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BREVES MEMORIAS por MINARAI

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Notas del capitulo:

Hola, como les había anunciado hoy hace su aparición Camus. Disfruten su lectura.

CAPÍTULO 5. Gotas de fuego.


 


- Ikki…mmmm…Ikki.


- Mi amor…


- Ahhhh Ikki – Lo penetró con tanta fuerza que le hizo gritar su nombre. - Ikkiiiiiiiiiiiii.


 


Despertar con el trasero adolorido era la prueba fehaciente del fuego que desencadenaban cuando estaban juntos en la cama, dos veces lo habían hecho con tanta fuerza y pasión por el reencuentro que por un momento dejo de razonar la posición que estaba tomando al entregarse a Ikki sin haber hablado de sus sentimientos, pero no le importó en ese momento y ahora sólo le quedaba asumir las consecuencias.


No hubo palabras hirientes ni mucho menos, simplemente despertó y al ver a su lado el espacio vacío lo supo, Ikki se había vuelto a ir, lo había dejado una vez más, en vez de llorar como antaño se rio de sí mismo, era su causa y su consecuencia al mismo tiempo, reía y lloraba de su propia estupidez, le entregó su corazón y se lo había devuelto roto, sus amigos lo habían prevenido y él hizo oídos sordos, ahora solo le quedaba razonarlo por su propio bien,  ahora el mayor de sus problemas era no saber cómo apagar el fuego que ardía dentro de él, sabía que amarlo era una locura, pero su calor, sus besos, sus manos lo apresaron a él y no lo quiso cambiar, no hubo necesidad de ello, Ikki cumplió cabalmente con su parte.


- Debes olvidarlo, puedes estar seguro que no encontrará amor como el que tú le dabas en ninguna parte, necesitas sacarlo de tu corazón, debes razonarlo como lo que fue. Siento mucho decirte esto, pero él no te ama. – Shiryū nunca fue rudo con Seiya, al verlo regresar con el corazón destrozado una vez más por el mismo hombre no lo soportó, Seiya estaba al límite de su dolor y él no permitiría que se derrumbara nuevamente y esa fue la última vez que se habló del tema.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


- En tres minutos aterrizamos – La voz de Hyoga lo trajo de vuelta. Varios meses habían pasado de haber regresado de Marruecos a Tokio y no lo podía evitar, su recuerdo estaba más presente que nunca, aunque no lo externara con solo verlo a los ojos era suficiente para saber cuánto sufría, ya no había más ese brillo en ellos. Seiya se estaba muriendo de amor y la solución a ello fue embarcarse en todas las misiones habidas y por haber, por lo menos así no le daba tiempo de pensar o sentir, tal vez con un poco de suerte dejar de vivir.


 


Desde esa altura se podía apreciar el rojo resaltar en el manto blanco, cuando les avisaron y por más que se esforzaron en llegar fue demasiado tarde, con once horas de vuelo atravesaron los 7849 kilómetros desde Tokio a la tierra de los hielos, Asgard se había convertido en tierra de nadie, Hilda y su hermana apenas tuvieron tiempo de resguardarse en el palacio de Valhalla custodiadas por los pocos soldados con que contaban a petición de Jabú, sin sus siete dioses guerreros estaban a merced de los grupos que deseaban desaparecer las antiguas creencias hacia el Dios Odín que solo les había traído desgracia, sufrimiento y frío…mucho frío.


Saori Diosa de la tierra decidió acertadamente enviar a Jabú como apoyo de la representante de la tierra helada días antes del inminente ataque, Hilda se había negado pensando que su fuerza para contener el enfrentamiento era suficiente, definitivamente no fue así. Camus de Acuario se encontraba solo en Marruecos, todos los caballeros y marinas se habían marchado ya cuando le avisaron trasladarse cuanto antes hasta Asgard, había llegado cuatro horas antes que el resto de los refuerzos y gracias a su justa intervención los rebeldes no ingresaron al palacio, superaban en gran número a Jabú y de no ser por Camus la historia sería muy diferente para la representante del palacio Valhalla.


 


- Por todos los dioses ¿qué fue lo que pasó aquí? Después de haber descendido del avión en pleno vuelo Hyoga y Seiya caminaban por las inhóspitas laderas de Asgard, en plena fuga corrían los rebeldes que aún quedaban, el poder de Camus había acabado con la gran mayoría y al resto los había dividido en varias direcciones, pero el daño a los pobladores más cercanos al palacio fue inevitable, los rebeldes tuvieron horas antes de la llegada del protector de la casa de Acuario para hacer lo que mejor sabían hacer…matar, los cuerpos y la sangre cubriendo el hielo era prueba de ello, arrasaron con todos.


 


A cada paso que daban las escenas de muerte eran más caóticas, no solo habían matado, se habían ensañado con los habitantes, de pronto un leve sonido parecido al llanto de un bebé los puso en guardia, no que los fuera a atacar, obvio no, pero si atraer a algún iluso aguerrido queriendo enfrentarlos. El llanto agudo y continuo se hizo más fuerte, no daban con el lugar de donde procedía. – Buaaaaaa, Buaaaaaa, Buaaaaaa.


- Es el llanto de un bebé y viene de allá — Hyoga señaló un camino hacia el bosque, varios arbustos estaban apostados antes de adentrarse del todo.


- Buaaa, Buaaa, Buaaaaaa


 


Detuvieron sus pasos donde más se escuchaba el llanto, pero no veían nada. - Ten cuidado no lo vayas a pisar. — Miraron todo a su alrededor y nada, elevaron su vista hacia los pinos y ahí lo encontraron, un bebé enredado en una cobija yacía dentro de un roble resquebrajado por el tiempo - ¡¡Rayos no tiene más de un mes de nacido!! — Seiya se apresuró a sacarlo del hueco donde se hallaba, con todo el cuidado del mundo lo tomó entre sus brazos y lo abrazó en un intento por transmitirle calor, la pequeña nariz del crío estaba rojita, poco a poco se fue consolando al sentirse protegido.


- Debemos ir al Palacio — Hyoga fungió como guardaespaldas del castaño, de camino terminó con varios rebeldes desperdigados por la zona hasta llegar con la sacerdotisa.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Cuando pasó por primera vez lo hizo con pleno uso de conciencia del final que tendría como caballero, permitió que a través de su muerte su alumno despertara el séptimo sentido y eso lo valía, la segunda ocasión que sucedió supo que sin importar cómo, haría lo correcto si condenando su alma lograba dar una efímera posibilidad a su Diosa y así obtener la victoria del bien sobre el mal. La última vez pensó que sería definitivo, aunque con los dioses nunca se sabe, estando frente al muro de los lamentos junto a sus once compañeros restantes abrieron el camino a los de bronce encomendando a ellos la protección de Athena y con ello la salvación del mundo.


 


Esa tercera vez despertó sintiéndose culpable porque en cada muerte había perdido parte de su corazón, sentimientos y alma, pensó que su vida la terminaría como caballero muriendo al servicio de Athena y eso sería lo más honorable que pudiera existir, pero otra vez estaba en el mundo, su corazón latía confirmándole que estaba vivo, la primera pregunta que se hizo era ¿por qué? La cual fue respondida por Saori apenas despertó, al parecer más de uno tenía esa incógnita en mente - Tienen mi promesa que los volví a la vida sin más batallas por delante, para que busquen la felicidad y una oportunidad de vivir a plenitud cada día.


 


Con esa promesa los caballeros dorados reiniciaron su vida, el primero en hacerlo fue Aioria cortejando a Marin por un año hasta que obtuvo el sí que tanto deseaba, el segundo en encontrar el tan anhelado amor fue Shura, aunque no dentro de la Orden de los dorados, él encontró lo que buscaba en las filas de Poseidón, sin duda el que más revuelo causó por todo el contexto en su relación fue Aioros, pocos sabían de esta singular unión de años atrás, antes de que le acusarán de traidor el arquero tenía un relación muy estrecha con el mismísimo Saga de Géminis, pero después de tantos años separados  apenas a un mes de que se casó su hermano menor él y Saga se mudaran a vivir juntos en un pequeño departamento en las costas de Grecia.


 


Con el paso de los años uno a uno fueron encontrando su motivo para vivir y ser felices, todos sin excepción entre caballeros, marinos y amazonas, el mundo fuera de ellos no los entendería, de una u otra manera ellos estaban marcados por la muerte y su vida no era posible ser contada sin ser considerados locos o drogados viviendo en la fantasía.


 


Sin embargo, había tres caballeros que continuaban solos, uno más enigmático que otro, Shaka era uno de ellos, había ido y venido de la India en diversas ocasiones, pero seguía solo como esperando por algo o alguien.


 


Milo de Escorpión el caballero que se podía catalogar como el más orgulloso de la orden era otro que si bien mantenía relación con diferentes amantes vivía solo, a diferencia de Shaka todos sabían su motivación principal, sin embargo, nadie entendía la complejidad de tal caso. Su desafortunado orgullo no le permitía subir hasta la onceava casa, pensó que al igual que el resto de sus camaradas eventualmente él también retomaría su relación de antaño, pero no fue así y nunca volvió a ser lo mismo.


 


 


 


¿Para qué? Era la pregunta que constantemente rondaba su mente, podía parecer egoísta y desagradecido ante su Diosa por la oportunidad que les daba de vivir y buscar su felicidad, a diferencia de otros caballeros él había sido nombrado como Santo de oro con solo siete años de edad, siendo uno de los más jóvenes en ascender a esa categoría, no sólo se convirtió en uno de los más poderosos de la orden, su vida la consagró al servicio de Athena y tenía entendido que así moriría, pero ahora pasados varios años le decían que para lo que había sido preparado ya lo había cumplido y le daban otra oportunidad, podrían separarse y buscar su felicidad, ninguno de los dorados se alejó, mantenerse al servicio de Athena era una opción viajando por el mundo ayudando en las causas humanitarias que su Diosa se había propuesto de llevar a cabo, viajar siempre lo habían hecho con otros propósitos y no tenía problema con ello, pero ahora no tenía por qué mantenerse solo dentro de su templo sin comunicación con otros caballeros como lo había hecho toda su vida, ahora debía relacionarse y mejor o peor aún, buscar el amor que hubiera para él en algún lugar del vasto mundo. Otra opción era tomar algún discípulo a su cargo, en su caso ya lo tenía y no deseaba otro más, no sabría cómo guiarlo aun cuando al primero le entregó su vida para terminar de encausarlo.


 


Entonces se decidió por seguir al servicio de la orden, pensó que en algún momento llegaría a él esa luz que reviviera su frío corazón, pudo haber vuelto con su antiguo amante, sin embargo, no encontraba en ello motivación alguna, se había relacionado con él como lo pudo haber hecho con cualquier otro, la combinación orgullosa y ardiente del escorpión lo había logrado seducir en una atracción irresistible a su cama haciéndola arder de pasión, fueron amigos y confidentes después, inevitablemente algo en esa unión se rompió cuando Camus fue revivido por Hades, se enfrentaron en un combate no como camaradas, Milo no fue capaz de ver más allá de lo que sus ojos le mostraban y terminó por culparlo, sintió su corazón romperse, no pudo contener las palabras que salieron de su boca tildándolo de traidor. Ante las circunstancias el otro debía entender la confusión y perdonar, huraño como era manifestó su intención de retomar su amistad por medio de una copa de vino en el frio templo de acuario, cuando el escorpión intentó un segundo avance acercándose lentamente él rehuyó aparentando rellenar las copas con un vino distinto al que tomaban ya. Como era de esperarse el orgulloso Milo se alejó esperando por un reencuentro que jamás llegó. Solo él podía pensar que el altivo e insociable Camus, que siempre rechazaba las atenciones y no digamos a las muestras de cariño de otras personas podría cambiar.


 


Los años pasaron lentamente para unos, más rápidos para otros. Con él único que estrechó lazos fue con su discípulo y no precisamente porque así fuera su deseo, más bien porque el cisne lo buscaba y él no lo rechazó, le contaba todo lo que acontecía en su vida y fue a él a quién le pidió consejo si debía dar el siguiente paso en su relación con Shun, tenía muchos temores al respecto y no quería echar a perder la amistad que tenía con el peliverde al tomar una decisión equivocada, para su sorpresa Camus le aconsejó que se arriesgara y si había amor entre ellos todo estaría bien, desde ese dialogo de padre a hijo como lo veía Hyoga trató de mantener ese lazo que los unía y por ello el guardián de acuario sabía sobre la vida de los divinos, no los conocía personalmente, pero sabía sus proezas alcanzadas, sabía que Shiryū se había casado con Shunrei ambos protegidos de Dohko y que fue el primero en traer al mundo a su sucesor de nombre Ryūhō, que Ikki se había separado de la orden de Athena y viajaba solo por el mundo, que deseaba que él fuera su padrino en su unión con Shun, que Seiya estudiaba una ingeniería y se había graduado ya.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Apenas se saludaban, no había nada a excepción de servir a la misma diosa la relación que podían tener, habían hablado cuando le entregó la carta que Hyoga había enviado, se acercó por algunos minutos a la reunión que organizó Aldebarán cuando hizo un asado para convivir y nada más, pero al escucharlo hablar por lo que creía, al mirarlo enojado, arrebatado y enfrentando a la mismísima Saori Kido, Athena diosa de la tierra, fue que lo hizo fijar su mirada en él.


- ¡¡Quiero adoptarlo!!


- No es una decisión que puedas tomar a la ligera, comprende lo que conlleva tomar una responsabilidad así – Con vehemencia hablaba Saori, entendía los motivos del castaño para querer adoptar, ella también lo haría si le fuera posible, pero tenían tantas obligaciones por cumplir, tanto que hacer para ayudar a los más desprotegidos que no era factible dirigir todo su esfuerzo y amor en una sola persona. - Tus deberes son varios, nada sabes del cuidado de un bebe y…


- Entiendo que digas que no estoy capacitado para cuidarlo, pero puedo aprender, todos los que tienen hijos aprenden y lo hacen, lo más importante es el amor que podamos sentir por ellos para protegerlos.


- Por favor Seiya, permite que la señorita Freya lleve al pequeño al orfanato más cercano de Valhalla.


- Seiya te prometo que yo misma me haré cargo de ver que nada le haga falta, crecerá aquí junto a otros niños que al igual que él, han perdido a sus padres. – La hermana de Hilda de Polaris intentó disuadir de semejante petición a Seiya sin conseguirlo.


- Por qué no lo entiendes Saori – Seiya ya molesto habló más enérgicamente a su Diosa. - yo quiero darle todo el amor que soy capaz de dar, yo crecí en un orfanato y sé muy bien lo que eso significa, nosotros nos mantuvimos juntos por el deber que teníamos de protegerte, pero nadie en el orfanato te da amor de verdad precisamente porque son muchos ahí, talvez te permitan una mínima educación, comida, refugio, pero al crecer debes irte tal como llegaste, solo frente al mundo. – Nada podían negar, la veracidad en sus palabras era aplastante - Yo solo deseo protegerlo, criarlo como mi hijo y darle la oportunidad de tener la familia que yo no pude tener, si el problema es porque crees que no podré cumplir con mis obligaciones en la orden entonces renuncio a servirte para dedicarme a él.


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


 


Su fuerte llanto en lugar de molestarle llegaba a él como la más hermosa melodía en su vida, eso indicaba justamente…vida. Caminó por el pasillo y se detuvo en la puerta, iba a tocar para anunciar su presencia, pero la escena que estaba desarrollándose dentro llamó su atención.


 


- Anda bebecito levanta tu bracito que se nos hace tarde y papá no quiere llegar tan retrasado a su primera reunión. – Seiya estaba súper apurado cambiando de ropita al bebé que lloraba desconsolado porque ya quería su biberón. - Solo déjame cambiarte y te prometo que ya no te molesto más y te doy lechita tibiecita, anda amorcito eso es – Poco a poco el bebé fue calmándose porque Seiya lo acariciaba en el proceso - Eso es, ayuda a tu papi que apenas está aprendiendo – Le dio un besito en su cabecita. - muy bien mi vida. ¿Y ya decidiste cómo quieres llamarte? ¿Qué dices, te ponemos Koga? ¿No? ¿Entonces cómo quieres llamarte? Seiya no porque así me llamo yo y nos vamos a confundir cuando nos requieran en algún lado y estemos juntos. Mmmm – Se mordió el labio inferior y chasqueo los dedos con un perfecto sonido - Ya sé cómo te vas a llamar.


 


Jamás imaginó que algo así pudiera conmoverlo, no había llanto a parte del bebé, pero no solo las escenas dolorosas o tristes pueden conmover, además nadie estaba triste, más bien un sentimiento poco practicado por él despertó cuando sintió claramente como si una gota de fuego lograra encender algo dentro de su corazón, pasó como si fuera un soplo, un instante brevísimo, algo desigual y ambiguo de entender, una sacudida en su ser que jamás había experimentado y lo tomó completamente desprevenido.


 


Luego siguió esa breve mirada y una dulce sonrisa lo que terminó por hipnotizarlo, paralizado en la puerta como si un enemigo lo hubiera golpeado con el más fuerte ataque, la diferencia es que Camus en lugar de activar un mecanismo de defensa y esquivar ese sentimiento no lo quería alejar, se sentía plenamente cautivado y feliz.


 


 


 


 


 

Notas finales:

Les comento que solo podré actualizar dos veces por semana por problemas técnicos.

Saludos y gracias por leer.


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