante y embistió contra él. Estaba solo medio duro, pero si seguía así no tardaría en correrse en sus pantalones.

—Peter...—gimió y el lobo aprovechó para bajar por su mandíbula, dando pequeños mordiscos entre los besos.

No podía creer que estuviera haciendo esto con todo lo que estaba pasando. ¿Estaba a punto de ser padre e iba a empezar una relación que no sabía a dónde lo llevaría? No quería parar, pero tampoco quería cometer un terrible error en ese momento. Se incorporó de repente y se apartó a un lado, jadeando y con demasiado calor. Observó a Peter aún tumbado en el suelo, mirándolo con expresión confusa. Joder, quería volver sobre él.

—No es que no quiera. Quiero, de verdad—se apresuró en asegurarle para que no hubiera malentendidos.

—Eso puedo olerlo—respondió Peter incorporándose.

Stiles puso los ojos en blanco, no era necesario tener una nariz sobrenatural para darse cuenta de cuánto lo quería.

—Solo... Es un momento un poco... Creo que primero tendríamos que... ¿hablarlo...?—balbuceó nervioso. Buena forma de cortar el rollo.

—Por supuesto. Y decidas lo que decidas, nada cambiará respecto a esto—le aseguró, indicando con gesto hacia la habitación en general.

Stiles suspiró y sus hombros se relajaron. Sabía que Peter era sincero y eso le quitaba un peso de encima.

—¿Podemos hablarlo en un lugar más cómodo?

Peter se levantó y le tendió la mano. Bajaron al piso de abajo y Peter sacó un par de bebidas del frigorífico y un paquete de Reese's.

—¿Estás sobornándome?—preguntó, cogiendo el paquete encantado.

—Endulzando el camino.

Se sentaron en el sofá, uno en cada esquina, pero mientras que Peter estaba relajado con un brazo sobre el respaldo del sofá y las piernas medio estiradas, Stiles estaba vibrando, bastante literalmente, en su asiento. Se comió nerviosamente una taza de Reese's antes de poder hablar.

—No quiero un rollo pasajero—soltó después de tragar el último trozo—. Voy a tener un hijo y, aunque a Liam encontrar novia le parezca lo más importante, a mí no me importa estar soltero. No quiero perder mi tiempo, tiempo que podría estar pasando con el bebé, con un lío que no va a durar. Ya hice eso en la universidad, ya lo he experimentado y no es para mí. Un chico con un plan de diez años para conquistar a alguien, ese soy yo, así que si no es eso lo que buscas... prefiero que me lo digas cuanto antes para poder ignorar mis sentimientos por ti y que esto no se vuelva terriblemente incómodo.

Cogió aire por primera vez y se metió otra taza en la boca para no seguir divagando. Peter lo estaba mirando con una sonrisa y con expresión tranquila. Stiles parecía el único nervioso allí. Hizo un gesto ansioso con la mano para que empezara a hablar.

—Si quisiera un rollo sin importancia, no lo buscaría dentro de mi propia manada, no soy tan insensato—omitió decir «como Scott», pero quedaba claro—. Te dije hace tiempo que me gustabas y es así, en más de un sentido. Y por la forma en que amas y en que te aferras a quienes amas no podría pensar en nadie mejor para una relación a largo plazo.

Stiles agachó la cabeza con las mejillas ruborizadas y empezó a retorcer el plástico del paquete entre los dedos.

—Me haces sonar como un acosador—murmuró medio en broma.

—Leal y protector. Dos de los rasgos más importantes en nuestro mundo y tienes muchos otros—solo Peter puede conseguir que esa frase suene tan sucia. Por su sonrisa, debía de ver el efecto que le causaba—. Escucha, Stiles, no puedo asegurar que esto durará para siempre, ni siquiera que funcionará, pero sí me gustaría que así fuera. Y si no, te aseguro que no afectará en absoluto a la forma en que pienso malcriar a tu hijo.

Una especie de gemido se escapó entre sus labios y Stiles se lanzó por segunda vez sobre el lobo. Peter acomodó sus alocados miembros para sentarlo a horcajadas sobre él mientras Stiles atacaba su boca con todas sus ganas, pero apenas se había puesto a tono cuando escuchó un gruñido. Levantó la cabeza para ver a Derek apretándose la nariz con los dedos y con los ojos fuertemente cerrados.

—¡En el sofá no!—exclamó con un tono ridículo por la nariz tapada y prácticamente salió corriendo.

Stiles resopló una risa y ocultó el rostro en el cuello de Peter, su pecho también vibraba con la risa.

—¿Llevamos esto a mi habitación?—le susurró el lobo al oído.

Stiles asintió con energía y besó ese increíble cuello (¡al fin podía hacerlo!). El lobo gruñó y lo agarró por los muslos. Se levantó con él como si no pesara nada y Stiles rodeó su cintura con las piernas. Subió con él las escaleras sin la más mínima dificultad mientras Stiles seguía abusando de su cuello. Podía sentir las puntas de sus garras donde lo estaba sujetando y se sintió orgulloso. No era habitual que el lobo perdiera el control, pero Stiles lo estaba consiguiendo con solo unos besos.

Soltó un grito cuando lo tiró sobre la cama y sintió un escalofrío cuando vio los brillantes ojos azules mirándolo. No era un chico con muchos fetiches raros, pero tenía algo por los hombres lobo, toda esa fuerza y ese lado salvaje y peligroso. Peter ya estaba cumpliendo sus fantasías.





Tuvo que levantarse extra temprano para tener tiempo de ir a cambiarse a casa. No podía presentarse en el trabajo con la misma ropa del día anterior, estaba rodeado de policías que no tardarían en deducir que había pasado la noche con alguien. No le importaba que se supiera, pero prefería ahorrarse las insinuaciones y bromas, algunos de sus compañeros se tomaban demasiadas confianzas con él por haberlo conocido desde que era un mocoso.

Peter se despertó brevemente cuando se libró de su abrazo de oso, pero se volvió a dormir con la cabeza hundida en la almohada que había ocupado. Tan lindo.

Cuando regresó a casa, Noah estaba en la cocina esperando a que el café terminara de prepararse. Intentó pasar a hurtadillas hasta las escaleras, pero no funcionó.

—¿Regresas ahora?—le preguntó su padre sin tan siquiera mirarlo, pero le interrumpió antes de que pronunciara palabra—. No. No quiero saber lo que hace mi hijo con un hombre que le duplica la edad.

—¡Ya no me duplica la edad!—se quejó.

—Solo avísame si hay que deshacerse de un cuerpo.

Stiles suspiró. Al menos ya no tenía que contárselo a su padre y se lo había tomado mejor de lo que esperaba.

Esa tarde regresó a la mansión, pero esta vez se encontró a Peter en la habitación que sería la del bebé. La cuna y el cambiador ya estaban montados en la otra habitación y ahora estaba colocando cinta de carrocero en el marco de la ventana de la habitación vacía.

—¿Vamos a pintar?—preguntó.

Le saludó con un beso que pretendía ser breve, pero no pudo evitar quedarse enganchado a sus labios ahora que lo tenía ahí. Suspiró contento cuando se apartaron.

—Primero tendrás que escoger el color—respondió, acariciando su mejilla con la nariz.

Le entregó unas tarjetas con muestras de colores y Stiles comenzó a estudiarlas todas. Era difícil porque le gustaban todos, tan solo podía descartar directamente la gama de grises y marrones. Peter ya había terminado de poner toda la cinta y aún no se había decidido. Normalmente esto le llevaría días, pero no quería hacerle perder el tiempo.

—No tengo ni idea de cual escoger. ¿Alguna sugerencia?—le preguntó cuando se sentó a su lado.

—No pienses mucho en qué le gustará al bebé, escoge lo que a ti te guste. Solo evita los colores fuertes y la gama entre rojos y amarillos intensos. El amarillo suave está bien, pero uno intenso le hará llorar. ¿Cuál es tu color favorito?

—Bueno, la mayor parte de mi armario es roja y azul. Pero pintarlo de azul es tan... estereotipo.

—¿Así que si cuando crezca te pide pintarla de azul, le dirás que es demasiado estereotipado?

—No, claro que... Vale, lo pillo—extendió la paleta de azules y aun así no era fácil escoger uno porque realmente le gustaba ese color en todas sus tonalidades.

—¿Derek?—llamó Peter sin levantar mucho la voz y este apareció un momento después asomándose con cautela a la puerta—. ¿Te apetecería pintar un mural?

Stiles levantó la cabeza y miró al lobo, que había arrugado el gesto.

—¿Puedes?—preguntó sorprendido.

Derek suspiró y asintió.

—¿De qué lo queréis?

—¡Un bosque! Ahí—respondió de inmediato, señalando hacia la pared de la ventana.

—¿Quieres un bosque en la pared con una ventana que mira al bosque?—preguntó con el ceño fruncido.

—Exacto, para que siempre pueda verlo aunque sea de noche. No será un hombre lobo, pero vivirá rodeado de ellos y si se parece en algo a mí...

—Se comportará más como un lobo que los propios lobos—continuó Peter con una sonrisa.

Stiles se encogió de hombros, tenía razón.

—Vale, iré a por la pintura. ¿Para el resto de la habitación?

—Azul cielo, coge el tono que quieras, me gustan todos.

Derek asintió con un gruñido y se marchó.

—También tienes que escoger uno para tu habitación. Puedes quedarte con la habitación donde están las cajas o la de enfrente a esta, la que prefieras—le dijo Peter.

Stiles se inclinó contra él y apoyó la cabeza en su hombro.

—¿Eso significa que no voy a dormir contigo?

—Todos los días si quieres, tú y el bebé. Mi habitación es la siguiente, considérala tuya, pero siempre es bueno tener tu propio espacio.

La disposición de las dos plantas superiores de la mansión era sencilla: un pasillo se extendía de derecha a izquierda de las escaleras con habitaciones y baños a ambos lados; al final de cada extremo había una habitación doble que daba a ambos lados de la casa y a un lateral; una de esas habitaciones se había convertido en la biblioteca, las otras tres tenían un baño adjunto y ventanas en tres de las cuatro paredes. Las dos en la primera planta eran para los Hale, la tercera estaba reservada para el alfa (no es que Peter quisiera dársela a Scott, pero era una tradición). La habitación del bebé estaría pegada a la de Peter y Stiles decidió quedarse con la que estaba al otro lado de esta para escuchar mejor al bebé.

Le envió un mensaje a Derek diciéndole que comprara pintura azul suficiente también para su habitación. Con el mismo tono el bebé no notaría la diferencia cuando se lo llevara a dormir allí.

Comenzaron a pintar esa misma tarde en cuanto Derek regresó. Entre los tres no tardaron en dar la primera capa de azul a la habitación del bebé.


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