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Cafetería. por Artemisa El Britannia

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Notas del fanfic:

Seguimos en la semana de publicaciones para el fandom de esta pareja, si quieren continuación debo de tener muchos comentarios.

Saludos.

Notas del capitulo:

Espero que disfruten en leerlo como yo al escribirlo.

Cafetería / Bar.

 

-      ¿Se puede saber qué rayos haces aquí Kaiba? – esa era la misma pregunta con la cual Joey recibía a Kaiba, pero en esta ocasión lo decía en voz baja, él trataba de ser un buen empleado no siempre se había topado con clientes que lo ayudaran a mantener su explosivo carácter tranquilo y por lo mismo en esos momentos estaba a una pelea más de perder su trabajo.

-      Es una cafetería, ¿qué más podría estar haciendo aquí? – dijo mientras tomaba el mini menú para dedicarse a escoger un café.

-      Cerca de Kaiba Corp. Hay como 30 cafeterías, de las cuales 10 son temáticas 2 son de lujo y las demás están a solo metros de distancia, por qué deberías de tomar café en el lugar que te queda a más de 40 minutos de trayecto en auto – Joey puso las manos en su cintura evidenciando claramente que él castaño iba precisamente a molestarlo y no a tomar café como según decía.

-      Tienes razón, pero pasaba por aquí te vi y decidí saludar a un viejo amigo, ¿acaso eso está mal? – preguntó con voz inocente y a la vez cínica.

-      ¿Pasa algo malo Wheeler? – preguntó su jefe desde lejos al ver que el rubio tenía el cejo fruncido y los brazos en forma de jarra, era la típica pose que ponía antes de pelear.

-      Claro jefe – el rubio sonrió y entonces volteo a ver a Kaiba con la mejor de sus sonrisas – y bien, ¿Qué va a pedir amo Kaiba? – dijo lo más amable posible, pero se notaba que era demasiado forzado para su gusto.

-      Un expreso – le dio la carta y se volteó a ver el cristal de la ventana, ya que no quería que el cachorro viera el sonrojo que le había provocado que usara la palabra “amo” para dirigirse a él.

-      Con gusto, vuelvo en un momento amo – se retiró aun escupiendo espuma por la boca de la bilis que le había provocado haber tratado bien a ese ricachón engreído, pero ese trabajo era el único que podía tener mientras estuviera en la escuela, no podía meterse a ningún otro sin que afectara sus horas de estudio, además su jefe lo dejaba hacer tarea cuando estaba vacío el lugar, no podía pedir más.

 

Joey se dedicó a hacer el expreso y vio llegar a otros clientes, así que de inmediato le sirvió a su archienemigo y se movió dos mesas adelante del mismo, les sonrió a los dos hombres que habían llegado, todo bajo la atenta mirada del castaño, que estaba a punto de romper la taza al ver como también les decía “amo” a esos sujetos, básicamente estaba ahí para hacer enojar al cachorro, realmente hacía varios meses atrás sabía que trabajaba ahí, así que lo visito y al ver el tipo de trato que debía dar a los clientes sus celos se encendieron y quería llevarse a su cachorro, decirle que él le daría cuanta cosa pidiera, pero que no trabajara de nuevo en ese lugar, pero Joey no lo amaba, por lo cual era difícil que aceptara su propuesta, así que empezó a ir frecuentemente a visitarlo, lo hacía enojar un poco, pero no al grado de que lo odiara solo con la intención de que se quedara pensando en él únicamente.

Ahora que se había enterado por su hermano que lo correrían si seguía de buscapleitos creyó que era su oportunidad perfecta, lo haría enojar, pelearía, lo echarían de la cafetería, como disculpa le ofrecería un puesto como su secretario personal y pum se casarían y vivirían felices para siempre, bueno, había muchos detalles que pulir en ese plan, pero se irían acomodando sobre la marcha, ya que a pesar de que el rubio no era muy listo siempre parecía estar un paso delante de él.

Estuvo observando como su cachorro se desenvolvía y de verdad parecía tener talento para ese trabajo, pero no entendía porque tenía que ser un “sonrisa fácil” con todo el mundo, él podía ver claramente como los demás se lo comían con la mirada, como tiraban cosas a propósito para verle el trasero, también se había dado cuenta que siempre había más hombres que mujeres y que al parecer el cachorro tenía feromonas que atraían a los problemáticos, ya que siempre había algún tipo que se pasaba de listo y le golpeaba el trasero, claro ese tipo acababa en el hospital por la tremenda paliza que le mentía el cachorro, pero aun así parecía no ser suficiente, siempre volvían.

 

-      ¿Algo más que desee amo? – Kaiba estaba tan perdido en sus pensamientos que no notó que pensaba en voz alta.

-      Sólo una vida a tu lado – Joey tiro los vasos que traía en la bandeja cuando terminó de escuchar la oración, ¿hablaba en serio o lo estaba fastidiando de nuevo?, por su lado Kaiba se quería morir, pero decidió solamente fingir que no lo había dicho – nada más, me voy - y así sin más dejó a un cachorro anonadado, que tardó en reaccionar para poder levantar el desastre que había hecho, afortunadamente Seto había dicho en caja que era su culpa lo de los platos y los había pagado, sino el pobre habría recibido el regaño de su vida.

 

 

Joey iba caminando a su casa, aún era temprano, pero iba tan metido en sus pensamientos por culpa de Kaiba que no había notado que lo venían siguiendo, generalmente iba muy alerta y siempre ponía en su lugar a cualquier pervertido que se le acercara, pero ahora solamente el castaño ocupaba sus pensamientos, prácticamente se le había declarado hacía unos minutos atrás y no sabía cómo lo vería la siguiente vez que lo visitara en el café.

Ya conocía la rutina que hacía el castaño, antes de ir a trabajar pasaba por su trabajo por un expreso, después de su junta de los jueves iba por un late de cajeta sin azúcar y una dona con chispas, los domingos que tenía más tiempo libre iba por un café normal para leer un libro completo en su trabajo, cada semana era lo mismo, básicamente ya sabía sus horarios, incluso Mokuba le mandaba mensaje diciéndole “Esta estresado, no lo hagas enojar” o “No ha dormido, no le des más cafeína”, además de que era al único que esperaba cada día a que apareciera, cuando salía de viaje no se sentía tan feliz de ir a trabajar, porque Kaiba no iría a verlo.

 

-      Nos volvemos a ver precioso – Joey se sorprendió al oír esa voz, pero no reaccionó a tiempo, ya que al voltear le pegaron en el estómago sacándole el aire, lo arrastraron a un callejón cercano y lo acorralaron entre 3 sujetos contra la pared, el cuarto era el que le había dado el golpe y ahora le agarraba el trasero de manera indecente – ahora que estás indefenso te mostrare que puedo ser tu amo y si te portas bien, no te haré daño – Joey por su parte no podía jalar aire correctamente, necesitaba tiempo para reponerse del golpe y pegado a la pared siendo aplastado por la espalda evitando que pudiera inflar sus pulmones, prácticamente respirar se le está volviendo una tarea titánica, pero no podía desmayarse, si les daba ventaja eso acabaría mal.

-      Si me pones un dedo encima, voy a castrarte – las palabras habían salido demasiado forzadas, se notaba que no tenía la fuerza para reponerse y además sus ojos mostraban que estaba a punto de perder la conciencia.

-      No puedes defenderte y no puedes pedir ayuda, ¿cómo saldrás de esto? – las últimas palabras, ya las oía demasiado lejanas y borrosas, así que por su mente pasó un último pensamiento antes de caer en la inconciencia “Kaiba, ¿dónde estás?”.

-      Más te vale que no le toques otro pelo, si quieres salir ileso de esta situación – los cuatro hombres sonrientes de ver a la rubia fiera inconsciente voltearon a ver al dueño de esas palabras y ahí estaba Seto Kaiba con sus dos guardaespaldas, quería matarlos a todos, pero debía de contenerse, esconder cadáveres no era tan sencillo.

 

Los cuatro sujetos soltaron a Joey y se fueron lo más rápido posible, no sabían que ese chico tenía gente siguiéndolo y mucho menos que iba armada, Kaiba ordenó que se encargaran de que esos sujetos no volvieran a la cafetería donde trabajaba su cachorro, mientras él iba a donde estaba el rubio, lo tomaba entre sus brazos y lo subía a la limosina.

Joey nunca había sido muy alto, pero si era bastante fuerte, él era testigo de que sus puños pesaban una tonelada si lo hacías enojar, no entendía como alguien tan pequeño podía tener una fuerza tan descomunal, al verlo pegado contra la pared inconsciente le había abierto un panorama completamente diferente, a pesar de que su cachorro sabía defenderse abría momentos en los cuales podría ser vulnerable y él quería protegerlo en esos momentos, pero cómo le haría entender eso.

 

 

Joey despertó de golpe casi como si le hubiera puesto un resorte en la espalda, se encontró a sí mismo en medio de una habitación, volteo a ver la cama y tenía sabanas de color gris con tonalidades azules, vio que había 4 puertas diferentes, una pequeña sala en la parte derecha, un escritorio con varios folders a la izquierda y un olor que se le hacía característico empezaba a embriagarlo.

 

-      ¿Qué hago en el cuarto de Kaiba? – se levantó y se vio a si mismo vistiendo solamente una playera que le quedaba enorme - ¿y mi ropa? – se espantó de que hubiera pasado lo peor y que Kaiba lo había encontrado, se tocó el trasero asustado, pero no sintió dolor - ¿Qué rayos pasó? – caminó hacia la puerta que tenía delante de él y vio un pasillo enorme, cerró la puerta y abrió una del lado derecho, ahí había un baño gigante, la cerró abrió la tercera puerta que estaba del lado derecho y era un guardarropa ridículamente grande y cuando se acercó a la cuarta puerta estaba cerrada con llave, así que solo había una opción, salir a los pasillos, encontrar a Kaiba y aclarar sus dudas, esperaba no perderse.

-      ¿Qué haces parado? – al abrir la primera puerta se encontraron ambos causando que Joey saltara al techo del susto.

-      Waaa, no me des esos sustos – golpeó al millonario en el pecho y trató de calmarse – despierto en una habitación desconocida semidesnudo, obviamente lo primero que hago es buscar respuestas – Seto lo guío para que entrara de nuevo a la habitación.

-      ¿Y pensabas salir semidesnudo a buscarlas? – lo regañó por ponerse en peligro sin saber la situación en la que estaba.

-      Por dios Kaiba sé que es tu casa, todo este cuarto huele a ti, sabía dónde estaba, por eso no salí corriendo o gritando como loco desesperado – Joey no se dio cuenta de que había dicho algo realmente comprometedor.

-      Así que ya sabes a que huelo, de verdad eres un perro que conoce el olor de su dueño – Joey se sonrojó al darse cuenta de que no había pensado muy bien su respuesta.

-      No es eso, es que yo… bueno, tu sabes – no termino ninguna de las oraciones cuando Seto le robó un beso, era sencillo, pero cargado de mucho sentimiento.

-      También se cómo hueles cachorro – la cara de Joey era un tomate en todo el sentido de la palabra, así que se le tapó de las manos.

-      Eres un tonto.

 

No pudieron continuar, porque la servidumbre los interrumpió, ya tenían la ropa lista, Joey podía irse a casa limpio y sin ningún rasguño, terminó de vestirse en el baño, pero él no quería irse a su casa, quería quedarse con el castaño un poco más, pero no había ninguna excusa para eso, además decirle que quería seguir con él significaba que estaría aceptando sus sentimientos y no sabía si estaba listo para hacerlo, así que después de 20 minutos encerrado pensando la situación, decidió que lo mejor era irse y ya cuando tuviera más valor le diría a Kaiba que lo amaba, mientras tanto solo le agradecería el detalle de haberlo salvado.

 

-      Estas listo para volver a casa – al salir del baño vio a Seto sentado en su escritorio, escribiendo en su computadora. Levantó la mirada solamente para ver que su cachorro estuviera listo, pero grande fue su sorpresa al ver que empezaba a llorar - ¿estás bien?

-      Quería ser fuerte y solo agradecer el que me hayas salvado, pero te veo y no puedo evitar sentirme mal por separarme de ti – Kaiba abrió los ojos sorprendido porque su cachorro llorara por su separación, de cierta manera retorcida le hacía sentir importante que no pudiera vivir sin él, pero no era momento de sacar a relucir sus fetiches, era momento de darle un panorama claro a su relación.

-      Si tú lo quisieras podrías quedarte para siempre a mi lado – Joey vio a Seto a los ojos y sonrió asintiendo, la palabra para siempre sonaba tan bonita y había logrado que recuperar el aire que sentía que se le iba de solo pensar que se iban a separar.

-      Este era tu plan desde que fuiste la primera vez a la cafetería, ¿verdad? – Seto sonrió y solamente le robó un beso, no pensaba admitir que llevaba meses tratando de ligarse al cachorro.

 

Fin.

Notas finales:

Dicen que nadie muere por dejar un RW.


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