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BREVES MEMORIAS por MINARAI

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Notas del capitulo:

Hola, hola, aquí les traigo un nuevo capítulo. Vienen momentos un tanto complicados como bien dice el título.

CAPÍTULO 9. Nubes grises en mi cielo azul.

 

Lo miró de arriba abajo como reconfirmando que no se trataba de un espejismo o algo parecido, la perfecta silueta del hombre que apenas comenzaba a olvidar se presentaba una vez más frente a él. - Ikki – Tuvo que tocar su brazo para asegurarse - ¡¡Eres tú!!

Ikki no estaba seguro si la primera reacción era buena o mala, la impresión plasmada en el rostro del castaño no expresaba otra cosa aparte - Sí, soy yo – Aprovechando lo pasmado del castaño tomó su mano para llevarla a su propio rostro. La corriente eléctrica que sintió al contacto lo dejó sin palabras, no había duda, su cuerpo respondía con intensidad y ahora los dos se encontraban frente a frente sin saber que decir.

Después de lo que pareció una eternidad Seiya reaccionó - ¿A qué has venido?

- A mí también me da gusto verte.

- ¿Eh? – Lo desconcertó totalmente - No, sí…bueno – No tenía idea cuál había sido la pregunta si es que hubiera alguna.

- ¿No te da gusto verme? – Sonrió victorioso, aún causaba en él ese maravilloso sonrojo que traía Seiya pintado en las mejillas, ese nerviosismo que lo sacaba de control.

- Maldición, qué es lo que me pasa – Se maldijo internamente, sabía que estaba completamente rojo de la cara. - No te esperaba.

- Ya veo, me vas a invitar a pasar o vamos a platicar aquí afuera.

- ¿Eh? – Otra vez titubeaba, no tenía la más mínima idea de cómo actuar, qué hacer o qué decir, se empezaba a molestar consigo mismo. - Sí, pasa. – Se quedó parado justo frente a la puerta sin permitir el acceso.

Ikki nuevamente aprovechó la situación y pasó lo más juntito que pudo de Seiya, rozando sus cuerpos, lo hizo de ladito tomándolo de los brazos susurrándole un - Gracias.

Dos años habían pasado y pudo comprobar que su sola cercanía lo hacía temblar. Sacudió su cabeza en un desesperado intento por no parecer un estúpido enamorado, aún sentía mucho por Ikki, no sabía qué, pero algo sentía. - ¿Viniste a ver a Shun?

- Eh, sí – Salió de su boca automáticamente, sabía que debió ser sincero, pero tal vez su orgullo masculino pudo más y no evidenció su verdadero motivo de hacerse presente en Tokio.

No le pareció extraño, aunque en alguna parte de su ser hubiera querido escuchar otra respuesta. - Él vino por la mañana, fue a llevarles fruta a los niños del orfanatorio. Siéntate. – Le quitó la mochila que llevaba cargando tratando de comportarse natural, pero evitaba mirarlo a los ojos. - ¿Quieres una cerveza o agua?

- Una cerveza estaría genial. – Respondió mirando todo a su paso, la estancia de la sala era agradable, tropezó con un cochecito mal estacionado y ahí lo recordó.

Seiya fue por lo ofrecido rápidamente, más bien le servía para recomponerse, llegó a la cocina y se recargó en la fría pared respirando profundamente, casi olvidaba como hacerlo.

- Tu casa es muy cómoda — Lo siguió a la cocina y le habló mientras caminaba por el pasillo - nada que ver con el departamento anterior.

Se incorporó rápidamente y fue al refrigerador en busca de la cerveza - Sí, es más grande, pero no es mía, estoy rentando - explicó entregando la bebida, Ikki tomaba directo de la botella, él lo recordó y no hizo ningún intento por buscar un vaso.

Destapó otra para él y la bebió sin esperar a Ikki. - Y ¿Cómo has estado?, ¿Qué has hecho? – Le señaló un banco alto al otro lado de la barra frente a él, de esa manera lo mantenía un poco más lejos.

Resignado se sentó ahí - Los dos últimos años estuvimos en África…Ruanda exactamente. – Sabía que mencionarlo no iba a ayudar en mucho a cambiar la perspectiva de Seiya sobre su dejación por llamarlo o algo. - Con Kanon.

- Oh, Ruanda. – Lo había escuchado bien, pero eso no generó nada en él, eran simples palabras.

- Han pasado dos décadas desde el genocidio y la vida de la gente allá es muy precaria, hay mucho trabajo por hacer. – Lo miraba muy atento esperando ver en sus reacciones algo que le diera indicios de sus sentimientos…nada, no había nada.

- Me imagino lo difícil que debe ser – La verdad es que Seiya no entendía el motivo de tan repentina visita, sus explicaciones si acaso lo eran carecían de sentido.

- Así es, el primer año estuvimos solo Kanon y yo, después se nos unió Isaac y apenas hace unos días nos relevaron Aioria, Aldebarán, Jabú e Isaac que se mantiene allá.

- Algo supe, Aldebarán estaba feliz de salir de Tokio. – Obviamente lo supo cuando le pidieron a Camus desplazarse hasta África Oriental y él se había negado, estaba en medio de planes de matrimonio y obvio no lo iba a cambiar por nada.

- Por eso no pude venir a buscarte, por eso no te llamé, por eso hasta ahora regreso a ti – Hubiera querido decir todo eso, ahora que tenía a Seiya frente a frente parecían pobres sus argumentos, simplemente no había justificación para tal desapego, prefirió cambiar de tema. - ¿Y tú cómo has estado? Supe que tienes un hijo.

- Sí – Su rostro se iluminó al instante, hablar acerca de su hijo lo llenaba de felicidad. - Se llama Hårdek, tiene dos añitos y ya habla hasta por los codos, aunque no se le entiende muy bien.

- Entonces es igual a ti – Bromeó - Digno hijo tuyo.

Se indignó, pero era verdad, se parecía mucho a él - Ya no soy así.

- Veo que has logrado todo lo que deseabas, te titulaste de ingeniero, tienes una casa, un hijo, te felicito. – No pudo evitar mirar el aro dorado que brillaba en su dedo anular del castaño.

Seiya apenas estaba tranquilizando su corazón, estaba atento a lo que Ikki decía que no escuchó cuando abrieron la puerta.

- ¿Dónde estás amor? – Camus venía llegando después de un día de trabajo, ellos prácticamente ya vivían juntos pues cinco de los siete días de la semana él se quedaba a dormir allí y esa era una de esas noches.

De pronto se sintió tan nervioso que su cuerpo brincó cuando escuchó la voz del dorado como si estuviera haciendo algo malo, aunque no era el caso. - Aquí, en la cocina. – Lo llamó.

Camus traía una bolsa con la cena dentro y una caja de chocolates en forma de corazón, los preferidos del castaño, él sabía cuánto le gustaba comer dulces sobre todo al despertar…después de hacer el amor. - Fénix, buenas noches. – Lo saludó primero, él era quién estaba más cercano a la entrada, siendo uno de los divinos no le sorprendió en nada su visita.

- Buenas noches – Extendió su mano para corresponder el saludo.

Una vez que estrecharon sus manos caminó hacia Seiya que se iba acercando para recibirlo con un beso. - Hola mi amor. – Besó suavemente sus labios, no eran muy demostrativos cuando había alguien más presente, pero sí lo abrazó. - ¿Cómo estás? – Colocó la bolsa en la barra sin soltar los chocolates.

- Hola – Correspondió algo cortado, estaba en extremo nervioso. - Bien. Estaba platicando con Ikki, acaba de llegar de viaje.

Ikki no perdía detalle de cómo se saludaron, Camus lo había besado, lo había abrazado y ahora sostenía su mano. - Diablos – Una horrible oleada de celos lo atacó.

- Hace dos años que no nos vemos ¿no? – Seiya se soltó de su novio para buscar una copa y vino, Camus no tomaba cerveza.

- Sí, dos años exactamente.

- No amor quiero cenar, pero primero voy a ver a mi hijo. – Le dijo cuando vio las intenciones del castaño de servirle una copa de vino. - Te quedas a cenar Ikki – No era una pregunta, más bien una invitación.

Su hijo había dicho, se movía como si fuera su casa, había entrado sin llamar a la puerta - Acaso ya viven juntos – Se preguntó. Reaccionó a tiempo, ya había visto suficiente y no quería seguir ahí. - No gracias, quedé en cenar con Shun.

- Bueno, espero que mientras estés aquí nos podamos reunir en una comida o algo.

- Sí, eso espero.

Camus se fue por el pasillo hacía el cuarto de su hijo dejándolos solos nuevamente.

El silencio fue absoluto por unos segundos, ninguno sabía que decir, hasta que Ikki habló. - Bueno, debo ir con Shun.

- ¿Te estás quedando en la mansión?

- Por ahora sí.

- No te desaparezcas otros dos años.

- No lo haré. – Caminó por el pasillo de regreso a la salida, abrió la puerta y justo antes de salir regresó su mirada, Seiya iba caminando atrás de él. - Si vine hasta aquí es con el único propósito de …

- Ver a Shun – Terminó la oración - Lo sé.

- Hmhh – Suspiró - Ok, mañana hablamos. – Sin nada más que pudiera decir salió y se fue caminando.

Por su parte, apenas Seiya cerró la puerta y también suspiró recargándose en ella, un pasado que ya estaba olvidando regresaba a él con la misma fuerza de la primera vez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al día siguiente Ikki lo buscó como había anunciado, pero no lo encontró en su casa, fue a su oficina y tampoco lo encontró, le dijeron que estaba supervisando una obra, le llamó a su celular y Seiya no respondió, era claro que lo estaba evitando. No tenía otra opción que aparecerse por su casa nuevamente, había preguntado su horario en la oficina donde trabajaba el castaño, pero no le supieron dar una información precisa porque sus horarios variaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Camus notó cierto cambio en Seiya, estaba distraído y algo distante, en las últimas dos semanas apenas si habían tenido intimidad y cuando platicaban parecía que su mente estaba en otro lado, sabía de los problemas que tenía con la obra a su cargo, pero siempre le platicaba a él sobre ellos así que no entendía del todo su actual comportamiento hasta ese día que iba llegando a la mansión y fue directo a la cocina.

 

- No creo que debamos inmiscuirnos, no es nuestro asunto.

- Es solo una comida.

- Sabes que no es así, si Seiya lo ha evitado sus motivos debe tener.

- Qué hay de malo en que lo quiera ayudar…es mi hermano.

- Y él es tu amigo, nuestro amigo, además ellos ya hablaron una vez.

Se veía molesto, acaso no entendía que si estaba en sus posibilidades quería ayudar a su hermano, así que insistió - Lo voy a invitar, no voy a intervenir en nada ni le voy a decir nada, Ikki solo necesita una oportunidad para hablar con él, para decirle que lo ama y está dispuesto a recuperarlo.

- No estoy de acuerdo, parece que olvidaste que Seiya y mi maestro están comprometidos, falta poco para su boda y justo ahora se presenta Ikki diciendo amarlo, ¿acaso espera cambiar la decisión de Seiya…

- Exactamente, si Seiya ama en verdad a Camus nada de lo que mi hermano le diga lo hará cambiar de parecer, seguirá con los preparativos como si nada hubiera pasado y si no es así, aún está a tiempo de cambiar su decisión.

- Sabes bien lo que él significo para Seiya, sabes que por años lo amó.

Shun estaba lívido para ese instante, se levantó de su asiento y salió al patio chocando con Camus que estaba parado en el pasillo, donde perfectamente se escuchaba lo que se hablaba en la cocina.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La cena estaba muy silenciosa, eso era por demás extraño, su relación estaba basada en una fluida comunicación y ahora se mantenía callado y taciturno, Camus estaba en franco plan de aprendizaje en cuanto a relaciones personales, después de tantos años en la soledad de su templo, le era difícil inmiscuirse, así que esperaba que Seiya hablara.

- Shun nos invitó a una comida — Habló por fin en la sobremesa. - Para celebrar que ya pasaron todos los filtros y están listos para adoptar. — Parecía estar anunciando una tragedia, no había alegría en su voz.

- Me da gusto por ellos, serán excelentes como padres.

- Sí también yo lo creo así.

- Para cuándo tienen planeada la comida. — Él ya lo había decidido, sea cual sea el día no asistiría.

- Este sábado, será la comida y después una fogata.

- Suena genial, pero no podré ir, el patriarca me mandó a llamar, parece ser que tiene una propuesta que hacerme. — Era verdad, pero Camus la había pospuesto por su boda con el castaño y Shion lo entendió, habían quedado en ver otras maneras de solucionarlo.

- ¿Acerca de qué?

- No estoy seguro, pero creo que es acerca de mis actividades aquí.

- ¿Te quiere cambiar? — Su voz sonaba preocupada.

Eso le gustó a Camus, por lo menos aún mostraba un genuino interés por sus cosas - Te digo que no estoy seguro, me comentó que estoy haciendo un buen trabajo aquí y necesitan algo similar al otro lado del mundo, en América.

- ¿Qué? — Ahora sí estaba completamente desencajado. - ¿Y nuestra boda? ¿Y nuestros planes? — Lo miró directamente a los ojos, se notaba triste.

Camus se acercó lo suficiente a Seiya, se sentó junto a él y besó sus manos - ¿Aún estamos haciendo planes? ¿Aún estás emocionado? - Lo tomó por la barbilla suavemente para que lo mirara, cuando empezó con los preparativos solo hablaba de ello, se veía ilusionado, feliz, estaba cuidando todo con real emoción desde el traje que usaría hasta las servilletas grabadas con sus iniciales. Quería una boda inolvidable para ellos.

Seiya bajó la mirada, sabía que los últimos días había dejado todo de lado. - He tenido problemas en la obra, pero ya casi tengo todo listo para poder irnos a nuestra luna de miel y me quedan dos semanas todavía.

- No te preocupes por nada, en el peor de los casos renunciaría a la orden si no puedo permanecer aquí, junto a ustedes dos.

- En serio — Seiya no podía creer lo que escuchaba - harías eso por nosotros.

- Quiero hacerte feliz, me haría a un lado de ser necesario si mi presencia empañara tu felicidad. — Se refirió directamente a él, no a Hårdek.

Sintió tristeza al escuchar esas palabras, sabía que lo amaba, pero nunca antes lo había sentido tan profundamente. Lo besó y se volvieron a amar como hace días no lo hacían.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El día sábado llegó y Camus se había ido a Grecia, Seiya y Hårdek habían asistido a la comida, Camus le dijo que no tenía porque no ir solo porque él no estuviera presente y aunque algo receloso llegó pasadas las tres de la tarde, la realidad es que no quería encontrarse con Ikki. Los anfitriones tenían todo listo en el jardín que tenía mesas con sombrillas para atajarse del solecito y otras bajo los hermosos cerezos. Ya habían comido y Shun estaba paseando a Hårdek por todo el jardín, lo había llevado al lago cerca de los patos y cisnes que ahí había. Ikki no se había podido acercar mucho al castaño porque se había mantenido cerca de Hyoga que estaba asando carne, solo se habían saludado hasta ese momento.

Seiya fue a la cocina por una botella de vino que había enviado Camus cuando Ikki lo abordó. - Hola.

- Hola — Tomó el vino de Camus y otro más, no hizo nada por detenerse esperando pasar de largo.

- Podemos hablar – Lo tomó por el brazo acercándose lo suficientemente a él consciente del efecto que causaba.

Se quiso soltar, pero el agarre era firme. - ¿De qué? – Tenía las manos ocupadas y no pudo quitarse a Ikki de encima, con su sola mirada le pidió que lo soltara. - Nosotros no tenemos nada de qué hablar.

- Por eso me evitas. – Le quitó una de las dos botellas que llevaba en la mano.

- Yo no te estoy evitando. – Quería irse, solo quería irse.

- Por qué no contestas a mis llamadas, no respondes mis mensajes. – Colocó la botella en una mesa y lo tomó de la mano. – Necesito que me escuches, hay muchas cosas que quiero que sepas, quiero que sepas que te amo y…

- Me voy a casar Ikki, en quince días me voy a casar con Camus.

- Tú me amas, no sé qué sientas por él, pero tú aún me amas a mí.

- Te equivocas, déjame pasar que me esperan con el vino. – Volvió a agarrar la otra botella y caminó decidido hacia la puerta.

- Hace dos años, cuando nos encontramos en Marruecos yo quería quedarme contigo. Te amé desde antes de eso, pero no sabía cómo llegar a ti, por eso no te busque, no sabía que decirte.

Detuvo sus pasos - ¿Y ahora si lo sabes? ¿crees que puedes venir así nada más y decir que me amas? ¿qué esperas que haga? Que me arroje a tus brazos. – Respondió muy molesto.

- Entiendo cómo te sientes, sé que no tengo derecho de pedirte nada, han sido muchos años y…

- Entonces no lo hagas, deja todo como está y vete como siempre haces.

- Siempre me corres – Sonrió amargamente.

- Sí, después de que me dices cosas como ahora. – Respiró - Haz lo que se te dé la gana, solo deja de buscarme, yo estoy feliz ahora, me voy a casar.

- Cuando me enteré que tienes un hijo y de tu relación con Camus decidí no buscarte, pero… – Era momento de sincerarse.

- No sé qué te hizo cambiar de opinión, pero si ya lo habías decidido así lo hubieras dejado. – Iba a continuar su camino, al escuchar a Ikki se volvió a detener.

- Fui a Lisboa, no estaba seguro de qué encontraría allá, pero creí tener una esperanza al saber que tú habías estado allá apenas dos días antes... ¿Por qué volviste? Fuiste por la misma razón que yo regresé.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Ya estamos llegando a la recta final, espero que les este gustando.

Gracias por leer.


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