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Cocina con el corazón por Mascayeta

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Zen sonrió ante la pregunta de la Omega que coquetamente pasó un mechón de cabello por detrás de su oreja mientras cruzaba con sutileza las piernas mostrando más piel de la que debería.


No era la primera vez que se le ofrecían, prácticamente era una constante desde que cambio por casualidad su rol de editor al de modelo y presentador. Una circunstancia que al menos le dio tiempo para compartir más con Hiyori, su niña de diez años y próxima a ingresar al último año de primaria.


Esa idea borró por unos segundos la fingida sonrisa que mantenía en las entrevistas, algo que el agudo ojo de la experimentada mujer no dejó pasar sin sacarle beneficio.


—Entonces eso nos hace pensar que sí tiene un secreto oscuro o se arrepiente de una de sus acciones Kirishima-san.


La verdad es que no había escuchado el cuestionamiento que siguió a la pregunta de que si entre sus planes estaba volverse a casar.


La respuesta fue una frase de esas que siempre repetía, pero ahora no sabía que decir, más cuando su corazón se arrepentía por lo pasado hacía cinco años.


—¿Kirishima-san? —su nombre lo hizo regresar a la posición ensayada que tanto enloquecía a sus seguidores.


—La verdad es que me avergüenzo por completo de mi secreto, porque —dijo inclinándose a la joven rubia que liberó sus feromonas de manera inconsciente—, la imagen que tienen de mi se rompería por completo.


Isaka que recién ingresaba al plató se llevó la mano a la frente sin dar crédito de como Zen manipulaba a todo el bendito staff. Agradeció estar marcado y ser muy feliz con su destinado, porque los demás parecían en trance por culpa del aroma que ingeniosamente liberaba el Alpha de cabellos castaños claro.


—Si quieres continuar con tu trabajo has un primer primerísimo plano a Zen y corta esta estupidez —ordenó al camarógrafo que, ante la amenaza, acató de inmediato lo dicho por CEO de Marukawa Entertaiment.


Los ojos caramelo encontraron con los azul oscuro de su jefe para alzar los hombros y con un guiño pícaro propio de un niño de cinco años evadir el llamado de atención por el revuelo causado.


La voz de Isaka Ryuichiro generó que producción volviese a la realidad apagando los equipos en la medida que el Omega exponía como concluirían la entrevista. Yasuda soltó la carcajada alabando la visión de negocios de su jefe, en lo que la pobre Omega Tanaka Hoshi corría al baño a tomar sus supresores.


Una vez en su casa procedió a disfrutar de su tiempo en familia con Hiyori conversando de lo acontecido en el día, al finalizar la cena la niña lo llamó para ver en el noticiero en la sección de Farándula. Zen apretó la cerveza en su mano cuando vio las fotos que Gou facilitó mostrando los desastres que cometió en las cocinas de la universidad y las veces que lo invitó a comer en la época que Sakura vivía.


La perfecta edición dio paso al comercial promocional, nunca pensó abochornarse de esa forma delante de su hija. La castaña se levantó sin mirarlo para ir a la cocina.


—Hiyo, yo... —el extraño ruido que hizo su princesa concluyó con la burla por lo irónico de la situación—. ¿Tú también?


Abrazando a su padre, la pequeña le pidió perdón tratando de aguantar la risa, pero era difícil cuando la ironía había puesto al frente de un programa especializado en cocina a un ser que no era capaz de pelar una manzana.


El juego con quien cada día le mostraba que crecía con el físico de su madre, pero con la molesta personalidad de él, fue lo más regocijante para su alma. Como era costumbre Zen la acompañó leyendo un cuento hasta que Hiyori se quedó dormida, apagó las luces y salió rumbo a su propia habitación. Antes de ingresar observó la foto de su fallecida esposa, prendió un incienso y pasó a fumar en el balcón.


En el humo del cigarrillo su corazón parecía tratar de eliminar la culpa por el secreto que tenía desde aquella noche hace cinco años.


Aún podía recordar el sabor dulce de ese Omega y la esencia a Amarúla que se mezclaba perfectamente con la suya.


La imagen de tenerlo en sus brazos cuando tuvo que sacarlo desmayado del bar por el golpe que se dio en la cabeza fue tan vivida, que llevó su mano a libre a la pretina de su pantalón. Con dificultad pudo meterlo en el automóvil con ayuda de uno de los meseros que le llevó el gato y la maleta. Manejó hasta donde el aroma del chico se lo permitió, así llegó al primer hotel que admitía mascotas, tan pronto como entró pidió una habitación, lo recostó en la cama en lo que fue por el equipaje y regresó para encontrarlo despierto sentado mirando a la nada.


Su intención de buen samaritano se vio trastocada cuando las feromonas lo rodearon transmitiéndole tanta tristeza, sus palabras fueron las mismas que emitió antes de desmayarse.


Recordaba como limpió las lágrimas y le dijo que era lo más hermoso que había conocido hasta el momento...un simple beso lo llevó a perder la cordura, a que el celo que lo abandonó con la muerte de Sakura volviese con tal ímpetu que utilizó todo el autocontrol que le quedaba para indicarle a su Alpha que no podía marcarlo, y podría jurar que esa noche fue la primera vez que lo escuchó hablar cuando su conciencia aceptó que lo haría si su destinado le otorgaba el permiso.


—Mi destinado...siempre asumí que eras tu mi bella "Samurái".


Kirishima cerró los ojos rememorando como despertó abrazado a la cintura de ese chico, las señales del descontrol estaban por todo su cuerpo, eso y los restos de su semilla.


Un mensaje informándole que Hiyori estaba hospitalizada, le hicieron salir de inmediato. No pensó en él por mucho tiempo, su hija presentaba un cuadro de anemia que podría degenerar rápidamente en leucemia, las transfusiones y el tratamiento le favorecieron saliendo avante y convirtiéndose en una enérgica Omega.


La tarde que dieron de alta a su niña, volvió a percibir aquel aroma, por instinto dejó lo que hacía para caminar por el pasillo guiado por su Alpha, el sufrimiento del Omega lo desesperó, mas no podía encontrarlo. En esta ocasión fue el médico que le llamó para finiquitar el proceso y dar las recomendaciones del caso, esas que lo llevaron a presentar la renuncia a su cargo de Editor y que le abrieron la posibilidad de seguir unido a la empresa en una faceta que le permitiría pasar tiempo con su hija y ganar buen dinero.


El celular vibró con el mensaje de Isaka, tan abstraído se encontraba que no se percató de las veinte llamadas y los cuarenta mensajes de texto que su jefe le había hecho.


De inmediato encendió el televisor y revisó las redes sociales, desde que se emitió la nota de farándula parecía que su popularidad había aumentado, fue cuando vio la publicación de Ijuuin Kyo.


El mangaka se lo había advertido después de designar a su pareja a otro dibujante, se vengó publicando la fotografía de la pasantía que tuvieron en la Cava y donde aprendió lo relacionado con el maridaje, acompañada de una frase bastante insinuante.


La oración se viralizó y la página para descargar el formulario colapsó generando un replanteamiento en las inscripciones. La noticia en los programas de entretenimiento decía los lugares donde estarían los puntos de registro.


El timbre del teléfono retumbó en el silencio de la casa.


—A partir de la otra semana estás de gira con los jueces para los casting, a las ocho Kayama te espera para que se distribuyan a las que ciudades viajarán.


—Sabes que no puedo dejar sola a Hiyori por tanto tiempo —alegó para salvarse de semejante responsabilidad.


—No seas infantil, ella está de acuerdo y se quedará con sus abuelos. Hasta mañana.


Colocó el aparato en la mesa de noche para subirle el volumen al televisor, en pantalla se mostraba con un gran letrero en la parte inferior las nuevas condiciones de registro, resignado escuchó en el promocional lo que sería su labor en los próximos meses:


«Amas cocinar? ¿Escuchas a cada rato que debes abrir un restaurante? ¿Tus platos te han ayudado a conseguir pareja?


Entonces ha llegado el momento de mostrar al mundo tu talento. Bienvenido al concurso que te permitirá ganar cocinando.


Conviértete en uno de los mejores veinte chef aficionados, compite por premios parciales y el título del Cocinero Golden Star junto a un cheque de doscientos cincuenta mil dólares. ¡Inscríbete!».


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