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Hasta donde llegamos? por eggy33

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Brody se dejó caer agotado sobre la banca del camarín de gimnasia, masajeando su propio hombro. Había sido una clase especialmente jodida, en pleno febrero y con un frío que te cagas ahí afuera, el pasto húmedo y lleno de charcos pantanosos, la lluvia incesante y la completa falta de un gimnasio techado en aquella porquería de escuela.

Habían estado jugando al futbol, hasta que el partido relativamente amistoso había degenerado en una batalla de egos entre su mejor amigo Donny y el imbécil de Harry Strabane, las faltas mal disimuladas no habían tardado en dar paso a los puñetazos directos, y ahora todos parecían un montón de cerdos rebozados en barro.

Brody se arrancó la fangosa camiseta con gesto impaciente mientras Donny y Curly se dejaban caer sentados a su lado para desabrochándose las zapatillas llenas de agua.

-Y una mierda, estaban nuevas-se lamentó Brody alzando un pie y mirando sus zapatillas embarradas.- ¡Eran blancas hace dos días, joder!

-Ni que hubieras pagado una libra por ellas-gruñó Curly mientras señalaba sus zapatillas mucho más ruinosas.-Esas te las compró ese tipo…Fred?

-Artie-lo corrigió Brody sonriendo coquetamente.-Fred era demasiado aburrido, demasiado inglés. Pero Artie es americano, el tío está forrado, el otro día me llevo a comer a Leeds…

-Idiota-dijo Donny sonriente mientras intentaba limpiar el barro de su rostro.-No sales con alguien porque te guste la comida, digo yo.

-¡¿Y cómo sabes tu que no estoy locamente enamorado!?-protestó Brody.

-Porque eres tú-dijo Curly mientras raspaba sus nudillos contra su cabeza.- Lo que pasa es que tu te enamoras de alguien cada semana, y parece que últimamente te han estado gustando los regalitos.

-Anda, me gusta que me mimen, vaya crimen-dijo Brody enarcando las cejas. Su sonrisa era irónica y satisfecha, de labios finos y delicados y su cabello pelirrojo, cayendo desordenado casi hasta llegar a sus hombros.  Donny se había pasado así toda la vida viendo esa cara idiota, conocida y querida. Con sus ojos de gato color miel que siempre brillaban con un aire juguetón, Brody era su mejor amigo, su vecino, su hermano de otra madre. Y también su constante dolor de muelas con aquella cabeza de chorlito que parecía querer saltar desde un placer al otro, sin bajar nunca a la realidad.

-¿Así que ahora lo vendes ,eh?-soltó Edwin, uno de los imbéciles amigo de Harry Strabane y su panda de racistas hijos de puta que se rapaban la cabeza y usaban botas de combate.-¿Si te compró un bolso puedo tener una noche Brode?

-Si le hablas así vas a tener que pasar la noche conmigo-dijo Donny levantándose amenazante, irguiéndose en sus 187 centímetros de rabia pura. Su rostro, normalmente amigable y abierto, se encontraba severo y terrorífico, con el cabello castaño oscuro y corto peinado hacia atrás, como una estrella de los 50´s, o como Fonzie en la televisión. Aquel estilo que le daba un aire cómico la mayoría de los casos, lo hacía parecer un autentico gánster cuando lo golpeaba la ira.

Edwin intentó dar el primer golpe, pero Donny lo esquivó con facilidad mientras ignoraba como Brody le decía que él bien podía lidiar con el maldito Edwin de los cojones. Pero se calló pronto para unirse a la pelea junto a Curly al ver que Harry y sus tipos también se unían.

Donny agarró a Edwin del brazo con el que había intentado golpearle y lo estrelló contra la pared dejándolo rápidamente fuera de combate, mientras Curly se pelaba con dos tipos a la vez, que parecían especialmente felices de poder golpear a un jamaiquino. Donny fue al rescate y Brody dio una certera patada en el tobillo de Harry haciéndolo caer en el piso, Brody comenzó a patearle aprovechando.

-¿No tuviste suficiente en la cancha Strabane?-dijo con una sonrisa sádica.-¿Tanto quieres jugar conmigo?-se río, una risa angelical y demoniaca a la vez, sus patadas cada vez más rápidas y brutales.-Es igual que cuando éramos niños y no te…-Brody no pudo terminar, Harry lo había agarrado del pie y embestido contra el suelo.

-¿Sabes lo que me jode Miller?-rugió Harry mientras impactaba un puñetazo en su oreja causándole un extraño zumbido. Brody sintió como Harry lo agarraba del cuello acercándolo a su rostro.-Me jode que no solo seas un puto pervertido sino que también andas por ahí celebrándolo. Nadie quiere ver gente asquerosa com…

Esta vez fue Harry el que no pudo terminar por el firme golpe en el cuello que Donny le dio desde atrás, lo suficientemente fuerte para hacer que al bruto de Harry le temblaran las piernas hasta sentarse. Brody se masajeó el cuello magullado, Curly tenía el labio un poco roto y el condenado de Donny sin un solo rasguño, los otros tipos en el suelo quejándose, un desastre.

-Ya era hora-dijo Brody parándose y buscando la ropa limpia en su bolso.-Oigan vayan parándose antes de que el profesor venga a echar la lata-continuo dirigiéndose a los tipos en el suelo.-¿Estás bien?

Dijo lo ultimo a Donny que parecía contrariado, su cabeza siempre quedaba un poco echa un lío después de pelear, eso era normal. Lo que de verdad pasaba es que le sacaba de quicio que se metieran con Brody, sobre todo que lo hicieran por algo que no era ni bueno ni malo, algo que solo era. Él nunca había pensado en Brody como alguien diferente, ni siquiera cuando se lo confesó nervioso cuando tenían diez años, solo era Brody.

-Estoy bien, salgamos de aquí. Creo que los tres necesitamos una pinta.-En el pub del tío de Brody podían tomar cerveza sin problemas, algo que jamás se les ocurriría en el restaurante de la familia de Donny.

Con todo lo de la pelea, cuando dio el timbre todavía estaban arreglando sus cosas para irse. Un chico bajo y delgado, de cabello rizado y rubio y ojos verdes se plantó en la puerta con dos chicos de último año tras él y silbó ruidosamente con los dedos.

-Vamos despejándose gente, necesito el local-dijo el rubio en tono arisco, era un chico delgadísimo y su ropa estaba aún más harapienta que la de Donny que ya había pasado por sus tres hermanos mayores.

Donny y Brody pasaron junto a él y salieron del camarín con la vista baja, a diferencia de la mayoría de los chicos que regaban de las burlas e incordias usuales al rubio.

-¿Ese es el famoso Izzie?-preguntó Donny a Brody, este asintió con la cabeza.-Me lo imaginaba, no sé…diferente.

-¿Diferente cómo?-preguntó Brody curioso.

-Ni idea-dijo Donny encogiéndose de hombros.-¿Entonces es cierto lo que dicen de él?

-Así parece-dijo Brody con tranquilidad, pero al ver el semblante preocupado de Donny siguió.-Yo lo único que sé es que el tipo no es demasiado amigable, cuando me presenté y lo invite al grupo LGB me miró como si fuera un alíen y me dijo que me perdiera.

-Es que no lo entiendo—dijo Donny turbado.

-Oye qué hay que entender, no le gustó la idea. Quizás ni siquiera es gay ni nada, no hay que serlo por fuerza para hacer lo él hace.-dijo Brody con tono despreocupado.

-¡Lo que no entiendo es por qué lo hace?-dijo Donny subiendo la voz.-quiero decir ¿por qué en la escuela?¿en su primer año?¿Y por dinero?¿Con cualquiera?-Donny tuvo que respirar antes de terminar casi gritando-¿CON DOS A LA VEZ?

-Oye baja el tono, suficiente gritan los otros idiotas-lo regañó Brody.-¿Y porqué otra cosa lo va a hacer, eh?-dijo poniendo los ojos en blanco.-Necesita el dinero, ni idea para qué, pero joder si lo necesita.

 

*****

 

 

Pegajoso. Así se sentía cada vez que terminaba: pegajoso, culpable y con la sensación de tener el olor de otros en su piel. “Es lo que hay”, eso era lo que siempre pensaba cuando recibía el dinero, aquellas arrugadas hojas de papel de las cuales dependía su fastidiosa vida. Y las estupideces que hacía para conseguirlo…

Pensó en eso mientras cerraba el puño en los billetes de cinco libras y el puñado de monedas que los tipos de último curso le habían dado. Cuando se había esparcido el rumor de su pequeño negocio, la clientela se había triplicado de la noche a la mañana, todos los días tenía tipos esperando, a veces en grupos, de dos, tres, incluso cuatro…Todos eran iguales, incluso los que le pedían cosas raras, al final del día todos terminaban sintiéndose igual: pegajosos, algo que lo hacía exigir el dinero y largarse lo antes posible.

A veces, como ese día lluvioso mientras abandonaba la escuela demasiado tarde, se sorprendía pensando en la vida que había tenido, algo que siempre intentaba evitar. Una vida donde su padre y su madre estaban allí, juntos, felices. Pero eso no servía de nada, lo único que lograba desenterrando el pasado eran heridas en su pecho que le hacían difícil respirar.

Estaba completamente empapado, pero siguió su camino por las calles grises sin intentar resguardarse. Cuando terminaba de hacer su trabajo era como si su cuerpo se le olvidará, ni el frío, ni el dolor, ni la vergüenza podían alcanzarlo cuando estaba en ese estado.

Se quedó plantado uno segundos frente a la pequeña casa pareada en la que había crecido, podía ver el pálido resplandor de la televisión encendida en el interior, proyectando luces fantasmagóricas desde la ventana con las cortinas mal corridas. Dio un hondo suspiro antes de abrir la puerta y orquestar una perfecta sonrisa en su rostro.

-¡Llegué!-dijo con su mejor voz alegre. La señora Pierson, que había ayudado en hospitales durante la segunda guerra y cobraba la mitad que una enfermera certificada, lo esperaba sentada en el sofá frente a un programa de juegos, al lado del sofá, la cama de hospital que había salido un ojo de la cara. Y su padre, todavía joven y apuesto, postrado.

Cada vez que se encontraba esa escena sentía que la sonrisa se le volvía más pesada e insostenible en el rostro, pero jamás la borraba, eso jamás.

-¿Cómo han estado hoy?-preguntó con voz animada mientras colgaba el gastado abrigo en la percha de la entrada.

-Ya sabes, fuimos a nadar y bailamos un poco, lo usual-dijo su padre burlón mientras cerraba el libro que tenía sobre las piernas paralizadas.

-Muy gracioso-dijo Izzie sarcásticamente sonriendo de verdad por primera vez aquel día. Quizás por eso volvía a casa, porque por muy doloroso que fuera llegar era el único sitio donde sabía sonreír.

-Vale, vale. La señora Pierson, aquí presente me ganó cuatro manos de bridge y dos de canasta, pero yo gané en el póker-dijo el hombre con jovialidad sonriendo divertido a ambos. Aun no había cumplido los 35 años, tenía su mismo cabello rubio y rizado y una forma de sonreír que antaño había fascinado a las mujeres.

-Tu siempre ganas en el póker-dijo Izzie mientras le entregaba cinco libras a la señora Pierson.-Espero que no hayan apostado de nuevo-dijo sonriente mientras la anciana señora Pierson enrojecía dejando claro que, efectivamente, habían estado apostando.

La señora Pierson se fue e Izzie se colocó el delantal de cocina mientras comenzaba a hurgar en las alacenas en busca de una lata sin abrir, no importaba su contenido. No había nada, ni frijoles, ni habas, ni atún. Solo polvo y cucarachas mejor alimentadas que él.

-Parece que estamos cortos de provisiones de nuevo-suspiró Izzie mientras se sacaba el delantal con desgano.

-Eso porque dejas que la señora Pierson almuerce aquí, esa mujer tiene apetito, nos va a llevar a la ruina.-dijo su padre reclinándose en la cama y encendiendo un cigarrillo.

-¿Y qué quieres que haga, eh? La señora Pierson trabaja cinco días a la semana y por una miseria, lo mínimo que puedo hacer es darle de comer.-dijo Izzie mientras le robaba unas caladas del cigarro.-Además, creo que trabaja solo porque te encuentra guapo.

-¿Aun lo tengo, no?-dijo su padre poniendo poses de supermodelo.

-Aun lo tienes-dijo Izzie con una sonrisa suave devolviéndole el cigarrillo.-tengo algo de dinero encima, voy a ver si encuentro algo abierto, sino te prometo un buen desayuno ¿vale?

-Vale, vale. Solo recuerda tener suficiente para pagar la luz a final de mes, si me quedo sin televisión quizás me terminé casando con la señora Pierson.

-¿Alguna cosa más?-preguntó Izzie burlón.

-Eres el mejor-dijo su padre, serio por primera vez aquella noche. Izzie sintió un tirón en la garganta mientras cerraba la puerta tras de sí.

 

*****

 

-No debimos habernos quedado tanto rato-gruñó Donny mientras caminaba tambaleándose contra una pared. Una pinta se había convertido en…muchas, lo suficiente para que todo el mundo se moviera como una noria, por lo menos. Donny ya sentía el estómago revuelto, pero Brody, aunque más pequeño, tenía mejor resistencia y andaba bastante erguido.

-Estábamos celebrando-dijo Brody con voz ebria mientras ayudaba a Donny pasando su mano por el hombro.

-¿Celebrando qué?

-Uf, no sé, que sobrevivimos a la primera semana de clase o algo así-dijo Brody.

-Todavía es jueves, tonto del culo-digo Donny riéndose un rato par luego quedar mortalmente serio.-Mierda, es jueves ¡Mis padres me van a liquidar!

-Eso seguro, y la resaca no va a ser muy amable tampoco-dijo Brody con un suspiro plantándose frente al restaurante italiano de la familia de Donny, era un lugar pequeño y sencillo, pero la comida era increíble, sobre todo para Brody ya que ni él ni su madre eran los mejore cocineros. Estaba justo al lado del edificio de viviendas sociales donde vivía Brody.-¿Qué, te vienes si la cosa está muy cruda en casa?

-Puede ser, ojala no hagan un escándalo-dijo Donny apoyándose contra la puerta de entrada haciéndola crujir, en ese mismo instante la luz del piso de arriba se encendió y Donny lanzó un largo suspiro.-Me estaban esperando, huye.

Brody asintió y se largó corriendo, cuando entraba al edificio pudo escuchar perfectamente los gritos de los padres de Donny en la noche, se sintió mal, sobre todo porque no había nadie esperando en casa para gritarle: su madre trabajaba los turnos nocturnos en un bar como camarera, las pocas veces que se topaban su madre tampoco tenía tiempo de gritarle, prefería salir con él al bosque y tomar fotografías o jugar en la sala de revelado que había armado en el pequeño apartamento. Su madre adoraba las fotografías y los collages, hacía años que intentaba surgir como artista, pero no lo había tenido fácil, con un hijo desde que era muy joven, al que adoraba pero que sin duda le daba trabajo. Desde que Brody era niño que amenazaba con mudarse a Londres pero nunca terminaba haciéndolo, probablemente porque el barrio era como su familia desde que se había mudado allí con Brody a los 17 años.

Subió las escaleras sin prisa, el edificio era demasiado antiguo y barato para tener ascensor, pero Brody solo vivía en el quinto y no le molestaba demasiado. Excepto cuando a veces algunas vecinas tocaban su timbre para que ayudara a subir la compra, algo que Brody calificaba de molesto pero necesario, si no quería que nadie llamara a la policía durante alguna de sus fiestas.

Cuando llegó al tercer piso se dio cuenta de que había un hombre encorvado sobre una puerta con actitud sospechosa, Brody se preguntó si el hombre se tambaleaba o si era su propia vista de borracho.

-¿Te ayudo?-preguntó Brody sobresaltando al tipo que se dio la vuelta repentinamente, en su mano temblorosa empuñaba una llave. Su rostro, que habría sido muy apuesto de otra manera, se hallaba completamente congestionado por el llanto.

-No puedo…-dijo el hombre entre sollozos y con voz ahogada.-¡Ay, no puedo!

-Está bien, está bien-lo tranquilizó Brody rodeándolo con el brazo, incluso con su propio olor a cerveza pudo sentir la peste a ginebra que el hombre despedía.-¿Qué es lo que no puedes hacer?

-Abrir la maldita puerta-dijo el borracho deshaciéndose en sollozos contra el hombro de Brody. Este no pudo evitar echarse a reír, al fin y al cabo, después de verle la cara llorosa se había imaginado que el problema era más grande que eso…tampoco es que él no hubiese llorado por tonterías estando así de borracho.

-Vale, dame la llave-El borracho lo miró con el rostro esperanzado, con el semblante más claro Brody notó que tenía un rostro apuesto, serio, con una barba corta y descuidada, ojos azules y cabello oscuro como la noche. El hombre colocó delicadamente la llave en su palma y se dejó caer sentado junto a él. Brody se concentró agarrando la llave con firmeza haciendo lo posible para dar con la rendija en la mala iluminación del edificio. Pero la maldita llave no encajaba…al parecer se encontraba más borracho de lo que creía. Al sexto intento la puerta se abrió de golpe y se encontró cara a cara con la señora Thompson.

-¡Brody Miller qué te crees que estas haciendo, acaso eres un ladrón ahora!-gritó la señora Thompson llena de indignación.-¡Cómo puedes robarme, después de todas las veces que te cuidé cuando niño!

-¡No, no!-saltó Brody demasiado borracho para todo aquello.-Señora Thompson ha habido una confusión, creí, bueno creímos, que esta era la casa de este señor-dijo señalando al borracho el cual seguía sollozando sin levantarse.

-¡19 años!-lo interrumpió la señora Thompson.-¡19 años viviendo en este edificio y vienes y me dices  que no sabías que vivía aquí!-su rostro se tornó aun más severo.-¿Estuviste bebiendo?

-Un par de copitas con la comida…-logró decir Brody antes de ser interrumpido por los rugidos de la señora Thompson, después de cinco minutos y dos vecinos mandándola al carajo Brody por fin logró preguntarle si sabía donde el tipo vivía, la señora Thompson dijo que en el octavo y le cerró la puerta en la cara.

-Joder, hasta que se calló-gruñó el borracho sobándose las sienes.

-¿Ni siquiera sabías en que piso estabas?-preguntó Brody exasperado. El hombre se encogió antes de echarse a llorar de nuevo.-Tranquilo, venga, te llevaré a casa.

-¿Y que pasa si no quiero volver?-explotó el hombre en llanto.

-Vamos viejo, no exageres.-dijo Brody con sonrisa sardónica, aquello era demasiado teatro.-¿Pasó algo?-preguntó Brody mientras le acomodaba el cuello de la chaqueta.-¿Tu esposa está molesta?-preguntó burlón.

-No-dijo el hombre con amargura, deteniendo los sollozos de golpe.-Ella ya no está en casa.

-Lo…Lo siento-dijo Brody furioso consigo mismo.-Escucha va a estar todo bien, te llevaré a casa y te prepararé una taza de té…

-¡Qué no quiero volver!-dijo el hombre con terquedad.

-¿No es como si pudiera dejarte aquí o si?-dijo Brody impaciente.-Venga te llevo a mi casa, ahí también hay té.

 

 

 

Notas finales:

Bueno, este es el fic. Ojala les guste. Les recuerdo que las reviews son gasolina para que esta historia llegue mas rapido :D


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