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BREVES MEMORIAS por MINARAI

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Notas del capitulo:

Iniciamos con Seiya, cómo vivió lo sucedido.

CAPÍTULO 3. Hay algo que no sabes.
 
- Buenos días.
- Buenos días. 
- ¿Tiene disponible la habitación nueve?
 - El hombre obeso reviso en su libro de registros y volvió a mirarlo – No, está ocupada…desde ayer.
- Me da otra habitación por favor. – Desilusionado solicitó. – Me podría avisar si desocupan la nueve.
- Ok. – El hombre llenó el registro y entregó la llave.
Subió y miró por la ventana, la vista definitivamente no era la misma, aventó su equipaje y cayó sobre el colchón. Otra vez ahí, nunca pasó por su mente que volvería a ese lugar, después de trece años había vuelto, ¿a qué? Ni él lo sabía, solo quería regresar…tal vez para deshacerse de ese recuerdo que no le permitía avanzar. Se durmió unas horas hasta que tocaron a su puerta.
- La habitación nueve ya se desocupó, si quiere puede pasarse a ella. – El check-out era a las doce del día y los inquilinos de la habitación nueve no renovaron su estadía, contento sonrió, al hombre encargado se le hizo extraña su expresión como si estuviera feliz así que le preguntó - ¿Por qué quiere está habitación?
- La vista al mar lo vale. – Respondió sin voltearlo a ver. El encargado le entregó la llave y se fue.
Una vez ahí y ya descansado miró por la ventana, era verdad, la vista del mar en diferentes tonos de azul era espectacular. Se cambió de ropa y se quedó a observar por la ventana, hacía calor y no era conveniente salir a caminar a esa hora. Los recuerdos llegaron a su mente.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Después de arduas negociaciones entre los dioses, Saori como la diosa Athena logró hacer que Hades reviviera a todos sus Caballeros Dorados, no así a Seiya, como él no estaba realmente muerto no entró en el trato hecho y se mantuvo en coma por seis meses, luego vino la lenta recuperación. Sus amigos se mantuvieron en la mansión durante el largo proceso para apoyarlo. Sin petición de por medio Ikki iba y venía a la mansión asegurándose de que todo estuviera bien. Apoyó en la recuperación de Seiya ayudándole a ejercitarse y retomar su vida una vez que despertó.
- ¿Qué haces aquí arriba a estas horas eh? Ya casi es medio día, ¿te sientes mal? – Preguntó Ikki mientras le tentaba la frente para sentir su temperatura.
- No, estoy bien sólo que hoy no tengo ganas de bajar – Había un tinte de tristeza en la voz del menor de los Kido que Ikki pudo notar. 
- Estas muy pálido y necesitas que te dé un poco de sol, anda no seas malcriado y levántate a menos que quieras que yo te lleve cargando – Ikki sonreía mientras dijo esto.
- Ah, obvio no, quiero quedarme aquí y dormir todo el día – Jaló su cobija y se tapó de pies a cabeza esperando que Ikki se fuera, tonto fue al creer que con eso el mayor lo dejaría ahí solo.
En otro momento, tiempo atrás a Ikki no le hubiese importado si él bajaba o no, es más, no se hubiera asomado por su habitación para saber de él, tal vez ni siquiera estuviera viviendo en la mansión con todos ellos, ahora había algo diferente en él que aún no entendía o más bien no quería aceptar, pero ahí estaba saliendo a flote desde lo más profundo de su corazón, lentamente, invadiendo su ser, mejorando su humor, lo que antes eran sus prioridades sutilmente iban cambiando, aunque también era una constante pelea en su interior sobre permanecer o irse, desde que él despertó ya habían pasado varios meses y aún seguía ahí.
Cinco segundos después... 
- ¡¡¡Ikki bájame!!! No soy un costal de papas – Gritaba indignadísimo el Pegaso.
- Te lo advertí escuincle y sabes que conmigo no se juega y deja de moverte si no quieres bajar rodando por las escaleras – Decía Ikki muy divertido mientras transportaba a Seiya en calidad de bulto sobre su hombro derecho cual costal de papas mientras bajaba al jardín donde Saori había dispuesto un sillón de tres plazas bastante cómodo bajo la frondosa sombra de un cerezo en la parte de atrás de la mansión, justamente para Seiya.
Hyoga solo miraba incrédulo la sonrisa de Ikki, casi se habían chocado en la puerta de la cocina cuando esté transportaba su valiosa carga hasta su destino, Seiya pataleaba inútilmente para que lo bajara de tan incómoda posición pues su trasero estaba expuesto mientras Ikki ponía su mano indecorosamente en él para sujetarlo de mejor manera, muy buen pretexto para tocarlo ¿no?
Una vez llegaron, Seiya no sabía si enojarse o reír, Ikki lo bajo cuidadosamente como si se fuera a romper, colocó una pequeña almohada bajo la castaña cabeza - Ya sabes, la próxima vez que quieras hacer un berrinche te atienes a las consecuencias –  La sola expresión en el rostro de Ikki con su casi desconocida sonrisa por un momento lo hipnotizó, el peli azul se había quedado sentado en el filito del sillón mientras acomodaba a Seiya, pronto sintió la penetrante mirada castaña e indagó el motivo, sus ojos azules se encontraron con esos ojos marrones que tanto había soñado últimamente y su mundo se detuvo.
Lentamente Ikki se fue acercando al colorado rostro de Seiya sin apartar su mirada de aquellos irises que cada vez se hacían más grandes al ser observados tan de cerca y detenidamente. Apenas rozó sus labios y fue cerrando sus ojos, pasó su mano derecha por atrás de la cabeza castaña y profundizó el beso. Seiya no supo en que momento terminó siendo recostado completamente en el sillón, perdido en esa hermosa sensación que acababa de experimentar se quedó temblando sin saber exactamente en qué momento Ikki se fue de su lado.
Y así comenzó su tormento…
Seiya no estaba del todo bien, físicamente se había recuperado sorprendentemente rápido gracias a todo el apoyo de sus amigos y las terapias a las que fue sometido, su problema residía en sus emociones, los doctores habían dicho que era algo normal y poco a poco se iría recuperando tal como lo hizo físicamente, fue por ello que todos se mantuvieron viviendo en la mansión junto a él. Sus vidas se complementaron y todos tenían sueños por cumplir en un futuro mediano, unos ya habían empezado a realizarlos y él no fue la excepción, él también quería cosas. Había reflexionado lo suficiente sobre cómo quería vivir su vida, no contó con que el destino le pondría a Ikki en su camino, el hombre menos esperado llegaba pisando fuerte en su vida, porque desde el primer beso que le dio Seiya le entregó su corazón.
Después de ese beso Seiya no volvió a ser el mismo, toda su atención la centró en Ikki, al principio muy muy tímido, tenía quince años apenas cumplidos y nula experiencia en el amor, era toda una revolución en su mente y en su corazón, avergonzado se sentía por lo que estaba sintiendo y a nadie le dijo lo que estaba viviendo. Ikki mucho más experimentado en esos menesteres se encargó de hacerle sentir lo bien que besaba y tocaba, en menos de un mes Seiya no podía vivir sin verlo a él, moría de ganas de hacer el amor, pero no con cualquiera, en su mundo solo Ikki existía.
- ¿A dónde vas Sei? – Preocupado por su mejor amigo Shiryū alcanzó a preguntarle antes de que desapareciera como el día anterior que había regresado a la mansión ya tardé y en su actual condición no era conveniente.
Sin detenerse por completo respondió - No te preocupes voy con Ikki.
En el supuesto entendido que tenía que retomar su vida, salir nuevamente y divertirse Shiryū no vio nada de malo en esas repentinas salidas que Seiya hacía con Ikki, todos ellos estaban preocupados por el encierro autoimpuesto por el castaño y qué ahora de la nada comenzara a retomar su normalidad era bueno.
 
 
- ¿A dónde vamos? – Preguntó Ikki mientras caminaban por la calle sin rumbo. - ¿Quieres ir al cine? – Preguntó con fastidio - Otra vez.
Notando en su voz algo que a sus oídos llegó como molestia el castaño respondió - No, hagamos otra cosa.
Más animado volvió a cuestionar - ¿Qué quieres hacer?
- Mmmm, no sé – Se quedó pensativo - a patinar.
- No, eso no. Tengo frío.  
 - A caminar al parque y podemos comer algo.
- No quiero caminar.
- ¿A dónde quieres ir tú?
Ikki detuvo sus pasos al instante y lo tomó de la mano - ¡¡Quiero amarte!! – Unió sus labios atrayéndolo hacía su pecho, con una mano en su nuca y la otra en la cintura lo besó apasionadamente hasta quitarle el aliento. - Quiero besar…tu cuerpo y descubrir…tus secretos. – Lo volvió a tomar con más fuerza. - ¿Quieres…que te amé?
Rojo como un tomatito y echando a volar su imaginación solo salió su voz entrecortada en un leve murmullo - Si.
 
 
Enamorado como se sentía no le importó el pequeño hotel al que Ikki lo llevó, no era feo, pero para ser su primera vez le hubiera gustado algo diferente, talvez en la intimidad de su propia habitación. Ikki cerró las cortinas y volvió a él, no quiso apagar las luces para no perderse el espectáculo que a continuación tendría, imaginarlo desnudo lo empezó a calentar, sin perder un minuto más tomó su rostro con ambas manos y acercó sus labios para besarlo - Me gustas mucho Sei. 
- Yo te amo, mi corazón ya te pertenece – Quiso decir, solo quedó en un pensamiento que guardaría por siempre, el temblor de su cuerpo que no podía controlar evitó que esas palabras salieran de su boca. Lo que Ikki no sabía es que Seiya lo amó desde el primer beso que le dio.
Caminando en reversa lo llevó hasta la cama, Seiya cual hoja en otoño se dejó hacer todo lo que Ikki deseaba. Le sacó su playera roja y zafó su cinturón. - Yo…yo no lo he hecho, con nadie… yo…
- Shuuuuu – Shusheandole directo en el oído acalló lo que tuviera por decir - Déjame a mí bonito.
Y así lo hizo, a partir de ese instante se perdió en un cúmulo de nuevas sensaciones combinadas con sus alteradas emociones, la húmeda lengua de Ikki recorrió hasta la más minúscula parte de su cuerpo y en respuesta él solo se limitó a gemir, jadear en busca de aire - Ikki…Ikki… 
Sus manos de Ikki no daban tregua, subían y bajaban por sus piernas, sus brazos, entre caricias le hablaba - Mi amor…estás riquísimo. Su mano frotó su hombría y un gemido salió de su boca - Aahhh, Ikki.
Sonriente tentó su entrada y con una generosa porción de lubricante se embadurnó su propio miembro para acomodarse entre las piernas del menor - Va a doler un poco bonito.
Apretó los ojos al cerrarlos tratando de soportar semejante dolor, apenas la punta empezaba a abrirse paso por ese reducido pasaje y él podía jurar que lo estaban partiendo en dos - Arg – No pudo evitar quejarse del dolor que experimentaba, Ikki al ver lágrimas salir de sus marrones ojos lo besó – Ya va a pasar…aguanta un poco más…mi amor. – Justo en ese momento lo penetró.
- Espera, espera… — Ikki ya estaba completamente dentro de él.
Ikki se quedó quieto, contrario al otro él se sentía en el cielo, Seiya lo apretaba deliciosamente y moría por empezar a moverse, en consideración al menor aguantó solo lo suficiente para comenzar con tan anhelado vaivén. - Sei, sei…mmmm…. – Cada vez fue más rápido y con su mano derecha masajeó el miembro del menor. 
El dolor desapareció por completo cuando el miembro de Ikki alcanzó el punto exacto en el interior del castaño que lo hizo gemir con fuerza – Amor, mmmmmm, ahí sigue ahí.
El orgasmo los alcanzó a ambos, tensaron sus cuerpos sujetándose contra el otro con su piel perlada en sudor.
Mmmm Ahhhh, Sei....ya Aaaaaah — Terminó eyaculando dentro del castaño y él chorreando su semen en el abdomen del peliazul. Con ese tan placentero cansancio Seiya buscó los labios de Ikki para fundirse en un beso lleno de amor, agradeciéndole de esta forma haber sido él quien lo hizo suyo por primera vez. Acomodó su cabeza entre el brazo y el pecho de Ikki y lo abrazó, cerró sus ojos y lleno de felicidad se durmió, nada le importaba más en el mundo que disfrutar al máximo ese momento, su momento.
Pasadas dos horas Ikki no se quería mover para no despertarlo, le gustó escuchar su rítmica respiración, pues desde que despertó del coma tenía sueños intranquilos que aún lograban alterarlo y su cuerpo saltaba involuntariamente, lo sabía muy bien porque varias noches le tocó cuidar su sueño.
Seiya se revolvió como gatito entre los brazos del mayor, no quería despertarse, no quería que su preciado momento terminara y se negaba a abrir los ojos. - Sei despierta que ya es tarde.
- mmnnnn.
- Sei, ya son las ocho y debes llegar a casa.
- mmno, yo me quiero quedar contigo.
- Te prometo que duermes conmigo, pero te debo llevar a casa. — No por el qué dirán, pero sus amigos se preocupaban por él.
Se movió un poco más y se quejó - Auch.
- ¿Te duele mucho, te lastimé? — Le preguntó cuándo lo escuchó quejarse.
- No. — Respondió cubriéndose con la sábana como si no lo hubiera visto desnudo ya.
Ikki sonrió - Déjame ver — Intentó girarlo para verlo de mejor manera.
- ¡¡Noooo!!
- Jajajajajajajaja — Soltó sonora carcajada - Bonito acabó de probarte enterito, ya te vi hasta ...
- De todos modos, no, como crees.
- Ok, ok entonces vamos a bañarnos — Lo invitó de la manera más natural mientras se levantó de un salto.
- ¡¡Los dos... juntos!!
Definitivamente sonreía más cuando estaban juntos, Ikki tenía la fortuna de disfrutar las primeras veces de Seiya en cuanto a amor se refería - Te quiero pasar la esponja, además te va a ayudar con la molestia que sientes. — Lo miró divertido, Seiya estaba aferrado a la sábana hecho bolita.
- No, mejor no.
- Por qué te cubres, a mí me gusta mucho tu cuerpo. Eres hermoso Seiya.
Su semblante cambió, dudaba de semejante afirmación. Ikki lo vio posar ambas manos del lado izquierdo de su pecho y volvió a sentarse junto a él. - ¿Qué pasa?
- No soy como tú dices, mi cuerpo está todo marcado. 
- Ya sé, tu condición física está en su mejor momento. — Sonrió pícaramente cuando puso su mano sobre su pierna.
- No me refiero a eso, es... — Se sentía inseguro, como nunca antes - nada, no me hagas caso.
- Es enserio — Cambió su postura por una más seria. Acercó su mano y levantó su rostro por la barbilla para que lo viera a los ojos, nunca antes había visto esa expresión de inseguridad en ellos. - No puede ser que tú te sientas así. — Le dijo con algo de reproche.
Lo miró con algo de vergüenza - Es que... — Bajó su mirada hacia su lado derecho cuando retiró sus manos dejando ver una larga cicatriz de casi treinta centímetros - Yo no creo que sea hermoso o bonito como tú me dices, tengo tantas cicatrices y marcas por todo el cuerpo que...
- No te atrevas a mencionarlo siquiera — Fue enérgico en su voz.
Seiya escondió su mirada, no podía evitar sentirse como se sentía e Ikki lo comprendió y suavizó su voz - Eres un tonto si tienes el complejo del patito feo. — El castaño levantó la mirada indicándole así que no entendía sus palabras. - Esa marca representa el amor que eres capaz de dar, el poder que puedes llegar a alcanzar y en vez de avergonzarte deberías portarla con orgullo, porque no hay muchos que puedan decir que salvaron al mundo junto con todos sus habitantes.
- No fui solo yo.
- Es verdad, pero hasta donde sé nadie más tiene una marca por haberse interpuesto entre nuestra Diosa y el Dios de los Muertos para darnos a los demás una ínfima oportunidad de acabar con él.
Ikki no lo sabía, pero sus palabras no solo fueron escuchadas, Seiya las atesoró muy dentro de su corazón, no imaginaba que un hombre como Ikki pensará así de él y lo amó más que nunca.
 
 
 
 
Los siguientes meses fueron de inmensa y absoluta felicidad para el castaño, casi todas las noches dormía en los brazos de Ikki. 
Su estado emocional cambió notablemente y se mostraba ansioso por comenzar con los planes que tenía en mente.
- ¿Dónde estuviste todo el día de ayer? – Le preguntó después de un rato descansando, se habían entregado una vez más antes de que el sol se asomara.
- En el orfanato — Sentía tristeza, recibir más niños no era tan bueno como parecía - llegaron cinco niños más...me recordó a nosotros porque hay un peliverde y un rubio — Sonrió.
- No creo posible que haya otro como tú — Besó su cuello. 
- También fui a la escuela para informarme cuando empieza el nuevo ciclo escolar. — Seiya notó la brusquedad con la que Ikki se separó de él, llevaban seis meses que para él habían sido los mejores de su vida, pero en el último mes eran cada vez más evidentes los cambios de humor en el peliazul cada vez que mencionaba algo de qué hacer con su vida. 
- ¿Qué pasa?
- Hablé con Saori, me encomendó una misión. – Trató de que la noticia sonara como algo trivial, obvio que no fue así.
Por qué Saori le hacía algo así, acaso no era capaz de darse cuenta lo feliz que Ikki lo hacía, no había comentado con nadie la relación de noviazgo que tenía con él, al menos para el castaño así era, pero más evidente no podía ser.
- Es a mí al que requiere, tú puedes seguir descansando.
Claramente sintió como su mundo tembló, acaso no lo quería más con él.
 
 
 
Notas finales:

Espero les haya gustado. Sus comentarios son bienvenidos.


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