–Bien, en la clase de hoy hablaremos sobre el creacionismo. La anterior conversamos sobre el big bang. – La voz aburrida del maestro lo trajo al presente. ‘¿En qué momento vinimos a la escuela?’
–Profesor, estamos en último año, ¿por qué tenemos que oír sobre esto? – Uno de los muchos jóvenes bulliciosos se hizo escuchar como portavoz de sus compañeros.
–Porque está en el programa, esto es biología, y tienen que aprender sobre el origen de la vida. – El docente lo miró con sus ojos hartos de ver adolescentes que siempre le rebatían todo. Estaba a punto de dejar su trabajo para irse a vivir de escritor, pero luego recordaba que en realidad le gustaba discutir con los mocosos para escuchar diferentes opiniones frescas. Por eso había estudiado docencia. –¿Tienes otra pregunta, Kevin?
–No, señor.
–Como iba diciendo, el creacionismo es una de las teorías del origen del universo y la vida, pero esta da una perspectiva religiosa. Los fanáticos creyentes piensan que Dios es el creador de todo, descartando así cualquier cosa referente a la evolución de las especies…
Dean estaba acostado sobre su pupitre escuchando la clase pensando en ello.
–Dios era un hijo de perra. – Fue bueno que saliera en un susurro que nadie más que su hermano a su lado alcanzó a escuchar.
–¿Cómo lo sabes? – Sam, como un buen creyente, casi se sintió ofendido, pero entonces recordó que era su hermano con el que estaba tratando.
–Solo lo sé. – Por supuesto que lo recordaba. Estaba grabado en su alma.
Hundiéndose en su miseria escondió la cara entre sus brazos y se largó a dormir, o al menos hacer el intento.
–Entonces…¿Sabes algo de Cas? – Su estómago se revolvió de solo pensar en lo abandonado que se sentía.
–Cas se fue.
–¿Se fue? ¿Cómo que se fue? Llámalo ¿Qué esperas? – Dean miró a su hermano fastidiado, en una mueca que le indicaba que claramente no iba a hacerlo. –Él vendrá si lo llamas. Solo hazlo. ¿Y cómo diablos sus padres no lo están buscando? – Poco a poco la discusión iba aumentando su volumen, tanto que terminaron llamando la atención de todo el mundo.
–Jóvenes. Si tienen algo más importante que discutir pueden hacerlo afuera. – El maestro los miró desde la pizarra con sus brazos cruzados en un gesto desafiante. Gesto que por cierto los gemelos ignoraron por completo, y tomando sus bolsos ambos salieron por la puerta bajo la mirada estupefacta del mayor mientras seguían conversando.
–Sus padres piensan que fue con un amigo por un par de días. Cas nunca les había pedido algo, así que accedieron de inmediato supongo cuando les dijo esa mentira. Además ¿Por qué piensas que aparecerá si lo llamo? Quién sabe a dónde se fue.
–Cas siempre dijo que ustedes tenían una “conexión especial” – La voz del menor salió con un tono de burla al nombrar esas dos palabras. Dean lo miró sorprendido.
–Cas nunca dijo eso. – Pero en mi sueño siempre lo decía.
–¿De verdad?
Ambos llegaron hasta el estacionamiento y se sentaron en su auto antes de emprender la marcha hacia algún lado para perder el tiempo. De todas formas sus padres los regañarían.
Sam se quedó pensativo. Podía jurar que esa frase siempre era dicha por su amigo oji azul.
***
Los sueños y pesadillas continuaron, se sentían tan reales que se obligó a pensar en ellos como extraños recuerdos de su vida pasada. Cómo si él creyera en esas cosas.
Un extraño batir de alas se dejó escuchar en la penumbra de su habitación, igual al sonido que resonó en la calle cuando Cas lo dejó, igual al que escuchaba de manera repetida en sus sueños.
Un poco molesto por ello y envalentonado exclamó.
–No te atrevas, Cas. – No sabía qué fue lo que lo llevó a creer que era su amigo, pero no se equivocó. Se sentó de improviso sobre el colchón y lo vio ahí, a pocos pasos de su cama con un par de dedos estirados hacia él. No quería saber qué era lo que quería hacer con ellos.
El ángel se veía sorprendido, y empuñó su mano bajándola con cuidado.
–¿Cómo supiste que era yo?
–¿Es una broma? Podría reconocer tu jodido batir de alas en cualquier lugar, por Dios, Cas. – Eso sorprendió a ambos. Al antiguo ser por encontrar en ello al antiguo Dean, y al humano porque no entendía aún muy bien cómo es que lo sabía.
Recordando un fragmento de su sueño se atrevió a decir en broma.
–Vamos, Cas. Ahora es cuando dices esa frase tan tuya para sorprenderme, “soy un ángel del señor”. – Quiso que su voz saliera graciosa para aligerar un poco el ambiente, pero al final resultó ser todo lo contrario. Ambos se miraron sorprendidos, y entonces Dean cayó en cuenta. Nada de lo que él pensaba que era un sueño lo era. Cuando fue a estirar su mano para tomar la de su amigo, las alas ya se habían agitado y el ser divino ya no estaba. –Oh, por favor, Cas. ¡Vuelve aquí! –Pero solo el silencio le hizo compañía. El ángel se había marchado asustado.
–Esto no se quedará así, Cas. – Si se viera como el Dean de antes, el que veía en sus sueños y era un cazador experimentado, tal vez su expresión si se vería como un real intento de amenaza. Pero cuando se vio al espejo que tenía cerca en su habitación solo pudo ver a un adolescente en una rabieta contra su pareja. Tendría que trabajar en sus expresiones.